MARAÑA · Olas violentas

El despertar de Sora produjo alegría en todos, sobre todo en Taichi, Mimi, Takeru, Hikari y en Miyako.

Estaba claro que la luz de antes, debería tener algún efecto milagroso, porque no solo les había revitalizado a ellos, sino que también había hecho que la misma Sora se despertara. Algo insólito ya que ella se había encontrado en una especie de sueño eterno desde que se había enterado de la muerte de Yamato. Taichi había llegado a temer que ese shock que su mejor amiga había tenido, podría provocarle que no despertase nunca más. Pues él, mejor que nadie, sabía que Sora albergaba un sentimiento tan profundo hacia Yamato, llegando al punto en que, sin él no podría seguir viviendo. Era por él, por el que el emblema de Sora brillaba con tanta intensidad y que la hacía la mujer más feliz que existiese sobre la faz de la tierra. Y al final, ella por fin había despertado. Taichi nunca había sido creyente hasta ahora, ya que agradecía a Dios, a Buda o a la divinidad que fuese para que su temor no se hubiera hecho realidad.

Por puro instinto, y sin ningún sentimiento amoroso por medio, la había abrazado con tanta fuerza, emocionado de que ella se hubiera despertado.

Para Taichi, Sora había pasado de ser la chica que le había gustado, a considerarla como una hermana con el mismo sentimiento fraternal que sentía por Hikari.

Por parte de los digimon, ver de nuevo a Nyokimon, fue motivo para que todos la rodearan alegres y emocionados de que no hubiera desaparecido como Gabumon. Sin embargo, Nyokimon sólo tenía una única preocupación: Sora. Dando graciosos saltitos, se fue acercando hasta ella. Sus ojos amarillos estaban repletos de lágrimas y a sentirse emocionada por ver que su compañera no había sucumbido a la desolación y seguir el mismo camino que Yamato. Se sentía igual de feliz y emocionada que Taichi. La digimon lo demostraba al frotarse contra su compañera humana y a no querer separarse de ella nunca más.

Cuando Taichi se había separado de Sora para contemplarla con una gran sonrisa, se fijó en que en su rostro se reflejaba extrañeza y confusión.

En medio de esa felicidad, donde Miyako podía contar con el abrazo de Ken y de Hawkmon para poder sofocar esa emoción que la embargaba, todo lo contrario a Mimi que sólo contaba con Palmon para respirar tranquilas sobre el estado de su mejor amiga, Sora dijo con voz neutra.

-¿Quién eres?

Y la felicidad que todos tenían, se esfumó de golpe.

.

Los chicos y sus digimon, tras haber conseguido la hoja se habían tomado el tiempo para descansar un poco, antes de pasar al siguiente punto. Durante ese tiempo, Momoko, Satoshi y sus digimon no habían parado de disculparse una y otra vez con Aki. Pues sino fuera por él, ahora mismo estarían criando malvas. Pero el niño, que había quedado agotado tras haber gastado su energía vital, provocando la dedigievolución de su digimon, les decía una y otra vez que no le dieran importancia. El niño era tan benévolo, en comparación con sus hermanos mayores, que Momoko y Satoshi sabían que por mucho que se disculparan con ellos, no les perdonarían tan fácilmente. Pero debían hacerlo igualmente. Además, ellos eran las personas que tanto les gustaban. Por eso, allí delante de ellos y teniendo a todos como testigos, habían hecho la solemne promesa de intentar cambiar de pensar. Incluso les habían pedido tanto a sus respectivos digimon como a su hermano mayor Sei y a Bolamon, que si alguna vez veían algún comportamiento suyo fuera de lugar, que les llamase la atención para que pudieran rectificarlo.

El combate que ambos hermanos habían tenido contra Unschuldmon les había abierto mucho los ojos. Por un lado, se habían dado cuenta de que la vida que tenían ante ellos, no era nada cómoda y de rosa cómo siempre la habían pintado. Por otro, sus acciones provocaban el hastío y el odio en los que les rodeaba. Algo que les entraba por un oído y les salía por el otro. Pues ella no lo veían tan malo lo que hacían. Pero tras escuchar sus pensamientos internos y comprobar que les tenía un odio tan extremo, era para que reflexionaran seriamente sobre sus actos.

Yuuta y Natsumi se habían visto obligados a perdonarles, más que nada por el deseo de su hermano pequeño, en que lo hicieran. Eso no significaba que no sintieran cierta desconfianza hacia ellos. Yuuta y Nat no eran tan ingenuos como Aki. Pero al estar subordinados a él, acataban sus decisiones sin pensárselo dos veces.

Seiichirou, contrario a los hermanos Ishida, se había sentido muy orgulloso de la nueva postura de sus hermanos pequeños. Era consciente de que ambos habían sufrido una dura y traumática batalla. El ver ante sus propios ojos los digimon, que tanto les apoyaban, se habían sacrificado para protegerles, hasta el punto de casi perder la vida, les había hecho madurar lo suficiente, como para querer cambiar y no volver a pasar por algo similar de nuevo.

Sin embargo, Shin no parecía confiar en que sus hermanos pudiesen cambiar cómo ellos afirmaban. Siendo la víctima constante de sus humillaciones, no sólo no podía creerlo, sino que además, dudaba de que pudieran cambiar tan fácilmente. Lo peor de todo es que no podía contar con Kawamon para apoyarlo en su decisión. Su digimon, al igual que Bolamon, se sentían felices y satisfechos por su intento de querer mejorar. El niño echó un vistazo al resto de sus amigos, encontrándose con diversa variedad de sentimientos.

Isaki y Earmon se sentían igual que Aki y su hermano mayor. Crédulos de pueda suceder ese cambio de actitud. Takeshi y Tsukaimon, manifestaban una pequeña sonrisa, dónde no podía saber exactamente qué pensaba sobre el asunto.

Luego, estaba el grupo en que se sentían felices y al mismo tiempo culpables por haber llegado a pensar negativamente de ellos, y que eso les hubiera afectado. Ésos eran: Minami, Daichi, Osamu, Sanae, Izumi y Misato. Pero por la parte contraria, los que dudaban que pudieran cambiar cómo él, eran: Toji, Kazumi y Musuko.

Sus digimon por su parte, mantenían una postura totalmente distinta a la de sus compañeros humanos. Ellos no podían evitar sentirse fascinados por las digievoluciones que Ralmon y Aruraumon habían tenido. Los que ya habían alcanzado el nivel kyuukyokutai, discutían sobre que su evolución en el nivel kyuukyokutai era mejor que la suya. Mientras que los que todavía no habían digievolucionado, soñaban con poder convertirse en digimon guapos y poderosos cómo los que llevaban viendo.

Los digimon debatían seriamente sobre ese asunto, dónde Cuarzomon aseguraba que su evolución había sido más linda que la del Tanemon de Momoko (los digimon de Momoko y Satoshi, tras la batalla, se habían convertido en dos Tanemon. Para poder identificarlos, a la Tanemon de Momoko se le había ocurrido la brillante idea de usar uno de las horquillas de su compañera humana). La Tanemon de Momoko discrepaba sobre ello, ni que hablar del Tanemon de Satoshi que decía que era el más bello de todos, dónde restos del narcisismo de Lordknightmon parecía haberse quedado en el pequeño digimon.

En medio de todo aquello, y aprovechando un poco el tiempo para descansar, Momoko se había quedado pensativa por toda la experiencia vivida. De vez en cuando observaba de reojo a Yuuta y la complicidad que tenía con Sanae. Algo que llevaba viendo desde hace tiempo, y comprobado cuando ellos se habían quedado haciendo guardia. El recuerdo de la voz de Sanae cuando había escuchado su voz interior la golpeaba. Sabía que lo había pensado por instinto. Todo lo contrario a ella, que lo pensaba día tras día. Con razón Yuuta la había elegido a ella. Aún así, a sabiendas que no tenía ninguna oportunidad, quiso hablar con Yuuta en privado y dejarle claro sus sentimientos. Todo para que la rechazara y pudiera deshacerse de ese sentimiento que tenía por él. Necesitaba que él la rechazara, para que su corazón pudiera abrir los ojos y no martirizarse por un amor imposible. Y eso fue lo que había sucedido.

Ella le había declarado sus sentimientos abierta y sinceramente. Sin embargo, también había añadido que ya sabía que era inútil y que la razón de su confesión, era solo buscar que él la rechazase para poder seguir adelante.

-Porque a ti te gusta Sanae, ¿verdad? -le había dicho con una sonrisa de oreja en oreja, como si quisiera escuchar su asentimiento de su parte.

La sorpresa le había caído a Yuuta de que ella misma, admitiera sin mala intención lo que eran sus verdaderos sentimientos. Al contestarle con que era cierto, ella había tenido una mezcla de sentimientos. De pena y alegría al mismo tiempo. Yuuta había visto que había querido llorar. Pero, haciendo un enorme esfuerzo, ella con una sonrisa sincera que jamás había visto, declaró.

-Estoy segura de que ella te corresponde. Además, los dos hacéis una linda pareja. Estáis hechos el uno para el otro.

Lo sucedido después, fue una alegría forzada por parte de la chica hacia el resto (seguro que para no llorar delante de todos). Animando a su hermano pequeño, le dijo que ya era hora de hacer activar la hoja para pasar al siguiente punto. Y antes de que pudieran recordarles el tiempo límite que había para cruzar la hoja, los dos hermanos activaron el poder de la hoja.

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Tras haber llegado al siguiente punto, todos se habían sentido más fatigados que nunca.

El tiempo límite de un minuto que había habido en los anteriores portales, se había reducido al de treinta miserables segundos.

Al haber activado sin previo aviso ambas hojas, habían tenido que apurar todo lo que podían para poder cruzarlo. Algunos, incluso habían tenido que cargar a los más lentos para que todos pudieran cruzar el portal sin problemas. Isaki que siempre había sido el último en atravesarlo, para asegurar que todos pasasen, había sido suplantado por Sei y Yuuta. Y por los pelos, todos habían conseguido atravesar el portal.

Encontrándose sin aliento, Musuko se quejó de ese cambio que habían impuesto de la nada para atravesar el portal.

-Debemos ser más prudentes para la próxima vez -aseguraba Izumi que cómo muchos no era muy dada para el deporte.

Entonces, olvidándose de su promesa hecha a tan solo unos minutos, se escuchó la voz quejumbrosa de Momoko.

-¡Jo! ¡¿Por qué nadie nos avisó de esto?!

La tensión de aquello tan inesperado, hacía que su personalidad volviese, dónde por mucho que quisiera cambiar, no se podía conseguir de la noche a la mañana. Pero por fortuna, y tal y cómo había pedido, había tenido la advertencia de Sei y hasta de su propio digimon para que tuviera más sentido común. La chica, sintiendo cómo si hubiera dicho algo imprevisto, se apresuró a disculparse y a tratar de pensar antes de hablar.

-Bueno, al menos se ve que lo intentas -le dijo Sei posando una mano fraternal sobre su cabeza, orgulloso de que lo dicho anteriormente, no fuesen palabras superfluas.

Recuperándose poco a poco de la carrerita que habían hecho, todos echaron un vistazo a su alrededor. El paisaje seguía siendo tétrico y negro, pero a comparación con las primeras zonas dónde habían estado, el paisaje empezaba adquirir forma y vida. Ahora podían ver más rocas, plantas y hasta algún que otro árbol. Estaba claro que a medida que avanzaban, más habitado estaba el lugar. Algo que Kazumi compartió, así como a recordarles el peligro que correría los que todavía no habían peleado.

-Si creemos lo que Oroguram nos dijo, y que Isakisan y Takeshisan pelearán en último lugar, eso nos deja que los siguientes puedan ser los herederos del emblema valor, los de amistad, la de amor, los de sinceridad y mi hermana y yo.

Izumi se encontraba asombrada por la buena labia que tenía su hermana pequeña pese a los ocho años que tenía, así como la atención conseguida por parte de todos. Algo que comentó tanto a su digimon como a Honeymon.

-Y no sabemos quién puede ser el siguiente -recordaba Snowoagumon con angustia, dónde saber que tendría que luchar pero no cuándo, era algo que pondría de los nervios a cualquiera.

-Es muy probable que seamos nosotros -manifestó Zabumon con seriedad-. Ahora que Aki está agotado y Tsunomon se ha convertido en Punimon, no me sorprendería que el enemigo se aprovechara de nuestra vulnerabilidad.

Algo que Yuuta compartía, por lo que sujetó con más fuerza a Aki, el cual éste se aferró a él con miedo. Era consciente de que tendría que luchar, pero esperaba que su turno se prolongara lo suficiente, como para que al final no tuviera que hacerlo.

-Lo dudo mucho -contradijo Toji-. Si quisieran aprovecharse de esa vulnerabilidad, lo habrían hecho antes cuando Punimon era un digihuevo.

-Cierto, cierto -aseguraba Fireagumon, aunque sólo asentía por darle la razón a su compañero humano.

-Sea como sea, lo que está claro es que tenemos que andar con pies de plomo y con muchísimo cuidado -decía Sei con rostro serio, mirando a sus hermanos pequeños-. Creo que lo que más conveniente es que los ya han combatido vayan detrás, mientras que los que no, delante, para estar atentos a quién le toque evitar lo que les pasó a mis hermanos.

Todos estuvieron de acuerdo con esa idea. Incluso se dispuso, que ante la desconfianza de las palabras de Oroguram, Isaki, Takeshi se mantuvieran también delante.

-Pero, un momento -interrumpió Satoshi antes de ponerse en marcha-. Hay algo que me preocupa. Oroguram dijo que Unschuldmon pertenecía al grupo de los débiles. Sin embargo, ni Elfmon ni Lilamon pudieron hacerle frente -eso era algo obvio, y así estaba reflejado en el rostro de todos, que no entendían porqué le tomaba tanta importancia-. De hecho, si Elfmon estuviera solo, ni siquiera tendría la oportunidad de digievolucionar al nivel kyuukyokutai, porque Unschuldmon lo habría aplastado a la mínima ocasión que tuviera. Si Unschuldmon era del grupo de los débiles, eso significa que los siguientes estarán dentro de ese grupo o, por el contrario, serán muy poderosos.

-Eso es algo lógico -decretó Kazumi con molestia, dónde no entendía cuál era el punto en esa situación.

Aunque la gran mayoría pudiera aceptar que Momoko y Satoshi pudieran cambiar, la pequeña Izumi no podía creerlo. Su odio hacia él, había surgido tras haberle aplastado su benevolencia de forma descarada, que no podía perdonárselo de ninguna de las maneras.

-Lo que quiero decir -continuaba, ignorando su tonito malhumorado. Si no fuera porque trataba de cambiar, le habría respondido para que no le hablara de esa manera. Pero se calló para seguir con el tema en cuestión-, es que si en mi prueba, no contase con la ayuda de mi hermana y de Lilamon, Elfmon habría perdido a la mínima como en el caso de los hermanos Ishida.

-¿Y eso que tiene que ver? -volvía a preguntar Kazumi más molesta de que hablara de un tema que ya era muy sabido por todos.

De verdad que parecía que lo estaba provocando, para que todo lo que había dicho antes, quedase en simples palabras sin valor alguno. Sólo esperaba que la pelirroja ésa no lanzase otro comentario sarcástico más, porque sino, iba a explotar.

-Pues que los que quedan, todos cuentan con alguien más para poder luchar a dúo, menos Natsumichan -mirando a la mencionada.

El percatarse de algo tan normal cómo cierto, hizo que Kazumi tuviera que callarse la boca y darle la razón. Entonces, todas las miradas se dirigieran a la rubia con aires de preocupación.

¡Era verdad!

Ella, a diferencia de todos los demás, no contaba con nadie para que pudiera ayudarla durante la batalla. Y tal como Satoshi había relatado, Unschuldmon pese a pertenecer al grupo de los débiles, le había dado bastante guerra a Elfmon y a Lilamon. Si Elfmon hubiese estado solo, no habrían conseguido ganar el tiempo que le había llevado a Aki reflexionar y que se decidiera ayudarles.

Para nada.

Si Natsumi y Piomon peleaban solas, el enemigo no les daría ni un segundo para poder defenderse. Justo cómo había pasado con Earmon y Tsukaimon. De no ser por la intervención de Elpidamon, ahora mismo, estarían llorando por su muerte. Y quizás, y seguramente, también la de los dos hermanos Ishida.

Al fijarse en la niña, todos vieron que se encontraba de espaldas a ellos y pasando del tema, como si no le importara nada. Yuuta preocupado por ella y por el tema que Satoshi había expuesto, se acercó hasta su hermana.

-Oye, Nat… -tocándole el hombro para que la mirara.

Pero cuando ella se había girado, tanto Yuuta como Aki se quedaron preocupados por la mirada tan fría que les había lanzado. Piomon que había estado más atenta a la conversación que al pasotismo de su compañera, no se había fijado en esa expresión hasta ahora.

-Nat, ¿qué te pasa? -preguntó su digimon tan preocupada que eso fue suficiente para el resto, para observarla con curiosidad.

-No me pasa nada.

-Entonces, ¿por qué tienes esa cara? -le preguntó Yuuta con una ceja arqueada.

-¡Es mi cara de siempre! ¡Déjame en paz! -espetó ella, cruzándose de brazos y volviendo a darle la espalda.

Definitivamente, algo extraño estaba pasando con ella. Aki, pese a que todavía se sentía cansado por el desgaste de energía, no impidió en que preguntara por ella y a asociarlo a que llevaba así desde hace tiempo.

-Pero hermana, reconoce que algo te pasa. Llevas así de rara, desde que le dijiste eso a…

-¡No estoy rara! ¡Siempre he sido así, cómo todo el mundo cree!

Aquellas palabras no pudieron ser más sospechosas y que todos se mirasen los unos a los otros.

Las tres niñas que habían sido testigos del "rechazo" que había habido entre Natsumi y Osamu, sólo pudieron mirarse a sí mismas, y a intuir que quizás no fuese tan sospechoso como se imaginaba. Era probable que Natsumi, de alguna manera, se había refugiado en esas palabras para aceptar el rechazo de Osamu, incluso como amigo. Pero en realidad, cómo se había visto forzada a rechazarlo, se habría obligado a repetirse eso constantemente, para no caer en el lamento y hacer que Takeshi o el harén de Natsumi golpeasen a Osamu por insensible.

Osamu que pensaba más o menos lo mismo, sintió como Dokunemon le lanzaba una mirada de advertencia, para que dijera algo y explicara y aclarara la situación. Pero el niño, lo desvió para no meterse en algo que ya habían dejado zanjado. Pero el peso de las tres niñas y sus digimon sobre él, fue más fuerte, donde estaban decididas a que si él no decía palabra, lo harían ellas.

Si ellas lo contaban, lo dejarían a él en evidencia, y ya no solo tendría al harén y al primo rubio nada encantador sobre él, sino que incluso tendría que someterse a la ira del mayor de los tres hermanos Ishida.

Resoplando, avanzó un paso para hablar y aclarar la situación, pero los dos hermanos Yagami y sus digimon se le habían adelantado.

-Déjala, Yuuta. No la sigas atosigando más, por favor -pedía Sanae con calma y comprensión hacia la niña.

-Tiene razón, si ella dice que está bien. Es porque está bien -manifestó Toji queriendo protegerla.

Reconocía que algo no andaba bien con ella desde que había defendido a Osamu, así como a resultarle demasiado familiares aquellas palabras. Sin embargo, pese a que estaba de acuerdo con Yuuta, no podía soportar ver cómo la molestaba una y otra vez.

-Pero… -protestaba Yuuta.

-Será mejor que vayas un poco más atrás que ella, para que puedas dejarla tranquila -y antes de que volviera a protestar sobre lo peligroso que era dejarla sola, Sanae añadió-. No te preocupes, nosotras la acompañaremos.

-Y nosotros, también, ¿verdad, Toji? -propuso Fireagumon

-No. Vosotros no -denegó Snowoagumon-. Vosotros mejor quedaos con Zabumon, Punimon y sus compañeros. Así de pasó, animáis a Aki y a Punimon que lo necesitan mucho -manifestaba con un guiño de complicidad hacia su amiga humana.

Antes, Sanae le había confiado su deber de hablar a solas con la Ishida para averiguar qué es lo que tenía la niña. Y aquella era la mejor oportunidad que se les presentaba.

Soltando un amargo suspiro, Toji aceptó no muy entusiasmado. A él le hubiera encantado estar con Natsumi y descubrir por sí mismo qué era lo que le ocurría. La conocía demasiado, para poder saber qué preguntas hacerle y que le confiara su problema. Sin embargo, no podía contradecir la lógica del comentario de Snowoagumon.

Con un rostro repleto de tristeza, Osamu había observado esa relación tan estrecha entre los Yagami y los Ishida. Se notaba que entre los dos mayores, su relación era más afianzada en comparación con la de Natsumi y Toji. Pero era por el tiempo que llevaban juntos, que se había estrechado tanto. Eso podría ocurrir lo mismo con los más jóvenes, dónde él sería llamado el tercero de la discordia. Además, contaba con varios puntos a favor del Yagami. Vivían, prácticamente juntos. Su hermano mayor confiaba tanto en Sanae como en su hermano pequeño y lo mismo se aplicaba en Sanae que parecía comportarse como una hermana mayor para Natsumi (Su propia hermana estaba a años luz de poder ser digna de confianza como la Yagami). Y los padres de ambos eran tan amigos que seguro que ya se estaban imaginando que serían familia por parte doble. Y para rematar el asunto, Aki se ponía de muy buen humor, cuando Toji estaba con él. Y no era de extrañar. Pues Toji le hacía reír con sus bromas y anécdotas.

Él, por su parte, tenía varios factores en contra. Había estado poseído por la oscuridad. Había hecho mucho daño a su hermana, destrozando así ese sentimiento fraternal que Natsumi tanto apreciaba. Y había provocado sufrimiento en el más pequeño del grupo, cuando había estado poseído por el lado oscuro.

Osamu seguía creyendo que la decisión que había tomado era la correcta, pero al parecer, su hermana, el resto de las chicas y hasta su digimon, no opinaban lo mismo. Solo hacía falta verles las caras de desaprobación que se les habían quedado, por no haber alegado nada para explicar lo sucedido y permitido que los Yagami se le adelantaran.

El grupo se puso enseguida en marcha, con lo que habían comentado. Los que ya habían combatido, quedarían atrás de todo, mientras que los que no, se encontrarían delante de ellos, incluidos Isaki y Takeshi junto a sus digimon que se habían mantenido en el medio, como medida preventiva.

Delante de todos ellos, se encontraban Sanae, Nat y sus digimon. Estaban lo suficientemente delante del resto, para poder hablar con calma y sin que nadie pudiera meter la oreja.

Detrás de todos, se encontraban, nuevamente, Momoko y Satoshi cargando a sus respectivos Tanemon. El hecho de encontrarse atrás, había sido por decisión propia, con la intención de hacer un examen de reflexión sobre sí mismos, y ver qué puntos poder corregir para no ser considerados unos marginados.

Justo delante de ellos, se encontraban los hermanos Motomiya y los Ichijouji junto a Misato y Cuarzomon. Al haber sido los que ya habían combatido, a Misato le apenaba no poder estar junto a su mejor amiga. Pero tampoco podía dejar sola a Minami con Daichi, que volvía a comerlo a preguntas.

En el otro lado, se encontraban unos deprimidos Musuko y Osamu.

Si Osamu se había quedado deprimido por la relación tan íntima que había entre los Ishida y los Yagami, Musuko se había quedado igual que él. Veidramon trataba de animarlo sin éxito. Eso fue indicio para Osamu para preguntarle por qué se encontraba también alicaído, y de paso, para que no descubriera que él se encontraba afectado por lo de Nat y Toji.

-Nada. No me pasa nada -contestaba con tanta tristeza, que así no convencía a nadie.

Pero Veidramon fue más bocazas y le contó como Musuko se le había declarado a Nat, y ésta le había dado calabazas.

-¡Veidramon! -dándole un capón.

El digimon empezó a lloriquear y se fue al lado de su hermano digimon para quejarse por la agresividad de su compañero.

Musuko, a sabiendas que Minami le regañaría, sólo por el hecho de que le encantaba molestarlo, avanzó unos cuantos pasos, empujando consigo al Ichijouji menor para que no le molestase.

-Así que te le declaraste -murmuraba Osamu asombrado, donde no podía evitar sentir empatía hacia él por encontrarse en la misma situación.

-Y tú también, ¿no? -le preguntó mirándole fijamente.

Aquello cogió por sorpresa al niño, que no se había dado cuenta de que un libro abierto como su hermana mayor. Pero Musuko le explicó para su tranquilidad.

-Me enteré hace poco, tras haber atado algunos cabos. Sobre todo, cuando antes andabais muy juntos y después, de golpe y porrazo, mantuvisteis las distancias. Pero viéndote deprimido, me hace pensar que te le declaraste y ella te rechazó, ¿no?

-Más o menos -aunque era más menos que más-. Es obvio que ella está destinada a Toji y que yo no tengo ninguna oportunidad.

-Ni tú ni nadie -reconoció con gran pesar cruzando los brazos tras su cabeza-. Por eso, me enfadaba tanto con Toji y lo provocaba. Esperaba poder ganar la atención de ella, y que se fijara en mí. Pero al final, el primer líder es siempre el más apto -proclamó con resignación. Luego, se acordó de algo importante que tenía pendiente en decirle-. Por cierto, todavía no me he disculpado contigo y dado las gracias.

-¿Por qué? -preguntaba Osamu sin saber porqué se las debía.

-Bueno… Me porté muy mal contigo cuando te acusé por haber estado poseído… Aunque eso fue por culpa de los celos que sentía hacia ti con lo de Natchan… -hablando rápido y nervioso-. Te acusé injustamente y te dije cosas horribles… Y aún así, durante mi combate contra Daichi, tú fuiste el único en apoyarme para que pudiera salvarle -mirando hacia atrás, donde su hermano, poco a poco iba abriéndose más con aquella niña que tan mal le caía, pero que apreciaba a su hermano como uno más-. Pero gracias a ti (y por mucho que me cueste decirlo, gracias también a tu hermana), pude salvar a mi hermano de la oscuridad. Y ahora, estamos emprendiendo juntos esta misión de rescate.

Osamu sonrió por el comentario alegatorio que Musuko había dicho sobre su hermana. Observando hacia atrás y fijándose en su hermana, sólo pudo explicar porqué su hermana se había volcado tanto con Daichi.

-Creo que ve en él, lo que ve en mí. Alguien de buen corazón, que solo necesita a alguien que lo comprenda. Puede que tengamos a nuestros digimon que son nuestros amigos incondicionales -mirando a Dokunemon que se encontraba sobre su hombro-. Pero los humanos somos tan codiciosos, que necesitamos el afecto de alguien más para sentirnos especiales. Mi hermana ha aprendido eso, cuando la acusé de haber robado todo la atención de nuestros padres. Y tras ver cómo Daichikun había pasado de sentirse celoso de ti, por haberle robado su familia, a un muchacho avergonzado por haber hecho cosas horribles, Minami se siente en la necesidad de hacerle saber que no está solo y que todo lo que ha hecho, está olvidado. Quizás Daichikun se sienta aliviado porque no le guardes rencores, pero seguro que no pensará lo mismo de los demás, y eso es algo que le aterraría. Lo sé, porque yo me sentí igual. Y mi hermana lo sabe. Por eso, para evitar eso, se encuentra pendiente de Daichikun.

-Pero, lo más normal entonces, es que la pesada de tu hermana, se centre en ti, que eres su hermano, que en mi hermano -preguntó Musuko con cierto recelo.

-Yo ahora estoy bien -proclamó él con una pequeña sonrisa-. Porque al menos pude contar por un corto periodo de tiempo, con su comprensión y apoyo -mirando a la rubia que estaba delante de todo.

Musuko no entendió muy bien sus palabras. Sin embargo, eso no impidió para que añadiera con el ánimo levantado.

-¡No te amargues, hombre que somos compañeros de penas! -le dijo Musuko colgándose de él- ¡Además, como eres un buen tío y que me ayudó a salvar a mi hermano, a partir de ahora, te llamaré Osamu en vez de Ichijouji! -dando entender que ahora eran más amigos que compañeros, y que podría contar con él para lo que fuera.

La buena amistad que empezaba a surgir entre ambos niños, no gustó nada a Minami. Desentendiendo a Daichi, se interpuso entre su hermano y Musuko para que no el Motomiya no le contagiara a su hermano su estupidez. Penguinmon le pidió que no fuese maleducada, mientras que Veidramon le daba la razón a la niña, dando así una doble discusión amena y divertida.

Momoko que había estado pensativa consigo misma, había empezado a reírse de la divertida escena infantil que tenía delante, donde Osamu trataba de tranquilizar a ambos bandos. Mientras que Satoshi, había estado con el oído bien puesto sobre la conversación entre Osamu y Musuko. Saber que ellos ya se habían declarado a la chica que le gustaba, y haberse enterado por su hermana, que se había declarado a Yuuta, hacía que él se sintiera también en la necesidad de hacerlo.

Visto lo visto, sabía que sería rechazado. No se podía competir contra el Yagami. Pero al menos, quería liberar sus sentimientos como su hermana mayor.

.

Mientras todo eso iba sucediendo atrás, delante de todo…

-¿Vas a decirme a mí lo que te pasa? -le preguntó Sanae con suavidad, abriendo la conversación.

-¿Es que tú también andas con la misma historia de que me pasa algo como mi hermano? -contestando molesta de que hasta ella quisiera indagar sobre su estado.

Piomon quiso intervenir y aludir que todos tenían razón y que le pasaba algo extraño, pero Sanae se lo impidió para preguntar.

-Bueno, te conozco desde que eras un bebé. Y siempre fuiste una niña muy buena que se preocupaba por todos.

-Eso es mentira -proclamó ella con voz neutra y con sus ojos ocultos por su flequillo rebelde-. Yo no soy ni buena ni me preocupo por los demás. Eso solo son apariencias. En el fondo soy como la gente piensa de mí.

-¿De qué hablas? Natchan, no sé quién te habrá dicho eso, pero sabes muy bien que eso no es verdad.

-Si fuera cómo tú dices que soy, entonces no me habría olvidado de mamá -confesando con voz más neutra.

Sanae cada vez entendía menos, incluso Snowoagumon que observaba a su compañera humana para luego a la digimon roja, como si buscase respuestas en ésta última. Ver cómo Piomon se había quedado callada de repente, era sinónimo de que algo terrible había debido pasar con Sora.

-Pero lo hice. Me olvidé por completo de ella -hablaba Nat con voz amarga-. Lo peor de todo, es que me olvidé de la situación tan terrible en la que debería estar pasando.

-¿De qué estás hablando? ¿Qué le ha pasado a Sorasan? -preguntó con cierta angustia.

-Durante el combate entre Osa… … …los Ichijouji, Oroguram dijo que mamá iría a ser usada en sacrificio -aquello dejó boquiabierta a Sanae y a Snowoagumon. Ambas se habían detenido de golpe, pero Nat continuaba caminando y explicando la situación, por lo que tuvieron que apresurar el paso para ir tras ella y seguir escuchando porque algo no cuadraba. Si algo tan terrible iba a suceder, ¿cómo es que sus primos y los demás, estaban tan tranquilos?-. Tras el combate de los Ichijouji, fue cuando me olvidé por completo de ella hasta que apareció Elpidamon. Un simple comentario sobre mi madre fue lo que hizo que me acordara de las palabras de Ororguram. Afortunadamente, Elpidamon nos dijo que todos se encontraban bien. Incluso mi madre y Piyomon. También dijo que no temiera nada, porque había colocado una barrera para protegerles -Nat frunció la nariz molesta-. Fueron muchas horas las que hizo que me olvidara del peligro que corría mamá. Y de no ser por un comentario casual, seguiría sin recordarla. ¿Crees que eso lo hace una niña buena que se preocupa por los demás? -mirándola con una sonrisa amarga.

-Pero… Es que eso… -mirando a Piomon, como si quisiera saber cómo es posible que pudieran olvidarse de algo tan importante. Pero la digimon estaba tan deprimida que no se sentía capaz de darle una respuesta coherente.

La niña quedó silenciosa por unos momentos, y apuró el paso, pidiéndole a Sanae que la dejara sola. Aquella charla la había afectado bastante, para no querer escuchar el consuelo de nadie. Piomon tuvo que apurar sus patitas, pero incluso su compañía fue denegada para tristeza de la digimon.

-¿Qué pasa? -había preguntado Yuuta a Sanae cuando la había visto bastante apartada de su hermana- ¿Te ha dicho lo que le pasa?

-Bueno… -contestó ella sin estar muy segura de si contárselo o no.

-Piomon, ¿qué haces lejos de ella? No deberías hacerlo en esta situación -le amonestó Zabumon de la imprudencia cometida.

-Es que no quiere mi compañía -declaró con tanta pena, que hizo que preocupara en extremo a Yuuta y a Aki, así como a sus respectivos compañeros digimon.

-Esa niña… -chasqueando Yuuta la lengua, y queriendo ir detrás de ella para no dejarla sola. Pero Toji se lo impidió, aludiendo que lo mejor es que no fuera. Tal cómo se encontraba, no sería lo adecuado y le pidió que se lo dejara en sus manos.

Antes de que el niño Yagami pudiera acercarse, alguien más se le había adelantado para situarse al lado de la rubia. Ni más ni menos que el niño que todavía no se podía fiar: Satoshi.

Mientras, Nat seguía caminando, con la culpa reconcomiéndola.

Se había olvidado de su madre.

¿Cómo había podido hacerlo?

Era algo imperdonable.

En esos momentos, se sentía con el gran deseo de desaparecer para siempre o morir en su prueba para poder expiar aquel terrible pecado.

¿Acaso no se suponía que amaba a su madre?

Olvidarse de que había estado en un grave peligro, significaba que no tenía ningún afecto ni por ella ni por nadie.

.

Eso es.

No tienes afecto.

¿Para qué amar entonces si nadie te conoce realmente?

Para eso, lo mejor es no brindarles tu amor a nadie.

Tienes que dejarles.

Rechazarles.

Olvidarte de ellos.

Olvidarte de todos a los que quieres y amas.

.

Nat sólo caminaba con esa vocecita interna metida dentro de su cabeza. Apenas atendía a lo que había a su alrededor, como era el caso de la presencia inesperada de Satoshi que se había situado a su lado.

Las palabras que le decía el niño sonaban como ecos muy lejanos. Dentro de ella, sólo existía esa culpa de haberse olvidado y a guiarse por las palabras de dejar, rechazar, olvidar.

¿Olvidar?

¡Es verdad!

¡Se había olvidado!

Se había olvidado de…

¿De qué?

Se había preguntado después confusa.

¿De qué se había olvidado?

Ya no lo recordaba.

Sin embargo, eso hacía que dejase de sentirse intranquila.

Ya podía respirar en paz.

Poder seguir adelante sin pensar en nada ni en nadie.

Sin embargo, en medio de ese lejano eco, pudo escuchar clara y nítidamente.

-…porque me gustas y…

El resto se desvaneció como el viento. Sin embargo, esas palabras que tanto habían hecho mella dentro de su corazón, ahora la mortificaban, así como la respuesta que había recibido y a recordarlo como una cantinela para rechazar los sentimientos de los demás.

-¿Cómo puedes decir que te gusto? Tú no me conoces y yo apenas te conozco.

Un rechazo en toda regla para Satoshi, que ya se lo esperaba. Pero no se esperaba que actuase tan fríamente, como si no le diera importancia. Toji, que con mucha cautela se había ido acercando, para poder escuchar su conversación, se había quedado de piedra por esa respuesta. Esas palabras eran casi las mismas que él mismo le había dicho al Ichijouji antes de que le tocara pelear, pero lo que más le sorprendía era el tono casi provisto de sentimientos.

A pasos agigantados y apartando a Satoshi a un lado, se colocó frente a ella y a cogerla por los hombros para averiguar qué le pasaba. No era muy normal que actuase así, aún incluso con el pijo de Satoshi. Pero que sonara de esa manera, era lo más extraño de todo.

Antes de que su acto atrajese la atención de los demás, el grito de terror por parte de Momoko fue más prioritario. Cuando se giraron para saber lo que había ocurrido, se encontraron con que Minami y Musuko se habían dado un señor porrazo. Sus respectivos hermanos y digimon se habían situado a su alrededor para preguntar qué tal estaban. Sin embargo, lo que había causado el grito desesperado de Momoko había sido la presencia del enigmático cubo donde en esta ocasión, tenía en su interior a Sei, Shin, Bolamon y Kawamon.

Momoko empezó a gritar el nombre de su hermano mayor alterada, a lo que Sei trató de calmarla. Se aseguró que no hubiese problemas de insonorización como la vez pasada. Parecía que no. Los más expertos en el tema, aseguraron que esta vez se trataba del cubo que tanto conocían. Lo raro, es que no hubiera nada especial añadido, como ser encerrados en cápsulas u oscuridad que mortificasen a Isaki y a Aki.

Todo parecía tan normal como en la primera prueba, que los más pequeños no podían evitar pensar que o había gato encerrado o que el oponente no estaba dentro del grupo de los débiles.

Shin se había apegado tanto a su hermano, llorando de miedo y de desesperación. Sei trató de calmarlo, asegurando de que él estaba allí, y que no tendría nada que temer. Justo en ese instante, la figura de Oroguram apareció de inmediato y más emocionada que nunca.

-Bienvenidos, bienvenidos -clamó ella-. ¡Aquí vuestra querida Oroguram presentando la quinta prueba de los humanos y sus digimon!

Y detrás de ella, aparecieron esas manos enguantadas aplaudiendo y llenándose de vitoreos de la emoción. Unas manos que a Shin le producía grima y a pensar cosas fantasmales sobre esas manos.

-Tranquilízate, Shin -le dijo Sei con sus ojos miel puestos en Oroguram-. No pienso dejar que te pase nada -apegándolo a él, demostrándole que podía confiar plenamente en él. Mientras Oroguram, hacía las presentaciones formales, Sei se ajustó las gafas analizando la situación y recordando todo lo que le habían dicho sobre las pruebas anteriores. Entonces, le indicó a su hermano pequeño-. Haz que Kawamon digievolucione al nivel kazentai. ¿Puedes hacerlo, verdad?

-Ah… Ssí… ¡Kawamon, adelante!

-¡Déjamelo a mí! -dijo el digimon confiado y dispuesto a todo.

Kawamon digievolucionó a Dugongomon, e inmediatamente después, digievolucionó a Ondinemon.

-¡Bien! ¡Vamos allá, Bolamon! -le dijo Sei a su digimon para que se colocara al lado de Ondinemon para pelear.

Puede que su digimon estuviera en inferioridad, pero confiaba en que pudiera digievolucionar a tiempo.

-¡Ohhh! ¡Qué impacientes! -objetó Oroguram, que viendo como los oponentes la ignoraban, se había callado para hablar directamente con ellos-. ¡Y qué descarados! ¡Mira que interrumpir a una dama! ¡Aunque eso es lo que me gusta en los chicos! -añadió burlona

-Siento si no puedo decir lo mismo de usted -objetó Sei con demasiada calma-. Lo que sí puedo decir es que es demasiado arrogante -y cerrando los ojos con una sonrisa de niño bueno, confesó- ¡Y a mí no me gusta eso en las mujeres! ¡Si me gustasen, ya habría intentado conquistar a la Gran Dama que es mucho más atractiva y mejor que usted!

Aquello confundió a la mayoría, así como a Oroguram. Sin embargo, sus palabras la hicieron reír.

-¡Eres un chico muy divertido! Me gustaría ver si seguirás con esa calma cuando aparezca tu oponente -en el mirador dónde se encontraban los emblemas, se visualizó el emblema de la sinceridad en el lado dónde estaban Shin, Sei y sus digimon, mientras que en el otro, una especie de montaña rocosa y puntiaguda- ¡Adelante, Aufrichtigmon! ¡Es tu turno!

Un portal se abrió en esos momentos. Los dos digimon se prepararon para recibirlo. Los de fuera se encontraban expectantes en saber qué clase de digimon sería. Incluso Kazumi, tenía preparado el dispositivo para analizarlo. Sabía que era inútil, pero tenía que identificar al digimon en algún momento.

La tensión aumentó cuando nadie seguía sin presentarse, tras cinco minutos.

Tras diez minutos desde su presentación, Minami no pudo seguir quedándose callada y a preguntar fuera de sí qué pasaba y porqué el digimon tardaba tanto.

Pero, misteriosamente, Oroguram se había quedado callada. Incluso había adoptado una postura tranquila, al cruzarse de pies y de brazos en el aire con los ojos cerrados, en pose meditabunda.

La irritación creció en todos cuando después de media hora todavía no había aparecido nadie.

-¡¿Qué pasa?! ¡¿Qué pasa?! -preguntaba Shin.

El que pasara tanto tiempo con ese portal abierto sin que nadie apareciera, hacía crecer la ansiedad tanto en los de dentro como en los de fuera.

Ni que mencionar que tras una hora, el oponente seguía sin aparecer, donde Sei llegó a perder la calma, y a preguntar a Oroguram, qué si se estaban burlando de ellos.

-Lo que pasa es que vuestro adversario es muy lento, pero te aseguro que está en camino -contestó ella sin abandonar su pose.

Pero cuando pasan dos, tres, cuatro, cinco y seis horas, la paciencia de Oroguram acabase explotando para gritar al interior del portal.

Sabía que Aufrichtigmon era lento, pero aquello ya era exagerado. Y ni ella podía tolerarlo.

-¡Maldito, holgazán! ¡Aufrichtigmon! ¡¿Quieres presentarte de una vez?!

Pero ni siquiera los gritos de Oroguram sirvieran para que el tal Aufrichtigmon apareciese.

-Creo que ha debido pudrirse por el camino -bromeó Musuko.

-¡Oye! ¡Hemos estado esperando por horas y horas y tenemos hambre! -proclamó Satoshi que haba regresado al lado de su hermana- ¿Qué tal si damos este combate finalizado por abandono y declaramos ganadores a mis hermanos? ¡Así todos felices! -preguntó provocador.

Algo que Fireagumon e incluso Snowoagumon estuvieron en completo acuerdo. Al ser ambos de la especie de Agumon, tenía la mala costumbre de su padre, es ser unos glotones sin remedio, y a no poder aguantar tanto tiempo sin comer. Y quedó demostrado, cuando sus tripas habían resonado sonoramente. Snowoagumon había sentido vergüenza en comparación de Fireagumon que había protestado en tener hambre. Incluso Aki tenía hambre, pero no podían ponerse a comer tan panchos en una situación como aquella.

La idea original de Satoshi era evitar que Sei luchase. A Shin todavía lo seguía viendo poco confiable, para poder estar de parte suya. Pero en cambio, Sei… El hecho de que se preocupara de verdad por él, hacía que empezara a apreciarle como a Momoko. Además, como el digimon de Sei no estaba tan avanzado, eso suponía un desventaja para el mayor.

-Tiene razón. ¡Está claro que ese digimon, como se llame, no se va a presentar! -rugió la Tanemon de Momoko.

Oroguram viendo cómo incluso tras sus gritos, Aufrichtigmon no había tenido la osadía de presentarse, no le quedó más remedio que invocarlo. Malhumorada, hizo un chasquido con los dedos y allí apareció un monstruo gigantesco del tamaño de una montaña.

Era un enorme digimon de gran envergadura que les recordaba a un oso polar, pero recubierto por completo de hielo. Lo que asombraba no era sólo su tamaño, que podía competir contra Whamon en el digimon más grande de todos los digimon, sino en lo que ese digimon hacía y que justificaba su retraso. Aquel digimon de nombre extraño se encontraba durmiendo profundamente, como los osos cuando invernan.

La situación no podía ser más cómica, así cómo la rabia que sentía Oroguram de ver a Aufrichtigmon durmiendo como si pasara de la misión que le habían encomendado.

-¡Aufrichtigmon! ¡Despierta de una vez, pedazo de holgazán! -el grito de Oroguram, logró despertarlo.

Aufrichtigmon con ojos somnolientos y con una gran pereza, le preguntó a Oroguram qué pasaba. Ésta, fuera de sí, le acusó de haberse retrasado y quedado dormido cuando tenía que cumplir una misión muy importante.

-¡Ah, sí! ¡Es verdad! -contestaba Aufrichtigmon entre bostezos y poco entusiasmo-. Es que de camino me entró el sueño. Cómo antes de harté de mucho pescadito -sobándose el estómago, como si aún pudiera saborearlos-, pues empecé a sentirme pesado. Así que me paré para descansar. Pero me entró la somnolencia y por eso, me quedé dormido -acabando con un gran y sonoro bostezo, dónde iba a volverse a quedar dormido, pero las palabras de Oroguram le hicieron cambiar de idea.

-Pues si tanto te gusta el pescado, que sepas que delante tuya tienes uno bien grande y que puedes comértelo sin problemas -dijo Oroguram con malicia señalando a Ondinemon.

En ese momento, Shin y Ondinemon sintieron el verdadero terror. Aufrichtigmon podía cogerla fácilmente entre sus grandes zarpas y llevársela a la boca y comérsela de un boca como en esa serie que habían visto hace años, donde titanes se comían a humanos vivos cómo si fueran manzanas o peras.

-¡Peescaaadoo! -murmuró Aufrichtigmon salivando al ver a Ondinemon.

Aufrichtigmon al levantarse, provocó un leve movimiento de tierra que sacudió a los de dentro y a los de fuera.

Ondinemon sintió más pavor cuando la observaba como si fuera el mejor de los manjares que existieran. Pero Bolamon se interpuso delante para impedir que la cogiera, aunque fuera inútil. El gran digimon con la baba recorriendo por la boca, dio un paso que volvió a sacudir a todos. Y ahí quedó.

El digimon quedó inexpresivo por alguna razón, y poco después, se sentó de golpe haciendo que todos se cayeran y proclamó.

-¡Estoy cansado!

Oroguram se puso histérica y a gritarle cómo era posible que estuviera cansado si sólo había dado un paso.

-Es que al ser el más débil de todos, papá me aprovisionó con mi verdadero poder, y eso hizo que tuviera que cargar con todo este tonelaje de peso -volviendo a soltar bostezos. Sin embargo, al digimon le apenaba quedarse sin su pescado con el hambre que tenía- ¡Pescadito! ¡Ven! ¡Ven! -llamándolo como un humano cuando llama a su mascota.

Aunque todos estaban alucinados por la personalidad casi infantil de aquel digimon, el hecho de que dijera "papá" fue motivo de principal atención.

-¡DEJA DE SER UN HOLGAZÁN, PEDAZO DE SEBO Y HAZ TU TRABAJO! -nunca habían visto a Oroguram tan ofuscada.

Saliendo del estupor que Sei sentía por el rival que les había tocado, habló con su hermano y los digimon para que aprovechasen la oportunidad para atacarlo. El digimon estaba con la guardia baja y era algo que no debían desperdiciar.

Ondinemon no dudó en hacerlo. Ni loca iba a convertirse en comida de digimon. Además, se sentía insultada por haberla confundido con un pez, cuando lo único que tenía de especie marina eran las aletas con forma de pez en vez de orejas y el caracol adornando sobre su cabeza.

Juntando las manos a modo de rezo, de los labios de la digimon sonó una hermosa y dulce melodía. Su ataque "Oda del mar" provocaba un dolor de cabeza en sus oponentes, que les impedía poder concentrarse para seguir atacando. Sin embargo, en esta ocasión no funcionó contra Aufrichtigmon. De hecho, de forma tranquila y despreocupada dijo.

-Qué nana más bonita. Perfecta para dormir. Con razón tengo sueño -bostezando nuevamente.

-¡Pero si siempre andas durmiendo! -se quejó Oroguram donde representaba a la perfección la pereza.

-Pero es que estoy… cansado… -echándose en el suelo, y acomodándose, añadió-. Buenas… noooches… -y volvió a quedarse profundamente dormido.

-¡No me lo puedo creer! ¡Se ha dormido, de verdad! -pronunció Shin al escuchar sus ruidosos ronquidos.

-¡Es perfecto! -contrario a él, Sei parecía bastante esperanzado-. Que Ondinemon siga cantando, que podemos aprovechar su pereza para hacer que Bolamon digievolucione.

-Pero, ¿cómo va a hacerlo? ¡No es fácil que un digimon digievolucione! -le recordó Shin con desesperación. La inteligencia nunca había sido su fuerte, a pesar de que tenía aspecto de sabelotodo. Por lo que no podía darle pautas para ayudar a que el digimon de su hermano.

Sei pidió consejo a las hermanas Izumi. La propia Izumi no supo qué respuesta darle, pero Kazumi se encargó de realizar alguna investigación sobre Bolamon, para descubrir si podría haber alguna opción alterna que pudiera provocar la digievolución, sin ser la típica de tener que estar el humano en peligro.

-No hace falta que busques -pidió Bolamon adelantándose hasta situarse frente a Aufrichtigmon-. Si me expongo al peligro, eso hará que Sei se inquiete y la digievolución vendrá sola.

-¡Pero eso sería una digievolución forzada! -le recordó Shin que siempre actuaba según la lógica.

-No hay problema -decretó Kazumi, que había hecho oídos sordos a la petición de Bolamon. Tenía una amplia sonrisa en la cara cómo si hubiera hecho el gran descubrimiento del mundo.

Mientras dentro, Shin intentaba razonar con Bolamon para que no lo hiciera. Incluso le pidió a Sei que tratara de razonar con su digimon para que lo detuviera. Pero Sei, no decía nada. Para sorpresa de Shin, Sei se fue caminando hasta su digimon. Bolamon estaba a menos de un metro de distancia del gran Aufrichtigmon. Observaba a Sei dirigirse hacia él con pose calmada y seria.

-Aunque me lo digas tú, no pienso cambiar de opinión -le dijo dándole la espalda, cuando se detuvo a su lado.

-Y no pienso detenerte -le dijo para sorpresa de Shin y de varios de los que estaban fuera.

-¡Hermano! ¡¿Qué dices?! -gritaba Momoko sin comprender bien. Su hermano mayor siempre fue alguien de buen juicio, que le disgustaba hacer las cosas mal. En aquella situación, sabía perfectamente que una digievolución forzada sólo podía desencadenar una digievolución incorrecta y capaz de perjudicarle.

-Sin embargo, no voy a dejar que ataques tú solo a esta gran mole de grasa -agachándose, estiró su mano-. Lo haremos juntos.

-Pero…

-Aunque me lo digas tú, no pienso cambiar de opinión -repitiendo las mismas palabras que él le había dicho con una gran sonrisa.

Bolamon sonrió. Por dentro se sentía conmovido de que no solo lo apoyara, sino de que además, él también se jugase la vida para poder provocar su digievolución. Levantando su pata, la acercó hasta la de Sei para poder estrecharse las manos en un bonito gesto de amistad. Pero cuando sus manos habían hecho contacto, una extraña luz emergió de ellos y Bolamon brilló.

-¡Esa es…! -empezó Earmon sin poder dar crédito a lo que veía.

-¡La luz de la digievolución! -proclamó Aki alegre de que la digievolución entre ambos sucediera sin la necesidad de que nadie estuviera en peligro, sino con la confianza mutua de compañero humano y compañero digimon.

Bolamon digievolucionó al nivel seijukuki, convirtiéndose en un gracioso digimon acuático similar a un delfín. Pero ahí no terminó la digievolución. Sorprendentemente, la luz siguió brillando en el dispositivo de Sei. Los emblemas de su dispositivo giraron, hasta que el emblema de la sinceridad brilló con mucha intensidad. Y aquel gracioso pez azulado digievolucionó al nivel kazentai, convirtiéndose en una digimon de tipo sirena pero con apariencia de pirata de mar femenina con una enorme ancla dorada como arma.

Los que estaban fuera, no entendían nada de nada.

El digimon de Sei, no solo había digievolucionado, sino que además, prácticamente, se había saltado una digievolución.

¿Cómo era eso posible?

Kazumi procedió a explicar que el entrenamiento registrado en Bolamon era suficiente para que su digimon digievolucionara al siguiente nivel de forma natural.

-¡Pero estamos hablando del nivel kazentai! -clamaba Minami- ¡Se necesita el poder del emblema para…!

-Pero entre Sei y Bolamon existe una gran confianza el uno con el otro -fue Yuuta el que hablaba con voz neutra-. Bolamon no necesitaba de demostraciones por parte de Sei para poder digievolucionar.

-De hecho, esa confianza mutua cuando se estrecharon la mano, fue suficiente para provocar la digievolución al nivel kazentai -continuaba Zabumon que también había entendido el porqué su camarada digimon había alcanzado el nivel kazentai tan fácilmente.

Tentoytomon fascinada, sintió mucha curiosidad y le pidió a Izumi saber los datos del nuevo digimon de Sei. Estaba tan intrigada en saberlo, que le sorprendía que Kazumi no lo hubiera hecho ya.

La pelirroja estrenando por primera vez su dispositivo en ese mundo, pudo ver tanto la anterior digievolución cómo la nueva.

"Rukamon. Digimon de nivel seijukuki de atributo vacuna y de tipo mamífero. Este digimon puede nadar en grandes superficies a una tremenda velocidad. Su ataque más poderoso es "Shaking Pulse" con el que dispara una poderosa onda de sonido desde su boca"

"Mermaimon. Digimon de nivel kazentai de atributo datos y de tipo bestia acuática. Esta hermosa digimon es una mezcla entre sirena y pirata del mar. Suele nadar en aguas frías y profundas. Con su poderoso ataque, "Northern Cross Bomber" gira su ancla dorada de manera turbulenta para pulverizar a sus enemigos."

-Ondinemon, no dejes de cantar -le ordenó Mermaimon. A diferencia de sus etapas anteriores, Mermaimon lucía bastante confiada.

Con su ancla creó un océano alrededor del gran digimon, provocando grandes olas que alcanzaron las fosas nasales de Aufrichtigmon, haciéndole despertar.

Aufrichtigmon, viendo agua de mar a su alrededor, lo primero que sintió fue miedo por esas grandes tempestades. Tempestades que Mermaimon aumentó para lanzar turbulencias contra Aufrichtigmon.

Aquel ataque no le hizo nada al digimon, pero Mermaimon insistió una y otra vez, hasta que para sorpresa de todos, aquel digimon empezó a lloriquear como si fuera un niño pequeño.

-¡Parad! ¡Parad, por favor! ¡No sigáis! ¡Dejadme dormir! ¡Por favor, no quiero luchar! ¡Sólo dormir!

-¡Deja de llorar como un corderito degollado! ¡Y lucha! -le exigió Oroguram.

-¡No quiero! ¡No quiero luchar! ¡No me gusta! ¡Sólo quiero dormir! ¡¿Por qué no puedo dormir?! ¡¿Por qué me atacan si yo no he hecho nada?!

Era verdad.

Aufrichtigmon no había iniciado el ataque en ningún momento.

Desde el principio, y guiado por el perjuicio, habían sido ellos los que habían empezado el ataque.

Oroguram siguió alentándolo a que peleara, pero Aufrichtigmon seguía negándose y a implorar entre lágrimas que le dejasen dormir.

El llanto incesable de Aufrichtigmon y cómo Oroguram no paraba de forzarlo hizo que conmovieran el corazón de Sei y a sentir pena por él. Detuvo a Mermaimon para que no siguiera atacándole. La digimon le obedeció pero sin entender la razón. De hecho, incluso sus hermanos pequeños tampoco daban crédito a que no continuara atacándolo.

-Si Aufrichtigmon no quiere pelear, no hay motivo para que nosotros lo hagamos.

-¡Sei! ¡¿Qué estás diciendo?! -preguntaba Yuuta sin comprender qué mosca le había picado.

-Vamos, Yuukun, reconoce que este digimon, aunque sea nuestro rival, tampoco tiene malas intenciones como Unschuldmon o como los que os enfrentasteis antes. Es un ingenuo digimon que le gusta dormir.

-¡Pero puede ser algún tipo de trampa para cogeros con la guardia baja! -objetó Musuko con desconfianza.

-No lo creo -dijo Sei confiado y mirando a Aufrichtigmon, el cual lo miraba sorprendido-. ¿Verdad que no nos harás nada si te dejamos dormir?

-Si me dejáis dormir, no os haré nada -prometió el digimon que parecía tener la personalidad de un niño pequeño.

-Pues solucionado -dijo Sei con el asunto ya resuelto.

Sin embargo, Shin no estaba de acuerdo con ese punto. Su hermano se estaba pasando de benévolo. Primero con sus hermanos que le habían humillado, y Sei había acabado perdonándolos como si nada. Y ahora aquel digimon, con el que si no lo derrotaban, no podrían pasar a la siguiente prueba, también lo había perdonado.

-¡No puedes perdonarle, así como así, hermano! ¡No es lo correcto! ¡Es nuestro enemigo!

-Eres tú el que piensa de manera incorrecta, Shin -le corrigió el mayor-. ¿Sólo por ser mi enemigo que tengo que derrotarlo? ¿Nunca has escuchado el dicho, hoy tu enemigo, mañana tu aliado?

-Pero eso nunca se aplica en la práctica.

-Nuevamente estás equivocado. Piénsalo bien. ¿Qué consigues siguiendo la lógica de lo que es malo será siempre malo, y lo que es bueno será siempre bueno? Siguiendo esa lógica, nunca podrías salvar a los que lo necesiten. Tú crees que porque una persona ya va por el mal camino, no tiene el arreglo para que pueda enmendar sus errores. Si todos pensásemos así, estaríamos en un mundo dictatorial donde hasta la venganza sería acusado de malvado. Shin, ¿acaso no has actuado con mala voluntad cuando hiciste aquel comentario que perjudicaba a tus hermanos? ¿Acaso no te hace eso una mala persona? Y entonces, siguiendo la lógica de antes, estarías considerado a no tener arreglo y ser el paria del mundo. ¿Te das cuenta que lo estás catalogando todo como blanco y negro, sin ver que puede existir variedad de colores?

El discurso sincero de su hermano dejó a Shin avergonzado, sin poder rebatirlo. Él tenía razón. No había perdonado a sus hermanos porque eran malos. No había querido perdonar a Aufrichtigmon porque también era malo. Pero acaso, ¿él no era peor que ellos, al haber hecho aquel comentario hacia sus hermanos con segundas intenciones?

Seiichirou no pretendía regañar a su hermano y que perdonase a los que le habían hecho daño, sino que entendiera que a veces, las malas acciones de las personas y los digimon podrían corregirse y convertirlos en buenas personas. Un sentimiento que el chico, sin darse cuenta, había heredado de su madre.

Girándose de nuevo hacia Aufrichtigmon, le dijo.

-Entonces, ¿qué dices, Aufrichtigmon? Nosotros no te atacamos y podrás dormir todo lo que quieres. Pero para poder hacer, tienes que decir que te rindes.

-¡Vale! ¡Muchísimas gracias, de verdad!

Sei sonrió con sinceridad por el carácter de aquel digimon.

Sin embargo, de repente los cielos empezaron a nublarse y dieron la voz de alarma de truenos y tormentas. En uno de los tantos rayos, los ojos de Oroguram pasaron a ser rojos como la sangre. Un aspecto tétrico que por alguna razón, hizo temblar a Aufrichtigmon.

-¡Maldito, traidor!

La voz resonaba por todo el cielo. Esa voz femenina tan temida por Daichi que le provocaría pesadillas por el resto de su vida. Asustado, se había aferrado a su hermano, cómo si quisiera tomar represalias también sobre él.

-¡¿Así es cómo agradeces a los seres que te crearon?!

-¡Perdóname, mamá! ¡Por favor! ¡Por favor, mamá! ¡No me castigues!

Esa alusión de mamá refiriéndose a la voz femenina, fue motivo para que Kazumi e incluso Isaki atasen ciertos cabos sobre que el enemigo debía de tratarse de una pareja. La misma que habían procreado a Dunkelmon y a los demás.

Pero no era momento para pensar, sino para ver horrorizados cómo uno de los truenos había caído sobre Aufrichtigmon, haciéndolo gritar de dolor. Mermaimon había apartado a su compañero humano para que el impacto del trueno no le afectara, mientras que Sei gritaba el nombre de Aufrichtigmon alarmado.

Asombrados, se habían quedado al ver cómo Aufrichtigmon gritaba con todo lo que sus pulmones le daban e iba creciendo más y más de tamaño, hasta convertirse en un digimon oscuro y aterrador. Sus ojos risueños, habían pasado a ser maléficos y rojos como la sangre. Había perdido toda capacidad para racionar. Rugía y sólo buscaba la destrucción. El digimon ya no era un oso perezoso con su obsesión para dormir, sino que con sus piernas buscaba la manera de aplastar a sus enemigos. Antes de que eso sucediera, Ondinemon había cogido a Shin para situarse al lado de Meramimon y evitar que los pisotearan con sus grandes patas.

Por primera vez, Sei se encontraba desesperado. Llamaba a Aufrichtigmon como si aún esperase que su grito pudiera hacerle reaccionar. Pero daba igual las veces que llamase que Aufrichtigmon ahora solo respondía con furiosos ataques físicos.

La desesperación apareció en los que estaban fuera, dónde no veían posibilidad de derrotar a aquel gigantesco digimon.

Sólo la digievolución kyuukyokutai podría lograrlo. Pero todos sabían que esa digievolución no era tan fácil de conseguir, a no ser que Aki brillara.

Pero aunque fuera un deseo común, ninguno se lo pedía. Sabían que Yuuta no lo permitiría. Por lo que, como la otra vez, tendría que salir como iniciativa del propio niño.

Aki ya había empezado a pensar sobre hacerlo. Pero si lo hacía, su digimon volvería a ser un digihuevo. Y si eso sucediera…

¿Y si en la siguiente prueba les tocaba a su hermano y a él?

Satoshi ya lo había dicho.

Un solo digimon en el nivel kazentai sería picadillo nada más comenzar. Y Zabumon ni siquiera había llegado al nivel seijukuki.

Pero si no hacía algo ahora, Sei, Shin y sus digimon perderían.

Mermaimon y Ondinemon se las estaban arreglando por el momento para escapar de las garras de Aufrichtigmon. El gran tonelaje del digimon hacía que sus ataques fuesen lentos, pero eso no significaba que pudieran dañarlas si les daban. Además, cargaban a sus compañeros humanos, por lo que tampoco podían atacarle.

Desesperados y sin saber qué hacer, en medio de aquellas nubes, un haz de luz solar apareció y que cayó sobre las dos digimon. Un brillo descomunal sucedió después y que cegó también a Aufrichtigmon.

Cuando ésta cesó, los de fuera pudieron ver cómo Sei y Shin se encontraban encerrados y protegidos por una gran burbuja de agua con la posibilidad de poder respirar, y delante de ellos, se encontraban dos nuevos digimon.

Mermaimon y Ondinemon habían digievolucionado.

En lugar de Mermaimon, ahora se encontraba un gracioso y pequeño digimon marino de color rosa con un corazón en el pecho. Y en el lado de Ondinemon, se encontraba una sirena más atractiva que Mermaimon. Tenía la piel de color turquesa, con algunos detalles verdes. Su cola era de un turquesa oscuro cómo su cabello liso que parecían hilos finos.

Recibían los nombres de Marineangemon y Nereidamon, los digimon de Sei y Shin respectivamente.

Aufrichtigmon viéndolos, se puso más violento. Con su garra, atacó sin piedad a los dos digimon y a la burbuja dónde Sei y Shin estaban. Pero sorprendentemente, Nereidamon pudo detenerlo con una sola mano.

Aquel gran digimon con su pesado tonelaje y su furioso ataque, había sido detenido con una pequeña mano de aquella digimon. Algo que dejaba boquiabierto a más de uno.

-Sei -empezó Marineangemon delante de él con ojos tristes-, sé que querías que Aufrichtigmon fuera nuestro aliado y protegerlo. Pero no podemos purificarlo, porque han destruido su alma benévola.

-Pobrecito. Lo han destruido para convertirlo en un monstruo horrible -dijo Nereidamon con pena compadeciéndose.

-Lo siento, Sei. Pero tenemos que destruirlo -declaraba el digimon sin esperar a que su compañero humano lo detuviera.

Ver cómo Aufrichtigmon los volvía de nuevo a atacar sin contemplaciones, dónde de no ser por la burbuja dónde estaban Shin y él, aquel golpe habría sido mortal, Nereidamon lo retrasó con un ataque de agua para mantener las distancias con sus compañeros humanos.

Tanto Marineangemon como Nereidamon se conjuntaron para lanzar un ataque combinado. Nereidamon tras haber invocado a los mares y océanos, estos rodearon furiosos a Aufrichtigmon, que pese a su gran tamaño, no podía moverse bien ante la gran furia marina y Marineangemon remató el trabajo. Una gran luz salió del pequeño digimon y que brilló a través del mar en haces de luz alrededor de Aufrichtigmon. Aquella luz atravesó a Aufrichtigmon, destruyéndolo por completo y convirtiéndolo en un montón de pedazos en forma de cristales brillantes.

De no ser porque eran los restos de Aufrichtigmon, sería un espectáculo hermoso. Pero, ¿cómo considerar hermoso aquello?

-Victoria para Sei, Shin y sus digimon -proclamó Oroguram con ligera satisfacción.

La cresta de la sinceridad brilló a favor de Sei y de Shin, mientras que la cresta con forma de montaña se apagó, indicando la derrota del oponente.

Oroguram desapareció, y después de eso, las hojas aparecieron ante ambos, otorgándole el derecho de poder seguir avanzando. Cuando Sei y Shin recogieron su respectiva hoja, la burbuja dónde estaban ya había aterrizado en el suelo y explotado al contacto con tierra firme. El cubo también desapareció, haciendo que todos se alegraran de su victoria. Una victoria que a Sei le supo muy amarga.

Estaba claro que el enemigo se divertía viéndolos pelear, pero lo peor de todo, es que no les importaba usar a sus propios hijos, para hacerlos luchar hasta la muerte.

-Estoy empezando a creer que si no estaremos equivocados al pelear con estas nuevas versiones de digimon -decretaba Sei confuso y disgustado.

La opinión fue contradicha por los que se habían enfrentado a Unschuldmon, Dunkelmon y Lichtmon. Especialmente, con estos últimos que habían sido los responsables de la masacre de los digimon.

Sei no podía contradecir aquello. Pero Aufrichtigmon había sido tan diferente, que cuando aquel ente femenino le había dado un poder terrorífico, no pudo evitar sentir lástima, porque el digimon no quería luchar.

-Yo pienso que igual que existen digimon y bueno, lo mismo debe suceder con los de esta nueva especie -opinó Marineangemon para alivio de Sei-. Hasta el momento, debemos considerar que Aufrichtigmon ha sido la excepción.

-Yo pienso lo mismo -apoyaba Nereidamon-. Y también creo que Aufrichtigmon se habrá sentido aliviado de que pudiéramos darle la paz para que pueda dormir eternamente.

A eso sí que nadie podría discutir.

Sin embargo, habían conseguido la hoja para seguir avanzando, y eso era un gran paso. De todas formas, varias preguntas misteriosas se habían formulado durante aquel combate. Aufrichtigmon había mencionado "papá" y "mamá", siendo mamá el ente femenino que parecía estar detrás de todo. Eso les hacía pensar que quizás, aquel que llamaban papá, ocupaba el mismo rango que la mujer. ¿Podría ser acaso el mismo que había provocado la posesión en Daichi? Lo único que estaban seguros es que esas entidades eran los padres de la nueva raza digital. La pregunta era, ¿serían también digimon? ¿Habrían concebido a esos digimon de forma natural cómo lo hacían los humanos? ¿O no?

-Perdonad -interrumpió Izumi en medio de aquella tensión con algo de inseguridad. Ella tenía una sospecha adicional más que añadir sobre el asunto-, pero, ¿no os parece que la voz de Oroguram es bastante parecida a la de la mujer que provocó el aumento de poder a Aufrichtigmon?

-¿Tú crees? A mí no me lo ha parecido -decretó Musuko seguro de sí mismo.

-A nosotras tampoco -denegó la Tanemon de Momoko, hablando por ella y por su compañera humana.

El resto también fue denegándolo. Dónde les parecía que la voz de Oroguram era un poco más aguda que la de aquel ente femenino. Algo que ahí sí que todos estaban de acuerdo.

Izumi agachó la cabeza lanzando un gran suspiro por haber dicho una tontería. Sabía que ella no tenía la misma capacidad de observación y atención como su hermana o su padre, y que tendría que estar errada en su deducción, por lo que debería haberse quedado callada, en vez de hacer el ridículo.

-Pero, podríamos comprobarlo la próxima vez, por si acaso, ¿no?

Tentoytomon viendo afligida a su compañera, quiso darle una muestra de apoyo en su teoría. Sabía que su amiga se infravaloraba mucho por culpa de Kazumi y Koushirou, que tenían un nivel de conocimiento superior a la media. Ella como heredera de dicho emblema, no se atrevía a opinar sobre algo por miedo a quedar en evidencia, y ser tachada como indigna hija de su padre. Sin embargo, en esta ocasión, ella había opinado sobre algo, como si se sintiera segura de lo que pensaba.

-Estoy de acuerdo -concordaba Sei-. Realmente, la tal Oroguram me está empezando a dar muy mala espina y está claro que esconde algo.

-Yo… Yo vi algo raro en ella… Poco antes… de que… Todo se nublara… -le siguió Shin, atreviéndose también a decir algo de utilidad, en vez de quedarse callado como era la costumbre.

En vista de que más de uno sospechaba de Oroguram, el resto empezó a pensar qué para el próximo combate, deberían prestarle más atención.

-A propósito -habló ahora Earmon, dónde nadie parecía acordarse de algo más sospechoso-, ¿cómo es que vuestros digimon digievolucionaron al nivel kyuukyokutai así sin más? Yo no vi que Aki brillara -preguntaba, mirando a Aki.

En esta ocasión Aki no había intervenido con su luz para ayudar a sus amigos. Se encontraba más asombrado que el resto por aquella inesperada luz que había salido de la nada y que les había ayudado.

-Yo creía que la luz procedía de él -expuso Nereidamon. Creyendo que había sido obra de Aki, pero en vista de que había estado equivocada, se quedó extrañada.

-Entonces, ¿quién ha sido? -preguntaba Honeymon confusa.

-¿Será que tenemos algún aliado más que nos esté ayudando como Elpidamon? -preguntaba Misato, donde no barajaba otra opción.

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Contrario a lo que los niños pensaban, la luz que había caído del cielo, provocando la digievolución de los digimon, había sido ocasionada por Homeostasis.

Yggdrasill frente a él, se encontraba caminando de un lado para otro furiosa. Había mandado a la porra la partida de ajedrez que llevaba jugando siglos con Homeostasis. Las negras iban ganando y todo estaba a su favor. Pero ver cómo después de haber manipulado a Aufrichtigmon, ocasionándole una digievolución oscura, Homeostasis había favorecido a los niños humanos y a sus digimon, lanzándoles la luz para que alcanzaran el nivel kyuukyokutai.

Homeostasis con gran tranquilidad, recogía las piezas rotas que Yggdrasill había tirado.

-¡¿Por qué les has ayudado?! ¡¿A qué ha venido eso?!

-No les he ayudado a ellos. Sólo he ayudado a Aufrichtigmon.

-¡¿A ese vago inútil?! ¡Vamos! ¡No me vaciles, Homeostasis! ¡Has ayudado a que lo mataran! ¡A nuestro hijo!

-Él no quería pelear. Aquella transformación oscura, sólo provocaba su sufrimiento. Así que, que mejor que evitar su sufrimiento que haciéndolo desaparecer para siempre.

-¡Eso no indica que no hayas beneficiado a esos niños y a sus digimon!

-No te preocupes -recogiendo la última pieza y mirándola con atención. Era un peón blanco y que había quedado roto y con manchas negras. Una simbología de que lo blanco puede corromperse e incluso destruirse-. El sacrificio de Aufrichtigmon, ha dado el tiempo necesario a Liebenmon para poder cumplir con su objetivo y manipular el corazón tanto de la niña del digimon al que tendrá que enfrentarse, cómo a la propia madre de la niña.

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NUEVO MUNDO

-¡Aufrichtigmon quedó puré! ¡Fue hecho puré! -repetían Lichtmon y Dunkelmon a dúo como una cantinela divertida.

Aunque ambos habían sido camaradas o hermanos de Aufrichtigmon, estos no sentían ninguna pena por su pérdida. Es más, lo celebraban con entusiasmo y alegría como si fuese motivo de fiesta.

Liebenmon viéndolos, se dio cuenta de que podrían celebrar su muerte, si ella también perdía.

Algo sumamente imposible. Se dijo a sí misma con tranquilidad.

Con el acercamiento de la niña humana, no sólo había conseguido manejar su corazón, sino que además, había podido manejar también el corazón de la madre y provocar que se olvidara de todas las personas que había amado.

El estar cerca de Sora, le otorgaba la oportunidad para hacerlo, y ahora que la niña también se estaba acercando, tendría oportunidad para hacerlo con ella también. Sin embargo, debido a la limitación de su poder, no podía hacer que los que les rodeaban se olvidasen de ella o de sus actos, haciendo así que sospecharan de que estuviera poseída.

El ser considerada del grupo de los débiles no le daba la oportunidad de hacer las dos cosas completas.

O la mantenía manipulada sin que nadie pudiera salvarla, o la dejaba manipulada a medias, para ser salvada por el niño de la amistad y hacía que todos se olvidaran de sus actos sospechosos.

Tenía que elegir entre esas dos. Y Liebenmon había decidido elegir la primera.

-Pues aunque sospechen de que esté poseída y quieran ayudarla, ya será demasiado tarde -ya que era inmune al resto de poderes de los demás herederos de emblemas.

Entonces, la nueva especie de digimon que estaba allí recibieron un mensaje de su padre Homeostasis.

Debido al tiempo que Aufrichtigmon había desperdiciado en llegar hasta el lugar de batalla, se comunicaría a los humanos y a sus digimon que hasta el día siguiente, no sucederían el resto de las pruebas.

-Liebenmon, tú serás la siguiente. Prepárate.

¡Su turno!

¡Por fin había llegado!

¡Y tenía todo listo y preparado para su victoria!

Decía la digimon entusiasmada y con una sonrisa maliciosa.

Ella sería la primera en ofrecer la victoria para su equipo. Ella, la considerada una de los más débiles del equipo.

Porque no solo se encargaría de matar a la niña y a su digimon, sino que usaría sus encantos, como representante de la lujuria, para derrotar al resto de los humanos y digimon.

.

Sora seguía observando a la gente y a los monstruos extraños que no conocía de nada. Antes los había visto muy felices y emocionados, pero ahora, la alegría se había esfumado para convertirse en sorpresa, observándola con rostros pasmados. El pequeño monstruito negro parecido a una cebolla, había dejado de frotarse contra ella y la observaba con más desesperación que el resto. Eso hizo que sintiera pena por alguna razón, y a tener el enorme deseo de cogerla y tranquilizarla. Pero tenía miedo. Miedo ante lo desconocido.

¿Quiénes eran?

¿Dónde estaba?

¿Por qué sentía los ojos tan pesados y doloridos?

Entonces, notó como aquel moreno que antes la había abrazado con fuerza y emoción, había empezado a zarandearla y a preguntarle con desesperación.

-¿De qué estás hablando, Sora? ¿Cómo que no nos reconoces? ¡Soy Taichi! ¡Tu mejor amigo desde la infancia!

Sora agachó la cabeza.

Aquel nombre no le resultaba ni pizca de familiar.

-Lo siento -solo pudo decir.

Daisuke miró a Iori, e Iori le devolvió la mirada. Lo mismo ocurrió entre los dos digimon. ¿Sería posible que Sora sufriera un ataque de amnesia?

-Sora, ¿y a mí? ¿A nosotras? ¿Nos reconoces? -preguntó Mimi acercándose con una sonrisa de esperanza.

-¿Cómo va a reconocerte si hace años que no te ve? -espetó Koushirou con desdén, haciendo que ambos empezaran a discutir.

Miyako se había soltado de Ken para irse junto al lado de la pelirroja. Se encontraba angustiada y no quería pensar que hasta de ella se había olvidado. Quizás no tuvieran una amistad tan cercana, pero estimaba demasiado a Sora como para pensar de ella como una hermana mayor. No sabía si quería saber si la había olvidado a ella también o no. Le daba algo de miedo. Pero, Takeru se le había adelantado. Había dejado a Patamon en brazos de Hikari, la cual observaba asombrada ante lo nuevo con lo que tendrían que enfrentarse. Algo más complicado, en comparación contra las duras batallas que habían tenido como Niños Elegidos.

-Soraneesan, vamos, mírame. ¿En serio te has olvidado de nosotros? ¿Incluso de mi hermano? ¿De Yamatoniisan? -preguntaba el rubio desesperado, esperando que el nombre de su hermano pudiera hacerle reaccionar.

-Lo siento. Ese nombre no me suena de nada -negaba ella suavemente.

-¡¿Cómo puedes haberte olvidado de Yamato, Sora?! -volvía a preguntar Taichi sin poder creérselo- ¡Él ha sido el amor de tu vida! ¡Vamos, Sora! ¡Reacciona! -zarandeándola con más fuerza- ¡Es Yamato del que hablamos! ¡De la persona que hizo que te pusieras en ese estado de depresión y a punto de morir! ¡Vamos, Sora! ¡Recuerda! ¡Recuerda a Yamato!

Su zarandeo era tan brusco, que incluso Agumon le había pedido que tuviera cuidado. Jou intervino y obligó a que soltase a Sora.

-Tranquilízate, Taichi. La estás asustando -viendo el rostro pálido en la pelirroja, donde si Taichi continuaba, podía provocar que Sora temiese de todos los que estaban con ella.

Pero es que Taichi no podía creerse que su mejor amiga se olvidara de Yamato de verdad. Se encontraba tan desesperado, que Daisuke le aconsejó que lo mejor era que se retirara y le dejara el asunto a Jou. Iori con la ayuda de Tentomon, tuvo que mediar entre Koushirou y Mimi para que dejasen de discutir y que cada uno regresase a su sitio.

Miyako que se había quedado a medio camino, no regresó a su sitio. Ken, Hawkmon y Woormon sabiendo que necesitaba apoyo moral y físico, se acercaron para abrazarla y junto a Takeru observaron como Jou evaluaba a Sora con unas preguntas que nadie entendía a qué venían.

-Sora, ¿me reconoces? -preguntaba Jou con calma. La respuesta fue una negativa, así que Jou procedió con la siguiente pregunta-. ¿Recuerdas tu nombre?

-Sí -contestó ella con voz débil y confusa.

-¿Sabes dónde estás?

-No.

-¿Recuerdas a Piyomon?

-No.

-¿Sabes lo que son los digimon?

-No.

-¿Cuáles son los nombres de tus padres?

-No lo sé.

-¿Cuántos años tienes?

-Treinta y ocho.

-¿Cuál es la raíz cuadrada de ciento veintiuno?

-Once.

-¿Cuál es la capital de Alemania?

-Berlín.

Jou se detuvo con sus preguntas para buscar algo entre sus bolsillos, hasta encontrar lo deseado. Un bolígrafo. Aunque estaban en una época donde todo se hacía digitalmente, el ser médico de un mundo digital, los aparatos médicos digitales creados por los humanos, no funcionaban allí. Por lo que tenía que usar la forma tradicional que usaban antes los médicos para poder tratar a los digimon. Eso implicaba escribir a mano el historial médico de los digimon enfermo, por lo que, por costumbre, siempre llevaba un bolígrafo o dos encima.

Los elegidos estaban extrañados por las preguntas que Jou le formulaba, que el que le tendiera el bolígrafo fue lo más raro de todo.

-Intenta sacar la punta de este bolígrafo.

¿Era en serio?

Se preguntaban todos con más extrañeza. Pero después de que Sora lo hubiera hecho sin problemas, Jou le agradeció y se reunió con Taichi para explicarles lo pasado.

Sora por alguna extraña razón, se había quedado algo fatigada y pedido para dormir. Algo que Jou muy amablemente le había concedido. Miyako se apresuró a ofrecerse para que pudiera descansar sobre ella. Pero eso no impedía que Miyako la observara y no parase de llorar.

Nyokimon había quedado tan devastada, que Tailmon le había ofrecido que se uniera a ellos.

-Es un caso de pérdida de amnesia. Debido al shock, ella se ha obligado a sí misma a olvidar todo lo que le ha hecho sufrir. Quizás, el núcleo esté en el gran impacto que le ha supuesto la muerte de Yamatosan. Afortunadamente, conserva la capacidad para poder vivir de forma cotidiana.

-¿Pero recuperará la memoria? -preguntó Mimi abrazando tan fuerte a Palmon que la digimon no se quejó por ello.

-No es algo que se pueda asegurar por el momento. Lo que sí recomiendo, es que no la forcemos a recordar y a mantener la calma -mirando con especial atención a Taichi.

El moreno se disculpó por lo sucedido. Pero también, se justificó que el hecho de que ella se olvidara de Yamato no es muy normal.

-Lo sé. Pero por desgracia, existen casos en los que alguien olvida absolutamente todo, incluso a la persona que más querida, para siempre.

-Eso suena a algo horrible para la persona que ha sido olvidada -comentó Iori.

-Es como cuando fue el Reeboot -pronunció Gomamon con algo de pena-. No poder recordar a Jou y estar a su lado sin saber cómo realmente se sentía… -dejando ahí la frase.

Ese amargo recuerdo, los hizo entristecer más. Sin embargo, el diagnóstico de Jou no terminaba ahí.

-Sin embargo, este es el diagnóstico natural y lógico recogido según la ciencia.

-¿Qué quieres decir? -preguntó Veemon.

Jou se ajustó las gafas, y procedió a explicarles una segunda teoría que tenía.

-Todos aquí hemos sido testigos de cómo los digimon pueden manipular el alma y el corazón tanto de digimon como humanos. No puedo ponerlo en constancia todavía, porque Sora ha estado dormida muchas semanas por el shock tras enterarse de la muerte de Yamatosan, pero tampoco puedo ignorar que exista la posibilidad de que ella esté siendo controlada o poseída por alguien ajeno que le ha hecho olvidar a todos sus seres queridos -finalizando con rostro serio.

La segunda teoría había dejado a los elegidos sin habla y a desear internamente que fuese correcto y no una pérdida amnesia dónde no hay seguridad de que pueda recuperar sus recuerdos.

.

Ajenos a lo que sucedía con sus padres, los niños ya habían llegado al siguiente punto. La vegetación iba expandiéndose cada vez más. Incluso podían verse árboles suficientes como para poder apoyarse y descansar la espalda.

Por culpa de Aufrichtigmon habían perdido casi todo un día. Aunque habían aprovechado el tiempo en el punto anterior para alimentarse y poder descansar apropiadamente. Porque aunque habían estado casi seis horas sin hacer nada, la tensión les había comido los nervios que el descansar no era una opción. Sobre todo cuando podrían hacer con ellos lo que quisieran. Si aparecía de nuevo otro digimon enviado por esas dos amenazas, al que le tocara, tendría que sudar la gota gorda para poder vencerlo.

Los humanos y sus digimon seguían caminando, siguiendo el patrón anterior. Ahora se encontraban a mitad de la prueba. Los siguientes podrían ser cualesquiera y eso aumentaba la tensión.

Los ya combatientes iban detrás y los que no delante. Curiosamente, la que encabezaba el equipo eran Nat y Piomon. Ambas iban delante de todo, sin querer la compañía de nadie. Detrás de ellas, se encontraban sus dos hermanos con sus digimon, junto a los Yagami. Les seguía las Izumi junto a los hermanos de "Luz" y "Esperanza".

Misato se las había arreglado para estar delante de todos los que ya habían combatido, junto a los Ichijouji y los Motomiya. Todo para estar lo más cerca posible de su mejor amiga. Y de su querido amorcito, cómo decía Cuarzomon para meterse con ella.

Por último, se encontraban los hijos de Jou y Mimi. Los digimon de Sei y Shin habían vuelto a ser Pukamon cada uno, viéndose una escena curiosa, los mayores cargando el mismo digimon que sus hermanos pequeños como si fueran a juego.

Todos caminaban y hablaban para amenizar un poco el asunto. Además, iban ganando y avanzando en las pruebas, por lo que estaban convencidos de que llegarían hasta el punto final para poder rescatar a sus padres. Se sentían confiados de que con solo que sus digimon alcanzasen el nivel kyuukyokutai, podrían derrotar a la nueva raza digital. Nadie recordaba que estaban luchando contra los más débiles y que quedaban digimon poderosos cómo era el caso de Dunkelmon o Lichtmon.

Pero eso no era lo único que habían olvidado. Mientras caminaban, Toji había adoptado una pose pensativa, dónde tenía la extraña sensación de haberse olvidado de algo importante. No sabía el qué, pero era algo importante seguro.

-¿Qué te pasa, Toji? -le preguntó Fireagumon, viéndolo tan pensativo.

-¿No sientes que te has olvidado de algo?

El digimon lo pensó por unos momentos, y dijo.

-¿De comer? ¡Ah! ¡No! Que ya comí hace quince minutos.

Toji se metió con su digimon por el hecho de que sólo pensara en comer. Aquella escena hizo reír los hermanos Ishida y a sus digimon. Pero parece que no sólo era Toji quién se había olvidado de algo. Sanae manifestó que ella también tenía la impresión de que se había olvidado de algo importante.

-Es muy raro que tú digas eso, cuando siempre eres atenta y organizada con las cosas -expuso Yuuta para observar cómo su hermana pasaba olímpicamente de ellos-. Nat, no vayas tan rápido -le advirtió, empezando a preocuparse de su actitud.

Sin decir nada ni mirarle, la niña obedeció sin problemas. Piomon la había observado de reojo, sintiéndose inquieta por ella por alguna razón.

Detrás de todo, dónde iban los hijos de Jou y Mimi, ellos eran los únicos que iban en silencio y sin mantener algún tipo de conversación. La razón derivaba en que Momoko todavía se mentalizaba con el cambio y a pensar las cosas antes de decirlas. Sei, por su parte, todavía seguía apenado por la muerte de Aufrichtigmon. Shin que nunca fue persona de conversación, se dedicaba a observar el frente medio aliviado de que su turno por fin pasase y hubiera triunfado. Por su parte, Satoshi se sentía algo deprimido por el rechazo de Natsumi. No recordaba muy bien cómo había sido, pero sabía que había sido rechazado. Su desánimo hizo que llamase la atención de su Tanemon.

-¿Te pasa algo, Satoshi? -le preguntó preocupada.

-Nada. Sólo que me han dado calabazas.

-¿Quién? ¿Cuándo? -preguntó la digimon donde no sabía cuándo había sucedido.

-Antes de que apareciese el cubo. Quise declararme a Natsumichan, pero fui rechazado.

-¿Te… Te declaraste a… a Natsumisan? -le preguntó Shin sorprendido a su lado.

-Sí. Aunque sabía que era inútil. Está claro quién va a ser el elegido -añadió con algo de pena.

No hizo falta que Satoshi le indicara a quién se refería. Estaba claro como el agua que Natsumi terminaría con Toji. Era tan obvio cómo la relación que mantenían sus respectivos hermanos mayores. Pero a Shin también le gustaba. Aunque estaba claro que el amor que sentía hacia ella, no era tan fuerte como el de sus rivales.

-¿Por qué te declaraste si sabías que era inútil? -quiso saber el Pukamon de Shin.

-Bueno… Me inspiró lo que dijo mi hermana -mirándola, la cual le devolvió la mirada con una sonrisa de orgullo-. Ella también se confesó al chaval ése -refiriéndose a Yuuta-, sabiendo que era inútil.

-¿Te confesaste a Yuutakun? -le preguntó Sei quién no sabía de ello.

-Sí, pero no te equivoques -le aclaró ella algo nerviosa. Con cuidado, buscó las palabras para decirle y que no malinterpretara el asunto-. Yo sólo se lo dije para que me rechazara y poder continuar en paz. Incluso, le comenté que ya sabía que era inútil porque sabía que estaba enamorado de Sanae y le di ánimos porque hacían buena pareja -luego, lo pensó un poco, dónde, según ella, notaba algo extraño, así que le preguntó a su hermano-. ¿Está bien lo que dije? ¿No dije nada raro?

-No. Más que nada porque es obvio que esos dos acabarán juntos. Creo que tus palabras pudieron servirle como empujón y apoyo para que Yuutakun pueda confesarse llegado el momento.

-¿Qué significa eso exactamente? -preguntó Shin con cierto interés.

-Que Momoko, pese a sus sentimientos hacia Yuutakun ha sabido ser considerada y actuar maduramente, para aceptar, apoyar y ayudar a que su relación prospere. Todo porque aprecia de verdad a Yuutakun.

Esas palabras emocionaron a Momoko, así como a contentarse de que pudiera hacer una buena acción para su primer amor.

-Aceptar, apoyar y ayudar… -repitió Shin para sí mismo.

Algo que él había pensado pero no puesto en la práctica. Dejando a Pukamon en brazos de Sei, el niño adoptó una pose decidida y fue apurando un poco el paso, hasta situarse al lado de Toji. Algo que sorprendía a sus hermanos desde atrás.

-Tojikun, ¿podemos hablar? -le preguntó el niño.

-Claro. ¿Qué quieres?

Hablar con sinceridad sobre un tema tan importante no era tan fácil, sobre todo cuando estaban los adolescentes al lado. Mirándoles en una mezcla de nerviosismo, ellos entendieron que querían charlar asolas. Menguaron un poco el paso, obligando a que los de atrás hicieran lo mismo. Mientras que ellos seguían con el paso habitual.

-¿Qué pasa? -preguntaba Toji impaciente sin percatarse de que estaban dejando bastante atrás a los demás.

Para Shin aquel momento era el perfecto, sobre todo cuando Natsumi estaba delante de todo y había vuelto a apurar el paso.

-Tienes que declararte a Natsumisan -expuso Shin nervioso de pies a cabeza y con el rojo pintado en sus mejillas.

El moreno se alteró todo, y asustado se colocó sobre él para cerrarle la boca. Miró a la rubia, temeroso de que le hubiera escuchado. Afortunadamente, la niña seguía caminando como si no hubiera escuchado nada. Aunque no podía decir lo mismo de Piomon, ya que había mirado hacia atrás con gran descaro.

-¿Se puede saber cómo dices eso ahora, idiota? -le preguntó Toji nervioso en un tono que Nat no pudiera escuchar.

-Es que tienes que hacerlo -resistiéndose a su fuerza-. Eres el único que será elegido por ella. Ni yo, ni los demás tenemos oportunidad.

Piomon seguía mirándolos con cierta curiosidad, luego a su compañera. Pero ella lucía tan inexpresiva y atenta al camino, que no podía creerse que no se hubiera alterado.

Toji se había puesto sonrojado por las palabras de Shin. Desde luego que le emocionaba saber qué él era el elegido. Pero aquél no era el momento para una declaración amorosa.

-Tienes que hacerlo -seguía insistiendo Shin-. Así todos, incluyéndome, podremos sentirnos seguros de que la dejamos en buenas manos.

-Estoy de acuerdo -hablaba ahora Fireagumon-. ¿Por qué aplazar el momento si tarde o temprano va a ocurrir?

-Fireagumon, tú no te metas -le recriminó Toji. Pero luego, observó a Natsumi con cierta vacilación.

Era cierto que tarde o temprano le iba a decir sus sentimientos. Pero esperaba hacerlo en un lugar más romántico y especial.

-¡Vamos! -le dijo Shin, dándole una fuerte palmada para que se acercara a ella.

Toji que había sido cogido con la guardia baja, tuvo que mantener el equilibrio para no caerse, mientras se iba acercando a la rubia. Cuando lo consiguió, ya estaba al lado de ella.

Shin sonrió complacido por su buena acción. Aunque por dentro, se sentía triste por tener que aceptar que no era correspondido. Al menos, podía asegurar que su primer amor sería feliz al lado de la persona a la que estaba destinada.

Fireagumon que lo observaba atentamente, lo miró con una sonrisita impresionado de que animara a su rival, pero que eso demostraba gran madurez en él. Unas palabras que alegraron de sobremanera al niño de gafas.

La estampa de Toji al lado de Nat en un ambiente especial, no había pasado por alto por los que estaban atrás. De hecho, Sanae e incluso Yuuta estaban enternecidos por verlos juntos. Lo mismo ocurría con Isaki y Earmon. Takeshi murmuraba sobre Tsukaimon, planificando su material para meterse con su primo de ahora en adelante.

Musuko asomaba una sonrisa resignada, animando por dentro a su mejor amigo/rival.

Incluso los hijos de Jou y Mimi se encontraban impresionados por lo sucedido. Aunque no habían escuchado nada de la conversación entre Shin y Toji, los gestos y las acciones de su hermano, les hicieron sobreentender cómo él había dado, por iniciativa propi, a su apoyo a su rival. Algo que hacía sentir orgulloso al Pukamon de Shin.

Quiénes no se encontraban emocionados eran las tres chicas.

Minami había dejado de hablar con Daichi, y miraba a su hermano con tristeza. Kazumi y Misato también lo observaban con algo de pena. Pues aunque parecía mostrar una expresión resignada, se le veía un aire de tristeza que les daba una rabia tremenda. Pero él mismo había cavado su propia tumba al dejarla marchar, cuando tenía posibilidades con ella.

.

-Esto… Qué suerte que no llueva en este mundo, ¿verdad? -iniciaba Toji todo nervioso una conversación.

Piomon lo miró con la ceja alzada de que le dijera algo tan estúpido y poco original como aquello.

-Esto… -inconscientemente, miró hacia atrás, y se encontró con que se habían convertido en el centro de atención de todos. Muchos lo observaban cómo si supieran sus intenciones y eso lo avergonzó más. Mirando de nuevo hacia el frente, volvió a sentirse nervioso y presionado. Ya no era sólo Shin quién le había obligado a confesarse, sino que ahora tenía el peso de todo el mundo sobre él. Si se callaba, sería tema de conversación por días, por no hablar de las bromitas de su primo Takeshi-. Esto… Dentro de nada, nos tocará a nosotros… Pero si llevamos esta racha, seguro que ganaremos y podremos rescatar pronto a nuestros padres.

Y silencio.

Un silencio que se alargó durante varios segundos.

Nat no decía nada, sólo miraba el frente cómo si no tuviera más remedio.

-Oye… Antes de que te toque combatir, que sepas que cuentas con todo mi apoyo… -y ahí Toji se puso más nervioso-. Sobre todo, porque has heredado el emblema del amor… … …Y bueno, sé que cuentas con el amor familiar… Pero… -tragando saliva-. Me haría mucha ilusión… … …que si Piomon digievolucione al nivel kyuukyokutai por el emblema del amor sea… por… por m… … …por el amor que sientas hacia la persona que más quieras.

Piomon rodó los ojos.

¿Y eso era una declaración?

Sino estaba dejando nada en claro.

-¿Hacia la persona que quiera? -hablando la niña por fin. Su tono había sonado confuso y lo había observado directamente.

Toji cobardemente, desvió su mirada y empezó a hablar algo más nervioso.

-Sí… Bueno… … … Sé que no es el momento ni el lugar… … …Pero, era que supieras que… … … que me… … … que me… … … pues… … … que me… … … que me gustas mucho… … … … … … … … … Aunque quizás ya te habrás dado cuenta… -luego, con un rojo destacado en sus mejillas e invocando todo el valor que tenía, la miró y añadió-. Lo que quiero decir… … …es que pase lo que pase… … …yo siempre estaré de tu lado… … … … … … … …Te quiero mucho, desde que éramos muy pequeños y estaría dispuesto a dar mi vida por ti…

-¿Dar tu vida por mí? -preguntó ella.

Su tono casi sarcástico sorprendió a Toji y a Piomon.

-¿Hablas en serio? ¿Dar tu vida por la mía? ¿Cómo vas a hacerlo cuando soy considerada como una persona apática y antisocial? -la respuesta de la niña, dejaron blancos a Toji y a Piomon- Dices que me quieres desde que éramos pequeños, pero en serio, ¿me conoces realmente? ¿Crees que porque seamos amigos de la infancia te da ese derecho saber cómo soy? Porque lo siento, pero yo apenas sé cómo eres. Así como yo no sé cómo eres. Tú también desconoces cómo soy y lo que he hecho. No merece la pena que te preocupes por alguien que apenas conoces, y te enfoques más en alguien que no ha hecho cosas…

-¡Nat! ¡Para! ¿Qué estás diciendo? -preguntaba Piomon alarmada.

La digimon sentía que había escuchado esas mismas palabras en algún lugar y no de ella.

Toji tenía una expresión perpleja.

¿Cómo podía decir esas cosas tan fríamente?

No.

Si se fijaba bien, los ojos de Natsumi no parecían ser los de siempre. Era como si estuvieran apagados y sin vida.

Los rostros alarmados de Piomon y Toji hicieron preocupar al resto, dónde Yuuta aceleró el paso para saber qué le pasaba.

Pero Nat, cómo si fuera un robot, seguía hablando como si no tuviera ninguna expresión en la cara.

-…se lo merece más que yo. Puede que digas que no te produce confianza, pero eso es porque no valoras el esfuerzo que hace cuando está contigo.

-¡Nat! ¡¿Qué pasa?! ¡¿De qué hablas?! -preguntaba Yuuta.

Mirando hacia Toji y Piomon, buscó una respuesta en ellos. Piomon toda angustiada le explicó que ella empezó hablar de la nada, cosas raras, ante la declaración de Toji.

El resto se fue acercando, preocupados, observando cómo ella volvía a repetir lo mismo como si fuera un disco rallado.

-No me lo merezco… Sólo somos unos desconocidos… Yo apenas te conozco, y tú no me conoces…

La buena memoria de Kazumi se activó en ese momento, y a recordar aquellas palabras.

-¡Es lo mismo que le dijo a Ichijouji! -clamó alarmada.

Aki que también lo había recordado, quiso bajarse de la espalda de su hermano, mientras éste miraba a Minami con aire acusador (donde seguía creyendo que el problema estaba en ella y no en su hermano pequeño). El pequeño, fue corriendo hacia su hermana, y con lágrimas, le imploró.

-¡Hermana! ¡¿Qué te pasa?! ¡Por favor, responde!

El simple roce de Aki en ella, hizo que Nat pareciera despertar de algún tipo de trance. Algo claramente evidente para todos.

-¿Qué pasa…? -preguntaba con cierta vergüenza de ser el centro de atención de todos.

-¡Nat! -Yuuta volvió a enfocarse en su hermana. Cogiéndola por los hombros, la miró con atención- ¿Acaso has estado poseída?

-¿De qué hablas? ¡Y suéltame!

-¡¿Es que no te das cuenta de que algo extraño te está pasando?!

-¡Lo único que me pasa es que me estás haciendo daño, hermano! ¡Suéltame! -tratando de resistirse.

Justo en ese instante, Sanae recordó de improvisto la conversación que había mantenido con Nat antes de la lucha de Sei y Shin. También lo que ella le había contado, sobre el hecho de haberse olvidado de Sora. Algo que había dejado a Yuuta con los ojos agrandados de la sorpresa.

-Ahora que lo dices, la verdad es que fue muy raro que hasta nosotros nos olvidáramos de la tía Sora -confesó Takeshi que no entendía cómo podía haberse olvidado de algo tan trágico.

Pero ese no fue el único recuerdo que había aparecido en los que estaban allí. Sino que todos los recuerdos olvidados desde que Osamu la había rechazado, habían ido apareciendo en la memoria de todos.

Que todo estuviera relacionado con Natsumi, era prueba suficiente para comprobar que ella no estaba bien.

-¡¿No te das cuenta?! -exclamaba Yuuta desesperado de que no se percatara de lo evidente. Ella era muy espabilada para esas cosas.

-¡De lo que me doy cuenta es de que todos estáis hablando de cosas mías que no deberíais decir delante de todos! ¡¿Es que nadie ha pensado en mis sentimientos?! ¡Todos me habéis traicionado porque soy apática y antisocial!

-Pero, Nat…

-¡Cállate, Piomon! ¡Tú también estabas metida en el ajo! ¡Así que déjame sola! ¡DEJADME TODOS EN PAZ! -consiguiendo librarse del agarre de su hermano mayor. Incluso se soltó bruscamente de Aki y les dio la espalda.

-Pero, Nat… -intentaba hablar de nuevo Yuuta asombrado de lo que estaba diciendo. Que incluso rechazara a Aki no era nada bueno.

-¡QUÉ ME DEJÉIS EN PAZ! ¡NO QUIERO SABER NADA DE VOSOTROS! ¡MARCHÁOS DE UNA VEZ Y DEJADME SOLA!

Ofuscada como estaba, dónde no parecía atender a razones, Sanae le pidió a Yuuta que no siguiera insistiendo. Pues estaba claro que todavía debía seguir poseída o algo parecido.

Piomon estaba tan destrozada que sollozaba en el hombro de su hermano Zabumon. Aki tuvo consuelo por parte de sus primos, para que se fuera con ellos.

El razonamiento lógico sobre aquel estado es que estaba poseída.

-¡¿Poseída?! -repetía Yuuta sarcástico- ¡Pero antes, ya había estado poseída! ¡¿Es que estaba poseída sobre otra posesión o qué?! ¡Y todo por culpa tuya! -acusando a Minami.

La niña se quedó a cuadros sin entender porqué la culpaba a ella. Se había quedado asustada por su enfado, que no pudo hablar para defenderse. De hecho, nadie tenía el valor para hacerlo. Tan solo…

-¡Por favor, Yuutasan! ¡No culpemos a nadie! ¡Nadie aquí tiene la culpa! -intentaba tranquilizar Kazumi. Una niña de ocho años frente a un chaval de catorce. Eso era algo que no se veía todos los días-. Si nos paramos a pensar fríamente, podremos observar que todo está relacionado con su emblema del amor -tratando de hacer entender no solo al mayor sino al resto-. Quiero decir, que sus actos van en contra de su emblema. Lo que provocaría que Piomon no pueda digievolucionar. Una clara ventaja para el enemigo. Anulando el emblema desde la propia humana, provoca en cadena que su digimon no alcance el nivel kyuukyokutai y salir derrotado. Después de todo, nunca hemos tenido en cuenta, que el enemigo pueda estar manipulándonos desde la distancia antes de que llegue su turno.

-Tiene sentido -dijo Sei pensativo-. Pero, lo que no entiendo es ¿por qué hemos olvidado ciertos detalles hasta ahora?

-Quizás porque el alcance del poder de dicho enemigo tenga limitaciones o algo parecido.

-Ahora que recuerdo -comenzaba Misato-. Al principio, cuando ella se comportaba rara, era el simple roce de Akikun lo que la hacía volver a la normalidad. Pero después, olvidábamos lo que sucedía.

-Seguro que lo hacía para evitar que sospecháramos de su comportamiento, e imaginar este tipo de manipulación aún cuando no es su turno -decretó Kazumi con rabia.

-Eso suena algo muy astuto per cruel y cobarde -dijo Takeshi con tanta rabia de que su prima acabara así, y no haberse dado cuenta antes de que su rareza no era cómo la que habían visto antes de llegar a la base de Gennai y sus agentes.

-Pero ahora ya es tarde. Está claro que se ha apoderado por completo de su corazón. Incluso el aura de Akikun ha quedado inutilizado -comentó Isaki con seriedad. Observaba como su hermano trataba de tranquilizar a Aki.

-Pero, tenemos que hacer algo -expresaba Toji con gran angustia-. Si ella queda así, su combate, entonces… -sin ser capaz de terminar la frase.

-¡¿Y qué hacemos?! -explotaba Yuuta que estaba tan cegado por la desesperación que no tenía la mente claro.

Lo único que tenía claro es que el enemigo estaba torturando a toda su familia.

Primero, matando a su padre.

Luego, secuestrar a su madre.

Después, su hermana…

¿Es que Aki era el siguiente?

Mirándolo, se lo encontró llorando en brazos de Sanae, dónde Piomon hacía lo mismo en Zabumon.

¿Qué hacer?

¿Qué hacer?

Nadie tenía la respuesta.

Sin saber qué hacer, los humanos y sus digimon se habían quedado estancados, mientras la angustia los envolvía por completo.

Nat se encontraba ligeramente apartada y dándoles la espalda.

Por alguna razón, Osamu se sentía culpable de que todo aquello pasara. Pero, ¿cómo podía arreglarlo? De hecho, ¿por qué razón Yuuta había acusado a su hermana de ser la responsable del asunto cuando era él? No lo entendía.

-¡Por fin os encontré! -pronunció una voz femenina en lo alto de una pequeña cordillera.

En todos los allí presentes, se dibujó la expresión de sorpresa al ver a la recién llegada.

Se trataba de una adolescente humana. Detrás de ella, se encontraba una digimon de aspecto femenino y de tipo alado.

Las versiones de sorpresa de cada uno eran diversas y contrarias. Pues algunos no entendían cómo era que una humana, además de ellos, se personase en ese extraño mundo. Por no hablar de que tenía la nueva versión de dispositivo que habían creado recientemente Gennai y sus agentes. Por contraparte, estaban aquellos que sí conocían a la chica y que se preguntaban confusos su presencia en aquel mundo.

-Cuánto tiempo sin vernos, Yuuta -manifestó la chica con una amplia sonrisa, echando su cabello hacia atrás.

Yuuta era el más sorprendido de todos.

Se había quedado sin habla.

Ella.

La persona que tanto apreciaba estaba allí.

¿Cómo era posible?

¡Era un sueño!

La chica dio un salto desde lo alto hasta tocar la misma tierra firme que ellos y se fue acercando con paso seguro hacia Yuuta. Su digimon volaba, siguiendo a su compañera, mientras que la expectación crecía en todos.

Yuuta sólo tragaba saliva. Claramente, ella se estaba acercando a él. A cada paso que daba, los que no la conocían, pudieron comprobar que ella era un poco más alta que Yuuta. Quizás de la misma altura que Sei, por lo que supusieron que tendría dieciséis o diecisiete años. Era muy hermosa. Su cabello era rubio, lo tenía suelto hasta un poco más debajo de sus hombros. Sus ojos eran azules y seguros. Llenos de confianza cómo ella misma al caminar. Su vestimenta consistía en un pantalón largo y una camiseta sencilla, que era tapado por una larga chaqueta que llegaba hasta la altura de las rodillas. La chaqueta se balanceaba como una capa a cada paso que ella daba.

-¿Quién es? -preguntaba Musuko, dónde el sonrojo en sus mejillas era demasiado descarado. Pero es que aquella chica era increíblemente hermosa.

-No lo sé -promulgó Toji sintiéndose igual que él. Echó un vistazo a sus primos, que a diferencia de él, no se sentían impresionados por su belleza-. ¿A vosotros no os impresiona?

-¿Impresionar el qué? -repetía Isaki sin entender.

-Si te refieres a que apareciese, eso sí. Aunque no nos impresiona, sino que nos alegra -afirmaba Takeshi con una sonrisa de esperanza en la cara.

-¡¿Es que la conocéis?! -preguntaba Toji boquiabierto.

-¿Acaso tú no? -preguntaba Earmon confusa.

-Creo que papá y mamá no llegaron hablar de ella a Toji -excusó Sanae, dando entender que sabía quién era la rubia recién llegada.

-Pero es que, ¡¿tú también la conoces?!

Los tres hijos jóvenes de Mimi se encontraban igual de asombrados que los demás. Pero un comentario de Sei, les hizo entender que él sí que la conocía.

-Nombras a la Gran Dama y ahí llega el diablo.

La perplejidad de que él la conociera, hizo que Sei diera su presentación sobre ella.

-¿Es qué no la conocéis? Ella es la gran Minamoto Uta. Una gran promesa del patinaje sobre hielo, y la favorita en los Juegos Olímpicos del 2028.

-¡Nunca en mi vida he escuchado de ella! -protestaba Momoko haciendo entrever esa personalidad que tanto trataba de cambiar.

-Pues las hermanas Izumi sí que la conocen -dijo Bolamon divertido por las expresiones de los más pequeños.

Cuando finalmente Uta se detuvo, lo hizo a unos centímetros considerables de Yuuta. Éste seguía sin saber cómo reaccionar. Ella le observaba con una enorme sonrisa llena de ternura. Con su mano, comparó su altura con la suya, para murmurar satisfecha.

-Has crecido mucho desde la última vez que te vi. Fue hace dos años, ¿verdad?

-Ahh… Creo que sí…

Nat se giró también para ver a la recién llegada. En su cara no había muestras de sorpresas cómo en los demás. Siguiendo con su postura de no querer saber nada de ellos, volvió a mirar al frente como si no le importara nada lo que les sucediese.

Todos seguían observando a la recién llegada con cierta expectación. Algunos incluso, empezaban a sospechar que Yuuta en el fondo quería a ese chica y no a Sanae cómo siempre se habían imaginado. Pues se notaba que había una buena química entre ellos. Y de la nada, y sin motivo alguno, Yuuta salió por los aires debido al puñetazo que la chica le había dado. Eso hizo que sorprendiera a los que no la conocían, mientras que el resto, lo observaban cómo si lo hubieran previsto. Momoko junto a Tanemon habían corrido hacia Yuuta, el cual su cuerpo había quedado estampado contra la roca más cercana. Un hilo de sangre escapaba de sus labios, aunque no se notaba que estuviera tan dolorido.

-Eso te pasa por golpear a las mujeres -siseaba ella con seriedad. Y como si tuviera doble personalidad como "Mr. Hyde", se situó frente a Sanae. Cogiéndole de las manos, asomó un rostro apenado- ¡Sanachan! ¡Cuánto lo siento lo que tuviste que aguantar el año pasado por culpa de ese idiota! ¡Si hubiera estado con vosotros, le habría bajado los humos! ¡En serio, Sanachan que siento que hayas tenido que pasar por todo esto! ¡Lo siento! ¡Lo siento mucho!

-No… No te preocupes… Senpai -respondía ella con una sonrisa nerviosa.

Algunos de los niños tras observar asombrados la fuerza de esa chica, sólo pudieron quedarse impresionados. Sei había silbado impresionado por su fuerza, donde cualquiera contradecía a aquella chica de mucho genio.

Fue entonces, que al tenerla tan cerca, muchos empezaron a pensar que su cara les sonaba de algo.

-¡Anda! Su cara me resulta familiar -proclamaba Minami.

-Ahora que lo dices, a mí también -le siguió Toji.

Y no solo ellos fueron los únicos que les sonaba. Satoshi, Musuko también intuyeron que les era demasiado familiar.

-¡Oh! ¡Deja de llamarme, senpai! -protestaba Uta ante Sanae.

-Entendido… Utasan…

Dónde se encontraban Yuuta y Momoko, la chica se quejaba de la rubia por ser exageradamente agresiva. De hecho, qué chica humana tenía semejante fuerza.

-Bueno -hablando ahora con tono natual-, como he estado viviendo en Los Ángeles, una tiene que aprender a defenderse por mucho que tenga un digimon.

-Pero, ¡¿Qué derecho te da para golpear a Yuuta de esa manera?!

-Porque se lo merece. -anunció ella seria y sin ninguna culpa.

-No se parece a Natsumi -pronunció Osamu de repente.

-La golpiza que le dio nuestro padre en su día no fue suficiente -seguía Uta sin miramientos.

-¡Eso es! ¡Es idéntica a Natsumi! -dándole Musuko la razón, así como el resto. Pero la palabra "nuestro padre" les hizo quedarse mirándose unos a otros, pensando en algo imposible.

-Veo que no has cambiado nada -mascullaba Yuuta limpiándose la sangre que resbalaba de su labio inferior-, hermana.

¿Hermana?

¿Cómo que hermana?

Viendo las caras que se les había quedado a todos, Takeshi sonrió divertido. Con ánimo de divertirse en sus caras, se ofreció voluntario para presentar oficialmente a la recién llegada con ínfulas de emoción y expectación.

-Así es. Ella es conocida como Minamoto Uta en otra dimensión humana, pero en realidad, su nombre es Ishida Aine, la auténtica primogénita de mis tíos Yamato y Sora. Por lo que es la hermana mayor de Yuuta, de Nat y de Aki. Y además, una de los cuatro digielegidos legendarios.


ACLARACIÓN: El nombre de Aine lleva los kanjis de Ai "Amor" y Ne "Sonido del ideograma compuesto por música", por lo que su nombre significa "Sonido de amor". Nombre sacado del popular manga de Mayu Shinju, Kaikan Phrase.