MARAÑA · Los caídos
-¿Qué sucede, Tentomon?
Preguntaba Koushirou, observando como tanto su digimon como Patamon y Hawkmon se habían quedado abrumados tras haber visto a través del pequeño resquicio que tenían de cara al exterior.
La sorpresa del anuncio de que sus hijos se encontraban tan cerca de ellos, los había puestos locos de alegría, pero al mismo tiempo, de inquietud, por lo que el enemigo les pudiera hacer. Sin embargo, el descubrir que sus digimon habían dejado de ser pequeños bebés y parecían estar en un estado seichouki o superior, era motivo para enorgullecerse y querer verlo con sus propios ojos. Pero la única apertura estaba demasiado alta, y sus digimon no podrían cargar con ellos para que pudieron verlo.
Pero ahora, el que se hubieran quedado pálidos con lo que había visto, era motivo de preocupación.
-¿Qué pasa? ¿Qué pasa? ¡Hawkmon, por favor! ¡Di algo! -expresaba Miyako muerta de los nervios.
-El enemigo… también está allí… Y también -cerrando los ojos con pesadez- se encuentra un numeroso ejército de digimon.
Una afirmación aterradora que encogió a los elegidos, y a que Mimi y Miyako se apenaran por la desgracia que sus queridos retoños tendrían que pasar.
Daisuke chasqueó la lengua fastidiado sintiéndose impotente de estar encerrados y no poder ayudarles.
-Si no estuviera esta barrera… -maldecía Daisuke, donde tenía intenciones de querer tocarla y así cerciorar si para ellos aquella barrera era mortal o no.
-¡Anda! Creo que estoy viendo visiones porque estoy viendo a dos Musukos -intervino ahora Patamon, sorprendiendo a Daisuke quién tenía la mano estirada para tocar la verja con la duda asaltándole sobre si arriesgarse o no.
La confusión se pintó en varios, así como a Tentomon el querer comprobar con sus propios ojos si la visión de Patamon estaba errada.
-¡Es verdad! ¡Hay dos Musukohan!
-¿Cómo que hay dos Musukos? -preguntaba de nuevo Koushirou teniendo unas ganas locas de verlo con sus propios ojos.
-Sí, sí. Incluso estoy viendo a un digimon muy parecido al que debe de ser el de Musukohan, aunque de otro color -añadía Tentomon.
-¡Daisuke! -Veemon miró a su compañero con una ligera sospecha- ¿Crees que pueda tratarse de Daichi?
-¿Daichi? ¿Quién es Daichi? -le preguntó Ken, mientras trataba de animar el estado de su esposa.
Daisuke sintiéndose algo nervioso, quiso escaquearse, echándole las culpas a Veemon por bocazas, pero la jugada no le resultó tan fácil como creía, ya que Taichi se había acercado a él, pidiéndole que le explicara quién era ese tal Daichi y porque a él no le sorprendía el que hubieran dos Musukos.
Con gran pesadez, Daisuke les confesó toda la verdad.
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Tras habérselo contado, la respuesta que había obtenido fue la del desprecio por parte de las tres mujeres en cómo había sido capaz de dar a su hijo así de fácil. Además, también tenía a varios hombres que se sentían molestos por haberles ocultado algo tan importante y no haber confiado en ellos para poder ayudarlo.
-¡¿Qué queréis que hiciera?! ¡Yo no quería perder a mi hijo por mucho que Musuko se pusiera de berrinche! ¡Pero no pude contradecir a Arisachan! ¡Ella estaba tan decidida que fui incapaz de negarme!
-Pero si nos lo hubieras contado, nosotros habríamos convencido a Arisasan -expresó Jou disgustado.
-O incluso a tu familia. Seguro que ellos se opondrían a semejante aberración -añadía ahora Iori más molesto que el resto- ¿No te paraste a pensar en lo injusto que debió ser para tu otro hijo?
Veemon viendo la expresión de tristeza en el rostro de su amigo, donde recibía todas esas acusaciones como si se las mereciera, intervino para que dejaran de atormentarlo. Pues él mejor que nadie, sabía lo mucho que su amigo había estado sufriendo desde la muerte de Sachi, la opresión por parte de la familia de Arisa al no estar de acuerdo en que se casaran, hasta que al final, se desatendieron tanto de su hija como de Daisuke. Daisuke había tenido que encargarse, sin haberse recuperado todavía de la muerte de Sachi, animar a su nueva esposa y, por si no fuera suficiente, sobrellevar la negatividad de Musuko al no gustarle Arisa como su nueva madre.
-¡¿Queréis dejarlo en paz?! ¡Por mucho que hayáis sido sus amigos o yo su compañero digimon, ninguno de nosotros sabe lo mucho que ha estado sufriendo Daisuke! ¡Tener que explicarle a un niño de tres años porqué su madre ya no estará más con ellos! ¡Criarlo solo mientras llevaba su negocio hasta que se casó con Arisa! ¡Por no hablar de los numerosos cotilleos que había sufrido por haberse casado tan pronto y con una chica mucho más joven que él! ¡Una mujer que, a pesar de la oposición de su familia y el no querer volver a verla más, ama a Daisuke incondicionalmente y a Musuko como si fuera su propio hijo aunque no sea de su sangre! ¡Por supuesto que es algo que a Musuko cuando era niño no le debió de haber gustado! ¡Vosotros no estabais presentes de cómo ese niño martirizaba a la pobre Arisa porque no la quería, pese a su esfuerzo! ¡¿Es que no tenéis en cuenta los sentimientos tanto de Daisuke como de Arisa y cómo incluso para ellos, fue un dolor tremendo el tener que abandonar a su propio hijo?! -el digimon dragón lloraba de rabia. Pero era cierto. Ellos no estaban presentes en los atentados que el pequeño Musuko realizaba contra Arisa, todo por el temor de que lo dejaran de lado.
Daisuke observaba asombrado a su compañero digimon y cómo intercedía por él, aunque tuviera que manifestar la dura realidad en la que había vivido.
-¡Por supuesto que para ellos fue un dolor muy grande tener que dejar a su hijo a otra familia! ¡Pero al menos no lo abandonaron a su suerte e hicieron una buena obra, al dárselo a una familia que no podía tener hijos! Y aún así… Pese a la promesa que Daisuke les había dicho de no ponerse en contacto con él y que, le concediera el deseo de que fuese llamado Daichi, Daisuke jamás se olvidó de él. Por eso… Por eso… Por eso, no dejaba de viajar a la sucursal que tiene en China, con el deseo de que la casualidad pudiera darle la oportunidad de verlo y saber que está bien.
Daisuke abrazó a su digimon, alegando que ya no era necesario que dijera más en su defensa y agradeciendo el enorme gesto que había tenido con él. Entonces, para sorpresa del hombre, se encontró con la mano comprensiva de Ken sobre su hombro y con una sonrisa tranquila le dijo.
-Es verdad que me molesta que nos hayas ocultado algo tan importante, pero por mi parte, como amigo tuyo que soy y que sé como eres y lo que has pasado, puedo entender tus motivos y a comprender que no debió de haber sido tan fácil tomar aquella decisión. Pero si lo hiciste, fue por el bien de tu familia y del propio Daichi.
-Ken -murmuró Daisuke con una pequeña sonrisa, y con su ayuda, se levantó para mirarlo con agradecimiento.
-Además, el hecho de que él esté aquí y junto a nuestros hijos, supongo que significará algo, ¿no? -hablaba ahora Taichi guiñándole el ojo, transmitiéndole una esperanza que Daisuke siempre quiso que sucediera.
-Taichisan… -dijo Daisuke emocionado.
-¡Yo sigo insistiendo en que no hizo lo correcto! -seguía manifestando Miyako en sus trece, incluso pese a la insistencia de su marido en que no siguiera molesta con Daisuke-. ¡Si quiere que cambie de parecer -con un ojo cerrado y el otro mirándole con gesto amenazador-, cuando todo esto acabe, que nos invite a comer durante un mes al restaurante suyo! ¡El de tres estrellas Michelín! -agregando donde no le valía que le invitara a cualquiera de los restaurantes que Daisuke poseía.
La iniciativa por parte de Miyako gustó al resto, donde apoyaron la moción, y le dijeron que los invitara a ellos también a dicho restaurante. Algo que a Daisuke no le hacía mucha gracia, pero si con eso volvían a estar con todos en buenos términos, pues podría sacrificarse un poco para la causa.
-¡Oh! ¡¿Quién es ese?! -Patamon que seguía observando lo que había en el exterior, se quedó impresionado ante la llegada de alguien espectacular a la zona de batalla.
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Mientras eso estaba sucediendo, en el campo de batalla, tras haber aparecido los dos últimos digiclones, Isaki no había tardado en presionar el botón que Elpidamon le había dado hace varios días para avisarle y fuera a ayudarles. Sin embargo, Isaki sentía que aquel dispositivo no funcionaba, ya que Elpidamon no había aparecido.
Trató de calmarse y de analizar la situación en la que se encontraban.
Hasta la fecha parecía la situación más desesperada de todas, y eso que, ahora, contaban con todos los digimon en su última etapa, la kyuukyokutai, aparte de que ya no solo estaban ellos solos, sino que contaban con la ayuda y el apoyo de los adolescentes y sus digimon también en el nivel kyuukyokutai. Solo el digimon de su hermano y el suyo eran las excepciones. Pero ahora, el niño confiaba en que Piddowomon pudiera digievolucionar al nivel kyuukyokutai gracias a su poder de la luz.
Durante el combate anterior, Isaki había podido notar como la luz de su corazón había brillado tanto, así como esa característica que su hermano tendría que haber heredado de su padre, pero que él también la compartía, la esperanza.
¡Así es!
Se dijo resolutivo.
Takeshi y él, como buenos hermanos que eran y que se ayudaban mutuamente, podían compartir la luz y la esperanza y que ese poder pudiera llegar a Piddowomon y a Holypiddomon.
Sólo debía creer y esperar que su hermano también se diera cuenta de que él también podría tener la luz, además de la esperanza.
Pero primero, tenía que mantener la calma y tranquilizarse.
El hecho de que no solo se presentasen Dunkelmon y Lichtmon sino también todos los digimon que habían sido masacrados por esos dos digiclones, confería una situación desesperada, de la que no sabían qué hacer o cómo salir.
-¡Adelante!
Y antes de que Isaki pudiera calmarse y pensar en algún plan contra ellos, Lichtmon había dado la señal para que el primer escuadrón que estaba situado delante del gran ejército de digizombies, corriese hacia ellos, lanzándoles sus ataques más poderosos.
El primer instinto de todos los digimon fue el de proteger a sus compañeros humanos, al mismo tiempo que tratar de evitar esa horda de fuertes ataques, donde correr no era una opción. Tendrían que contrarrestarles. Pero contrarrestar un grupo de ataques de más de cien digimon era tarea imposible por mucho que estuvieran en el nivel kyuukyokutai. Sobre todo, si entre los digimon que les atacaban habían muchos de nivel kazentai.
No les quedaba más remedio que sufrir esos ataques en sus propias carnes y evitar que llegasen a sus propios compañeros humanos.
Algo que Lichtmon y Dunkelmon suponían, por lo que tenían ya sus sonrisas arrogantes marcadas en sus caras.
Pero los ataques que deberían haber causado un daño físico en los digimon y moral para sus compañeros humanos fue evitado, ya que una misteriosa barrera mágica se había formado alrededor de ellos.
Los primeros sorprendidos habían sido los niños, ya que no se esperaban un fenómeno paranormal como ese. Incluso llegaron a pensar que podría haber sido obra de Aki o incluso de Isaki, pero al verlos tan confusos como ellos, donde no habían tenido nada que ver, tuvieron que quedarse más confusos y a querer descubrir quién les había ayudado.
¿Serían acaso sus padres? Querían pensar Shin y Momoko al mismo tiempo de forma ingenua.
El asombro que tenían Dunkelmon y Lichtmon se convirtió en furia, y deseosos de ver cómo aquellos niños, adolescentes y sus digimon sufrían el daño que tanto ansiaban presenciar, dieron la orden al primer escuadrón para embestirse contra la barrera y destruirla.
El escuadrón de digimon de niveles desde el segundo younenki hasta el kazentai se abalanzaron como locos contra la barrera, mostrando su fiereza a través de sus dientes afilados y de sus miradas amenazantes, donde no les bastaba con eliminarlos con un simple ataque, sino que les provocarían una muerte lenta y dolorosa.
El ver a todos esos digimon como si fueran bestias descontroladas, asustó a más de uno, y a tratar de tapar su cabeza y a cerrar de ojos, mostrando el miedo y el terror que sentía, sin saber qué hacer para salir de lo que parecía una pesadilla.
-¿Qué hacemos? ¿Qué hacemos? -Minami también se sentía aterrorizada ante lo que presenciaba. Se aferraba a su hermano pequeño como si él fuese mucho más fuerte que ella y pudiera salvarla.
-Si siguen así, la barrera no podrá seguir aguantando -objetó Sanae viendo como empezaba a crearse grietas por todos lados de la barrera.
-Tendremos que luchar contra ellos -fue la firme y dolorosa decisión dicha por Tennougreymon.
-¡Pero yo no puedo! ¡Son nuestros aliados! -le recordó Hanwokentromon.
-¡Pero algo tenemos que hacer! -apoyaba Kaiserveidramon.
Algunos de aquellos digizombies empezaron a desesperarse viendo que no conseguían nada rompiendo la barrera, así que optaron por cavar y tratar de entrar bajo el suelo. Un leve movimiento sísmico, aterró tanto a los niños y a los adolescentes, donde muchos se protegían entre sí. Los digimon viendo que si no hacían algo de inmediato, sus compañeros humanos podrían sufrir heridas de gravedad. Así que salieron de la barrera y con ataques leves para no matarlos, trataron de alejarla de ella.
-¡Ohh! Por fin se han dignado a atacar -comentaba Dunkelmon frotándose las manos emocionado.
-En ese caso… -comentaba Lichtmon- ¡Segundo escuadrón! ¡Al ataque!
Y ante el comunicado de Lichtmon, el ejército de digizombies contra los que peleaban los digimon se duplicó. Algo que les producía una risa maliciosa a los hermanos de la luz y la oscuridad.
La desesperación crecía entre los digimon, donde evitar a un grupo numeroso de digimon que se alejaran de la barrera, o que cuando los atacasen no poder responderles para evitarlo, comenzaba a ser una tarea muy complicada.
-¡Malditos! ¡¿Cómo se atreven a usar a los digimon contra nosotros?! -perjuraba muy molesto Takeshi, donde no podían hacer nada para resistirse. Puede que tuvieran el poder necesario, pero si empleasen todo el poder, seguro que acabarían matándolos, y eso es algo que tenían que evitar a toda costa si querían salvarles.
-¿Y si los purificásemos? ¿Acaso Isakikun o Akikun no tienen ese poder? -preguntó Momoko esperanzada, donde no podía seguir presenciando como su digimon se encontraba contra las cuerdas.
-¡Eso es! ¡Si ambos usan el poder mágico que tienen, seguro que los digimon volverán a la normalidad! -apoyó Musuko confiado.
Sin embargo, cuando Musuko y Momoko miraron al resto de sus amigos para que les apoyase en la idea, no encontraron el mismo entusiasmo que tenían ellos.
-Podría suceder, de no ser porque estamos ante más de cientos de miles de digimon -les dijo Kazumi con gran pesar.
-Pero, eso no es nada con el gran poder que tienen -seguía Musuko insistiendo.
-¿Pretendes pedirle a mi hermano y a mi primo algo imposible cuando todavía no han descansado de lo sucedido en el anterior combate? -protestaba Takeshi.
-¿Por qué crees que Kabumon no ayuda a los demás digimon? -le seguía Nat igual de molesta que su primo.
-Pero… -desde luego que no podía seguir con que aquello era más necesario que ver como sus digimon lo pasaban mal contra aquel ejército de digizombies. Buscó con la mirada a la Kido, pero su hermano mayor le había pedido que no dijera más, para evitar las broncas que le darían los familiares de los dos afectados, quedándose sólo con esa idea.
-Tranquilo, hermano. Seguro que habrá alguna forma para poder vencerlos -le dijo Daichi en su intento de animarlo.
-¡No son reales! -exclamó Aki de repente.
Las palabras del más joven dejaron sorprendidos a todos, sin comprender muy bien qué quería decir con eso.
¿Cómo que no eran reales?
Estaba claro que sí lo eran. Estaban allí, luchando con sus digimon y infringiéndoles daño.
Eran los mismos digimon que habían muerto y que habían renacido como si fueran zombies con sus ataques y más poderosos (o esa es la impresión que tenían).
-No sé explicarlo muy bien, pero… -añadía el niño ante el séquito de preguntas por parte de todos, al no entender lo que decía.
Entonces, de repente y para sorpresa de todos, un potente ataque había exterminado en menos de un segundo con todo el ejército cercano a los humanos y a los digimon.
Al descubrir que se trataba de Elpidamon, la confusión se pintó en Isaki y en el resto por muchos motivos.
¿Por qué los había matado?
¿Por qué aquel digimon llevaba a Hinode en brazos?
¿Y quién era el digimon que estaba a su lado?
¿Qué estaba pasando?
Takeshi y los dos digimon tipo ángel actuaron de inmediato desconfiados. El que Elpidamon estuviera en aquel lugar con Hinode, no les infundía ningún tipo de confianza.
-¿Cómo se te ocurre traer a mi hermana a este lugar? -clamaba Takeshi enfurecido, ignorando como su hermanita reía feliz a pesar de todo.
Elpidamon vio al rubio que se mantenía con los dientes fuertemente apretados de la rabia, mientras que Isaki parecía mirarlo con cierta decepción. Los dos digimon ángeles se acercaron hasta Elpidamon, preguntándole porqué traía a Hinode a aquel lugar y por qué había matado a los digimon.
-¡Dámela ahora mismo! -exigía el ángel femenino.
Nairmon observaba a los dos ángeles ignorando quiénes eran y porqué le hablaban así a su hermano, mientras que observaba con cierto alivio al ver a las caras conocidas de los hermanos mayores de su compañera humana.
-Los he matado porque lo que dice el heredero de la amistad es cierto -clamaba Elpidamon, descendiendo junto a Nairmon hasta colocarse al lado de Isaki y Takeshi. Piddowomon y Holypiddomon también descendieron y antes de que volvieran a exigirle que le entregasen a Hinode, Elpidamon se la dio a Isaki. Luego, observó como Lichtmon y Dunkelmon lucían como niños molestos por haberles jodido la fiesta-. Estos seres son simple materias inanimadas sin alma con forma de digimon.
-¡Oye! ¡¿Y cómo se te ocurre traer a Hinode a este lugar?! -intervino Holypiddomon enfrentándose a él cara a cara donde lo más importante para el digimon era la presencia de Hinode en aquel lugar. Le daba igual que la hubiera dejado en manos del hermano de su compañero humano, que seguía sin entender cómo es que había traído a una niña tan pequeña a ese sitio.
-Porque es necesaria para que podamos luchar los cuatro contra esos dos -le contestó con suma tranquilidad.
-¿Cómo que los cuatro? -articuló Piddowomon confusa, y luego miró a Nairmon que revoloteaba alrededor de Isaki y Hinode y observaba tanto a Holypiddomon y a ella con los mofletes hinchados de la rabia- ¿Y quién es este digimon?
-La pregunta es, ¿cuándo habéis digievolucionado? ¿O es que no sois Nyaromon y Tokomon?
Que esa pequeña digimon los conociera como si fuera de toda la vida, hizo que Holypiddomon y Piddowomon quisieran analizarla con más detalle. Viendo como tenía cierta similitud con Plottomon y Patamon, los dos digimon no se creyeron que aquella digimon fuera Midoripoyomon, el digimon de Hinode.
-¡Pues sí! ¡Soy yo! -argumentaba orgullosa-. El poder de una tremenda luz que apareció en el mundo real hizo que digievolucionara al nivel seichouki. Ahora soy Nairmon.
-¿Nairmon? Pero, ¿cómo…? -Holypiddomon seguía aturdido, al igual que su compañero humano y el resto de sus familiares.
No entendían nada de nada.
-Os lo explicaré en otro momento. Ahora lo más importante es eliminar a ese ejército. Vosotros tendréis que encargaros de ello. Nosotros -refiriéndose a los dos digimon ángeles junto a Nairmon- nos encargaremos de esos dos hermanos de luz y oscuridad.
-¡Un momento! -intervino Sakuramon con varios de sus amigos respaldándole- ¡¿Cómo que derrotarles?! ¡¿Cómo podemos fiarnos de alguien que ha llegado con un bebé y parece saber más que cualquiera de nosotros?!
-Además no tiene ninguna lógica ni belleza lo que has dicho -aportaba Lordknightmon.
-Pero es que tiene razón. No son reales -aportaba Nairmon como si comprendiese de forma clara y precisa lo que simbolizaban ese ejército de digizombies.
Su condición como digimon de uno de los cuatro digielegidos especiales, hacía que tuviese ese poder especial y a sentir todo lo sobrenatural.
Escuchar de nuevo el mismo comentario, hizo que los tres hermanos Ishida se acercaran para confirmarlo. Cuando Aki había dicho que no eran reales, tanto Yuuta como Nat habían tratado de entender qué significaban aquellas palabras. Incluso Kabumon había afirmado que aquellos entes no eran reales, pero que no sabía cómo explicarlo. Por lo que cuando Elpidamon había soltado que eran formas materiales inanimadas sin alma, Aki había afirmado que era eso lo que había pretendido decir.
-Si Aki también lo corrobora, entonces es que es cierto -completó Yuuta.
-Por lo tanto, no hay necesidad de que nuestros digimon se contengan y terminar con esta payasada -finalizaba Nat.
-Pero… -empezó a objetar tanto Takeshi como Sanae al mismo tiempo.
-No habrá nada que lamentar -continuó Elpidamon observando al gran vasto de digizombies que todavía quedaban por derrotar-. Solo son cuerpos sólidos que se les ha dado una forma y sus respectivos ataques para confundiros. Viendo las caras de esos dos niñatos parece que ha sido cosa de ellos -notando como la molestia los delataba.
-Entonces, si derrotamos a Dunkelmon y Lichtmon, los digizombies dejarían de moverse -concluyó Kazumi, siendo lo más lógico.
-¡Yo sigo sin entender lo que son! -clamó Momoko donde no era la única que no entendía que era en realidad ese ejército de digizombies-. ¡¿Son digimon, digizombies o que son?!
-Ni digimon ni lo que nos hicieron creer, digizombies a partir de los digimon que mataron. Sólo simple marionetas con su forma y sus ataques de la que ellos tiran los hilos -le contestó Izumi con la misma frustración que la mayoría sentía por haberles engañado con algo tan ruin.
-¡Pues a ver empezado por ahí que yo tampoco me enteraba de nada! -se quejó Minami que era otra de las que tampoco se habían enterado de qué era en realidad esos digizombies.
-Hacer lo que han hecho ha sido muy rastrero -terminó Misato donde no podía perdonar a esos dos seres capaces de jugar con los sentimientos de alguien. Ella misma lo había sufrido en sus propias carnes durante su combate, pero ver cómo aquello parecía ser el pasatiempo del enemigo, empezaba a hartarles.
-¡Vamos a zanjar esto de una vez por todas! -manifestaba Takeshi más airado que nunca.
-De ello nos ocuparemos nosotros cuatro -dijo Elpidamon con voz firme.
Fue entonces cuando Isaki le recordó la diferencia de nivel que hubo cuando Piddowomon y Holypiddomon se habían enfrentado a Dunkelmon y Lichtmon.
-Por no mencionar que Nairmon está en el nivel seichouki -le recordaba Isaki con gran pesar. No hablaba con desesperanza ya que confiaba que durante el combate los dos digimon digievolucionaran a su último nivel como había sucedido con sus amigos. Pero era mejor ser conscientes de que no iba a ser nada fácil y anduvieran con pies de plomo.
-Eso no es un problema.
Tras aquellas palabras intrigantes y ante la sorpresa de todos, de las manos de Elpidamon que tenía estiradas como si sujetara algo apareció una bola brillante. Se dividió en tres y se dirigieron hacia los Holypiddomon y sus dos hermanas. Los tres brillaron tan fuerte que al principio, Takeshi se había alterado y a asustarse de que algo malo les hubiera pasado. Aunque Elpidamon fuera alguien fuerte y les hubiera ayudado e informado sobre lo que creían que eran los digimon muertos en forma de zombi, todavía seguía desconfiado por el simple hecho de haber traído a su hermana pequeña.
El sentimiento negativo que tenía por cómo los digimon oscuros habían matado cruelmente a su hermana Kibou, habían emergido y a pensar que Elpidamon era otro enemigo que los estaba engañando. Pero cuando su hermano mayor le dijo que se tranquilizara, como si a él no le hubiera importado que trajera a su hermana de meses, Takeshi se sintió más confuso.
Pero cuando la luz dejó de brillar y pudo ver a su digimon, se dio cuenta de que éste había digievolucionado a lo que parecía ser el nivel kyuukyokutai. Y no solo había digievolucionado su digimon. El digimon de su hermano Isaki, incluso la de Hinode habían digievolucionado también.
-¡Qué mona! -habían pronunciado a coro casi todas las chicas con muchísima emoción, menos Nat y Kazumi, ante la nueva apariencia de la digimon de su hermana.
La digimon de Hinode había pasado de ser ese extraño perro con alas a una digimon fémina de tipo ángel pero con aspecto y cara de niña. A primera vista parecía la versión infantil de Angewomon, aunque no iba tan atrevida como ella, sino que tenía un bonito vestido de triángulo invertido con muchos volantes y sin mangas. Sus manos estaban adornados por unos guantes donde en el dorsal de la mano tenía tallado una estrella. Una estrella que también se podía apreciar en su corpiño, como si fuera una marca propia de la digimon. Tenía unos calcetines altos que le llegaba un poco más por encima de las rodillas y unas botas donde en el talón estaba adornada una estrella. El color principal de su ropa era el blanco con algunos detalles en rosa y en amarillo. Cuatro pequeñas alas estaban adornadas en su espalda donde a primera vista, parecían más como un adorno que alas de verdad.
Cuando Kazumi inspeccionó sus datos, ahora entendía porqué había tanta estrella a su alrededor. Recibía el nombre de Starangewomon. Y pese a su aspecto de niña de casi su misma edad, era un digimon que se encontraba en el nivel kyuukyokutai.
-Su ataque más poderoso se llama "Morning Star".
Mientras Kazumi recitaba los datos de su digimon, donde pocos eran sus oyentes, ya que su voz no podía mezclarse con el ruido de emoción que tenían casi todas las chicas y la queja de la propia Starangewomon de que a diferencia de sus hermanos, ella tuviera aspecto de niña pequeña.
Pues las transformaciones de Holypiddomon y Piddowomon, aunque se mantenían algo juveniles, era como si hubieran crecido un poco, como si fueran muchachos a punto de cumplir la mayoría de edad.
Ambos eran como si fueran hermanos gemelos pero de distinto género. Pero lo más impresionante y que dejaba con una sonrisa de sorpresa a Isaki y Takeshi era verlos con mezclas de Seraphimon y Ophanimon.
La nueva forma de Holypiddomon tenía los colores verdes y grisáceos de Ophanimon con sus detalles en un tono verde más oscuro. Su rostro no estaba del todo cubierto, pudiendo apreciar así su rostro en una mezcla de jovial y de adulto. Sin embargo, aquel casco estaba sobre su cabeza con la cruz tallada en él y las dos alas de ángel en vez de orejas y seis alas blancas a la espalda. Lo mismo se podía apreciar en la nueva forma de Piddowomon. Sólo que sus colores eran los mismos que los de Seraphimon, pero con los mismos ropajes y detalles que su hermano.
De cintura para arriba tenían las partes de armadura de Seraphimon, incluso ese tallado del emblema en el centro, donde en la nueva forma de Piddowomon se vislumbraba el emblema de la luz. De cintura para abajo se conformaba por la parte lateral que tenía Ophanimon de armadura, donde el centro de las piernas era cubierto con un taparrabos con inscripciones sagradas grabadas. Ambos portaban el mismo estilo de guantes que Ophanimon, mientras que sus pies se asemejaban a las botas que calzaba Seraphimon. Pero la mayor característica exclusiva de ambos hermanos digimon, aparte de la visualización de su rostro, era que podía apreciarse la desnudez de sus brazos, piernas y parte del torso.
-Archpiddowomon digimon de nivel kyuukyokutai de tipo arcángel. Su ataque más poderoso es el "Arco de luz" -recitaba Kazumi, donde en esta ocasión pudo obtener la atención de varios de los niños. Pues el mencionar arcángel como tipo de digimon era algo nunca escuchado-. Archpiddomon de nivel kyuukyokutai de tipo arcángel. Su ataque más poderoso es el "Arco de esperanza".
-Muy originales con los ataques no son -promulgó Satoshi con cierta burla.
-Estos dos digimon -seguía recitando Kazumi ignorando a Satoshi- pueden efectuar un ataque conjunto llamado "Luz de esperanza".
-Insisto, sus ataques no son nada originales -continuaba Satoshi, donde ya no solo era Kazumi quién lo había ignorado, sino el resto también.
-¡Qué pasada! -decía Toji admirado- ¡Hasta pueden atacar juntos como Pegasusmon y Nefertimon!
-Se nota que son hijos de digimon sagrados -seguía Minami fascinada viendo tanto ángel como a la niñita mona de Starangewomon donde parecía que se encontraba en algún escenario de idols mágicos y angelicales.
-¿Y por qué yo no soy tan guay como ellos? ¿Y por qué tengo el aspecto de una niña? -seguía quejándose Starangewomon algo celosa.
Viendo a Hinode donde su carita feliz y risueña emanaba risas de emoción viéndola y estiraba sus brazos para tocarla, tuvo que contentarse con su apariencia. Al menos tenía el poder para defenderla.
-¿Ya habéis acabado con vuestro estúpido show?
La pregunta de Dunkelmon les devolvió a todos a la realidad y a recordar que no estaban en ningún paraíso para apreciar la hermosura de ángeles, sino en un lugar oscuro con dos digiclones poderosos y sus padres encerrados en la torre que estaba a pocos metros de distancia.
-¿Creéis que con vuestro espectáculo de nuevos digimon ángeles podréis derrotar a los hermanos de luz y oscuridad? Especialmente a mí, que soy la luz personificada -presumía Lichtmon con una risita maliciosa.
Los cuatro digimon junto a Isaki y Takeshi se centraron en los dos oponentes que tendrían como rivales, sin dejarse menguar por sus palabras.
-Bueno, hermanita, ya que ellos han presumido con sus nuevas apariencias, ¿por qué no hacemos nosotros lo mismo?
-¡Es una excelentísima idea! -fingiendo de mala manera.
Entonces el cielo empezó a oscurecerse y a brillar al mismo tiempo. Los dos digiclones alzaron sus manos al cielo y conjuntamente gritaron los nombres de sus creadores, proclamando que les concediera su verdadero poder.
Tormentas aparecieron por el cielo y un mal presagio que empezó a aterrar a más de uno, como si pudieran sentir el gran poder que se avecinaba. Incluso los digimon de Taichi y los demás podían sentir esa poderosa presencia maligna, donde Tailmon y Patamon sentían como una especie de molestia que los irritaba.
Los hijos de los elegidos y sus digimon observaron como de aquellas cicatrices que tenían Lichtmon y Dunkelmon en los ojos brillaron de negro y blanco respectivamente. Luego lo hicieron la tobillera sagrada de Lichtmon y la morada de Dunkelmon. Sus cuerpos fueron envueltos en una mezcla de luz brillante y oscura que se movió en forma de espiral alrededor de ellos. Una luz tanto positiva como negativa que se unió de forma conjunta alrededor de los hermanos de luz y esperanza.
Luego hubo una brillante explosión que cegó a todo el mundo y finalmente, las verdaderas formas de Lichtmon y Dunkelmon aparecieron ante ellos.
Ahora ya no tenían forma de niños de once años, sino que tenían aspecto de adultos con sus músculos bien formados. Daba la impresión de que sólo su apariencia física había crecido, ya que todavía conservaban esos harapos, pero que al crecer se veían rotos como si hubieran crecido con esa ropa puesta. Ver como una pequeña tela tapaba los atributos de Lichtmon era demasiado insinuante, sobre todo cuando tenía un generoso busto.
Sin embargo, había algo más distinto en ellos. El pelo de ambos era grisáceo y había crecido hasta la altura de la cintura. Ya no era rubio como lo había tenido Dunkelmon ni castaño oscuro como lo había tenido Lichtmon. La cicatriz en sus ojos persistía y un poco más grande que antes, pero ahora ambos tenían los dos ojos del mismo color y no con aquel color raro que les había producido repelús. Otra de las características principales es que ambos tenían sus alas de color gris. Como si ya no fueran ni luz ni oscuridad, sino una mezcla de ambos poderes.
-Muy bien, ¿empezamos? -dijo Dunkelmon con una voz más madura y provocando a sus rivales.
-La pregunta es, ¿por quién? Aunque yo estoy deseosa de descuartizar a ese hermoso ángel tan poderoso -decía Lichtmon con una sonrisa divertida, llevando su mano hacia sus labios, apreciándose el pintauñas de color rojo que combinaba con el color de sus labios.
Las palabras de ambos hermanos habían enfurecido tanto Archpiddomon como a sus dos hermanas. Elpidamon les pidió que mantuvieran la calma y que no se dejasen provocar.
-Además, creo que es más sensato dividirnos en dos y luchar por separado -continuaba-. Parece que ellos tienen más poder luchando juntos, aparte de una muy buena compenetración a diferencia de nosotros. Por eso, Starangewomon y yo nos ocuparemos de Lichtmon, mientras que Archpiddomon y Archpiddowomon de Dunkelmon. Creo que vosotros dos tenéis mejor combinación juntos y…
-¡Me niego! -cortó Archpiddowomon molesta para asombro de Elpidamon y Archpiddomon, y con sus ojos puestos sobre Lichtmon-. ¡Yo me encargaré de Lichtmon!
-Pero…
-¡No te olvides de mí! ¡Yo también quiero pelear contra esa tipa!
Elpidamon no comprendió porqué ambas estaban tan fuera de sí, como si su combate contra Lichtmon fuese algo personal. Pero al observar como no solo ellas, sino el resto de las chicas humanas y digimon féminas sentían un odio incontrolable hacia Lichtmon pudo entender ese enfado propio de mujeres, donde tomaban aquel tipo de batallas como algo personal donde ningún hombre debía entrometerse.
No teniendo otra forma que aceptar, entonces, se decretó que las dos chicas fueran contra Lichtmon, mientras que Archpiddomon y él contra Dunkelmon. Luego, les dijo que el resto de digimon se encargaran del ejército que restaba y la misión no solo de proteger a sus respectivos compañeros humanos sino que también de Isaki, Takeshi y Hinode.
El ver como ese digimon que no tenía compañero humano, y aún así, se preocupaba mucho por los hijos de Takeru y Hikari era algo muy sospechoso, así como a preguntarse porqué hablaba como si fuera uno de ellos. Pero teniendo tal enfrentamiento, buscarían después las respuestas.
Entonces, para sorpresa de los niños, la barrera que los protegía desapareció de repente.
Elpidamon se lamentó el no poder seguir protegiéndoles con su barrera, pero necesitaba de todo su poder para enfrentarse al enemigo. Fue en ese momento, que comprendieron que aquella barrera había sido obra de él, por lo que, menos razones le estaban dando a Takeshi para seguir desconfíando de aquel extraño digimon.
-¡Adelante! ¡Que comience el combate final!
Y poco después, la gran batalla comenzó.
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-¡¿Qué está pasando?! ¡¿Qué está pasando?! -gritaba Mimi desesperada en querer saber lo que ocurría.
Solo los digimon podían informarle de lo sucedido. Pero estos ya no se contentaban con verlo mediante turnos, sino que se peleaban por querer ver cómo sus respectivos hijos peleaban, dejándolos con un orgullo sobre sus cuerpos y a admirarlos como si fueran seres increíbles pero sin detallar a Taichi y a los demás nada de lo que ocurría.
Piyomon era la única que no se movía de su sitio pese a que se moría de ganas por de ver a sus hijos digimon. ¿Cómo serían sus digievoluciones? ¿Se parecerían a Gabumon o a ella? ¿Tsunomon también habría digievolucionado? Eran de las preguntas que se hacía para sí misma, donde si dejaba a Sora podría comprobarlo. Pero se negaba a apartarse de su lado, donde nada de lo que pasaba parecía alterarla. Seguía con esa mirada perdida y vacía, como si no tuviera esperanzas con nada. A su lado se encontraban Taichi y Jou, pero con la mitad de la atención puesta en el intento de transmisión de los digimon. Pues los digimon, al pelearse por verlo, ofrecían vagas informaciones de lo que ocurría fuera.
-¡Eso es! ¡Dale fuerte! ¡Así me gusta! -gritaba Veemon emocionado siendo cargado por Hawkmon.
El digimon ave empezó a quejarse de que no podía seguir soportando su peso, y entonces, fue el turno de que Tentomon transportara a Armajimon para que viera lo que sucedía fuera.
-¡¿Pero decid algo, por favor?! -imploraba Miyako con la misma desesperación de Mimi en querer saber lo que ocurría fuera.
Cuando Hawkmon aterrizó en el suelo, agotado de estar llevando tanta carga, tuvo que soportar cómo Miyako lo movía con fuerza exigiéndole hablara de una vez. Woormon, desde el hombro de Ken, se sentía aliviado de no tener que estar pasando por lo mismo que pasaba su colega, mientras que Ken le pedía que dejara de agitarlo ya que así el pobre no podía decirle nada.
Hawkmon más cansado que nunca, procedió a explicar lo último que había visto.
-Se están celebrando dos combates en dos puntos distintos. Por un lado, están los digimon de los hijos de Tailmonsan y Patamonsan enfrentándose a dos criaturas que parecen ángeles caídos, y por otro, el resto de digimon con tus hijos y el resto de sus amigos.
-¡Sí! ¡Sí! ¡Eso ya lo sé desde hace media hora! -exigía saber Miyako con más desesperación que nunca-. Pero, ¡¿Cómo van?!
-¡Los del grupo de los hijos de Patamon y Tailmon parece que igualados! ¡Pero mis hijos y el resto están haciendo un buen trabajo con esos extraños digimon que desde luego no son digimon! -añadía Veemon orgulloso.
-¿Cómo que están igualados? -preguntó Hikari con cierta inquietud observando a Patamon y a Tailmon. Sabía que los digimon de Isaki y Takeshi se habían convertido en dos digimon con aspectos parecidos a Seraphimon y Ophanimon, por lo que tendrían que estar en el nivel kyuukyokutai. Y por lo general, los digimon ángeles en nivel kyuukyokutai eran los que más poder tenían y que estaba por encima de cualquier digimon.
-Es normal, Hikari. Incluso desde aquí, siento que el poder de esos dos extraños digimon es muy fuerte -reconocía Tailmon, donde no quería preocuparla al añadir que incluso quizás estaba por encima de sus hijos digimon.
-Aunque no tan fuerte si nosotros digievolucionáramos a Seraphimon y a Ophanimon -le recordó Patamon sobre el hombro de Takeru.
El hombre aún seguía medio angustiado por la muerte de su hermano. Y ahora más que nunca, no tenía las capacidades mentales como para reaccionar o incluso tratar de que su cuñada se recuperara. Era como si la esperanza hubiese muerto con él. Sólo el ver como su querida luz se acercaba demasiado a Taichi lo hacía reaccionar.
-Aunque creo que ese extraño digimon ángel puede hacerlo.
-¿Hablas del digimon que hizo que los digimon de Isakikun y Takeshikun digievolucionasen? -preguntó Koushirou.
-Ese mismo -reconocía Patamon-. Además, no sé porqué, pero ese digimon me transmite nostalgia y esperanza.
-A mí también -apoyó Tailmon sintiendo lo mismo que Patamon.
-¿Qué significa eso? -preguntaba Hikari más confusa que nunca.
Ambos digimon se miraron y al unísono comentaron con cierta pena que no sabían decirle alguna razón lógica.
Sin ninguna pista más sobre aquel nuevo digimon, tuvieron que enfocarse en la transmisión que los digimon les daba sobre cómo iba fuera. Sin embargo, lo único que hacían era maravillarse por lo que estaban viendo.
-¡Oh! ¡Menuda belleza! ¡Menuda forma elegante de combatir! -decía Armajimon impresionado del digimon de la hija de su amigo. Pues, a través del combate, de los parecidos, por descartes en la apariencia de quién debería ser cada quién y de la dirección de ojos que los niños miraban, los digimon habían supuesto quién era cada digimon- ¡Iori! ¡Tienes que verlo! ¡Rápido! -animaba Armajimon.
-Sí, claro. Si pudiera -le dijo Iori con cierto sarcasmo, recordándole que él al ser un adulto, los digimon no tenían la fuerza necesaria para poder cargarlo.
-¡Ah! -el digimon sintiéndose en apuro, no dijo nada y volvió a animar al digimon de Misato- ¡Vamos, ánimo! ¡Así me gusta! -gritaba Armajimon emocionado, olvidándose de su metedura de pata- ¡Menuda pasada que son todos!
Las exclamaciones impresionantes por parte de Armajimon hicieron que las ganas en Miyako fueran en aumento y a pedirle a su digimon que la cargara para que pudiera verlo.
Hawkmon en su estado de agotamiento la miró como si hubiera hablado chino por una petición completamente imposible de conceder.
-Además, has engordado un poco desde los quince años.
No hizo falta decir que eso a Miyako le provocó una vergüenza horrible y a golpear a su digimon hasta quedarse a gusto.
-¡No he engordado! ¡Sólo he crecido! -se justificaba ella roja como un tomate, teniendo a su esposo tratando de calmarla y darle la razón de que no había engordado cuando ella le había preguntado si él pensaba que había engordado.
Mientras Hawkmon todo golpeado, observó como Woormon se acercaba a su lado y en bajito y con voz cargada de ánimo le dijo.
-¡Ánimo, Hawkmon! ¡Siempre tendrás mi admiración!
Taichi le comentó a Jou con una sonrisa forzada cómo el ánimo entre ellos parecía haberse restaurado. Aunque a costa de Hawkmon, añadía el más mayor de todos.
Ambos hombres se encontraban junto a Sora. Jou evaluándola a cada gesto extraño que le pareciese, por si eso representaba un avance, o por el contrario, una regresión donde tendría que hacer algo, para que esa regresión no fuera a peor. Se encontraba pensando y recordando todos los libros de psicología que había leído. Como nunca se había especializado en esa rama, todo lo que sabía era lo básico para cualquier personal sanitario.
Taichi se encontraba también al lado de Sora. No podía dejarla sola, aunque tuviera a Piyomon. Pues confiaba en que en cualquier momento, ella recuperase la memoria. Y cuando lo hiciera, seguro que volvería a derrumbarse al pensar en la muerte de Yamato. Sólo hacía falta ver cómo Takeru seguía medio apenado, donde a pesar de que sus hijos estaban cerca, apenas atendía al combate. Pero él contaba con Hikari y los dos digimon. Así que confiaba en ellos para que Takeru volviera a ser el hombre lleno de esperanza que era.
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Los combates continuaban.
Aunque había dos puntos principales donde se producían aquellas batallas, el más importante y el que todos mantenían su atención era el de los digimon con todo aquel cuerpo material que tenían forma y ataques de los digimon fallecidos.
A pesar de que se sintieran libres de matarlos sin remordimiento, el hecho de que fueran miles y miles de digimon contra quince hacía que a la larga se notara la diferencia y que el cansancio comenzara a afectarles.
La superioridad numérica siempre prevalecería sobre la superioridad de poder. Además, al mismo tiempo, tenían que encargarse de la protección de sus respectivos compañeros humanos. Algo complicado, donde los digimon empezaban a estar hartos de que la pelea no tuviera fin. Ni siquiera podían observar en cómo le irían a Archpiddowomon y al resto. Sólo confiar en que les estuviera yendo bien.
-¡Pero bueno! ¿Es que no se acaban nunca? -gritaba Shin tan desesperado viendo como los ataques de Nereidamon no eran tan potentes como antes.
-Tenemos que hacer algo. Nuestros digimon empiezan a cansarse -exponía Izumi igual de preocupada que el resto.
Aki viendo cómo todo parecía desequilibrarse, observó a su digimon. Kabumon como si pensase lo mismo, le devolvió la mirada y asintió.
El digimon saltó de los brazos de su pequeño compañero y digievolucionó a su forma kyuukyokutai.
El brillo que emanó del pequeño digimon fue bastante cegador, para que incluso Agumon (el cual le tocaba ver lo que sucedía) se quedara ciego y se apartara bruscamente de aquel pequeño resquicio donde podían observar todo. Tentomon que lo cargaba, se quejó para que no se moviera tanto. Y aquella luz traspasó el pequeño agujero que separaba el exterior del interior donde estaban los digielegidos y que estos volvieran a sentir esa cálida luz que los hacía sentir mejor y a que Taichi y los demás no sintieran la boca seca por no haber comido ni bebido durante horas.
Al comprender que se trataba de aquella luz quién lograba regenerarlos, más de un digimon quiso saber de quién provenía semejante poder.
Por su parte, Dunkelmon y Lichtmon en medio del combate individual que mantenían, se quejaron por la molestia que ocasionaba aquel niño y su digimon. Algo que hacía sonreír a Elpidamon de que ellos también por fin entrase en batalla. Estaba convencido de que con él, podría estar tranquilo en lo que respetaba a Isaki y Takeshi.
Cuando Tsukiyomimon hizo acto de aparición, de inmediato con su "Juicio lunar" ofreció a todos los digimon el aumento de poder y regeneración para que pudieran seguir combatiendo.
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-¡¿Qué ha pasado ahora?! ¡¿Qué ha sido esa luz?! -preguntaba Koushirou con más ganas de saber que nunca.
Haber observado como esa luz había aparecido en varias ocasiones, y nuevamente y con los digimon siendo testigos de ello, era una excelente oportunidad para saciar esa curiosidad que lo estaba matando.
Tentomon y Agumon se encontraban en el suelo, ya que el digimon dinosaurio se había movido tanto que Tentomon había acabado perdiendo el equilibrio. Pero Agumon al ver que lo soltaba, había tirado del digimon insecto y ambos habían caído de bruces al suelo.
Patamon se dirigió para ver qué es lo que había pasado, ante la queja de Woormon ya que era su turno para ver lo que sucedía fuera. Patamon, observando lo que había sucedido, se encontró boquiabierto de la impresión.
-¡El digimon de Aki ha ultradigievolucionado a un digimon sagrado muy molón!
Aquello atrajo la atención de Piyomon donde sus ganas de querer en verlo empezaban a competir con estar junto a Sora.
-¡Menudo poder! -seguía exclamando Patamon sin abandonar su sorpresa.
-Eso quiere decir que el poder de Akikun como digielegido especial, ¿por fin ha despertado? -preguntaba Taichi igual de emocionado que el resto.
-¡Tenéis que verlo! ¡Rápido! ¡Rápido! -apresuraba Patamon sin ser consciente de que no todos podrían ver la magnífica apariencia de Tsukiyomimon-. ¡Tiene rasgos de Gabumon pero en forma de digimon sagrado!
Piyomon no pudo soportarlo más y dejándoles a Taichi y a Jou que no se alejaran de Sora bajo ningún concepto, voló para poder verlo con sus propios ojos.
Patamon no discutió en cederle su turno. De hecho, Piyomon se merecía que ella misma presenciase aquella impresionante forma.
Los ojos de Piyomon brillaron de lágrimas al ver las digievoluciones finales de Zabumon y Pyokomon. Ambos se mantenían bastante juntos y peleaban con arrojo y valentía. Tenían formas animales como ella cuando era Hououmon o cuando Gabumon era Metalgarurumon, donde el hecho de verse como hijos suyos era un poco descarado. Luego, cuando había visto al digimon que Patamon había descrito, se quedó más maravillada que nunca. Era como un todopoderoso guerrero con su armadura, capa y espada y aquellas alas de ángel lo hacían verse ultrapoderoso. Las tonalidades de color en su armadura le recordaban tanto a Gabumon que no pudo evitar pensar en lo orgulloso que estaría si lo viera.
¡Ese es nuestro hijo!
Se dijo a sí misma la digimon con mucha emoción.
En medio de toda esa emoción, Sora había vuelto a pronunciar el débil murmullo de Yamato. Cuando Tsukiyomimon había aparecido por primera vez, Sora había murmurado su nombre. Pero la sorpresa inesperada de todos ante aquella luz, había hecho que nadie le hubiera prestado atención. Pero ahora, estando Taichi y Jou más pendientes de ello, la habían escuchado clara y concisamente.
-¡Sora! ¿Has dicho Yamato?
Piyomon al escuchar la voz de Taichi decir aquello, regresó al lado de su amiga para mirarla con algo de esperanza.
-Dijo Yamato, ¿verdad, Jou?
-Lo dijo. No hay duda alguna.
El hecho de que Sora recordase a su marido era una señal esperanzadora para todos.
-Sora, ¿te acuerdas de Yamato? -preguntaba Piyomon con sus manos cogidas viendo como en sus ojos parecía haber recuperado la vida.
Pero aquellos ojos volvieron a apagarse y a olvidar por completo todo lo que era y a quiénes había amado.
-¡Sora! -murmuró Piyomon afectada.
-¿Qué pasa? -preguntaba Mimi acercándose a ellos con las manos entrelazadas a modo de ruego de que no fuese un sueño el ver cómo su amiga parecía recuperarse.
Jou la examinó con cuidado, percatándose de cómo en sus ojos había existido ese brillo de vida y cómo había dejado de existir. Como si ese brillo hubiese sido a corto plazo.
-Parece que sigue igual que antes.
-¡Pero dijo el nombre de Yamato! ¡Y sus ojos habían recuperado la vida! -promulgaba Piyomon donde no comprendía porqué había sucedido.
Entonces, la ave llegó a preguntarse si sería por culpa de su presencia que provocaba que Sora no recordase. Pues había sido dejarla para que Sora recordara todo.
-¿Soy yo, Sora? ¿Soy la que hace que no recuerdes nada? -preguntaba la digimon con lágrimas de pena.
-¡Por supuesto que no! -trataba de animar Gomamon-. ¡Seguro que ha sido otra cosa! ¿Verdad, Jou?
-Estoy de acuerdo con Gomamon -apoyaba Agumon.
-Seguramente haya sido el poder de la luz que hemos visto que haya provocado la vuelta de sus recuerdos -murmuraba Koushirou con su pose pensativa teorizando-. Al fin de cuentas, si fue causada por la digievolución del digimon de Akikun, es normal que la luz de su hijo como digielegido especial que es, haya llegado hasta Sora.
-¿Eso quiere decir que ese niño pueda ser la cura para Sorasan? -preguntaba Mimi con esperanzas.
-Es una teoría. Pero no podemos agarrarnos con ella y hacernos ilusiones -espetó Koushirou con frialdad ante la mujer-. No es que quiera bajar los ánimos -comentó a continuación a modo de pena con el resto. Pero su mala relación con Mimi, sacaba lo peor de él-, pero necesitamos más evidencias hasta estar seguros que Akikun pueda ser la esperanza para que Sorasan recupere sus memorias.
-Recemos entonces, para que así sea -promulgó Taichi viendo a Sora con pena.
-Y también para que nuestros hijos logren la victoria -añadió su hermana.
-Si creemos en ello, seguro que lo conseguirán -dijo Daisuke convencido de sus palabras.
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Tsukiyomimon seguía aumentando el poder de sus amigos, algo que Tennougreymon y el resto agradecían por el enorme poder que les concedía.
El digimon lobo sagrado se quedaba en el sitio, sobre su compañero humano y el resto, observando la batalla y observando con gran atención quién necesitaba de su poder para que las tornas continuasen a su favor. Pero divisar distintos puntos y con su falta de experiencia en combate, incluso Tsukiyomimon tuvo sus propios límites, al reaccionar tarde para ayudar a quién debía. Algo observado por Kazumi, donde puso de inmediato su cerebro a trabajar. Pues en vista de la presencia de Tsukiyomimon, Lichtmon y Dunkelmon habían enviado a todos los escuadrones a la batalla contra ellos.
Pudo percatarse también como los hermanos de luz y oscuridad se habían dado cuenta del punto débil de Tsukiyomimon. Pues el digimon por muy poderoso que fuera, no era un digimon que pudiera combatir como el resto. Así que con una orden mental, hicieron que el ejército de digizombies se centraran en atacar a Tsukiyomimon. Algo visto por Bennumon y Amarokgarurumon que retrocedieron sus posiciones para proteger a su hermano digimon. Debido a eso, Tennougreymon y los demás, se encontraron con dos digimon menos de apoyo en comabte, por lo que todo parecía volverse un caos, sin saber en qué centrarse y en qué no.
Contaban con todos los poderes necesarios para derrotarlos, pero no había estrategia, compenetración, y, lo peor de todo, los digimon actuaban en grupos separados donde los respectivos hermanos digimon se protegían unos a otros. Con razón todo se estaba volviendo un caos. Por eso, era obra de Kazumi el controlar la batalla y establecerse como estratega como la cerebrito que era.
Abriendo los ojos de golpe, la inspiración se le vino a la mente.
-¡Tojisan! ¡Musukosan! ¡Acercaos! ¡Rápido! -gritó la pelirroja, sentándose bruscamente en el suelo y sacando su portátil.
Los dos niños que se encontraban animando a sus digimon, no opusieron quejas a lo dicho por Kazumi. Pues como la tenían como el cerebrito del grupo, habían imaginado que habría tenido alguna buena idea para lidiar con aquellos digizombies. Sin embargo, no sólo los dos hijos de los antiguos líderes se habían acercado, sino que, celoso, Satoshi también lo había hecho. No le gustaba nada que ese par de estúpidos sin cerebro (como le seguía pareciendo que eran) y pasados de moda contaminaran a su querida pelirroja.
Cuando los tres niños habían llegado, preguntándole qué es lo que quería, no obtuvieron respuesta, ya que la pequeña se encontraba activando su portátil. Aunque el aparato no trabajase con datos, podía hacer uso de las aplicaciones básicas como era el reloj o la webcam. Activando esta última, enfocó la cámara de forma que pudiera verse todo el campo de batalla. Les pidió a los que estaban delante que no estuvieran en medio entre la cámara y el objetivo, por lo que atrajo más atención para querer saber qué es en lo que había pensado.
La vieron teclear con rapidez y luego, se colocó un auricular inalámbrico con micrófono como si quisiera ponerse en contacto con alguien.
-¿Me recibe alguien? ¡Contestad! -hablaba Kazumi a través del inalámbrico, donde sus amigos pensaban que se refería a ellos, por lo que como tontos contestaron a las palabras de la pelirroja- ¡Callaos! -ordenó con un genio poco reconocido en la Izumi. Afinando su oído, pudo escuchar las voces de todos los digimon respondiendo a su llamado- Muy bien -volviendo a teclear con rapidez-, escuchadme ahora todos, os voy a indicar las zonas para poder combatir de acuerdo a vuestras habilidades. Os pido por favor que acatéis mis órdenes sin rechistar. Tsukiyomimon, luego me quedaré contigo para darte las instrucciones sobre a quién debes darle tu poder. Amarokgarurumon y Bennumon, quedaos con él en la retaguardia para defenderlo. Os encargareis también de nuestro protección, así que los demás, concentraos únicamente en luchar.
Los dos digimon y la gran mayoría dieron el visto bueno a las palabras de la niña. Sin embargo, tanto Sei como Momoko e incluso su hermana Izumi se encontraban extrañados de que pudiera tener una estrategia de combate cuando ella no era muy dada a pelear.
-Por eso mismo, solicitaré la ayuda de Tojisan y de Musukosan. Ellos son gamers expertos que no hacen más que jugar a videojuegos de combates, por lo tanto, poseen mejor experiencia de combate que cualquiera de los que estamos aquí. Por favor, colocaos a ambos lados y observad la pantalla como si fuera un simulador de juego. Seguid vuestros instintos como jugadores para indicarme quién se encuentra en circunstancias desfavorables y yo me encargaré de darle las instrucciones a Tsukiyomimon para que le ayude.
La idea parecía acertada en torno a lo que la situación tenía. Pero había varios problemas. Y el principal era, que en temas de juego, al igual que lo tuvieron con el amor hacia Nat, ellos eran rivales a muerte donde era imposible que cooperasen. Ni de broma iba a permitir que el otro fuera un paso por delante, dejando al otro atrás. En ese aspecto eran de lo más competitivos. Por otro lado, estaba el tema que aquello no se trataba de ningún videojuego donde si perdías, volvías a empezar la partida como si nada. Las vidas de sus digimon dependían de ellos. Y un error en falso, podría costarles la vida.
-Disculpa, Kazumisan -intervino ahora Osamu con un leve deje de nerviosismo-. No miento que la idea sea buena, pero permitir que ellos sean los estrategas en combate…
Que el propio Osamu cuestionara sus habilidades, molestó tanto a Toji, que sin pensárselo dos veces, le espetó que podría hacerlo y obligó a que Musuko hiciera lo mismo.
-¿No sería mejor que lo hiciera alguien con cabeza? -sugirió Misato con la misma preocupación que Osamu.
Los antecedentes que tenía de ambos es que habían sido rivales a muerte por Nat, donde se la pasaban haciendo tonterías que no llevaban a ningún lado. Parece que Musuko hubiera dado por perdido su interés por Nat, quizás porque era mucho más importante la presencia de Daichi. Pero las acciones de Toji eran más que cuestionables.
-No, porque como ya he dicho, carecemos de la experiencia que ellos tienen. Sé que ellos también, pero imagino que algo de sentido de batalla tendrán por esos videojuegos que juegan continuamente. Además -mirando a sus amigos con una confianza que sorprendió a todos-, no debemos olvidar que son los hijos de los antiguos líderes. Y aunque, Isakisan sea nuestro líder ahora, ellos han mostrado muchas cualidades como líderes.
Sin duda las palabras cargadas de confianza de Kazumi, animó muchísimo tanto a Toji como a Musuko, donde no se imaginaban que ella pensara así de ellos. Mirándose mutuamente, asintieron con la cabeza, dispuestos a ejercer el cargo que se les había otorgado.
-Sí, vale, de acuerdo, de acuerdo -comentaba Satoshi acercándose demasiado a ellos y con las manos apartándolos un poco-. Pero que corra un poco el aire, ¿eh? -promulgaba bastante celoso de que aquellos dos idiotas se acercaran tanto a su pelirroja.
-¡Estamos en una situación desesperada! ¡Déjate de tonterías! -le espetó ella con cierta calma- ¡Comencemos!
Para tener una mejor visión de campo, Kazumi pidió que los digimon se retrasaran un poco para tenerlos todos arrejuntados. Toji y Musuko comentaron como debido a las habilidades de los respectivos digimon, se colocasen en las áreas que mejor les beneficiaban. Y cuando comenzó de nuevo la batalla con esos cambios, tanto Toji como Musuko le dijeron a quién debía favorecer Tsukiyomimon.
El digimon con la seguridad de tener a sus dos hermanos respaldándolo, cumplió con todo lo que Kazumi le transmitía.
Con ese método, el combate entre los digimon y el ejército de digizombies fue a favor de los digimon de Toji y los demás… … …durante un minuto.
Pues por mucho que quisieran, era imposible que la rivalidad existente en el mundo de los juegos, pudiera tener una alianza de repente.
Por eso, que cuando Musuko había observado que Toji le había dado instrucciones que favoreciesen a Yukionnamon en vez de a Victorybuidramon, empezó a tomárselo como algo personal y a no querer favorecer a Tennougreymon y a Yukionnamon. Algo de lo que Toji se dio cuenta más tarde, y empezó a hacer lo mismo. Más centrado en querer perjudicarle, que reaccionaba tarde a la hora de querer ayudar a los demás. Algo que Musuko, imitaba inconscientemente.
-¡A Indramon!
-¡Ahora a Hachimon!
-¡Sakuramon! ¡Rápido! ¡Rápido!
-¡No, a Hanwokentromon!
Kazumi había empezado a dictarlo con esa desesperación, viendo como sus compañeros digimon empezaban a verse afectados. Contagiada por el apuro de Musuko y de Toji, la niña se lo soltaba de la misma manera a Tsukiyomimon. Pero cuando el digimon ofrecía su poder al implicado, éste llegaba demasiado tarde.
-¡Ey! ¿Qué está pasando? -preguntaba Yuuta observando como el grupo de digimon que tendría que derrotar al ejército de digizombies, empezaba a perder fuelle.
-¡Qué no te acerques tanto! -exclamaba Satoshi continuamente, cada vez que Toji o Musuko se acercaban demasiado a Kazumi.
-¡Parece que la cosa empieza a descontrolarse! -argumentaba Amarokgarurumon, eliminando sin parar a los digizombies. Pues, de alguna manera, el número de digizombies se había incrementado donde estaban su compañero humano y sus amigos.
Y no era para menos. Debido al caos que Musuko y Toji habían generalizado, y en consecuencia que las órdenes de Kazumi hacia Tsukiyomimon llegasen tarde, había hecho que los digizombies pudieran avanzar y llegar hasta el digimon lobo sagrado. Eso desencadenaba que Amarokgarurumon y Bennumon tuvieran más enemigos de lo esperado con los que lidiar.
-¡De repente empiezan a haber más enemigos! -decía Bennumon algo cansada, mientras lanzaba sus flamas contra un equipo de veinte digimon de nivel seichouki.
-Lo siento mucho, hermanos -se lamentaba Tsukiyomimon por haberse convertido en un estorbo para ellos.
-¡Tú no tienes la culpa, Tsukiyomimon! -perjuraba Nat con cierta rabia, observando al trío maravilla donde parecía que se habían puesto de acuerdo en volver loca a la pobre Kazumi- ¡Son esos tres que no hacen más que pifiarla!
El resto de los niños, notando como Toji no decía nada a favor de Kaiserveidramon o de Victorybuidramon, lo mismo que Musuko que no indicaba nada para que favoreciesen a Tennougreymon o a Yukionnamon, fue cuando comprendieron las intenciones ocultas de cada uno. Así como a darse cuenta de que los dos, no es que se sintieran presionados por encargarse de algo tan complicado, sino que habían empezado a decirlo sin ton ni son, cuando veían a alguien en peligro. Y que aún por encima, Satoshi estuviera detrás de ellos para que no se acercaran tanto a Kazumi, era algo que volvería loco a cualquiera.
Cuando Sei estuvo a punto de apartar a su hermano e Isaki y Takeshi pedir a Toji y a Musuko que se tranquilizaran, un grito lleno de rabia e ira los calló.
-¡¿QUÉREIS CALLAR DE UNA VEZ LOS TRES?! -exclamó Kazumi al borde del colapso- ¡ENTRE UNO POR DETRÁS, OTRO POR UN LADO Y EL OTRO, POR EL OTRO, ME VAIS A VOLVER LOCA!
-Pero… my honey… Yo solo trato de que…
Una mirada asesina por parte de la niña, lo calló y entonces, Sei aprovechó para apartar lo más lejos posible a su medio hermano de la niña. Ya la había cagado, estaba volviendo a cagarla, y si seguía, sería niño muerto.
La niña como si le hubieran sacado un gran peso de encima, volvió a sentarse con brusquedad. Soltó todo el aire contenido y volvió a enfocar su cámara en el combate.
-¡Y VOSOTROS DOS! -mirando de forma alternativa a Toji y a Musuko que se habían quedado congelados por cómo les gritaba- ¡DEJAD VUESTRAS PATALETAS Y DIFERENCIAS A UN LADO Y ENFOCAOS EN LO QUE HAY QUE ENFOCARSE!
Toji y Musuko observaban con algo de miedo a Kazumi, como si no la reconocieran. Era como si la ira la poseyera y a ser tan aterradora como cualquiera de sus enemigos.
-¡Desde luego…! -continuaba tratando de calmarse- ¡¿Es que tenéis que comportaros como egoístas que sólo pensáis en lo que os conviene, sin tener en cuenta al perjudicado?!
-Bienvenida a mi club -añadió Natsumi con cierto retintín, donde no podía evitar asociar esa última frase con lo sucedido con Osamu y ella.
Osamu captando la indirecta, la miró de reojo algo nervioso y luego al frente, algo avergonzado. Sin embargo, pudo escuchar cómo Sanae le pedía a la rubia que no añadiera más leña al fuego.
-¡Así que ahora mismo, u os centráis en lo que tenéis que centraros u os juro que a cada fallo que vea, le diré a Satoshi que os dé en la cabeza!
-¡Con mucho gusto me ofrezco! -agregó el niño con demasiado entusiasmo.
Sei lo amonestó, pero una advertencia severa de parte de Kazumi de que ni se lo ocurriera acercarse, mientras tanto, lo volvió a callar.
-Volvamos al asunto. ¡Ahora mismo! -recalcando bien la última palabra para que Toji y Musuko se espabilaran.
Los dos más acongojados que nunca, se sentaron a su lado como niños formalitos, mientras el resto se había quedado alucinado de la personalidad que había tenido la niña.
-Decían que la gente tranquila es terrible cuando se enfada, pero no me esperaba tanto -comentaba Minami asombrada. Entonces, mirando a Misato, el cual le devolvió la mirada con una sonrisa nerviosa.
Los dos niños volvieron a darle indicaciones a Kazumi, pero esta vez con precaución y algo de temor hacia Kazumi y que Satoshi los golpeara de verdad, por lo que Sanae y Daichi se habían acercado para animarles y se sintieran más tranquilos.
La situación volvió a estar controlada, y los enemigos que rodeaban a Amarokgarurumon y a sus hermanos fueron reduciéndose ante ese control indicado por el trío de Toji, Musuko y Kazumi. Isaki y Takeshi se sintieron aliviados de que por aquel lado, todo fuera yendo bien, y pudieron volver a enfocarse en sus propios digimon y a animarlos. Incluso Hinode, como si entendiera la situación, daba gritos de júbilo como si estuviera animando a su digimon.
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La batalla entre los cuatro digimon ángeles y los dos hermanos de luz y oscuridad a primera vista, como había indicado Veemon, parecía estar igualada. Sólo los propios combatientes podían apreciar que no era así y que existía una pequeña diferencia de nivel.
Archpiddowomon y Starangewomon peleaban con mucho garbo contra Lichtmon. La más pequeña, pese a su gran poder, tenía nula experiencia en combate y atacaba sin ton ni son, a lo que Archpiddowomon tenía que cubrirla para que Lichtmon no le hiciera mucho daño. Sin embargo, ambas sabían que Lichtmon sólo estaba jugando con ellas y que tenía mucho más poder oculto.
Tras haber derribado a ambas hermanas, Lichtmon empezó a carcajearse y a bufarse sobre si eso es todo lo que podían hacer.
Las dos más molestas que nunca, idearon un plan de ataque combinado, donde Archpiddowomon se encargaría de distraerla con su ataque, mientras que Starangewomon le lanzaría su ataque contra su espalda. Siendo una idea tan vista y común, no le costó nada a Lichtmon volver a deshacerse de ambas al mismo tiempo con su propia luz.
Los dos ángeles femeninos volvieron a caer al suelo y recibiendo más daño, observando con más rabia que nunca como Lichtmon volvía a reírse de ellas y a bajarles la moral.
-¿Y vosotras sois las digimon de los portadores de luz? ¡Qué risa! Vuestra luz no es tan potente como la mía. Por algo soy la orgullosa digiclon de la luz.
-¡No compares tu luz envenenada con la nuestra que es pura y sagrada!
-¡Ah! ¿Sí? -contestó ella tan tranquila, acicalando uno de sus mechones grises. Justo por su lado, cayó el cuerpo de Archpiddomon, aterrizando muy cerca de las dos hermanas.
-Ya veo lo puro y sagrados que sois -bufándose de como incluso Archpiddomon caía como ellas.
Las dos digimon corrieron hacia Archpiddomon para tratar de ayudarle. Éste se encontraba bastante malherido, donde a pesar de todo su poder como digimon arcángel en el nivel kyuukyokutai, Dunkelmon era muy superior a él.
-Me da rabia decirlo, pero -observando cómo Elpidamon, a diferencia de él, podría darle un combate reñido cuerpo a cuerpo contra Dunkelmon-, sólo soy un estorbo para Elpidamon.
Archpiddowomon y Starangewomon trataban de animarlo, pero la carcajada estrepitosa de Lichtmon, no hizo más que empeorar la situación.
-Por supuesto que sois un estorbo. Por mucho que seáis unos digimon sagrados, es completamente imposible que podáis contra la luz y la oscuridad si trabajan juntos. Es cierto que la luz y la oscuridad son las dos caras de una misma moneda, pero así como en esa moneda están la luz y la oscuridad, es un claro ejemplo de que tienen que ir de la mano para mantener un equilibrio. Porque no existe ser en ningún mundo que no posea luz y oscuridad en su corazón. Por eso mismo que la luz y la oscuridad son compatibles, y que cuando un puedes equilibrarlo, es un poder mucho más mayor que la luz o la oscuridad en todo su esplendor por separado.
-¡No digas tonterías! -espetó Starangewomon-. ¡La luz y la oscuridad son del todo incompatibles! ¡No puede existir oscuridad mientras tengas luz! -comentaba la pequeña digimon de forma ingenua. Pues durante su corta vida, sus padres digimon le habían enseñado que la luz era un poder tan misterioso y divino, que si brilla con fuerza dentro de uno mismo, podría derrotar a cualquier ser de la oscuridad. Era imposible decir que ambos podrían ir de la mano y ser más fuertes, cuando sus padres le habían dicho justo lo contrario.
-Creo que mi hermano y yo somos la viva evidencia de que eso es posible. Yo soy la luz. La todopoderosa luz, y mi hermano es el todopoderoso ser con más oscuridad que existe. Vosotros que sois seres de la luz, no tenéis ni idea de que también podéis almacenar oscuridad de la cual nosotros podemos tomar ventaja para destruiros.
-Me parece que te olvidas de algo muy importante. ¡Nosotros somos digimon de portadores de luz y esperanza! -lanzando de forma desesperada su ataque. Un ataque que Lichtmon no se esforzó mucho para contrarrestarle- ¡La luz y la esperanza son los únicos emblemas considerados como sagrados! ¡Nosotros estamos, ahora mismo, imbuidos con luz y poder sagrado! ¡En nuestros corazones no alberga ni una pizca de oscuridad! -arremetiendo con firmeza.
-Vosotros puede que sí, pero… ¿Y vuestros compañeros humanos?
Archpiddowomon no entendió a qué se refería con ello. Sobre todo, cuando Isaki era el mismísimo heredero de la luz y había dado señales de cómo la oscuridad le hacía daño en el alma. Observando como Lichtmon miraba de reojo a su hermano, y sonreía de lado, tuvo un mal presentimiento.
Y de repente, escuchó el gemido de dolor por parte de su hermano digimon y la alarma de su hermanita digimon. La digimon al girarse, se encontró como una especie de aura oscura empezaba a emerger de Archpiddomon.
Archpiddowomon se acercó a Archpiddomon, sin comprender porqué le estaba ocurriendo aquello.
Lichtmon entre carcajadas divertidas, le recuerda como el digimon por muy arcángel que fuese, tenía antecedentes de haber pertenecido a un digimon de atributo virus. Pues la oscuridad latente en el corazón de Takeshi fue lo que le había influenciado y a ser diferente a sus hermanos.
-¿De qué estás hablando? -exigía saber Archpiddowomon.
Starangewomon llamó a su hermana para que mirara en cierta dirección, y la digimon contempló asombrada como la misma oscuridad parecía estar emergiendo también del propio Takeshi ante la desesperación de su compañero humano.
Teniéndola desprotegida y con su atención enfocada en los humanos, Lichtmon aprovechó la oportunidad de aquella bajada de guardia para lanzar su ataque contra ella y eliminar a los tres de un solo golpe. Pero Archpiddowomon pudo reaccionar a tiempo y a tratar de detenerlo con su propio ataque. Sin embargo, lo único que podía hacer era resistir para que el ataque no golpease a Starangewomon y a Archpiddomon. Por lo que le pidió a su hermana que se lo llevara de allí. La pequeña digimon quiso hacerlo, pero en el momento de tocarlo, sintió como una descarga eléctrica que le impedía tocarlo. Donde la energía oscura que rodeaba a Archpiddomon afectaba al ser de luz y puro como era Starangewomon.
Lichtmon más divertida que nunca, se mofó de lo inútil y perdidos que estaban los tres.
-¡No te queda más remedio que escoger! ¡O dejas que mi ataque os mate a los tres y morir juntos como buenos hermanos! ¡O ver como tu propio hermano se convierte en un digimon demonio y vuestro verdugo! ¡Sea la elección que sea, los tres estáis perdidos! -riéndose como una loca descosida y jugando un poco con su poder, para torturarla psicológicamente. Si Lichtmon quisiera podría acabar con los tres de un solo golpe, pero aquella situación desesperada que se le presentaba a Archpiddowomon era mucho más divertido.
Elpidamon viendo la situación en la que se encontraban los tres digimon quiso intervenir para ayudarles, pero Dunkelmon se lo impidió con su propio cuerpo.
-Si quieres salvarles, primero deberás pasar por encima de mi cadáver, Elpidamon. O debería decir, Kibou y Snowpoyomon.
El digimon se quedó perplejo de que aquel sujeto lo reconociera. ¿Cómo era posible?
-¿Sorprendido? ¿O debería decir sorprendida? -riéndose de su propio chiste-. Después de todo, mi hermana y yo fuimos los que poseímos a Demon y a Dragomon para que te secuestraran. Por supuesto, por orden inmediata de nuestros padres.
"Su intención era que te asesináramos para que así tus padres y los demás, comprendieran el valor de una vida de un digimon a través de una experiencia propia. Lo que no esperábamos es que nuestro padre, compadecido por el tremendo sufrimiento por el que pasaro tus padres, fusionara tus datos humanos y digitales en uno solo provocando tu resurrección en forma de digimon."
Clamaba con una sonrisa como si le pareciera divertida la historia.
Elpidamon se había quedado en blanco. Entonces, ¿su existencia había sido provocada por el enemigo? ¿Lo habían hecho después de lamentarse por la pena que habían tenido que pasar sus padres, al ordenar que lo mataran?
¿Qué sin sentido era eso?
Lo que tenía claro es que el hecho de que lo mataran para que sus padres y los demás, aprendieran a través de aquella experiencia lo que era el perder a alguien querido, le parecía una lección retorcida y cruel.
-¿No me digas que estás enfadado? -preguntando con cierta burla-. Al menos no te quejes. Nuestro padre fue tan benévolo que te concedió una segunda oportunidad. Lo que no esperaba es que siguieras de acuerdo a sus planes y no te acercaras a tus padres para que así, la pena de perder a alguien les siguiera carcomiendo -riéndose de la misma manera descosida que su hermana.
Y enfurecido por esa noticia y por haber actuado, inconscientemente, con la voluntad establecida de aquel enemigo, se lanzó contra Dunkelmon dispuesto, más que nunca, a derrotarlo.
-¡La vida humana y digital no es ninguna prueba y ningún objeto que debáis usarlo a vuestra conveniencia!
-¡Díselo a cualquiera de tus congéneres que han estado usando y han sido usados por la avaricia de los humanos! ¡Ratas inferiores a nosotros! ¡Nosotros, los orgullosos digimon estamos por encima de ellos! ¡Y aún así, nos hemos estado rebajando a serles mero sirvientes suyos!
-¡Aunque eso sea cierto, no todos los humanos son como tú dices!
-Eso no significa que no acaben siéndolo, mientras tengan oscuridad en su corazón, como tu querido hermanito -riéndose con malicia.
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La desesperación crecía tanto en Archpiddowomon como en Starangewomon quiénes no habían atendido a la revelación que Dunkelmon había hecho sobre Elpidamon. Entre que Archpiddowomon estaba centrada en que el ataque no le diera y escuchar la angustiosa voz de su hermanita diciéndole como las alas sagradas de Archpiddomon se volvían oscuras y demoníacas, ya no sabía qué decisión tomar.
Por el lado de los humanos, el aura oscura que emergía de Takeshi y que le provocaba un terrible dolor de cabeza, alteraba a los demás donde no podían creerse lo que estaban viendo. Algunos como Isaki o Misato podrían imaginárselo, debido a las sospechas que habían empezado a tener al haber visto como en ocasiones Takeshi mostraba su cara oculta, pero que llegase tan lejos, resultaba increíble de ver.
Isaki, sin querer que su hermano acabase sumergido en la oscuridad como su prima, Daichi y Osamu, usó su propia luz para tratar de contrarrestar el poder de la oscuridad que salía de su hermano.
Tras haber salvado a Aki, y haber aprendido que no debía rendirse sin ni siquiera intentarlo, Isaki había empezado a tener más confianza en sí mismo y en la característica que había heredado de su madre. Tenía que tratar de evitar que la oscuridad lo consumiera, de lo contrario, sería el fin para todos.
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Mientras tanto, Starangewomon no hacía más que desesperarse y sin saber qué hacer. Resultaba algo frustrante pertenecer como digimon del grupo de los digielegidos especiales y no poder hacer algo cuando la situación lo requería. Incluso en combate contra Lichtmon, tenía que reconocer que había sido más una molestia para Archpiddowomon que de ayuda.
¿Qué hacer?
¿Qué hacer?
Gracias a Elpidamon había llegado al nivel kyuukyokutai, pero al fin de cuentas, era una niña como Hinode. Su vida era de apenas unos pocos meses. No tenía experiencia en nada. Y todo el poder que tenía, no sabía como usarlo. Tenía miedo de que si se descontrolaba pudiera dañar a sus hermanos digimon o incluso a Hinode. Pero al mismo tiempo, desconfiaba de que pudiera tener tanto poder como Elpidamon. El hecho de que el simple roce con Archpiddomon le provocase una descarga eléctrica, la hacía dudar de su propio poder.
-¡Usa tu luz!
Le había dicho de repente Archpiddowomon.
-¡Al igual que yo, tú también eres la digimon de la heredera de la luz! ¡Usa tu luz sagrada para evitar que Archpiddomon se convierta en un digimon oscuro!
-Pero… Pero… Yo… Yo no puedo… No tengo…
-¡Sí que puedes! ¡Ten confianza! -observándola brevemente para darle una sonrisa de ánimo.
El haber visto como su compañero humano había creído en su propia luz cuando había rescatado a Aki, fue motivación suficiente para la mismísima digimon y el querer transmitírselo a los demás.
La pequeña digimon miró sus manos enguantadas, luego a su hermano digimon que sufría por la transformación y que parecía resistirse. Sus alas negras, pestañeaban volviendo a ser las originales, y lo mismo empezaba a ocurrir con su armadura y su pelo. Su hermano digimon, a su manera, también trataba de resistirse, por mucho dolor que le supusiera.
¡Ella no podía ser menos!
¡Tenía que intentarlo!
¡La vida de Hinode, de sus hermanos, de sus padres y de sus propios hermanos y padres digimon, estaba en juego!
Estiró sus manos y tratando de concentrar todo su poder, una luz surcó de ellas que fue dirigida hacia Archpiddomon.
Lichtmon viendo eso, gritó una y otra vez lo inútil que era eso, y para hacer sufrir más a Archpiddowomon, aumentó la potencia de su ataque para ponerla más en aprietos.
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En el lado de los niños con Takeshi pasándolo mal, influenció tanto al equipo de digimon como a los estrategas y a los que se mantenían en la retaguardia. Todos los niños queriendo ir para ayudar a Isaki, éste los había detenido para los que ejercían una importante labor como su primo, Kazumi, Musuko e incluso Aki y sus hermanos siguieran en el sitio. Eso no impidió que Misato o el resto de los que no aportaban nada se acercaran y se preguntaran cómo era posible que la oscuridad invadiera el propio corazón de Takeshi, siendo que era uno de los hijos de la portadora de la luz y que poseía un digimon sagrado.
Misato e Isaki se quedaron en silencio al saber la respuesta. En su propio interior, se sentían frustrados de no haber hecho nada, especialmente Isaki.
Él siempre había sabido de la oscuridad que albergaba en el corazón de su hermano por la muerte de Kibou. Incluso cuando Tokomon había digievolucionado a Tsukaimon, un digimon de tipo virus, tendría que haberle preocupado mucho más y a hablar del tema. Pero cómo las digievoluciones posteriores de Tsukaimon habían sido de tipo ángel, había dejado de preocuparse.
Tras haberle pedido a Misato que cargase a Hinode, para poder usar mucho mejor su luz, Isaki se concentró más que nunca, con la firme creencia de que salvaría a su hermano.
Lo había podido hacer con Aki.
Quizás él no había estado poseído por la oscuridad, pero sí que estaba poseído por un fuerte trauma que lo impedía avanzar, perjudicando incluso a su digimon, quedándose estancado en un mundo de yupi donde la muerte no existía.
Sin embargo, parecía que su propia luz no hacía ningún efecto.
"¡Tranquilo! ¡Calma!"
Se animaba a sí mismo.
"No pienses que todo está perdido"
Volvía a decirse.
"Seguro que si sigo insistiendo, Takeshi volverá a ser el que era. Sólo yo puedo sacarlo de la oscuridad."
Se animaba una y otra vez.
No iba a rendirse. Incluso si su hermano se dejaba vencer por la oscuridad y tuviera que enfrentarse a él, seguiría insistiendo con el poder de la luz.
Ya era suficiente de decirse a sí mismo que no tenía el mismo poder de luz como el que poseía su madre.
Su madre era su madre, y él era él.
Él tenía su propia luz, y lo más importante, también tenía esperanza.
-¡Vamos, Takeshi! ¡Sé que en tu corazón también existe la misma luz que heredaste de mamá, como yo tengo también la esperanza de papá! ¡No te rindas!
Las voces del mayor parecía que llegaban a Takeshi, donde al igual que Archpiddomon luchaba contra esa oscuridad que trataba de invadirle el alma.
Pero la oscuridad que poco a poco había ido creciendo en el niño, por culpa de que los digimon oscuros matasen a su hermana Kibou, destruyendo toda la felicidad que su familia se merecía, era igual de fuerte que la luz que había heredado de su madre.
Pero su hermano tenía razón. No podía rendirse. Él más que ninguna otra persona, no podía rendirse. Era el heredero del emblema de la esperanza.
Con dificultades, con su mano, agarró el dispositivo que tenía en la muñeca, rogando que de alguna forma el poder del emblema de su padre brillase para poder enfrentar a la oscuridad que amenaza a su corazón.
-No debo rendirme… No me controlarán… -decía en su fuero interno de luchar contra el poder oscuro.
En esos momentos, pensó más que nunca en cómo Osamu, Daichi e incluso Nat habían sido poseídos por la oscuridad, y cómo le había echado al primero en cara por haber sido tan débil y haberse dejado influenciar. Descubrir en sus carnes propias como la oscuridad había tomado el control de su cuerpo, hacía que sintiese arrepentimientos ante algo que él solo no podía enfrentar.
Creía que con fuerza de voluntad y el ser hijo de portadores de emblemas sagrados, aquella oscuridad que sentía podría ser controlada. Pero ahora, veía que por mucha fuerza de voluntad, la oscuridad era demasiado poderosa como para poder controlarle a él. Se sentía tan culpable por ello, que no dudaría en perdonar al Ichijouji por haber sido tan injusto con él.
Pero primero, tenía que librarse de esa oscuridad que quería manipularlo.
Era tan doloroso, que seguro que a su hermano le dolería más si fuese controlado.
Y Archpiddomon…
No quería pensar en lo que sería de él.
Tenía que hacerlo también por su digimon.
Por sus padres que estaban a pocos metros de distancia.
¡Tenía que salvarles!
¡No podía permitir que sufrieran de nuevo la pérdida de otro hijo!
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Mientras tanto, donde estaban los adultos con sus digimon, los digimon, Mimi, Miyako e incluso Daisuke, se quejaban de que Tailmon, que era la que observa el exterior, se quedase viéndolo lo que sucedía más tiempo del que debía.
-¡Ya está bien! ¡Que ahora es mi turno! -se quejaba Palmon.
-¡¿Qué dices?! ¡Si ahora me toca a mí! -protestaba Gomamon.
Y mientras los dos digimon discutían sobre a quién le correspondía el turno, tanto Hikari como Taichi se encontraban preocupados por el silencio de Tailmon.
Patamon se encargaba de sujetarla, y aunque Tailmon ponía de su parte sujetándose al borde para que no cargara con tanto peso, no podía centrarse en cómo Tailmon se había quedado sorprendida por lo que estaba viendo.
-Tailmon, ¿qué sucede? -preguntaba Hikari más preocupada. Cuando Tailmon se quedaba tan callada o asombrada por algo que veía, era señal de que algo terrible estaba pasando.
Pero la digimon gato seguía ignorándola, así como al resto. No podía creerse cómo el hijo de su amiga y su digimon parecían sufrir por algún poder oscuro que trataba de manipularlos.
¿Por qué? Se preguntaba la gata.
¿Cómo era posible?
¿Qué había pasado para que la oscuridad pudiera adueñarse de Takeshi y de su digimon?
No entendía nada.
Se encontraba tan angustiada como los que estaban fuera y las ganas de romper esa pared para ir ella misma a ayudar a Archpiddowomon que se encontraba contra las cuerdas y que Hikari usara su luz para salvar a su hijo.
¡Maldita sea!
Perjuraba para sí misma.
Si pudiera digievolucionar…
-Tailmon… No creo que pueda aguantar mucho más… -se quejaba Patamon, donde debido al largo lapso de tiempo sujetándola, empezaba a llegar a su límite.
Y entonces, algo más impactante sucedió en el exterior.
Tailmon continuaba mirando con los ojos agrandados de la impresión, así como a formarse una sonrisa de emoción en su cara. Tan ensimismada estaba, que sin atender cómo Patamon la avisaba de que ya no podía más, que se le acabó escurriénole de sus pezuñas. Por suerte, Tailmon había reaccionado a tiempo, y al ser la única digimon del grupo en una etapa más avanzada y con más experiencia, había aterrizado elegantemente en el sueño. Patamon había volado de inmediato hacia ella, disculpándose por habérsele resbalado, pero Tailmon tenía algo más impresionante que contarle a Hikari y al resto.
Pero antes de que pudiera hacerlo, y con Gomamon y Palmon discutiendo sobre qué le tocaba a uno y no al otro, algo había empezado a brillar del pecho de Takeru. Algo que incluso le había sorprendido a él mismo. Entonces, todos visualizaron como el emblema de la esperanza brillaba con tanta intensidad como si fuera activada por algo.
-¿Es el emblema de la esperanza? -había dicho Iori reconociéndolo sin entender porqué se apreciaba de forma repentina.
Con muchas dudas de porqué había sucedido algo tan milagroso de forma repentina, Tailmon sólo pudo contestar.
-¡Seguro que es por ellos! ¡El emblema de todos ellos está reaccionado al emblema de Takeru!
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Poco antes de que ese milagro aconteciera, Isaki seguía concentrado en transmitir su luz a su hermano. Takeshi también trataba de resistirse, pero por mucho que lo intentara, la oscuridad se iba haciendo más y más fuerte. Observando de reojo a los digimon, podía apreciar como Archpiddowomon se encontraba perdiendo terreno, mientras que Starangewomon hacía lo mismo que él, pero parece que era en vano, ya que casi todo el cuerpo de Archpiddomon tenía más forma de un digimon demonio que de un digimon ángel.
Elpidamon peleaba contra Dunkelmon, y aunque quisiera acercarse para ayudar, el digiclon se lo impedía, y eso dejaba que Lichtmon pudiera seguir apretando a su digimon y tener la situación a su favor.
Aún así, no iba a rendirse.
¡Jamás lo haría!
De repente, sintió a alguien a su lado y una luz igual de cálida que la suya. Viendo de quién se trataba, se fijó en como su pequeño primito, lo estaba ayudando con su propia luz para salvar a Takeshi.
-Aki, ¿qué haces aquí? Deberías estar atrás con tus hermanos y Tsukiyomimon.
-Y dejarte que tú solo te comas todo el marrón… ¡De eso nada! -argumentaba ahora Musuko a su lado.
-¡Musukokun! -exclamó Isaki sorprendido de que él también estuviera a su lado cuando tendría que ayudar con su experiencia como gamer a los digimon.
Fue entonces, cuando se percató que todos sus amigos se habían acercado hasta él, apoyándolo con el poder de sus dispositivos sagrados para que su luz fuera más potente. Sólo Aki había estirado sus manos para ayudarle a aumentar su luz como el digielegido especial que era.
Isaki se preguntaba porqué todos estaban junto a él, cuando se necesitaba de Kazumi, de Toji y de Musuko para que Tsukiyomimon pudiera aportar su energía a quién lo necesitara. Mientras que Aki debía quedarse atrás, por ser el que más peligro corría por pertenecer a uno de los digielegidos especiales.
-Bueno… Resulta que es imposible contradecir a mi hermanito -se excusaba Yuuta, aunque no hablaba en serio-. Y aunque nosotros no seamos especiales como Aki y tú, podemos transmitir el poder de nuestros emblemas para aumentar el poder de la luz.
-Quizás no te dabas cuenta, pero incluso Hinode brillaba como si tuviera luz propia -añadía ahora Sanae.
Isaki se giró para ver a su hermana y pudo ver como en medio de esas sonrisas hermosas e infantiles, su cuerpo brillaba como si quisiera ayudar a sus hermanos. Algo que enterneció mucho a Isaki.
-¡Un emblema para todos y todos los emblemas para uno! -recitaba Kazumi unas palabras que habían estado en el primer libro que Takeru había escrito sobre sus aventuras digitales.
Una citación tan mítica que había llevado a sus padres a la victoria contra Apokalimon.
Isaki se sintió conmovido, así como a sentir como su propia luz brillaba con tal envergadura que se volvió cegadora.
Esa luz alcanzó a Archpiddowomon como si le hubieran enviado una recarga de energía. Una luz sagrada y poderosa que le llegó también a Starangewomon y que pudo eliminar todo resquicio de oscuridad de Archpiddomon.
Lichtmon al verlo, se sintió furiosa y antes de que fuera demasiado tarde, aumentó su ataque con todo su poder, al tiempo que decía.
-¿Creéis que con esa luz podréis derrotarme? ¡Yo soy la luz! -gritaba con tanta rabia y emitiendo tal cantidad de luz de su propio cuerpo que superaba a la luz de Archpiddowomon- ¡Jamás podréis derrotarme!
-¡Sí que podemos! -argumentó Archpiddomon uniéndose a su hermana-. ¡Mientras los hijos de luz y esperanza estemos unidos podremos derrotar a la luz y a la oscuridad! ¡Porque tenemos esperanza!
-¡Jamás podrás vencer a los auténticos hermanos de la luz! -apoyó Starangewomon uniendo también su ataque al de sus dos hermanos.
El ataque combinado de los tres en uno solo, superó al de Lichtmon con diferencia, haciendo que recibiera el ataque de pleno. La digiclon gritó de angustia y luego quedó reducida donde un trozo de tela que la cubría fue lo que quedó de ella.
-¡LICHTMON! -había gritado Dunkelmon con angustia.
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Con el poder de todos, la oscuridad que había estado en el corazón de Takeshi también se esfumó. Sus amigos al ver que ya todo había pasado, se alegraron tanto, que Takeshi no tenía palabras de agradecimiento por haberle ayudado. Su hermano Isaki lo abrazó con fuerza, sintiéndose aliviado de no tener que verlo en estado oscuro y la advertencia de que la próxima vez que se sintiera negativo por lo sucedido con su hermana, que no lo guardara y que lo hablase con alguien.
-Lo sé -reconocía él-. Debía de hablar de esto hace mucho tiempo con papá o con mamá. Pero no quería que por mi culpa, recordasen lo que habían perdido y que volvieran a sentirse angustiados.
-Pero eso es algo muy delicado. No es algo que un niño como tú deba soportar -le había dicho Sanae.
El niño miró al piso por un momento, ocultando así todas las emociones donde preocupó a más de uno. Con aquel gesto, todos pensaron que no habían eliminado por completo la oscuridad como suponían.
-Takeshi, ¿estás bien? -preguntó Isaki con la misma preocupación que los demás.
Y para sorpresa de todos, observaron como el alegre y dinámico Takeshi resurgía con una sonrisita de las suyas al decir.
-¡Vaya que hay que mirar el lado positivo de lo que me ha pasado! ¡Porque nunca me hubiera imaginado que mi primito estuviera codo con codo con Ichijouji! ¡No sabía que ahora fueseis amiguitos! -añadiendo con la intención de meter cizaña.
Toji que no se había dado cuenta de ello hasta ahora, protestó que no y que todavía seguía sin verlo como candidato para Natsumi. Algo que la propia Natsumi protestó y lo harta que estaba de que hablara por ella cuando no la conocía.
Por supuesto que aquello hizo que más de uno se metiera para defender a uno o a otro, o para mediar la situación.
Isaki por su parte, observaba con atención a su hermano. En aquellos ojos azules habían vestigios de que hubiera llorado, seguro que de emoción por lo que sus amigos habían hecho por él. Pero para que nadie lo viera, había dicho aquel comentario para así no seguir siendo el centro de atención.
Pues a él no podía despistarle con sus tonterías como a los demás. Y viendo a otra persona, parece que tampoco a ella podría engañarla.
Misato, a pesar de ser una de las fuertes opresoras del osanatsu, en esa ocasión, no había ayudado a Kazumi y a Minami a defender lo que ellas apoyaban. Con lágrimas en los ojos, se había situado delante de Takeshi, el cual la observaba con rostro inocente y extraño de verla llorar como una magdalena. Y sin poder aguantarse más, la niña se echó a sus brazos, descargando su llanto y declarando lo aliviada que se sentía de que estuviera bien y que la oscuridad no le manipulara.
Takeshi se había sentido avergonzado por unos momentos, sin saber cómo reaccionar. Además, sus amigos habían dejado la batalla del tojinatsu contra el osanatsu para observarles con atención, donde muchos se sentían emocionados por la escena, y otros con ganas de picar al que siempre eran las víctimas de sus bromas.
Desde luego, cuando todo terminase, usarían ese material para vengarse.
Después de unos segundos, Takeshi tuvo que calmar a Misato y decirle que ya estaba bien.
-Además, todavía no hemos terminado con el ejército de digimon -recordaba para salir del apuro, donde veía sonrisitas pícaras en las caras de Toji, Musuko, Satoshi, Shin, Yuuta, Momoko, Minami Sei e incluso de Natsumi-. ¿Qué no se supone que se debería dirigir a los digimon mediante Toji y Musuko? -recordando para más apuro.
-No te preocupes -dijo Kazumi, una de las pocas que no lo miraba con gesto pícaro-. Parece que nuestros digimon han ido asimilando el patrón a seguir para poder pelear.
-Y Tennougreymon y Kaiserveidramon los están guiando -continuaba Izumi, que junto a su hermana pequeña, le parecía más tierna la situación de Misato con Takeshi que una oportunidad para meterse con el rubio.
Takeshi viendo como esas sonrisitas tipo "Profident" seguían brillando sobre su persona y Misato que aunque se había tranquilizado, había comprendido en la situación en la que se había metido, y le daba vergüenza el separarse por temor a lo que le dirían sus amigos, dijo.
-Bueno, pero todavía falta Dunkelmon por derrotar.
Recordándoles, guiando su vista hacia el otro lado donde estaban los digimon ángeles contra el último digiclon que quedaba.
Hablar de Dunkelmon no era para seguir bromeando. Por lo que todos los pares de ojos se centraron en el digimon de la oscuridad.
Elpidamon se había situado enfrente de Archpiddowomon y sus dos hermanos, mientras que Dunkelmon se encontraba arrodillado en el suelo sujetando el trozo de tela que había pertenecido a Lichtmon con una tristeza que nadie había visto.
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-Tailmon, ¿qué quieres decir? -preguntó Piyomon.
-¡Lo que acabo de decir! ¡Todos han unido el poder de sus emblemas para salvar a Takeshi de la oscuridad!
-¿Cómo que de la oscuridad? -preguntó Hikari alterada, donde incluso Takeru observó a la gata con cierta preocupación.
En ese mismo instante, Patamon voló hacia el pequeño hoyo que tenían, para comprobar con sus propios ojos lo que estaba pasado.
-Así es, Hikari -afirmaba la digimon con gran pesar-. Parece que ni hasta ellos pueden librarse de la oscuridad.
-Quizás haya sido por mi culpa -decretó Takeru, donde tenía que reconocer que cuando se trataba de oscuridad, se ponía como una fiera descontrolada, o lo que era lo mismo, le seguía el jueguito a la oscuridad, donde no razonaba con juicio y todo lo que era puro y sagrado, lo mandaba a tomar por saco, con tal de seguir sus propias emociones.
-No estoy de acuerdo -comentó Iori quién era el que mejor conocía al rubio por su experiencia pasada cuando sus digimon habían hecho la armodigievolución-. Nosotros hemos vivido nuestras propias experiencias y debido a esas experiencias, fue lo que construyó la personalidad que tenemos ahora mismo con sus pros y sus contras. Incluyendo las experiencias familiares. Por ejemplo, tú, Takerusan, has estado sobrellevando con gran pesar la separación entre tus padres y tu hermano, mientras que yo, la pérdida de mi padre. Al igual que nuestras experiencias en el Mundo Digimon, eso también ha influenciado mucho en nuestra personalidad.
"Quizás hayas tenido esa mala experiencia por culpa de la oscuridad, e inconscientemente pienses que has podido transmitir esa sensación a tus hijos. Sin embargo, no podemos cegarnos a esa posibilidad y abrirnos de mente ante otras posibilidades que nosotros ignoramos."
-¡Oy! ¡Habla con frases que entendamos! ¡Porque no me he enterado de nada! -se quejó Mimi, donde jamás entendería el lenguaje complicado de Iori.
-Sea lo que sea, parece que todo está solucionado y Takeshi ha vuelto a la normalidad y han derrotado a uno de esos tipos poderosos extraños -comentó Patamon con cierta alegría, regresando al lado de su compañero humano-. ¡Seguro que lo han conseguido porque no se han rendido, como nosotros en el pasado!
El pequeño digimon había dicho aquellas palabras salidas del alma sin ninguna intención oculta, pero que para Takeru fueron como un puñetazo en la cara.
Sus hijos se estaban enfrentando al, seguramente, mayor enemigo que habían tenido desde que habían sido Niños Elegidos. Mientras que él, se había encerrado en banda por la muerte de su hermano.
-Ellos están ahí fuera luchando y dándolo todo por nosotros -comentaba Taichi con mucho orgullo.
Takeru había observado a Taichi, y luego a su cuñada. Sino fuera por Hikari, él acabaría de la misma manera. Pero, como ella parecía sentirse más protegida con Taichi, no se sentía con la moral para transmitir la esperanza a los demás, y sobre todo a Sora. Y en cambio sus hijos…
¡Menuda lección que le habían dado!
Sin duda, cuando escribiera su próximo libro de aventuras, ellos serían los protagonistas.
-Takeru -murmuró Hikari acercándose a él, viendo como había asomado una sonrisa tranquila.
Takeru no podía esperar a que todos estuvieran juntos de nuevo y que sus hijos le contasen las aventuras por las que habían pasado. Incluso, tenía el coraje suficiente como para introducir a Kibou como otra integrante de los nuevos Niños Elegidos en aquella futura historia que publicaría.
-¡Chicos! -dijo Takeru con el ánimo completamente recuperado-. ¡No podemos quedarnos aquí de brazos cruzados cuando nuestros hijos están tan cerca! ¡Tenemos que ayudarles de alguna manera!
Daisuke fue el primero en sentirse emocionado de que Takeru volviera a ser el que era. Sin embargo, el recordatorio de que tenían la dichosa verja que podría dejarlos hechos cenizas, no le supuso un impedimento para buscar otra alternativa para salir de allí.
-¿Y si probáramos a destruir la pared?
-¡Claro! ¡¿Cómo no se me había ocurrido antes?! -se dijo Koushirou frustrado por no haber pensado en otra solución para salir de allí. Se había cegado con el asunto de la verja y el peligro que podía suponerles, que no había ido más allá de su conocimiento y ver que podrían intentarlo por otro lado.
-Además, nuestros digimon han recuperado su energía -aportó Jou.
-Creo que vale la pena intentarlo ¡Adelante, Agumon!
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Tras la derrota de Lichtmon, Elpidamon se había unido a sus hermanos digimon para derrotar al último que faltaba: Dunkelmon.
Parecía que el vínculo que le unía a Lichtmon influía en su auténtico poder, ya que cuando ella había desaparecido, Dunkelmon había vuelto a su forma de niño.
Pese a que estaba contra la pared, el digiclon se encontraba mirando aquel trozo de tela con cierta angustia y murmurando una y otra vez el nombre de Lichtmon.
-Ya solo quedas tú -le había dicho Elpidamon.
Entonces, los cuatro se quedaron con los ojos agrandados de sorpresa al ver a Dunkelmon llorar por la muerte de Lichtmon. Aquellas lágrimas no parecían ser falsas, sino que lloraba realmente de pena por la muerte de lo que había sido su hermana. Compadecidos por ello, los cuatro se miraron y sin decir nada, asintieron y Elpidamon les dijo.
-Aunque tus actos hayan sido imperdonables, te daremos la oportunidad para que huyas y no aparezcas más en nuestras vidas.
-No tiene sentido seguir luchando cuando has perdido todo tu poder.
-Y además, estás en inferioridad -comentó Starangewomon que era la que más pena sentía por ese digiclon.
-¿Huir…? -repitió Dunkelmon casi con sarcasmo- ¿A dónde?
-Si lo que te preocupa es que Homeostasis e Yggdrasill hagan lo mismo contigo que lo que les pasó a Wertmon y a Freundmon, nosotros lo evitaremos antes de que eso llegue a pasar -prometió Archpiddomon.
Dunkelmon empezó a reír por lo bajo, hasta que poco a poco empezó a resonar por todo el lugar.
-¡¿Me estáis vacilando?! -inquirió con su ojo azul brillando con locura y las lágrimas adornadas en ella.
Aquello fue sinónimo de que el digiclon no aceptaba la misericordia que los cuatro ángeles digimon le ofrecían. Estos, preparados por si les atacaba por sorpresa, observaron como una masa de color morada empezaba a envolverle.
-Soy Dunkelmon, el digiclon de la oscuridad y la representación del orgullo. ¡Sin mi hermana ya nada tiene sentido! ¡Ni mi propia vida! ¡Ni siquiera la voluntad de mis creadores! ¡Antes de huir con el rabo entre las piernas, prefiero morir! ¡Pero tampoco os voy a dar el derecho a que me matéis!
La perla blanca que tenía en su derecho brilló como si tuviera vida propia y salió de su ojo, envolviendo al digiclon como si de una barrera se tratase. Su tobillera morada empezó a lanzar ráfagas de energía oscura que rebotaban de la barrera al cuerpo de Dunkelmon dañándolo seriamente.
Elpidamon comprendiendo lo que iba a hacer, quiso detenerlo.
-¡Detente! ¡Si continúas, morirás!
-Ya lo he dicho… -las ráfagas lo golpeaban por todo su cuerpo, pero a Dunkelmon parecía que no le provocaba daños-. Sin mi hermana, ya nada tiene sentido… Ella…
Recordando cómo habían estado juntos desde que había nacido como digimon, incluso cuando habían vuelto a ser digiclones, habían nacido juntos. Ellos eran uña y carne. Compartían un vínculo muy especial donde no podían vivir el uno sin el otro.
-A dónde vaya ella, yo iré también, aunque eso sea la muerte… -murmuraba, y acto seguido, la perla blanca estalló en su interior, provocando un fuerte seísmo en la zona.
Los cuatro digimon ángeles cuando notaron que todo ya había pasado, sólo vieron cómo una especie de medalla del ying y yang estaba tirada en el suelo. Esta estaba partida en dos, como si no quisiera verse unida. Algo que Elpidamon recogió y que unió como si sintiera que de esa manera, pudiera unir a aquellos dos hermanos, representantes de la luz y de la oscuridad, y que tanto se querían.
Quizás había sido el enemigo que había acabado con media vida digital. Quizás fuesen los que habían provocado su muerte cuando había sido humano y digimon. Pero, tenía que reconocer que su lazo de hermandad era admirable y muy bonito. Aunque fuesen la luz y la oscuridad, estaban siempre juntos y se compenetraban como uno solo. Y de la misma forma que no podía existir la oscuridad sin la luz, fue cómo Dunkelmon había decidido unirse de inmediato junto a su hermana.
-¿Por qué me siento triste? -preguntó Starangewomon con lágrimas en los ojos- ¿No se supone que eran malos y era lo que se merecían?
Archpiddowomon acercó a su pequeña hermana contra sí para abrazarla y consolarla.
-Ha sido una victoria algo agridulce -reconoció Archpiddomon-. Es cierto que ellos son como Wertmon y Freundmon y tuvieron un pasado como seres digitales como nosotros. Pero como fueron los causantes de toda la tragedia digital y de la muerte de Snowpoyomon y de Kibou…
Elpidamon se giró a verlos, preguntándose, con cierto miedo cómo sabían que ellos habían sido aquello. Archpiddowomon le contestó que lo habían descubierto por Freundmon y Wertmon. Y le resumió muy brevemente lo que ellos eran en realidad, digiclones creados por Homeostasis e Yggdrasill a partir de los restos originales de digimon que habían sido en su vida anterior, y víctimas de la crueldad de su compañero humano.
-Aunque Wertmon y Freundmon dijeron que Lichtmon y Dunkelmon se habían rebelado contra su compañero y lo habían matado. Pero… También es comprensible porqué lo hicieron, ya que nacieron en un país donde sólo existe la guerra y luchar para sobrevivir, era lo único que conocían. Pero al tenerse el uno con el otro, seguramente, fue lo que les había dado la fuerza para seguir adelante -añadía Archpiddowomon-. Es algo entendible, porque si algo le pasase a Archpiddomon, por mucho que Isaki sea mi compañero y tenga mi deber de protegerlo, querría irme con él. Por eso, creo que en el fondo no eran malos. Sino que crecieron en un entorno desfavorable, que los hizo ser lo que eran.
-Pero no es justo… -seguía Starangewomon llorando sobre ella-. No es justo que ellos hayan tenido una vida así y hayan acabado de esa manera.
-Piensa que ahora estén donde estén, estarán juntos y por fin en paz -le dijo Archpiddomon con esas palabras aliento para calmar a su hermanita.
-Es verdad -confirmó Elpidamon donde guardaría aquel medallón, como símbolo de que Lichtmon y Dunkelmon estuvieran juntos, mientras tuviera las dos partes del Ying y del Yang unidas-. Ahora podrán descansar en paz. Como nosotros cuando acabemos con todo esto -acercándose a ellos y dirigiendo su mirada hacia sus compañeros digimon que todavía seguían enfrentándose a los digizombies-. Pero para poder hacerlo, tendremos que acabar de una vez con esta guerra y luego detener a Homeostasis e Yggdrasill -concluyó sin poder creerse que aquellos dos entes estuvieran detrás de todo. Pero tenía sentido. Sólo ellos podían haberle dado el cuerpo y alma de un digimon con sus recuerdos de su vida anterior.
Los dos digimon arcángeles asintieron estando a favor, y luego Archpiddowomon se agachó para estar a la altura de Starangewomon y secarle las lágrimas que caían de la niña digital. La animó a que no llorara más y se esforzara para poder conseguir la paz.
-¿Vas a ser fuerte por Hinode?
Starangewomon trató de calmarse y de no llorar, aunque era complicado, pero prometió hacer el esfuerzo.
-¡En ese caso, vamos a ayudar a nuestros amigos!
SIGUIENTE CAPÍTULO: Lágrimas desgarradoras
