DEDICADO A SORASOFI POR SU CUMPLEAÑOS

MUCHAS FELICIDADES!


MARAÑA · Jaque

El descubrir que Orogarum se trataba en realidad de Yggdrasill desconcertó a todos.

-Con razón decías que sus voces eran similares, Izumi -objetaba Sei impresionado, aunque no sabía bien si por su buen oído o por reciente descubrimiento.

Pero Izumi no estaba para recibir halagos. Se encontraba estupefacta por lo que había presenciado. Había llegado a pensar que podría ser alguna extensión de Yggdrasill o algún "hijo" de ella con Homeostasis, pero nunca la propia Yggdrasill.

El ente femenino asomó una sonrisa sarcástica y habló.

-Parece que entre vosotros hay uno que tiene buen oído -alabando a la pelirroja adolescente-. He de reconocer que eso es un talento innato.

La voz de Yggdrasill a comparación de Oroguram se escuchaba un poco más madura como de señora mayor, mientras que la de Oroguram había sido traviesa e infantil. Pero aquello era irrelevante.

Descubrir que ante ellos se encontraba uno de los entes que los había enviado allí y que habían secuestrado a sus padres, y el ser que había ocasionado tantos desastres, les producía miedo e ira a la vez.

-Encantada de volver a veros niños y digimon. Os felicitaría por haber llegado hasta la meta, pero mucho me temo que vuestro parte de vuestro mérito ha sido por la ayuda que os ha brindado Homeostasis.

-¿Qué quieres decir?

Ignorando la pregunta de Musuko, el ente continuó hablando.

-Y encantada de conoceros a vosotros tambiéns, aquellos que os llamaban los Niños Elegidos y digimon elegidos -dirigiéndose a Taichi y compañía-. Creo que es la primera vez que hablamos.

-¡¿Déjate de tonterías y dinos por qué nos habéis hecho esto?! -exigió Daisuke con furia.

-Creo que la respuesta a la segunda pregunta es obvia, ¿no? Todo esto ha sido provocado por vuestra culpa -abandonando su sonrisas y adoptando una postura acusatoria-. Por permitir que vuestra débil raza maltratara a los digimon que Homeostasis y yo hemos creado.

-¿Vosotros sois nuestros creadores? -manifestó Vikemon siendo primera noticia para todos.

-Así es. Y debido ante los hechos imperdonables de aquellos humanos, Homeostasis y yo discrepamos sobre qué hacer con vosotros por los daños que esos digimon han recibido.

-¿De qué coño estás hablando? -preguntaba Yamato donde todo lo que hablaba no tenía sentido con lo que le habían hecho.

-¿Y por qué nos echáis la culpa? -quiso saber Iori.

-¿Acaso no tenéis la culpa de que humanos y digimon convivieran en el mundo humano?

-¡¿Y eso que tiene que ver?! -expresó Mimi donde no le veía ningún problema.

Para ella y para sus amigos, el que humanos y digimon convivieran era como un sueño hecho realidad. Además, todos se veían tan felices junto a sus digimon, que no entendía de qué error hablaba.

-Creo que vuestros queridos retoños sí que tienen idea de lo que hablo -observando como a diferencia de los adultos, ellos se encontraban callados y nada impresionados-. Después de todo, se han enfrentado a antiguos digimon que habían muerto por culpa de sus propios compañeros humanos.

Lo que en su día había sorprendido a sus hijos, eso mismo les pasó a Taichi, a sus amigos y a sus digimon.

-No es algo que haya sucedido ahora. Esto ha venido ocurriendo desde hace varios años.

"Al principio, sólo habían pocos casos, pero suficientes para que Homeostasis y yo sufriéramos por lo que les pasaba a nuestros hijos.

Era algo imperdonable, pero me repateaba veros a vosotros felices e incluso abusando de vuestros compañeros para vuestros propios caprichos. Y vuestros digimon, como idiotas, cumpliendo vuestros deseos egoístas."

-¡¿De qué hablas?! ¡En ningún momento hemos sido abusado por Miyakosan ni los demás!

-Eso lo dices porque al igual que tus camaradas digimon, estáis cegados por el ridículo sentido de la amistad.

"Pero para una madre, tener que ver como su hijo era maltratado es algo horrible. Vosotros teníais que sufrir el mismo sentimiento que sentíamos Homeostasis y yo. Por eso, manipulamos a Dragomon y a Demon para que mataran a aquella niña y a su digimon."

La revelación de Yggdrasill afectó muchísimo a todos, sobre todo a Takeru, a Hikari y a sus digimon que no se creían lo que habían escuchado.

-Os hicimos creer que era por su poder como digielegida especial. Aunque eso no era ninguna mentira, nos dio la excusa para nuestra tapadera. Y así, esa niña y su digimon pagó por todo el sufrimiento que los humanos causaron a nuestros hijos digimon.

"Pero la cosa fue empeorando, así que antes de que os secuestráramos y obligáramos a vuestros hijos a que os rescataran, decidí por mi propia cuenta matar al elegido de la amistad y que todos sufrierais en vuestras carnes lo que es el verdadero horror cuando no dejas de verlo a diario."

Otra grave revelación y que había sido la gota que había colmado el vaso.

Seraphimon jamás podría olvidar lo mal que lo había pasado y la autoculpa infringida. Pero sobre todo eso, lo que Takeru había vivido y cómo se había aferrado a la desesperanza.

Metalgarurumon rugía con odio e ira contra Yggdrasill. Matar a Yamato para que todos sufrieran, le revolvía el estómago. Sora lo había pasado terriblemente mal, hasta el punto de olvidarse de todos. No quería imaginar cómo le habría afectado a Piyomon o a los niños.

Corrompidos por su propia ira, los dos digimon se abalanzaron hacia Yggdrasill. No escucharon cuando fueron llamados por sus compañeros humanos para que se detuvieran. Lanzando sus poderosos ataques, estos no les había hecho ningún daño a Yggdrasill. Ella les respondió con un leve movimiento de mano como si apartase alguna pelusa.

El sentir un poderoso ataque emanar de ella, hizo que Tsukiyomimon actuara de inmediato y usase su Arc para proteger a los dos digimon. Pero ni la barrera de Tsukiyomimon sirvió para nada, y los dos digimon recibieron un fuerte daño de Yggdrasill.

Como si aquello marcara el inicio del combate, el resto de digimon se lanzaron contra aquel ente. Aki le pidió a su digimon que les proporcionara su poder, mientras que Elpidamon se encargaba de una rápida curación con sus poderes sobrenaturales a Seraphimon y a Metalgarurumon. Los tres se unieron al ataque conjunto. Y Tsukiyomimon les proporcionó con su poder la potencia de ataque a todos ellos.

Aquello sorprendía mucho a los adultos y a sus digimon, donde Koushirou quiso saber qué era eso. Kazumi le resumió como en realidad el digimon de Aki no tenía poderes ofensivos, y sólo era un digimon de apoyo a los demás y defensivo.

Por la mente de Daisuke e incluso por la de Mimi, se les pasó la duda de porqué tenía entonces una espada en la cintura.

El ataque combinado rodeó a Yggdrasill desde todos los ángulos. Tenía una magnitud inmensa y los humanos tenían que alejarse para no verse afectados por el impulso de aire que se había formado cerca de ellos.

Pero Yggdrasill dio vueltas sobre sí misma como si fuera una peonza, y su capa voló, mostrándose su verdadero aspecto. Un extraño ser donde en sus pies se encontraba un objeto octogonal. Éste brilló y sin haber hecho ningún movimiento mandó volar a los digimon y a sus compañeros humanos.

Los digimon e incluso Tsukiyomimon cayeron al suelo con heridas muy graves.

Y sino fuera porque Huanglongmon los había salvado, Taichi y los demás se habrían visto envueltos en las consecuencias de aquel contraataque. El gran digimon los había cogido entre sus garras y con la mirada desafió a Yggdrasill.

-Tu razonamiento de vengar a los digimon por quiénes no han tenido la culpa, es injustificable. Estos humanos han hecho más bien por nosotros y por nuestro mundo, que cualquier otro. Si realmente sois nuestros creadores, entonces, ¿por qué permitisteis que la balanza hacia la oscuridad si hubiera inclinado? Teníais el poder suficiente para destruirlo, pero decidisteis escoger a niños humanos, para que ellos junto a los digimon elegidos, lo detuvieran. ¿Qué derecho os dan a Homeostasis y a ti a que ellos paguen los platos rotos cuando fuisteis los responsables de pedirles ayuda para que salvaran el Mundo Digimon, en vez de solucionarlo vosotros mismos?

-¡Eso! ¡Eso! ¡Nosotros no pedimos ser elegidos!

A Yggdrasill se le escapó una sonora risotada que resonó por aquel extraño mundo.

-Como se nota que te arrepientes de haberle hecho tanto daño a tu compañera humana -se mofaba Yggdrasill, ignorando por completo las palabras de Mimi.

Sin embargo, los digimon no tenían tiempo para seguir escuchando barbaridades de aquella unitarista. Con sus compañeros humanos a salvo con Huanglongmon, volvieron a atacar a Yggdrasill. Pero antes de que pudieran lanzar sus ataques con el apoyo de Tsukiyomimon, sus cuerpos se paralizaron por completo.

Espantados ante eso, Taichi y los demás contemplaban como Yggdrasill tenía la capacidad para mover a sus digimon a su antojo, como si fueran marionetas y que estos quedasen entre Yggdrasill y Huanglongmon. Era como si aquel ente los tuviera de escudo, por si al digimon dorado se le ocurría la loca idea de atacarla.

Los niños se encontraban tan asustados, que lloraban por lo que les pudiera pasar a sus digimon. Todos estaban en la misma situación. Incluso los poderosos Elpidamon, Amaterasumon y Tsukiyomimon no podían hacer nada para salir de esa parálisis. Sólo luchar contra aquel magnetismo invisible que los tenía bloqueados.

-Creo que ahora podemos seguir hablando con más calma y responder a todas esas dudas que tenéis -decía con confianza.

"Es cierto que el poder de la oscuridad empezó a tambalear la balanza entre la luz y la oscuridad y que podríamos deshacernos de ellos fácilmente, para recobrar la armonía. Pero los digimon oscuros seguirían apareciendo, porque estos, cuanto más oscuridad posee, más codicia sienten en hacerse fuertes. Se necesitaba una contraparte equitativa para que todo siguiera en perfecta equidad.

La selección natural como bien antes dijiste humano, se debe aplicar también entre la luz y la oscuridad, para que unos tengan fortalezcan a otros.

Sin embargo, los digimon de tipo vacuna nunca lograron digievolucionar. Ni siquiera con la luz de digievolución ofrecida por Homeostasis. Por alguna razón, sus cuerpos no aguantaban semejante poder y acababan desintegrándose. Quizás porque no tenían suficiente motivación en querer hacerse fuertes.

Se necesitaba un poder mayor. El de alguien tenaz y puro. Por eso mismo, durante la primera crisis en el Mundo Digimon, realizamos un experimento y seleccionamos a cinco niños del mundo humano para que, al principio, crearan un vínculo con su respectivo digimon. Debido a ese vínculo, el digimon estaba obligado a digievolucionar cada vez que su compañero humano estuviera en peligro. El humano a cambio, le transmitía tenacidad, pureza y la educación para que creciera fuerte y poderoso.

Resultó ser un éxito en la prueba final contra los Dark Masters. Aunque uno de ellos había tenido que sacrificarse para que sus amigos alcanzaran el último nivel de digievolución."

Taichi y algunos de sus amigos ya empezaban a imaginar que cuando había hablado de cinco niños, se había referido a Daigo, Maki y su grupo. Pero enterarse por boca de Yggdrasill y escuchar cómo hablaba tan frívolamente sobre la muerte del digimon de Maki era repugnante.

-Con su victoria y siendo los únicos digimon vacuna en llegar al último nivel, se les concedió el título de bestias sagradas y protectores del Mundo Digimon

"Incluso Megadramon, el digimon que se había sacrificado, Homeostasis y yo le dimos la vida, una nueva forma y una condición equivalente al de sus antiguos camaradas digimon. Y como agradecimiento a su sacrificio, le otorgamos el liderazgo de las cuatro bestias sagradas."

Entonces, ¿eso significaba que Huanglongmon era en realidad el compañero digimon de Maki que ella había estado desesperada en buscar?

-Me concediste ese honorífico, pero a cambio… ¡Borrasteis toda la relación que había mantenido con Maki! ¡Por culpa de eso, ella se fue por el mal camino!

-Esa es una de las virtudes que poseen los seres humanos. No me había dado cuenta de ello, hasta que a la segunda generación de Niños Elegidos se les había ocurrido la idea de estar para siempre con sus digimon.

-¡¿Qué tiene eso de malo?! -expresó Wargreymon.

-Tú mismo lo has dicho. Nosotros como digimon hemos forjado un vínculo con nuestros compañeros humanos -le recordó Heraclekabuterimon.

-Y ellos son parte de nosotros. Los queremos y amamos como si fueran lo más importante en nuestros corazones -decretó Hououmon donde, sin importar lo que sucediera, Sora sería para siempre irremplazable en su corazón. .

-Vosotros digimon, quizás sí. De hecho, he de reconocer que Homeostasis y yo nos sentíamos profundamente conmovidos con los lazos que habíais creado con vuestros respectivos humanos.

"Vuestra generación superó a la primera con el profundo sentimiento que existía en vuestros corazones. Ese sentimiento brillaba tanto que le dimos forma física y así nacieron los emblemas. Objetos imbuidos con vuestra característica para que ayudaran a vuestros digimon a digievolucionar aún más.

Superasteis todas las expectativas que pudiéramos imaginar. Con vosotros, podría mantenerse el equilibrio entre el bien y el mal. Por eso, y considerando que al crecer, perderíais esas características, confiamos en más niños de corazón puro y tenaz para que los digimon continuasen digievolucionando.

Aunque vosotros os consideréis la excepción, los niños crecen y acaban perdiendo esa capacidad. Se necesitaba un respaldo para las batallas venideras entre la luz y la oscuridad.

Pero entonces, pudimos ver cómo en los seres humanos, una característica podría corromperse y sentirse como emperadores de los digimon."

Una clara alusión hecha hacia Ken.

-Pero no te culpo, humano. Después de todo no podías hacer nada, ya que acabaste por accidente en una dimensión oscura gobernada por Dragomon.

"¡Oh, sí! Debería de hablaros de Dragomon -comentó como si fuera una noticia muy importante-. Al decir verdad, vosotros ocho, el último enemigo al que tendríais que enfrentaros no iba a ser Apocalymon, sino que tendría que ser Dragomon.

Pero su fuerza y su oscuridad superaban con creces al resto de digimon oscuros. Tendríais que poseer los ocho una gran experiencia de combate en el último nivel para derrotarlo. Homeostasis decretó que en vez de eliminarlo, lo mejor sería enviarlo a otra dimensión vacía y que allí viviera. Homeostasis es tan estúpidamente benévolo, que hasta los digimon demonios perdona -agregando con cierto desdén. Estaba claro que Yggdrasill había estado en contra y de esa idea y a querer eliminarlo-. Dragomon creó en ese mundo, su propio mundo de oscuridad. Incluso creó seres artificiales. Si no recuerdo mal, uno de vosotros hizo contacto con ellos."

Esta vez fue Hikari la que se sintió aludida con ello. Arrimó contra su pecho a Hinode. Temblaba como gelatina al darse cuenta de que aquel ente estaba muy por encima de Dragomon, y quizás, y seguramente también de Demon. Dos seres que le producían pánico y terror, desde antes de que matasen a Kibou. Pudo sentir como Takeru la arrimaba contra él, y entonces, notó como él también temblaba, aunque en su caso, el temblor que sentía era de ira. Sentía a sus dos hijos abrazándolos y observando a Yggdrasill como si estuvieran ante al mismísimo diablo.

-Y una vez más, la amenaza volvió a peligrar en el mundo digital. En esta ocasión, se necesitaba algo más para poder detenerla. Algo que estuviera dentro de nuestras capacidades para seguir ayudando al digimon a crecer.

"Convertimos los nuevos dispositivos que vosotros llamasteis D3 y sin deciros nada, hicisteis lo que os tocaba y, una vez más, salvasteis a los digimon y al Mundo Digimon.

Incluso aprobamos el hecho de que hubiesen más nuevos Niños Elegidos, siempre que ayudasen al digimon a seguir creciendo.

Y fue a partir de ese momento, en que las cosas empezaron a descarrilarse.

Uno de los digimon nació con dos atributos opuestos. La vacuna y el virus. Un digimon que considerábamos diferente y que no debería existir.

Pero éste acabó en el mundo humano a través de las aperturas existentes en el mundo humano que los Dark Masters provocaron, aprovechándose de la distorsión creada en el Mundo Digimon.

Ese digimon estuvo vagando por vuestro mundo hasta que se encontró con una niña que lo aceptó sin prejuicios. Entonces, Homeostasis consideró el darle una oportunidad a aquel digimon, y que a través de esa niña, creciera como un digimon normal y corriente.

Pero ese fue el primer gran error, porque aquel digimon, empezó a tener síntomas de lo que más temíamos, un digimon que poseía un poder incontrolable y inconmensurable que rompería la balanza entre la luz y la oscuridad.

Ambos discrepamos sobre qué hacer con ese digimon.

Yo no podía aceptar que continuase en el mundo humano, y mucho menos al lado de esa niña que le dejaba hacer lo que quería, y cerraba los ojos ante el peligro que acareaba en su propio mundo. Todo porque le había tomado cariño. ¡Absurdo!"

Taichi empezaba a mosquearse por lo que estaba escuchando. Estaba claro que estaban hablando de Meikuumon y de la conexión que había hecho con su mujer. Es cierto que se había creado algo muy grande y habían perdido cosas muy importantes, pero, que abriera una herida y le echara la sal, hacía que le hirviese la sangre.

-Homeostasis estaba a favor de capturarlo y encerrarlo. Pero, ¿no era una tontería encerrarlo cuando podría escapar en cualquier momento? Por eso, la única solución era eliminarlo."

La ira de Taichi iba en aumento. Sus puños estaban cerrados y temblaban como su cuerpo.

Wargreymon también estaba airado y con unas ganas de golpear a aquel ente que hablaba de su amiga Meikuumon como si no le hubiera afectado los sentimientos del propio digimon y de lo que Meiko había sufrido.

-Y vosotros, como idiotas, os metisteis en el medio para salvarla. A alguien que no conocíais de nada, y que solo causaba destrucción.

"¿Y todo para qué? ¿Para perder a vuestros digimon? ¿Para experimentar el terrible dolor de verlos como enemigos vuestros? ¿Para que ellos os olvidaran por completo? ¿Acaso no os resulta frustrante el haberla salvado y haber experimentado un dolor innecesario si al final os deshicisteis de ella?

-¡CÁLLATE! -explotó Taichi lleno de rabia-. ¡TANTO HOMEOSTASIS COMO TÚ NOS OBLIGASTEIS A TOMAR ESA DECISIÓN! ¡SINO HUBIÉRAIS MANDADO A ALPHAMON Y A JESSMON PARA CAPTURARLA, MEIKUUMON NO SE HABRÍA SENTIDO EN PELIGRO, Y ENTONCES, NINGUNO DE NOSOTROS TENDRÍAMOS QUE HABER PASADO POR SEMEJANTE TRAGO!

-Nosotros somos la ley -justificándose el porqué lo habían hecho-. Nosotros somos los que damos la vida y forma a los digimon. Nosotros decidimos lo que hacer con ellos.

-¡DE ESO NADA! -contestaba ahora Wargreymon-. ¡POR MUCHO QUE SEÁIS NUESTROS CREADOES, LA VIDA ES NUESTRA Y NADIE TIENE EL DERECHO A DECIDIR NUESTRO DESTINO!

-¡AUNQUE NUESTRA MISIÓN SEA LA DE PROTEGER A HIKARI Y A LOS DEMÁS, JAMÁS NOS ABANDONARON CUANDO LOS OLVIDAMOS O CUANDO NOS CONVERTIMOS EN EL ENEMIGO! ¡ELLOS SIEMPRE HAN ESTADO DE NUESTRA PARTE Y CREYENDO EN NOSOTROS!

-¡OS CREÉIS QUE POR ESTAR ENCIMA DE NOSOTROS, TENÉIS EL DERECHO A HACER LO QUE OS DÉ LA GANA! ¡PERO OLVIDÁIS QUE NOSOTROS SOMOS DIGIMON CON VIDA Y QUE HAN CRECIDO Y EVOLUCIONADO SIN VUESTRA AYUDA! -espetaba Imperialdramon.

Yggdrasill suspiró cansada.

Ni los digimon ni los humanos entenderían el sufrimiento que Homeostasis y ella habían padecido a lo largo de los años por culpa de las consecuencias de que un digimon viviera con el ser humano.

-Es algo horrible para una madre que sus propios hijos se rebelen contra ella…

-¡SI FUERAS SU MADRE DE VERDAD NO LOS TRATARÍAS COMO SIMPLES OBJETOS! ¡UNA MADRE SE PREOCUPA EN CUERPO Y ALMA POR SU HIJO Y LUCHA POR ENDEREZARLO CUANDO VA POR EL CAMINO EQUIVOCADO! -espetó Sora, donde tenía mucha experiencia con todo lo dicho.

-Realmente tenemos opiniones distintas -acabó por deducir-. Pero, después de todo, a vosotros no os ha ido nada mal. Incluso con la ayuda de Homeostasis, tuvisteis a Meikuumon de regreso. Aunque su falta de digievolución fue por obra de Homeostasis como penitencia a lo que había hecho.

Antes de que le recordaran que había sido obra suya el que Meikuumon volviera a la vida, Yggdrasill añadió.

-Eso es cierto. No os pienso quitar el mérito de que ese digimon haya sido obra exclusiva vuestra. Aunque Homeostasis participó con un poco de ayuda divina. Deberíais estarnos agradecidos de que al menos tuviéramos misericordia de vosotros.

"Pero a medida que pasaba el tiempo, presenciamos la verdadera naturaleza humana. Así que, teníamos que compensar todos esos pecados, arrebatándoos algo muy preciado para vosotros -mirando de reojo hacia Elpidamon-. Siempre se aprenden mejor las cosas por las malas.

La ira iba en creciente. No se necesitaban detalles para suponer que hablaba de Kibou y Midoripoyomon.

Los digimon, más que nunca, querían descargar esa rabia contra ella. Sobre todo, los más cercanos a Kibou. Pero estando paralizados, sólo podían escuchar y tragarse todo el dolor que les quemaba por dentro y que ansiaban liberarlo.

-Homeostasis y yo pensamos que con la pérdida de alguien importante, tendríais más sentido común y os daríais cuenta del error de que humanos y digimon convivan en un mismo lugar. Además, así sería… ¿Cómo es ese dicho que usáis muy a menudo? ¿Ojo por ojo y diente por diente? -riéndose de su propio chiste-. El caso es que, tras haber matado a esa niña y a su digimon, Homeostasis sentía cierto remordimiento, y quiso arreglarlo de alguna manera.

Antes de que Yggdrasill revelara que Elpidamon era en realidad Kibou y Midoripoyomon reencarnados, Aine la interrumpió.

-Pero nunca supisteis de mí, ¿verdad? No puedes negar que cuando me viste, te quedaste un poco desorientada.

-Ciertamente, muchacha. Tu familia y sus amigos fueron muy inteligentes para escondernos de nosotros. Debo aplaudir vuestra eficacia y a querer saber cómo lo habéis hecho.

-Si piensas que te lo vamos a decir, vas de culo -espetó Yamato. Le dolía horrores el brazo. Sentía que el sangrado empezaba a traspasar el torniquete que Ryo le había hecho. Y un sudor frío comenzaba a perlar su cuerpo.

-Entiendo. Creo que sobrará decir que sino fuera porque supisteis esconderla, esa muchacha y su digimon hubieran corrido el mismo destino.

"Después de todo, su condición como digielegidos especiales, nos rompería el balance que debe existir entre luz y oscuridad.

Para que exista armonía, y que la digievolución continúe, la balanza nunca debe inclinarse a favor de nadie. Demasiada luz haría que todos los digimon se relajaran con la buena vida y a la larga, la especie digital acabaría por extinguirse, porque no lucharon por hacerse fuertes. Y así, como trasladamos a Dragomon a otro espacio dimensional, vosotros, en cambio, para pagar lo que presenciábamos, tendríais que desaparecer.

Aki se apegó a su padre, donde ya no solo hablaba de matar a Aine y a Amaterasumon, sino también a todos aquellos reconocidos como digielegidos especiales. Takeru también lo comprendió, ya que apegó tanto a Hikari como a Hinode contra él. Esta vez no iba a permitir que matara a ninguno de sus hijos. Antes, tendría que pasar por encima de su cadáver.

Huanglongmon con las manos atadas, no podía hacer nada frente aquel ente que amenazaba con deshacerse de todos los humanos que tenía consigo. Sus digimon estaban delante sin poder moverse, tratando de resistirse con todas sus fuerzas de aquella parálisis. Pero por mucho que usasen sus poderes, todo era inútil.

-¡Ah! Olvidaba algo muy importante. Creo que esto aclarará cuando os comenté que si llegasteis hasta aquí, fue porque Homeostasis os echó una mano.

Y entonces, Marineangemon, Nereidamon e Indramon. Sin comprender muy bien lo que estaban pasando, todos solo podían observar aterrorizados como sus digimon regresaban a la etapa kazentai.

-¡¿QUÉ HA PASADO?! -preguntaba Shin con ansiedad.

-Parece mentira que os sorprenda -se mofaba Yggdrasill-. ¿Es que acaso no os dabais cuenta de que su digievolución al nivel kyuukyokutai fue por obra de Homeostasis? En vuestro caso -dirigiéndose a Sei y a Shin-, recibisteis la ayuda divina porque Homeostasis se conmovió por vuestro deseo de salvar a Aufrichtigmon. Y en el tuyo -dirigiéndose a Osamu-, creo que ya sabes la respuesta, ¿verdad?

Osamu se sintió un poco molesto, pero entendiendo que la digievolución al último nivel de Dokunemon no se debía a su amabilidad.

Cuando él junto a su digimon habían sido sometidos a la oscuridad, le habían regalado ese power up para que Dokunemon llegase al nivel kyuukyokutai. Pero, una vez que volvieron a ser los de siempre, Dokunemon recordaba cómo digievolucionar a ese nivel. Y cómo la oscuridad no lo envolvía, podía digievolucionar a la forma Indramon original. Pero, eso no significaba que hubiese sido conseguido por el poder de la amabilidad de Osamu. Por lo tanto, era entendible que el poder regalado de Homeostasis, se fuera de su cuerpo como los digimon de Sei y de Shin.

Y como si no fuera suficiente, los digimon de Taichi y los demás regresaron a su forma kazentai.

-Se han acabado los favoritismos -anunciaba Yggdrasill-. Homeostasis ha llegado a la conclusión que si queréis ser salvados, la manera justa es derrotándome con vuestro propio poder. No con la ayuda adicional que recibisteis de Homeostasis para conseguir el nivel kyuukyuotai -refiriéndose a los digimon de Taichi y el resto.

"¡Ju! Un chiste muy bueno -continuaba el ente femenino-, porque a pesar de que varios de los digimon de vuestros hijos recibisteis la luz de uno de los niños y el poder sagrado de ese digimon, ni siquiera ese digimon tiene oportunidad contra mí -mirando como Tsukiyomimon no podía ni deshacerse de la parálisis ni ayudar a sus camaradas digimon como había estado haciendo desde que era un Tsunomon.

Su luz había sido un fastidio para Yggdrasill, ya que la mayoría de las digievoluciones al nivel kyuukyokutai de los digimon de los niños, habían sido provocadas por el más pequeño. Incluso en el combate entre los hermanos Motomiya, aquel digimon había sido capaz de digievolucionar al nivel kyuukyokutai para salvar a los dos hermanos y a sus digimon cuando había decidido ejecutar a Daichi y a su digimon por inútiles.

Realmente, aquel digimon había sido una molestia constante para la prueba. Y era hora de ejecutarlo, como al resto.

Sonrió a los humanos con arrogancia.

-Sería muy divertido que presenciarais como torturo a vuestros digimon, antes de morir. Pero se me ha ocurrido una idea mucho mejor y más apropiada, para que sintáis el mismo sufrimiento que tuvimos Homeostasis y yo cuando veíamos a nuestros hijos agonizar.

Ante el asombro de los niños, vieron como los seis emblemas que habían estado en los marcadores de sus respectivos y que habían simbolizado a los digiclones, aparecían en forma circular ante ella. La perla del Ying y Yang que Elpidamon guardaba, comenzó a brillar. Y como si tuviera vida propia, se dirigió hacia el punto vacío que completaba el círculo que rodeaba a Yggdrasill. Ella estiró la mano y sucedió algo más impactante. Aquellos emblemas se transformaron en los digiclones que los niños se habían enfrentado. Los digiclones tenían los ojos cerrados, como si estuvieran inconscientes.

Para Aki, volver a ver a Freundmon le supuso una angustia terrible. Mientras que el resto no entendía cómo podían seguir vivos. Habían visto con sus propios ojos como ellos se habían desintegrado.

¿Es que tendrían que volver a enfrentarse a ellos?

Elpidamon sentía algo parecido a Aki, al ver a Lichtmon y a Dunkelmon. La perla que los había representado, Yggdrasill la había partido a la mitad. Al digimon eso le supuso un dolor verlos separados. ¿Es que aquel ente que se hacía llamar madre no tenía en consideración con los sentimientos de los digiclones?

-Los siete digiclones que antes fueron seres digitales. Todos ellos humillados por sus propios compañeros humanos.

"Nosotros les dimos una nueva forma y la oportunidad para vengarse. Pero todos ellos fracasaron en su intento, que no se merecen más oportunidades. Lo único que me consuela es que al menos han hecho que esos niños y sus digimon probaran la agonía y el sufrimiento.

Sus padres secuestrados, uno de ellos que tendría que estar muerto. El terror de que otro fuera sacrificado en público. Y aún así, seguía sin compensar el sufrimiento que Homeostasis y yo padecíamos. Pero Homeostasis quería seguir creyendo, y entonces hicimos una apuesta.

Homeostasis apostó a que si erais capaces de derrotar a los digiclones y sufrir las respectivas consecuencias y rescatar a vuestros padres, entonces, volveríais todos a vuestros mundos.

Yo aposté justo lo contrario. Confié en los poderes que les habíamos dado a los digiclones y que perderíais."

-¡Pero hemos ganado! ¡¿Por qué quieres matarnos?! -preguntaba Sanae sin comprender.

-Porque habéis roto el equilibrio. El que tendría que estar muerto no lo está. La que no tendría que existir, está aquí con su digimon ultra poderoso. Y los dos digielegidos especiales con sus digimon han mostrado una fuerza y un poder sobrenatural que si sigue creciendo, rompería el equilibrio.

"Está claro que si queremos deshacernos de ellos, unos intervendrán, luego otros, y así en una cadena infinita. Lo mejor de todo es cortarlo de raíz y volver a empezar de cero."

-¡¿Y piensas que te lo vamos a permitir?! -rugía Weregarurumon.

-Vosotros, digimon no podéis hacer nada. Vuestra digievolución viene por la luz de Homeostasis. Sin ella, sólo sois un puñado de niños que no pueden hacer nada ante un gigante.

"Huanglongmon, en tu caso, se ha conservado tu nivel kyuukyokutai para que te tortures mentalmente sobre qué hacer. Lanzar tu poderoso ataque contra mí, llevándote a los compañeros digimon de esos humanos? O, ¿huir con ellos y preparar con el resto de digimon supervivientes una estrategia de contraataque?

Sea lo que sea, será inútil, porque podemos anular la luz de tu digievolución como al resto de bestias sagradas con un simple chasquido de dedos.

Así que, antes de que os mate a todos, contemplad la escena final de horror."

Wertmon y el resto de digiclones comenzaron a brillar y sus cuerpos se transformaron en una especie de pantalla virtual. En cada pantalla comenzó a verse escenas dolorosas y que pertenecía a los recuerdos de los digiclones cuando habían sido digimon.

El sufrimiento que habían padecido los digiclones a manos de sus propios compañeros humanos, se reproducía una y otra vez como en un reproductor de vídeo cuando se tenía activada la tecla de repetir indefinidamente. Los gritos de dolor, la forma tan salvaje en cómo eran usados, era muy cruel como para que los niños no tuvieran el estómago suficiente para verlo. Pero en esos hologramas se escuchaba tan fuerte su sufrimiento, que ni cerrando los ojos o apegándose a sus padres, podrían suprimir aquel dolor tan desgarrador. Todos los sonidos que parecían sacados de películas de terror resonaban por aquel mundo y que los martirizaban.

Muchos lloraban de empatía hacia ellos.

Los niños habían descubierto cuál había sido su origen, pero tener que presenciarlo o escucharlo era mucho peor de lo que se hubieran imaginado.

Los digimon, por otro lado, estaban obligados a escucharlos con más claridad que nadie, aunque cerrasen los ojos.

Las imploraciones que muchos de esos digimon les pedían a sus compañeros humanos para que se detuvieran, les llegaba al alma.

Y si no tenían suficiente sufrimiento, se sumaron más hologramas de sucesos terribles del pasado que tenían en relación con ellos o con alguien cercano. Al igual que los hologramas de los digiclones, estos se reproducían una y otra vez de forma indefinida.

La desesperación de Maki al haber perdido a Megadramon.

La muerte de Sukamon a manos de los Dark Masters.

Cuando Ken había sido Digimon Káiser y maltrataba a los digimon.

Cuando Noriko, Keiko y los demás habían sufrido un lavado de cerebro por parte de Oikawa.

Las muertes de Arukenimon y Mummymon a manos de Belialvamdemon.

La muerte de Oikawa con Iori suplicando de que no se sacrificara.

Cuando habían matado a Meikuumon en esa forma grotesca llamada Ordinemon.

La muerte trágica de Kibou y Midoripoyomon a manos de Demon y Dragomon.

La desesperación que había tenido Yamato y Gabumon cuando la nave había empezado a fallar.

El dolor que había sentido Misato al pensar que estaba peleando contra su madre.

La pelea y el sufrimiento que habían tenido cuando Osamu e Indramon Falldown Mode peleaba contra Minami y su digimon.

La pelea entre Megaveidramon contra Megabuidramon.

El dolor que habían sufrido Isaki, Aki y sus dos digimon cuando Osamu y Daichi habían estado poseídos por la oscuridad.

Las palabras insultantes que Momoko y Satoshi habían escuchado en el interior del cubo cuando se iban a enfrentar a Unschuldmon.

El desgarrador grito de Aufrichtigmon cuando lo habían obligado a pelear.

La desesperación que había sentido Nat cuando Garutmanmon se enfrentaba a Liebenmon.

La visión de muerte que Kazumi había visto de su hermana y de su digimon.

Las formas en cómo Wertmon y Freundmon habían sido eliminados.

La desesperación de Dunkelmon ante la muerte de Lichtmon.

Todo en conjunto mezclado, sólo escuchándose gritos de dolor era la peor tortura que todos podrían recibir.

Se escuchaba tanto dolor, que muchos de los adultos no tenían el coraje para continuar mirando. Sólo desear que aquella pesadilla terminase de una vez.

Lo más doloroso para Takeru y Hikari era presenciar la forma en cómo su hija había muerto. Sabían que Demon y Dragomon le habían hecho algo terrible, pero no a semejante nivel.

Quizás por masoquismo, que Takeru se había girado para ver cómo atravesaban a su hija con aquel haz de luz. Ni Hikari ni sus hijos tenían el valor para ver algo de lo que allí se presentaba. Hikari tenía escondida su cara en su pecho y lloraba sin parar. Hinode, era apretada con tanta fuerza que lloraba contagiada por la tensión que le infundía su madre.

Takeru veía como su hija había estado atada a una especie de cruz invertida y su digimon en forma de digihuevo en las manos de alguien que estaba tapado de pies a cabeza. Kibou lloraba toda asustada. Decía papá y mamá una y otra vez con tanta desesperación, como si con eso fuera suficiente para que la rescataran. Ella había mantenido la esperanza hasta el final. Pero… Pero…

Antes de ver el final doloroso, cerró los ojos sin poder seguir viendo. Y entonces, cuando, supuestamente todo había terminado, se escuchaba de nuevo su llanto y desesperación para que sus padres la rescataran.

Tener que escuchar todo eso, los quebraba tanto que si no morían a manos de Yggdrasill, lo harían de dolor.

No podían soportarlo más.

Por mucho que gritasen que ya era suficiente, Yggdrasill hacía oídos sordos.

-Experimentad lo mismo cuando veíamos a nuestros niños sufrir.

Todo estaba en su contra.

La mayoría de los digimon estaban en el nivel kazentai y seguían sin poder deshacerse de aquella parálisis. Además, ahora sus sentidos estaban embotados con los gritos de dolor y desesperación de aquellos recuerdos que tanto daño emocional les provocaba.

Para Hikari, el único sonido que resaltaba sobre el resto, era el de su hija. Volver a escucharla después de mucho tiempo, y en esas circunstancias, le producía ansiedad. Escuchar su terror como la llamaba para que la fuera a rescatar y que había sido en vano, mezclado con el llanto de su pequeña Hinode tan cerca de ella…

No podía aguantar más…

Quería que todo se acabara de una vez. Si tenía que morir, por favor que la matasen ya. Aquello era lo más tortuoso que había experimentado en toda su vida.

¿Por qué tenían que seguir sufriendo cuando ellos habían perdido tantas cosas?

Ellos solo anhelaban una vida tranquila y pacífica.

¿Por qué tenían que pagar por lo que otros habían hecho?

Si lo supieran, los habrían detenido.

¡No era justo!

Homeostasis e Yggdrasill también los habían hecho sufrir al elegirlos para combatir contra el mal. Ellos los habían elegido para su egoísta misión de mantener el equilibrio entre el bien y el mal.

-¡MAMÁAAAA! -gritaba Kibou en su última palabra antes de morir.

-¡BASTA YAAAAA! -gritó Hikari con todas sus fuerzas, donde no podía seguir soportándolo más.

Su cuerpo explotó en una potente y poderosa luz. Todos los hologramas se desintegraron como si aquella luz tuviera la voluntad de deshacer cualquier cosa inmaterial en pedazos. Fue tan cegadora que Yggdrasill tuvo que colocar su mano para protegerse de aquella luz. Una luz que no provenía de Homeostasis, sino propia de la portadora de la luz. La verdadera y poderosa luz que provocaba grandes milagros. Aquella luz había hecho que todos los digimon regresaran a sus últimas formas y se deshicieran de la parálisis.

Taichi y el resto observaban a Hikari asombrados, pero más asombrados estaban al darse cuenta de que ellos también brillaban del color de sus emblemas. Sus digimon también brillaban de acuerdo con el color de su compañero humano. Sólo habían cuatro que compartían dos colores distintos. Amaterasumon y Tsukiyomimon con los colores azul y rojo (NA: No son digimon fans del Barça, no os flipéis XD), y Elpidamon y Starangewomon con los colores amarillo y rosa. Incluso sus propios compañeros humanos brillaban con esos mismos colores.

Pero todavía había más. Los digimon de los hijos de los elegidos tenían una luz que iba dirigida hacia sus padres digimon de procedencia.

Imperialdramon, Wargreymon, Heraclekabuterimon, Rosemon y Plesiomon recibían el doble de aquella luz por tener dos hijos de su misma casta. Sin embargo, Amaterasumon, Tsukiyomimon dirigían su doble color a Metalgarurumon y a Hououmon; mientras que Elpidamon y Starangewomon hacia Seraphimon y Ophanimon a la vez.

Ninguno supo qué significaba eso, salvo Elpidamon y Amaterasumon. Su experiencia en aquella etapa y su condición especial, hicieron que se miraran mutuamente, comprendiendo lo que esa luz podría indicarles.

-¡Chicos! ¡Ofrezcamos todo nuestro poder a nuestros padres!

Amaterasumon haciendo uso de esa luz, la concentró por completo y la transmitió a sus padres digimon. El resto de digimon de los hijos de los elegidos hicieron lo mismo.

Wargreymon y los demás brillaron con tanta intensidad que Yggdrasill no podría creerse que la luz de aquella humana pudiera crear una digievolución al nivel kyuukyokutai de tantos digimon.

Pues, por regla general, toda luz de la digievolución era provocada por Homeostasis. Pero había ciertas excepciones con aquellos doce digimon.

Ellos tenían la luz de sus emblemas que brillaba con luz propia y lo que provocada que sus digimon alcanzasen el nivel kazentai. Pero llegar al nivel kyuukyokutai con su propia luz era algo imposible. Homeostasis los había ayudado con su poder divino para que esto fuera posible.

Sin embargo, la portadora de la luz había hecho lo imposible, realidad.

Una vez que todos los digimon de los hijos trasladaron sus luces a sus padres digimon, volvieron a su etapa seichouki. Huanglongmon los atrapó a todos para que estuvieran a salvo junto a sus compañeros humanos.

Los niños y adolescentes se alegraron del buen trabajo que habían hecho sus digimon.

Observaron como gracias a la luz sagrada de Elpidamon, Archpiddomon, Archpiddowomon y Starangewomon, las formas de Seraphimon y Ophanimon habían cambiado ligeramente. Se veían con una armadura más cómoda para la lucha y con los los colores de sus respectivos emblemas. Además, ambos poseían un báculo dorado con sus respectivos emblemas brillando.

Los poderes sagrados de dos arcángeles unidos al de dos de los digimon de los digielegidos especiales, había creado una nueva forma en Seraphimon y Ophanimon.

Sin embargo, pese a aquella luz, Yggdrasill seguía sin amedrentarse.

-Puede que hayáis ganado un poco de poder, pero sigue sin ser suficiente para derrotarme.

-Eso lo sabemos -dijo Valkyrimon consciente del enorme poder que poseía Yggdrasill.

-Os encargamos el resto a vosotros -les dijo Hououmon a Wargreymon, Metalgarurumon, Imperialdramon y Banchostingmon.

La experiencia que todos ellos tenían en combate, les había enseñado que no había nada más poderoso que Omegamon, Imperialdramon y los dos digimon ángeles.

Hououmon y el resto brillaron como lo habían hecho sus hijos y ofrecieron sus luces y su poder a los cuatro digimon. Pues apreciaban como Seraphimon y Ophanimon tenían un poder equitativo al de Omegamon e Imperialdramon.

Recibiendo mitad y mitad, Taichi y el resto observaba como Wargreymon y Metalgarurumon se movían aleatoriamente de un lado para otro como en una secuencia de ADN. Hououmon y sus amigos volvieron a sus formas de Piyomon y demás. Pero pudieron ver cómo ante ellos aparecía el majestuoso Omegamon.

Banchostingmon se convirtió en una bola de luz que se unió a Imperialdramon, donde su cuerpo fue ligeramente modificado con rasgos de Banchostingmon en su cuerpo. Incluso los colores de su armadura se mezclaron con los colores de Banchostingmon.

Seraphimon se colocó al lado de Omegamon mientras que Ophanimon al lado del Imperialdramon.

Yggdrasill se veía ahora seria y algo preocupada. Ya no veía a esos digimon como alguien fácil de eliminar.

Y entonces, comenzó una dura batalla.

Cuatro digimon contra un ente divino. Una igualdad de condiciones, donde la ventaja numérica nunca significaba que se pudiera ganar la partida.

La batalla se volvió tan intensa que Huanglongmon tuvo que retroceder para que el combate no afectase a los que transportaba.

Nadie era capaz de seguir con los ojos la batalla que estaba ocurriendo. Sólo veían líneas chocar las unas con las otras y de vez en cuando, potentes ataques que los hacía cerrar los ojos por el impacto consecuente.

La velocidad de aquellos digimon sobrepasaba lo inhumano, incluso Huanglongmon no era capaz de seguirlos con la mirada.

Ni siquiera Elpidamon ya que había perdido gran parte de su poder. Al haber traspasado sus poderes a sus padres digimon, se había convertido en un niño con los mismos ropajes que tenía en su forma kyuukyokutai.

Aún así, creían en aquellos cuatro digimon que podían darle guerra a Yggdrasill. Pero necesitaban algo más. En aquellos momentos, todo estaba igualado.

-Yamatosan, ¿estás muy pálido? -anunció Jou con mucha preocupación, viendo a su amigo en tan lamentable estado. Observó como el torniquete estaba empapado en sangre y aunque Yamato trataba de disimularlo, empezaba a jadear con fuerza.

-Estoy bien, no me pasa nada.

Sin embargo, el resto coincidía en que Yamato no estaba nada bien y que necesitaba ayuda urgente. Aine les explicó cómo en aquella otra dimensión, su padre había estado inconsciente y ella le había usado su propio poder para rehabilitarlo.

-Aún así no era suficiente. Incluso Ryosan estaba de acuerdo en que tenía que ir a un hospital.

-Calla, Aine -le pedía su padre, para que no hablara más de la cuenta.

-Pero papá, mírate. El efecto del calmante que te dio Ryosan está perdiendo efecto.

-Pero, ¿cómo vamos a hacer para salir de aquí? -preguntaba Sora, donde estaba de acuerdo en que su marido tenía que ser tratado urgentemente.

-Nosotros podemos -comentó Toji de inmediato-. Gennaisa nos puso en nuestros dispositivos un botón que haría que los alertara para que abriera el portal entre este mundo y el digital.

-¡Eso es! -recordó Natsumi-. De esta manera, podríamos regresar al Mundo Digimon y que Gennaisan te vea. Piomon y yo podemos quedarnos para que Omegamon y los demás regresen después.

-¡De eso nada! ¡Tú tienes que estar con tu padre! -dijo Toji insistente- ¡Yo me quedo con Fireagumon!

-Y nosotros también -declaró Musuko refiriéndose a Veidramon y a él.

-Nosotros nos quedaremos para apoyar a Omegamon y a los demás -comentó Taichi, refiriéndose a su hermana, Takeru, Ken y Daisuke.

-De eso nada… -murmuró él.

-Yamato, por favor. Te lo suplico. Hazlo por mí. No quiero volver a experimentar la sensación de perderte -le suplicaba Sora entre lágrimas.

Yamato la miró con agonía. Le disgustaba verla llorar. Y si aún por encima era por su culpa, le entristecía más. Pero por mucho que amase a su mujer, había algo más importante para él.

-Lo siento, Sora. Pero no puedo abandonar a Gabumon.

La mirada que le había indicado Yamato hablaba por sí sola. Era obvio que él, como portador de la amistad era impensable que abandonara a su amigo fiel, cuando éste había estado a su lado en los peores momentos que había soportado.

Sólo unos pocos comprendían ese motivo, mientras que otros continuaron insistiendo en que debería regresar para que lo trataran.

Taichi observaba esa terquedad en no volver si no era con Gabumon. Su símbolo, la amistad siempre estaría por encima de todo. Jamás había abandonado a quiénes tanto apreciaba. Aunque le fuera la vida en ello.

Soltando un sonoro suspiro de fastidio, Taichi no solo comprendió la razón sino que se le ocurrió una manera para ganar rápido aquella batalla. Lo había estado maquinando en su cerebro, pero debido a lo peligroso que resultaba, no quería ponerlo en práctica. Pero visto lo visto, no había más remedio.

-Está bien, está bien. Si no quieres marcharte sin Gabumon, entonces, no quedará más remedio que hacer uso tanto de tu amistad como de mi valor.

Yamato lo observó con cierto asombro. Al instante, comprendió lo que estaba pululando por su mente. No se podía creer que quisiera hacer aquello tan arriestgado, y eso hizo que sonriera.

-¿Pretendes hacer esa tontería tan infantil a nuestra edad?

-Mejor eso, que verte morir desangrado.

Yamato cerró los ojos viendo que su temeridad estaba siendo muy mal influenciada.

La conversación mantenida entre ambos no la entendía nadie. Todos estaban más centrados en que Yamato tenía que regresar y que lo tratasen de inmediato.

Takeru y Hikari, por su parte, observaban a sus dos hermanos con rostros angustiados, imaginándose lo que pretendían hacer. Los conocían tan bien, como a serles demasiado familiar aquellas expresiones que tenían.

-Eso sí, cuando todo esto acabe y Gabumon esté contigo, irás derechito a que te traten, o te daré una paliza que te desfiguraré esa bonita cara que tienes.

-¡Papá! -exclamó Sanae sorprendida de que hablase así a Yamato. Ella lo tomaba tan en serio, que le preocupaba que su padre se enemistara con el padre de Yuuta.

-Taichi, ¿qué piensas hacer? -preguntaba Sora con un mal presentimiento, y sujetando demasiado fuerte a Yamato.

Quizás no entendieran muy bien lo que se proponían, pero lo que sí estaba claro es que iban a exponerse al peligro como aquellos niños aventureros que habían sido a los once años.

Taichi llamó a Daisuke, que estaba medio empanado por lo que estaba escuchando. Él también tenía una ligera idea de lo que se proponían. Pero realizarla, era más que una temeridad, sobre todo tal cómo se encontraba Yamato. Pero cuando lo había llamado, había contestado con un sí despistado. Luego, Taichi llamó también a Ken y eso confirmó las sospechas no solo de Daisuke, sino de Koushirou también.

El pelirrojo había entendido por dónde iban los tiros. Pero al igual que Daisuke, se negaba a creer que realizase semejante temeridad con Yamato en aquel estado. Por eso, que no le sorprendió cuando también había llamado a Takeru y Hikari.

-¡¿Qué vais a hacer?! -preguntaba Miyako angustiada, abrazándose a Ken, donde parecía tener la mirada perdida, como si se sintiera resignado a tener que hacer lo que Taichi se proponía.

-Detener a Yggdrasill -contestó Taichi con simpleza como si fuera fácil de hacer-. Takeru, Hikari, sé que es pediros mucho, pero vuestro poder es el más esencial en esto por vuestra luz y esperanza.

Poco a poco, algunos comenzaron a entender lo que Taichi se proponía. Sobre todo, cuando le había pedido a Sora que soltase a Yamato y que él se encargaría de cargarlo. Pidió también a Huanglongmon que aterrizase para pisar tierra firme y dirigirse hacia la batalla que libraban sus digimon con Yggdrasill.

Hikari le confió a Isaki el cuidado de Hinode, y que pasara lo que pasara, confiara en que volverían sanos y salvos. Aunque una parte de ella, no se sentía muy segura. Era demasiado arriesgado y tenían que confiar mucho en la suerte y en sus emblemas.

Ken también le dijo lo mismo a su familia. Miyako y Minami estaban llorosas y se negaban a que se fuera. Pero Osamu, trató de calmarlas, asegurando que su padre volvería junto a Woormon.

-Además, tienes que volver para contarte algo muy importante. Aunque supongo que ya imaginará lo que es -agregaba con algo de pena.

Tenía en mente contarle a sus padres cómo se había dejado vencer por la oscuridad. Y hablarles sobre la envidia que había sentido hacia Minami, cuando ella se había escapado. Él que había sido el hijo perfecto, se había sentido como si le hubieran dado una patada en el culo. Se había sometido a la oscuridad, pero salvado gracias a Aki y a Nat. Y después, debido a sus celos y a su desconfianza hacia Nat, había vuelto a sumergirse más profundamente en la oscuridad. Se había enfrentado a su hermana, culpándola de todo y al final había sido nuevamente salvado. Aunque le resultara vergonzoso, estaba dispuesto a declarar lo que había hecho. Pero Yggdrasill lo había mostrado a todos mediante aquellos hologramas. Y no quería que sus padres se enterasen de esa manera. Quería haber sido él, quién se lo explicara todo. No buscaba justificarse, sino que vieran lo que había hecho y que ellos mismos decidieran que hacer.

Ken viendo la cara desolada de su hijo, le ofreció una pequeña sonrisa y le prometió que volvería para escucharle todo lo que tenía que decirle. Aunque, ya se imaginaba por qué había sucedido todo aquello. Por algo, él también había cometido el mismo error durante su niñez. Pero se había arrepentido y se había auto culpado, donde no merecía el perdón de nadie. Hasta que Daisuke y Miyako, le hicieron darse cuenta de su error. Veía que su hijo parecía tener los mismos síntomas, así que, tenía la obligación de volver para hacerle entender que no debería seguir castigándose por su pecado.

Daisuke, en cambio, hablaba con seguridad y confianza para que Musuko y Daichi no se preocuparan. Era normal que Daichi se sintiera aterrorizado y no dejara de abrazar a Buidramon como si pudiera curar su miedo, pero verlo también en Musuko, era algo extraño.

-Volveré, os lo prometo -les dijo con una sonrisa entre dientes, guiñándoles el ojo y con el gesto en la mano de que todo estará bien.

Y los seis tocaron suelo firme para dirigirse hacia el lugar donde se desarrollaba la batalla.

Viendo como su padre se marchaba, Aki tuvo muchísimo miedo. Sentía la misma ansiedad que su madre. ¿Y si tenía que volver a experimentar su pérdida? Abrazaba con fuerza a Kabumon que sentía el mismo abatimiento que su compañero.

-No te preocupes, volverán sanos y salvos. Gabumon no dejará que volvamos a pasar por ese sufrimiento -aseguraba Piyomon colocando sus alas sobre el pequeño para animarlos. Ahora mismo, ella tenía que encargarse del más pequeño, ya que Yuuta y Aine se habían encargado de calmar a su madre.

-Pero, ¿qué se supone que piensan hacer? -preguntaba Momoko que todavía seguía sin comprender nada.

Izumi tampoco lo entendía. Le aliviaba saber que hasta Kazumi se encontraba igual de desconcertada que ella y miraba a su padre en búsqueda de una explicación.

-Koushirouhan, ¿acaso piensan…?

Tentomon que había estado en muchas ocasiones al frente de la batalla, y visto cosas parecidas, se imaginaba lo que iban a hacer.

-Así es -contestó cerrando los ojos con gran pesar.

-¿Así es, el qué? -preguntaba Mimi con tanta angustia que exigía explicaciones claras y concisas- ¡Explícate de una vez!

Mientras todos los miraban dirigirse hacia el lugar donde se enfrentaban, Koushirou les explicó cómo al estar Taichi y los demás tan cerca, eso aumentaría el valor y reforzaría el vínculo de amistad que tenían con sus digimon.

-Al igual que cuando nosotros estamos en peligro, los digimon digievolucionan, pues en este caso, es algo parecido. Sin embargo, como cuentan con el poder de la amistad de Yamatosan, el del valor de Taichisan, la esperanza de Takerukun y la luz de Hikarisan, eso hará que sus emblemas brillen con tanta fuerza que les llegará a sus digimon.

-¿Y qué pintan Daisuke y el padre de Ichijouji? -preguntaba Veidramon.

-Quizás sea porque al estar Imperialdramon también en el campo de batalla, si ellos no viesen a sus compañeros humanos junto a Taichisan y los demás, los lazos de amistad de los digimon de Daisukekun y Kenkun se perderían, así como la fe y a resignarse a dejárselo todo en manos de Omegamon y de Seraphimon y Ophanimon -dedujo Kazumi.

-¡Pero eso último no tiene sentido! -exclamaba Minami abrazada a su madre y ahogando a Penguinmon.

-Sí que lo tiene -afirmó Osamu con gran pesar-. Después de todo, no es suficiente el poder de Omegamon y el de los digimon ángeles para derrotarles. Necesitan también el incentivo de Imperialdramon. Pues ya estás viendo que necesitan también la ayuda de Imperialdramon para luchar contra Yggdrasill.

-Entonces, si he entendido bien, ¿lo que mi padre y el resto piensan hacer es exponerse al peligro, para que sus propias características brillen con la luz necesaria para que Omegamon y los demás, obtengan más poder? -quiso entender Yuuta.

-Así es -contestó Koushirou con gran pesar.

-¡PERO ALGO ASÍ ES IMPOSIBLE! ¡ES CREAR UN MILAGRO DE DÓNDE NO LO HAY! -exponía Shin donde no podía creerse algo que sólo sucedían en los libros de fantasía.

-Hemos visto otros milagros que todavía nos resulta imposible de creer -aportaba Iori arrimando con fuerza a su hija. La notaba tan asustada, que si se descuidaba, su hija acabaría por perder toda la fe y la confianza que sus amigos necesitaban-. Y aunque suene muy infantil, debemos creer todos juntos en este nuevo milagro.

.

Los pasos de Ken y Daisuke eran un poco más apurados que el resto. Aunque en ocasiones, se veían obligados a retroceder por la propulsión de aire de aquellos ataques.

Taichi, al cargar a Yamato, iba más retrasado que ellos. Y Takeru y Hikari iban detrás de ellos, con ganas de ayudarlo. Pero Taichi lo negaba una y otra vez.

Él había decidido hacerse responsable de Yamato y necesitaban estar ellos dos juntos para que Omegamon sintiera su alianza.

-Esto mismo va por vosotros -dirigiéndose hacia ellos con severidad-. Hikari, Takeru, vosotros dos conformáis un vínculo sagrado muy poderoso. Tenéis que estar más unidos que nunca para que vuestra esperanza y vuestra luz les llegue a Seraphimon y a Ophanimon -luego, les sonrió con confianza-. Nosotros dos estaremos bien -refiriéndose a Yamato y a él-. Independizaos de nosotros, y enfocaos en ese poder sagrado milagroso que sólo poseéis vosotros dos.

Escuchar esas palabras de Taichi, dejó a Takeru impresionado.

Él, que siempre había sido muy sobreprotector con Hikari. Él del cual Hikari dependía tanto, y que en ocasiones le provocaba celos, le decía que se unieran más que nunca.

Sintió como Hikari le cogía de la mano. Takeru se giró a verla. Al parecer, ella también había entendido que era hora de dejar de apegarse tanto a su hermano, y enfocarse en la persona que realmente la amaba.

-Tiene razón -decía ella con una hermosa sonrisa-. Debemos dejar de depender de nuestros hermanos, y creer en la esperanza que me transmites y tú en mi luz.

Esos dos emblemas que estaban destinados a estar juntos y que cuanto más apegados estuvieran el uno al otro, más fuerte sería.

El pequeño Elpidamon vio como el doble emblema que tenía entallado en el cinturón empezó a brillar. Al ver al frente, se encontró con sus dos padres brillando como si fueran uno solo.

Esa luz se desarrolló en cadena hacia sus cuatro amigos. Los seis dispositivos sonaron y brillaron con luz propia.

Con el poder de los emblemas de Takeru y de Hikari, habían creado una nueva forma y la habilidad de que tuvieran luz propia en los dispositivos de sus hermanos y de sus dos amigos.

Eso mismo ocurrió con los dispositivos de Sora y del resto de adultos. Todos ellos cambiaron a una forma muy similar a los dispositivos que tenían sus hijos en sus muñecas, pero cada uno con el color que le caracterizaba de su emblema.

Se había producido una evolución en los propios dispositivos digitales, donde eran personalizados, y con la capacidad de emitir una luz más poderosa, que cuando usaban el dispositivo con sus emblemas para que sus digimon alcanzasen el nivel kazentai.

Los dispositivos de los niños también sufrieron ligeros cambios. Aunque seguían manteniendo su color metalizado, por los bordes donde rodeaban a los doce emblemas, se pintaron con el color característico del emblema heredado. Estos bordes brillaron con la misma magnitud que el de sus padres, adquiriendo también la habilidad de poseer luz propia.

Y como si todos los digielegidos y sus hijos estuvieran sincronizados, enfocaron sus dispositivos hacia los cuatro digimon combatientes.

Los cuatro brillaron y esa luz se convirtió en una sola como si se hubiera fusionado.

De nuevo, Yggdrasill recibía esa luz molesta. Pero esta vez, iba a ser precavida y no les iba a dar la oportunidad de que tomasen ventaja.

Fue directa hacia esa luz, pero fue repelida. Adicionalmente, sufrió un importante daño en la extremidad derecha que tenía con forma de rama.

Lo que iba a pasar no sería nada bueno para ella.

Los dos digimon ángeles, como si alguna fuerza divina los empujara, bailaron conjuntamente alrededor, hasta que se transformaron en plumas. Unas plumas que se adhirieron a Omegamon. La capa de Omegamon estaba totalmente alzada, y cuando aquellas plumas se asieron a su espalda, la capa desapareció. Las plumas se convirtieron en ocho maravillosas alas que resplandecía del color del oro.

El cuerpo de Imperialdramon sufrió también una poderosa atracción hacia Omegamon. Imperialdramon se descompuso, donde del digimon sólo quedó su armadura que se unió al cuerpo de Omegamon. La armadura de Imperialdramon sufrió un drástico color azul plateado que brillaba por sí misma y que cubría por completo a Omegamon.

Un arco con los colores del arco iris rodeó a Omegamon, haciendo que se viera como un ser divino y celestial.

Los digielegidos y sus hijos seguían apuntando con sus dispositivos a la nueva forma de Omegamon. Sin embargo, un extraño pitido y el sonido de un conteo hizo que todos observaran a sus dispositivos digitales con confusión.

En la pantalla de sus dispositivos había una cuenta atrás en rojo de solamente diez segundos.

Rápidamente, Koushirou dedujo que quizás ése era el tiempo establecido para aquella nueva forma que poseía Omegamon.

Después de todo, en él estaba concentrado un enorme y grandísimo poder.

Yggdrasill recibió esa información por parte de Homeostasis y sonrió satisfecha.

Estaba claro que un enorme poder siempre tenía sus consecuencias.

Para evitar su derrota, sólo tenía que ganar tiempo.

Sin embargo, parece que diez segundos eran suficientes para aquella nueva forma de Omegamon.

Estirando los dos brazos al frente, concentró diversos poderes y elementos naturales que empezaron a emanar de sus manos.

Fuego, hielo, tierra, agua, luz, electricidad…

Todo ello estaba unido en una gran bola de energía y que se lanzó, rápida como la luz, contra Yggdrasill.

A seis segundos de la cuenta regresiva, el ataque atravesó a Yggdrasill. Sin poder creerse lo que le había ocurrido, Yggdrasill tembló y sintió como su cuerpo se iba desintegrando poco a poco.

-No puede ser… No puede ser…

Ella… Un ente divino… ¿Había sido vencida por los compañeros digimon de unos malditos humanos?

No se lo podía creer.

Y con esa frustración, se desintegró hasta que sólo quedó un minúsculo arbolillo.

Ese arbolillo explotó con tanta intensidad, que Huanglongmon, protegió con su cuerpo a los que transportaba.

La explosión había sido muy intensa como para arrasar por completo toda la zona.

De no ser por Huanglongmon, quién sabe lo que les habría pasado a Sora y a los demás.

Pero, ¿y Taichi y el resto?

Se preguntaron todos preocupados.

Sora y el resto se aliviaron al ver cómo aquella nueva forma de Omegamon los había protegido con su cuerpo, y acto después, aquella forma desapareció, dividiéndose en seis pequeños digimon: Botamon, Punimon, Poyomon, Yukimibotamon, Chikomon y Leafmon.

Habían derrotado a Yggdrasill y todos se encontraban bien y a salvo.

Todos saltaron de Huanglongmon para dirigirse hacia ellos y felicitarlos. Verlos con las sonrisas en las caras, era suficiente para saber que todo había ido bien. Miyako se abrazaba tanto a Ken que le pedía que no volviera a correr aquellos riesgos por mucho que se lo suplicasen.

Sora y sus hijos abrazaban a Yamato con cuidado, así como a recordarle que ahora ya no podía poner pegas y tenía que regresar de inmediato para que lo vieran. Yamato trataba de hacerse el valiente en que no era para tanto. Aunque reconocía que sus propios pies ya no podían sostener su cuerpo y las ganas de dormir un día entero. Pero antes de cerrar los ojos, quería asegurarse de que su digimon estaba bien. De reojo, observó cómo era cogido por Piyomon y lo abrazaba tan fuerte que sus hijos digimon se peleaban por ser el siguiente en felicitarlo.

Pudo ver cómo Poyomon y Yukimibotamon eran cargados por Earmon y Tsukaimon. Daba gracia ver como los propios hijos cargaban a sus padres digimon.

Observó de reojo a su hermano. Él se encontraba muy feliz, como nunca en su vida lo había visto. Lo primero que había hecho, había sido cargar a Hinode y sonreírle con tanto amor que resultaba una escena para ser fotografiada.

Sus sobrinos se abrazaban a su madre y no paraban de hablar entusiasmados sobre el gran poder que habían visto salir de ellos. Takeshi era el que más emocionado estaba de todos. Sonreía de oreja en oreja y luego se unió a su padre para abrazarle, donde a Yamato le recordaba mucho al Takeru de ocho años.

Todo estaba bien.

Pensaba Yamato, sintiéndose relajado.

El efecto del calmante había dejado de hacerle efecto hace bastante, y ahora, que podía apreciar que su digimon estaba en buenas manos y que habían derrotado a la amenaza, podía descansar tranquilo.

Sus ojos se cerraron y sintió que no podía seguir soportando más su propio peso. Escuchó las voces alarmadas de su familia y de Taichi, así como la presura para que lo llevasen de inmediato a un hospital. Después de aquello, todo se volvió negro.

.

En el mundo en el que se encontraba Homeostasis, éste recogía las piezas de ajedrez que Yggdrasill había tirado.

Ella había muerto y ahora él se había quedado solo.

Aquellos seres humanos y sus digimon habían sido capaces de crear una luz propia de digievolución, y uniendo todas sus luces, habían sido capaces de derrotar a un ser tan poderoso como lo había sido Yggdrasill.

Pero todo gran poder conlleva limitaciones.

Y el punto débil en aquella gran forma de Omegamon había sido el tiempo.

Una forma de vida digital no puede aguantar semejante carga de poder.

Él lo había visto. Por eso, le había avisado a Yggdrasill del tiempo que tenía para evitar ser derrotada.

No es que estuviera de parte de ella por haber sido colegas desde el comienzo de sus vidas, pero la justicia tenía que prevalerse.

Así como ese grupo de humanos y digimon tenían razón, Yggdrasill también la tenía.

El azar era el que debería decidir quién era el ganador.

Sin embargo, a pesar de que todo había terminado, todavía quedaba él.

No pensaba vengarse de Yggdrasill, porque habían hecho una apuesta. Y, tanto los hijos como los propios elegidos, habían experimentado el suficiente horror y sufrimiento para dejarlos en paz por el momento.

Cogiendo un peón blanco lo situó sobre el tablero, donde la pieza negra del rey junto a un caballo y un alfil negros se habían salvado de la caída.

Homeostasis la colocó de forma convencional, de manera que el peón blanco pudiera hacer su siguiente movimiento y matar al rey, si el alfil y el caballo negro no actuaban antes.

-Jaque.

FIN MARAÑA


SIGUIENTE ACTUALIZACIÓN: 01/11/2020

TERCERA PARTE: TÉRMINO · Tambores de guerra