TÉRMINO · Bondad y Perseverancia
-¡Kenchan! ¡Kenchan! ¡Despierta!
La voz preocupada de Woormon sonaba insistente.
Con un terrible dolor de cabeza, Ken se despertaba de lo que parecía un sueño muy pesado. Tras abrir los ojos, Woormon se sintió tan contento que se echó a sus brazos, llorando de felicidad. En ese momento, Ken se dio cuenta de cómo su cuerpo había rejuvenecido.
-¿Qué ha pasado? -mirándose a sí mismo como aquel niño de once años que había hostigado a muchos digimon cuando había sido Digimon Káiser.
-No lo sé muy bien -contestó el digimon.
Analizándose unos segundos más, Ken volteó la cabeza hacia todos lados preguntando por su esposa y por sus amigos.
-Tampoco sé dónde están. Pero seguro que Hawkmon estará con Miyakochan.
-Eso espero -llevándose una mano a la cabeza, donde en su mente se repetía la visualización del digihuevo roto de su digimon. Sin embargo, estaba ahí parado. Con mucho ánimo, como si no pasara nada. Pero también, estaba él con su forma de niño, donde no podía asociar si lo que estaba viviendo era real o un sueño.
-De todas formas -independientemente si aquello era un sueño, tenía que buscar a su esposa y a los demás-, lo mejor sería buscarlos -levantándose con su digimon en brazos.
Caminando a través de aquel espacio blanco, Woormon se sentía muy reconfortado. Los brazos de Ken eran cálidos. Cuando había sido Digimon Káiser, la sola idea de poder estar en su regazo, le parecía efímero. Pero gracias a Daisuke y a los demás, que le hicieron entender que sus actos eran reales y no producto de ningún videojuego, y con su pérdida más sentida que nunca, le habían hecho recapacitar y auto culparse, donde no se merecía el apoyo ni el cariño de nadie.
Había pretendido llevar esa carga él sólo y tratar de solucionar los daños que había ocasionado. Pero cuando se está rodeado de tanta gente tan alocada y divertida como Daisuke o Miyako, era imposible, no contagiarse de su alegría y de acercarse a ellos.
-Aunque más bien, diría que te forzaron -reía divertido Woormon.
-¿De qué hablas? -le preguntó, confuso.
-De cómo Miyakochan y Daisuke trataron de que te unieras al grupo.
El simple recuerdo de aquello, hizo sonreír a Ken.
-Y a pesar, de cómo los rechazaba, ellos no pararon de insistir hasta conseguirlo.
-Incluso tuvieran la genial idea de usar a Armajimon y a mí, para que Iori y tú os llevarais bien.
Ken sonrió con más amplitud. Recordar cómo ambos habían ideado un plan tan absurdo para que se llevaran bien, era prueba de lo tan parecidos que eran. Aunque se llevaran como el aceite y el agua, eran dos polos opuestos que se complementaban a la perfección. Incluso había llegado a pensar, en que harían una muy buena pareja. Jamás se imaginó la de vueltas que le había dado la vida.
-Kenchan, ¿sabes? -comentó Woormon-. Cuando empezaste a salir con Miyakochan, pensaba que lo hacías por compasión por ella, por lo que había pasado. Y también para corresponder a sus sentimientos, para que no siguiera pasándolo mal. Eres demasiado bueno como para anteponer tu propia felicidad por los demás.
-Y no estás engañado. Al principio, lo había hecho por eso. Pero -cerrando los ojos y asomando una sonrisa de felicidad-, al final eso fue cambiando. Y en ningún momento, me he arrepentido de haberla elegido como mi pareja.
-Y yo me alegro también. Porque la vida con Hawkmon y con ella fue mucho más divertida para los dos. Porque desde que estás con ella, sonríes mucho más que antes. Y reconoce que te pasa lo mismo con Minamichan.
Algo imposible de negar. Minami era el vivo reflejo de su madre a su edad. Por eso, se había puesto una venda en los ojos, y la había malcriado, sin ver el estrés que ocasionaba en Miyako. Y al final, había pasado la gran discusión entre madre e hija. Sin embargo, al igual que él, que había comprendido sus errores y lamentado, Minami lo había hecho también. Incluso, con la misma perseverancia que su madre, había decidido cambiar y estudiaba muy duro, con la ayuda de su hermano, en la Tamachi.
Su hermano…
Otro que también había caído en los mismos errores que él. Parecía que la genética Ichijouji les había golpeado con fuerza a ellos. Sólo esperaba que eso no sucediera con Ryu.
Tenía que proteger su futuro.
Y por eso, tenía que salir de aquel lugar.
De repente, se detuvo tras haber analizado sus pensamientos.
¿Por qué pensaba en hechos del pasado como si algo terrible fuera a sucederle?
Un momento…
Pensó a continuación.
Miró a su digimon.
Él le miró con una suave sonrisa, como si adivinara sus pensamientos.
¿Acaso…?
¿Por qué la vida siempre le ponía trabas?
No dejaba de preguntarse Miyako una y otra vez.
¿Es que el destino no quería que fuera feliz como cualquier otra persona?
Reconocía que en todas esas trabas, al final tenía su recompensa, pero a ella no le gustaba sufrir gratuitamente.
Había llorado tanto durante toda su vida, que ya estaba harta.
Sentada y abrazando sus piernas, Miyako escondía su rostro en ellas, mientras no dejaba de llorar de rabia por las terribles situaciones que había estado pasando desde muy pequeña.
Sus hermanos mayores que todo lo acaparaban.
Las peligrosas aventuras en el Mundo Digimon.
Decepcionarse por ver a su primer amor (Ken) convertido en el villano con el que tenían que enfrentarse.
Lidiar con sus propios sentimientos sobre si perdonarlo o tratarlo como un asesino cuando había visto matar a un digimon.
Tener que matar a digimon de verdad.
Su intento de llamar la atención de Ken, al querer estar en la misma escuela privada que él.
Su temor a que se fijara en una chica mucho mejor que ella, como, por ejemplo, Hikari.
La relación falsa que había mantenido con Katsuya.
Su temor a que Ken lo descubriera.
La rabia de que la echaran de su trabajo cuando había quedado embarazada.
Su desesperación en cómo poder criar a sus hijos, cuando perdía los nervios.
El día en que Minami le había dicho que la odiaba.
Su pelea con Mimi sobre las distintas maneras de crianza que tenían para sus hijas.
Cuando ella y sus amigos habían sido secuestrados por Homeostasis e Yggdrasill.
El dolor de saber que sus hijos se encontraban jugándose la vida.
La batalla contra Yggdrasill.
Ahora con Homeostasis.
Y ahora…
Agarrando con fuerza la tela de su pantalón rojo.
¡Había vuelto a ser una niña de doce años!
¡Estaba sola!
¡Y Hawkmon…!
-Tranquila, Miyakosan -le decía Hawkmon con mucha suavidad para no alterarla.
Escuchar su voz, sentirlo, le desgarraba más el corazón porque sabía que el Hawkmon que tenía delante no era real.
Lo había visto.
El ataque de Homeostasis les había dado a todos. Aunque ella sólo había tenido ojos para Valkyrimon. El ataque les había alcanzado a ellos también, pero antes de perder la consciencia, había visto como Valkirymon se había convertido en un digihuevo hasta romperse en miles de pedazos.
Hawkmon había muerto. Y no había manera de que volviera a resucitar.
Así que, que ella tuviera su aspecto de doce años y que Hawkmon estuviera allí no era real. Todo debía ser un sueño o una ilusión.
Y tener que experimentarlo, era terriblemente doloroso.
-¡Déjame! -soltándose del ala que Hawkmon le había puesto sobre su hombro para consolarla.
Hawkmon suspiró con fuerza. Y se sentó a su lado.
Conocía muy bien a su compañera, como para saber que en aquel estado, lo mejor era dejarla desahogarse a gusto.
Siempre tendía a malintencionar las cosas o a rallarse tanto la cabeza, que siempre pensaba en lo negativo sobre las consecuencias de sus actos.
Siempre había sido tan alocada, tan echada para adelante, que muchas veces hablaba por hablar, sin saber lo que podían causar sus malas decisiones.
-Y aún así, nunca te has rendido y has seguido hacia adelante con perseverancia. Como ahora. Aunque has estado durante doce años, ocupándote de la casa y de tus hijos, pudiste encontrar la manera de compaginarlo con un trabajo desde casa, y poder ayudar económicamente para mejorar la situación, y ayudar a los demás.
Miyako continuaba lamentándose sin sentirse consolada por las palabras de Hawkmon.
-Sé que seguirás adelante con esa perseverancia, aunque yo no esté -mirando aquel cielo blanco-. Tienes a Kensan, a Minamisan, a Osamusan, a Ryusan… Tienes tantas personas que te quieren y que estarán a tu lado, que puedo irme tranquilo.
Y esas palabras la destrozaron más.
Ya no le importó que aquel Hawkmon fuese una ilusión o que estuviera en un sueño, que le había tocado tanto el corazón, que había abandonado su posición para abrazarlo con fuerza y seguir llorando desesperada.
El abrazo era muy fuerte, y aunque agobiada un poco al digimon, éste no protestó. Dejó que ella lo maltratara con su cariño efusivo por una última vez.
Daisuke caminaba a grandes zancadas con mucha ira marcada en el semblante. Aunque él tuviera el aspecto de once años y estaba sólo, Daisuke sólo tenía una clara idea en la cabeza. Derrotar a Homeostasis y que le devolvieran su cuerpo actual.
-Daisuke, ¿a dónde vas?
-¿No es obvio? ¡A buscar al resto y a eliminar a ese animal por ponerme de la misma edad que mis hijos!
Veemon pestañeaba varias veces.
Daisuke no se enteraba que eso no era obra de Homeostasis, y tampoco se enteraba de la situación por la que había pasado, donde si él estaba allí era por obra de alguna divinidad. Él no se sentía muy vivo y tenía la extraña sensación de que ya nunca más vería a Daisuke.
-Piénsalo de otra manera -tratando de tranquilizarlo-. Siempre estuviste preocupado por ser muy mayor que Arisa, pero ahora ya no tienes ese problema.
Daisuke se detuvo y lo miró rojo de ira.
-¡¿TE CREES QUE ESTO ES DIVERTIDO?!
-Vamos, vamos -dijo Veemon algo nervioso por su respuesta-. No es para tanto.
-¡¿SE PUEDE SABER QUE TIENES EN LA CABEZA?! -parece que Veemon había conseguido el efecto contrario a lo que deseaba. Daisuke estaba más rabioso que antes- ¡¿HAS OLVIDADO EN LA SITUACIÓN EN LA QUE ESTAMOS?!
-Tranquilo, Daisuke -seguía Veemon todo calmado-. Seguro que todo irá bien. Fuiste el antiguo líder y el salvador de Ken y de otras muchas personas. No veo razón de porqué en esta ocasión todo vaya a ir mal.
Con los dientes apretados de la furia por la serenidad de su digimon, Daisuke tuvo que contener las lágrimas que le empezaban a resbalar de sus ojos. Le ardían tanto, que tenía ganas de explotar de locura.
Él lo había visto.
Había visto como su digimon había perecido.
No se trataba de ninguna ilusión.
El hecho de que estuviera con esa apariencia de once años, con su digimon y en ese mundo blanco, como si fuera el otro mundo, le hacían pensar que, de alguna manera, se había visto teletransportado a alguna dimensión donde las cosas imposibles podrían hacerse realidad.
Porque el digimon que él tenía frente, no podía ser Veemon.
-Te vi… ¡TE VI MORIR, VEEMON! ¡SÉ QUE TÚ NO PUEDES SER EL VEEMON QUE YO HE ESTADO VIVIENDO DURANTE TANTOS AÑOS!
Veemon sonrió con melancolía, observando como una vez más, la pena invadía a su compañero, de tal manera, que parecía un niño indefenso.
Lo había visto cuando Sachi había muerto.
Toda una vida feliz, desmoronada por un accidente de tráfico.
Y ahora, aunque eran conscientes de que el peligro de Homeostasis, estaba presente, jamás se imaginarían que la muerte los acechase.
Acercándose a Daisuke, lo miró, tratando de asomar la mejor de sus sonrisas para animarlo.
-Soy yo, Daisuke. ¿Puedes mirarme a los ojos y decirme que no soy yo? -pidiéndole. Aunque el dolor de su compañero humano era tan fuerte, que parecía negarse ante lo que era la realidad-. Daisuke, siempre hemos estado unidos, siempre hemos combatido juntos con garra y valentía. Pero ha llegado el momento de separarnos. No sé cómo, pero seguro que recuperarás tu cuerpo y volverás al lado de Arisa y de los niños. Daichi tiene que pasar más tiempo contigo que dos míseros años. Y tienes que cuidar de Veidramon y Buidramon. No puedes dejar que Kairumon se encargue sola de su cuidado. Y también tienes un negocio que seguir prosperando. Y sobre todo, tienes que buscar la manera de recuperar el ingreso de lo que Toji y Fireagumon estuvieron comiendo gratis durante un año.
-Comida para Misatochan y Tojikun y sus digimon durante un año -recordando con un hilo de voz, la promesa que le había hecho a Iori por conseguir la custodia de su hijo.
-Eso es -asentía Veemon complacido-. Así que -cogiéndole de la mano-, lo único que puedo hacer por ti ahora, es ayudarte a encontrar a los demás y encontrar una manera de que salgas de este mundo y de derrotar a Homeostasis. Siendo tú, seguro que lo conseguirás -animaba Veemon.
Caminando con la cabeza gacha, Iori tenía la mente en blanco.
No podía asimilar lo que estaba sucediendo. Era consciente que estaba sólo con su digimon y con su apariencia de nueve años.
Ya había vivido algo similar cuando Belialvamdemon lo había llevado a aquella ilusión mortal, donde había estado junto a una falsa ilusión de su padre.
Era obvio que aquello debía ser algo similar.
Se habían metido en una extraña dimensión, como lugar de combate contra Homeostasis, donde todo era un inmenso vacío de color blanco. Koushirou la había analizado, por si existía efectos secundarios. Pero claro, eso no significaba que lo que estaba viviendo ahora fuese producto de alguna artimaña de Homeostasis para confundirlo y que quedase encerrado en ese mundo para siempre; O, también, existía la posibilidad de que estuviera soñando tras haber quedado inconsciente. Podían existir otras posibilidades, que lo que tenía claro es que aquello no era real.
El Armajimon que caminaba a su lado no era real.
O por lo menos, no era el mismo con el que había estado conviviendo durante muchos años.
-Iori, ¿podrías hacerme algo de caso? -se quejaba Armajimon.
Pero Iori seguía avanzando su camino. Ni siquiera sabía hacia dónde se dirigía o qué planeaba hacer para salir de aquel mundo y recuperar su cuerpo original (en el caso de que no estuviera soñando).
-Iori, venga. Es que siempre tienes que ser tan estricto -insistía Armajimon.
Pero Iori seguía sin darle vela.
Armajimon suspiró con fuerza.
-Me apena que Misato tenga que lidiar con un padre tan severo como tú.
Ahí sí que le tocó la vena sensible, ya que Iori se había girado para verlo con molestia.
¿Por qué esa ilusión o lo que fuera, se tomaba la libertad como para juzgarlo como padre? ¿Él que sabía?
Pero las palabras de Armajimon no terminaron ahí.
-Si así serás con tu futuro yerno, al menos trátalo con dignidad y justicia.
Ahora sí que consiguió enfurecerlo y sacarlo de sus casillas.
-¡¿Cómo te atreves a hablar de algo que no sabes?!
-¿Cómo que no sé? ¿Acaso no hemos estado juntos desde que tenías esta misma edad? -preguntaba Armajimon con algo de inocencia, como si no fuera consciente el estado en el que se encontraba.
Iori se giró bruscamente, tratando que sus emociones no salieran a la luz.
Como abogado, tenía que comportarse con frialdad en el tribunal, para no dejarse llevarse por sus sentimientos. Tenía que ser firme en sus actos y juzgar con cabeza y sentido.
Todo lo contrario a la personalidad de Armajimon.
Pero nunca lo había juzgado, porque era parte de su personalidad y el que le había hecho cambiar, y a no ser tan rígido en la vida. Y lo más importante, a no cerrarse en banda a no conceder el perdón a aquellos que habían cometido graves actos delictivos. Si hubiera continuado con aquella mente cerrada, jamás habría perdonado a Ken, ni tampoco se habría casado con Noriko. Y mucho menos, se habría convertido en abogado. Una profesión que libraba de cargos injustificados contra el acusado y que ayudaba a los culpables a que los jueces comprendieran las razones de sus delitos (siempre que no fueran delitos graves injustificados. Pues no era lo mismo matar en defensa propia, que matar por diversión). Siempre se decía que pagaban justos por pecadores. Y eso, es lo que él siempre había querido proteger.
Su vida nunca había tenido baches ni problemas personales o familiares como las que habían padecido sus amigos. Todo lo contrario. Había sido tranquila, con un romance largo y duradero y con una familia hermosa y sana. Pero manteniendo el equilibrio con la personalidad abierta y divertida de Armajimon y, que junto a Kamimon y Pipimon, eran la alegría de la casa.
-Pero todo eso ya se ha acabado -tratando de reprimir las lágrimas.
Armajimon apagó su rostro. Mirando el suelo culpable porque, por mucho que hiciera, su vida había llegado a su fin.
Aún así, quería que su compañero lo viera marchar con su alegría habitual. Con aquel ánimo que lograba sacarle una ingenua sonrisa.
-Pipimon podrá ocupar mi lugar. Yo me reuniré con Oikawa y tu padre para alegrarles ahí arriba.
La triste realidad pero que, por alguna razón, le había sacado una sonrisa.
Aunque aquel ser que estaba su lado, fuese una ilusión o un fantasma, seguía rebosando de la personalidad despreocupada de su digimon.
-Cuando te encuentres con ellos -mirándole en un mar de lágrimas-. Diles que nunca he dejado de pensar en ellos.
-Por supuesto -contestó más feliz que nunca y haciendo una pose militar.
Jou no paraba de gritar el nombre de su digimon y el de los demás. En aquel momento, no le preocupaba tener su apariencia de cuando había tenido doce años. Sólo le preocupaba saber dónde estaban sus amigos y si estaban bien.
Entonces, por fin, en ese mundo blanco como la nieve, Jou pudo escuchar, a sus espaldas, la voz de Gomamon. Su tono alegre y jovial, había tranquilizado tanto a Jou que al verlo, corrió hacia él. Gomamon hizo lo mismo y a poca distancia, de un brinco, se tiró a los brazos de su compañero humano. Jou se sentía aliviado.
-¿Estás bien? ¿De verdad que estás bien?
-¡Claro que sí, Jou! ¿O acaso no me ves? -comentaba todo animado, como si la batalla contra Homeostasis nunca hubiera existido.
-¿No sientes ningún mareo o la vista nublada?
-Jou, que no soy ninguno de tus pacientes -se quejó el digimon inflando los hoyuelos graciosamente.
Jou sonrió y acomodando a su digimon dijo.
-En ese caso, busquemos a los demás. Seguro que ellos también estarán por aquí. Y debemos reunirnos para encontrar la solución a nuestros cuerpos y derrotar a Homeostasis.
Gomamon entre sus brazos, observaba el rostro serio de Jou. La primera vez que lo había conocido, Jou era un manojo de nervios y que nadie aguantaba. Pero ahora, mostraba una serenidad y una confianza en sus actos absoluta, que jamás imaginaría verlo en el Jou de doce años.
-Jou, has crecido mucho -dijo con cierta nostalgia.
-¿Crecido? -preguntó con una ceja arqueada-. Querrás decir que he empequeñecido.
Gomamon rio más divertido, confirmando el cambio del Jou de antes al de ahora.
-Dime una cosa, Jou -moviéndose para estar frente a él y obligarle a que no siguiera avanzando- y sé sincero. Pongamos el hipotético caso de que no nos hubiéramos conocido, ¿cómo crees que sería ahora mismo tu vida?
Jou volvió a arquear una ceja. No entendía a qué venía esa pregunta. Al rato, y con esa sonrisa en su digimon cayó en la cuenta y mostrando una sonrisita pícara, picó una de las mejillas de Gomamon, para decirle.
-¿Es que quieres hacerte el guay por haber mejorado mi vida?
Gomamon reía y a continuación añadió.
-Pero reconoce que es cierto. Gracias a mí, ahora eres una persona en la que se puede confiar. Aunque hayas tenido algún bache por el camino.
Al tocar ese tema, era obvio que se refería a su mala elección de haber cambiado a Yayoi por Mimi y revuelto toda su vida, para volver al punto de partida al casarse con la novia que había tenido durante tres años y que le hacía feliz. Sin embargo, por culpa de su mala elección, sus hijos y Yayoi habían sido los que habían pagado los platos rotos.
-¿A qué viene hablar de eso ahora? -preguntó Jou.
Gomamon se encogió de hombros, como restándole importancia a aquel importante asunto.
-Es que me gustaría recordar los viejos tiempos.
Jou lo miró con cierta desconfianza y le dijo que no era momento de esas cosas, y que deberían encontrar a los demás.
-Por favor, Jou. Hablemos un poco del pasado -insistió Gomamon-. Hablemos con sinceridad de todo lo que hemos vivido juntos. Por favor -implorando con demasiada insistencia que sorprendía a Jou.
Jou no entendía porqué a su digimon se le había dado por querer hablar del pasado, como si fueran dos ancianos que habían vivido una larga vida juntos.
Jou no entendía que ése era el último momento que tenía para pasar con Gomamon, antes de que éste se separase de él para siempre.
Y Gomamon sí que lo sabía.
Por eso, quería aprovechar el momento.
El último momento que tenían para pasar juntos.
Mimi no dejaba de llorar como una magdalena. Palmon a su lado, trataba de pedirle que dejase de llorar.
-¡¿CÓMO QUIERES QUE DEJE DE LLORAR?! -le decía ella entre lágrimas de dolor- ¡TE VI MORIR!
-Pero estoy aquí, Mimi.
-¡NO! ¡NO LO ERES! ¡SÓLO ERES UNA ILUSIÓN! ¡PORQUE YO SOY AHORA UNA NIÑA! ¡Y SÉ LO QUE ESO SIGNIFICA!
En las típicas películas, después de que alguien ve morir a otra persona, o ésta ya ha muerto, su espíritu se le suele presentar en sueños con la intención de animarle para que siga adelante. El hecho de que Palmon apareciera en aquel mundo blanco, que tenía ligeras variaciones con el mundo blanco donde se habían enfrentado contra Homeostasis, y que ella se viera como cuando la había conocido por primera vez, era señal suficiente para que la realidad de los hechos la golpeara como una bofetada.
-Mimi… -sin saber qué decir para consolarla.
Mimi sólo lloraba de dolor. Conociendo la triste realidad.
-Hoshi ni negai wo (Un deseo a una estrella) -empezó Palmon a cantar aquella vieja canción que Mimi muchas veces había cantado durante su infancia-. Kaze ni puraido noseta toki (Con el orgullo al viento, en ese momento)
"Kyou ga kesenai asu ga mieru yo (Veo un mañana imborrable por el hoy)
Kitto ne (Seguro, eh)"
Mimi había dejado de llorar al ver cómo su digimon cantaba aquel tema que ella había cantado para despertar a Shogungekkomon.
No era la primera vez que Palmon y ella habían cantado esa canción juntas y otras más que a Mimi se le habían ocurrido, donde la digimon, le había dicho que valía más para cantante que para cocinera en un programa gastronómico.
Pero como Mimi quería ser diferente, demostrar al mundo que ella era mucho más que una cara bonita, se le había ocurrido, gracias a las puertas que Michael le había brindado, que todo el mundo conociera la cocina que tanto le encantaba y que la combinación de huevos fritos con nata no era tan asqueroso como a la mayoría le parecía (NA: Pongo la mano en el fuego por quiénes me están leyendo, en que estarán de acuerdo en que esa combinación es asquerosa).
Y ahora, Palmon, pese a que cantaba muy bien, desafinaba a propósito con la intención de callar su llanto y sacarle una sonrisa.
-I wish doushite koko ni iru no (Deseo ¿Por qué estoy aquí?)
"Oshiete kudasai ima sugu (Dímelo, por favor ahora mismo)"
-Mieru (Veo que…) -empezó a cantar Mimi entre lágrimas, cuando Palmon había callado, animándola a que ella continuara- Mono ga subete janai no ne (…las cosas no lo son todo, eh)
"Samusa ni fureru kara (Debido a que tiemblo en la frialdad…) -continuando, cantando ella sola- ude toosu jakeetto (…me visto una chaqueta)
"Itsu no ma ni ka sukitoote itte (Antes de que sea invisible…)
Kibou ni natteku (…me convierto en esperanza)"
-Mirai no ame ga (La lluvia del futuro) -cantando ahora las dos a la vez- Hoho wo muraseba omoidasu (me empapa las mejillas y entonces recuerdo) atsuku nare ano hi ano toki (incluso si arde… ese día, ese momento)
"Hoshi ni negai wo (Un deseo a una estrella)
Kaze ni puraido noseta toki (Con el orgullo al viento, en ese momento)
Kyou ga kesenai asu ga mieru yo (Veo un mañana imborrable por el hoy)
Kitto ne (Seguro, eh)
I wish (Yo deseo)"
Tras haber acabado de cantar juntas, Mimi se sentía mejor. Palmon sonreía tan felizmente, que se sentía motivada a seguir cantando más canciones y sobre todo a disfrutar de la hermosa sonrisa de Mimi.
-Mimi se te ve tan inocente y linda cuando sonríes. ¡Sigamos cantando! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Happy Smile! -indicando el título de la siguiente canción que cantarían juntas.
Una canción donde a través de su letra, interpretaban la gran amistad que compartían y cómo juntas eran capaces de cualquier cosa.
Motivada por el ímpetu de Palmon, Mimi procedió a cantar "Happy Smile"
.
Asa no hikari no naka demo, ii yume mitai (Estamos en medio de la luz de la mañana, pero me gustaría tener un lindo sueño)
Futari isshoni arukeba, muteki yo (Si los dos caminamos juntas, somos invencibles)
Amai kaori no suru hana, watashitachi yo (Flores con un dulce aroma, somos nosotras)
Kyou mo ureshii yokan dawa, fushigi ne (Hoy también, siento que viene algo lindo, ¿no es extraño?)
DAME yo! (¡No es bueno!)
IYA yo! (¡No está bien)
Shikkari oshare shinakku cha (Nosotras tenemos que vestirnos bien)
Itsudemo egao de iretara shiawase dakara (Siempre que estamos sonriendo somos felices)
Kirei namo no, takusan (Hay muchas cosas hermosas)
Mawari ni atsumete okou (Vamos a recogerlas)
Yappari egao de iru no ga saiko dakara (Como pensaba, llevar una sonrisa en mi rostro es lo mejor)
Tanoshii koto ga suki (Porque me gusta disfrutar de las cosas)
Hora, Happy Smile (Mira, Happy Smile)
.
Después de cantar, Palmon se lanzó a hacerle cosquillas a Mimi.
Aunque estaban jugando a juegos de niños en un momento tan crucial, para Palmon aquello era muy importante, porque cuando todo terminase, ya no podría seguir cantando junto a ella ni hacerle cosquillas nunca más.
Mirando su portátil, Koushirou se encontraba completamente confuso.
Tenía su apariencia de niño. Tenía su antigua portátil y que además, funcionaba pero con el sistema de Windows 98. Se encontraba en, lo que parecía, aquel mundo blanco, pero sólo con Tentomon.
Tentomon estaba ahí a su lado.
Él no había muerto cómo había creído ver.
Pero, estaba ahí. Mirándolo donde, a través de su expresión neutra, nunca sabía cuándo estaba triste o feliz. Su aspecto era la combinación de una máquina y un insecto. Su figura siempre había sido tenebrosa cuando digievolucionaba, pero aunque fuese horripilante, era un compañero fiel que siempre estaba a su lado para apoyarlo. Incluso, cuando se enfrascaba en sus cosas digitales. Mirando la portátil se le hacía un nudo en la garganta el tener que experimentar la nostalgia del pasado.
Tentomon lucía muy tranquilo. Y Koushirou sabía porqué.
Aquello no era real.
Un sueño, quizás.
O el alma de Tentomon que había entrado a su subconsciente para despedirse de él, con la misma apariencia de cuándo se habían conocido por primera vez.
Bajando la tapa de la portátil, Koushirou acarició el logotipo con forma de piña. Una marca que había estado trabajando desde niño, hasta que nuevas marcas más modernas y funcionales le habían llamado la atención para poder trabajar en sus investigaciones.
Todo lo viejo iba quedando atrás, y todo lo que había sido innovador también. Las máquinas y las marcas nunca continuaban para siempre. Todo tenía su tiempo de vida. Como las personas y los digimon.
-Oye, Tentomon -hablaba Koushirou con voz neutra-, ¿crees que he sido un buen compañero?
Siempre tan inmerso en sus cosas, que en infinidad de ocasiones, nunca le había prestado la atención necesaria. Y él, por su parte, mirándolo con paciencia y fascinación, ocupándose de algunas cosas, que le correspondían a él como anfitrión.
-Por supuesto que sí. ¿Por qué lo preguntas?
Koushirou sonrió tristemente.
-Porque me he dado cuenta de que como compañero, he sido muy egoísta por priorizar mis investigaciones a ti que siempre estuviste a mi lado.
Tentomon se cruzó de brazos y asomó una pose pensativa.
-No sé dónde está el punto egoísta en tus palabras. Siempre has estado investigando por el bien de los demás. Aparte, has tenido tu vida como otra persona normal y cualquiera. E incluso has sufrido de desamores.
-Pero eso no quita que apenas he atendido a mi familia y he estado muy volcado en lo que me gustaba.
-Pues no estoy de acuerdo contigo. Tú has hecho lo que te gusta, y yo he sido testigo de cuánto te has estado esforzando y Keikohan, apoyándote con todo lo que estaba en sus manos. Nunca estuviste de brazos cruzados, pasando de la vida. Sino que aprendiste de ella. Ya sea a través de la informática o como a nivel personal. De lo contrario, Keikohan no seguiría a tu lado, y Izumihan y Kazumihan no se sentirían tan orgullosas de tener un padre como tú.
Koushirou sonrió donde no podía evitar sentirse orgulloso de su esposa y de sus dos princesitas. Especialmente, de la más pequeña. Se notaba que ella seguiría sus pasos. Incluso ya tenía en mente lo que quería convertirse cuando fuera mayor. Algo tan bonito, que le gustaría verlo con sus propios ojos.
-Es una lástima que no pueda seguir junto a ellas.
-Por una vez siento contrariarte, Koushirouhan. Tú regresarás con Keikohan y tus hijas. Pero yo no.
Koushirou soltó un profundo suspiro.
-Tentomon, ¿cómo voy a volver si todo está perdido? -suspirando con más fuerza-. Tú ya no estás. Y estoy solo. Estoy con este aspecto de niño de diez años. No hay nada que podamos hacer.
-De eso nada -le dijo colocando una de sus patas sobre su brazo-. Es tu deber como portador del conocimiento, buscar la manera en que tus amigos y tú volváis a vuestro mundo. No hay nada que hacer conmigo. Pero aún quedáis vosotros. Y tú eres el cerebro del grupo.
-El cerebro… -murmuró con algo de desdén-. Confié demasiado en mi estrategia, que no pensé en los inconvenientes. Es mi culpa que todos hayan acabado así, y tú también.
-Yo no te culpo de nada -agregó Tentomon con sinceridad-. Aunque seas el cerebro, tienes el derecho de cometer errores. Eso es lo que te hace humano. No dejes que este error te nuble la mente, y piensa en la manera para salvar a tu familia y a tus amigos. Salvarles, hará que mi sacrificio no haya sido en vano.
-Tentomon… -murmuró Koushirou en un hilo de voz. Asiéndolo contra sí, lo abrazó con fuerza y entre lágrimas, se disculpó, una y otra vez, por haber permitido que acabase de esa manera.
Sora y Piyomon volaban juntas y felices.
Cuando Sora se había visto con su cuerpo en la edad de once años y en el frente a Piyomon, había sentido una explosión de emociones confusas. Piyomon estaba ahí. No estaba muerta. Pero ella estaba como cuando era una niña. No lo entendía. Algo no andaba bien. Aún así, le había propuesto ir a buscar a los demás, pero Piyomon le había asegurado que estarían bien. Y entonces, le pidió que volasen juntas.
-Ahora que has crecido ya no puedo cargarte como antes. Me harías muy feliz si aprovechamos el momento. Por favor, Sora.
Con esos ojos implorantes, pero tristes, como si Piyomon le estuviese pidiendo el último favor de su vida, Sora no había podido resistirse. Algo en su corazón le decía, que quizás nunca pudiesen volver a volar juntas, aunque Piyomon digievolucionara a su forma de Birdramon, Garudamon o Hououmon.
Con su deseo concedido, Piyomon volaba tan feliz y entusiasmada que Sora, sujetándose de sus patas, reía como ella.
Al principio, cuando se habían conocido, Piyomon no era capaz de sujetar su cuerpo de palillo. Pero ahora, que había ganado experiencia y fuerza, era capaz de sujetarla. Aunque con un tiempo limitado.
Ambas cayeron en aquel suelo blanco, como aquel mundo y rieron aún más divertidas haciendo movimientos con sus manos, como si volasen en tierra firme.
Tumbadas en aquel suelo que parecían suaves nubes, Sora se giró a ver a su digimon y Piyomon la imitó.
Una sonrisa triste escapaba de ambas.
-Gracias por cumplir mi deseo, Sora -le decía Piyomon-. Has ido creciendo durante estos años, que me sentía un poco triste que de esta forma, ya no pudiera ser de utilidad.
-¿Qué cosas dices, Piyomon? ¿Has olvidado cuántas veces me has ayudado en tu forma de Piyomon? -mirando al vasto cielo blanco que se extendía ante sus ojos-. Con tus palabras y tus ánimos, si he llegado hasta donde soy, ha sido gracias a ti.
La digimon también miró el cielo blanco y con algo de pena, comentó.
-Pero más, gracias a Yamato -reconocía y suspiró. Luego de unos segundos en un silencio sepulcral, añadió-. Hay algo que quiero confesarte, Sora. Algo que siempre he estado guardando y que no dije, porque temía que eso destruyese tu felicidad.
Sora volvió a mirarla con preocupación.
-Cuando me enteré por Takeru que estabas enamorada de Yamato y que había pasado muchos problemas entre vosotros, quise ayudar en su plan para que te juntaras con Yamato. Me parecía alguien adecuado para ti. Sin embargo, no pensé que al convertirte en novia de Yamato, te alejarías de mí.
-Piyomon… -apoyando sus codos sobre el suelo para verla con atención y alarma.
Jamás se hubiera imaginado que su digimon se hubiera sentido de esa manera, por culpa suya.
-Sentí celos de Yamato, porque él acaparaba toda tu atención. Pero te veías tan feliz y enamorada, que me callé -poniéndose más triste-. Pero me dolía ver cómo cuando tenías algún problema, corrías a refugiarte en él, en vez de venir a mí. Pero, no podía quejarme. No quería que te vieras envuelta en un lío mental sobre alejarte de Yamato por mi egoísmo infantil en que me hicieras caso. Reconozco que Yamato ha hecho un excelente papel como pareja tuya y punto de apoyo cuando más lo necesitabas. Siendo realistas, yo no sabría cómo consolarte en ciertos problemas. Y entonces, comprendí que mis celos eran mal infundados. Porque Yamato ha sabido como consolarte y que sigas con una sonrisa adelante. Así que me alegro de que cuando yo no esté, esté él para consolarte.
-Piyomon… -irguiéndose con lágrimas en los ojos sin saber qué decir.
-No llores, Sora -irguiéndose ella también y limpiándole con la punta de sus pezuñas las lágrimas que le caían-. Quizás he sentido esta envidia, pero tras habértelo dicho, es como si me hubiera quitado un peso de encima. Ya que tendría que haberte hablado de ello mucho antes. Porque ya lo sabes, ¿verdad?
Sora asintió entre lágrimas con una sonrisa, imaginándose que es lo que había provocado que Piyomon pudiera salir de su estado de soledad y de envidia. Para ella, que era la portadora del amor era obvio, del pequeño romance que había nacido en su casa.
-Fue por Gabumon, ¿verdad? Antes de que Aine naciera, tú empezaste a sentir algo por Gabumon.
Piyomon asintió con una pequeña sonrisa y el color carmesí sobre sus mejillas.
-Él me ayudó a ver que tu felicidad no es solo de Yamato, sino que era compartido. Ambos decidimos formar un equipo, para protegeros a los dos o al compañero del otro, en caso de necesidad.
"Él estuvo a mi lado, cuando yo me sentía sola e indeseada. Pasamos tanto tiempo juntos, cuando vosotros lo estabais, que el sentimiento nació de forma natural.
Pero él era muy tímido para poder expresarlo y yo me sentía insegura por ser una digimon.
Cuando Patamon y Tailmon anunciaron su relación, eso nos hizo pensar que nosotros podríamos intentarlo también. Era obvio que el sentimiento entre nosotros era correspondido.
Pero cuando pasó lo de Kibou, ambos decidimos dejarlo ahí, sobre todo cuando quedaste embarazada. Juramos que protegeríamos a tu hijo y a los que tuvieras con todas nuestras fuerzas, para que Yamato y tú no pasarais por la misma experiencia que Takeru y Hikari."
-Pero, al final, todo cambio, ¿no?
Piyomon volvió a asentir.
-Aunque acordamos en ser vuestros fieles compañeros digimon sin sentimientos entre nosotros por medio, nunca pudimos expresar lo que nuestros corazones sentían. Era algo muy doloroso, por lo menos para mí. Guardar un sentimiento así, no poder expresarlo y saber qué era correspondida… Era muy doloroso. Entonces, cuando Gabumon y Yamato habían muerto, y tú entraste en aquel sueño profundo, no podía evitar pensar en la rabia que sentía en haber guardado todo eso. Era consciente de que había sido para protegeros, pero, en ese momento, pensé que al menos, me hubiera gustado decirle, aunque fuera una vez, que me gustaba Gabumon.
Sora abrazó a Piyomon con fuerza.
Podía entender todo el dolor que debió de haber sufrido Piyomon durante el tiempo en que ella sí había sido feliz al lado de la persona amada.
Años donde se había sentido apartada, por haber estado con Yamato, hasta haber encontrado el consuelo en el digimon de él. La imposibilidad de decirlo por su inseguridad porque resultaría extraño un amor entre digimon. Y justo, cuando había una oportunidad, la oscuridad les amenazaba con tener que estar siempre en alerta, sino querían perder a uno de sus hijos. La rabia que sentía Sora al ver cómo durante los últimos años, Piyomon había tenido que aguantar el vivir bajo el mismo techo que Gabumon manteniendo sus sentimientos a un lado, y ser considerados, al mismo tiempo como padres de los digimon de sus hijos, era como considerarse pareja pero sin ser oficial. Era lógico imaginar la rabia que habría tenido Piyomon. Ella también se merecía ser amada. Piyomon poseía el mismo amor que ella. Pero habían priorizado a sus hijos, por encima de ese sentimiento.
Y al final, cuando se descubrió que Yamato y Gabumon estaban vivos, Piyomon no había podido seguir reprimiendo ese sentimiento. Y tal como había dicho, la espinita de que muriese sin poder decirle que lo quería, lo sacó a la luz y ambos habían empezado aquella relación amorosa que tendría que haber empezado hace muchísimos años.
-Muchas gracias Sora, por ser tu compañera y también por darme la oportunidad de conocer el amor como tú con Gabumon. Han sido sólo dos años, pero han sido los más felices de toda mi vida. Espero que cuides en mi lugar de Aiyomon y de los demás, y les inculques el mismo amor que tú me enseñaste. Diles de mi parte, que siempre los querré y que me ha encantado ser su mamá digimon.
Y Sora lloró más por las palabras de Piyomon.
La realidad era esa.
La muerte que había visto de Piyomon había sido real. Y ésa era su última despedida.
Ya nunca más volverían a volar juntas.
Yamato y Gabumon estaban sentados.
Solitarios y resignados ante lo evidente, Yamato había comprendido de inmediato, que aquel momento y lugar, se le había concedido para despedirse para siempre de su digimon.
Ambos no necesitaban palabras para mostrar la pena que sentirían por tener que separarse. Su vínculo de amistad siempre había sido más fuerte que el que habían tenido los demás.
-Oye, Yamato -digo Gabumon mirando hacia el cielo con los ojos batallando en no querer derramar lágrimas-, gracias por haber sido mi amigo.
Yamato sonrió con pena.
-Soy yo el que debería darte las gracias, por tenerte siempre fiel a mi lado.
-Pero tú, aún con tu carácter, me hiciste crecer como digimon -haciendo una pausa-. Siempre te mantenías distante con todos, y tu única preocupación era Takeru.
-Era un niño inmaduro -reconocía-. Y fue gracias a ti que pude cambiar, y ampliar mis horizontes -mirando hacia arriba con una expresión neutra-. Porque cuando era crío, tenía la firme determinación en no casarme nunca y mucho menos, tener hijos. No quería pasar por lo mismo que mi padre y que mis hijos sufrieran lo que yo he sufrido. Creía que con mi carácter, si me casaba, acabaría igual que mi padre.
-Pero al final, no fue así. Y aunque digas que fue gracias a mí, en realidad, también fue gracias a Sora, Takeru, Taichi y todos los demás. Tu crecimiento, mi crecimiento y el de los demás, hizo que todos cambiáramos, influyéndonos unos a otros. Porque de eso se trata la amistad.
-Sí -contestó con un profundo suspiro-. Eso es la amistad, ¿verdad?
Gabumon asintió y mirando hacia el mismo punto que su amigo, añadió.
-Y aunque me hubiera gustado continuar a tu lado y seguir protegiéndote y a Zabumon, Kabumon y a los demás, ha llegado la hora de separarnos.
Yamato quedó callado, donde su expresión fue oculta por aquel flequillo alborotado que había tenido a los once años.
-Aunque Sora y tú hayáis pasado por muchos momentos duros, Piyomon y yo siempre os hemos estado ayudando y apoyando. Pero ahora es el turno de que Aiyomon y los demás, ocupen nuestro lugar.
Yamato seguía sin decir nada. Sin embargo, trataba de luchar contra sus propias emociones, ya que apretaba los dientes con fuerza.
-Me da mucha pena hacerlo, cuando las cosas iban tan bien con Piyomon.
La fuerza de Yamato en reprimir sus emociones, se desmoronó, cuando las lágrimas acariciaron sus mejillas.
-Oye, Yamato -sin mirarle, pero oliendo sus lágrimas-, si tuvieras la ocasión en algún momento, me gustaría que, cuando te sientas triste o me recuerdes, toques la armónica. Seguro que esté donde esté, podré escuchar su sonido a través del viento. Prométeme que no volverás a dejar de tocar la armónica como has hecho.
Yamato había dejado de tocar la armónica, simplemente por el agotamiento que tenía con el trabajo y el enfocarse en su familia y en los problemas que le había ocasionado Yuuta. Y con el paso del tiempo, se había olvidado de aquel pequeño instrumento que aliviaba su soledad y que calmaba para quiénes les tocaba.
-Te prometo que lo haré -mirándole con los ojos inundados en lágrimas.
Taichi despertaba algo dolorido. Sentía como si le hubieran pasado un Tankmon por encima. Lo primero que hizo fue murmurar el nombre de su digimon.
Y como si algún dios le hubiera escuchado, Agumon le había saludo en respuesta.
-¡Agumon! -abriendo los ojos como platos, viéndolo ahí a unos metros de distancia.
¡Estaba vivo!
Con los ojos impregnados en lágrimas, Taichi hizo un sobreesfuerzo en levantarse e ir corriendo hasta su digimon.
Sin embargo, antes de llegar a él, se dio cuenta de dos cosas muy extrañas. La primera, ¿por qué se sentía tan ágil como cuando era un chaval?; Y lo segundo, ¿por qué Agumon se veía casi a su misma altura?
Al mirarse a sí mismo, se vio como aquel niño de once años que había sido antaño.
¿Había rejuvenecido?
¿Cómo?
¿Y por qué?
-Taichi -murmuraba Agumon con una sonrisa nostálgica.
Pero Taichi estaba más enfocado en saber porqué era un niño.
Luego, se acordó de sus amigos y de Homeostasis.
Al mirar a su alrededor, se encontró con que estaba en, lo que parecía, ese mismo mundo blanco y vacío con el que se habían enfrentado a Homeostasis, pero solos.
-¿Y los demás? ¿Y Homeostasis?
-No lo sé -contestó con mucha naturalidad.
Desesperado, sin saber porqué había rejuvenecido y por qué estaban solos, Taichi empezó a comerse la cabeza, sin saber qué hacer.
-¿Estaré en un sueño…? -se preguntaba, dónde no había otra explicación para lo que estaba viviendo.
-Oye, Taichi -habló Agumon. Su tono parecía calmado y lleno de morriña-, cuando regreses, diles a Meikuumon y a los demás, que los echaré mucho de menos.
Esas palabras que sonaban como a despedida, dejaron a Taichi parado.
-¿Qué quieres decir con eso, Agumon? -preguntó con una sonrisa nerviosa sin querer aceptar la realidad.
En su cabeza todavía estaba el momento en que el digihuevo de Agumon se había hecho pedazos. Eso sólo significaba que Agumon no podría revivir de nuevo. Y que el Agumon que tenía ahí, estando él con su forma de niño, no era real.
-No lo sé -contestando de nuevo, pero manteniendo esa calma, como rindiéndose ante lo inevitable-. Pero algo me dice, que esta será la última vez que estemos juntos.
-Agumon… -las lágrimas que habían estado en los ojos de Taichi, al ver a su digimon vivo, resbalaron por sus mejillas.
-Oye, Taichi -dijo Agumon mirando hacia la nada- ¿recuerdas la primera vez que nos conocimos? Tú saltaste todo asustado y mencionaste que jamás comerías algo con aditivos -recordando con melancolía aquel primer encuentro-. En ese momento, no sabía de qué estabas hablando, pero ahora que lo sé, se ve que seguiste comiendo cosas con aditivos.
Taichi sonrió en lágrimas y con las lágrimas desbordando en sus ojos, miró hacia el mismo punto vacío que Agumon. No sabía muy bien cómo explicarlo, pero parece que alguien le había dado la oportunidad de despedirse de su digimon, pero con la forma en que lo había conocido por primera vez.
Seguro que Homeostasis.
Ese maldito ser retorcido.
Aún así…
Secándose las lágrimas con los brazos, le dijo a su digimon.
-Agumon, no debemos rendirnos y tenemos que regresar junto a los demás para derrotar a Homeostasis.
-Lo sé. Y seguro que lo harás, Taichi -le decía Agumon con pena.
-¡Lo haremos! -corrigiéndolo.
Agumon negó con la cabeza.
-Yo no, Taichi. Y lo sabes muy bien. Así que, prométeme que tú no te rendirás y que les dirás a Meikuumon y a los demás que siempre los querré.
-Agumon… -nuevamente, las lágrimas inundaron sus ojos y abrazó a su digimon con fuerza, negándose ante la idea de perderlo-. ¡VOLVEREMOS JUNTOS! ¡SEGURO QUE SÍ! ¡NO DEBES RENDIRTE!
-Taichi -Agumon le devolvió el abrazo emocionado, pero sin soltar ni una sola lágrima, sólo resignado ante lo que era su muerte-, no llores. Eres el líder de todos y debes mostrar entereza y valor. Tienes que ser fuerte por Meiko, por tus hijos, por Hikari y por tus amigos. Prométeme que cuando vuelvas con ellos, lo serás.
-Sí… -le prometió. Pero aunque lo hiciera en aquel momento, eso no le hacía prometer que ahora pudiera desahogarse en lágrimas por su pérdida y que esta vez, parecía definitiva.
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MUNDO HUMANO
Tras haber purificado a todos los digimon oscuros, los hijos de los digielegidos se sentían tan contentos, que algunos ya podrían liberarse en lágrimas por el miedo que habían sufrido ante aquella terrible explosión, donde su vida había pendido de un hilo. La primera que lo había hecho, había sido Minami, quién se había ido directa hacia sus abuelos, clamando el susto que había soportado y el temor a morir tan joven.
Ventusmon sólo la miraba con una gota ante su exageración. Pues su compañera, no paraba de pronunciar la cantidad de cosas superficiales que no podría disfrutar si hubiera muerta. Por su parte, Ryu presumía que su hermana era una miedica. El pequeño de dos años y medio, ahora que tenía a su digimon en la etapa kyuukyokutai, se sentía como más poderoso que su hermana. Ya que al ser el más pequeño y obtenido, antes que ellos, a su digimon en el último nivel, le confería un poder como más especial. Daba igual que Indramon le dijera que eso fuese a raíz de la luz de los cuatro digielegidos especiales, que a Ryu, como el niño que era (y tan parecido a su madre) le entraba por un oído y le salía por otro. Una sonrisa de disculpas escapaba del digimon de Ryu.
Su nombre era Glaresagomon. Un digimon de tipo ángel y de atributo vacuna.
La presunción de su hermano más pequeño, hacía que Minami se pusiera al mismo nivel de infantilidad que él, donde el niño jamás comprendería el peligro por el que había pasado. De alguna manera, eso había conseguido calmar los ánimos de Minami. Algo que sacaba una sonrisa a Indramon. La diversión en su casa, no parecía terminar con Miyako y Minami, sino que Ryu se unía al dúo de las alocadas en la familia; Y Glaresagomon al grupo de los digimon pacientes compuesto por su papá Hawkmon y Venutsmon. Al mirar de reojo a su compañero, Indramon se dio cuenta de que Osamu estaba como ausente y no pendiente de la trifulca cómica entre la más mayor y el más pequeño. Dirigiéndose hasta él, le preguntó que le ocurría.
Osamu contestó con un respuesta vaga y simple, donde no le pasaba nada.
El digimon no se lo creyó y viendo hacia dónde dirigía su amigo su mirada, tuvo claro que era algo que tenía que ver con Natsumi. Seguramente, mientras había estado inconsciente, algo habría pasado entre ellos. O más bien, al ver su mirada como determinante, algo había cambiado en el corazón de su compañero.
Era una lástima que lo hiciera, después de cómo había rechazado a Natsumi poniendo punto y final a su relación tanto romántica como de amistad.
Su clara intención de alejarla de su vida para siempre, para que ella pudiera odiarle y poder seguir adelante con otra persona.
Viernes, 17 de marzo del 2028
Las flores de cerezo siempre embellecían el paisaje en Japón. El florecimiento de las sakura era lo mismo que para los jóvenes estudiantes, el final y el comienzo de un nuevo año escolar. Pero así, como marcaba el inicio de una nueva estación y una nueva vida, antes de eso, siempre había una despedida.
Para los niños que terminaban sexto curso suponía algo más especial. Su fin como niños y el pequeño paso para formarse como adultos.
Estudiar durante seis años en el mismo recinto, rodeados de gente que vas viendo curso tras curso, era un poco más duro de asimilar. Además, algunos de ellos no irían a la misma secundaria que la mayoría.
Ese no era el caso de Natsumi, Toji, Takeshi y Musuko.
Para los cuatro llegaba el final. Su etapa en la shougakkou había terminado, celebrándose en una bonita graduación, donde estaba permitida la asistencia de sus padres, familiares y amigos.
Que ellos cuatro fuesen los protagonistas de la graduación, significaba que toda la familia Ishida junto a los Yagami acudieran y a ser el principal centro de atención. Mientras que los varones Motomiya, apenas destacaban.
Había de todo. Desde las mujeres divorciadas que se quedaban embobadas por los dos hermanos Ishidas, aunque uno de ellos estuviera con una prótesis metálica. Hasta los hombres que, a pesar de estar casados, le echaban un ojo a Meiko, a Arisa o a Hikari.
Por supuesto, los jóvenes Aine y Yuuta también acaparaban la atención desde los niños hasta los adultos.
Y los dos rubios primos Ishida tampoco quedaban atrás. Habían muchos que lloraban o se lamentaban por no seguir teniendo una buena vista. Al menos, tenían el alivio de volver a ver el joven Isaki. Eso les hizo recordar que todavía quedaba un miembro de la familia Ishida por graduarse, por lo que, algunos mantenían la esperanza que dentro de unos años, pudieran volver a verlos. No a todos, pero al menos a los que más destacaban.
-¡Muchas felicidades, cariño! -felicitaba Sora a su hija con una media sonrisa.
Todos ignoraban cómo eran el principal centro de atención, menos los digimon, que se sentían incómodos por ese par de ojos sobre ellos.
-Gracias mamá -le contestó Nat comprendiendo su estado de ánimo.
Durante la graduación era obligatorio que todos los alumnos acudiesen bien vestidos. Pero Nat, como tenía su aversión hacia las faldas, había conseguido convencer a su madre de llevar un traje de chaqueta y pantalón. Por lo que era la única de su promoción que no llevaba falda o kimono.
No es que le disgustase llevar kimono, pero lo consideraba algo parecido a una falda. Se lamentaba por su madre, ya que no podía realizar ningún diseño especial para alguna de sus hijas y lo llevase en eventos especiales como la graduación o durante la mayoría de edad. Pero es que, tanto para Nat como para Aine, les era muy cómodo el pantalón y más ligero de llevar.
-Como pasa el tiempo -añadió Taichi como el típico viejo que se estaba haciendo mayor-. Nuestros hijos mayores ya se han graduado de la chuugakkou y también los pequeños.
-Parece mentira que hables como un viejo cuando tienes una hija de dos años -señaló Yamato con cierto recelo.
La pequeña hija de Taichi y Meiko era una auténtica preciosidad y una criatura muy tranquila. Con su cabello lacio castaño y sus ojos color claro, era la combinación perfecta entre su padre y su madre. Viéndola muy arrimada a su padre, se apreciaba su timidez y cómo tenía muchos mimos por parte de Taichi. Se le notaba que se sentía más protegida por su padre que por su propio digimon. Su digimon se encontraba en los brazos de Meikuumon. Tenía el aspecto como el de Yukimibotamon, pero de color durazno, por lo que no era de extrañar que se llamara Momobotamon (NA: En este caso, Momo se hace referencia al significado de melocotón)
Al lado de la niña, se encontraba Hinode correteando alrededor de su familia, jugando al corre pilla con Nairmon, ante la atenta mirada tanto de Patamon (desde el hombro de Patamon) como de Tailmon.
-Se ve que la pequeña Hinode siempre está llena de energía -añadía Daisuke, luego se agachó hasta donde estaba la hija de Taichi y Meiko-. Y la pequeña Kaori, es tan linda y tierna que dan ganas de achucharla.
El rostro de Daisuke asustó tanto a la niña, que se apegó temerosa a su padre.
-Ten cuidado, Taichi. No vaya a ser que el pervertido de Daisuke le haga fotos a tu hija para tenerla como fondo de pantalla.
-¡Oe! ¡Yamato que ya no hago eso!
-¿Entonces sí que lo hacías? -preguntó Hikari con una ceja arqueada.
-Por supuesto que sí. A Kibou. Miyako me lo contó -confesaba Yamato sin contemplaciones.
La revelación hizo que Daisuke se viera en aprietos no solo por parte de los padres de la implicada, sino de sus digimon y por Taichi que lo desconocían. Incluso su hijo Musuko, aprovechaba la situación para meterse con su padre.
Daisuke juró en esos momentos que en cuando se encontraba con la señora Ichijouji, se la iba a cobrar bien cara.
Yamato, sin embargo, reía al ver como Daisuke se encontraba en apuros, que para él, era como una pequeña venganza por todo lo que había sufrido él de joven por culpa de su hermana.
Sora reprendió a Yamato por su acto infantil, imaginando por donde irían los tiros, mientras que el resto se reía divertido.
-¡VALE! ¡VALE! ¡Si me dejáis en paz, os invito a comer para que me perdonéis!
-Yo ya contaba con que iríamos a celebrarlo a tu restaurante -aportó Aine con más cizaña.
-¡Aine! -le reprendió ahora Sora.
-Takeshi, ¿verdad que decías que querías celebrarlo en el restaurante de Daisukesan? -le preguntó a su primo, donde él sabía como añadir más leña al fuego.
-Es lo mínimo como mejores amigos de Musuko que somos -respondió con lógica, arrastrando a Toji para cogerle del brazo, haciendo lo mismo con Musuko.
-Además que Musuko nos lo prometió -añadía Toji, aprovechando la situación.
Musuko que en ningún momento había prometido tal cosa, pero viéndose entre la espada y la pared, tuvo que seguirles el juego, y comentarle a su padre que sería genial celebrarlo en su restaurante. Le hizo la pelota de que solo en su restaurante, servían el mejor ramen y la mejor comida nacional, que Daisuke, viendo que no tenía más alternativa, accedió a celebrar la graduación de su hijo y de sus amigos en su restaurante.
Los digimon lo celebraron como si les hubiera tocado la lotería y Agumon junto a Meikuumon y Fireagumon murmuraron el hambre de lobo que tenían y la capacidad de comerse al menos unos diez boles de ramen cada uno y otros tantos del resto de platos. Veemon que no quería quedarse atrás, le retó a que él sería capaz de comerse el doble.
Daisuke los miró con lágrimas, imaginándose cómo eso le dolería en la cuenta final… Otra vez. Y otra vez a sudar sangre para recuperar todos ingresos por culpa del año concedido de comida gratis a la hija de Iori y de Taichi y a sus digimon.
-Iré llamado al personal para que preparen una mesa y mucha comida -anunció con desánimo.
Mientras Daisuke llamaba para informar de que reservasen una mesa para cuarenta comensales, y que se fueran espabilando en ir preparando una gran cantidad de comida, Taichi acomodó a su hija en brazos para añadir con desconfianza que vigilaría las cámaras de seguridad que habían en el restaurante de Daisuke.
Después de descubrir lo que le había hecho a Kibou, ya no podría fiarse un pelo de cuando su hija y él estuvieran en el mismo espacio.
-Taichi estás exagerando -le dijo Meiko.
-Mejor prevenir que lamentar -luego miró a Arisa que trataba de aguantar la risa. A su lado, estaba Daichi con el mismo gesto que tenía su madre-. No te lo tomes a mal, Arisachan. Pero entiende que mi pequeñina es mi princesita -mirándola con amor y ternura.
-No te preocupes, Taichisan. Si te sirve de consuelo, me encargaré de que se apaguen las cámaras para que no os enfoquen.
-Tampoco hay que llegar a esos extremos -dijo Sora algo molesta viendo como su marido aún tenía esa expresión juguetona por haber puesto a Daisuke contra las cuerdas. Ver como su hija mayor lo había alentado, había sido demasiado-. Y tú, Taichi, deja de ser infantil y tratar a Daisukekun como si fuera un acosador de menores.
Entre risas por medio, recibieron la felicitación de Misato y Kazumi, las cuáles se habían acercado a ellos. Las dos mejores amigas, siempre acompañadas de sus compañeros digimon, aprovecharon también para saludar a Isaki y al resto de adolescentes.
-Ahora os quedaréis vosotras solas. Menos mal que todavía quedan mi hermano y el chavalín para cuidaros -comentaba Musuko con aires de niño grande.
-Creo que las chicas sabrán arreglarse sin ningún caballero andante, ¿verdad Tsukaimon?
-Ya te digo. Además, sus digimon son muy poderosas.
-Por no hablar del genio de Kazumichan -recordó Toji.
-Ya te digo. Menos mal que sólo nos echó la bronca una vez.
Kazumi al sentirse aludida por algo impropio en ella, se sonrojó y defendió sus argumentos de porqué la habían puesto de los nervios. Todo iniciado, como siempre, por Satoshi.
Que la pequeña se le cambiara la voz al hablar del hijo de Michael y Mimi, sorprendía a algunos adultos que buscaron información en los adolescentes. Tras la batalla contra Yggdrasill, se les había olido de que la relación entre Satoshi y Kazumi parecía tóxica. Pero por respeto a Koushirou, no habían preguntado nada. Pero ahora, les picaba mucho la curiosidad.
Los adolescentes le resumieron brevemente, como Satoshi en algún momento de sus aventuras se había embobado con Kazumi. Por lo que se habían enterado por sus hermanos menores, al principio Satoshi trataba a todos como si estuviesen por debajo de él y los etiquetase como pobretones.
-No sé si es karma o vete a saber que siempre tienen que haber problemas entre los Tachikawa y los Izumi -comentó Takeru con una sonrisa nerviosa.
-¡No te preocupes, Kazumichan! ¡Que si ese imbécil se sobrepasa contigo, le pondré en su sitio! -le dijo Musuko aguerrido- ¿A que sí, Veidramon?
-Por supuesto. Su ridículo digimon rosita narcisista no podrá con el poder de un dragón como yo.
-¡Eso! ¡Eso! ¡También cuentas con nuestro apoyo con ese idiota! -continuaba Toji con el mismo ánimo que Musuko.
-¡Le bajaremos los humos en un plisplas! -decía Fireagumon haciendo un gesto de palmadas con sus garras.
-¿Y a esos dos se puede saber qué mosca les ha picado? -preguntaba Veemon sin comprender porqué ambos estaban tan pendientes de la pelirroja.
-Debe de ser por la bronca que les echó Kazumichan cuando perdió los papeles -aseguraba Earmon.
-¿Kazumichan perdió los nervios? Pero si es una niña muy tranquila y encantadora.
Sora no podría imaginarse que la niña que ella conocía, pudiera enfadarse con alguien.
-Lo es mamá. Pero ten por seguro que cualquiera en su lugar, se habría comportado igual -dijo Yuuta recordando aquel evento, donde había estado a punto de darles una patada a Toji, Musuko y a Satoshi por imbéciles.
Kazumi agradecía a los chicos sus palabras de ánimo y de apoyo. Pero más importante ahora mismo era quitarse a esa sabandija de encima. Así que pidió consejo a los que habían pasado por una experiencia similar.
-Hikarisan, Yamatosan -dijo la niña acercándose a ellos-. Tengo entendido que ustedes también sufrieron acoso por parte de Daisukesan y su hermana. ¿Cómo consiguieron librarse de ellos?
Los dos adultos se encontraron un poco desconcertados por la pregunta.
-Bueno, en mi caso. De un día para otro, Jun había dejado de perseguirme. Aunque no sé porqué.
-¡Yo lo sé! -presumió Daisuke que ya había terminado con la llamada telefónica-. ¡Se ve que el día del concierto de nochebuena te vio abrazando a Sora! ¡Y pensó que eras alguien muy complicado y pasó de ti! -disfrutando de cada palabra para ponerlo en evidencia.
-¿Qué nos vio qué? -promulgó Sora roja como un tomate.
-¡ESO ES MENTIRA! -denegó Piyomon- ¡Yo estuve al lado de Sora todo el tiempo, y Yamato no la cogió del brazo en ningún momento!
-¡Aahh! Encima de lo considerado que fui contigo para que no regresáramos juntos a casa para que pudieras acompañar a Soraneesan, ¿y no hiciste nada? -le preguntó Takeru picarón.
-¡¿Cómo querías que hiciera algo con Gabumon y Piyomon mirándonos?! -se defendía Yamato algo abochornado.
Casi todos los presentes se reían por vergüenza que estaba pasando el matrimonio Ishida mayor. Para los tres hijos mayores, escuchar ahora esa historia les producía como una sensación de incomodidad. Todo lo contrario a Aki que se sentía tan entusiasmado por esa nueva revelación que estaba deseoso en conocer los detalles.
Kazumi por su parte, seguía manteniendo el interés sobre cómo se habían librado de sus respectivos acosadores. Así que le pidió a Hikari que le contestara a la pregunta, pese a que se estaba riendo de lo ocurrido.
-Bueno… -sintiéndose algo azorada. Tenía ya sus treinta y bastante de años, pero aquel tema seguía poniéndola roja como un tomate-. Creo que fue cuando se enteró de que salía con Takeru.
-Es que le rompiste el corazón, Hikari -bromeaba Taichi, teniendo nuevo material para seguir con la broma.
Hikari se lo reprochó molesta. Pero aquellos datos habían servido mucho para Kazumi. Honeymon observó como su amiga se encontraba pensativa y murmurando para sí misma.
-Así que entonces, si tengo novio, Satoshi dejará de molestarme -para sus adentros se lamentó con gran desesperación.
Ella todavía era una niña de diez años. Ni siquiera tenía a alguien que le gustaba. ¿Es que tendría que seguir soportando a Satoshi unos años más?
-Aunque, podría pedirle a…
-¿Qué es lo que estás murmurando? -le preguntó Misato acercándose a su amigo con Cuarzomon.
-¿Yo? ¡Nada! ¡Nada! -carraspeó para recuperar la compostura-. Habrá que aguantarse y desear que se canse de su capricho. (NA: Buena suerte)
-¡Ya lo tengo! -dijo Musuko como si se le hubiera ocurrido una gran idea-. ¿Por qué no venís con nosotros a celebrar nuestra graduación? ¡Iremos al restaurante de mi padre!
Daisuke miró a su hijo con la cara de qué derecho tenía a invitar a más gente.
-¿Sí? ¿Por qué no? ¿Por qué no venís? -apremiaba Arisa con ilusión- ¿Cuántos más seamos, mejor?
Aquella idea pareció emocionar más a Misato que a Kazumi, ya que tenía la cara toda roja de emoción al saber que podría estar con Takeshi un rato más. A ella todavía le quedaba un año para poder graduarse y volver a estar en la misma escuela juntos.
-Agradezco el ofrecimiento, pero mi padre me pidió que le investigara unas cosas.
¿Cómo no? Pensaron varios para sus adentros.
-¿Y tú, Misatochan? ¿Vienes? -le preguntó Takeshi, poniendo más nerviosa a la niña.
Aquel gesto que había sido tan caracterizado en Meiko cuando era joven, hizo que todos los pares de ojos se centraran en aquellos dos que acabarían siendo pareja en un futuro.
-Venga, vamos, Misato -apremiaba Cuarzomon-. Seguro que habrá un montón de comida -insistía el digimon, donde solo le preocupaba su estómago.
-¡Por supuesto! ¡Montañas y montañas de comida! -aseguró Veidramon.
-Tú no te pases. Y aprende un poco de tu hermano que es más decente que tú -le riñó Veemon con un coscorrón en la cabeza.
Daichi con la mano de su madre cogida y con la de Buidramon en el otro lado, sonreían divertidos al ver como tanto en su familia como el grupo de su padre eran personas divertidas. El trauma que había arrastrado desde niño al no sentirse querido por nadie, era ya cosa del pasado. Su padre, su madre, sus digimon, y sobre todo su hermano, habían compensado con creces todo el sufrimiento que había vivido.
-Yo… Yo… -tartamudeaba la niña-. No creo que sea adecuado. Es una celebración familiar.
La excusa que había ofrecido era por la consideración de que ella no pertenecía a ese grupo y no tenía derecho a acoplarse. Aunque, una parte de ella, le encantaría pasar un momento tan especial con Takeshi.
Tanto Yamato como Taichi estuvieron a punto de recalcar que ellos no tenían nada que ver con los Motomiya, pero…
-¡Con más razón aún debes venir ya que eres de la familia!
Aki había pronunciado aquellas palabras con total naturalidad que se contraindicaba con la sorpresa que todos tenían.
¿Cómo podía soltar aquello y quedarse tan pancho?
Si Misato estaba colorada de vergüenza, el comentario la puso peor. E incluso se veía como Takeshi se encontraba igual de colorado.
Misato tartamudeando, como si no supiera hablar bien, denegó más que nunca la oferta y que tenía que hacerle un recado a su padre (era mentira). Antes de que alguien más añadiera algo, se despidió con una rápida inclinación y salió disparada del lugar con Cuarzomon corriendo detrás de ella.
-¡Vaya! ¡Es una pena! ¿Verdad, Takeshi?
Y Aki continuaba con toda la tranquilidad del mundo.
Viéndole, era como si fuera un Takeshi 2.0.
-¡Joder! ¿Cómo se ha espabilado el niño? -murmuró Yuuta impresionado.
-Desde las últimas aventuras parece haber cambiado -opinó Piomon.
-¡Muy bien! ¡Será mejor dejarlo aquí! -cortaba Hikari, viendo como Toji y Musuko se metían con el pequeño rubio. Tsukaimon era el único que salía en su defensa para que lo dejaran en paz. Pero es que la oportunidad de poder vengarse de sus bromitas, no ocurría todos los días.
-¡Ah! ¿Será mejor que yo también me retire? -decía Kazumi-. Espero que os vaya bien y ha sido un placer pasar unos años escolares junto a vosotros.
Al existir tres años de diferencia con Toji y los demás, era imposible que volvieran a coincidir juntos en un mismo centro.
-Nos vemos en clase -despidiéndose de Daichi y Aki. Los únicos con los que seguiría adelante y con los que mantenía una gran amistad.
-Kazumichan, espera -la retuvo Nat.
La niña le preguntó que es lo que ocurría. Sin embargo, sucedió algo raro. A Nat parecía que le costaba decirle algo. Miraba hacia atrás, donde tenía la atención de toda su familia y los digimon, y a los Yagami y a los Motomiya.
Sacando su móvil, lo observó algo de esperanza. Pero lo que ella quería ver, no estaba. Miró al horizonte como si entre sus antiguos compañeros, pudiera encontrar algo, pero nada.
-Esto… -comenzó nerviosa y colorada. Delante de su familia y los demás no podía preguntarlo.
Sin embargo, todos ellos ya intuían lo que le pasaba a la rubita.
-¿Y Osamusan? ¿Por qué no ha venido a despedirnos?
Una vez más, el Takeshi 2.0 soltaba con naturalidad la pregunta que tanto le costaba a Nat decir delante de los demás.
-Realmente me está asustando este niño -le murmuró Gabumon a Piyomon, quién compartía su misma opinión.
-¡Aki! -le reprendió Nat.
El niño como si no hubiera hecho nada, regresó con su familia, que no sabían como reaccionar ante el cambio que estaba ocurriendo en el más pequeño de la casa. A su lado, Kabumon reía cómplice de lo que decía.
-Lo siento -se disculpaba Kazumi con algo de nerviosismo por la situación que su amiga afrontaba-. No lo he visto en todo el día.
-Ya… -contestó desinflada-. Me lo imaginaba -murmurando con un tono bastante bajo y deprimido.
Miró de nuevo su móvil.
Accediendo a la zona de mensajes, quiso asegurarse, una vez más, que aquel mensaje que le había enviado el 13 de febrero lo había enviado correctamente a él.
Le había escrito el de querer verse al día siguiente. Pero nunca le había contestado. Y tampoco, desde aquel día, lo había vuelto a ver en la escuela.
La deprimía tanto.
Su intención al enviarle el mensaje era darle un chocolate de San Valentín y al (intento) de confesarle sus sentimientos. Pero aquel día, había vuelto sola a casa, comiéndose entre lágrimas, el chocolate que con tanto cariño había preparado para él.
Se había convencido de que si no le habría contestado, era porque se imaginaría en la situación en la que le metería.
Podía entenderlo.
Incluso el que la evitara, también.
¿No lo había estado haciendo ella desde la lucha contra Yggdrasill por pura vergüenza? Mandarle un mensaje de forma repentina, el día anterior a San Valentín, no tenía sentido.
Pero es que le producía tanta vergüenza encontrárselo sin olvidar cómo se le había declarado delante de todos.
Sino fuera por la insistencia de su hermana, habría seguido así de tonta.
Pero al menos…
Si todo iba a acabar entre ellos, al menos…
Despedirse.
Ella iría a la Odaiba. Él aún estaría un año más en primaria y luego iría a la Tamachi. O eso le había contado Minami.
Estaba claro que apenas se verían.
Si él no quería responder a su quedada, al menos, despedirse de él.
Sólo eso.
Le producía tanta pena que era visto por todos y a compadecerse de ella. Toji se acercó a ella, y pasándole el brazo en forma de colegueo, trató de animarla.
-¡Venga, anima esa cara! ¡Recuerda que el viejo Daisuke nos hará una súper comilona para celebrar nuestra graduación! ¡Como no nos apuremos, me rugirán las tripas al estilo de Agumon o Meikuumon!
-¡Oye! -clamaron los dos digimon afectados.
Eso hizo reír a todos, incluso Nat soltó una pequeña sonrisa.
-Vamos, entonces -soltándola para tenderle la mano.
Ella se la cogió, manteniendo esa pequeña sonrisa.
Aquella imagen no parecía gustar a los antis del tojinatsu que había en la familia de Yamato.
Taichi se acercó a Yamato para susurrarle con satisfacción.
-Yagami Natsumi.
Desde luego, que eso irritó a Yamato que se dio la vuelta bruscamente. Por muy buenos platos que Daisuke le ofreciera, no iba a comer nada. Lo que había visto y oído, le habían quitado el apetito por completo.
Yuuta por su parte, se sentía muy feliz por verlos juntos, algo que irritaba a Aine que no hacía más que pedirle que quitara esa sonrisa boba.
Sora también mantenía un rostro de felicidad y el ver a su hija junto a Toji le producía una sensación de ternura, como cuando veía a Takeru con Hikari de niños.
El móvil de Natsumi vibró. Toji al sentir como Natsumi la soltaba, se la quedó mirando. Ella observaba aquel pequeño aparato como si viera algo increíble. Piomon le había preguntado qué le pasaba, atrayendo la atención del resto.
-¡Ah! ¡Acabo de recordar que se me ha olvidado algo en clase! ¡Id adelantándoos que ya os alcanzaré! ¡Vamos, Piomon!
El rostro feliz y con algo de rubor en las mejillas indicaba lo evidente. Pero nadie pudo meterse con ella. Tras haber avisado de que se había olvidado algo, había salido disparada con una alegría ferviente en la cara, donde no escucharía las palabras de nadie.
Toji viéndola correr, se deprimió mucho. Musuko sintió compasión de él y acercándose, le pasó el brazo para tratar de animarlo. Le prometió que le darían la comida más cara de todas con doble ración incluida.
-¡Vas a querer repetir! ¡Ya verás! -tirando de él para que se uniera al grupo.
Agumon y Fireagumon se quejaron de que ellos también querían lo mismo que le había prometido a Toji. Por lo que Musuko aceptó de buen grado. Pero el que invitara algo de eso, provocó que Daisuke lo mirara mal y a hacer una nota mental de recortarle la paga de por vida.
Kazumi aprovechó el momento para despedirse con una leve reverencia y el deseo de que se lo pasasen bien. Ella se había marchado con una sonrisa en la cara, feliz de que su a su amiga Natsumi le fueran bien las cosas. La pelirroja deseó tener a alguien a su lado, alguien que le inspirara seguridad y la pusiera con esa cara de enamoramiento, para así quitarse a la sanguijuela de Satoshi.
-Será mejor que vayamos tirando para el restaurante -dijo Yamato, cambiándole la cara y teniendo de repente un hambre canina. Marchaba con una sonrisa de satisfacción en la cara que contrariaba con la de Sora-. Nat podrá venir sobre Saberdramon.
-Pero, papá -objetó Yuuta siendo el único que no se había movido del sitio-, ¿no sería mejor que me quedara? -pensando en alguna excusa creíble- Quiero decir. Sería hacerle un feo a Nat que cuando volviera, no la estuviera esperando nadie -desde luego que aquel comentario iba con otras intenciones. El poderse quedar, haría que importunase el momento de Natsumi con Osamu e impedir una relación desastrosa (como la consideraba él).
-La verdad es que tiene razón -apoyaba Piyomon con ingenuidad. Ella no se daba cuenta de la batalla que había en la familia Ishida entre los que apoyaban el tojinatsu contra el osanatsu.
-No es necesario que te quedes -comentó Yamato.
Sólo entre los miembros de la familia Ishida, a excepción de los digimon, tras saber los sentimientos que tenía Nat por Osamu, se había formado dos bandos. Por un lado, el que apoyaba el osanatsu que eran Aine y Yamato (Con tal de que Nat no se fuera a la familia Yagami, Yamato aceptaba de buena gana a cualquier otro candidato para su hija); y por otro, Sora y Yuuta que apoyaban el tojinatsu. Ambos estaban más apegados a los Yagami, y a Sora le producía más ternura ver a su hija con Toji que con otro que apenas conocía. Además, que veía que el hijo de Taichi se esforzaba mucho en gustarle a su hija. Aki, por su parte, se mantenía algo neutral. Le gustaba que su hermana estuviera con Osamu, pero es que tenía muy buena amistad con Toji. Sin embargo, tras ver cómo a su hermana se le iluminaba la cara con Osamu, tenía más favoritismo hacia el osanatsu que al tojinatsu.
-¿Por qué no? -contrariaba Sora-. Si a mí me hicieran eso, desde luego que me sentaría mal.
Una mentira como una catedral pensó la familia de Takeru. Conocían tan bien a Sora, que jamás se molestaría por una minucia como esa.
-No te preocupes, mamá. Aiyomon y yo nos quedaremos a esperarla -y la fantástica intervención de Aine, fastidió los planes de Yuuta.
-¡Yo también quiero quedarme! -pidió Aki con demasiada ilusión. Incluso Kabumon parecía estar también muy entusiasmado.
-Pues, ya está decidido. Vámonos que tengo hambre -expresaba Yamato más tranquilo.
Pero Sora no lo estaba, así que…
-Yuuta, Zabumon, quedaos vosotros también. No es justo que de todos vuestros hermanos, seáis los únicos que se mantengan al margen.
La satisfacción se iluminó en la cara de Yuuta al ver que tenía a su madre de su lado. Sin embargo, con su hermana mayor a su lado, y con cara amenazante de que si hacía algo estúpido, lo mataría, hizo que tuviese ir con prudencia.
Aunque su hijo mayor también se quedara, mientras estuviera Aine, Yamato podía estar tranquilo. De hecho, la cara de satisfacción que tenía en la cara, repateaba a Taichi. Pero lo que más le había repateado, fue cuando le devolvió la coñita.
-Ichijouji Natsumi.
Takeru y su familia veían aquello, como había discordia entre ellos por culpa de Natsumi. Desde fuera, era fácil deducir quiénes estaban a favor y quiénes estaban en contra. Era tan divertido que Takeru quiso crear otra novela de amor con ese toque cómico.
-Pobre Toji, ¿no? -murmuraba Hikari, compadeciéndose de su sobrino.
No es que estuviera a favor de uno ni de otro. Eligiera lo que eligiera su sobrina, si eso la hacía feliz, eso era lo importante. Pero, sabía como en triángulos amorosos, siempre habría uno que quedaba destrozado. Lo había visto en su hermano, lo había experimentado con Daisuke y ahora, parecía que a su sobrino también le había tocado.
-También se lo ha buscado. Estaba forzando mucho sus actos cuando se trataba de Nat -opinaba Takeshi.
-¿Quién iba a decirte a ti que te pondrías del lado de Ichijouji? Cuando se la tenías jurada -le picó Tsukaimon.
-Bueno, uno comprende las cosas cuando las experimenta -seguía el rubio con expresión neutra.
Hinode caminaba detrás con su hermano mayor y cogida de su mano. Earmon caminaba al otro lado de la niña y tenía a Nairmon en sus brazos. Aunque Nairmon tenía la capacidad para volar, al ser tan pequeña e inexperta, la cansaba mucho.
-Isaniichan, ¿de qué están hablando? -le preguntó la pequeña Hinode a Isaki.
-De asuntos que sólo les pasa a unos cuántos.
-¿Pero es bueno o malo? -preguntaba la niña con su aire inocente.
-Podríamos decirse que es bueno. Pero malo para los que salen heridos.
-¿Ehhh? ¡Pobrecitos! Esperemos que no os pase eso a Takeniichan ni a ti.
-No te preocupes, Hinode. Está claro que no habrá ningún problema con Takeshi -aseguró Earmon.
-Y tampoco pasará conmigo. No me gustaría hacer mal a la persona perjudicada.
-¡Yo tampoco lo quiero! -proclamó la pequeña rubita con decisión-. ¡Jamás haré eso si eso perjudica a alguien!
.
Natsumi corría con tanta emoción que Piomon había tenido que volar para poder seguirle el paso. La avecilla le había preguntado qué es lo que había pasado. Y cuando Natsumi había contestado en que Osamu, por fin, le había contestado al mensaje y le pedía quedar para verse en la parte de atrás, Piomon se emocionó con ella.
-¿Crees que acaso…?
-No lo sé, pero… -pero su corazón latía tan fuerte, que no era a causa de la carrera. En su cabeza, sólo había un pensamiento. Quería verle. Quería hablar con él. Quería decirle una vez más lo que sentía.
Llegando hasta el punto de encuentro, detrás de la escuela con los frondosos árboles de sakura tapándoles el otro lado, Natsumi jadeaba con fuerza. Trató de contenerse. Osamu había estado mirando a Dokunemon que descansaba en su brazo, hasta que ella había llegado.
-¿Has venido corriendo? -le había preguntado.
-Sí… Bueno…
¿Cómo era posible que se pusiera nerviosa por solo escuchar su voz?
Es cierto que había… ya no recordaba cuánto tiempo, pero que algo tan simple la alterara… Es que no parecía ella misma.
-No hacía falta… Después de todo, no pensaba moverme hasta que vinieras…
Su tono no gustó mucho a Nat, pero en sus palabras interpretaba lo contrario.
Osamu le pidió a su digimon que los dejaran asolas. Nat no tuvo que pedírselo a Piomon. La digimon sabía lo muy importante que era ese momento para ella. Marchándose junto a Dokunemon, los dos quedaron por fin asolas. Y fue entonces, cuando Osamu manifestó una sonrisa sincera.
-Felicidades por graduarte. Te ves estupenda vestida así -metiendo las manos en los bolsillos y mirando como ella con su habitual estilo de pantalón, marcaba la diferencia con el resto de niñas de su edad.
La vergüenza, el no saber cómo hablarle, hizo que su orgullo hablase por ella.
-¿Me has citado aquí sólo para decirme eso? ¿Es que acaso no te llegó el mensaje que te envié el mes pasado?
-Ah… Sí… Sí que me llegó -se excusaba algo incómodo-. Siento no haberte contestado antes. Pero, imaginaba la razón de porqué querías hablar conmigo en privado.
Los colores se le habían subido tanto, que el enterarse de cómo él había asumido lo que pretendía decirle, le dolió más.
-¿Y por eso me has estado ignorando todo este tiempo? ¿Por eso estuviste evitándome hasta hoy que sería la última vez que nos viéramos? -se encontraba indignada, y no era eso lo que pretendía.
.
Al otro lado, se encontraban Piomon y Dokunemon espiándolos. Sabían que estaba mal y que sus compañeros les había pedido estar a solas, pero es que tanto uno como otro se sentían preocupados de lo que pudiera suceder.
Los dos digimon se llevaron un susto tremendo al ser pillados por los hermanos de Natsumi.
-¿Qué… Qué hacéis aquí? -preguntaba Piomon.
-Papá Gabumon y los demás decidieron ir yendo al restaurante -comenzó Aiyomon.
-Y como nos daba pena dejar sola a Natsumi, pues decidimos esperar por ella. Aunque algunos se acoplaron -mirando de reojo a su hermano y a Zabumon.
-Fue decisión de mamá.
-Pero tú querías quedarte primero -dijo Zabumon sin comprender la batalla de parejas formada en la familia humana.
Antes de que Yuuta le respondiera a su digimon, Piomon repitió la pregunta, especificando porqué estaban justo ahí.
-Estamos preocupados por Natneechan -dijo Aki con su aspecto inocente de nunca romper un plato.
-Y algo me dice que el Ichijouji la va a rechazar -comentaba Aine con aire molesta. Sabía que el plan de su hermana por San Valentín había sido un fracaso, y también de cómo la había estado evitando durante todo este tiempo restante-, por eso que tendré que darle dos o tres puñetazos para que entre en razón. Porque no es lógico que si la quiere, la rechace, ¿no estás de acuerdo, Aki?
-Claro, hermana.
Al haber pedido el apoyo del menor, Yuuta se encontró con un dos contra uno demasiado poderoso.
-¿Por qué crees que la va a rechazar? -preguntó Piomon confusa. No vio como Dokunemon no los miraba, evidenciando así las sospechas de Aine.
-Es lógico. Ha pasado un mes desde que le mandó el mensaje. No le ha contestado ni hablado con ella. Es normal pensar que resulta extraño que la citase la última vez que podrá verla.
-Por eso decía que el Ichijouji no es bueno para ella -afirmaba Yuuta.
-Cállate y deja escuchar -le pedía Aine, acercándose junto a Aiyomon, Kabumon y Aki para ver lo que sucedía.
Piomon entendió las verdaderas intenciones de esos hermanos. Ellos en realidad, habían venido a cotillear.
.
-Bueno… La verdad, es que me cogió por sorpresa tu mensaje, cuando llevábamos año y medio sin hablarnos ni nada.
-¡Eso no justifica el hecho de que me hayas estado ignorando!
-Y no pretendo hacer un ojo por ojo y diente por diente. Pero… -bajando de nuevo la cabeza-, aunque no lo creas, te he estado observando. Y cuánto más te observaba, más me hacía convencer de mi decisión.
Eso no gustó nada a Nat. De hecho, esa cantinela le sonaba demasiado familiar, como para aclarar.
-Si te estás comiendo de nuevo la olla porque tengo buenas relaciones con Toji, ¿cómo tengo que hacértelo saber que por él, por mucho que haga, sólo lo voy a considerarlo un amigo? ¡Te lo dije hace tiempo y lo vuelvo a repetir! ¡Sólo te quiero a ti! -desde luego, que no sabía cómo se las apañaba, pero el Ichijouji hacía que su declaración no fuese especial o romántica.
-Y realmente agradezco el gesto -mostrándole una pequeña sonrisa-, porque yo siento lo mismo por ti. Pero…
¿Pero?
¿Por qué pero?
Natsumi se encontraba tan desesperada que no entendía nada.
Había escuchado bien. Él le había dicho que sentía lo mismo por ella. ¿Por qué entonces añadía un pero? ¿Por qué daba la impresión de que quería rechazarla?
-Ishi… Natsumi -corrigiéndose al instante-. Antes de nada, me gustaría aclarar algo que no he podido contárselo ni a Dokunemon.
Siendo algo que ni a su digimon le había contado, tendría que ser grave, por lo que, los que estaban escuchando pusieron especial atención.
-Creo que… Antes de empezar por ahí, quisiera ser sincero contigo y contarte lo que vivimos juntos en aquel mundo simulado. Y mi perspectiva sobre aquello.
¿Su perspectiva?
Se preguntaron los que espiaban, dónde sólo Aki podría ser el que mejor comprendiera su situación.
-Como recordarás, antes del secuestro de nuestros padres, yo me encontraba ya sometido al poder de la oscuridad. O más bien, me había ido hacia la oscuridad por decisión propia, por la envidia que le tenía a mi hermana.
"Sucedió cuando ella se había ido de casa. Ella siempre había sido caprichosa, desordenada, hacía lo que le daba la gana, sacaba notas regulares, no cuidaba de Ryu ni de nadie y no paraba de quejarse con mi madre. Yo era justo lo contrario. Pero yo no esperaba que me diesen especial atención o algo. Estaba satisfecho de esa manera. Pero cuando la gota colmó el vaso, y Minami se marchó de casa, la envidia me correó porque mis padres hacían lo imposible con alguien que pasaba de ellos. Yo me sentía más marginado que nunca. Y entonces, sentí un odio tremendo hacia Minami.
Creo que te habrás dado cuenta de eso, cuando me enfrenté a ella -comentándolo con una triste sonrisa-. Y está claro que cuando nuestros padres fueron secuestrados, tú no te dabas cuenta de que mi actitud negativa era porque estaba poseído por la oscuridad y por el odio hacia Minami. Es normal, ya que estabas más pendiente de tu hermano pequeño y habías perdido a tu padre, para pensar en los que te rodeaban. Por eso, me sorprendió y me sigue sorprendiendo que me escogieras para que fuera tu compañero en el último mundo simulado."
-Eso… eso fue… porque en aquel tiempo, yo estaba muy enferma. Y no podría aguantar más estupideces de Toji o de Musuko.
-Podrías haber hecho grupo con alguno de tus primos.
-Sé cuanto se aprecian. Y como teníamos que ir en grupos de tres, la idea de separarlos no me agradaba. Por eso, te escogí a ti. Además, como eras el más tranquilo de todos y más confiable.
-¿Confiable? -repitió casi con gracia.
-Bueno… Tú lo acabas de decir… Yo estaba más pendiente de mi hermano y no me daba cuenta de lo que sentías. Tampoco, nadie me contó que podrías suponer un peligro -enterándose de eso después de su elección, por parte de sus primos.
-Pero me escogiste y yo lo agradezco.
Natsumi lo miró, donde no sabía si mirarlo con esperanza o con pena.
Hablaban del pasado, de cómo se había sentido con cierta melancolía. Todo para justificar lo que sería el rechazo a sus sentimientos.
-Realmente, lo que le pasara a Akikun o a ti, no me importaba, porque sólo quería que Dokunemon fuese fuerte. Incluso cuando se te habían acabado las fuerzas por culpa de esa gripe, te habría dejado tirada sin remordimientos. Aunque tú, fuiste más consciente de que ya no podías más, y con mucha rabia, planeabas volver al Mundo Digimon.
"La verdad, antes de eso, tu hermano me suplicó con tanta pena, que fue el tocarme para que esa oscuridad y la envidia se esfumaran de mi cuerpo, y volviera a ser el que era.
Y cuando te vi, toda desganada con una tremenda frustración por no poder avanzar, fue por eso, que te detuve y te ayudé a seguir adelante y que nuestros digimon digievolucionaran."
Nat recordaba vagamente aquello.
Sólo sabía que la habían estado cuidando. Y Osamu había estado cuidando de lo que ella más apreciaba en aquel momento.
Haber descubierto esa faceta tan amable, y que Aki se sintiera bien con él, fue por lo que había empezado a llamarle la atención, y a poder expresarse con él de manera natural como lo hacía con su familia.
Las conversaciones que habían tenido los días posteriores, le hicieron descubrir cómo aquel niño, con el que jamás se había hablado, tenía muchas cosas que le gustaba. Con él, no tenía que fingir timidez porque se sentía cómoda hablando con él. Era como cuando su hermana Minami había estado en su casa.
Aki también se sentía a gusto con él. Verlo sonreír como antaño, donde la muerte de su padre había pasado a un segundo plano, era algo que agradecía a Osamu.
Pero cuando vas conociendo a alguien y teniendo tanta afinidad, es cuando ese sentimiento en el corazón empieza a palpitar.
Al principio, no podía descifrar que se trataba de amor, sólo hasta que Saberdramon había digievolucionado a Garutmanmon.
Luchar juntos y la determinación a querer seguir estando a su lado, hizo que su emblema brillase.
Sin embargo, como continuaron juntos, era como si no necesitase una declaración por medio, para verse como una pareja. O eso es la impresión que ella había tenido.
-Justo después del combate de Misatosan, Tojisan habló conmigo. No sigas tomándola contra él. Después de todo, él actuó porque te quiere mucho más que yo.
-Pero…
-Da igual lo que digas, porque todo lo que él había dicho de que yo no te merezco y que no te conozco, no le hice caso. Pero ver cómo después, sonreías cuando Toji te decía cualquier tontería y la gran afinidad entre vosotros, me hizo pensar que quizás tenía razón y que tu amabilidad conmigo era algo pasajero. Y por culpa de esa mentalidad mía, la oscuridad volvió a poseerme.
Natsumi no pudo replicar. Ya se había hablado de aquel tema, y por mucho que se quejara, lo que había sucedido después, había ocurrido por su culpa.
-Entonces… cuándo la oscuridad volvió a poseerte… En realidad… ¿fue por mi culpa? -preguntó ella con esa espinita que siempre había tenido en el pecho y que nunca había podido quitársela.
-Sí -contestó simple y con pesar.
Natsumi agachó la cabeza.
Lo sabía.
Sabía que si Osamu había sucumbido a la oscuridad había sido por su culpa.
Tuvo ganas de llorar.
-Lo siento… Lo siento mucho…
-No tienes nada que disculparte. Yo también tuve la culpa por haberle hecho caso a Toji y rechazarte de esa forma tan brusca, sin hacer nada cuando la oscuridad te había poseído. Y por otro lado, Homeostasis e Yggdrasill ya tenían el ojo puesto en mí para que la oscuridad me poseyera y hacerme pelear contra mi hermana.
-Pero fui yo la que provocó que te dejaras manipular por la oscuridad y que, después, Takeshi y los demás te trataran mal por haber sucumbido a la oscuridad.
-Eso ya no importa. El pasado queda en el pasado. Mi hermana y los demás me han perdonado, incluso tú intercediste por mí para ayudarme.
-¡PERO DESPUÉS, ME RECHAZASTE INCLUSO COMO AMIGA! -mirándole con lágrimas en los ojos- ¡¿SABES CUÁNTO ME AFECTÓ ESO?!
-Lo sé -repuso culpable-. Pero si lo había hecho es porque habían sido mis celos de verte tan amigable con Toji. Me comí el coco pensando en que todo lo que me dijiste era mentira y por eso, me manipularon. Tenía miedo de que algo así volviera a suceder. Por eso, quería protegerte, para que mis celos no te perjudicaran, ya que suficiente estabas teniendo con lo que pasaba en tu familia. La verdad, cuando vi que te comportabas rara, me asusté muchísimo. Pero fui un cobarde al no preguntarte qué te pasaba y ni avisar a los demás.
"Estaba tan aterrado que tenía miedo de cómo reaccionase el resto. Eso me hizo afirmar la teoría de Toji de que yo no te merecía. Porque yo fui un cobarde, que sólo pensó en las consecuencias que me acarrearía por lo que estabas pasando."
-… -Natsumi no tuvo palabras para discrepar eso.
En su mano había estado la posibilidad de que la oscuridad de Liebenmon no creciera. Y sin embargo, cargaba con la conciencia de haber hecho cosas terribles a Piomon, a sus hermanos y a sus amigos.
-No quiero arreglar lo que dije con esto, pero te dije que iba a ser sincero, y, te confieso que en más de una ocasión, estaba a punto de querer ayudarte. Como todos nos consideraban un par de conocidos, tenía que contenerme y dejárselo a Toji.
Osamu soltó un suspiro, antes de añadir.
-Creo que eres lo bastante inteligente cómo para haber imaginado algo como esto, ¿no? Aunque me sorprendió cuando me dijiste toda cabreada, delante de todos que te gustaba. Supuse que en aquel momento, no te habías dado cuenta de mis actos cobardes, y por eso, me evitabas.
-No es cierto… Te evitaba porque me daba corte verte o hablarte tras haberme confesado… Estaba toda avergonzada que hasta me costaba mandarte un mensaje. Por eso, y con el apoyo de mi hermana, me atreví a hacerlo. Lo había hecho el día anterior a San Valentín. Me había decidido a declararme, porque simbolizaba algo muy especial en mi familia. Incluso te había preparado un chocolate casero.
-Lo siento -murmuró él apenado-. Ahora que lo dices, San Valentín es también llamado el día del amor y la amistad. Con razón es especial en tu familia.
-Pero ni me contestaste y, después, fuiste tú el que estuvo evadiéndome, donde ni siquiera te veía. Cuando recibí hoy la respuesta, después de casi un mes, me hice ilusiones. Me daba igual que hubieras pasado de mí, porque yo lo había hecho contigo. Era justo que yo sufriera lo mismo. Pero, no me esperaba que me dijeras que me quieres y que me rechaces con las mismas razones que me diste hace año y medio -comentaba con mucha frustración, donde todo entre ellos seguía siendo igual.
-¡No! ¡Te equivocas! ¡No es por eso!
-Entonces, ¡¿por qué es?! -gritando con desesperación con las lágrimas resbalando por sus mejillas.
Osamu agachó la cabeza y quitó las manos de su bolsillo.
-Después de volver a casa, y una vez que se hubo tranquilizado algo las cosas, hablé con mis padres sobre el problema que tuve. Mi hermana no paraba de decirme una y otra vez que no me siguiera comiendo la cabeza. Y mis padres me sonrieron, alegando que no me preocupara por eso, porque después de la lluvia siempre sale el sol. Lo que debía de hacer, es llevar ese pecado conmigo, pero avanzar hacia el camino de la luz. Además, contaba con un montón de gente que no me recriminaría por mi pasado. Sólo debía aprender de mi error y avanzar con la cabeza bien alta.
"Inmediatamente, me acordé de ti y cómo a pesar de haber estado en el lado oscuro, intercediste por mí. Incluso habiéndote rechazado, seguías enamorada de mí. Cuando Garutmanmon digievolucionó en Bennumon, en aquel momento, te vi más increíble que nunca y deseé que aquel sentimiento de amor que poseías fuera por mí."
-Y lo fue… -confesó con sus lágrimas. Daba igual que le dijera esas cosas tan bonitas, que el rechazo ya estaba declarado.
Osamu la miró sorprendido y volvió a agachar la cabeza.
-Si no hubiera sido tan estúpido y tan cobarde… Pero… En el fondo está bien así -murmurando para sí mismo-. De todas formas, aunque me hubiera dado cuenta, nuestra relación no habría funcionado -declaró con los ojos cerrados.
Natsumi se quedó perpleja ante lo escuchado.
¿Qué quería decir exactamente?
Con cada palabra que decía, entendía menos.
-Natsumi, yo no soy como tú o alguno de tus hermanos. Yo no puedo comprender tan bien el amor como tú. Para mí, el amor es un sentimiento que tienen dos personas que se gustan, pero nada más que eso. Por eso, creí que cuando me evitabas era porque habías descubierto lo estúpido que soy y pasabas de mí. En ningún momento, quise hacerme esperanzas de algo que consideraba ya imposible. Te había dejado de gustar y era comprensible. Incluso, debo reconocer, que eso me aliviaba, porque ya no seguirías sufriendo por mi culpa.
-¡Pero aún así, me querías! ¡Lo dijiste antes! ¡Tú sientes lo mismo que yo! ¡Por tanto no se necesita ser un experto en el amor para entenderlo! ¡Ni siquiera yo, que soy la hija de la portadora del amor, lo entiendo muy bien!
-Precisamente por eso, nuestra relación no duraría -cortando.
-No te entiendo… ¡De verdad que no lo entiendo!
-Natsumi, ¿cuántos años tienes? ¿Cuántos años tengo yo?
-¡No me vengas ahora que porque eres dos años menor que yo…!
-Quizás en el futuro, sea una nadería, pero ahora, tú eres una estudiante de secundaria, mientras que yo soy un niño de primaria. Ahora mismo, tenemos una brecha muy grande que nos separa. Además, en el instituto exigen mucho más y tú vas a estar muy ocupada y yo estaré ocupado con los exámenes de ingreso a la Tamachi. Ni siquiera estaríamos juntos en el mismo instituto.
-Pero…
-Ya sabes que la Tamachi exige mucho. Y mi hermana necesita mi ayuda. No tendríamos tiempo para estar juntos y eso acabaría enfriando nuestra relación.
-Pero te esperaré el tiempo que haga falta… -comentó ella con cierta esperanza en que aún pudiera haber algo entre ellos, aunque sucediera dentro de cinco o seis años. Él sólo la rechazaba porque habría una distancia muy grande entre ellos-. Además, podremos comunicarnos a través de mensajes o…
-Sería inútil -volviendo a cortarla, esta vez con expresión seria-, porque yo estaría comido de los celos porque Toji está siempre a tu lado. Da igual las veces que me digas que solo lo ves como amigo, que yo no puedo tener confianza. Nos pelearemos y te arrepentirás de todo el tiempo que has desperdiciado esperándome. Por eso mismo, y por lo mucho que te quiero, que lo mejor es cortar todo aquí, en ese momento.
-…
Natsumi se sentía hundida. No le quedaba ya más argumentos con los que luchar para que no terminase todo entre ellos.
-Entenderé que no quieras verme durante una temporada. Aunque supongo que eso será unos cuantos años y para entonces, cada uno ya habrá hecho su vida.
Osamu la veía tan abatida con las lágrimas cayéndole sin cesar, que se sintió como un cerdo. Pero lo estaba haciendo por su bien. Para evitar sufrimientos mayores en el futuro.
Él era solo un niño que no tenía confianza en el amor verdadero.
¿Qué era eso exactamente?
¿Existía de verdad?
Lo que sí sabía es que su rechazo había hecho muchísimo daño a Natsumi y se merecía todo el odio de ella y de cualquiera que estuviera vinculado a ella.
-Siento haber estropeado tu día -agachando más la cabeza-. Pero era la última vez que podríamos vernos. Ha sido algo muy cobarde de mi parte, pero… Necesitaba decirte esto en persona -no obtuvo palabras de ella, sólo que siguiera llorando y lamentándose por ese amor perdido. Doliéndole mucho, Osamu no pudo continuar seguir escuchando su llanto-. Lo siento. Espero que puedas ser feliz con otra persona mejor.
Y como cobarde que era, se alejó de allí con la cabeza gacha sin querer consolarla, dejándola sola con su tristeza.
Al levantar la vista, se encontró con un par de ojos que se habían escondido en la esquina. Al cruzar la esquina, se fijó en que los habían estado espiando y que además, se encontraban los tres hermanos de la implicada.
Aine tenía la espalda recargada sobre la pared y los ojos cerrados. Aki apretaba con fuerza a Kabumon, mirando a Osamu con expresión confusa. Y Yuuta, estaba que echaba fuego. Piomon tras ver como su compañera había quedado sola llorando, se había ido corriendo hasta ella para consolarla.
-Vamos, Dokunemon -le dijo a su digimon.
La carencia de ojos de su digimon hacía que no pudiera adivinar la expresión que tenía el digimon larva. Pero su suspiro cansado indicaba lo mal que se sentía por su compañero y por la niña que había dejado llorando.
-¡Un momento! -espetó Yuuta acercándose a grandes zancadas hacia él- ¡¿Te crees que puedes irte de rositas después de cómo has dejado a mi hermana?!
Aiyomon y Zabumon se habían acercado también furiosos con Osamu, y con unas ganas de darle una paliza.
-Si quieres darme un puñetazo, estás en tu derecho.
Yuuta perdió los estribos con ese comentario. Le parecía arrogante cómo lo trataba, y peor aún, lo veía tan frívolo al rechazar a su hermana y no sentir nada, que le daban ganas de vomitar.
-¡Yuuta! ¡Ni se te ocurra hacerlo! -exclamó su hermana manteniendo la postura-. Ichijoujikun creo que será mejor que te marches a casa -le aconsejó la rubia con voz fría.
-Lo siento mucho -dijo a modo de despedida e inclinando su cuerpo en reverencia-. Espero que lo que he hecho, no perjudique la relación que hay con mis padres, mi hermana y los digimon.
No obtuvo respuesta de nadie, así que no podía garantizar que siguiesen las buenas relaciones que tenía su familia con los Ishida. Seguro que su madre le echaría una buena bronca por lo que había hecho, y su padre lo miraría con decepción.
Era su castigo y lo aceptaría.
Yuuta regresó al lado de su hermana, preguntándole porqué le había detenido.
-¡¿Es que no te da rabia cómo se ha comportado ese niñato con Nat?! ¡Ya me olía a mí que no era trigo limpio! ¡Por eso es mejor Toji para ella! ¡Él jamás le hubiera hecho esa putada tan grande! ¡Y mucho menos, se portaría tan cobarde como ese niñato de mierda!
-Deja de decir esas palabras delante de Aki y vámonos. Dejemos que Piomon se encargue de Nat -encaminándose hacia la entrada.
-¿En serio vamos a dejarla sola? -preguntaba Zabumon impresionado.
-Si apareciéramos, se sentiría mucho más avergonzada y peor de lo que está. ¿O acaso habéis olvidado cómo se sintió tras descubrir lo que había hecho cuando había estado bajo la posesión de Liebenmon?
Por supuesto que lo recordaban. Natsumi se había visto tan frágil como el cristal, donde cualquier comentario, la rompería por completo.
-Pobre. No entiendo por qué Osamu la ha rechazado, si dijo que la quería -decía Aki muy apenado al imaginar cuánto estaría sufriendo su hermana.
-Dijo que era por los celos que sentiría al estar alejados -comentó Kabumon igual de triste y confuso que su compañero.
-Lo que yo no entiendo es porque no me dejaste darle una paliza a ese mocoso hipócrita -espetaba Yuuta más enfadado.
-Porque ha dado muy buenas razones -comentó Aine con la mirada en el cielo.
-¡¿Qué razones ni que ocho cuartos?! ¡Aunque estuvieran separados, estamos en el siglo veintiuno! ¡Bienvenida al mundo de las videollamadas y mensajes a cualquier hora del día y del lugar! -espetaba Yuuta con sarcasmo.
-Pero si no contesta el otro lado, ¿no crees que puede generar desconfianza? Icjhijoujikun ha hablado con sabiduría sobre ello. Sabe que si Nat no le contesta cuando él puede, eso le llevará a imaginar que está con Toji. Después de todo, es su amigo de la infancia, su compañero de instituto y su vecino. Es lógico pensar que se sentirá celoso y a crear malentendidos.
-Pero si Natneesan, se lo aclarara…
-Diga lo que diga, Osamukun estará cegado por los celos y no atenderá a razones. Y todo el tiempo que Natsumi estaría esperando, no habrá servido para nada y dejará de confiar en el amor.
-Pero Sora o tú misma, podríais explicarle lo equivocada que está -comentó Zabumon.
Aine se detuvo y miró a sus hermanos y a los digimon con una sonrisa triste.
-Precisamente yo, que me he rendido ante el amor, no soy el mejor ejemplo para animarla.
Tras la batalla contra Yggdrasill, Aine había decidido quedarse en su mundo, pese a la aprobación de sus padres en volver al mundo donde se había criado y estar con Keiichi.
-¿Por qué eres tan testaruda en no volver con Keiichiniisan? -le preguntó su hermano sin comprender. Sabía que su hermana seguía enamorada de él. y seguro que Keiichi sentía lo mismo. ¿Por qué su hermana actuaba igual que Osamu?
-Porque ahora ya es tarde. Hace tiempo que le mandé un email diciéndole que había encontrado a otro y que iba a casarme con él. También le aconsejé que encontrara una bonita mujer con la que casarse y tener hijos -suspirando con pesadez-. Fui cruel a propósito para que me odiara y fuera fácil olvidarme. Por eso que entiendo los sentimientos de Osamukun -refiriéndose a él por su nombre de pila. Y es que era un niño tan parecido a ella, que, aunque hubiera rechazado a su hermana, le generaba simpatía-. Él no se siente confiado en la relación y ha antepuesto la felicidad de Natsumi a sus propios sentimientos.
Algo muy triste, opinaron todos para sus adentros.
-Puede que Natsumi llore hoy, mañana y pasado, pero nos tiene a nosotros para poder superarlo. Por lo pronto, será mejor no decirles nada a papá y a mamá, y no hacer ningún comentario de lo ocurrido delante de ella -aconsejaba la mayor como si tuviera experiencia en ese asunto.
Kazumi trataba, sin éxito, de ponerse en contacto con su padre y con el resto de los informantes que estaban por el mundo adelante.
Ellos habían solucionado el problema en Japón, pero eso no significaba que en el resto del mundo se llevara también aquel acto milagroso.
Además, según sus cálculos, quedaban pocos minutos para que la dimensión donde estaban sus padres y los demás, siguiera cerrada.
Para que sus padres y sus digimon pudieran luchar con total libertad con Homeostasis, sin preocuparse de que éste escapara de aquella dimensión, con el poder de las cinco bestias sagradas y de los tres grandes ángeles que dirigían su propio Mundo Digimon, habían logrado crear una especie de barrera, donde sólo, mediante sus dispositivos y el de sus padres, habían sido configurados, exclusivamente, para abrir la puerta que los llevara a ese mundo.
Tranquila.
Trató de calmarse.
Seguro que les iría bien.
Su padre había ideado una excelente estrategia de combate, e incluso había hecho miles de simulaciones, donde habían colocado el poder de Homeostasis, por encima del de Yggdrasill.
Todo iría bien.
Sin embargo…
Lo que no la dejaba tranquila era tener al maldito Satoshi frente a sus narices, observándola con tanta fijeza que la ponía de los nervios.
Calma.
Calma.
Se decía.
Debía concentrarse en tratar de recuperar la comunicación.
Además, a sus espaldas, estaba casi toda la familia, Misato con los suyos, a los Yagami, a los Kido y a la gran mayoría de los Ishida.
No podía perder la compostura por ese niño tan estúpido que lograba alterarla.
-¿Qué tal vas? -le había preguntado su madre, agachándose para ponerse a su altura- ¿Puedes al menos ponerte en contacto con Daigosan y los demás?
Daigo, junto a sus antiguos camaradas digielegidos, se habían quedado en el Mundo Digimon con un fuerte batallón de digimon y los agentes restantes, colegas del fallecido Gennai, para proteger su mundo. Incluso, se habían llevado a Maki. La mujer que había estado encarcelada en un psiquiátrico, y que gracias a las conexiones de Taichi y de Daigo, habían logrado convencer a los altos cargos de que estuviera bajo supervisión del propio Daigo.
Tras haberse enterado de que Huanglongmon era la digievolución del Bakumon resucitado, compañero de Maki, Taichi y Daigo habían pensado que si Maki se reencontraba con él, podría recuperar la cordura, e incluso la posibilidad de mejorar su calidad de vida, para que así, su condena pudiera reducirse.
Era muy ingenuo pensar de esa manera. Y sin embargo, había funcionado.
Cuando se habían llevado a Maki, ella todavía estaba como en un mundo surrealista que trataba de luchar para recuperar a Bakumon. Pero cuando la mujer había visto a Huanglongmon, ella se había quedado quieta, como si hubiera recibido una sorprendente bofetada.
La escena que Daigo, Taichi y sus digimon habían presenciado había sido tensa.
Huanglongmon no decía nada, sólo se había quedado mirando a Maki con expresión triste. Quizás por arrepentimiento, por haber dejado que su compañera humana llegase a semejantes extremos. Y Maki, con tan solo un vistazo, había podido reconocer a Bakumon en Huanglongmon. Era como si sintiera su conexión espiritual. Y entonces, los ojos impregnados en locura de Maki, recobraron sus emociones y comenzó a derramar lágrimas. Lágrimas de emoción al ver a su digimon vivo y junto a ella.
Después de ese emotivo encuentro, Maki había decidido cambiar de actitud, pero también, cumplir con la sentencia impuesta. Pues se había dado cuenta, de lo egoísta que había sido al tratar de recuperar a Bakumon, y las consecuencias que había traído, sobre todo a Meiko.
Antes de regresar a prisión, les había pedido a Taichi y a Daigo el visitar a Meiko para disculparse en persona. Sin embargo, la mujer no se esperó con que Meiko, e incluso Meikuumon, se sintieran emocionadas de que volviera en sus cabales y la abrazaran con fuerza como si no existieran remordimientos.
A Meiko le había dolido cuando le habían anunciado que tenía que regresar a prisión, pero, Maki, conmovida por el perdón de Meiko y su digimon, le había dicho que volvería, pero que tenía que pasar un tiempo para arrepentirse de sus pecados.
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-Cuando salga, prométeme que un día saldremos a tomar algo. Y de paso, me cuentas cómo te ha ido en la vida. Aunque, por lo que veo -viendo a sus dos hijos y a la pequeñina que cargaba-, veo que te ha ido muy bien. Aún así, quisiera que me contaras los pormenores. Por supuesto, tú también vendrías con nosotras -dirigiéndose a Meikuumon.
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Eso había sido lo que le había dicho, antes de marcharse con Daigo para regresar a prisión.
Sin embargo, ahora, tras haber sido informado los altos cargos de lo que sucedería cuando Homeostasis apareciese, y con la buena actitud de Maki, se le había concedido la libertad condicional para que ayudase en la batalla desde el Mundo Digimon.
-Por mucho que reinicie, sigue apareciéndome la pantalla en blanco -contestaba Kazumi con un profundo suspiro a su madre, apagando su Tablet que había quedado igual de agrietada que su intercomunicador. La única diferencia es que su Tablet funcionaba, pero sólo la máquina. El programa debió de haberse averiado a causa del impacto.
Todos sus amigos y sus familiares se pusieron angustiados por no poder saber cómo les estaría yendo a Taichi y los demás.
-Seguro que les irá bien -aseguraba la madre de Taichi y Hikari. Luego, avanzó unos pasos y darle una suave caricia en la cabecita de Kaori, se inclinó sobre su otra nieta más pequeña- ¿Verdad que tú crees lo mismo que yo?
Hinode con una amplia sonrisa de optimismo, asintió con fuerza. Con ingenuidad, creía en el poder sobrenatural de su digimon. Aunque ahora, tras haber agotado toda su fuente de luz para que todos los digimon digievolucionasen al nivel kyuukyokutai, volvía a ser un angelito con forma de niña. Sin embargo, pese a aquel aspecto, Hinode había creído en ese enorme poder que había emanado de ella, y que podría volver a emitirlo. Pues no quería apagar la luz de la esperanza que habitaba en su corazón.
Pese aquel optimismo de la niña, Amaterasumon y Elpidamon, los digimon más expertos de los cuatro digielegidos, notaban como su poder había disminuido considerablemente. Y a juzgar por la extraña expresión que lucía en Aine, y en Aki y en Tsukiyomimon, podían asegurar que ellos sospechaban, que su función como digielegidos especiales había sido esa, y que una vez cumplido, habían dejado de portar aquel título.
-De todas formas, el tiempo que les queda a mis padres y a los demás debe ser poco -aportaba Yuuta con una idea que venía rumiando en su cabeza desde hace tiempo-. Ya que hemos terminado aquí, ¿por qué no vamos a ayudarles?
Amarokgarurumon se acercó hasta su compañero como apoyo, donde a él le parecía bien la idea de ayudar a sus padres digimon. Ya habían terminado con el problema en Tokyo y todos los digimon estaban purificados. Y aunque el plan de Koushirou fuese efectivo, nada les garantizaba que fuera un éxito.
Tanto a Shin como a Minami les producía pánico. La sola idea de tener que ir al mismo mundo en el que se encontraban sus padres, donde el peligro sería mayor que el vivido, los asustaba. En el caso de Shin, simplemente porque era un miedoso y un cobardica. Y en el caso de Minami, era por la experiencia vivida, hace unos minutos, donde todavía quedaba en su memoria la posibilidad de morir enterrada viva.
Además, ambos habían experimentado la dura batalla que habían librado contra Yggdrasill. Una batalla muy dura a nivel emocional, que les había provocado secuelas a algunos. Por eso mismo, los adultos habían prescindido de sus hijos para que les ayudaran en esa batalla. Taichi y los demás, creían que sus hijos sólo tendrían que lidiar contra Alphamon y Jesmon. Una tarea fácil para ellos, que nadie podía imaginarse que Homeostasis manipulara la mente y las digievoluciones de pequeños digimon para convertirlos en los mismos digimon oscuros que ellos se habían enfrentado en el pasado.
Pero, al final, ellos lo habían logrado, o más bien, era correcto decir que habían recibido la ayuda de todos los digielegidos de Tokyo.
-Espera un momento. No podemos marcharnos sin saber todavía cómo está la situación en el resto del mundo -contradecía Sei, empujando el empeine de sus gafas hacia atrás.
-Tampoco hace falta que vayamos todos -continuaba Yuuta en su posición de querer ir a ayudar a sus padres.
-Nosotros nos apuntamos -apoyó Toji con Tennougreymon asintiendo, poniéndose de su lado.
-Y nosotros -añadió Musuko, aludiendo tanto a Kaiserveidramon como a su hermano y a su digimon.
-¡Esperad! ¡Esperad un momento! -intervino Isaki donde le parecía una idea un poco loca-. Comprendo vuestros sentimientos. Pero aunque falte la mitad del equipo, ¿qué pasa si nos es necesaria para poder salvar a la gente que hay por el resto del mundo? No sabemos cómo están las cosas por el resto del mundo.
-Además, papá Patamon y mamá Tailmon dejaron bien claro que nosotros nos quedásemos aquí para proteger el mundo humano y el digital -les recordaba Archpiddowomon.
-Pero Tennougreymon y los demás, tienen parte de razón -contrariaba Archpiddomon por primera vez con su hermana digimon-. Aquí el problema está solucionado. Y contamos con muchísimos digimon en el nivel kyuukyokutai para que ayuden por todo el mundo.
-Pero, ¿y si también hay digimon oscuros como pasó aquí? -le retaba Archpiddowomon.
-Si tuviéramos alguna forma de saberlo -pronunciaba Izumi con el mismo suspiro de pena que tenía su hermana.
-Creo que lo más sensato en estos momentos, es no hacer nada fuera de lo planeado, hasta asegurarnos de que el mundo humano está completamente a salvo -intervino Nat, dándole la razón tanto a su primo mayor como a Sei.
Misato también se puso del lado de los que no querían ir a ayudar a sus padres, hasta que tuvieran el trabajo completo y realizado.
En el fondo, los hijos de los elegidos se sentían preocupados, pero, ¿qué sentido tenían ir a ayudarles y luego volver al mundo humano y encontrar a los que habían protegido muertos?
En el plan, no estaba incluido el sacrificio ni la muerte de nadie, salvo la de Homeostasis y sus dos seguidores (Alphamon y Jesmon).
-Yo también pienso lo mismo que Nat y los demás -aportó Osamu para sorpresa de algunos. No por su decisión, sino de cómo se había puesto al lado de Nat como si aquella distancia que él mismo habían autoimpuesto para alejarse de ella, se le hubiera olvidado.
Y también estaba el detalle de cómo la había llamado por su nombre de pila.
Minami había perdido todo el miedo que sentía ante ese acercamiento de su hermana con una de sus mejores amigas.
Desde que su hermano había rechazado a Nat, se había distanciado tan descaradamente de ella, que la ponía triste por lo cobarde y estúpido que estaba siendo. Además, que él no había pensado en la consecuencia que eso le podía influir en ella misma. Una consecuencia que su madre también había sentido.
Sábado 1 de abril del 2028
-Y bien, ¿se puede saber para qué nos has llamado? ¿Es que ha pasado algo malo? -había preguntado Misato con ligera preocupación.
-¿Es que hoy no vamos a ayudar en la reconstrucción del Mundo Digimon? -había preguntado Cuarzomon con rareza.
Desde la batalla contra Yggdrasill, los niños y los adolescentes ayudaban en la restauración del Mundo Digimon. La masacre creada por Dunkelmon y Lichtmon había sido muy grande. Además, como los digimon volvían a renacer, eso significaba mucho más trabajo para Elecmon. Sin contar que otros digimon que habían estado encerrados y temblando de miedo, habían sufrido heridas psicológicas. Ahí era campo de Kido Jou, quién junto a sus dos hijos (para que fueran aprendiendo) y otros profesionales de la medicina, se encargaban de ellos. Por lo que no podían contar con su ayuda para la restauración. Aine, Yuuta, Sanae, Izumi y Momoko se encargaban de ayudar con los pequeños digimon a Elecmon, ya que tenían un poco más de experiencia en el cuidado de niños. Bueno… Momoko no tanto, ya que siempre había pasado de su hermano Shin. Pero se notaba que tanto ella como Ralmon se esforzaban en cuidar de los demás, y a no seguir pensando en dos egoístas malcriadas.
Sus padres no podían ayudar con la restauración. Ellos se encontraban realizando los preparativos para la batalla contra Homeostasis. Además, de lidiar con sus propios trabajos.
Aunque fueran las vacaciones de primavera, eso solo era aplicable en los estudiantes. Los mayores, no importaba que fuese invierno o verano que sus vacaciones eran más limitadas.
-Lo siento chicas, y siento si mi hermano y yo no participamos -expresaba Minami a modo de disculpa sumisa.
Penguinmon a su lado tenía el cuerpo inclinado a modo de disculpas, donde no se atrevía a mirarlas por el profundo arrepentimiento que sentía por no ayudarles en la reconstrucción del mundo digital.
-¿Por qué Osamukun y tú dejasteis de ayudarnos? -preguntó Kazumi con su habitual curiosidad-. Sé que ha pasado algo, pero ni Isakisan ni el resto nos lo quieren decir.
Desde hace meses, las ayudas en la reconstrucción se habían visto muy limitadas por los exámenes de acceso que habían tenido Toji y el resto. Isaki ayudaba a su hermano y a sus primos con sus estudios, pese al sistema de escalera que tenían, Toji era muy mal estudiante. Musuko se había acoplado al grupo para seguir en la misma secundaria que sus amigos. Y Shin y Minami tenían sus propios exámenes en las grandes secundarias en las que querían ingresar, donde necesitaban más ayuda de la que se podían imaginar. Curiosamente, el temario de la Tamachi era pan comido para Osamu, un niño que todavía estaba en la primaria, y que ejercía como tutor de su hermana. Pero Shin, aún con la ayuda de su hermano mayor o de su padre, necesitaba asistir a una academia después de clases, porque le costaba entender los temas.
Pero después de que los exámenes terminasen y tuviesen libertad para seguir ayudando, desde el inicio de las vacaciones de primavera, tanto los hermanos Ichijouji como Nat habían dejado de venir a ayudarles. Kazumi se lo había preguntado a Aki. Teniendo una amistad muy especial con él y con Daichi, desde que habían compartido las aventuras digitales, había hecho que su confianza hubiera aumentado. Pero éste sólo le había dicho que su hermana no se encontraba muy bien pero que no era nada grave. Lo sospechoso habían sido las caras que habían puesto Isaki, su hermano y su primo. Entonces, decidió hablar con Isaki en privado para preguntárselo, pero él tampoco le había aclarado nada en particular. Y cuando preguntaba por los Ichijouji, le daba la misma respuesta que Minami le daba por teléfono cuando la llamaba. Estaba ocupada con los estudios.
-Y no nos vengas con el cuento de que tenías que estudiar, que eso Kazumihan no se lo traga -hablaba Honeymon.
Ella había sido testigo de la excusa sin sentido que le daba Minami. ¿Cómo iba a estar ocupada estudiando si estaban de vacaciones? Desde luego, que veía como Kazumi se sentía molesta de que la mintieran con algo tan absurdo. Pero era tan buena y comprensiva, que lo excusaba porque estaba en la gran academia Tamachi.
-La verdad es que no ha sido por eso. A veces, sí -justificaba Penguinmon por su amiga-. Pero… -mirando a su amiga.
-Pero… -Misato por su parte, se encontraba tranquila.
Ella era como Kazumi, una persona amable que raras veces se enfadaba. Pero desde año y medio, a Kazumi le había toca la negra con Satoshi, donde no dejaba de enviarle mensajes y regalos en los grandes eventos. Incluso le había enviado flores cuando había pasado de segundo a tercero como si fuera motivo de celebración.
-Es por mi hermano -dijo Minami con simpleza, mirándolas.
El tema de que su hermano había rechazado a Nat definitivamente, había llegado a oídos de los hermanos de luz y esperanza (como los llamaba para diferenciarlos de los hermanos Ishida), de Toji y de Musuko, por lo que suponía que sus dos amigas tendrían que saber también lo que había ocurrido.
-¿Es que le ha pasado algo? ¿O ha sido a Dokunemon? -preguntó esta vez Cuarzomon preocupada.
-Eh… -más confusa que nunca, Minami las miró con gesto extraño-. ¿Es que Isakisan ni nadie os lo ha contado?
-No -contestó Kazumi tan simple que le resultaba molesto no saberlo cuando era la portadora del conocimiento.
Minami las miró donde una estaba preocupada y la otra ansiosa en saberlo.
No sabía si sentirse aliviada porque no supieran lo que su hermano había hecho o preocupada por las consecuencias que ella tendría al contárselo.
Pues cuando su hermano se lo había contado, aparte de no comprender porqué lo había hecho, se había quedado como sus padres. Sin poder mirar a ningún miembro de la familia Ishida a la cara.
¿Cómo disculparse por el dolor que le habían hecho a Natsumi que era querida por tantas personas?
Incluso Minami había sentido miedo de que Piomon o Piyomon apareciesen aquella noche para cantarle las cuarenta por haber tenido un hermano tan insensible.
Su hermano le había dicho que la había dejado llorando sola a propósito. Para que así ella no albergara ninguna esperanza sobre él. Pero aquello, tanto para su madre como para ella les había parecido algo insensible. Incluso Dokunemon estaba de acuerdo con ellas. Ni que recordar la cara que había puesto su padre al escucharlo.
Por culpa de eso, se había sentido tan avergonzada por los actos de su hermano, que no había tenido la cara para presentarse ante sus amigos.
Imaginaba que la acusarían y la obligarían a la fuerza a que trajera a su hermano para molerlo a palos.
Toji lo había hecho.
Dos días después de aquello, había ido a su casa y lo primero que había hecho al verle, había sido darle un buen puñetazo y a culparlo por haber dejado a Nat tan destrozada.
Ahora que había pasado dos semanas, había pensado que la tormenta se había amainado y poder hablar con las chicas para hacer algo con Nat. Pero si ellas todavía lo ignoraban, eso significaba que tendría que tragarse lo que le vendría.
Como una cobarde, pensó en que lo mejor era no decírselo en persona, sino por mensaje. O pedirle a Isaki que le hiciera el favor de contárselo. Al menos, con él, todavía tenía confianza y no la prejuiciaba.
Pero…
Apretando los puños con fuerza.
Si las había llamado era porque no quería que Nat siguiera sufriendo. Quería ayudarla.
Isaki que seguía siendo el más comprensivo de todos, le enviaba mensajes de que no se preocupara por lo que dirían y que ella no tenía la culpa de nada. Incluso le preguntaba qué tal se encontraba Osamu. Era tan buenazo que el día en que se enfadara, sería el fin del mundo. Aunque también, tendrían que sacarlo mucho de sus casillas para conseguirlo. Quién lo consiguiera, es que era realmente un estúpido.
A través de él, le preguntaba también por Nat, y así era como había descubierto que ella seguía encerrada en su habitación sin querer verlos y su tía Sora se encontraba preocupada porque apenas comía.
Por eso había pensado en pedirle ayuda a sus amigas. Pero si ellas no lo sabían, no le quedaba más remedio que sufrir las consecuencias.
Lo que más quería ahora mismo, era que Nat dejase de sufrir por su tonto hermano.
Invitándolas a un refresco de un Burger, como medio de persuasión para que las culpas no fuesen tan duras, Minami les contó lo que había sucedido el día de la graduación de Nat y los demás. Les contó todo lo que sabía por su hermano y Dokunemon, donde ignoraba si había algo más.
Las dos niñas y sus digimon se quedaron sorprendidas y comprendiendo muchas cosas.
Desde que habían comenzado las vacaciones de primavera, Toji tenían un humor de perros. Si se mencionaba a Osamu, se ponía loco de ira, donde Isaki tenía que tranquilizarlo y cambiar de tema drásticamente. Ni que hablar de Takeshi que se quedaba tan silencioso como si tuviera ganas de explotar de rabia.
Las niñas habían pensado en que era debido al sentimiento que tenía Nat por Osamu, y que les costaba aceptarlo. Se notaba que los sentimientos de su amiga por Osamu eran muy profundos. Y aunque Osamu tratase de insinuar que no podía haber nada entre ellos, habían notado que la apreciaba mucho.
Sin embargo, jamás de los jamases se les hubiera ocurrido pensar que las cosas se torcieran tanto.
Tras habérselo contado todo, Minami tenía la cabeza gacha y roja de vergüenza. Penguinmon había perdido las ganas de seguir comiendo de aquellas patatas fritas que habían dejado de ser devoradas por Cuarzomon y Honeymon.
Todos se encontraban atónitos.
Después de unos segundos donde las cuatro se habían recuperado de la impresión, Kazumi fue la primera en hablar.
-Ahora todo tiene sentido -dijo con gran pesar.
Minami abrió los ojos de golpe. Su vista estaba concentrada en el dobladillo de su falda que arrugaba con sus puños. Era la falda de la Tamachi y tenía que cuidarla más que nunca, porque solo tenía otro recambio por la falta económica en casa. Pero como la obligaban a ir con ella, incluso en vacaciones de primavera, salvo los domingos o festivos, tenía que cuidarla como si fuera paño en oro.
Pero ahora eso era secundario.
La sorpresa de que Kazumi no se sintiera molesta como esperaba, la dejaban confusa.
-Con razón todos están así. Ni quiero imaginarme cómo estará Natsumisan.
Misato también hablaba con comprensión, por lo que Minami alzó la mirada para verlas. No había reproches por parte de ninguna. Y sus digimon se encontraban deprimidos.
-¿No me vais a culpar por lo que mi hermano hizo?
-¿Y qué culpa tienes tú? -preguntó Kazumi sin comprender.
-Yo… -mirando a su digimon que esta igual que ella.
-Es que cuando Miyakosan lo supo -comentaba Penguinmon-, nos dijo que ahora no sería capaz de mirar a Sorasan a la cara y que nos mirarían como los culpables por lo que Osamusan hizo.
-Eso no tiene sentido -expuso Honeymon-. ¿Por qué toda una familia tiene que pagar los platos rotos de lo que uno hizo?
-Hay excepciones, por supuesto -aclaró Kazumi, donde en su mente solo podía estar Satoshi y su madre-. Pero no creo que éste sea el caso.
-Ahora que lo dices… Algo así le había dicho mi padre a mi madre… -decía Minami recordando la conversación que habían mantenido después de eso. Pero al ser igual a su madre en muchos aspectos, se había convencido también de que la familia Ishida y sus amigos ya no querían verle la cara y la tratarían como escoria.
-Me parece que te has comido mucho la cabeza por nada -le dijo Misato con una pequeña sonrisa-. Tampoco es que sea la primera vez que ocurren cosas como estas.
-Ya…
-Por lo que no debéis de preocuparos y seguid ayudándonos con la restauración. Estamos cortos de personal -animaba Cuarzomon.
-Sí… Bueno… Aunque… Creo que de momento, no seré capaz de hacerlo. Y antes, me gustaría arreglar una cosa. Y que es la razón de la que porqué os llamé.
"Me gustaría que dejara de apenarse por mi hermano. Por eso, he pensado en que como las cuatro nos hemos unido más, desde lo ocurrido, que podríamos sacarla de casa y animarla. Por supuesto, tendríais que hacerlo vosotras. Porque si estuviera yo, seguro que Natchan recordaría a mi hermano y se pondría a llorar. Así que por favor, ¿podríais ir a su casa y animarla? -pidiendo con las palmas juntas en señal de petición."
No hacía falta que se lo pidieran dos veces. Las dos niñas y sus digimon estaban dispuesta a hacer lo cometido. Aunque, aludieron que era mejor que ella también se uniera. Pero Minami fue tan contundente en que lo mejor era que no la viese, que por mucho que fueran cuatro contra dos, no lograron convencerla.
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En casa de los Ishida, la vida continuaba de manera normal para ellos.
Aunque tenían a su hija encerrada en su habitación, no podían hacer nada, más que esperar a que ella misma reflexionara y se diera cuenta de que deprimirse no conducía a ningún puerto.
Sora había experimentado algo similar, donde con mucho tiempo, había descubierto que amargándose no iba a solucionar la pena que tenía. Si quería dejar de sufrir, tenía que actuar. Confiaba en que su hija, que era muy inteligente, se diera cuenta de ello también.
Además, contaba con algo que ella no había tenido, a su compañera digimon.
Haciendo los preparativos para la cena, observaba como Yamato realizaba sus ejercicios diarios de rehabilitación que podía hacer en casa. Con aquel brazo protésico, su marido podía continuar haciendo su vida diaria como antes. El problema estaba en el tener que acostumbrarse a aquel brazo ortopédico, donde su marido aseguraba que en los días de mal tiempo, le dolía horrores.
Gabumon y Piyomon lo ayudaban y lo animaban
El resto de sus hijos estaban en el Mundo Digimon ayudando con las reparaciones y con Elecmon. Era muy loable su voluntariado. Y sino fuera porque Yamato todavía no estaba en condiciones y ella tenía que empezar con la colección de verano para ganarse el pan, les ayudarían encantados.
De pronto, se escuchó el sonido de la puerta. Piyomon anunció que ya iría ella para que Sora no interrumpiera sus quehaceres.
Al abrir la puerta, el ave digital se encontró con la hija de Koushirou y la de Iori y sus digimon. Saludando ambas con cortesía, hicieron la pregunta que sorprendió al resto de la familia.
-¿Está Natsumisan?
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Mientras eso estaba pasando, Natsumi tirada en su cama de cara a la pared, aún continuaba afectada por el rechazo.
Dicen que los primeros amores eran difíciles de superar.
Eso lo había escuchado en las películas.
Hasta aquel momento, había pensado que aquello era una estupidez.
Pero tras vivirlo en carne propia y percatarse de que tanto para su madre como para su hermana, sus primeros amores habían sido las personas que más amaban, podía asegurar que a ella le había ocurrido lo mismo.
Su madre había tenido suerte. Aunque, al principio lo había pasado mal, al final había reaccionado y luchado por conseguir el amor de su padre.
Pero su hermana, no se encontraba por la labor de intentarlo. Todo lo contrario, lo había destruido para que Keiichi siguiera adelante con su vida. Y aún así, lo había superado. En ningún momento, la había visto deprimida por tener que separarse para siempre de Keiichi.
Y ella, en cambio…
El día en que la había rechazado, había hecho un esfuerzo sobrehumano para aguantar las lágrimas y celebrar con su familia y sus amigos la fiesta de graduación en el restaurante del padre de Musuko y Daichi. Pero por la noche, no había podido soportarlo más. Aprovechando que todos estaban durmiendo, se desahogó a gusto. No había contado con que su padre se hubiera dado cuenta y la consolara comprendiendo muy bien como se sentía. Su madre también había estado a su lado, consolándola. Ellos ya sabían lo que le había pasado, porque sus hermanos se lo habían dicho. Pero, aquella noche ni los días posteriores, se quejó a sus hermanos por meterse dónde nadie les llamaba.
Aquella noche había llorado durante ocho horas seguidas.
Ellos le habían dicho que no estaba mal en llorar y que no tenía porqué esforzarse en hacerse la fuerte. Si quería llorar que lo hiciera.
Y desde entonces, y durante tres días, no había podido parar de llorar.
Cuando Piomon se había enterado del llanto derramado aquella noche, se había angustiado tanto, que la había abrazado con tanta fuerza que lloraba con ella por no haberse dado cuenta.
Pero las lágrimas se le habían acabado. Le dolía la cabeza y los ojos, y no tenía ganas de nada.
Se encontraba encerrada en su habitación con Piomon a su lado. Sentía la calidez de su cuerpo contra su espalda. También su respiración tranquila.
Estaba durmiendo.
Lógico.
Tras lo ocurrido aquella noche, Piomon se quedaba despierta, por si se ponía a llorar y no tenía a nadie a quién abrazar.
Ella que debería estar en la habitación con los digimon, durmiendo al lado de Gabumon y Piyomon, había pasado a dormir en su cuarto.
De vez en cuando, durante el día, venía su padre o su madre, para preguntarle qué tal estaba o si tenía hambre. Se quedaban un rato con ella en silencio, acariciándole el pelo y luego se iban.
También sus hermanos iban a verla y se quedaban a su lado para hacerle compañía. Aine lo hacía en silencio, sin saber qué decirle. Era obvio que ella por mucho que dijera, sus argumentos no sonarían muy justificables cuando ella había pasado por lo mismo, y se había rendido ante lo inevitable.
Yuuta por su parte, le comentaba como Sanae estaba toda preocupada y las ganas de que volviera a ser la niña fuerte con la que era caracterizada.
-Toji también tiene muchas ganas de verte.
Luego escuchaba el sonido de advertencia de Zabumon para que no lo nombrara. Pero como a su hermano nunca le había caído en gracia Osamu, trataba de convencerla de que quizás lo de ella con Osamu, nunca funcionaría. Quería que se diera cuenta, que no era el fin del mundo y que existían otras personas que sí la querían de verdad.
Esas palabras le dolían mucho.
Eran tan ciertas como puñales.
Pero…
Luego, también la visitaba Aki. Él, a diferencia del resto, no dejaba de hablar de lo que había hecho ese día en el Mundo Digimon. Con Kabumon, juntos recreaban todas las escenas vividas y las escenas graciosas en un intento de hacerla reír. Finalizaba con que todos la estaban echando de menos y que a él le dolía verla así.
Al contrario que Yuuta, Aki la animaba a que si tanto le afectaba el rechazo de Osamu que hiciera algo para arreglarlo.
-Ve tú también a la Tamachi y así estarías con él -le había dicho en una ocasión.
Ciertamente, era la mejor posibilidad.
Pero…
Es que Osamu había dicho verdades como puños.
Eran demasiado jóvenes.
Él no entendía el concepto de amor como ella. Por eso, no tenía la confianza en que pudieran continuar esa relación a distancia.
Ahora mismo, la brecha que los separaba era muy grande.
Ella se convertiría en una estudiante de secundaria mientras que él era un niño de primaria.
Una tontería, pero que a ojos de la sociedad, aquello era reprochable.
Eso le daba igual. Pero a él no.
Si quisiera ir a la Tamachi, tendría que ser al año siguiente.
Pero en ese año, ¿y si él había dejado de quererla por completo?
Sabía que en estos momentos, él aún sentía algo. Lo había notado cuando la había rechazado.
Pero sus argumentos habían sonado tan convincentes, la forma en cómo la había dejado llorando sola. Era su forma de decirle adiós para siempre.
¿Qué más daba lo que se esforzara si él estaba luchando para deshacerse de esos sentimientos?
¿Por qué no podía confiar en ella?
¿Qué tenía que hacer para que entendiera que no sentía nada por Toji?
Escuchó como su móvil vibraba.
Seguramente otro mensaje de sus primos o de Sanae o de sus tíos preguntándole qué tal estaba.
Con cierta pereza, cogió el móvil para leer el mensaje repetitivo. Pero se llevó una sorpresa al ver que se trataba de un mensaje de voz de Minami.
Hacía muchísimo tiempo que no sabía de ella.
Le daba un poco de pavor escuchar lo que le diría.
Pero si con eso, hacía que las lágrimas volviesen a sus ojos y lamentarse nuevamente, pues la escucharía.
"Hola, Natchan. Cuánto tiempo, ¿verdad?"
Su voz sonaba algo insegura y forzosa en querer estar animada.
"Yo… No puedo imaginar cómo estarás… De hecho, yo estoy con los nervios a flor de piel…" riéndose tontamente.
"Ha pasado tanto tiempo… Y con lo que hizo mi hermano… Entiendo muy bien que ya no quieras ser mi amiga. En serio, que lo entiendo. Lo que mi hermano te hizo es imperdonable." Su tono era apurado y trataba de sonar animado.
"Que sepas que le he dado una buena bronca por haberte hecho eso. Mi hermano es un tonto que se está perdiendo la buena persona que eres. ¡Si yo fuera chico, no te hubiera dejado escapar!"
Piomon se fue despertando al escuchar el sonido de una voz que había ido en aumento.
"Pero eso es normal. Eres tan buena y amable. Todavía recuerdo lo impresionada que me quedé cuando me viste en la calle y me llevaste a tu casa. Incluso no tuviste prejuicios por mis gustos con los animes. Siempre había pensado que eras una niña antisocial y una obsesionada que no dejaba vivir a su hermano. Pero como la tonta que soy, me diste un zasca en toda la boca. Me alegré mucho cuando empezaste a hablar conmigo como si fuéramos amigas de toda la vida. Eres tan genial que es lógico que todo el mundo te quiera. Pero el tonto de mi hermano te hizo eso. En serio, vuelvo a repetirlo, si fuera un chico nunca te haría daño. ¡Qué cosas más tontas digo, ¿verdad?!
Espero que al menos esto te haga sacar alguna sonrisa.
Sé que son pocas veces las que sonríes, pero cuando lo haces, todos nos sentimos animados. Es como si fueses un milagro.
¡Lo sé! ¡Cosas estúpidas que vienen de mí!
Pero eso es lo que soy. Una estúpida que tú no tuviste ningún perjuicio en considerarme como tu amiga.
Pero hasta aquí ha acabado, ¿verdad?
Y en serio que lo entiendo.
Por eso, como último gesto de amistad hacia ti, les he pedido a Kazumichan y a Misatochan que vayan a visitarte. Ahora están de camino.
Yo como soy estúpida y la hermana del instigador, sería demasiado raro que me presentara para animarte. Así que ellas lo harán.
Que sepas que se han quedado muy preocupadas por ti. De hecho, me llevé un palo cuando descubrí que no sabían lo que te había pasado.
Bueno… Creo que todo ya está dicho… Y… Vaya… Que esto será la última vez que pueda comunicarme contigo…" su voz sonaba más apurada y a punto de entrar en llanto.
"En serio… Yo estaré bien… Y siempre llevaré guardado en mi corazón que tuve una gran amiga como lo eres tú. Porque amigas como tú, no se encuentran siempre…" se notaba que no podía aguantar el llanto.
"Kazumichan y los demás tienen tanta suerte… Que de verdad… Deseo de todo corazón que ellas puedan sacarte de tu depresión… Lo siento… De verdad que lo siento mucho, Natchan… Lo siento…"
Y ahí terminó el mensaje de voz, donde la voz ahogada de Minami daba a entender cómo tras acabar de hablar, lloraría amargamente.
Piomon que había medio escuchado la conversación, se sentía apenada.
Se notaba el arrepentimiento por parte de la niña. Un arrepentimiento que no le correspondía. Quién debería hacerlo era Osamu, no ella.
Sin embargo, sus palabras habían sido tan profundas que hasta a ella le habían sacado alguna que otra lágrima.
Escuchó como la puerta de la calle sonaba y Piomon dedujo que serían aquellas dos niñas que venían a ver a Nat.
-Nat, yo creo que al menos, deberías verlas y hablar con ellas -colocando sus pezuñas sobre su espalda-. Minami tiene razón. Muchos te queremos y nos duele verte así. Sé que es duro lo que él te hizo, pero…
-Piomon… ya es suficiente… -cortándola.
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-Venimos ver a Natsumisan -había proclamado Kazumi.
-Ah… Bueno… -contestaba Piyomon nerviosa mirando a su compañera como si ella pudiera entrar en su ayuda. Pues no sabía qué responderle a las niñas.
Sora dejó las labores de cocina y se acercó hasta la entrada. Asomando su sonrisa más dulce, saludó a las niñas y agradeció el que quisieran ver a su hija.
-En estos momentos, no está con muchas ganas de ver a nadie. Pero a lo mejor, con vosotras hace una excepción.
Las dos niñas se miraron mutuamente con rostros de alivio. Luego al mirar al interior, se quedaron asombradas.
Los rostros de sorpresa de las niñas y sus digimon confundieron a Sora y a Piyomon y al girarse, se encontraron con que Natsumi había salido de su habitación por propia voluntad. Tenía la cara pálida y se notaba los restos de lágrimas recientes.
Yamato y Gabumon al verla de espaldas no veían como se encontraban, pero el verla salir de su habitación era como un avance que les alegraba.
-Nat… -pronunció Sora con algo de emoción y preocupación.
-Mamá, saldré un rato para hablar con ellas. Procuraré no volver tarde.
Sin duda, aquello era un gran avance. Sus palabras emocionaron tanto a Sora que sintió como Piyomon le cogía de las manos emocionada. Tratando de mantenerse serena, Sora le aconsejó que se abrigara. Aunque la primavera había llegado, aún había resquicios de invierno.
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Para no ir muy lejos de la zona, las dos niñas se dirigieron hacia el parque cercano al edificio donde Nat vivía.
Estaba repleta de niños que jugaban inocentes con sus digimon, y resultaba una escena tan entrañable que daba pena que Homeostasis quisiera cargársela.
Las dos niñas le hicieron la habitual pregunta de cómo se encontraba, a lo que Nat había respondido con un sincero más o menos.
Kazumi y Misato les indicaron a Honeymon y a Cuarzomon que si querían irse a jugar con los columpios y toboganes que fueran. Las dos digimon entendiendo que querían privacidad, no dudaron en ir a pasarlo bien. Natsumi también apremió a Piomon a que fuera con ellas. La digimon, al principio se negó. Le preocupaba su compañera. Pues había visto como tras escuchar aquel mensaje de voz, su amiga había vuelto a derramar lágrimas. Pero una segunda insistencia en que fuera y asegurándole que estaría bien con una pequeña sonrisa, logró convencerla. Aunque le estaría echando el ojo de vez en cuando.
-¿Y bien? -iniciando la propia Nat la conversación, apoyándose en los barrotes de hierro que estaban incrustados en el suelo- ¿Qué tal va todo por el Mundo Digimon?
Las dos niñas no supieron qué pensar ante esa iniciativa de tema por parte suya. Pero le contestaron como iban los avances, y cómo Toji y Musuko seguían agarrándose a palos por ser mejor que el otro, con Isaki continuamente mediando y Takeshi riéndose por las tonterías que hacían.
-Esos dos no cambiarán nunca -había dicho ella con una sonrisa amarga-. Siento no poder ayudaros -disculpándose después con arrepentimiento.
-No te preocupes -contestaba Misato simplemente.
-Siento también no haber respondido a vuestros mensajes -disculpándose con la cara hacia otro lado.
-No importa -contestó ahora Kazumi-. Pensándolo bien, creo que el imbécil de Satoshi me ha contagiado su maña de acosador, que me he sentido igual contigo.
Era un comentario con la intención de hacerla reír. Algo que medio consiguió.
-¿Todavía sigue enviándote mensajes?
-¡Por supuesto que sí! -anunció ahora con verdadera molestia-. ¡Hasta me envió un ramo de flores por haber pasado a tercero! ¡Más idiota no puede nacer!
-Se nota que está loquito por ti -se mofaba Misato.
-¡Pues tarde llegan sus sentimientos! ¡Para mí ese niño no es más que un niño pijo y desagradable que sólo le importan las apariencias!
-Pero ha cambiado -comentó Nat con una voz un poco baja y con cierto aire de envidia.
-¡Pero yo no puedo olvidar cómo despreció mi amabilidad! ¡Y cómo me perjudicó en la lucha contra Wissenmon! ¡Por su culpa, no podía razonar con claridad!
-¡Ah! ¿Entonces la razón de porqué fallabas aquellas preguntas tan sencillas, era por él? -comprendiendo Misato por fin, el fallo que había tenido su amiga.
-¡Es que estaba justo delante de mis narices! -explotaba la niña con más rabia.
-Bueno… Si te desconcentraba no es que en el fondo, ¿quizás sientas algo por él? Cuando te desconcentras al pensar en alguien, es porque te importa más de lo que te imaginas.
-¡Ni de broma! -pronunció Kazumi con asco. Pero al ver a Natsumi y como tenía un rostro entre apenado y nostálgico, se dio cuenta de que ella estaría más hablando por su propia experiencia que por la que ella había pasado.
Misato también la comprendió, así como a descubrir que sus sentimientos por Osamu serían, probablemente, más fuertes que los que ella sentía por Takeshi.
Daba rabia que Osamu la hubiera rechazado por unas tonterías como la brecha de edad que los separaba actualmente y porque no confiaba en sus propios sentimientos.
-Natsumisan, no es que sea una experta en este tema, pero sé que si Takeshi me hubiera rechazado por las mismas razones que te dio Ichijoujikun, me sentiría igual que tú. Pero, también pienso que ha hablado teniendo más en cuenta tu situación que la suya. Y también, creo que en parte, tenga algo de razón. Todavía somos muy jóvenes y nos queda mucha vida por delante. Pero, ¿por qué no vuelves a intentarlo dentro de un tiempo? -Natsumi la miró con cierta atención-. Si tus sentimientos son reales, supongo que acabarán madurando y dentro de unos años, te encontrarás más preparada como para volver a declararte. Y entonces, todas esas razones que te ha dado, se verán invalidadas.
-Misatosan tiene razón -asentía Kazumi impresionada por la capacidad de razonamiento de su amiga-. No sería un acoso, como el caso de Satoshi. Pues nosotras os hemos estado observando y sabemos que Ichijoujisan tiene sinceros sentimientos por ti. Sólo que no posee la confianza suficiente. Pero deja que pase el tiempo. Y dentro de unos años, vuelve a intentarlo. Estoy convencida de que sus sentimientos continuarán perennes y tendrá la suficiente confianza como para aceptarte.
-Y si estamos equivocadas, nos haremos responsables de ello y te dejaremos descargar contra nosotras todo lo que quieras -cogiéndola de la mano en señal de apoyo.
-Por algo somos amigas -le siguió Kazumi cogiéndole de la otra mano.
Natsumi las observaba con gran sorpresa. Estaba a punto de volver a llorar, pero observó como Piomon se había quedado quieta, mirándola con gran preocupación.
Comprendió que había llorado tanto que si seguía haciéndolo, Piomon se angustiaría más.
Aguantó el llanto, cerrando los ojos y sorbiendo por la nariz. Tensando su cuerpo, para hacer fuerza contra sus propias lágrimas, las vio con los ojos brillantes, agradeciéndoles el gesto.
Las dos sonrieron y la abrazaron con fuerza.
Tras aquel emotivo abrazo, Natsumi vio a las dos niñas. Se encontraban tan emocionadas que a Misato le saltaban las lágrimas.
-¿Por qué no vamos juntas a ayudar a los chicos con la reparación del Mundo Digimon? -propuso Nat.
Algo que alegró muchísimo a las niñas que aceptaron de inmediato. Mientras Nat avisaba de que les mandaba un mensaje a sus padres de lo que haría, las dos niñas llamaron a sus digimon para que regresaran.
-Por cierto -comentó Nat después de enviar el mensaje-. Antes de ir, ¿os importaría que esperásemos por Minamisan? Me gustaría que ella también viniera con nosotras. Además -mirando su móvil con una pequeña sonrisa-, me gustaría agradecerle en persona por sus palabras tan bonitas que fueron lo que hiciera que reaccionar y saber que todavía somos amigas.
Las dos niñas no entendieron lo que quería decir. Los digimon que habían llegado en ese momento, al escucharla, mucho menos. Aunque les alegraba contar con Minami y Penguinmon en aquella reunión. Pero a quién más alegraba y entendía a Natsumi era a Piomon.
Cuando la Ichijouji llegase, la digimon sería la primera en agradecerle el haber hecho reaccionar a su compañera humana. No podía esperar a contárselo a su mamá Piyomon, a Aiyomon y al resto.
Natsumi volvía a ser la de siempre.
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Cuando Minami y Penguinmon habían sido citadas por la propia Natsumi, lo que menos se esperaba es que pudiera seguir siendo considerada como su amiga.
En el mensaje que Natsumi le había enviado, le había pedido que fuera a verla porque tenía que agradecerle por sus palabras. Había estado firmado por "Tu mejor amiga, Natsumi". Eso había emocionado tanto que había corrido hasta dónde estaban sus amigas. Durante su carrera, las lágrimas se desbordaban por sí solas. A Penguinmon le había costado seguirle el ritmo por sus cortas patitas. Y cuando había llegado, todo jadeante, veía como Minami abrazaba a Natsumi como si le hubiera perdonado algún crimen mortal. Natsumi le pedía que dejara de llorar, que no tenía motivo para hacerlo. Ella no había hecho nada malo.
-Es que… Es que… Como mi madre se comió la cabeza… Me influyó… Y pensé que ni tú ni nadie de tu familia quería vernos más…
-Pero eso es una tontería -habló Piomon donde no entendía el concepto de que la familia de Natsumi estuviera enemistada con toda la familia Ichijouji por el rechazo de Osamu.
-Ya… Ya… -sorbiendo por la nariz-. Pero es que como Toji vino a casa y le dio un puñetazo a mi hermano…
-¿Toji hizo eso? -preguntó Nat con alarma.
Misato y Kazumi junto a sus digimon se miraron con cara de no saber ese detalle tan importante.
-Y claro… Mamá… con más razón, pensó que Sorasan ni nadie de tu familia querría vernos más…
Natsumi suspiró con fuerza. Esa noche hablaría con su madre para que la madre de Minami dejase de malinterpretar las cosas.
-La verdad es que puedo imaginarme a tu madre pensando de esa manera, pero tu padre… -hablaba Misato.
-Eso… Eso… Es lo que le decía una y otra vez… -hablaba Penguinmon habiendo llegado a la escena todo reventado de la carrera-. Y papá Hawkmon también… Pero Miyakosan… Lo tenía tan metido entre… entre ceja y ceja… que claro… -comentaba entre jadeos.
-¿Y por eso tú también pensaste que ni Natsumi ni nadie de su familia querría verte la cara? -concluía Kazumi.
La chica agachó la cabeza más roja y sorbiendo por la nariz de vez en cuando.
No se podía creer que no perdiera la amistad de Natsumi. Y que estuviera totalmente equivocada. Pero lo que más la emocionaba era que Natsumi le agradeciera por sus palabras y fuera la que la había hecho reaccionar.
Pensar de nuevo en su agradecimiento, hizo que volviera a llorar como una magdalena.
Tanta presión acumulada que necesitaba soltarlo.
-Ya, Minamisan, deja de llorar -le pedía Nat donde no sabía como sentirse por sus lágrimas de felicidad-. Ahora eres una estudiante de la Tamachi y tienes que mantenerte de acuerdo con el prestigio que tiene -intentando animarla.
-Es verdad… Es verdad… -decía ella tratando de llorar, pero era tan complicado que continuando con su gran emoción, volvió a darle un brazo de oso, agradeciéndole una y otra vez.
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En el Mundo Digimon, los niños trabajan muy duro. Todavía quedaba mucho trabajo por restaurar.
Aunque hubieran pasado un año y ocho meses, restaurar la mitad del Mundo Digimon con todas las obligaciones pendientes y el entrenamiento de sus digimon, no era algo que finalizarían de inmediato. Aparte que estaban cortos de personal.
A los chicos les había parecido extraño que las dos chicas tardasen tanto en llegar. Incluso Takeshi le había enviado un mensaje a Misato, haciendo que no sólo Tsukaimon, sino que su primo y Musuko se metieran con él. Sin embargo, meterse con Takeshi traía sus consecuencias, y éste lograba devolvérsela de forma que quedasen comiéndose las uñas de la rabia.
Isaki solo sonreía cuando su hermano hacía eso, y apremiaba a sus amigos a que se dejaran de tonterías y apurasen.
Pero cuando había escuchado la voz de las chicas al llegar, sintió un profundo alivio. Al girarse, se quedó como el resto de sus amigos.
Natsumi, Minami y sus digimon venían con ellas.
¿Por qué?
¿Y por qué veían los ojos de Minami rojos como si estuviera llorando por semanas?
Sin embargo, ver como su prima venía con ellas y con una sonrisa en la cara, le produjo las mismas buenas vibras que al resto.
El pequeño Aki fue el primero en correr hacia el grupo de chicas todo emocionado. Se había abalanzado hacia su hermana con tanta fuerza que se sentía repleto de felicidad. No paraba de decir lo contento que estaba de verla allí con ellos. La arrastró hacia el grupo, para indicarle el trabajo que había hecho y cómo su digimon ya dominaba la forma kazentai.
El entrenamiento que Gabumon y Piyomon y los tres ángeles le daban, estaba dando frutos. Pues, durante su batalla contra aquel Omegamon falso, sólo había podido hacer que Kabumon digievolucionara al nivel kyuukyokutai. Algo muy raro y que sino fuera por el consejo de Koushirou, donde quizás no hubiera estabilidad con aquel digimon, y si no controlaba las etapas anteriores, sería imposible controlar la kyuukyokutai, lo hubieran estado entrenando en esa última etapa.
-Me alegro mucho por ti, Aki -le dijo al niño revolviéndole el pelo. Aunque se dio cuenta de que su pequeño hermano empezaba a crecer más de lo habitual, y le quedarían pocos días para realizar aquel gesto tan tierno.
Luego, recibió a sus primos y a sus amigos que la rodearon y le preguntaron si estaba bien y todas esas preguntas impertinentes. Aunque estas venían más de Toji y Musuko.
-Estoy bien. De verdad. Lo que sí, siento muchísimo no haberos podido ayudar estos días.
-Lo siento yo también -se disculpaba Piomon.
Minami, que se encontraba toda avergonzada y dispuesta a recibir todos los palos de los chicos, porque las chicas eran muy comprensivas, ya que todas conformaban el fandom osanatsu, pero los chicos era otra cosa.
-Nosotros también sentimos haber faltado. De verdad, que lo sentimos -haciendo inclinar también a Penguinmon para que se disculpara.
-De todas formas, me alegra que por fin que estés aquí. Se echaba de menos las cosas divertidas que decías para animarnos -decía Daichi todo animado.
Eso hizo que a Minami se le subiera los colores, pero su estúpido hermano ya estaba ahí para meter la pulla.
-Pues yo no. Estuvimos bien tranquilos con su ausencia -no era un comentario totalmente en serio, sino la típica discusión que tenían entre ambos.
La chica toda molesta se acercó a grandes zancadas para retarle a Musuko por impertinente.
-Parece mentira que tu hermano tenga más educación que tú. Un chaval que va a entrar a secundaria. Pero ya se sabe, los inmaduros siempre seguirán siendo inmaduros.
-Minamisan… -le advirtió Penguinmon para que se controlara.
-Lo mismo va para ti. Chuleando de uniforme chachi -soltando una mueca-. Aunque por mucho que lo lleves, ya sabes lo que se dice. Aunque las monas se vistan de seda, monas siguen siendo.
-¡Musuko! -dijeron Veidramon y Daichi a la vez.
-¡Mono, tú! ¡Retaco!
-¡Atrévete a decir eso en unos meses! ¡Seré más alto que tú y te tragarás lo que has dicho, mona!
-¡Yo también pienso crecer! ¡Crees que porque soy una chica, no puedo ser más alta que cualquier chico!
-Entonces, pasarás de mona a jirafa.
-¡Pues esta jirafa se encuentra en la prestigiosa academia de Tamachi! ¡Y para que lo sepas, tengo algún que otro pretendiente!
-Ciegos serán para fijarse en una mona como tú.
El resto observaban la escena divertidos.
Viendo cómo Musuko, de vez en cuando sonreía divertido por las expresiones de Minami, estaba claro que el chico la había insultado con el propósito de que se relajara y volvieran a estar todos en buenos términos.
-Son tal para cual -decía Kazumi divertida, uniéndose al grupo.
-Harían una linda pareja -comentó Honeymon.
-De todas formas, menos mal que habéis venido -dijo Takeshi con una enorme sonrisa-. Sobre todo tú, Nat -sin embargo, aún veía algún vestigio de lágrimas y pena en sus ojos, pero no iba a hurgar en la llaga. Queriendo animar el ambiente, hizo su típico comentario burlesco-. Aunque con esa cara tan pálida no sé si acabarás asustando a los digimon que estén de paso.
Natsumi sonrió y adoptando su pose de absoluta confianza en sí misma, le respondió.
-Pues ten cuidado esta noche. No vaya a ser que mi fantasma posea a Tsukaimon y te demos el susto de tu vida.
-¡Oh! ¡Yo me apunto a eso! -dijo Tsukaimon saltando de la cabeza de su compañero al hombro de Natsumi- ¡¿Qué te parece si nos ponemos unos dientes afilados para meter más miedo?!
-Entonces seríais unos vampiros y no unos fantasmas -objetaba Earmon con cierto hastío de que las bromas de Takeshi influyeran tanto en Tsukaimon y tener que comérselas todos los días.
-Entonces, ten cuidado -volando hasta situarse detrás de ella, y apoyarse en su hombro-. No vaya a ser que te muerda.
-¡Déjate de bromas! -espetó ella, sintiéndose por alguna razón temerosa.
Su hermano digimon había mejorado tanto sus habilidades que ahora, era mucho más rápido que antes. Incluso aunque ella tenía la habilidad de mantenerse en la etapa seijukuki, a partir del nivel kazentai, él era más poderoso que ella. Se suponía que ella era un año mayor que él y con más experiencia. ¿Por qué a partir de su nivel desde kazentai estaba por debajo del de él?
Las risas escapaban de todos, menos en Toji que seguía preocupado por Nat. No podía creerse que ella se hubiera recuperado, cuando aquella mañana le habían comunicado que seguía igual que ayer y sin alimentarse adecuadamente.
Insistió una vez más, en saber si estaba bien y que si no lo estaba, que no tenía porqué esforzarse.
-En serio, que estoy bien. Las chicas me abrieron los ojos y, dentro de poco entraré a una nueva etapa en mi vida. Una nueva vida como estudiante de secundaria.
-Entonces, ¿te cortarás el pelo también? -le preguntó Takeshi-. Tengo entendido que eso es lo que hacen las chicas en estos casos. Aunque personalmente, a mí me gustan las chicas con el pelo largo. Pero tú como eres mi prima…
Misato se puso roja de vergüenza para misterio de Cuarzomon.
Pero es que la niña al saber que a Takeshi le gustaban las chicas con pelo largo, ¿no era una alusión a que le estaba diciendo que le gustaba? Desde aquel día en que le había abrazado, tras la batalla contra Dunkelmon y Lichtmon, a Misato le daba la impresión de que Takeshi la observaba por largo rato con mucha atención.
Y eso que había tenido la idea de dejarse media melena cuando entrase a la secundaria. Pero ahora, aquello quedaba descartado.
-Quizás… Debería… -dijo ella tocándose la pequeña melena que rozaba sus hombros-. Pero no voy a hacerlo -dijo respirando el aire libre del Mundo Digimon. Estirándose, avanzó unos pasos hacia el frente-. Si me lo cortase, volverían a confundirme con un niño cuando tenía seis años, y desde luego, no quiero volver a pasar por eso. Así que me lo dejaré crecer. Algo que nunca había querido, porque me parecía incómodo. Pero quiero cambiar. En esta nueva vida que me espera, me gustaría convertirme en una chica fuerte y una digna portadora del emblema de mi madre -luego se giró para verlos con una sonrisa apenada-. Aunque, eso va a desconcertar cuando me vean con pantalón en vez de con falda.
-¿Cómo que pantalón? -preguntaba Isaki ahora confuso-. ¿Piensas usar pantalón como uniforme?
-Por supuesto que sí. Me las ingenié para pedir pantalón en vez de falda sin que papá y mamá se enteraran.
Aki puso una cara de la tormenta que se vendría cuando el paquete con el uniforme llegase y las caras que se le quedarían a sus padres.
-¡Avísame cuando te vayas a presentar con él puesto ante tío Yamato y tía Sora que quiero ver sus caras de espanto! -pidió Takeshi demasiado emocionado. Y con esa emoción, al contarles, sin querer, a sus padres los planes de Nat, estos se lo habían hecho saber a Yamato y a Sora, anulando de inmediato el pantalón de uniforme que venía en camino, para sustituirlo por la falda. La cara que se le había quedado a Nat, tras ver cómo sus padres se habían enterado de sus intenciones, fue igual de graciosa para Takeshi y Tsukaimon.
Isaki y Earmon pusieron cara de resignación. Al menos, su prima parecía estar muy animada. Seguramente habría sido cosa de las chicas.
No podía esperar a llegar a casa y contárselo a sus padres. Se sentirán muy felices de saber que su sobrina continuaba hacia adelante con la cabeza bien alta.
-Bueno… ¿Volvemos al trabajo? -preguntó, mirando en especial atención al otro grupo, donde Musuko y Minami seguían insultándose mutuamente con sus digimon y Daichi intentando que se calmaran.
Parece que todo volvía a ser como siempre.
Con la división de los hijos sobre querer ir a ayudar a sus padres, aunque fuera unos cuántos y otros en que no era buena idea y debían ceñirse al plan, se generó mucha tensión. Sobre todo en Toji, donde no le gustaba nada en cómo aquel imbécil del Ichijouji se volvía a acercar a Nat. ¿Es que pretendía herirla de nuevo? ¿Es que acaso disfrutaba creando falsas ilusiones? ¿O es que no había tenido suficiente con el puñetazo que le había dado?
A punto de volver a dárselo ahí mismo, en ese lugar, vio como Satoshi se hacía paso entre ellos, como si fuera el marqués de Marajá, dirigiéndose directamente hacia Kazumi.
La niña puso de inmediato cara de asco y a alejarse de aquel niño. Por fortuna, Hachimon, se interpuso entre su compañera y el niño.
-Sea lo que sea que vayas a decirle a Kazumihan, ¿puedes hacerlo desde ahí?
Satoshi que se había detenido, había observado a Hachimon con una ceja arqueada, donde no entendía porqué se ponía agresiva con él.
-Vamos, hermosa Hachichan -avanzaba Lordknightmon hasta situarse al lado de su compañero-. No tengas el cejo tan hermosamente fruncido. Una cara tan hermosa como la tuya, hay que conservarla con una hermosa sonrisa.
¡Qué tirria le cogió Hachimon a Lordknightmon en ese momento!
Mientras que el resto, contaban la cantidad de veces que Lordknightmon había pronunciado hermoso en menos de quince segundos. ¿Es que a todo tenía que añadirle el título de hermoso, aunque fuera grotesco?
-Creo que Lordknightmon acaba de empeorar la situación -comentaba divertido Marineangemon, sin ver como Sei meneaba la cabeza con un suspiro de resignación.
Su medio hermano, e incluso su digimon, parece que todavía no habían aprendido algo de humildad como Momoko y Ralmon. Además, que como no se comportaran un poco, veía negro el hecho de que su medio hermano conquistase a la pequeña de las Izumi.
Sólo hacía falta ver como ella se había escondido tras las faldas de su madre como si estuviera ante un monstruo.
Keiko miraba con una gota nerviosa a su hija, viendo cómo ella se alteraba toda cuando se trataba de aquel niño llamado Satoshi. Le recordaba mucho a su padre, en lo que a rencor se refiere. Sólo esperaba que Kazumi pudiera perdonarle algún día y hacer las paces con él, como su padre había hecho con Mimi.
Satoshi, ignorando la barrera corporal que había formado Hachimon, la apartó de un manotazo y volvió a adelantarse para que hubiera contacto visual entre ella y él.
Aquel acto agresivo hacia la digimon, la indignó, así como a Toji y a otros cuántos del grupo, entre ellos a su propio medio hermano Shin, alertándole de que tuviera algo de dignidad.
Kazumi escondiéndose más tras su madre, se sorprendió cuando éste le tendía un teléfono móvil de última generación.
-Puedes usarlo para contactar con quién quieras -la niña miró el móvil escéptica. Claramente era un modelo que había salido el mes pasado, y que tenía un sinfín de funciones donde venían incluidas las de antigolpes a cualquier impacto o su resistencia al agua. La publicidad no había sido engañosa, ya que el móvil lucía como nuevo. Eso le hizo pensar o una de dos: o que Satoshi no había estado en peores situaciones como ella y su grupo, o que el móvil podía soportar cualquier impacto cómo decía el anuncio.
Ante el silencio de ella, donde lo miraba perpleja. El hijo de Mimi pensó que se había quedado alucinada por su gran eficiencia, así que para presumir aún más, agregó.
-Tengo todos los números de todos los digielegidos grabados en mis contactos.
-¿Eh? ¿Los tienes a todos? -preguntaba Momoko.
El efecto que quería conseguir Satoshi, lo logró en su hermana. Kazumi seguía desconfiada, y había tenido que aceptar su oferta por obligación de su madre y de su digimon que parecía un brujo de esos de fantasía. Su dispositivo lo detectaba como Saintmistymon. No es que fuera la gran cosa a diferencia de su rosado y guerrero digimon, pero con el fin de hacerle la pelota a su futura suegra, el niño dijo con palabras amables.
-Se ve que su digimon tiene un halo de especial -le dijo a Keiko como niño galán.
Keiko sólo sonrió nerviosa. Pudo sentir la mirada de su hija pequeña en plan "¿Lo ves? ¡Es inaguantable!", mientras seguía desconfiada en usar aquel aparato. Por dentro, le entraba unas ganas enormes de romperle ese móvil, cuando vio que la tenía a ella como fondo de pantalla. No sabía cómo le había hecho esa foto, pero estaba claro que había sido sin que ella se diera cuenta.
¡Un acosador!
¿Acaso si le mostraba eso al padre de Misato, tendría la prueba irrefutable para tratar a aquel niño como un acosador peligroso?
La niña se llevó un susto cuando el móvil empezó a vibrar.
El tono de llamada, inquietó un poco a los hijos de los elegidos y a sus familiares, al escuchar cómo el tono era Kazumi cantando.
Con el bochorno pintado en la cara, Kazumi podía reconocer cuándo había estado en clase de música, y le había tocado hacer un solo. Eso había sido, poco después de sus aventuras digitales, por lo tanto, la posibilidad de que Shin la hubiera grabado eran muy grandes. Porque no se creía a Daichi o a Aki capaces de ello, y mucho menos al resto.
Sin embargo, lo más irritante para la niña era ver cómo aquel teléfono tenía la funcionalidad de poner como contacto de quién llama, con un pequeño vídeo. En este caso, del padre de Satoshi. Se le veía de espaldas y girándose, haciendo una pose guay. El nombre de contacto ponía "Papi", así que no necesitaba atar más cabos.
Sin dejar que pasase mucho tiempo con la gente escuchándola cantar, la misma niña contestó al aparato con toda la serenidad del mundo pero con el rojo pintado en la cara.
Mientras Kazumi hablaba, Shin empezó a temblar de miedo.
Era obvio que ella se había dado cuenta de lo que su medio hermano le había obligado a hacer. Había notado la mirada intensa de la pequeña Kazumi, incluso escuchaba las murmuraciones de Misato y Nat, imaginando quién debería haberla grabado. Sin embargo, lo más peligroso era Hachimon.
La invasión de la privacidad de su compañera y otorgada al peor de todos, era algo que no iba a perdonar.
Sei que se había dado cuenta, había vuelto a suspirar cansado por las meteduras de pata de su medio hermano, y de cómo Shin se metía también en el ajo. Cómo esos dos le fastidiasen su relación con Izumi, se los haría pagar bien caro.
Pero las tensiones desaparecieron, cuando escucharon el tono lleno de alegría por parte de la niña al comentar lo dicho por Michael. La situación en América y en el resto del mundo se había solucionado gracias a una misteriosa luz que había purificado a todos los digimons oscuros y digievolucionado a los suyos a su forma kyuukyokutai.
-¡La luz de Akikun y los demás llegó a todas las partes del mundo! -clamó la niña ultra emocionada.
Aki y Hinode recibieron las felicitaciones de Toji, Musuko y Daichi por ser tan grandes. Aunque cuando Toji vio la cercanía de Musuko sobre su adorable prima, no pudo evitar pensar en cómo su padre se sentía inquieto cuando el padre de Musuko se acercaba a Kaori.
-Entonces, si todo está bien, podremos usar nuestros dispositivos para ir a aquel mundo blanco y ayudar a nuestros padres -proponía Takeshi a su hermano Isaki, quién no seguía muy convencido de ir. ¿Y si estorbaban más que ayudar?
En momentos como ese, necesitaba una mente experta y sensata. Mirando de reojo a su prima mayor, se la encontró de espaldas y bastante alejada de ellos con Amaterasumon y Elpidamon a su lado. Los tres observaban el horizonte con mucha atención como si estuvieran analizando algo en especial.
No le quedó más remedio que recurrir de nuevo a Kazumi. Le parecía abusivo encomendarle una decisión muy importante, teniendo en cuenta que él era el líder y el mayor, mientras que ella era tan solo una niña de diez años. Pero no podían perder más el tiempo.
-¿Tú que opinas, Kazumichan? Eres quién mejor conoce el plan de Koushirousan.
La niña tras colgar el móvil, miró a Isaki con algo de sorpresa. ¿En serio le estaba dejando aquella decisión a ella?
Es cierto que ella conocía todos los detalles del plan de su padre. Había visto todos los simulacros que había computarizado, incluso los había llevado en la práctica tanto con los Tres Grandes Ángeles Digimon como con el digimon de aquel hombre llamado Ryo.
Pero una cosa era la práctica y los simulacros digitales, y otra cosa muy distinta la realidad. Puede ocurrir algún imprevisto, cómo les habían ocurrido a ellos, así que…
-Creo que debería ir un pequeño grupo para ayudar a nuestros padres. No podemos dejar a la gente tan desprotegida. Puede que los digimon de mi madre y los demás hayan digievolucionado al nivel kyuukyokutai, pero carecen de la experiencia que poseen nuestros digimon.
Algo muy acertado, opinaron todos asombrados por el intelecto de esa niña.
-¡Esa es "My Honey"! -presumía Satoshi, peinándose el pelo hacia atrás en un gesto narcisista.
Kazumi estuvo por soltar algo de lo harta que estaba, pero entonces, Meiko se presentó como voluntaria para ir también a ayudarles.
-Pero, mamá… -iba a protestar Sanae.
-Quizás Rasielmon esté verde. Pero confío en su poder. Además, es algo que llevamos debiendo desde hace mucho tiempo a tu padre y a los demás -acotando.
La mirada de Meiko estaba llena de determinación.
Ella había sido Niña Elegida. Y además, había tenido una participación muy activa, donde, por su culpa, tanto su marido como sus amigos habían sufrido al ver a sus digimon infectados. Y en vez de tenerle resentimiento o de culparla por haber mantenido a un digimon tan peligroso, habían estado a su lado apoyándola incondicionalmente. Especialmente, Sora. En muchas ocasiones, ella había actuado como la madre del grupo, como Taichi la había bautizado, y a tratarla comprensivamente y con cariño.
Sin embargo, tras haberse enterado por Mimi, de que Taichi había estado enamorado de ella desde que era niño, y que probablemente, lo hubiera estado aún estando con ella, le había creado un caos mental.
La presencia de Sora debía causarle odio y resentimiento, porque se la pasaba muy amistosa con su marido. Pero sabía, que ella estaba muy enamorada de Yamato, e hiciera lo que hiciera Taichi, jamás cambiaría sus sentimientos. Pero… Esa espinita de celos, de resentimiento… había estado clavada durante muchos años.
Aunque antes de que Taichi y los demás fuesen secuestrados, Taichi le había dejado las cosas claras, el remordimiento por haber pensado mal de Sora, la había estado carcomiendo. Por eso, ahora quería ayudarla. A ella, a su marido y a todos que habían estado a su lado en la peor situación de su vida.
Rendidos a que Meiko y Rasielmon fueran, Yuuko le prometió el cuidado de Kaori.
Decidieron rápido quiénes irían, donde eran los Yagami menos Sanae y Yukionnamon, los Motomiya, Osamu, Sei, Yuuta y Nat.
Isaki y su hermano prefirieron quedarse, ya que en el grupo que iban, eran de los más fuertes.
A todos les sorprendió ver cómo Aine se negaba a ir. Ella, que siempre era tan aguerrida, les resultaba extraño que no fuera con ellos.
-¿Estás bien, hermana? -preguntó Nat preocupada.
La joven rubia tenía la impresión de que había algo que la tenía preocupada.
-No te preocupes por mí. Vosotros centraos en lo que tengáis que hacer -no quería alarmarlos con que ella, en su actual estado, Amaterasumon podría ser más débil que Bennumon o Amarokgarurumon.
Si fuera con ellos, sería el mayor estorbo de todos. Lo mismo le sucedía a Elpidamon, donde su poder estaba muy por debajo de Starangewomon.
No muy convencida, Nat miró a su hermano mayor. Pero la respuesta que Aine le dio a su hermano, fue más agresiva y poco considerada, donde se notaba que a él lo trataba a palos, mientras que a Nat con cariño. Sin ganas de seguir convenciéndola, se centró en el equipo que irían a ese mundo blanco.
Recibieron los ánimos de sus abuelos, de los hermanos que quedaban en el mundo humano y de las madres.
-Tened mucho cuidado -les pedía Momoko con las manos juntas en el pecho a modo de rezo.
Asintiendo los que iban con firmeza y sin miedo, sacaron los dispositivos de sus muñecas y trataron de concentrarse. Sabían hacia qué mundo debían ir. Conocían muy bien los parámetros a seguir. Sólo debían concentrarse en querer ir a ese mundo.
Las luces de los dispositivos comenzaron a brillar, al sentir el deseo de aquellos chavales.
-¡¿QUÉ ES ESO?! -exclamó Shin con sus ojos en el cielo.
Las luces de los dispositivos dejaron de brillar a causa de sus usuarios al ver el tono alarmado de Shin.
Lo que todos vieron era una especie de grieta que se había formado en el cielo, como si alguien estuviera rompiendo el cielo como si el mundo humano fuera una bola de cristal.
Todos se negaban a creer que se tratara de Homeostasis. Todavía faltaba un minuto para que la barrera que cubría aquel mundo, dejase de hacer efecto.
La grieta se fue haciendo más grande, hasta que creó un gran agujero. Y entonces, una enorme mano se vio y luego, la presencia de Homeostasis, adentrándose en el mundo humano.
MUNDO BLANCO
-¡Chicos! ¡Chicos! ¡Despertad!
-¡Hermano! ¡Despierta, por favor!
Las voces desesperadas de Takeru y Hikari, hicieron que todos fueran recobrando el conocimiento.
Taichi al ver a su hermana a su lado y con rostro aliviado, lo tranquilizó por un momento, olvidándose de la batalla contra Homeostasis y de aquella extraña despedida que había soñado.
A todos les tomó varios segundos saber qué es lo que había pasado y en dónde se encontraban. La respuesta de lo ocurrido, fue como un jarro de agua fría, al ver los digihuevos rotos de sus digimon y a Seraphimon y a Ophanimon brillar con más luz que nunca y con una armadura de distinto color al original. Sin embargo, aunque brillaban, sus cuerpos no parecían físicos, sino que eran espirituales, como si ellos fuesen fantasmas.
MUNDO HUMANO
La aparición de Homeostasis hizo que el pánico volviera a cundir entre los habitantes de Odaiba.
Los que no poseían compañeros digimon, volvieron a refugiarse en el interior de los búnkeres, mientras que los demás, luchaban con todas sus fuerzas contra Homeostasis.
Meiko, sus hijos, sus amigas y los hijos de sus amigos, observaban aterrados como una y otra vez todos sus digimon eran derrotados por ese poder sobrenatural que Homeostasis poseía.
La tragedia estaba marcada en ese sábado nueve de diciembre. Aquel día, no sólo sería el final de sus digimon. Sino también el final de toda una humanidad que había estado creciendo y evolucionando durante miles y miles de años.
Aunque todos tenían lágrimas sobre sus ojos, ante lo que suponían que había pasado con sus padres, nadie perdía la esperanza en derrotar a ese ser.
Daba igual cuántas veces cayeran sus digimon en el nivel kyuukyokutai.
Daba igual que todo estuviera perdido. Ellos no se iban a rendir sin haber luchado hasta el último aliento.
Ellos eran la esperanza de su mundo.
Y como si algún dios se rindiera ante esa esperanza, una poderosa luz brilló por el cielo agrietado en el que había aparecido Homeostasis.
PRÓXIMO CAPÍTULO: Esperanza y Luz (06 de enero)
FELIZ DÍA DEL SORATO
FELICES FIESTAS Y A PASARLA CON MUCHA PRUDENCIA
