TÉRMINO · Esperanza y Luz
Cuando conocimos a nuestros digimon, tan sólo éramos niños normales y corrientes. Pero también, éramos unos niños ingenuos que no sabíamos nada de la vida. Aceptábamos cualquier cosa que viéramos si era linda, sin importar la rareza que no fuese algo creado por el humano. Gracias a ese divino tesoro llamado ingenuidad, y que se pierde, cuando maduramos, fue que pudimos crear lazos con nuestros digimon. Si lo pienso fríamente, si a mi edad actual hubiera conocido a Patamon, creo que lo habría rechazado y lo trataría como un monstruo peligroso.
Sin embargo, cuando lo conocí, ignoraba que tan pronto perdería mi ingenuidad.
Al convertirnos en Niños Elegidos, nos habíamos convertido en los responsables de proteger el mundo humano y del mundo digimon. Nosotros, unos simples niños de primaria, debíamos asumir roles propios de adultos.
Ese es el significado al convertirse en Niño Elegido.
Y aún así, aunque tuviera un amigo tan excepcional como Patamon, muchas veces me preguntaba: "¿Por qué tenemos que hacerlos nosotros?" "¿Por qué tenemos que cargar con un peso tan grande?" "¿Por qué tenemos que experimentar los sacrificios y las muertes de nuestros amigos y aliados?"
Desde hace muchos años, he dejado de hacerme esas preguntas porque no me arrepiento de haber sido un Niño Elegido y experimentas las aventuras que viví.
He llorado, he perdido mucho a lo largo de los años. Pero a cambio, he recibido el mejor amigo que jamás haya tenido, y ese es Patamon.
Esta es el capítulo final de mi historia… de nuestra historia.
Lunes, 03 de abril del 2029
En la sala del consejo estudiantil, los dos hermanos de luz y esperanza, ya se encontraban trabajando para aquel primer día de comienzo de curso. Aunque era más correcto decir, que Isaki era el que estaba trabajando frente a la portátil INV, mientras que Takeshi descansaba sobre la repisa de la ventana, observando divertido a los estudiantes que ingresaban a la secundaria de Odaiba. Tsukaimon se encontraba descansando en su regazo, recibiendo las caricias interminables de su compañero humano.
Earmon, por su parte, se encontraba ojeando una revista, sentada en el sofá de siempre, como si ése fuera su sitio asignado.
De pronto, las grandes orejas de la digimon se alzaron, al sentir unos pasos apresurados acercándose hasta el lugar.
Isaki levantó el rostro al verla, mientras que Takeshi murmuraba divertido.
-La fierecilla se está acercando -Tsukaimon se rio con él.
Y como si la hubiesen invocado, la puerta de aquel lugar, fue abierta de par en par por Natsumi que venía desbocada como un caballo. Tras ella, habían aparecido unos nerviosos Piomon, Toji y Fireagumon, que le pedían que se calmara.
Pero es que en ese momento, Natsumi no atendía a razones sutiles. Se encontraba muy molesta con sus dos primos. Acercándose a grandes zancadas, apoyó con brusquedad las palmas de las manos sobre la mesa y le preguntó directamente a su primo mayor.
-¡¿A QUÉ HA VENIDO ESTO?!
-¿De qué estás hablando? -preguntó Isaki ordenado los papeles, que por culpa de su prima, se habían esparcido por todos lados.
-¡No te hagas el inocente conmigo! ¡¿Se puede saber porqué no nos habéis esperado para ir juntos a clase?! ¡¿O es que se te ha olvidado de que vivimos en el mismo edificio y que somos familia?!
-Creo que el hecho de que mi hermano sea el presidente del Consejo y yo el vice, lo responde todo, ¿no? -contestó Takeshi como si tal cosa.
-¡NOSOTROS TAMBIÉN FORMAMOS PARTE DEL CONSEJO DE ESTUDIANTES! -explotó Nat donde no estaba para las bromas tontas de su primo.
-Lo sé y lo siento -pronunciaba Isaki-. Pero ya sabes la de cosas que había que hacer para el primer día. Y no queríamos que vosotros os vierais presionados.
¿Y esa era su respuesta? Se preguntaba Nat indignada.
-Buenos días -saludaba Musuko con un perezoso bostezo junto a Veidramon.
El hijo de Daisuke entraba, sin saber la tormenta que allí amenazaba por parte del único miembro femenino. Todavía estaba con ese síntoma post vacacional, donde por una semana, o quizás más, le costaría levantarse de cama tan temprano. Y aún por encima, siendo miembro del Consejo de Estudiantes, estaba obligado a madrugar un poco más. Todo por culpa de su padre, que había convencido a Isaki para que lo metiera en el consejo, para que fuera probando lo que era la administración de una entidad.
-¡¿Y QUÉ COSTABA MANDARNOS UN MENSAJE PARA AVISARNOS?! -la ira y la voz alta de Natsumi, despertó por completo a Musuko que dio un sobresalto hacia atrás asustado.
Al percatarse de lo que veía, se dirigió de inmediato a Toji para que le explicara qué es lo que estaba pasando, mientras Veidramon saludaba a Fireagumon y a Earmon.
-Se ve que Nat está cabreada porque estuvimos esperando a mis primos para ir juntos a clase, pero como iba pasando el tiempo y no aparecían, pues fuimos a casa de nuestros tíos y nos enteramos de que ellos ya habían salido al instituto.
-Y ya conoces a Nat. A ella le gusta ser puntual con las cosas.
-¡Ups! Con el trabajo que tuvimos, se nos olvidó -dijo Takeshi, mintiendo descaradamente.
Nat observó a su primo rubio con ganas de estrangularlo. Sin embargo, como aquel carácter ya era propio de él, era inútil gastar saliva o atentar contra él, pero Isaki… No se podía creer que él estuviera metido en el mismo complot que su hermano pequeño.
-Entonces, ¿ya está todo hecho? ¿No hay nada que hacer? -preguntó Musuko aliviado de que todo el lío para los de primer año ya estuviera completado.
Aunque era un comentario para su alivio personal, no se percató de que había echado más leña al fuego, y que eso avivara las llamas que tenía Nat en su interior.
-¡¿ES QUE ERES SUBNORMAL O SÓLO TE ENTRENAS?!
-Calma, prima, calma -pedía Isaki, levantándose de su asiento y dirigiéndose hasta ella-. En verdad que lo siento -decía arrepentido-, pero te aseguro que esto se ha hecho por una buena razón.
Y eso dejó confuso a los tres y a sus digimon, pero cuando Takeshi exclamó emocionado algo en particular, extrañó todavía más a los recién llegados.
-¡Ahí está! ¡Ahí está! -poniéndose él también de pie y situándose al lado de su hermano- ¡Misatochan ya ha llegado! ¡Vayamos a recibirla!
Cuando Toji y Musuko iban a aprovechar el momento para hacerle burla a Takeshi, se fijaron en cómo el rubio le guiñó el ojo a su hermano, de manera cómplice. Un guiño que Isaki pareció comprender, por lo que secundó la idea de que todos fueran a saludar a Misato, y de paso, ayudar a los novatos de primer año por si tenían dudas.
-Venga, vamos -insistía Takeshi, empujando a sus dos primos con demasiada emoción.
Para Musuko, aquel comportamiento resultaba muy extraño. Pues, aunque parecía el del típico chaval enamorado que quería ver a su chica, había cierta maldad en sus ojos y que Musuko reconocía, por haber sido su víctima principal en muchas de sus bromas.
-Aquí hay gato encerrado.
-Totalmente de acuerdo -apoyó Veidramon, imitando la pose pensativa de su compañero.
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El grupo del consejo estudiantil resaltaba tanto que era un espectáculo visual muy hermoso para los kouhais de primer año. Pero con la presencia de Musuko, nadie entendía cómo podía estar con ese grupo de personas tan hermosas. Además, con aquellas greñas y con el uniforme bastante desarreglado, parecía más un delincuente juvenil que un miembro del consejo escolar. Y bueno, también estaba Toji que no destacaba en aquel grupo. Pero para algunas, tenía un porte de chico seguro y fuerte que les atraía. Pero sin lugar a duda, los que más destacaban era el dúo de hermanos de luz y esperanza y Natsumi.
Aunque, quién más destacaba era otra persona en particular.
-¿Qué está pasando ahí? -preguntó Nat viendo una masa de chicas rodeando a alguien y clamando emocionadas en querer hacerse amiga suya o que les pasase su número de teléfono.
-Quizás sea la presencia de Misatochan -dijo Takeshi.
-¿Y no sería más normal que estuviera rodeada de chicos, que de chicas? -le preguntó Musuko.
-Mi primita Nat también tiene su fandom femenino, ¿verdad? -seguía Takeshi juguetón, donde el pasado catorce de febrero, había recibido chocolates de chicas que la admiraban e incluso que se encontraban enamoradas de ella.
-¡Cierra el pico! -pidió avergonzada.
Los genes Ishida eran tan fuertes que desde su padre hasta, seguramente, Hinode, serían considerados, allá donde fueran, los más populares del instituto.
-Buenos días, chicos -saludaba una vocecita femenina a su lado con cierto toque de timidez.
El grupo se alegró al ver a Misato y a Cuarzomon. Acercándose a ella de inmediato, Toji y Musuko la alabaron de lo guapa que se veía con el uniforme. Todo para poner a Takeshi de los celos. Aunque, en lo personal, reconocían que Misato se veía muy bonita con el uniforme verde de Odaiba. Además, que compaginaban con sus preciosos ojos verdes.
-Bienvenida, Misatochan -saludaba Isaki con cortesía-. Da gusto que estemos juntos de nuevo.
-¿Verdad, Takeshi? -añadía Tsukaimon sobre su cabeza.
-Por supuesto que sí -y mirándola con ternura, añadió-. Te echábamos de menos.
La joven se ruborizó por completo, costándole sostener su mirada. No sabía si era su imaginación, pero Takeshi estaba siendo muy galante con ella.
-Yo también te echaba de menos -continuaba Nat-. Estaba un poco harta entre tanto troglodita -guiñándole el ojo.
Cuarzomon y Piomon rieron divertidas, donde los únicos aludidos que eran Toji y Musuko, se sintieron ofendidos por sus palabras y a excusarse.
-¿Ya ves lo que tengo que aguantar? -riéndose juntas.
Desde que Misato, Minami y Kazumi la habían animado en su depresión por el rechazo de Osamu, y ayudado a salir de su burbuja de tristeza, mantenía una gran amistad con ellas, donde se hablaban todos los días sin excepción para contarse qué tal les iban.
El observar cómo más chicas se unían a aquel círculo que provocaba alboroto, les hizo recordar el asunto pendiente con el que inicialmente tenían que lidiar.
-¿Qué pasa? Ni que hubiera venido un famoso como Satoshi -pronunció Toji sorprendido por ese fanatismo que todas las chicas tenían y que a través de esa masa, no lograban ver quién era el que causaba aquel revuelo.
-¡Yo lo sé! -exclamó Cuarzomon, estirando su pata a lo alto.
Misato la miró con alerta para que no añadiera nada. Y sus amigos, al darse cuenta, de que ella supiera de quién se trataba, se sintió algo presionada, donde sólo pudo agachar la cabeza. Se sentía mal el haberlo estado callando durante semanas. Y debido a su sentido de la justicia, odiaba contar mentiras.
-Takeshi, ¿por qué no acompañas a Misatochan y, de paso, le enseñas las instalaciones, mientras nosotros nos encargamos de este asunto? -propuso Isaki saliendo en su ayuda.
Takeshi aceptó con mucho gusto, y antes de que los demás pudieran preguntarle algo más, se enfocaron en Isaki, quién al parecer, también sabía quién era el responsable de aquel tumulto.
Pero no pudieron hacerle ninguna pregunta, ya que la persona que estaba monopolizando a casi todo el sector femenino, se escabulló en el primer hueco que halló, y disculpándose con ellas, les decía que tenía que ir a clase.
Y al descubrir de quién se trataba, Nat, Toji, Musuko y sus digimon se quedaron congelados la impresión.
-¡¿Qué hace Ichijouji aquí?! -pronunció Musuko boquiabierto.
Toji también estaba que no entendía, pero también preocupado por su presencia. Él no estaba de paso, para saludarles, en su camino a la Tamachi. Sino que Ichijouji Osamu vestía el mismo uniforme verde de la Odaiba. De inmediato, observó a Nat. Se quedó sorprendido al avistar un leve rubor sobre sus mejillas, mirándole con más impresión que Musuko o él.
Cuando Osamu se percató de que cerca de ellos estaban Nat y sus amigos, se quedó igual de sorprendió que ella. Aunque su sorpresa fue instantánea. Calmándose un poco y colocando las manos en los bolsillos, asomó una suave sonrisa.
-Cuanto tiempo sin vernos -dirigiendo esas palabras exclusivamente a Nat.
Nat estaba incrédula. ¿Qué hacía Osamu allí? ¿Por qué vestía el uniforme del Odaiba? ¿No se suponía que iba a estudiar en la Tamachi?
-Bienvenido, Ichijoujikun -le recibía Isaki, adelantándose unos pasos. Para la sorpresa de los presentes, a Isaki no le era una novedad que él asistiera a la Odaiba.
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Viernes, 30 de marzo del 2029
-En ese caso, trataré de terminar lo antes posible para volver a casa. Quizás, incluso puedas aprovechar para enviarle un mensaje a Misatochan para anunciarle en qué grupo va a estar -guiñándole el ojo, para brindarle la oportunidad a su hermano de hablar con aquella niña que siempre lo había amado.
Sin embargo, al revisar la lista de alumnos de primer año admitidos, se llevó una gran sorpresa.
-¿Ocurre algo, hermano? -le preguntó Takeshi al verlo sorprendido.
Earmon dejó de leer y lo observó con inquietud.
-Mira quién está dentro de los admitidos.
Por curiosidad, hasta los digimon se acercaron para ver que es lo que tanto le había llamado la atención.
Los tres se quedaron sorprendidos al leer el nombre de Ichijouji Osamu entre la lista de admitidos.
-¡¿Cómo que viene Ichijouji a la Odaiba?! ¿No se iba a ir a la Tamachi?
Parece que Isaki también se encontraba algo curioso, ya que había cogido su teléfono móvil y a llamar al propio Osamu para saber qué significaba aquello.
Durante la corta llamada que había tenido Isaki, descubrió cómo es que no se había presentado al examen de admisión, que había rechazado la beca que le habían ofrecido y que había decidido seguir con ellos en la Odaiba. Le habían pedido que no se lo dijeran a nadie, especialmente a Natsumi.
-Entonces, ¿él viene para aquí? -preguntó Takeshi impresionado.
-Así es. Y me da la impresión de que lo ha hecho por nuestra querida prima.
Aunque Takeshi le había guardado rencor a Osamu por haber rechazado tan duramente a su prima, la versión escuchada por Misato, y de cómo su prima pretendía seguir adelante con ese amor e intentarlo dentro de unos años, le hacía pensar que Ichijouji lo había hecho por su bien. Lo que le mosqueaba del asunto es que Misato o su primo Aki no se lo hubieran contado. Ellos que asistían al mismo colegio que él, debían de saber el acceso, poco habitual, que tenía un alumno de la escuela Odaiba en la Tamachi y cómo lo había rechazado. Eso tendría que haber sido una bomba de noticia en el colegio. Para resarcirse de esa molestia, cogió su propio teléfono, y mientras lo desbloqueaba, Isaki le preguntó.
-¿Qué estás haciendo?
-Por supuesto que comentárselo a Toji. Dijiste que Ichijouji no quería que Nat lo supiera, pero eso no incluía a Toji. ¡Seguro que se armará una bien gorda! -emocionado al imaginar la cara de rabia que pondría su primo.
-Ni se te ocurra hacerlo, Takeshi -promulgó Isaki, deteniendo su mano para que dejara de teclear.
-Pero, hermano. No dijiste que… -y se detuvo al verlo demasiado serio. Tan serio que hasta Earmon y Tsukaimon retrocedieron varios pasos nerviosos por ver por primera vez ese carácter impropio en él.
-No quieras verme enfadado. Ni se te ocurra decírselo a nadie hasta que él mismo lo haga -haciéndolo desistir.
Quién lograra hacer enfadar a Isaki sería toda una proeza, se había dicho, y su propio hermano pequeño lo había conseguido.
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-No se lo digas a nadie, hasta que lo haga él -repetía Takeshi desde el primer piso.
Junto a Misato, observaban desde la ventana, la cara de sorpresa que se le habían quedado a sus primos y a Musuko por la inesperada aparición de Osamu. Tsukaimon, que estaba volando sobre el cielo con el móvil de su compañero humano en la mano, volvió a dirigirse hacia Takeshi.
-¿Has podido sacar una buena foto? -le preguntó.
-¡Una muy buena! ¡Ya verás!
Misato observaba en una mezcla de impresión y extrañeza lo que compañero humano y digimon habían hecho. Habían sacado una foto de la escena.
-Te ha quedado muy bien, Tsukaimon -felicitándolo-. Y ahora que ya no tengo que guardar el secreto -continuaba con cierto brillito de niño travieso en sus ojos azules, compartió aquella foto en los distintos grupos en los que estaba-. Grupo Next Generation, enviado. Ahora, grupo de familia, enviado también. Grupo de digielegidos en Odaiba, enviado. Grupo de digielegidos de Japón, enviado. Grupo de los agentes en el Mundo Digimon, enviado. Grupo de todos los digielegidos del mundo, enviado. Y grupo de clase, enviado.
El móvil de Misato sonó y vibró al recibir todos esos mensajes de Takeshi (menos en el del grupo de familia, donde, obviamente no estaba). Al coger su teléfono, observó nerviosa las rápidas reacciones que habían tenido varias personas de cada grupo. En todos esos grupos en los que ella estaba, también estaba Minami, por lo que en cada grupo, ella manifestaba su disculpa hacia Natsumi por no haberle contado que su hermano había decidido ir a la Odaiba.
Esas mismas notificaciones le habían llegado a los que estaban presentes. Por lo que, ante tanta demanda de mensajes continuos, todos observaron sus teléfonos móviles con cierto aire de preocupación por si había pasado algo malo, pero en cuanto vieron de qué era, la primera en alterarse había sido Natsumi. Roja como un tomate, empezó a hablar por hablar y, antes de escaquearse, anunció, con el rojo pintado en toda la cara, a las chicas que estaban detrás de Osamu que no perdieran el tiempo con tonterías, y que cada una fuese a su clase. Le dijo lo mismo a Osamu y a los propios miembros del consejo, como si no quisiera escuchar algo añadido sobre la fotografía de marras. Y después, se dio la media vuelta, huyendo de aquel lugar sintiendo la mayor vergüenza de toda su vida, e imaginándose la que le esperaría cuando llegase a casa.
Maldijo a su primo, causante de aquello.
-¡Maldito, Takeshi! ¡¿Cómo se le ha ocurrido hacerme semejante faena?! ¡Esta me la pagas!
Piomon a su lado, la seguía a paso apresurado, tratando de alcanzarla. La digimon, al igual que el resto de compañeros digimon, se encontraban ignorantes sobre la famosa fotografía que, prácticamente, había circulado por todo el mundo como si una noticia de revista rosa se tratase.
Las reacciones que habían tenido los que no estaban presentes ante aquel reencuentro, había sido muy variada.
En el caso de Aine, se alegraba mucho por su hermana, y también por el Ichijouji de que por fin diera el paso.
Yuuta estaba que echaba humo y las ganas de ir desde el Tsukishima a la Odaiba para partirle la cara a Osamu. Zabumon y Sanae trataba de calmarlo. La idea de que Ichijouji apareciese como estudiante de la Odaiba, le preocupaba. Sobre todo, al pensar en cómo se sentiría Toji con quién simpatizaba mucho, y lo veía más adecuado para su hermana pequeña. Pues en la fotografía, sólo se habían visto las siluetas de Nat con Osamu con un paisaje florido muy bonito, que la fotografía parecía una imagen sacada de un manga shoujo.
Aki junto a Kabumon y sus dos amigos, miraban y comentaban ilusionados lo bonita que les parecía la imagen. Pero sobre todo, que las cosas en la pareja osanatsu pudieran ir creciendo. Sólo Daichi y Buidramon no mostraban tanto interés como Aki y los demás. Pues él sabía que a su hermano le seguía gustando Natsumi. Pero también, aceptaba que ,por mucho que hiciera, nunca la conquistaría. Quizás ver con sus propios ojos, el impacto que Osamu le había ocasionado a Natsumi, podría ser un golpe muy duro para él. Luego, en el descanso, lo llamaría para saber cómo se encontraba.
Yamato y Sora, por su parte, tenían opiniones opuestas. Pues Yamato seguía sin querer a Toji en la vida de su hija, mientras que Sora todo lo contrario. Y aunque Osamu había rechazado y hecho pasar muy mal a Natsumi, Yamato podía comprender porqué lo había hecho. Sin embargo, confiaba en los sentimientos de su hija, y creer que sería constante cómo había sido su madre. La desconfianza la había tenido con el muchacho, donde, si veía que no hacía nada o cometía alguna estupidez, él mismo tomaría cartas en el asunto. Pero ahora, ya no tenía nada de qué preocuparse. Y sin poder resistirse, y ante la aversión de su esposa al ver aquella fotografía, le envió un mensaje de texto a su mejor amigo.
Taichi se sentía mal con la foto que su sobrino había enviado a todos los grupos con el que compartía, pero lo que más le había repateado era ver el mensajito con mala intención que Yamato le había enviado:
"Ichijouji Natsumi"
O su hijo se ponía las pilas de verdad, o aquella frase se convertiría en una realidad dentro de unos años.
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Mientras Isaki suspiraba al ver la foto, pidiendo paciencia por los actos de su hermano, Toji quiso retirarse para seguir a Nat.
-¡Yagami! ¡Ni se te ocurra seguirla! -le amenazó Osamu.
Su tono de voz había sido sorprendentemente grave. Musuko al verlo con ese rostro serio, pensó que querría cobrarse aquel puñetazo que Toji le había dado hace casi un año tras haber rechazado a Natsumi. Incluso Isaki y Earmon levantaron la cabeza asombrados de aquella demanda con un coraje y una dureza, que les recordaba, vagamente, a cuando Osamu había estado poseído por la oscuridad. Al pasarlo tan mal por culpa de la oscuridad, tanto Isaki como Earmon, apenas habían atendido a lo que había ocurrido en la batalla contra los hermanos Ichijouji.
Toji que se había girado para marcharse con Fireagumon, se detuvieron igual de asombrados que Isaki y Earmon. Cabreados por ese tonito, se giraron con una cara llena de rabia.
-¿Y con qué derecho me lo dices para impedírmelo? -preguntó él mirándolo de frente con una ira indescriptible.
-Con ningún derecho, por supuesto -contestó Osamu con naturalidad-. Pero si realmente conoces, aunque sea mínimamente a Nat, sabrás que ahora mismo no querrá ver a nadie a la cara -mostrando su móvil, donde Takeshi había difundido la foto de su reencuentro por todos los grupos. Era lógico que Natsumi se sintiera tan avergonzada, donde estaba convencido de que ni tendría el coraje para ver a sus padres.
-Eso sería si la conoces tan bien como dices -ronroneó Dokunemon entre los pies de Osamu.
Toji apretó los dientes con fuerza e irritado. Ya no era sólo Ichijouji quién le picaba, sino que también, aquella estúpida larva de digimon.
-¡Claro que la conoce! ¡Han estado juntos desde que nacieron! -saltó Fireagumon en su defensa.
Una pequeña trifulca se había formado entre el Yagami y el Ichijouji, donde además, se inmiscuían sus digimon. Si Musuko, Isaki y sus dos digimon estaban asombrados de cómo se habían desarrollado los acontecimientos, era lógico pensar que el resto de la escuela que los observaban, y que apenas entendían el chisme, los observaran sin comprender porqué un miembro del consejo escolar se enfrentaba a un alumno nuevo. Pero fuera lo que fuera, estaba claro que si alguien pulsaba el detonante, aquella conversación, acabaría en pelea. Y todos apostaban, visto la cara irritada de Toji y su digimon, que serían ellos.
-Otra vez la misma cantinela -decía Osamu soltando un largo suspiro, como si aquellas palabras ya no le afectaran-. Pues permíteme que lo dude, Fireagumon. Si tu compañero realmente la conociera, aunque fuese un poco -volviendo a recalcar esas palabras, donde, indirectamente, lo ofendía al mencionar que no la conocía para nada- sabría que después de un momento que le produce vergüenza, lo primero que hace es alterarse y a tratar de no darle importancia al asunto con palabras apuradas para escaquearse, antes de que alguien le diga algo. Pues se siente tan avergonzada que no querrá ver a nadie a lacara. Porque, por su orgullo y personalidad, le disgusta que la gente la vea así, incluyendo su propia familia y su digimon. ¿Me equivoco en algo, Isakisan? -dirigiéndose hacia el primo de la mencionada.
-Ehh… Pues, la verdad es que no… -carraspeó para recuperar la compostura. No quería ponerse en contra de su primo, pero Osamu llevaba toda la razón en lo que respeta a su prima-. Sobre todo, teniendo en cuenta que eso mismo es lo que ocurrió después de que se te declarara.
¿Qué se le declarara? Murmuraban las chicas entre sí, decepcionadas de que Osamu ya estuviera con otra.
-Y no solo sucedió en ese momento -seguía Osamu con una sonrisa malévola dirigida hacia Toji-. Después de que Liebenmon la hubiera manipulado, ella se mostró toda vergonzosa, escondiéndose en su hermana. Obviamente, para nosotros e incluso para sus hermanos y digimon, era un comportamiento nuevo y sorprendente, porque jamás imaginaríamos que se pusiera así. Pero Ainesan como mujer y hermana suya, pudo entenderlo al instante, y es por eso, que no nos permitió que nos acercásemos. Yagami -dirigiéndose a él con tanta malicia que le repateaba-, eso es algo simple de deducir si la observaras con verdadero interés. Pero te estancaste en el hecho de que sois amigos de la infancia, y te confiaste en que ella acabaría contigo con el tiempo, como pasó con vuestros hermanos mayores, que en ningún momento te paraste a pensar en lo que de verdad ella siente o piensa. ¿Creías que el ser amigos de la infancia era suficiente para conquistarla?
-¡YA BASTA! -sin permitir que le siguiera humillando delante de su primo y de tanta gente- ¡¿HAS VENIDO A LA ODAIBA SÓLO PARA DECLARARME LA GUERRA O QUÉ?! ¡PORQUE SI ES ESO, QUE SEPAS QUE NO PIENSO CONTENERME Y VOLVER A DARTE LA PALIZA QUE TE MERECES! ¡Y ESO INCLUYE LO QUE LE HAGAS A NAT! ¡NO PIENSO PERMITIR QUE LE HAGAS DAÑO DE NUEVO!
Isaki tuvo que meterse para detener a su primo, con el temor de que hiciera alguna locura. Le hizo una seña para que Musuko hiciera lo mismo con Osamu, por precaución.
-¿Declararte la guerra? ¡No seas tan ambiguo! Si quisiera declararte la guerra, iría a tu casa, como tú hiciste, a devolverte lo que me diste.
-¡MALDITO! -con ganas de golpearlo de nuevo. Pero con su primo y Earmon, deteniéndole, no pudo cumplir con las expectativas que tenían la mayoría de los que estaban allí presentes.
-Sigue en tu burbuja de fantasía, que cuando explote, te darás un buen porrazo en toda la cara -luego, cambiándole la cara como si fuera bipolar, le dijo a Musuko con buena onda-. Musukosan, ¿te importaría enseñarme las instalaciones?
-Eh… -mirando a Isaki, como si le preguntara qué debía responder, pero el mayor, estaba más ocupado en sujetar y calmar a Toji que tenía que tomar él mismo la decisión-. Vale… -aceptando, suponiendo que lo más ideal era alejar al Ichijouji del Yagami.
-¡MALDITO! ¡NO HUYAS!
-¡Toji! ¡Cálmate de una vez! -le pedía Isaki en tono severo- ¡Por una vez, hazme caso y compórtate!
-¡¿ES QUE NO HAS VISTO SU CARA CÍNICA Y LO QUE ME DIJO ESE ANIMAL?! ¡SE HA VENIDO AQUÍ TODO CHULITO PARA HUMILLARME Y VOLVER A HACER DAÑO A NAT!
Earmon suspiró con paciencia, al mismo tiempo que Isaki, por sacar el otro lado de la cara.
-Esa es la perspectiva que tú tienes, pero en realidad, lo que ha hecho es devolverte todo lo que tú le has hecho cuando fuimos a ese mundo -soltó Earmon.
-¡Toji no ha hecho nada malo! -defendía Fireagumon.
-¿Estás seguro de eso? -preguntó Earmon con la ceja alzada.
-Toji -empezó ahora Isaki con tono sereno-, no quiero ser crítico contigo y no quiero ponerme de parte de nadie. Sabes que siempre he sido neutral, y me enfoco en lo que me parece correcto. Pero Ichijoujikun tiene parte de razón en lo que concierne a los sentimientos de Nat. Toji, tú realmente no la conoces, como tú te piensas.
-¡¿Es que tú también te crees eso tan absurdo?! -preguntó incrédulo Toji de que hasta su primo le dijera que no conocía a la rubia Ishida-. Nat y yo hemos crecido juntos y…
-Yo también la he visto crecer, Toji -cortándole-. Y cómo primo suyo, puedo asegurarte que no muestra la misma expresión cuando está contigo, a cuando está con su familia. Y créeme que si de verdad, quieres tener una relación con ella, te aconsejaría que cambiaras tu forma de pensar e hicieras algo que fuera digno de la admiración de Nat. Porque aún ahora, Nat sigue enamorada de Ichijouji -información que había conseguido gracias a su prima Aine y las chicas.
Cuando su prima había salido de su depresión, tras el rechazo de Osamu, le había sorprendido cuando la había visto por primera vez. Pero lo que más le había sorprendido era aquel ánimo esperanzado. Aunque también, había visto vestigios de lágrimas, al igual que en Minami. Preocupado por eso, tanto su hermano como él habían preguntado qué es lo que había sucedido con su prima a Kazumi y a Misato.
El descubrir cómo su prima había salido de su zona de confort gracias a Minami, fue motivo para presentarse en la casa de los Ichijouji y agradecérselo en persona. Aún recordaba la cara de vergüenza que se le había quedado, y cómo, para evitar esa pena, había cambiado de tema al culpar a su hermano por insensible y que no entendía cómo podía rechazar el corazón tan hermoso de Natsumi. Y ahora, en ese reencuentro, había visto una cara de ternura en Osamu hacia su prima. como si estuviera dispuesto a arreglar todo lo malo que había ocasionado y a querer intentarlo de nuevo.
Que priorizara el estar en la misma escuela que ella, en vez de en la elitista Tamachi, era ya un comienzo, de que iba en serio, aún a costa de su futuro.
MUNDO DIGIMON
-¿Qué ocurre, Qilongmon? -le había preguntado su compañero humano a su digimon.
La expresión severa que había arrojado el digimon, no se parecía en nada a cuando había sentido brillar la luz de los cuatro digielegidos especiales, provocando el nacimiento, al instante, de todos los digihuevos que habían en la Ciudad del Comienzo, y la digievolución de todos los digimon. Gracias a esa luz, los digimon habían digievolucionado una etapa más, por lo que, los que estaban ya en la etapa kazentai como Andromon, todavía no asimilaban el haberse convertido en poderosos digimon de nivel kyuukyokutai.
-No siento la energía de ninguno de los digimon de los doce digielegidos -pronunció con dolor.
Daigo se exaltó por completo, preguntando qué es lo que había pasado con Taichi y los demás. Pero no hubo respuesta a esa pregunta, porque ninguna de las cuatro bestias sagradas podía sentirles. La peor noticia que vino por Xuanwumon fue la de que Homeostasis se encontraba en el mundo humano, peleando contra los digimon de los hijos de los digielegidos.
Apretando con fuerza los puños, donde para Daigo lo sucedido con Taichi y los demás resultaba demasiado evidente, miró a sus antiguos camaradas elegidos y les pidió que fueran al mundo humano.
-¡Si Homeostasis está allí! ¡Tenemos que ayudar a nuestros camaradas! -teniendo la conciencia que si Taichi y los demás, no lo habían conseguido, tampoco podrían hacerlo sus hijos.
-¡Estoy de acuerdo con Daigo! -apoyó Maki, quién estaba, prácticamente, rehabilitada de su condición psicológica. Sin embargo, las leyes judiciales eran estrictas, y todavía tenía que cumplir condena por haber atentado contra la humanidad y contra los digimon.
Los otros tres humanos se miraron entre sí, sin estar muy seguros de ir al mundo humano a prestar su ayuda. No era que tuviesen miedo, era, simplemente, que si se trasladaban al mundo humano con sus digimon sagrados, el Mundo Digimon quedaría desamparado.
Homeostasis podría tener el poder suficiente como para hacer trizas el Mundo Digimon, mientras ellos se trasladaban al mundo humano.
La sola prueba de cómo sus digimon le habían comunicado la presencia oscura y negativa de unos digimon en el mundo humano, cuya mutación había sido provocada por Homeostasis, era más que suficiente para preocuparse por los digimon que quedaban.
-No aceleremos las cosas -pronunció Huanglongmon de forma tranquila.
Como líder de las cuatro bestias sagradas, le confería un gran poder a diferencia de sus otros compañeros digimon.
-Tiene razón -escuchándose una voz grave que provenía del cielo y que había cogido a todos por sorpresa-. Los doce digielegidos todavía están vivos. Aún hay esperanza.
Esa voz que resonaba del cielo, era la voz de Oikawa.
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MUNDO BLANCO
-¡Chicos! ¡Chicos! ¡Despertad!
-¡Hermano! ¡Despierta, por favor!
Las voces desesperadas de Takeru y Hikari, hicieron que todos fueran recobrando el conocimiento.
Taichi al ver a su hermana a su lado y con rostro aliviado, lo tranquilizó por un momento, olvidándose de la batalla contra Homeostasis y de aquella extraña despedida con Agumon que había soñado.
A todos les tomó varios segundos saber qué es lo que había pasado y en dónde se encontraban. La respuesta de lo ocurrido, fue como un jarro de agua fría, al ver los digihuevos rotos de sus digimon y a Seraphimon y a Ophanimon brillar con más luz que nunca y con una armadura de distinto color al original. Amarillo para Seraphimon y rosa para Ophanimon. Era como si hubiesen recibido una especie de nueva digievolución. O eso les daba que pensar, viéndolos brillar con tanta intensidad. Sin embargo, aunque sus cuerpos brillasen, su figura era transparente, como si fueran fantasmas .
Que allí estuviesen sólo Seraphimon y Ophanimon, no les aliviaba en nada. Sus compañeros… Sus digimon… Sus amigos de toda la vida… habían muerto.
-Taichi, no llores.
A punto de llorar, Taichi había sentido aquella voz ligeramente grave e infantilizada de su digimon. El cambio drástico de emoción, lo llevó de nuevo a una profunda decepción, al ver cómo ante él estaba Agumon, pero se le veía igual de transparente que los dos ángeles, como si su cuerpo se hubiera desvanecido y sólo le quedara el alma.
-Agumon… ¿Por qué…?
Taichi no entendía nada. Agumon y el resto de digimon estaban allí, pero sobre los digihuevos rotos. La alegría de verles se lidiaba con la realidad de que ya no estaban vivos.
Los digimon por su parte, no se sentían tan apenados como sus compañeros humanos. Todos ellos sonreían, como si el hecho de verlos bien, ya era suficiente para ellos.
-Ha sido gracias a Seraphimon y a Ophanimon -contestó Agumon, imaginando la duda que tendría Taichi de porqué estaban allí presentes como espíritu.
Todos les miraron, donde nuevas preguntas se formulaban en sus cabezas.
¿Por qué ellos eran los únicos que se mantenían en la etapa kyuukyokutai?
¿Por qué sus armaduras habían cambiado de color? Era cierto que ahora los nuevos colores combinaban con los emblemas de Takeru y Hikari, pero, ¿por qué?
¿Y por qué brillaban como si hubieran obtenido un nuevo poder? ¿Por qué solo ellos?
-No sabemos muy bien qué es lo que ha pasado -confesó Hikari-. Tras perder el conocimiento, Takeru y yo nos despertamos gracias a Ophanimon y a Seraphimon.
-Y cuando lo hicimos, ellos ya estaban así.
¿Por qué?
Se preguntaban todos en sus mentes.
-Ha sido gracias al vínculo que Ophanimon y yo hemos creado -confesó Seraphimon para sorpresa de todos.
-El mantener ambos un vínculo más profundo y personal, ha hecho que la luz de la esperanza brillase en el último instante y poder salvar las luces de Agumon y de los demás -seguía Ophanimon, donde a través de la mitad de su máscara, podría verse una sonrisa serena.
-¿El vínculo entre Seraphimon y Ophanimon? -preguntó Mimi sin entender de lo que estaban hablando.
Aunque ahora se mantenía más en contacto con sus amigos, Mimi ignoraba que Patamon y Tailmon habían reiniciado su relación romántica, tras una motivación y el apoyo de Takeru.
Diciembre del 2026
-¿Estás seguro de que quieres que publiquemos esta historia, sensei?
-¿Hay algún problema? -contestaba Takeru a su editor con una amplia sonrisa en la cara.
-¡No! ¡Para nada! -excusándose nervioso, donde sus actos reflejaban su descontento hacia la historia. No porque fuera mala, sino por cómo finalizaba-. Es sólo que me sorprende el final -revisando las hojas finales del borrador-. Cuando le había pedido que escribiera una historia de amor, recuerdo que se encontraba bastante atascado sobre qué escribir. Pero, poco antes de su secuestro, me había notificado que había terminado el borrador y que tenía dos historias, donde no sabía cuál darme. Si la basada en su hermano o la de un amigo suyo. Confieso que me llevé una sorpresa, cuando, a su regreso, me comentó que quería volver a escribir una nueva historia. Accedí, pensando en que durante sus días de confinamiento, le habría venido la inspiración. Ya se sabe que la inspiración viene donde menos se lo imagina.
-Y estoy de acuerdo con ello. Por eso, que algo de relación tiene con lo que he vivido -confesó.
El editor de Takeru volvió a mirarle, arqueando las cejas perplejo, entendiendo menos la conexión entre el final de la historia de amor que leía, con el final feliz que había habido tras su secuestro. Había tenido constancia sobre el fallecimiento de su hermano mayor, así como descubrir que en realidad, había sido salvado y, había vuelto junto a él y junto a su familia y amigos.
¡Eso era un final feliz en toda regla!
Y si había conexión con lo experimentado con aquella nueva historia…
¿Por qué la historia terminaba en tragedia?
-¿Está seguro de que no quiere cambiar el final? -le propuso en un segundo intento, por si conseguía que cambiara de opinión-. La historia es muy atrayente. De hecho, me alegra que haya hablado de la relación amorosa entre su digimon y el de su mujer. Pero que termine con la muerte de ambos, dejando a sus hijos desamparados…
-Si lee con atención, ve que no quedan desamparados, sino que tienen a sus compañeros humanos a su lado para apoyarles.
-Sí, pero… -no quería ser tan directo. Pues no quería perder a Takeru en su editorial. Era la minita de oro de la empresa. Y tenía que cuidarse de lo que dijera, sin que sonara muy brusco-. La muerte de la pareja protagonista… ¿no le parece demasiado trágico? ¿No sería mejor darles un final feliz con una aparición espiritual o algo parecido?
-Quisiera dejarlo tal cual cómo está.
-Pero… Una historia de amor con la muerte de la pareja protagonista…
-¿Por qué la obra más conocida de Shakespeare es la de Romeo y Julieta? Una historia donde su amor, a pesar de lo inocente y puro que era, sus protagonistas no tuvieron descendencia, sino un amor puro y eterno, donde la amada se suicida, al descubrir la muerte de su amado. Una muerte desgraciada, producto de un malentendido, al creer que su Julieta estaba muerta. Una historia que bien pudo haber terminado con un final feliz, pero Shakespeare, quiso darle un toque trágico y de suspense, haciendo creer al lector, que el final podría ser feliz. Y aún así, su historia sigue siendo literatura universal y tema cliché usado en multitud de historias y películas venideras, pero que éstas terminan en final feliz y que no trascienden como fue la de Shakespeare. Por eso mismo, para esta ocasión, decidí ser más convencional y tratar de que la historia quede grabada en los corazones de las personas futuras.
Viendo la decisión firme de Takeru, el editor no pudo seguir insistiendo y tener que aceptar su posición.
La trama era bonita, donde hablaba de Patamon y Tailmon con sus problemas por medio, como por ejemplo, el hecho de que eran digimon y de tipo ángel, donde el pecado carnal era una aberración. Pero al final, ambos permanecían juntos, atravesando todos los obstáculos que se les presentaban. Cuando se presentó el primer hijo, fue cuando la trama se había vuelto más problemática y oscura. Puesto que los digimon de tipo demonio, trataban de secuestrar al pequeño digimon, hijo de Patamon y Tailmon.
El editor conocía de la historia que envolvía a Takeru, antes de que la editorial lo contratase como su escritor estrella. Por eso, que imaginaba que ese primer hijo que tuvo la pareja digimon, debía estar basado en el digimon fallecido de su primera hija. Una niña llamada Kibou. El mismo nombre que estaba escrito como título, enlazándolo con el nombre de la esposa de Takeru, Kibou no Hikari (Luz de esperanza). Una moraleja donde al final, por mucho que se termine la vida de una pareja de amantes, la vida continúa con los que quedan. Y en este caso, es con ese primer hijo que lograron salvar y que, junto a sus tres hermanos, los cuatro hijos, habían aprendido de los errores para seguir adelante por sus padres fallecidos.
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Cuando Takeru salió del edificio se encontró con una sorpresa al ver allí a Patamon. Aunque habían pasado cuatro meses desde la batalla contra Yggdrasill, las secuelas del combate habían sido muy grandes, donde los digimon necesitaban reposar tras el semejante desgaste de energía que habían ofrecido. Por eso mismo, que Takeru le había dado a su digimon la oportunidad para que descansara en casa, y no tuviera que acompañarlo en sus reuniones con el editor.
-¿Qué tal te ha ido? -le había preguntado Patamon volando hacia él.
-Bien. Aunque al principio, se mostró un poco escéptico -cogiendo a su digimon y cargándolo sobre su hombro.
-No es de extrañar -comentó Patamon algo divertido-. Tenías dos historias que te pidieron ya hechas, y de repente, les pides ampliar el plazo porque tienes en mente otra historia de amor, y les presentas una tragedia.
-La mayoría de las historias terminan con un final feliz. Sería demasiado cliché hacerlo yo también.
-Eso es cierto -callando unos momentos. Entonces, le dio las gracias por haber hecho una historia basado en él y en Tailmon, y sobre todo, el que relatara sobre Yukipoyomon y no hubiese muerto en la historia, como había ocurrido en la vida real-. Lo agradezco de veras, aunque no entiendo porqué te decidiste a hacer una historia sobre nosotros.
Takeru miró de reojo a Patamon, y luego, miró al cielo al tiempo que colocaba las manos en los bolsillos para protegerse del frío. El invierno se acercaba, lo mismo que las festividades navideñas, donde se notaba cómo la gente empezaba a realizar sus compras apresurados, como si temieran quedarse sin nada.
-Gabumon y Piyomon me inspiraron.
Patamon hizo una mueca extraña con la cara.
Ellos lo habían inspirado, y era entendible, ya que después de la batalla contra Yggdrasill, y el descubrir que Yamato y Gabumon estaban vivos, sucedió un gran cambio en la casa del hermano mayor Ishida. Gabumon y Piyomon habían iniciado una relación romántica.
Ambos, tras haberse dado cuenta de la rabia que les suponía el haber reprimido sus sentimientos, y la felicidad de volver a verse de nuevo, hizo que dejaran atrás su promesa de enfocarse en sus compañeros humanos y en sus hijos para protegerlos. Una promesa que había perdido su eficacia, dado que los digimon de los hijos de sus compañeros, podrían protegerse ellos mismos y también a su respectivo compañero.
Ni Yamato ni ningún miembro de la familia se había opuesto a su relación. Es más, habían sentido una mezcla de alivio y alegría de que por fin, Gabumon y Piyomon se hubieran juntado.
Pues todos habían presenciado cómo ambos se querían, pero manteniendo las distancias y aguantando el dolor que les suponía por guardar aquel sentimiento. Para Sora, especialmente, había sido muy duro.
-Entonces, si ellos te inspiraron, ¿por qué no hiciste una historia con ellos de protagonistas?
Takeru cerró los ojos con suavidad, asomando una amplia sonrisa. La pregunta de su digimon sonaba confusa. Si Gabumon y Piyomon los había inspirado, Patamon tenía su razón en que era ilógico que hubiera creado una historia sobre Patamon y Tailmon. Quizás la hiciera porque Patamon era su compañero digimon, pero seguía siendo surrealista el hecho de que fueran otros quiénes le habían inspirado a crear aquella romántica y trágica historia de amor.
-Porque ellos ya están juntos -Patamon seguía sin comprender a su compañero. Sintió cómo Takeru le acariciaba un poco la cabeza, al tiempo que lo arrimaba más contra él-. Gabumon y Piyomon dejaron atrás ese miedo de perder a alguien, por querer hacer una vida más personal e íntima. Y quiero que tú también lo hagas, Patamon -ladeando la cabeza hacia la pequeñita de Patamon-. Ya te has castigado durante muchos años con lo de Kibou y Midoripoyomon. Quiero que, a través de mi historia, comprendas que su muerte era inevitable, aunque no estuvieras con Tailmon. Por eso -cogiéndolo ahora para tenerlo frente a frente-, extiende tus alas y deja de preocuparte lo que pueda ocurrirles a Isaki y a los demás. Ellos ahora son fuertes y pueden valerse por sí mismos. Aprende de esta historia que he escrito, donde los romances pueden ser cortos cuando lo inevitable se presenta.
"Hikari está de acuerdo en que ya es hora de que os centréis en vosotros mismos. Os lo merecéis, como se lo merecieron Gabumon y Piyomon."
Patamon miraba a Takeru asombrado. Como el digimon más infantil que era del grupo, le brillaban los ojos. Pues, daba igual que hubieran pasado los años y crecido en experiencia que su condición como digimon infantiloide formaba parte de su personalidad.
-¿Está bien entonces que… Tailmon y yo… estemos juntos…? -pronunciaba con una sonrisa.
-Así es. No tienes que preocuparte por las consecuencias. Más importante es tu sentimiento con Tailmon.
-¡Takeru! -saltando para abrazar con sus diminutas patas su rostro- ¡Gracias! ¡Muchísimas gracias!
-Gracias a ese vínculo -continuaba Ophanimon mirando a Seraphimon, hemos sido capaces de liberar un poder escondido, que no sabíamos que teníamos.
-Un poder para proteger a nuestros hijos, como ocurrió en tu libro, Takeru.
Takeru se sintió conmovido de las palabras de su digimon. Sin embargo, aunque sus digimon hubiesen liberado un poder que él había escrito en su novela, y fuera producto de su imaginación, se imaginaba que las consecuencias podrían ser las mismas. Y estaba seguro, que si sus amigos habían leído su libro, estarían pensando en lo mismo. Un gran poder conlleva a la muerte de uno mismo. Sobre todo, cuando ellos estaban en espíritu y no tenían un cuerpo físico real.
-Pero, aunque tengáis ese poder… ¿De qué nos sirve? -preguntó Miyako sin ninguna esperanza, y siendo más realista con lo que estaba viendo.
-Tiene razón -apoyó Iori-. Si todos juntos no hemos sido capaces de hacer ni un rasguño a Homeostasis, aunque podáis hacerlo vosotros, será imposible.
-Por no mencionar que no tenéis un cuerpo físico -seguía Ken igual de desanimado que el resto.
-Sí que hay una posibilidad -anunció Seraphimon-. Y aunque estemos todos en espíritu, aún mantenemos la luz en nuestros corazones.
-Tiene razón, Sora -comentaba Piyomon con alegría-. Todavía siento la luz del amor que tú me enseñaste.
-No podemos rendirnos si hay una oportunidad -comentó Veemon igual de animado que el resto.
El contraste de ánimos entre compañeros humanos y digimon era tanto, que los elegidos, no daban crédito en cómo podían seguir alegres e ingenuos como cuando los habían conocido y cómo cuando se habían despedido.
Seraphimon y Ophanimon se situaron en el frente de los diez digimon y miraron a los elegidos cogidos de la mano, como si fueran una parejita feliz.
-Realizaremos una simbiosis para fundirnos los doce en un solo ser.
-Pero necesitaremos vuestra luz y vuestra esperanza -continuó Ophanimon-. Agumon y los demás, se encuentran en su etapa básica. Así que debéis creer en vuestros corazones y en vuestros emblemas, para darles la última forma y así realizar una simbiosis entre digimon del mismo nivel.
Todos los humanos se miraron entre sí, como preguntándose si el que todos sus digimon se unieran en uno sólo, podría derrotar a Homeostasis.
-Puede que las posibilidades no sean muy altas, pero si es la única manera para hacerlo. Estoy dispuesto a ofrecer la luz de mi conocimiento para ello.
Las palabras de Koushirou inspiraron a Miyako, y secándose las lágrimas con la manga de su jersey, apoyó la moción, acentuando en que si todos unían la luz de sus emblemas en uno sólo, podrían provocar algún aumento de poder como les había ocurrido a Seraphimon y Ophanimon.
-¡Podría ser! -dijo Daisuke como si a él se le ocurriera la idea-. Si debido a la relación de Seraphimon y Ophanimon se hicieron poderosos, Ken y Miyako, Yamatosan y Sorasan, también podrían tener la oportunidad de que sus emblemas brillen con fuerza por su unión.
Las palabras de Daisuke animaron a todos, percatándose de que aunque lo que había dicho era cierto, había algo más entre líneas que el hombre había mencionado sin darse cuenta.
La unión. El símbolo de su emblema.
No era sólo la relación conjunta de varios de los elegidos que se habían casado entre ellos, sino el hecho, de que todos los emblemas eran uno solo.
-Creo que acabas de decir las palabras indicadas para dar más poder a nuestros digimon -le comentó Jou en un halago, que Daisuke no captó.
Sin entender nada, vio cómo todos empezaban a cogerse de las manos formando un círculo.
Para que la unión entre emblemas se hiciera uno, no sólo tenían que creer en la luz de sus emblemas, sino el poder transmitirlo unos a otros para que ésta llegara a todos. Debían estar unidos para aquella causa común y creer en el milagro.
Tras cerrar el círculo con sus digimon dentro y Seraphimon y Ophanimon en el centro de todo, los digielegidos cerraron los ojos y empezaron a concentrarse. Las luces del respectivo color de su emblema brillaron en sus corazones y éstas llegaron a sus respectivos digimon. Los diez digimon brillaron del color característico y adquirieron la silueta de su forma final.
Seraphimon y Ophanimon viéndolo se miraron al frente entre sí, uniéndose con ambas manos. Aquella sería la última vez que estuvieran juntos, pero lo aceptaban. Habían sido felices, y ahora, tenían que proteger a los que más amaban.
Una gran luz multicolor envolvió a los digimon y a los elegidos que llegó hasta el cielo blanco, pintándolo con las luces cálidas de los corazones de los elegidos y sus digimon.
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MUNDO HUMANO
La aparición de Homeostasis hizo que el pánico volviera a cundir entre los habitantes de Odaiba.
Los que no poseían compañeros digimon, volvieron a refugiarse, despavoridos, en el interior de los búnkeres, mientras que los demás, luchaban con todas sus fuerzas contra Homeostasis.
Meiko, sus amigas y sus hijos, observaban aterrados como una y otra vez todos sus digimon caían derrotados por el poder sobrenatural que Homeostasis poseía.
Sin embargo, a pesar de que caían una y otra vez, ninguno perdía la esperanza.
Aunque todo fuera inevitable y estuviera todo perdido. Seguirían luchando hasta el final. Huir, sería deshonrar el esfuerzo de sus padres. Pero también, tenían que ser conscientes de la realidad, y hacer algo más que luchar.
-¡Si seguimos así, acabarán con nosotros! -exclamaba Aine-. ¡Tenemos que pedir refuerzos al Mundo Digimon!
-¡¿Y cómo vamos a hacerlo si no tenemos línea con ellos ni con nadie?! -declaró Sei. Aunque se negaba a perder la esperanza, la realidad golpeaba de manera muy dura.
-Aunque caigamos nosotros, tenemos que ayudar a la gente que está en los búnkeres. Enviémosles al mundo digital de los tres ángeles -declaró Meiko, donde no iba a permitir que toda la humanidad se extinguiera.
Kazumi le recordó como su Tablet había quedado inutilizada.
-En ese caso -decía Keiko adelantándose unos pasos sobre su hija-, deberás irte con Hachimon y encontrar en alguna casa, algún aparato digital que te permita comunicarte con ese mundo. Y guiar a la gente hasta ese mundo.
-¡Pero Hachimon y yo no podemos abandonar la batalla!
-Pero debes hacerlo -le dijo su madre con tono severo, para luego suavizarse y recordarle qué era lo más importante en ese momento-, por el bien de nuestra humanidad.
Kazumi se negaba a abandonar a su madre y a su hermana, pero si querían poner a la gente a salvo, no les quedaba más remedio que trasladarlos a otro mundo, donde Homeostasis no tenía jurisdicción.
-Decide, Kazumi, o morimos todos, o nos sacrificamos unos pocos para que nuestro mundo y nuestros digimon sigan viviendo -dejándole aquella decisión tan conflictiva.
La balanza tenia que inclinarse para el lado más obvio. Pero sus sentimientos personales, no la dejaban pensar con claridad.
-Kazumi, ¿qué crees que hubiera hecho tu padre? -insistiendo.
-Buscar la forma de ayudar a la gente -contestó ella con lágrimas en los ojos.
Keiko asintió y, sin más que discutir, le pidió que fuera entonces y que viviera por ellos.
Aquella conversación había sido vista y escuchada por el resto de las madres y algunos de los chavales. Se miraron entre sí, y como si pensasen lo mismo, asintieron con la cabeza.
Los tres hermanos mayores Ishida trataron de convencer a Aki que se fuera con Tsukiyomimon para apoyar a Kazumi y a Hachimon.
-Necesitarán respaldo. Y tú eres los suficientemente fuerte como para poder hacerlo.
-Pero… -queriendo protestar a las palabras de Yuuta.
-Papá y mamá harían cualquier cosa por proteger a los seres que tanto quieren. Y los abuelos, necesitarán de tu compañía -apoyaba Natsumi.
-Pero…
-No te preocupes por nosotros. Estaremos bien. Puede que incluso surja la posibilidad de que nosotros también podamos ser salvados como en los típicos animes cuando la cosa se pone chunga -decía Aine con tanto convencimiento, que ni ella se creía que la realidad superase a la ficción. Pero tenía que convencer a su hermano pequeño para que se marchara.
Isaki también le pidió a Kazumi que se llevara a su hermanita, pese a la queja de la niña, en que Starangewomon era muy poderosa y necesaria en aquella batalla.
Pero las protestas de Hinode valían lo mismo que las de Ryu. Carentes de validez, porque ellos necesitaban ser salvados para proteger su propio futuro. Todavía eran muy pequeños. Sus digimon tenían que enseñar a la siguiente generación el vínculo tan importante entre compañero humano y compañero digimon. Eso fue lo que Osamu le había dicho tanto a su hermano como a Hinode para convencerlos.
Musuko también le dijo a su hermano Daichi y a su madre que se marcharan con Kazumi, dándoles las mismas razones que los demás le habían dado a Aki, Hinode y a Ryu. Y aunque Daichi estaba en desacuerdo en marcharse, Musuko le dio una razón más que válida para que se fuera.
-Si papá se enterara de que perdió otra esposa por su culpa, se sentirá mal y me dará un señor coscorrón allá en el cielo -tratando de bromear-. Por eso, mamá tienes que irte con Daichi. Él tiene que estar contigo para que podáis apoyaros mutuamente.
Arisa no quería marcharse.
Dejar a su hijo sacrificándose por ella.
Quizás no fuese su hijo de sangre, pero lo había criado como si fuera suyo. Y lo quería de la misma manera que a Daichi.
Permitir que hiciera algo propio de ella como madre.
¡De eso nada!
¡¿Cómo iba a marcharse, y ver cómo su hijo perdía la vida?!
-Kaiserveidramon posee más experiencia y poder que tu digimon, mamá -le explicó Musuko, forzando una sonrisa de confianza-. Además, ya has oído lo que ha dicho la hermana mayor de Nat. Puede que hasta haya una posibilidad de que nosotros también nos salvemos.
Pero Arisa sabía perfectamente que eso era imposible. A diferencia de los niños, ella ya no era tan ingenua para creerse semejante falacia.
-¿Lo prometes? -le pidió Daichi inseguro de sus palabras-. ¿Prometes que volverás con nosotros?
-¡Palabrita de honor! -levantando la palma de la mano, adoptando la pose de un niño bueno y prometiéndole falsamente. Pues, aunque no lo cumpliera, qué platos rotos iba a pagar Musuko, si ya no estaba en el mundo de los vivos.
Meiko también le confió el cuidado de su hija Kaori a Kazumi. La niña al ser transportada de los brazos protectores de su madre hacia una desconocida, empezó a berrear, llamando la atención de su digimon de inmediato.
El fijarse en cómo su compañera humana era sujeta por la hija pequeña del portador del conocimiento, le hizo desconfiar de lo que estaba sucediendo. Y su distracción produjo que casi recibiera uno de los tantos ataques de Homeostasis. Rasielmon se interpuso para salvar a su hija digimon. Gracias a su buen oído gatuno, le pidió a la digimon que cuidara de Kaori.
-¡Vete con ella! ¡Rápido! -le exigió como una madre severa, donde no aceptaba un no por respuesta.
La digimon sin comprender nada, veía cómo, por alguna razón, sus dos hermanos digimon se unían a su madre, como si hicieran de escudo, para que ella pudiera marcharse.
Reunidos todas las personas que se tenían que marchar, el equipo que quedaba para continuar luchando contra Homeostasis, se unió más que nunca. Para darles tiempo a los que se marchaban y que Homeostasis no los viera, los digimon empezaron a atacar sin descanso, creando una densa humareda.
-¡HUÍD! ¡AHORA! -pidió Noriko.
Con el dolor pintado en la cara, y aún resistiéndose a abandonarlos, a los niños más pequeños y a Arisa, les costó mucho acatar esa orden.
Y a punto de hacerlo, algo inesperado surgió del cielo agrietado.
Todo el mundo se quedó asombrado, observando cómo desde el cielo agrietado una luz multicolor emanaba con resplandor y calidez.
Una calidez que llegaba a los digimon de los hijos de los elegidos, como si sintiesen algo especial y nostálgico.
De aquel haz de luz surgió una enorme silueta de la altura de Homeostasis.
Aquella silueta tenía forma humana, aunque se notaba que tenía algún tipo de armadura sobre su cuerpo. Pero lo que más resaltaba eran las ocho alas que estaban en la parte trasera y una especie de corona volátil sobre su cabeza.
Los digimon que atacaban de forma continuada hacia Homeostasis, habían dejado de hacerlo y Homeostasis observaba su espalda con ligera sorpresa.
Aquel ente, levantó la mano y la estiró hacia adelante. Para sorpresa de todos, vieron cómo Homeostasis cayó hacia atrás al recibir un impacto de aire contra él.
Sin comprender muy bien lo que estaba pasando, todos los humanos se asustaron cuando, de repente, unos pequeños haces de luces se presentaron cerca de ellos.
¡Eran Taichi y los demás!
La alegría que tuvieron todos por verlos vivos fue emotivo. Todos corrieron a abrazarlos felices y llorando sin poder creerse que aquel milagro volviera a suceder.
Los digimon al ver a la familia de sus compañeros humanos los alegró de igual manera. Y entonces, se fijaron en el nuevo ente que había aparecido, donde su instinto les indicaba que tenían que ser los digimon de los doce digielegidos.
El haz de luz se esfumó por el propio ente, como si éste lo hubiera invocado, viéndose a un digimon increíble y de apariencia poderosa.
Era un digimon con forma de ángel pero recubierto, parcialmente, de una armadura de color blanco. Llevaba un yelmo que sólo le cubría la parte frontal de la cabeza con dos plumas a cada lado, como pendientes, de los colores de los emblemas de Daisuke, Ken, Miyako e Iori. Su cara estaba al descubierto y sus ojos eran blancos y brillantes. Habían unos haces de luces alrededor del yelmo, dando la impresión de una corona real. Su larga cabellera de color dorada, sobresalía a través del yelmo y estaba atada en una coleta baja.
La parte de arriba de la armadura, estaba cubierta por las hombreras, el peto y las manoplas. Sobre el peto había una línea tallada de color dorado y sobre ella, estaban incrustadas, como si fueran preciosos diamantes, los emblemas de los ocho primeros digielegidos. A ambos lados de la cadera, se encontraban, de la misma manera, los cuatro emblemas restantes.
La parte inferior de la armadura, estaba compuesta por el quijote y unas largas y amplias botas negras que llegaban hasta la rodillera.
Pero lo más destacado eran las ocho alas a la espalda que representaba los colores de los emblemas de los ocho primeros digielegidos y que vertían virutas multicolor como si escupieran arcoíris.
-¿Quién es? -había preguntado Kazumi sin poder resistirse a su curiosidad.
-Es Omnimon, la fusión de todos nuestros digimon
(NA: Dato muy importante, Omnimon es la traducción conocida en occidente a Omegamon. Pero hay que tener en cuenta que, al igual que Gatomon o Matt, no son los nombres originales de los personajes, sino Tailmon y Yamato. Así como Omega, de Omegamon, aparte de ser la última letra del alfabeto griego, y que junto a Alpha, de Alphamon, que es la letra del alfabeto griego, el Alpha y el Omega, simbolizan el principio y el fin según el Apocalipsis. Por otro lado, Omni viene del latín que significa todo o la totalidad de algo, y aquí casaría con la fusión de todos los digimon.)
La fusión de todos los digimon de los doce digielegidos.
Un digimon tan poderoso capaz de rivalizar contra Homeostasis.
Homeostasis lo enfrentó y con un feroz movimiento, quiso golpear a Omnimon. Esto provocó que se creara un fuerte impacto que sacudió la tierra. Una gran propulsión de aire hizo temblar las zonas arquitectónicas que no estaban protegidas por los pequeños dispositivos creados por Koushirou.
Los elegidos, sus hijos y el resto de digimon tuvieron que protegerse como pudieron para no verse arrastrados por la corriente de aire.
Cuando pudieron visualizar que es lo que había pasado, todos sintieron una mezcla de sorpresa y alegría al ver cómo Omnimon había podido detener, sin ningún esfuerzo, el ataque de Homeostasis.
El puño de Homeostasis había alcanzado la palma de Omnimon que lo retenía como si le fuera un juego de niños. Las venas en la cara de Homeostasis se vieron visibles, donde el ente empleaba todo su poder para alcanzarlo. Pero Omnimon no mostraba reacción de tensión alguna. Con su otra mano, la cerró en un puño y le dio un puñetazo a Homeostasis, mandándolo al cielo, con el propósito de alejarlo de los humanos y de las estructuras desprotegidas de Odaiba.
En lo más alto del cielo, Omnimon comenzó a atacar sin cuartel a Homeostasis.
Los que estaban en tierra, apenas podían visualizar lo que había allá arriba. Sólo los digimon podrían informarles de la ventaja de Omnimon contra Homeostasis.
Omnimon atacaba con sus propios puños sin parar, pudiendo realizar un ataque de energía y derrotarlo sin problemas. Pero el hecho de cómo aquel ente había hecho tanto daño físico y psicológico a sus compañeros humanos, a sus hijos, a los compañeros humanos de sus hijos, a los propios humanos y a jugar con las emociones de pequeños digimon inocentes y a sus pequeños compañeros humanos, era algo por lo que Homeostasis tenía que pagar.
Ver cómo Homeostasis se encontraba contra las cuerdas, todos daban ya por sentado que ganarían.
Pero cuando Omnimon creyó que era el momento de darle el golpe de gracia, Homeostasis, con toda su apariencia lastimada, alzó su mirada hacia el cielo. El cono que tenía como sombrero, no le permitía ver cómo había cerrado los ojos. Sus manos se cerraron en puños y todo su cuerpo empezó a emitir una gran luz de energía. Y Homeostasis sacó el último as que tenía en la manga, y que todos debían haber supuesto que algo así tendría que ocurrir.
Igual que Yggdrasill cuando se había librado de su toga, mostrando su verdadera apariencia y poder, Homeostasis había hecho lo mismo.
La figura que había debajo de la toga y del cono como sombrero, contrastaba con la armadura resplandeciente de color dorada que le cubría todo el cuerpo, a excepción de la cara. Su extensa barba blanca era rizada como su larga cabellera. Portaba una gran lanza como arma de guerra. En su anterior apariencia, Aine le había apodado falso Papá Noel por esa apariencia de anciano y, también, porque sólo escogía a niños como compañeros humanos para los digimon, como cuando Papá Noel hace regalos a los niños.
Tal cómo los análisis de Koushirou habían reflejado, Homeostasis e Yggdrasill eran la primera basura informática desechada por los seres humanos, cuando la tecnología había comenzado a desarrollarse.
Esa basura, había tomado la forma de dos entes que tenían almacenada la información básica y antigua del mundo humano. Con los datos de cuando el mundo humano comenzaba a desarrollarse, y la presencia de un ser divino, dependiendo de las distintas religiones, ellos adoptaron ese rol. E igual que el Dios que había creado al mundo y al ser humano, Homeostasis e Yggdrasill crearon a a los seres digitales, con la información que había en sus recuerdos y que pensaban que era producto de su propia imaginación y creatividad.
Como los seres humanos estaban compuestos por hombres y mujeres, Yggdrasill había tomado la forma de una mujer pero con forma de árbol. Creyéndose la madre tierra que da vida a la propia naturaleza y la creadora de lo material.
Homeostasis, era la contraparte. El hombre que daba vida y luz a la materia que creaba Yggdrasill. El Dios que da la vida y alma a los digimon. El padre de todos, cómo estaba escrito en la mitología nórdica del dios Odín.
Su manifestación con su verdadero aspecto, era el claro reflejo de creerse aquel personaje. Hasta tenía el descaro de poseer un parche en uno de sus ojos, ´siendo evidente que carecían de originalidad, y que todo, provenía de la información del Mundo humano.
Con aquella nueva forma, Omnimon continuó sin amedrentarse, y el ataque final que tenía condensado en la mano, y que había detenido, cuando había visto a Homeostasis sufrir una nueva transformación, lo lanzó en ese momento.
El ataque le dio de lleno, sacudiendo de nuevo toda la zona en la que los humanos se encontraban. Incluso, muchos tuvieron que sujetarse a las rocas del suelo para no volar por los aires.
Había sido tan potente que los digimon de Meiko y los demás, se habían acercado hasta sus compañeros humanos y familiares para protegerles.
Con aquel ataque tendría que haber derrotado a Homeostasis, supuso la mayoría. Sin embargo, éste lo había detenido con otro ataque. Aún con su gran poder, parecía que le costaba detenerlo, así que, con su lanza con la que había lanzado su propio ataque, elevó ambos ataques hacia el cielo, y éstes colisionaron en uno sólo creando una gran explosión capaz de destruir un planeta. El cielo se hizo más claro que nunca, llamando la atención de todos, incluido la de Omnimon. Su despiste provocó que Homeostasis se lanzara contra él, siendo ahora él el que atacaba sin tregua.
La batalla cuerpo a cuerpo, donde de vez en cuando, lanzaban pequeños ataques el uno contra el otro, como buscando una brecha en su adversario con la que lanzar su ataque definitivo, se fue prolongando, donde los humanos y el resto de digimon veían una batalla en igualdad de condiciones.
Koushirou temía que la digievolución de Omnimon sufriera las mismas consecuencias que cuando Omegamon había usado la energía de los dos digimon ángeles y de Imperialdramon cuando derrotaron a Yggdrasill.
Sin ninguna información sobre Omnimon y sin ningún aparato digital con el que poder analizar la situación, no podía saber si su transformación tendría un periodo de tiempo limitado y, de ser así, de cuánto tiempo dispondrían.
Rasielmon y los demás, por su parte, acordaron en ayudar a Omnimon, sin embargo, el propio Taichi les dijo que no lo hicieran.
-¿Por qué no? -le había preguntado Meiko.
-Aunque tengamos ventaja numérica, el poder de Saintmistymon y de los demás, está muy por debajo del de Homeostasis -explicó Koushirou con gran pesar, donde su esposa también manifestaba el querer ayudar con su digimon.
-Tiene razón -confesó Sanae, asimilando con gran pesar la situación-. Creo que hemos tenido la prueba suficiente cuando Homeostasis pateó a Yukioonamon y a los demás en su anterior forma. Si ahora es mucho más poderoso, sólo seremos un estorbo.
-¡Os estáis preocupando por nada! -aseguraba Musuko donde no entendía las caras largas de los adultos y de varios de sus amigos-. ¡La batalla está igualada y seguro que Omnimon encontrará la forma de vencerlo!
-Eso es lo que parece, pero la realidad no es esa -le dijo Archpiddomon-. Homeostasis supera a Omnimon.
Musuko y varios de los niños que suponían que estaban en igualdad de condiciones, no se lo creyeron, pero cuando vieron al cielo, y observaron cómo Omnimon recibía más daño que Homeostasis, les entró la desesperación y a pensar que, incluso que con todo ese poder que tenía Omnimon, todo seguía perdido.
-¿Entonces, no hay nada que hacer? -preguntó Minami con lágrimas, abrazándose con fuerza a su padre.
-¡Sí que hay algo que podemos hacer! -promulgó Takeru con firmeza. Era el único, entre los adultos que se mantenía animado y confiado-. Mientras tengamos luz y esperanza, podemos hacer algo.
Una frase muy ingenua venida de un adulto y que descolocaba a varios de los adolescentes. Lo más sorprendente, fue la mirada que había lanzado Takeru hacia Hikari, donde asentía cómo si supiera lo que estaba pensando.
-Si pensamos que todo está perdido, entonces perderíamos toda esperanza. ¿Cómo vamos a hacerlo si tenemos la luz guardada dentro de nuestros corazones? -comentó Hikari-. Fue gracias a la luz de todos nosotros y de nuestros digimon que nació Omnimon.
Todos la miraron, donde los adultos elegidos empezaban a pensar que había algo de cierto en lo que decía. De hecho, había sido gracias a Takeru y a Hikari, que habían podido despertar de aquel extraño sueño donde se despedían de sus digimon. Sus digimon ya no estaban en su forma física, pero habían podido transmutarse en un digimon físico y único. Todo gracias al poder de la luz de sus corazones. Tal cómo había dicho Hikari.
-¡Hikarichan tiene razón! -apoyó Mimi con suma ingenuidad-. ¡Tenemos que apoyar a Omnimon con la luz de nuestros corazones!
-¡Estoy de acuerdo! -le siguió Jou animado- ¡Nuestros digimon siempre han estado peleando por nosotros! ¡Nosotros también debemos hacer algo para ayudarles por muy pequeño que sea!
-Son nuestros amigos de toda la vida, es lo menos que podemos hacer -declaró Yamato con Sora asintiendo las palabras de su esposo.
Los seres humanos no podían luchar contra digimon, por muy elegidos que fueran. Pero tenían algo que los hacía especiales. Y ese algo era la luz que se transmitía a sus dispositivos digitales y con los que estaban conectados a los digimon. Y aunque los dispositivos de Taichi y de los once elegidos estuvieran rotos, al perder a sus digimon físicamente, el poder de sus emblemas aún permanecía dentro de sus corazones.
Igual que en aquel mundo blanco, los adultos formaron un círculo y se llevaron las manos a sus corazones para invocar las luces de sus emblemas que guardaban en su interior.
Cuando eran niños, habían necesitado del apoyo material del circuito y el emblema, para que su característica hiciera efecto en su digimon a la hora de digievolucionar. Pero ahora, no necesitaban de nada material para invocarlo. Era algo que los doce elegidos habían estado conservando y perpetuando a lo largo de los años como insignia propia de su personalidad.
La luz de los doce digielegidos llegó hasta Omnimon, donde las alas de su espalda y de su cabeza brillaron de su respectivo color. Omnimon sintió también la energía de las características de sus compañeros humanos, y con esa energía, no encajó el golpe que Homeostasis le iba a dar.
Los hijos de los elegidos, sus parejas y el resto de digimon, alternaban la vista entre los doce elegidos y Omnimon. Era como si los doce humanos hubieran creado una magia que amplificaba el poder de Omnimon. Sin embargo, parecía que seguía sin ser suficiente para derrotarle.
Entonces, las parejas de los elegidos alzaron sus dispositivos hacia el cielo para apoyar con su luz a Omnimon.
-Quizás sea inútil, pero es como ellos dicen -decía Noriko.
-Por muy pequeño que sea, nosotros también podemos ayudar a Omnimon en la batalla -recitaba Keiko las palabras de Jou.
-Porque nosotros también somos elegidos -exclamó Arisa, sintiéndose motivada como nunca en su vida lo había estado.
-No tenemos emblema, pero sí que disponemos de la luz que hay en nuestros corazones -declaró Meiko.
Los hijos de los elegidos hicieron lo mismo. Quizás hubieran heredado las características de sus padres, pero la luz de sus emblemas era inmadura en comparación con la de sus padres. Y en aquel momento, era mucho más efectiva la propia luz que tenían en sus corazones y que conectaba con su compañero digimon.
Haces de luz salían de todos los dispositivos que rodeaban a los doce digielegidos. El poder de Omnimon iba en aumento, y Homeostasis, al darse cuenta, quiso detenerlo, pero Omnimon hizo todo lo posible para que no les alcanzara. Su poder todavía estaba por debajo del de Homeostasis.
-¡Nosotros también! ¡Creamos en nuestra esperanza! -dijo animada Starangewomon, animando a sus amigos digimon.
Animados por la confianza de la pequeña digimon, los digimon ofrecieron su energía.
La ampliación de poder le llegó a Omnimon como un fuerte latido en su corazón. Volvió a enfrentarse a Homeostasis, pero aún con toda la energía de sus amigos y de los digimon todavía seguía sin ser suficiente. La energía de cada uno, eran milésimas partes de energía, en comparación con el gran poder de Homeostasis, donde incluso con toda la energía de todos los digimon y los compañeros humanos que había por todo el mundo, seguiría sin ser suficiente.
Aún así, nadie dejó de emitir su propia luz.
Creyendo firmemente en la esperanza.
Rezando para sus adentros, desearon con todas sus fuerzas que Omnimon tuviera el poder para vencer a Homeostasis y que la paz pudiera regresar a su mundo. Una oración que fue propulsaba con mucha fuerza por parte de todos, y que el poder de los digimon sagrados presentes, inconscientemente, lo transmitieran hacia todos los compañeros humanos del mundo y a todos los digimon del mundo humano y del mundo digital. Una oración que incluso Homeostasis escuchaba y que consideraba peligrosa.
Entonces, de todas partes del cielo, llegaron las haces de luces de todos los compañeros humanos con digimon, así como la energía espiritual de todos los digimon que había por todo el mundo.
Homeostasis sentía como Omnimon se iba haciendo fuerte poco a poco, aunque su ampliación de poder, seguía siendo inferior a la suya.
Antes de que la cosa empeorase, en un acto desesperado para finiquitar aquella batalla, se elevó hacia lo más alto del cielo y condensó una gran bola de energía para impactarla contra la tierra. Lo suficiente como para destruir toda una nación.
Sin esperar ni un solo segundo, la lanzó contra la tierra, pero Omnimon se interpuso entre aquella bola de energía y la superficie. Con su propio ataque trató de detenerla. Pero era tan poderosa que lo arrastraba hasta la tierra.
Aún así, no iba a rendirse.
Él era la esperanza de los digimon y de los humanos.
Todos estaban aportando su luz y su esperanza para apoyarle a derrotar a Homeostasis.
Sentía los corazones de todo el mundo, pero sobre todo, el de sus doce compañeros humanos.
Creería en ellos.
Lucharía por ellos.
Protegería el mundo humano por ellos.
Aquel segundo hogar que les había permitido tener una vida junto a sus preciados amigos humanos.
Todos ellos habían reído, compartido, habían sufrido, habían estado juntos, creando un vínculo que nadie podría romper.
También, se habían convertido en los segundos padres de los hijos de sus compañeros. Habían sido sus defensores. E incluso habían sido padres y mentores de los digimon de sus hijos. Ellos habían crecido, considerándolos como si fueran sus padres de verdad. Aprendiendo los valores importantes de la vida junto a ellos, como compañeros digimon.
Los doce digimon se sentían orgullosos de haberles visto crecer y de convertirse en digimon leales a sus compañeros, como lo habían sido ellos.
Ellos eran la siguiente generación. Los que enseñarían a los hijos de los hijos de sus compañeros lo que es ser el compañero digimon de un humano.
Los doce digimon habían sido muy queridos, no sólo por sus propios compañeros humanos y por sus hijos, sino por todos. Incluso por los padres de sus compañeros humanos.
Desde el primer momento, nunca habían desconfiado de ellos. Incluso cuando habían sido niños de once años. Confiaban en que pudieran proteger a sus hijos de los digimon peligrosos que amenazaba con matarles. Incluso, los consideraban como miembros de la familia.
Habían tenido la suerte de contar con amigos como ellos. De poder vivir una buena vida. De poder ser felices a nivel personal.
Con ese sentimiento, ingenuamente, habían supuesto que el resto de digimon, vivían felices como ellos. Nunca habrían imaginado el dolor y el trauma que habían tenido que soportar algunos de sus camaradas.
Quizás algo de culpa tenían, por ser egoístas y permitir que el mundo humano y el mundo digimon se mezclara, cuando los humanos podían ser malvados como los digimon demonio.
Pero si ese era su castigo, no iba a permitir que todo el mundo pagase por algo que no tenían culpa. Por eso, que si alguien debía sacrificarse por lo que muchos digimon habían padecido, tenían que ser ellos.
Esa era la razón de porqué habían aceptado de forma tranquila, su muerte y su separación con sus amigos humanos.
Sin embargo, antes de desaparecer de sus vidas, detendrían a Homeostasis, pasara lo que pasara.
Entonces, de repente, del interior del cinturón de Elpidamon, aparecieron dos pequeños brillos. Las gemas que habían representado a Dunkelmon y Lichtmon que Elpidamon guardaba en su cinturón, se activaron como si tuvieran vida propia. Emergiendo del cinturón con su brillo blanco y negro, salieron disparadas hacia Omnimon.
El digimon de la esperanza al verlo, no comprendió nada, pero al igual que sus hermanos digimon y el resto de los amigos de su generación, quedaron consternados como aquellas dos gemas se habían transformado en los espíritus de Dunkelmon y Lichtmon.
Los hijos de luz y esperanza al verlo, pensaron de inmediato en la dura batalla que habían tenido con ellos. Y se sorprendieron cómo aquellos dos digiclones, tras mirarse mutuamente, estiraron sus manos y alrededor de Omnimon aparecieron el resto de las gemas que habían representado a los otros seis digiclones. Las gemas se transformaron de inmediato en Wertmon y en los demás.
Los que no sabían quiénes eran aquellos nuevos espíritus de digimon, suponían que podrían tratarse de aliados. Ya que los ocho rodeaban a Omnimon sin hacer nada. Pero la mayoría de los hijos de los elegidos y sus digimon no opinaban lo mismo. Sólo Aki, Sei, Sanae y sus respectivos digimon se alegraban por ver a Freundmon, Aufrichtigmon y a Wertmon.
Omnimon, a través de los recuerdos de los digimon que habían visto la batalla entre los hijos de luz y esperanza a través de la pequeña mirilla que tenían cuando habían estado secuestrados, pudo reconocer a Dunkelmon y Lichtmon. Pero ver a Wertmon y Freundmon que eran casi las copias de Agumon y Gabumon, con ligeras modificaciones, le dio que pensar que estaban de parte de Homeostasis.
Si tenía que lidiar con ellos también, entonces no habría nadad que hacer.
-No te preocupes, no somos el enemigo -aseguró Lichtmon con una sonrisa sincera.
-Gracias a Elpidamon, hemos sido purificados y librados de ese sentimiento negativo que nos impuso nuestra madre -le comentó Dunkelmon.
-Pero… -eso no explicaba, quiénes rayos eran los otros espíritus, y porqué dos de ellos tenían un parecido muy grande con Agumon y Gabumon.
-Nosotros fuimos los digiclones que se enfrentaron a los hijos de los digielegidos -comentó el que se parecía tanto Agumon, donde hasta sonaba igual de ingenuo y alegre que él.
-Nosotros fuimos digimon maltratados y que morimos a manos de nuestros propios compañeros humanos -reveló el que se parecía a Gabumon.
-Pero, Homeostasis e Yggdrasill salvaron nuestras almas y modificaron nuestros cuerpos en forma de digiclones. Nos lavaron la cabeza de que todos los humanos eran culpables de lo que habíamos pasado y nos obligó a pelear contra los hijos de los digielegidos y sus digimon -confesó el más grande de todos aquellos digiclones, mirando con una sonrisa de agradecimiento a Sei por haberle comprendido y querido ayudar cuando habían peleado.
-Y aunque hemos muerto, todos nosotros fuimos creados de una sola materia, pero inculcando una misión determinada para cada uno. Y esa materia era la luz y la oscuridad. El Ying y el Yang que portan Dunkelmon y Lichtmon -explicó horripilante mosquito de color negro.
-¡Pero también es porque Dunkelmonkun y Lichtmonchan son ángeles caídos con un gran poder! -la refutó un espíritu femenino a su lado con forma de árbol y que, curiosamente tenía ojos y boca.
-Sea como sea si estamos aquí, se lo debemos a Elpidamon -decía Dunkelmon.
-Hemos cometido un sinfín de pecados y equivocaciones, por culpa de lo que nuestros mentores nos hicieron creer -comentó con arrepentimiento el otro espíritu femenino, que vestía de una manera algo provocativa.
-Y es hora de extirpar nuestro pecado y ayudaros -comentó el que se parecía tanto a Gabumon.
-Aunque no sea suficiente para justificar todo el daño y sufrimiento que los digimon, vuestros hijos y sus compañeros han padecido -decía Lichtmon arrepentida como el resto-. Pero es algo que os debemos, sobre todo a Elpidamon que se compadeció de nosotros. Nos mantuvo a mi hermano y a mí juntos cuando éramos gemas, purificándonos con su poder de esperanza.
-¿Su poder de esperanza? -repetía Omnimon las palabras de Lichtmon. Al mirar a Elpidamon de reojo muy fijamente, se percató de que tenía una mirada muy familiar con alguien que jamás olvidaría. Sino fuera porque creía en el milagro, jamás se imaginaría que Elpidamon era…
-¡MALDITOS! -musitó Homeostasis, interrumpiendo el buen ambiente que había entre los digiclones y Omnimon- ¡¿CREÉIS QUE UNOS MUERTOS COMO VOSOTROS PODRÁ CON EL QUE OS DIO LA VIDA?!
-¡Podemos hacerlo si ofrecemos nuestra energía! -clamó Wertmon con valentía.
-Y no solo eso podemos hacer eso -comentó ahora Lichtmon. Junto a Dunkelmon estiraron sus manos hacia el cielo y tres enormes agujeros se abrieron, viéndose tres mundos distintos-. Padre, nos diste el poder para cruzar dimensiones, y ese mismo poder es el que te condenará a la destrucción.
Tres puertas abiertas a tres mundos distintos. Los que miraban hacia el cielo, podían ver claramente qué mundo era el que Dunkelmon y Lichtmon habían abierto.
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MUNDO DIGIMON
Las cinco bestias sagradas que habían sido alertadas por la voz lejana de Oikawa de que los doce digielegidos estaban vivos y que sus digimon se habían fusionado en un solo digimon, se habían puesto desesperados al descubrir que aún así era insuficiente para vencer a Homeostasis.
Encantados, acudirían a ayudarles, prestando el poder de su luz, pero con ese sentimiento de duda, de si se iban al mundo humano y dejaban a los digimon desprotegidos, se les había ocurrido la alternativa de abrir una puerta que funcionase como ventana al mundo humano. Así podrían prestar su energía a Omnimon. Tanto Oikawa en espíritu como los agentes parecidos a Gennai iban a trabajar duro para crearla, hasta que, gracias a Dunkelmon y Lichtmon, tuvieron esa ventana antes de lo esperado.
La voz de Oikawa resonando como un eco, y observando como todos los humanos apoyaban con la luz de sus dispositivos y con la energía de los digimon, les pidió a todos los digimon que hicieran lo mismo.
-¡Adelante, chicos! -exclamó Daigo con ánimo, alzando su dispositivo hacia el cielo.
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MUNDO DIGIMON GOBERNADO POR LAS CUATRO BESTIAS SAGRADAS
-¡Tenemos acceso con el mundo humano de Kensan y los demás! -exclamó Jenrya.
-Se ven en serios problemas -comentaba Baihumon.
-La luz de los dispositivos y la energía de todos los digimon está pontenciando a ese digimon ángel -observó Qinglongmon.
-Aún así, con el poder de las luces de todos esos humanos y de los digimon no es suficiente para derrotarle -aseguró Xuanwumon.
-¿No podemos ayudarles? -preguntó Takato a las cuatro bestias.
-Si unimos nuestras luces y la de ellos -dirigiéndose a las cuatro bestias sagradas-, seguro que algo podemos hacer, Culu -decía Culumon volando alrededor del hombre.
Baihumon y Xuanwumon se miraron, aceptando prestar su ayuda. Sin embargo, el problema radicaba con Zhuqiaomon. El gran pájaro rojo había sido arrastrado para estar junto a sus camaradas. Pero de entre las cuatro bestias sagradas, él era el único que se oponía a no inmiscuirse en asuntos ajenos, como pasó cuando Yamato y Sora habían querido proteger a Aine en otro mundo.
El tigre y la tortuga con el árbol encima miraron al pájaro rojo, pero de Qilongmon salió la gran presgunta.
-Aún cuando seres como nosotros, están luchando con todas sus fuerzas para sobrevivir, ¿sigues insistiendo en no querer ayudarles?
El pájaro miró hacia otro lado. A través de sus ojos rojos, no podía reflejar ninguna emoción. Pero sin duda, parecía muy molesto con la situación. El pequeño Culumon se situó a su lado, y con su inocencia y con su voz tierna, le rogó que les ayudara.
Era imposible resistirse a ese pequeño digimon de la luz, y con un gran suspiro, Zhuqiaomon estiró sus seis alas y brilló con ese rojo intenso, color característico de su pelaje.
-Esto sólo lo hago por el bienestar de los digimon de ese mundo -alegando como excusa en querer ayudarles.
Culumon sonrió feliz, viendo como el testarudo de Zhuqiaomon por fin prestaba su ayuda. Vio como el resto de las tres bestias sagradas también lo hicieron.
Los humanos elegidos de aquel mundo, que habían sido avisados por Ryo, habían acudido al Mundo Digimon, cuando el moreno había descubierto que aquel día, Homeostasis había entrado en acción contra el mundo humano.
No le había costado convencer a la mayoría para que fueran al Mundo Digimon con él, pero, de no ser por Juri, Ruki no habría accedido ni chantajeándola con comprarle una enorme mansión. De hecho, de mala gana, había alzado su dispositivo hacia el cielo. Todo para evitar que Juri le rompiera esa coraza dura que había estado manteniendo hasta ahora.
Y con el poder de las cuatro bestias sagradas de ese mundo, los elegidos humanos de aquel mundo y la bendición de Culumon, transmitieron su luz y su energía al ataque con el que Omnimon retenía el de Homeostasis.
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MUNDO DIGIMON GOBERNADO POR LOS TRES GRANDES ÁNGELES DIGIMON
El grupo formado por Takuya y sus amigos junto a sus hijos, habían estado, desde que habían sido informados de la invasión de Homeostasis, ayudando a los humanos y a los digimon que no habían podido resguardarse a tiempo en los búnkeres. Ellos trataban de tranquilizarlos y de animarlos en que todo iría bien. Sin embargo, los tres grandes ángeles, al personarse ante ellos, les había animado a que estuvieran preparados por si tenían que intervenir. Pues aunque Taichi y su grupo, alegaran que era responsabilidad suya, ni los tres ángeles ni Takuya y su grupo, les ayudarían igualmente.
Homeostasis no sería un enemigo fácil de vencer como los digielegidos pensaban. Kerpymon opinaba que sólo la luz de todos los humanos con digimon, e incluso, añadiendo la luz de los diez espíritus digitales y de ellos mismos (los tres arcángeles digimon) podría funcionar.
La gente del mundo humano donde vivían Taichi y los demás, habían accedido a prestar su ayuda. Si ellos podían hacer algo para defender su propio mundo y salvar a sus queridos amigos digimon, por muy pequeña que fuese su luz, la unión de todos podría ser de mucha ayuda.
Antes de que la puerta que comunicaba su mundo con el mundo humano se abriera, Takuya y los demás, le habían pedido a Ophanimon que volviera a transformar sus móviles en dispositivos digitales para brindar su ayuda. Sus hijos al verlo, quisieron aportar su granito de arena. Especialmente, los hijos de Kouji e Izumi.
El haber pasado tantos años al lado de Aine, la cual, los gemelos la consideraban como su hermana de verdad, querían ayudarla para que su mundo volviera a la paz y a la tranquilidad. Así, podría regresar con ellos. O eso es lo que pensaban los dos niños de once años, ingenuamente.
Con el deseo concedido, tanto al grupo de Takuya como a sus hijos, el tener el acceso al otro mundo humano, era una oportunidad que no debían desaprovechar.
Los tres arcángeles digimon, los diez guerreros legendarios, el grupo de Takuya y sus hijos, los humanos y digimon residentes de aquel mundo que veían el cielo prestaron su energía y su luz hacia Omnimon.
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MUNDO HUMANO
El ver a través de aquellas puertas los distintos mundos digitales reconocidos por los niños, les alegró ver cómo la esperanza resurgía más que nunca.
Omnimon había recibido la luz de todos los dispositivos de los cinco humanos que estaban en su Mundo Digimon de origen, del equipo de Takato y la luz del equipo de Takuya y sus hijos, y la energía de incontables digimon. Una energía que provenía de tres mundos digitales distintos y que le prestaban su ayuda, pese a que no quería inmiscuirlos en un asunto, donde ellos no tenían nada que ver.
Pero sentir a todos juntos, apoyándole, le conmovía.
Los ocho digiclones que rodeaban a Omnimon, observaron a los hijos de los elegidos y con una sonrisa de agradecimiento y disculpándose por el daño que le habían hecho, se fundieron con la bola de energía de Omnimon. Antes de que Dunkelmon y Lichtmon también lo hicieran, habían observado a Elpidamon con una sonrisa sincera. Éste lloraba de emoción, tanto por volver a verlos juntos cómo por el hecho de saber que ése sería su final definitivo.
-Gracias por volver a unirnos, Elpidamon -le dijo Dunkelmon, cogiendo la mano de Lichtmon.
-Espero que con esto, hayamos compensado todo el daño que os hemos hecho -decía Lichtmon con una triste sonrisa.
Y ambos digiclones de luz y oscuridad se fundieron también en aquella bola de energía. Una enorme bola concentrada con numerosa energía de distintos elementos y que sobrepasaba la bola de ataque de Homeostasis.
La bola de energía que cargaba Omnimon, simbolizaba el peso de todos los humanos, de sus digimon, y de otros humanos y digimon de otros mundos que habían sido elegidos como ellos.
En sus manos estaba el ataque decisivo.
El suficiente como para vencer a Homeostasis.
Escuchaba como Homeostasis se ponía tenso y desesperado, glorificando su propia existencia de que sin él, los digimon no habrían existido.
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MUNDO DIGIMON
-Quizás hayas sido nuestro padre, pero al igual que cualquier humano o digimon, tergiversaste tu camino y tú mismo te dirigiste hacia la destrucción -dijo Huanglongmon en nombre de todos los digimon de ese Mundo Digimon.
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MUNDO DIGIMON GOBERNADO POR LAS CUATRO BESTIAS SAGRADAS
-Un padre que mata a sus hijos porque las cosas no salen como uno desea, no se merece llamar padre, ni dios ni nada y ese es tu destino -dijo Qinglongmon en nombre de todos los digimon que estaban en su propio mundo.
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MUNDO DIGIMON GOBERNADO POR LOS TRES GRANDES ÁNGELES DIGIMON
-El ego te ha corrompido y te has manchado de sangre inocente. Has manipulado la mentalidad de digimon inocentes que no han tenido nada que ver. Has sobrepasado los límites como gobernante, al corromperlos en contra de su voluntad, sin tener en cuenta sus sentimientos. Los digimon no son herramientas que puedas usar según cómo te parezca y este es tu castigo -hablaba seriamente Ophanimon sobre el pecado que había cometido Homeostasis como gobernante de su mundo digital.
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MUNDO HUMANO
El apoyo que sintieron por parte de todo el mundo, de todos los digimon, y de los digimon y compañeros humanos de los otros dos mundos digitales, llegaron con fuerza a los digielegidos que sintieron sus características brillar más que nunca.
Era un sentimiento vivo y muy espiritual.
Sus emblemas brillaron junto a sus cuerpos, palpitando con toda su fuerza y su poder. Y a sus pies, se formaron unos extraños ideogramas y que rodearon a los doce digielegidos. Los ideogramas brillaron y como si se hubiera manifestado algún poder oculto, se dirigió hasta Omnimon.
En ese momento, Omnimon una nueva ráfaga de energía y cómo los sentimientos de sus propios compañeros humanos se fundían con él.
El valor de Taichi.
La amistad de Yamato.
El amor de Sora.
El conocimiento de Koushirou.
La sinceridad de Jou.
La inocencia de Mimi.
La unidad de Daisuke.
La perseverancia de Miyako.
La bondad de Ken.
La justicia de Iori.
La esperanza de Takeru.
La luz de Hikari.
El cuerpo de Omnimon brilló con intensidad y con su ataque sobrepasando el de Homeostasis, no dudó ni un segundo.
Era el poder de todos el que estaba ahí concentrado. Los ocho digiclones se habían sacrificado para darle esa única oportunidad. Una oportunidad a la que habían llegado todos juntos por una causa común.
Las batallas que los doce digimon habían tenido desde que sus compañeros humanos habían sido niños, verlos crecer. Que vivieran más aventuras que cualquier otro Niño Elegido. Sufrir en el camino pérdidas importantes. Eso era lo que les había hecho crecer y volverse en el digimon que era ahora. Todas esas pérdidas, esas batallas y esas lágrimas tenían un solo nombre: Homeostasis.
Y ahora, ese era su destino final.
-¡FINAL DESTINY! -lanzando Omnimon su ataque sobre su propio ataque, y rompiendo la poca resistencia de Homeostasis.
El ataque condujo el cuerpo de Homeostasis hasta el espacio exterior, donde Homeostasis no podía hacer nada por escapar o retenerlo.
Y entonces, el ataque explotó y el cielo del mundo humano brilló de blanco por unos instantes.
Pasada la explosión, todos seguían mirando el cielo como si temieran que Homeostasis pudiera volver a aparecer por arte de magia. Tenían esa precaución, que les resultaba difícil de asimilar que habían ganado.
Como si no pudiera seguir sosteniéndose por sus propios pies, Shin cayó de rodillas, preguntando con un leve tartamudeo si todo había acabado.
Una pregunta con una respuesta que los humanos no podían dar. Temían decir sí, y que de pronto, apareciera de la nada, y se llevara a alguien en su camino. Pero cuando escucharon de boca de Omnimon que ya no sentía la energía de Homeostasis, aún les costó asimilar que habían ganado.
Con efecto retardado, los humanos y los digimon gritaron de euforia.
Justo en ese momento, los extraños ideogramas que estaba a los pies de Taichi y de sus amigos dejaron de brillar, y como si ellos mismos se hubieran unido a su digimon en batalla, cayeron agotados y aliviados.
Por fin se había acabado.
Todo había terminado.
Ken que sentiría cómo debería estar su esposa, la abrazó con fuerza.
Takeru y Hikari se miraron con una pequeña sonrisa, como si aún no pudieran creer lo que había sucedido.
Un milagro.
No había otra forma para definirlo.
Sora descansó su cuerpo sobre Yamato, sintiendo algo de alivio de no volverlo a perder. Sintió como la atraía hacia sí con tanta fuerza que le temblaba la mano.
Taichi, en medio del jolgorio de sus hijos y como cantaban felices, les preguntó a sus amigos si estaban bien. Ellos contestaron con un leve sí, producto del agotamiento que sentían.
Todo había terminado.
Muchos seguían sin creérselo.
Pero pasaban los segundos, y nada anormal sucedía. Ni siquiera en el mundo digital o en los otros mundos digitales.
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MUNDO DIGIMON GOBERNADO POR LAS CUATRO BESTIAS SAGRADAS
Si la fiesta se realizaba en el mundo humano, en aquel mundo digital, los tres compañeros humanos más jóvenes, se habían cogido de las manos y bailaban en círculo como si fueran niños pequeños. Ipmon y Lopmon se habían visto forzados a participar, donde no parecían pasárselo tan bien como era el caso de Culumon. Terriermon, que se habían acoplado a la felicidad de Shiuchon, Ai y Makoto.
Juri, siendo abrazada por Takato, se alegraban de que todo hubiera terminado para ellos. Jenrya, al lado de ellos, miraba el cielo con la misma mirada serena que la pareja, ignorando la celebración de su hermana pequeña y los demás.
Ruki con su aire pasota, se cruzó de brazos y giró la cabeza con los ojos cerrados, donde no compartía la misma felicidad que el resto.
-Ya hemos terminado, ¿no? ¿Puedo regresar ya a casa? -pues habiendo cumplido con lo pedido y viendo que Renamon estaba bien, ya no tenía porqué seguir en ese lugar.
-¡Vamos, Ruki! ¡Anima esa cara! -le decía Kenta con su mano en el hombro de Hirokazu, donde ambos celebraban la victoria como si fuera el final de liga.
-¡Si sigues poniendo esa cara de malas pulgas, te saldrán arrugas! -se metía Hirokazu sin pelos en la lengua, donde ahora no le asustaba el mal carácter de la mujer.
-¡¿Qué has dicho?! -gritó ella con el puño amenazante.
-Con ese carácter tan difícil que tienes, es normal que aún sigas soltera.
Aquel comentario la molestó más. A ella le importaba dos o tres pueblos quedarse soltera por el resto de su vida, pero el tonito insultante en cómo se lo había dicho, era lo que la había irritado. Sino fuera porque Ryo había aparecido todo feliz como un niño pequeño, agradeciendo a Ruki, plantándole un beso en los labios, Hirokazu estaría ahora muerto.
-¡Lo has hecho genial, Ruki! -la felicitaba Ryo sin percatarse de los rostros mudos que se le habían quedado a Hirokazu y a Kenta, por no hablar de Ruki, que se había puesto colorada de pies a cabeza.
Ningún chico la había tocado o besado, que para Ruki, aquello era una nueva experiencia que le provocaba una mezcla entre vergüenza y sorpresa, donde no sabía cómo reaccionar o qué responder.
-Ahora que mi misión con ellos ha terminado, podré regresar a casa -pasándole el brazo a Ruki de manera provocativa, que aún seguía estática, sin creerse lo que le habían hecho-. ¿Qué te parece si me quedo esta noche en tu casa para celebrarlo?
Y ahí Ruki reaccionó. Igual que una quinceañera avergonzada por su primer beso, la mujer se libró de su abrazo llamándolo acosador sexual y de indecente por pasar la noche en su casa, cuando era un viajero errante que se la había pasado desaparecido del mundo humano durante años.
Ryo trataba de explicarle de que lo había hecho por Cyberdramon, y también por el grupo de amigos de Ken. En medio de su explicación, declaró que en el fondo, tenía ganas de regresar a casa para pasar su vida junto a ella. Pues aseguraba que su soltería, se debía a que en el fondo se sentía atraída por él.
La vergüenza de Ruki aumentó a unos niveles, que ya no pudo pensar con la cabeza, y a soltar frases incoherentes de lo desvergonzado que era y cosas similares.
Takato y Juri al verlos, se miraron y rieron con el mismo pensamiento en común. Ése era el inicio de una historia de amor.
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MUNDO DIGIMON GOBERNADO POR LOS TRES GRANDES ÁNGELES DIGIMON
La gente perteneciente al mundo humano natural de Taichi y sus amigos, se encontraban festejando la victoria junto a sus digimon. Se sentían aliviados de poder volver a sus casas, y que sus digimon no se vieran afectados por lo que Homeostasis pudiera hacerles por haberse sublevado.
Takuya y sus amigos, les proporcionaban ánimos y aconsejaban a algunas personas de que lo sucedido era como toque de atención de lo muy importante que era el trato de los humanos con los digimon.
Los digimon no eran juguetes, ni seres para experimentar, y mucho menos, para hacerlos batallar como como en los videojuegos a los que jugaban.
Los niños más pequeños, como seres ingenuos que eran, les habían prometido que no iban a permitir que su digimon sufriese ningún daño. Aquella batalla, les había enseñado, aunque de forma traumática, como podían perder a su digimon si les permitían que algo malo les pasara. Para unos menores de ocho años, les era difícil comprender, cómo ese daño podría ser ocasionado por ellos mismos, si se dejaban llevar por el egoísmo que padecían muchos seres humanos cuando crecían. El pensar en su propio bienestar, sin importar a quiénes dañasen o pisotearan, era el camino que debían evitar para no maltratar a sus digimon.
Por otro lado, los adultos, tuvieron más raciocino sobre esa lección. Incluso, algunos, los que no trataban bien a sus digimon, al considerarlos un estorbo en su vida cotidiana, les habían pedido disculpas de corazón con lágrimas en los ojos, produciéndose emotivas escenas en muchos lados.
Seraphimon y los dos ángeles junto a los diez guerreros legendarios, trataban de animar a aquella gente arrepentida, donde muchos se encontraban perdidos sobre cómo criar a sus digimon. Incluso algunos niños, al ver a los adultos, se cuestionaron a sí mismos cómo debían criar a su digimon, para que éste no se viera perjudicado.
Los digimon por su lado, más inocentes que los propios niños, aseguraban (a los que se disculpaban) a su respectivo compañero humano que todo estaba bien, y que no habían sufrido ningún maltrato o daño cómo ellos aseguraban.
Izumi se había acercado a uno de los niños. Tendría cinco o seis años. Lloraba de miedo por crecer y convertirse en una persona horrenda que maltrataba a su digimon. Habían tantos comentarios a su alrededor, que muchos infantes se sentían confusos. Para ellos era normal que aunque crecieran, todo continuaría igual. Pero observar, a los adultos que se disculpaban y sus palabras de que si no fuera por el mal camino, no le habría hecho daño, les hizo dudar sobre sí mismos.
Izumi colocó una mano sobre la cabeza de aquel niño y le aseguró que Taichi y su grupo harían algo al respeto con eso.
-Ya verás cómo sí. Ellos son geniales -le aseguró uno de los gemelos hijo de Kouji e Izumi.
Y eso hizo sentir mucho mejor al niño. Abrazó con fuerza a su Botamon, y le prometió que se esforzaría en convertirse en una persona de la que se sintiera orgulloso. Sus padres que estaban atrás de él, agradecieron con una reverencia a la rubia y se retiraron junto a su hijo.
Con todo terminado, aquellos humanos y sus digimon provenientes del otro mundo humano, podían regresar a su mundo… a su hogar.
Observando como Junpei y los diez guerreros legendarios organizaban a los humanos para su regreso a su mundo en los Trailmon, uno de los gemelos, tiró de la falda de Izumi.
-Mami si todo ha terminado y ya no hay peligro, ¿Utaneesan volverá a vivir con nosotros? -preguntó con entusiasmo.
La pregunta dejó a Izumi sin saber qué responderles. Durante los dos años que habían pasado desde que Uta… … …Aine se había marchado, les había dicho a sus hijos de que su familia de su mundo la necesitaba, por la terrible tragedia que habían pasado. Y aunque al final, el padre de su hija adoptiva estaba vivo y todos a salvo, había puesto la excusa de que su hermana aún no podía regresar, debido a que tenía a que ayudar a su familia y entrenarse con Tsubasamon para cuando apareciera Homeostasis. Pero con el mal erradicado, no podría alargar esa excusa por mucho tiempo.
-Por el momento no. Deberá seguir cuidando a su familia. Su padre todavía sigue malito -escudándose ahora en cómo Yamato, al estar manco, tenía que ayudarle.
Observando aquello, Kouji junto a su hermano gemelo, dirigieron sus miradas hacia el hijo mayor de los Minamoto. Keiichi se despedía de la gente, aconsejándoles que tratasen bien a sus digimon, para que esto no volviera a ocurrir.
Kouji miró a Kouichi, y éste con un suspiro, comprendió lo que pensaba. Alejándose de su hermano, se dirigió hasta su sobrino e indicarle que se fuera junto a su padre porque quería hablar de algo muy importante con él.
Kouji agradeció para sus adentros a su hermano gemelo, y cómo, a pesar de haberse convertido en adultos y seguido cada uno por un camino distinto, mantenían esa conexión especial de hermanos, donde no se necesitaba palabras para saber lo que el otro pensaba.
-¿Ocurre algo, papá? -preguntó preocupado, cuando se había acercado a él.
Como era habitual, su padre siempre se mantenía alejado de la gente, con esa pose de hombre guay y chulo, que seguía encandilando a muchas mujeres.
-Cuando los Trailmon regresen tras llevar a toda esa gente y a los digimon, la puerta que conduce a ese otro mundo humano se cerrará.
-¿Es que acaso hay algún problema con la puerta de este mundo a su mundo? -preguntó, suponiendo que con ese comentario, habría pasado algo malo.
-Ninguno -colocando las manos en los bolsillos y mirando al cielo, donde poco a poco, se dejaba de ver el otro mundo humano. Es decir, aquella era su última oportunidad de volver a ver a aquella niña rubia que había criado como su hija. Dudaba mucho que ella volviera con ellos, cuando Aine tenía una familia y podía valerse por sí sola-. Pero ésta será, seguramente, la última vez que veamos a Aine, a Yamato y a su familia.
-Imagino -respondió él con un profundo suspiro de tristeza.
-Kei -continuaba Kouji hablando sin despegar su mirada del cielo, donde ya no miraba aquel mundo, sino un punto en particular-, ¿por qué no te vas con esta gente a ese otro mundo humano?
El chico miró a su padre con sorpresa.
-Sé que tus sentimientos por Aine, nunca han sido fraternales. Y a tu madre le hacía ilusión que en el futuro, vosotros os casarais, porque erais el uno para el otro. Yamato y Sora opinaban igual que tu madre -mirándolo con gravedad-. Y supongo que eres lo suficientemente inteligente, para saber que ella te correspondía.
Keiichi se quedaba sorprendido a cada palabra de su padre. Que descubriera los sentimientos que había profesado por Aine, desde que eran niños, que lo alentara a que se fuera… Eso significaría alejarse él de su propia familia.
Mirando a su madre, que trataba de convencer a sus hermanos con una mentira piadosa de que Aine aún no podría volver a su casa, pudo imaginar la cara triste que tendrían los tres, si él aceptaba marcharse a ese otro mundo humano.
-¿Y qué hay de vosotros? Si ella no puede separarse de su familia, ¿por qué yo sí debo hacerlo?
Kouji hizo una mueca como si su hijo hubiera hecho una pregunta tonta.
-Es natural cuando una persona se casa, que se marche de casa de sus padres. Cuando uno se compromete con alguien, tiene que dedicarse a su nueva familia -observando él también a Izumi y a sus dos hijos de once años-. Sin embargo, eso no significa que se corten los lazos que hay. Igual que ella sigue manteniendo el contacto con nosotros, a través de email, tú también puedes hacerlo.
Keiichi lo miró con asombro. La verdad, es que si lo pensaba bien, como sus abuelos vivían en Japón, sólo los veía unas pocas veces al año. Pero, a pesar de encontrarse al otro lado del océano, sus padres mantenían el contacto con sus abuelos a través de las tantas opciones digitales existentes.
Aún así…
-Agradezco la opción, papá -mirando el piso con una mirada neutra-. Y aunque estoy convencido de que Yamatosan y Sorasan me ayudarían a integrarme en ese nuevo mundo humano, ya es demasiado tarde.
Kouji lo miró con cierta curiosidad.
-Ella ya me dijo que estaba con otro.
Sin impresionarle mucho su respuesta, Kouji miró de nuevo al frente.
-¿Estás seguro de que eso es verdad? -le preguntó donde no se creía semejante falacia. Kouji había visto crecer a Aine, y estaba convencido de que los sentimientos de ella por su hijo, eran irremplazables.
-Sea verdad o mentira, la cosa es que yo ya le dije que estaba con otra y que planeaba casarme el año que viene.
Ahí sí que cogió a su padre por sorpresa.
-¿Le has dicho eso? -preguntó como si hubiera cometido alguna aberración.
Keiichi se mantuvo callado por unos instantes.
-¡¿Cómo has podido soltarle una mentira tan estúpida como esa?! -aumentando un poco el tono de voz.
Keiichi fue levantando la cabeza y mirándolo con una sonrisa triste, le contestó.
-¿Acaso crees, que sabiendo que ella no iba a regresar, que no tengo el derecho a seguir con mi vida?
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MUNDO HUMANO
Todos seguían celebrando la victoria como si fuera el hecho más increíble que jamás hubieran experimentado.
Lo más bonito de todo, es que todos habían participado para derrotar a Homeostasis. Todo un mundo entero se había unido por una causa común. Ellos habían protegido su mundo, el mundo digital y a sus preciados compañeros digimon.
Los doce digielegidos seguían sin moverse de su lugar. Aunque todos habían participado en la victoria, había que reconocer que el mayor mérito era de ellos y de su poderoso digimon.
Con el cielo volviendo a ser el que era, un copo de nieve empezó a caer, recordándoles que estaban en la estación más fría del año.
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Un copo cayó al suelo como una fría lágrima.
La tristeza de un invierno que nunca olvidaremos.
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Daichi fue el primero de los niños en acudir hasta su padre, para abrazarlo de felicidad. Saber que ya no tendrían que seguir aguantando esa presión de cuando Homeostasis pudiera atacarles, era como quitarse un gran peso de encima y respirar libres.
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Sentimientos de júbilo era la música que nosotros teníamos de fondo, y que contrarrestaba con el profundo sentimiento que albergábamos ante la cruel realidad.
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Después de Daichi, tanto las parejas de los digielegidos como el resto de los niños también se fueron acercando, pero a pocos pasos de poder abrazarlos, algo inusual, les llamó la atención.
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Lágrimas de desolación era nuestro coro con las mujeres, como cantantes principales.
Todo había terminado, y todos sabíamos lo que eso implicaba. Lo sabíamos, porque antes de que Patamon y los demás se fundieran en Omnimon, la muerte ya los había alcanzado.
El milagro de la resurrección no era viable para nuestros digimon.
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Del mismo modo que los humanos se acercaban a los doce digielegidos, los digimon también se dirigieron hacia Omnimon. Sin embargo, estos vieron cómo Omnimon empezaba a desintegrarse en datos. Algunos pensaron que iban a volver a ser los digimon que eran, pero la forma en cómo se desintegraban y la serenidad de Omnimon, les resultó raro.
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Omnimon era el resultado de la fusión de doce digimon. Doce digimon tan distintos entre sí, que sí se habían vuelto uno solo, era porque nuestros digimon se habían mantenido en espíritu. Su espíritu junto a la luz de nuestros corazones, habían creado al digimon más poderoso que el Mundo Digimon hubiera conocido.
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Muchos de los hijos de los elegidos no comprendían porqué casi todos lloraban. La que más lo expresaban eran Mimi y Miyako. No eran lágrimas de alivio o de liberar esa tensión y respirar libres, sino lágrimas de tristeza. Al mirar a Omnimon, una leve sospecha empezó a surcar en sus cabezas.
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Hemos sido Niños Elegidos durante mucho tiempo. Hemos crecido. Nuestros digimon han crecido junto a nosotros. Hemos pasado por demasiadas aventuras. Pero también, ese resultado, es el que hizo que nuestros digimon se convirtieran en lo que fueron.
Pero, todo tiene su fin.
Nuestros digimon han dado más que cualquier otro digimon, y es hora de que descansen y puedan ser libres.
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-¿Por qué? ¿Qué está pasando? -preguntó Sakuramon, notando que algo no iba bien en Omnimon.
-Sus datos están desapareciendo -alarmó Hachimon, percatándose de cómo Omnimon, en vez de volver a ser los doce digimon que era originariamente, iba desapareciendo.
Omnimon se giró para ver los rostros desesperados de los digimon. Todos con los que había vivido estaban presentes. Y lo que le enorgullecía era ver cómo incluso los digimon de las parejas de algunos de sus amigos, también habían alcanzado el nivel kyuukyokutai. Incluso Meikuumon, pese a que había sido privada de digievolucionar. Ver cómo todos habían digievolucionado al último nivel, les dio paz por poder marcharse y dejar a sus compañeros humanos en buenas manos. Omnimon que poseía la habilidad de hablar con la voz de cada uno de los digimon que había en su interior, se despidió cada uno de sus hijos y digimon y de los otros digimon con los que habían vivido.
-Me alegro mucho de que digievolucionaras, Meikuumon. Te confío el cuidado de Taichi y los demás. Aunque -mirando a su compañero humano, quién era el único de los doce, que mantenía el coraje como para verlo desaparecer.
Taichi tenía los ojos brillantes, pero aún así, mantenía la fortaleza de ver a su digimon y de abrazar a su esposa y a su hija, quiénes lloraban de amargura por perder a Agumon. Notó como Toji también observaba a Omnimon, pero a diferencia de él, no podía contener las lágrimas.
-Aunque -continuaba la voz de Agumon-, estoy convencido de que le irá muy bien. Aún así, Meikuumon, cuida de Snowoagumon y de Fireagumon.
Rasielmon empezó a llorar. Escuchar la voz de Agumon, le había roto el alma. Agumon siempre había sido su compañero del alma, su cómplice en sus travesuras y su apoyo. Eran tan parecidos, que eran como almas gemelas. Pensar en que ya no estaría nunca más con él, le provocaba el mismo sentimiento cuando tuvo que despedirse de Meiko hace años.
-Vosotros -se escuchaba ahora la voz de Gabumon, dirigiéndose hacia sus cuatro hijos digimon-, no dejéis que vuestros compañeros humanos se chinchen los unos con los otros. Son hermanos, y a Yamato no le gusta las malas relaciones entre hermanos.
Yamato abrazando tanto a su esposa que lloraba sobre su pecho, ahogando sus lágrimas y su voz, sonrió entre lágrimas por las palabras de Gabumon.
Nat y Aki se habían echado hacia su hermana Aine para llorar de tristeza. Aunque Aine era de personalidad fuerte, aquella fue la segunda vez que manifestaba sus emociones en forma de lágrimas, donde no sabía cómo consolar a sus hermanos. Yuuta, por su parte, se había echado sobre la espalda de su padre. Quizás como gesto de apoyo, o para tener ese apoyo fuerte y dominante que le inspiraba su padre. Porque ahora mismo, Yuuta se sentía como un niño pequeño que no podía parar de llorar.
-Cuidaos mucho -hablaba ahora la voz de Piyomon-. Y cuidad a Sora y a Yamato por nosotros. Todos habéis crecido, siendo unos maravillosos digimon, que ya no dependen de nadie. Seguid por ese camino y también, seguid vuestras propias convicciones.
Los cuatro digimon hermanos se encontraban con lágrimas en los ojos. Tanto Bennumon como Tsukiyomimon no pudieron seguir aguantando las miradas. Incluso, Amarokgarurumon se le hizo imposible poder hablar y cumplir su promesa. Solo Amaterasumon, tuvo la suficiente firmeza cómo para prometérselo a sus padres.
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Dolorosas despedidas por parte de nuestros digimon hacia los que habían sido sus hijos digimon. Esas despedidas se mezclaban con nuestro llanto y el llanto de nuestras parejas y nuestros hijos. Aún recuerdo, como mi hija pequeña, entre lágrimas, nos pedía que lo salváramos. Nosotros éramos los portadores de luz y esperanza. Nosotros éramos los que podíamos crear un milagro. Su insistencia entre lágrimas, donde no comprendía que ese era el final de nuestros digimon, nos partió en pedazos.
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-Por favor, no dejéis que Koushirouhan abandone su curiosidad -hablaba ahora la voz de Tentomon.
Koushirou apenas atendía a las últimas palabras de su digimon. Entre el llanto de su esposa y de sus hijas, junto a la súplica de Hinode en que sus padres salvaran a Omnimon, antes de que fuera demasiado tarde, lo sumió en un dolor imposible de describir.
Sin embargo, tanto la voz de Tentomon como la del resto, seguía siendo tranquila. Al menos, querían despedirse con una sonrisa.
-La curiosidad de Koushirouhan forma parte de su vida, y si su curiosidad desaparece, me sentiría muy triste y culpable. Os ruego que no lo permitáis. Tampoco dejéis que esté hasta las tantas -imponiéndole esa orden a Kunshuchoumon y a Hachimon-. Y a ti -dirigiéndose a Saintmistymon-, asegúrate de que Keikohan siga haciendo sus deliciosos postres de té verde para que pueda suministrar algo de azúcar a su cerebro.
Saintmistymon agachó la cabeza como asintiendo, mientras que las lágrimas, corrían por sus mejillas.
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Desintegrándose poco a poco, sin importar si mientras se despedía, sufría o no, Omnimon… o más bien, nuestros digimon, les indicaba a sus hijos digimon y a los digimon con los que habían convivido la misión de que nos cuidaran.
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-¡Me voy! -se despidió Gomamon como si se fuera a hacer un recado o de viaje- ¡Se va la alegría de la casa! ¡Pero no quiero que el ambiente se apague, ¿eh?! ¡Que sino, os provocaré pesadillas por la noche! -relajando un poco la voz- Y eso es algo que ninguno de vosotros quiere, ¿verdad?
Una respuesta negativa escapó de Nereidamon, como si se sintiera aludida por ese comentario.
De reojo, observaba cómo Shin no dejaba de abrazarse a su padre, llorando tan alto como su madre. Sei, se había sacado las gafas, y como si no quisiera verlo, se había tapado los ojos con la mano, donde derramaba lágrimas como si no tuviera fin.
Momoko también se encontraba abrazada a su padre. Aunque Shin y Momoko parecían que su padre los consolara, éste se sentía incapaz de hacerlo. Estaba tan apenado, que la broma de Gomamon no consiguió sacarle una sonrisa.
-Cuidaos mucho -hablaba Palmon igual de feliz que Gomamon-. Cuidad de Mimi y no permitáis que haga locuras. Estaré bien siempre que Mimi lo esté. Animadla a que siga con su alegría e inocencia. Que no decaiga. Y que cante siempre y muy alto, para que su voz pueda llegarme. Así sabré que estará bien.
Mimi tampoco había escuchado lo que su digimon le había dicho. Se aferraba a su hijo Satoshi, donde trataba de ser un hombre y calmar a su madre. Pero la pena de que Palmon se fuera de sus vidas, lo entristecía tanto que no quería asimilarlo. En su fuero interno, rogaba con que lo que estaba viviendo fuese una terrible pesadilla.
Nadie en ese momento, se percató de que los dispositivos de los doce digielegidos habían empezado a brillar, y a desintegrarse como Omnimon.
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Con su cuerpo desintegrándose, nuestros dispositivos empezaron hacerlo también. Su desaparición marcaría el final de lo que habíamos sido durante tantos años.
Nuestro dispositivo. Lo que nos vinculaba con nuestros digimon, también desaparecía de nuestras vidas.
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-¡Cuidad que Daisuke. Procurad que no le eche tanto sal al ramen. Que dicen que si tomas mucha sal te provoca hipertrenson… -hablaba ahora Veemon con algo de duda, sobre si era esa la palabra correcta. Al ser una palabra de poco uso para él, no estaba muy seguro- ¡¿O era depresión?!
Los tres digimon que habían vivido con él, no pudieron evitar asomar una sonrisa entre lágrimas. Veemon, aún en sus últimos segundos de vida, seguía siendo él mismo.
Los que no pudieron hacerlo, fueron Musuko, Daichi y Arisa. Daichi y Arisa eran quiénes más afectados se sentían por perder a Veemon. Y Daisuke, aunque trataba de mantenerse firme como su mentor Taichi, se sentía muy deprimido. Veemon había sido su apoyo en grandes momentos de su vida, perderlo, era como que una parte de él se desvaneciera.
-¡Lo que sea! -continuaba Veemon, restándole importancia- ¡Vigiládmelo bien! ¡Porque ese hombre es el rey de las meteduras de pata! Igual que su hijo Musuko -añadiendo entre risas- ¡Vais a tener mucho trabajo y muchos dolores de cabeza! -y con esas palabras, pudo sacar una pequeña sonrisa en Daisuke.
En voz baja y débil, con su cabeza escondida entre su mujer y sus hijos, le dio las gracias a Veemon. Y entonces, Daisuke fue el primero en percatarse de cómo su dispositivo también desaparecía.
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El ver como nuestros dispositivos empezaban a desaparecer, lo único que nos quedaba como vínculo con nuestros digimon, nos dolió mucho más. Sin nuestros dispositivos, ya no teníamos nada a lo que aferrarnos para su recuerdo.
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-Sentimos dejaros un duro trabajo. Pero, confiamos en que no dejaréis que Miyakosan y Minamisan se amarguen durante mucho tiempo -hablaba ahora Hawkmon-. Igual que ellas han tenido perseverancia para conseguir lo que se proponían, vosotros tres también lo tenéis.
Los tres digimon, los únicos del grupo que eran los privilegiados en no tener mamá, pero sí dos papás, escuchaban aquellas últimas palabras que se mezclaban con los llantos de Miyako, Minami y hasta de Ryu de fondo. Ninguno de los tres tenía cara para mirarlos, porque si lo hicieran, no podrían seguir soportándolo y acudirían a calmarlos. Pero tenían que contenerse. Aquella era la última vez que escucharían a sus padres.
Con el llanto de su mujer, su hija y su hijo pequeño, Ken observaba entre lágrimas, como su dispositivo desaparecía en sus manos. Si alertaba a Miyako de que su dispositivo también estaba desapareciendo, se pondría como una loca y a no querer aceptar que todo lo que la conectaba a Hawkmon se había perdido. Una pequeña mano se colocó sobre su dispositivo a punto de desaparecer, y al ver de quién se trataba, observó como su hijo Osamu, trataba de animarlo, aunque sus mejillas estaban llenas de lágrimas. Asomando una leve sonrisa, Ken cerró su mano con la suya, y acarició el dispositivo que descansaba en la muñeca de su hijo, deseando que él no sufriera lo mismo que ellos.
-Estamos muy orgullosos de haber presenciado vuestro crecimiento. Incluso en ti -hablaba Woormon, dirigiéndose a Glaresagomon-. Eso nos deja más tranquilos y a confiaros a Kenchan y a Miyakochan.
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Aquella despedida, la recuerdo ahora como un eco lejano. Pero si hay algo que permanecía en mi cabeza, era la felicidad y el orgullo de nuestros digimon hacia sus hijos digimon. El mismo orgullo que siente un padre cuando ve a su hijo crecer sano y fuerte. Porque, eso es lo que los doce digimon habían sido, los padres que se encargaban de cuidar de digimon de nuestros hijos, cuando ellos eran todavía unos bebés.
Patamon y los demás les habían enseñado tanto, que ahora, puedo entender cómo deberían haberse sentido Earmon y los demás.
"Los padres deben morir antes que sus hijos". Había escuchado murmurar a mi padre una vez, cuando había sucedido la "presunta" muerte de mi hermano.
Un dicho que es comentado muy a menudo por la gente. Y aunque yo he experimentado tanto el perder a un hijo como a un padre, no siento diferencia entre ambos. En ambos casos, el sentimiento es el mismo. Algo surrealista, donde deseas ir atrás en el tiempo, y detenerlo para que lo inevitable no llegase.
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-¡No pongáis esas caras! -pedía ahora Omnimon con la voz de Armajimon- ¡¿No veis que me voy con Oikawa, el padre y el abuelo de Iori?! ¡Seguro que allá arriba habrán estado más aburridos que una ostra?! ¡Así que pensad en positivo! ¡Yo iré a hacerles reír, y vosotros tenéis que hacer lo mismo con Iori!
Armajimon también quiso sacarles una sonrisa tanto a los digimon que dejaba atrás, como a Iori y a su familia. Pero Iori estaba tan angustiado, que Noriko trataba con todas sus fuerzas de consolarlo. Misato, se sentía en la obligación de hacerlo. Pero estaba tan desolada, que se abrazaba a su padre, como apoyo tanto para desahogarse ella como para tranquilizarlo.
El único digimon masculino que parecía quedar en la casa Hida, le pidió, aún en su estado de kyuukyokutai, y como un niño que cree que todos los seres que mueren se reúnen con los otros que ya han fallecido.
-¿Le darás recuerdos a Oikawa de mi parte?
-¡Claro que sí! -le prometió con ánimo-. ¡También le contaré en el gran digimon que te has convertido! -viendo su increíble forma, que parecía sacado de algún ente divino- ¡A cambio, quiero que cuides a Iori y a los demás!
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Porque la vida está para disfrutarla. Pero cuando alguien se va para siempre, tenemos el derecho de llorar por aquellos. Aunque no debemos dejar que esa pena nos consuma por mucho tiempo. Sobre todo en nuestro caso. Pues el esfuerzo que habían puesto nuestros digimon para despedirse con una sonrisa, habrá sido en vano.
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-Aunque haya sido por poco tiempo, nos sentimos orgullosos de haber sido considerados vuestro papá y vuestra mamá de verdad, y no de mentirijilla cómo ha sido hasta hace unos meses -hablaba ahora Patamon, tratando de sonar lo más alegre posible-. Pero esto no es un adiós. Mientras tengáis esperanza, lo imposible podrá hacerse realidad -mirando a Elpidamon con la profunda alegría de saber que Kibou y Snowpoyomon se hubieran reencarnado en ese formidable digimon. Ahora todo tenía sentido. El porqué había ayudado a Earmon y los demás en la batalla contra los digiclones; El porqué tenía un poder igual de poderoso que Amaterasumon; La razón de porqué había salvado a Gabumon y a Yamato; El tallado de los emblemas de esperanza y luz que lucía en su cinturón; Su aspecto de digimon ángel tan parecido al de Angemon y Angewomon; Y sobre todo, ese sentimiento de nostalgia que le provocaba tanto a él, como a Takeru, como a Tailmon, y sobre todo a Hikari, donde querían que vivieran con ellos. Algo que no habían podido conseguir, ya que Elpidamon se mostraba algo reacio. Aunque de vez en cuando, lo cachaban, observándoles como si los vigilara.
-Nos alegramos de que hayas vuelto con nosotros -decía ahora la voz de Tailmon con una ternura maternal-. Y comprendo que sería mucho pedirte, pero te ruego… Patamon y yo te rogamos que estés al lado de Hikari y de los demás. Al menos, concédenos esa última voluntad.
El pequeño Elpidamon se asombró al ver cómo sabían quién era. Llorando como el resto de digimon, tuvo las ganas tremendas de llamarles, papá y mamá. Pero, esas palabras, a punto de ser mencionadas, no fueron dichas en voz alta, ante la interrupción de Patamon, al suplicarle que les cumpliera su promesa.
Elpidamon los miró, y luego a sus tres hermanos digimon. Starangewomon lloraba desesperado sobre Archpiddowomon, quién trataba de consolarla. Archpiddomon trataba de mantenerse firme y fuerte, siendo algo inútil.
Luego, Elpidamon se fijó en Takeru y en su familia. Hinode cuando había visto los dispositivos de sus padres desintegrarse como Omnimon, les pedía a los propios dispositivos que no lo hicieran, como si tuvieran vida propia.
-¡No desaparezcáis! ¡Por favor! ¡Son algo muy importante para mi papá y mi mamá! ¡Son la luz y la esperanza! ¡No podéis desaparecer! ¡No desaparezcáis! ¡Por favor! ¡No desaparezcáis!
Ni Takeru ni Hikari pudieron detener las palabras de Hinode. Estaban tan rotos, que lloraban el uno sobre el otro, desahogándose mutuamente. Ni siquiera Isaki y Takeshi tenían la entereza como para ocuparse de su hermana. Sus palabras, les hacían más daño, como al resto de sus parientes y amigos.
Afortunadamente, la madre de Hikari había aparecido y cargando a su nieta en brazos, la abrazó con fuerza y lágrimas, donde la niña se desahogaba sin comprender porqué los dispositivos y los digimon de sus padres desaparecían. Negándolo, repetidas veces, en que no debería ser así. Sin querer asimilar la triste realidad, a la que nunca se había enfrentado, la muerte.
Con más lágrimas que nunca, el pequeño Elpidamon volvió a mirar a Omnimon. La máscara de la entereza y la tranquilidad que habían puesto en todas sus despedidas, se rompió cuando avistó lágrimas.
-¡Por favor! -pidió la voz de Tailmon con una súplica desesperada.
El cuerpo de Omnimon se había desintegrado, donde tan sólo quedaba la cabeza. Pensar en que Omnimon se marcharía triste si no aceptaba, lo traumatizaría de por vida. Con sumo dolor, Elpidamon asintió con la cabeza. Y luego, con voz débil y ahogada, se lo prometió con palabras, y un añadido que emocionó a Tailmon. Un añadido que sólo fue escuchado por Omnimon.
-Te lo prometo, mamá…
Su boca se torció en una sonrisa de agradecimiento. Y esa expresión es lo último que se vio de Omnimon. Segundos después, lo que quedaba de su cabeza se desvaneció, dejando caer plumas que se mezclaban con los fríos copos de nieve. Igual de fríos que las lágrimas de muchos. Y sobre ese llanto, se escuchó por el cielo un alegre y fuerte adiós dicho al unísono por los doce digimon.
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Y con millones de gritos y de lágrimas, mezclándose con los fríos copos de nieve, fue cómo Omnimon desapareció de nuestras vidas.
En medio de aquellas lágrimas, solo uno de nosotros seguía manteniéndose en pie y mirando cómo Omnimon iba desapareciendo. Con sus lágrimas resbalando por sus mejillas junto a los copos de nieve que caían sobre cara, nuestro líder Taichi musitó un leve gracias, en nombre de todos los que estábamos ahogados en la tristeza y el dolor, por todo lo que ellos nos habían dado. Coraje, amigos, amor, esperanza… Somos lo que somos gracias a ellos. Y al igual que un padre que tiene que dejar volar a su hijo para que haga su vida, eso era lo que habíamos tenido que hacer hace mucho tiempo con Patamon y los demás. Quizás, si nos hubiéramos enfocado más en la siguiente generación, no habríamos sufrido esta terrible pérdida. No lo sé y nunca lo sabremos.
Lo que sí sé es que, podrán descansar en paz y a no presionarse por nuestros propios problemas personales o porque nuestra vida esté en peligro. Pues, a fin de cuentas, sentía que nosotros también abusábamos de nuestros digimon con nuestras cosas.
Puede que ellos, o tú que me estás leyendo, no lo veas de esa manera. Pero aunque ellos estuvieran a nuestro lado, como símbolo de lealtad y de amistad, yo y los demás, sentimos, que hemos abusado de ellos cuando estábamos deprimidos o cuando nos enfadábamos los unos con los otros por tonterías.
Nunca los dejamos ser libres. Que fuesen como cualquier otro digimon, del Mundo Digimon que corre y vive sin estar atados a nadie. Debimos hacer como Daigosensei. Porque, a pesar de que supiera que Baihumon, una de las cuatro bestias sagradas, era en realidad su digimon, nunca volvió a atarlo a su vida. Dejó que siguiera siendo libre como digimon. Cumpliendo con el deber que Baihumon había decidido por voluntad propia.
Me gustaría pensar que si nosotros también lo hubiéramos hecho, Patamon y los demás, podrían tener esa vida que hubo en la historia de amor que había escrito. Quizás mi historia tuviera un final trágico, pero todas las especies tienen un fin. Y me hubiera gustado, que, en la realidad, hubieran disfrutado mucho más, que el corto periodo de tiempo que llevaron como pareja. Quizás, esa sea la penitencia que tenga que cargar por haber sido egoísta. Porque no importa cuántos años pasen, que nunca vamos a olvidar a esos compañeros digitales que tuvimos siempre a nuestro lado, llamado digimon.
Ya han pasado muchos años, desde entonces. Y muchas cosas han ido sucediendo.
Elpidamon decidió, para alegría de Hikari, vivir con nosotros, y llenar el vacío que habían dejado Patamon y Tailmon.
Todavía sigo sin comprender porqué este digimon me sigue causando nostalgia y felicidad. Pero su sola presencia, me recuerda a cuando estaba con Patamon. Ahora mismo, Elpidamon y Nairmon son los únicos digimon que quedan en esta casa.
Isaki y Takeshi han crecido, fueron a la universidad y formaron sus propias vidas y familias.
Tsukaimon y Earmon recogen el testigo de Patamon y Tailmon, convirtiéndose en los padres que educan y enseñan a los digimon de mis nietos.
Mis hijos, mis sobrinos y los hijos de mis amigos han luchado por hacer sus sueños realidad, como nosotros lo hicimos antaño. Lo pasaron mal, tuvieron que lidiar con los problemas de la sociedad, pero continuaron adelante sin rendirse.
Todos ellos se ven felices con sus respectivas familias y en las profesiones que tanto se habían esforzado en cumplir. La mayoría de ellos, trabajan en algo relacionado con los digimon. Así como nosotros, tratábamos de evitar el maltrato a los digimon, ellos lo están haciendo más activamente. Las batallas que tuvimos que librar contra Yggdrasill y Homeostasis, hizo que tuviera un gran impacto sobre ellos. Y fueron ellos también los que me hicieron entender que Patamon y los demás nunca fueron maltratados por nosotros, por nuestros propios problemas personales. Así que, a ti, mi querido lector, te hago saber que los demás y yo, hemos dejado de pensar en esa idea.
En estos años, así como hemos recibido las bendiciones de nuevos miembros en la familia, hemos tenido que enterrar a nuestros familiares que por ley natural, como el digimon, el humano nace para morir.
No se puede evitar lo inevitable. Desde que vi morir a Angemon cuando tenía ocho años, me di cuenta de que la vida es corta, y que hay que aprovecharla al máximo. Algo que me dificultó con Kibou y Patamon. Al principio, resulta muy complicadol salir de esa burbuja, si no tienes a nadie en quién apoyarte o refugiarte.
Por eso mismo, que es tan importante la amistad y el amor. Sin esos dos valores, seguiríamos como ratones encarcelados en nuestra propia jaula, sin poder darnos cuenta de que el mundo sigue adelante, y que ese habría sido el deseo de los que nos han dejado.
Ahora que soy abuelo y tengo mis años, lo único que puedo hacer es contar esta experiencia de la vida y transmitirlo a mis nietos y a los hijos de los hijos de mis amigos.
La vida no termina cuando uno muere. Porque el recuerdo, siempre estará grabado en nuestros corazones.
Ese es el nuevo mundo que debemos enfrentar.
Pero siempre guardando la luz de la esperanza.
Y con estas palabras, heredadas de mi niño interior, es cómo la historia entre doce humanos, llamados Niños Elegidos, y sus digimon llega a su fin.
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Título del libro: El nuevo mundo
Autor: Ishida Takeru
Octava edición: 01 de agosto del 2043
FIN
Notas de la autora: La historia termina aquí. Hay un epílogo que es el que llevaría el título de Amistad y Amor, pero como es para explicar qué ha sido de los hijos en este futuro, podríamos decir que sería más bien un añadido. Pero tranquilos que lo he de publicar. Por ahora, muchísimas gracias por seguir esta historia y a la gente que lo siguió desde sus inicios o desde hace varios años, gracias por su paciencia.
Este fic comenzó como idea en querer ver más Digimon tras haber visto su final en televisión, siendo, además, el primer fic y lo que me inspiró a ser escritora, y se convirtió en un fic muy especial. Ha sufrido varias versiones, todo para conducir a un final que ni tenía planteado. Sólo la idea de matar a Yamato jejeje. También ha sufrido cambios en lo que al villano se refiere, cuando empezó Digimon Tri. Porque en un principio, Gennai iba a ser el villano. Y tras ver el segundo ova, no quería que se pensara que saqué la idea de Tri. Por eso, me maté los sesos pensando en quién podría poner de villano. Y la verdad, pese a haber malentendido al villano de Tri, me alegro de haber tomado esta decisión sobre el villano, porque asienta muchas cosas por dónde quería dirigirme.
Gracias una vez más a todos los que habéis seguido este largo fic. Próximamente, publicaré el epílogo con una sorpresa añadida.
'Atori'
