Cuando Tempus cambió el pasado

¿Qué hubiera sucedido si Lois nunca se hubiera fijado en Superman? ¿y qué pasará con Clark Kent? ¿se enamorará de Lois o seguirá solo?


Tempus estaba pletórico, le había sacado la maquina del tiempo a HG Wells y no paraba de despotricar contra todo el daño que haría a Lois y Clark.

— Esa maldita pareja de periodistas ha sido la responsable de que no pudiese hacerme con la presidencia de los EEUU pero ahora que tengo de nuevo en mi poder la máquina del tiempo, nadie me parará, esta vez mi destino será rumbo a Metrópolis, cuando Lois conoció a Superman...jajajaja


En Metrópolis, en el Daily Planet.

Clink.

El ascensor se abrió y apareció un joven periodista con un maletín como único equipaje. Clark Kent tenía la mano sudorosa asida al asa del maletín y se le inflaban los carrillos con ansiedad. No conocía Metrópolis y ya había estado a punto de ser descubierto salvando a un autobús de viajeros a punto de estrellarse. Por suerte la mujer que le había visto actuar no trabajaba en un periódico ni tenía nada que ver con reporteros ni con fotógrafos ni famosos.

Clark suspiró mientras caminaba hacia el despacho del director Perry.

Su mente divagó hasta el rostro de la intrépida Lois Lane y suspiró mientras se dirigía al despacho del director Perry. Clark nunca había visto a Lois Lane en persona, había leído sus artículos y para ocultar su obsesión por ella los hacía trizar al terminar de leerlos. No quería obsesionarse con una mujer ambiciosa, sin escrúpulos, que seguro que había hecho todo lo malo para llegar a la cima, no quería ser esclavo de alguien. Precisamente él que tenía en sus manos el destino de tantas personas.

Ahora mismo Perry le estaba hablando, debía de prestarle atención.

— Hijo — empezó el director, — tu artículo de Borneo está bien, pero Daily Planet es un periódico metropolitano, temo que tu estilo no encaje con el que buscamos. Buena suerte.

— ¡No puede hacerme esto! He volado...quiero decir, he tomado un avión desde Kansas para llegar hasta Metrópolis, he puesto en esta cita toda mi ilusión.

— ¿Ha tomado un avión? ¡oh Perry! A mí me gusta, tiene un estilo tan romántico, hace mucho que no leía un artículo con ese estilo en nuestro periódico.

Clark giró la cabeza ante la voz que oía en la puerta, una voz de denotaba a una persona de carácter fuerte y a la vez dulce aunque una nota de ironía resaltaba en aquel timbre, una nota que se difuminó cuando Clark miró aquellos ojos pardos agudos.. La que acababa de entrar en el despacho de Perry, era ni más ni menos que la versión auténtica de Lois Lane, sin retoques de prensa ni maquillaje barato, era ella al natural y era maravillosa. Se sentía petrificado pero a la vez deseaba mostrarle a Lois que valía tanto como ella, de hecho nunca se había sentido así

— Soy Clark Kent — se presentó él educadamente, tendiendo su mano. Ella lo miró con cierto aire de lejanía pero luego le dio su mano.

— Está bien, Kent, no te enamores, no me gustan las granjas... — chocó su mano con fuerza, de hecho a Clark no le gusto aquella muestra de fuerza y valor en la que consideraba su ídolo.

Perry pasó su vista de uno a otro, — Kent, si me das un buen artículo, el puesto será tuyo pero tendrás que defenderlo día y noche, hijo, ése es nuestro lema en el Daily Planet.

Cuando Perry se marchó, Clark se acercó un poco a la reportera que permanecía mirando la pantalla de teletipos. Él no era la razón de su entrada en el despacho de Perry, sólo una absurda raya en aquella máquina de trabajo. Tragó saliva con dificultad antes de hablarle. Tenía que hacerlo, por su bien, pero sobre todo para que ella supiese lo mucho que significaba.

— Admiro mucho tu trabajo, Lois Lane.

Ella se volvió a él y entrecerró los ojos. — Tomas confianza rápido, eso debe ser bueno en alguna parte.

— Bueno, no es la primera vez que hablamos, tú fuiste la que mandaste la carta de recomendación.

— ¿De qué hablas? ¡Eh! Te lo advierto, no me gustan los fisgones ni los que se las dan de listillos.

— ¿Tú no me enviaste una carta diciendo que admirabas mis artículos?

— Por supuesto que no he hecho tal cosa — dijo ella, cruzándose de brazos, acto seguido dejó a Clark solo en medio de la redacción.

Se pasó la mano por la nuca, como siempre que se sentía ansioso y vio como Lois lo miraba desde lejos con extrañeza y una mezcla de desconfianza y desprecio.

Menuda manera de empezar el día, pensó mientras buscaba el ascensor para salir del edificio.


7:00 PM Metrópolis

Una reportera morena abrió cada cerrojo de la puerta 501 del bloque de un bloque de apartamentos. Lois Lane, atareada con las bolsas de la compra, sólo atinó a escuchar un "clack" desde el zaguán; tomó las llaves con los dientes y se dirigió de puntillas al otro extremo de su loft, decorado por ella misma hacía 2 años cuando Perry decidió hacerla fija en el Planet.

Una vez junto a la estantería repleta de remaches, bombillas, tomó de su cajón de herramientas su gran llave allen, a falta de encontrar otra cosa a mano; se dirigió al lugar dónde provenía el ruído, respiró fuerte cuando se dio cuenta de que provenía de su habitación.

Con la llave en la mano para protegerse ante un posible ataque, abrió la puerta despacio, la luz del cuarto salía por la rendija de la puerta como una mancha blanca potente; no recordaba que hubiese puesto una bombilla led allí.

La puerta se fue abriendo poco a poco, y lo primero que vio fue una capa raja con una gran s en su dorsal, el hombre estaba de espaldas a la puerta y tenía en la mano unos papeles que ojeaba con impaciencia; ante el susto, Lois soltó la llave y casi se desmaya, el hombre siguió concentrado unos minutos hasta que se volvió boquiabierto hacia ella.

— Lo siento, señorita Lane, he tenido que entrar...entrar...

Lois se recompuso en un instante.

— Sí, ha tenido usted que entrar en mi vivienda sin mi autorización, y qué... — dijo mientras se cruzaba de brazos con evidente tono de enfado — ¿qué ha venido a hacer? ¿quién le ha mandado?

-Nadie — dijo él — yo, pensé que usted estaba en peligro, pero ahora que sé que está bien me voy.

—¡Espere! — gritó ella al ver que se le escapaba su presa por la ventana.

"¿Este tio puede volar?" se preguntó Lois mientras miraba ceñuda a la ventana abierta. "Más fisgones de mi trabajo, Perry me va a matar" dijo mirando las hojas revueltas de su escritorio. Miró detenidamente, "un momento, yo sé lo que estaba buscando éste y no era mi trabajo...no es un fisgón".


7.45 am Daily Planet.

Lois estaba sentada en su silla favorita, mordiendo con saña un lápiz. "Debería haberle preguntado al hombre de la capa roja cual era su nombre".

— Oh, Lois, ¿te has enterado? — preguntó Jimmy, el chico de los recados, llegando impaciente, — varios testigos oculares han visto a ese tipo que describiste ayer a la policía, su descripción concuerda con la tuya y los agentes han añadido "además de todo, superfisgón puede volar".

— No es un superfisgón, Jimmy — sentenció la reportera con un mohín — es un superpervertido.

— Sí, nuestra Lois puede ser muy brillante con estos temas, hala cambia el título a la rotativa y que lo coloquen bajo el artículo de Lois "un hombre con mallas entra en mi apartamento de soltera y se marcha luego de intercambio de palabras" y le has puesto ese nombre al tipo porque lleva una "S" en el pecho.

— No Perry, ese hombre, ese ...él entró en mi departamento, estaba...estaba...

— Está bien, está bien, baby, no estás sola y conocemos el atestado policial, por amor a Elvis, que un director de periódico tenga que dejar a su mujer sola en medio de la cena para ir a acompañarte a la comisaria porque tienes un ataque de ansiedad porque un tipo con mallas (no es Elvis) ha salido volando por tu ventana en mitad de la noche.

— Usted no hizo eso, Perry, recuerdo sus palabras por teléfono: Lois, esto tiene que estar en primera plana, el país tiene que estar informado, después del escándalo de las joyas — emuló la voz de su director.

— Touche, baby, pero para la próxima recuerda que soy yo el jefe, déjame anotarme algún tanto, venga todos a trabajar.

— Debes de estar muy orgullosa — dijo Jimmy en dirección a Lois.

— ¿Porqué Jimmy? Sólo hago mi trabajo, además sabemos que el ladrón de las joyas fue el guardia de seguridad pero todavía no podemos contarlo. La gente pensará en ese fisgón y las mujeres se enamorarán de un apuesto ladrón que escapa volando por la ventana.

— Pero, ¿y si resulta que no voló sino que sólo...se descolgó de la fachada cual kamikaze?

— ¿Qué estás diciendo Jimmy? ¡Yo lo vi! — aseguró ella con fuerza — me estoy jugando mi puesto de redactora.

— Es cierto, cielo, — apareció Perry — te tengo aprecio Lois, y puede que ese míster universo que describes con la S y la capa se tratara de un acróbata; si resulta que cuando contemos lo de las joyas, no tienes pruebas de lo que afirmas en tu artículo, tendrás que empezar a ayudar a Jimmy.

— ¡Eso no es justo Perry! ¿Cómo voy a buscar a un acróbata? Nadie lo conoce, se evaporó en la oscuridad...

Se sentó con fuerza y garabateó con rabia preñada de lágrimas la odiada " S" del apuesto desconocido. La punta del lápiz se rompió. "Supertonto".

— ¡No es justo!

Todos ignoraron sus quejas, y continuaron su trabajo. No estaba siendo una mañana fácil para Lois Lane, la intrépida reportera del Daily Planet.


N/A: Hola, espero que les haya gustado, es mi primera historia de Superman. Gracias por leer, nos leemos.