NADA DE ESTO ME PERTENECE, LOS PERSONAJES SON DE DISNEY, SOLO ME DIVIERTO AL ESCRIBIR

¡Hola a todos! Bueno... les comparte este pequeño proyecto que tenía atorado al fondo de mis documentos y del cual, la verdad, aún no he planeado el final, pero que de cualquier forma quiero compartirles porque me ha gustado cómo se desarrolló este mundo.

Esta historia surge como un enorme "¿Qué pasaría si...?" en prácticamente todas las historias de Star Wars, Anakin es quien debe redimirse por su Lado Oscuro como Sith. Y aunque me encantan esos fanfics y he escrito sobre eso, esta vez pensé, ¿y si es Padmé quien debe redimirse? No es una sensible a la Fuerza que cayó al Lado Oscuro... es una humana que cometió errores terribles y que debe cargar con la culpa de eso. Así que en esta historia, es Padmé quien debe redimirse ante Anakin. Por eso mismo, esta historia será dramática, quedan advertidos.

IMPORTANTE. En este Universo Alterno, la Guerra de los Clones duró 4 años, y lo más importante, los Jedi SI PUEDEN tener apegos. Incluso pueden casarse y tener familias. Lo consideré algo importante para que la personalidad de Anakin fuera en verdad más liviana y menos oscura.

Sin mucho más que decir, espero que les guste este primer capítulo, ¡disfruten!


CENIZAS

by

Nefertari Queen


Prefacio

"¡Últimas noticias! ¡La guerra ha terminado! repito, la guerra ha terminado. La guerra entre la República Galáctica y la Confederación de Sistemas Separatistas, llamada popularmente Guerra de los Clones, finalmente ha terminado. Hace solo unos minutos, el Canciller Bail Organa, acompañado de las senadoras Mon Mothma y Padmé Amidala, firmaron la paz entre la República y la Confederación. Se llegó a un acuerdo de mutua cooperación, permitiendo a los Sistemas Separatistas mantener su autonomía, a cambio de su ayuda en la reconstrucción de los sistemas afectados durante la guerra y los mundos de la República.

El Senado recalcó la importancia de trabajar en equipo para construir una nueva era de paz en la galaxia. Hay que hacer especial mención en que los senadores llevan juntas extraordinarias desde hace tres semanas, cuando el Canciller Palpatine fue depuesto por la Orden Jedi. El Senado votó al senador de Alderaan, Bail Organa, como el nuevo Canciller, y hace unos momentos confirmaron que el puesto de Vice Canciller lo ocupará la senadora de Naboo, Padmé Amidala. Desde la elección de Organa para el puesto ejecutivo, las apuestas señalaron lo mismo a la senadora Amidala como a la senadora Mothma como las posibles legisladoras que ocuparían el puesto de Vice Canciller, hay que recordar que Organa, Mothma y Amidala fueron los líderes de la oposición de Palpatine aun antes de que fuera depuesto por la Orden Jedi. Sin embargo, ya es un hecho que la senadora Amidala ocupara el puesto de Vice Canciller.

Tenemos que reconstruir esta República con los firmes cimientos de la democracia—afirmó el Canciller Organa a los medios.

El Consejo Jedi no ha hecho ninguna declaración en lo que respecta al final de la guerra, pero han dado más detalles sobre la deposición del Canciller Palpatine. Según el Consejo Jedi, cuando intentaron apresar al Canciller Palpatine este se defendió haciendo uso de artes oscuras de la Fuerza, confirmando que era un Sith. De entre todos los caballeros que acudieron para escoltarlo, solo Anakin Skywalker, el Héroe sin Miedo, consiguió sobrevivir y vencerlo. El Consejo Jedi también ha confirmado que el Canciller Palpatine falleció por sus heridas en batalla, y que el propio Anakin Skywalker debió ser atendido urgentemente por los sanadores del Templo, pero afirman que, al momento de esta nota, el Héroe sin Miedo se encuentra fuera de peligro.

El Senado también ha declarado a la Orden Jedi Heroica, por su participación en la Guerra de los Clones, y hace especial mención al caballero Anakin Skywalker, por su participación clave en la aprehensión y caída del Canciller Palpatine.

Solo queremos recalcar que después de una época dura y difícil para la galaxia—expresó el Canciller Organa—Finalmente, después de cuatro largos años de lucha, esta infame Guerra de los Clones ha terminado…"

Sola Naberrie apagó la transmisión, sin querer ver más noticias. Suspirando, se cruzó de brazos intentando abrazarse a sí misma, haciendo lo posible para mantener un semblante tranquilo. Al final, sus pensamientos la traicionaron.

—No… esto solo ha empezado—dijo en voz alta para sí misma, luego, salió de la habitación.

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Parte I

Senado Galáctico, Distrito del Senado, Coruscant...

—La Orden Jedi nos ha respondido—dijo Bail con una sonrisa de satisfacción.

Padmé Amidala estaba sentada en su escritorio, fingiendo que ponía atención a los documentos frente a ella.

—Oh, ¿enserio? —respondió, haciéndose la distraída—¿Sobre qué?

Ella sabía muy bien de qué iba el tema, pero necesitaba actuar su papel.

A estas alturas, probablemente nadie reparaba en ese detalle, en la manera en que la senadora Amidala –ahora Vice Canciller– nunca parecía estar enterada de lo que ocurría en la Orden Jedi. En otro tiempo, enemigos políticos hubieran usado eso en su contra, pero ahora, con la República en su proceso de reconstrucción, a nadie le quedaba tiempo de notar esos detalles. No por eso Padmé dejaría de jugar su papel, era la fuerza de la costumbre.

—Sobre la Medalla de Honor que recibirá el Caballero Jedi Anakin Skywalker—le dijo Bail pacientemente, creyendo que enserio Padmé tenía la cabeza en otra parte.

—¿Íbamos a hacer eso?

—Si Padmé, incluso firmaste como Vice Canciller la orden de la medalla.

—Oh, perdona Bail, debo estar distraída—se disculpó con una sonrisa falsa, mirando a su amigo—¿Entonces la Orden aprueba ese reconocimiento?

—Así es, míralo por ti misma.

Bail le dio el DataPad, Padmé lo sujetó con algo de fuerza, intentando ocultar el temblor de sus manos. Ahí estaban, los documentos que ella recordaba perfectamente, en donde le ofrecían a Anakin Skywalker el título de Héroe de la República, por sus increíbles hazañas liderando a los clones durante la guerra y, al final, descubrir el engaño de Palpatine, poniendo fin al conflicto armado.

La respuesta estaba firmada por el Consejo Jedi, y decía: "… el Honorable Alto Consejo de la Orden Jedi acepta humildemente los reconocimientos hechos a sus caballeros, y en especial al recién nombrado Maestro Anakin Skywalker, quien acepta dicho honor..." al final, estaban las firmas de todos los maestros, y también la firma de él.

Maestro… ¡lo había conseguido! ¡Era un Maestro Jedi! Después de tantos esfuerzos y sacrificios, Anakin cumplió su sueño y ahora estaba sentado entre los líderes del Templo, alcanzando un rango que, estaba segura, nadie lo merecía más que él.

Su Ani.

"No… no tu Ani… nunca más tu Ani…" pensó por un momento, y la brusquedad de esas palabras endurecieron sus facciones.

—¿Y bien? —la llamó Bail—¿Qué opinas?

—Opino que lo merece—respondió Padmé, intentando que su voz sonara neutral—De no ser por él, la República no existiría.

—Recuerda que esa no es la versión oficial, Padmé—dijo Bail con tono serio.

—Estamos solos aquí tú y yo, no hay peligro.

Bail suspiro, pero no dijo nada más. Padmé le regresó el DataPad, fingiendo que volvía a ponerle atención a los documentos frente a ella. Tenía el rostro repentinamente pálido y su pecho le dolía, necesitaba urgentemente una taza de té y distraerse con algo. Frente a ella, Bail malinterpreto esas señales de angustia en su vieja amiga, creyendo que estaba exhausta por el duro trabajo que ambos llevaban varios días realizando. Con un gesto fraternal, Bail colocó su mano sobre el hombro de Padmé y le sonrió.

—Han sido días difíciles—le dijo—¿Por qué no descansas un par de días? No has ido a Naboo en mucho tiempo.

—¿A Naboo? ¿Justo ahora? —Padmé no podía decirle que lo que menos ocupaba ahora era tiempo libre—No, hay demasiadas cosas por hacer. Tenemos agendadas sesiones en…

—Sesiones que puedo perfectamente manejar con ayuda de mi asistente un par de días.

—Acabas de nombrarme Vice Canciller, ¿cómo se vería que me tomara unas vacaciones justo ahora?

—No conozco a nadie que trabaje tanto como tú—replicó Bail—Si alguien merece un par de días libres, esa debes ser tú. Vete a Naboo unos días, y regresa para la ceremonia del Maestro Skywalker.

"Tienes que estar bromeando," pensó Padmé.

—No estoy cómoda con esto.

—Mira, la ceremonia de Skywalker es en dos semanas, tienes todo ese tiempo para descansar—explicó Bail, intentando ser un buen amigo—Cuando regreses oficiaremos la ceremonia y, después de eso, nos pondremos al corriente. Mereces al menos unos días celebrando esta victoria con tu familia, Padmé.

Era un argumento muy difícil de debatir. Pero lo intentaría.

—Tú mismo has dicho que la ceremonia es en dos semanas, y como Vice Canciller debo estar presente—respondió Padmé—Aún hay muchas cosas que hacer y…

—Es una orden, Vice Canciller—agregó Bail con tono serio.

Padmé frunció los labios, pero Bail no le dio tiempo de responder.

—Sube a tu nave y vete esta noche, Padmé—dijo él—Descansa, nos vemos en un par de semanas.

Dicho eso, Bail le dio la espalda para salir de la oficina, estando a unos pasos de la puerta su comunicador sonó y, al revisarlo, miró a Padmé por sobre el hombro.

—Ah, para que te prepares, porque sé que siempre quieres lucirte en estos eventos—continuó Bail—El Consejo afirmó que Anakin Skywalker llevará un acompañante a la ceremonia. Suena bien, ¿no?

Poco sabía Bail Organa que, en vez de calmarla, esa noticia la estresó todavía más.

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Mon Mothma, Senadora de Chandrila, estaba en su oficina esperando a que su recepcionista terminara de juntar sus cosas para irse, necesitaba estar sola. Después de lo que le pareció una eternidad, la muchacha se asomó a la puerta con su sonrisa inocente de siempre, y anunció su salida.

—Hasta mañana, senadora—dijo la joven alegremente—Que descanse.

—Tú también, cuídate—respondió Mon forzando una sonrisa en sus labios, agradeciendo a la Fuerza cuando la muchacha se fue por el corredor.

Estando al fin sola en su oficina, Mon Mothma abrió el último cajón de su escritorio, sacando de ahí una botella de whisky coreliano, y se sirvió un vaso en seco. Cuando el alcohol se deslizó por su garganta, dejando una sensación de fuego hasta la boca de su estómago, Mon recuperó las agallas y salió de su oficina.

Todo había pasado tan rápido, que era difícil de creer. Un día, ella y sus compañeros senadores estaban planeando formas legales para contener el poder del Canciller Palpatine, y al día siguiente, Palpatine era apresado y moría por sus heridas, declarado un traidor y un Sith por el Consejo Jedi. Aunque el Consejo presentó pruebas al Senado, Mon nunca había sido una creyente asidua ni de la Fuerza ni de los Jedi, así que seguía teniendo sus reservas.

Pero no era la caída de Palpatine lo que le quitaba el sueño, para nada. De hecho, aunque en circunstancias extrañas, Mon estaba feliz de que Palpatine hubiera desaparecido del escenario político. Ese desgraciado había sido una amenaza para la democracia desde el momento en que empezaron las Guerras Clon, coaccionando todos los intentos de Mon y sus aliados para devolverle más poder al Senado. Era terrible siquiera imaginar lo que pudo llegar a ocurrir si Palpatine no hubiese sido detenido.

Lo que realmente le quitaba el sueño a Mon, era la manera tan precipitada en que Organa y Amidala se hicieron del poder. Una tarde, una junta extraordinaria fue convocada y ahí Maestros del Consejo Jedi expusieron el caso de la caída de Palpatine. En esa misma sesión, después de horas de escrutinio sobre los Jedi y más horas donde los aliados de Palpatine demandaban un juicio, el Senado votó a un nuevo Canciller, y Bail Organa se hizo con la mayoría de los votos por muy poco margen.

Mon Mothma conocía a Bail, era un hombre honrado, pero poco atrevido, sabía que su gobierno podría ser débil si no tenía a su lado a las personas correctas, y considerando la enorme crisis que la República estaba pasando, se necesitaba de un gobierno firme. La sesión fue levantada por haberse extendido demasiado, y el recién electo Canciller Organa ordenó una nueva sesión a la mañana siguiente, para continuar con esos pendientes.

A la mañana siguiente, los aliados de Palpatine consiguieron que el caballero Jedi Anakin Skywalker, el culpable de la muerte del occiso Canciller, fuera llevado a juicio, justo al mismo tiempo en que el Bail Organa declaraba a Padmé Amidala como su nueva Vice Canciller. Ese fue el momento en que Mon Mothma comenzó a sospechar que había gato encerrado, Organa y Amidala parecían estar tramando algo.

No lo pensaba por envidia, sino porque en los años de guerra, Mon había trabajado mucho con Bail y Padmé para crear una resistencia en el Senado que contuviera a Palpatine. Fundaron la Delegación de los 2000 con ese propósito. Quizá no eran los mejores amigos, pero Mon los conocía lo suficiente para saber que sus miradas serias escondían un nerviosismo sospechoso.

Mon ya había sufrido lo suficiente con el gobierno tiránico de Palpatine para permitir que otros dos senadores se salieran de control frente a ella.

Llegó a la oficina del Canciller, sabiendo que Bail debería seguir ahí. Tal y como lo esperaba, la recepcionista de Bail no se encontraba, así que, en primera instancia, nadie sería testigo ocular de esta visita.

—¿Bail? —lo llamó desde el umbral, asomándose con una sonrisa amable—¿Estás disponible para una vieja amiga?

—Naturalmente, Mon, pasa—respondió Bail parándose de su escritorio para recibir a Mon.

Ella se sintió aliviada con ese gesto. En los últimos meses, cada vez que un senador acudió a Palpatine él los recibió con la misma sonrisa de siempre, pero sentado desde su escritorio con una pose que daba escalofríos, tratándolos en el fondo como si fueran meros mensajeros de sus deseos, y él, una especie de rey observándolos desde la cima de su trono. Bail no proyectaba nada parecido, al contrario, parecía un funcionario dispuesto a servir.

"Quizá estas preocupándote por nada, Mon..." pensó ella

—No había tenido tiempo de felicitarte en persona por tu nuevo cargo—dijo Mon—Felicidades Bail.

—Gracias, Mon, eres muy amable.

—Creo que no es osado pensar que, contigo y Padmé al frente de la República, la democracia estará segura—continuó Mon.

Vio que Bail contuvo su expresión, como si se acordara en el último momento que no podía mostrarle a Mon sus reacciones, y de inmediato la senadora de Chandrilla ajustó su propia máscara política.

"... o tal vez no" concluyó su pensamiento.

—Padmé y yo haremos todo lo que esté en nuestras manos—dijo Bail—Estamos convencidos de que podemos contar contigo para que nos ayudes en el Senado.

—¿Oh? ¿Es por eso que no me pediste que formara parte de tu oficina, Bail?

—Básicamente, sí.

—Me resulta un poco extraño—confesó Mon con un tono casual—Tu oficina es extremadamente pequeña, solo la conforman tú y Padmé, ¿tienes pensado extenderla?

—Hasta ahora, no lo hemos necesitado.

—Tranquilo Bail, no te estoy juzgando—replicó ella con una sonrisa—Solo quiero saber cómo puedo ayudar a dos viejos amigos a resolver el desastre que Palpatine nos dejó.

—Tu ayuda en el Senado será más que suficiente por ahora, Mon. Te aseguro que, de llegar a ocuparse, buscaremos tu ayuda antes que la de nadie.

—Si llegase el día, estaré más que contenta de ayudarlos—dijo Mon—Bueno, lo mejor será que me vaya, necesitas descansar y, francamente, yo también.

—Gracias por venir Mon, descansa.

—Tú también, Bail.

Mon Mothma salió de la oficina del Canciller totalmente convencida de que había algún secreto, algo que Bail y Padmé escondían no solo de ella, sino de todo el Senado. Y estaba dispuesta a averiguarlo.

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Republica 500, Distrito del Senado, Coruscant...

La última vez que Padmé recibió una orden ejecutiva, fue del fallecido Canciller Palpatine. Él también le ordenó irse a Naboo para protegerla supuestamente de los atentados contra su vida. Padmé intentaba no pensar en los paralelismos de esa orden, recibida hace más de tres años, con la orden que acababa de recibir. En ambas ocasiones terminó caminando en su departamento muy molesta, murmurando en voz alta lo inconforme que estaba, mientras empacaba con movimientos bruscos una pequeña maleta solo para distraerse.

Pero, en esa ocasión hace más de tres años, no estaba ella sola farfullando en su alcoba, sino que había estado desahogando su rabia con Anakin.

Fue Anakin quien la escoltó a Naboo y la cuidó durante esos días en Varykino. Esos hermosos, dichosos días, que atesoraba en su corazón. Fueron esos días en los que vivió una de las pruebas más difíciles de su vida, en que tuvo que decidir entre su deber y el corazón.

Siendo Vice Canciller de la Republica, era muy obvia la decisión que tomó.

Todos los días, se levantaba con el alba para empezar sus deberes, y trabajaba hasta altas horas de la noche, sin permitirse un momento para sí misma. Así fue durante los tres años que duraron las Guerras Clon, perdiéndose entre deberes y misiones para no tener el tiempo de sentir. Postergando lo máximo posible el inevitable momento en que debiera enfrentar las consecuencias emocionales de su decisión.

Pero en las noches… los últimos segundos de consciencia que le quedaban antes de que el agotamiento la reclamara, en esos momentos, la invadian los recuerdos. Memorias de picnics cerca de las cataratas, pláticas frente al romántico fuego de las fogatas, comidas en las cuales no faltaban conversaciones divertidas o charlas profundas. Con los rezagos de esos recuerdos, Padmé se quedaba dormida soñando en esos días donde fue tan feliz. Al amanecer, respiraba profundo, ignoraba sus lágrimas, y repetía la rutina.

Ahora, la Guerra de los Clones había terminado, la galaxia estaba al fin en paz, y el Canciller le obligó a tomar unos días de descanso.

¿Qué se suponía que iba a hacer ahora?

No quería ir a Varykino, los fantasmas de esos sentimientos inconclusos no le permitirían estar un solo día ahí sin llorar. No quería ir al Palacio para enfrentarse a la reina, y soportar su disgusto de haber aceptado el cargo de Vice Canciller sin siquiera darle el tiempo de buscarle un reemplazo como senadora. No quería ver a su familia, ser atosigada por sus preguntas y las miradas duras de Sola.

No quería existir.

—Mi señora, los últimos informes del día—le dijo Sabé, dándole un DataPad.

—Gracias, Sabé.

Su doncella, siempre fiel, parecía comprender sus sentimientos encontrados. Aunque Sabé nunca supo los detalles de su corazón –Padmé era muy buena fingiendo a estas alturas– presentía muchas cosas, en gran medida por haber sido la silenciosa testigo de momentos privados que, aunque fuera de contexto, le daban mucha información.

—Me ha notificado el capitán Typho que la nave está lista para despegar—continuó Sabé—Solo la esperamos a usted, señora.

—¿Han terminado el resto de mi equipaje?

—Si, señora.

—¿Y también subieron los muebles que te encargué?

—Desde luego, mi señora.

—Gracias Sabé.

¿Por qué todo su personal tenía que ser tan eficiente?

Padmé siguió a Sabé hacia la plataforma para subir a la nave, el capitán Typho la saludo en la rampa, indicando que todo estaba listo. Cuando se sentó, miró por la ventana una última vez el caos de Coruscant que ya había llegado a apreciar, despidiéndose por unos días de su dinamismo.

Al fondo del panorama, el imponente Templo Jedi resplandeció por un instante bajo la luz del sol. Y Padmé sintió su corazón en la garganta de nuevo.

Para distraerse, miro las notas en el DataPad. Las primeras eran simples mensajes felicitando su nuevo puesto, comentarios sobre los términos de la paz y muchísimas alabanzas hacia el fin de la guerra. Sin embargo, hubo uno que llamó más su atención.

"El Honorable Consejo Jedi ratifica la condecoración del Maestro Anakin Skywalker como Héroe de la República, quien acudirá al evento orquestado por el Honorable Senado Galácito con una acompañante…"

Padmé solo entendió las cuatro palabras que rompieron aún más su dolorido corazón.

Acudirá con una acompañante…

Una… en femenino… iría al evento con una mujer. Anakin Skywalker, ahora Maestro Jedi, recibiría la medalla de honor como Héroe de la República, al lado de una mujer...

El silencio del espacio exterior solo fue un eco de su propio corazón.


So... ¿qué les pareció? los siguientes dos capítulos ya están listos y podré subirlos en los próximas días sin ningún problema, ya después de eso puede que me pause un poco más. Espero les haya gustado y muchas gracias por darle la oportunidad a esta historia.

Para quienes lean "El caballero y la senadora" sigo trabajando en el nuevo capítulo, no desesperen jeje.

¡saludos y abrazos a todos!