NADA DE ESTO ME PERTENECE, LOS PERSONAJES SON DE DISNEY, SOLO ME DIVIERTO ESCRIBIENDO HISTORIAS
¡Hola a todos! Bueno aquí les traigo este capítulo nuevo, salió un poco más rápido de lo que pensaba, su apoyo me ha ayudado mucho a esclarecer varios detalles que no tenía contemplados hasta ahora. Aunque aún tengo unas dudas hay otras escenas que me muero por escribir jeje. Gracias por su apoyo, ¡disfruten!
Parte V
Hace años…
—No creo que el sistema funcione—dijo Anakin con tono más serio, sentado al lado del lago en Varykino.
Padmé estaba parada en la orilla del lago, levantando un poco la falda de su vestido para poder mojarse los pies en el agua, mirando distraídamente hacia Anakin.
—¿Y cómo lo mejorarías tu? —preguntó ella.
Anakin miró embelesado la silueta de Padmé unos segundos, el sol se ocultaba al otro lado del lago y esa luz sentaba maravillosamente al cabello castaño y vestido amarillo que llevaba Padmé. "Realmente es un ángel," pensó.
Aún recordaba a la joven reina disfrazada que él conoció, en ese tiempo le pareció la criatura más bella de la galaxia, pero estaba equivocado. Padmé se había vuelto más hermosa, inteligente y valiente en esos años, sellando el hechizo que puso en su corazón tanto tiempo atrás. Nunca había conocido a una persona tan noble, de un alma tan pura, en toda su vida.
¿De qué estaban hablando? Oh, sí. Política. Claro.
—Necesitamos de alguien que tome las decisiones, que se encargue de que se hagan las cosas—dijo, bajando el rostro con aire dramático, para ocultar la sonrisa en sus labios.
Padmé caminó de regreso a la orilla, dejando caer la falda de su vestido sobre la arena, preguntándose qué tan en serio estaba hablando Anakin ahora.
—¿Alguien como tú? —le preguntó, tanteando el tema.
—No, yo no—Anakin respondió con firmeza, luego respiró profundo para darle a su rostro un aire serio, y la miró a los ojos.
—¿Entonces quién? —preguntó Padmé, sentándose a su lado.
—Alguien sabio.
Padmé frunció el ceño, ¿enserio pensaba él que se ocupaba de una sola persona tomando las decisiones que afectarían a toda una galaxia? Sintió un nudo en el estómago solo de pensarlo, y bajó su rostro molesta.
—Eso suena a una dictadura para mí—murmuró tajante.
Anakin contuvo su sonrisa, ¡era tan fácil hacerla enfadar!
—Si funciona… —agregó en voz baja.
Padmé alzó el rostro horrorizada, pero cuando vio los ojos burlones de Anakin, se relajó de inmediato. Anakin era un padawan criado en el Templo Jedi, por supuesto que iba a tener mucho mejor criterio que ese.
—Te estás burlando de mí.
—Oh, no. Tendría mucho miedo de burlarme de una senadora—Anakin se rio, incapaz ya de contener su tono serio.
Padmé se rio también y golpeó su hombro de manera juguetona, Anakin atrapó su brazo y la jaló despacio, acercando su rostro al de ella para verla a los ojos. Ah, ahí estaba, ese brillo en sus pupilas que lo desarmaba siempre que sonreía así de contenta. Fuerza, ¿cómo podía amarla tanto?
—No te veo muy asustado—dijo Padmé con un tono más seductor, su aliento rozando el rostro de Anakin.
Había un tiempo para juegos.
Y había un tiempo para besar a su novia apasionadamente, en la privacidad de Varykino.
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Tiempo presente
Palacio Real, Theed, Naboo.
El Maestro Jedi Anakin Skywalker era una leyenda viviente, a pesar de tener solo 24 años de edad.
Destruyó la nave central de la Federación de Comercio, poniendo fin a su bloqueo contra Naboo cuando tenía nueve años de edad. A los quince, todo el Templo habló de él cuando sus adecuaciones a su speeder hicieron que los ingenieros de Corellia tomaran nota para recrear el modelo. A los 19 años se convirtió en Caballero Jedi y meses después, en General del Ejército de la República, ganando tantas batallas que pronto se ganó el apodo de Héroe sin Miedo. Ahora, a los 24 años de edad, no solo era un Maestro Jedi, sino que descubrió la traición de Palpatine y al detenerlo, puso fin a la guerra.
Todos veían solo esa enorme lista de triunfos y la imagen de un hombre apuesto, cubierto de gloria. Muy pocos sabían del dolor en sus ojos, la pesadez de su alma, de la pena que cargaba en su corazón desde hace años.
Contrario a lo que mucha gente pensaba, ser un joven talentoso no siempre era bueno. Anakin tuvo lo mismo buenos amigos como rivales muy competitivos mientras crecía en el Templo, la mayoría de esos rivales envidiando lo sencillo que el entrenamiento parecía ser para él. Si bien Anakin tenía una afinidad con la Fuerza impresionante, su dedicación y perseverancia terminaron de pulir sus habilidades. Anakin siempre daba lo mejor de sí, y cuando los Maestros de la Orden lo notaron, decidieron perfeccionar aún más su entrenamiento.
Por un lado, el resultado fue un Caballero altamente eficiente convertido en Héroe a los 20 años de edad. Por el otro lado, las altas expectativas puestas sobre Anakin le generaron una inseguridad que disfrazaba de arrogancia. El Consejo estaba complacido con sus habilidades, pero le preocupaba que Anakin llegara a un nivel de arrogancia que perjudicara su crecimiento. Entre misiones y retiros intentaron cambiar eso.
Luego, sin que nadie supiera exactamente porqué, Anakin se convirtió en un hombre serio, reservado, rozando la apatía. El Consejo estaba desesperado por encontrar formas de ayudarlo, pero nada parecía consolar el perturbado espíritu de Skywalker. Y es que nadie sabía que Anakin había sido traicionado dos veces, rompiendo todos los pilares de su frágil confianza en sí mismo, dejando que las inseguridades tomaran el control de su mente.
La traición de Palpatine aún despertaba mucha ira y dolor en sus meditaciones. Una figura a la cual respetó y en la cual confió durante mucho tiempo resultó ser un Sith manipulador sin corazón. Anakin estaba seguro de una sola cosa: ya no confiaba en sí mismo.
Había querido a Palpatine como un mentor y amigo, y eso lo cegó privándole de ver el monstruo que era en realidad. Así como su corazón lo cegó con respecto a ella, tiempo atrás… evidentemente su juicio no era de fiar.
Obi-Wan no opinaba lo mismo, pero Anakin ya no confiaba tanto en su viejo Maestro. Sus constantes equivocaciones lo pusieron a la defensiva, además, Obi-Wan lo quería como a un hermano, no iba a ser totalmente objetivo. Tenía ese mismo problema con Ahsoka, quien lo admiraba mucho como para ver las fallas en su Maestro.
Anakin anhelaba ir a Tatooine. Abrazar a su madre. Hablar con su padrastro. Competir amistosamente con su hermanastro. Meditar en el desierto. Necesitaba esa desconexión de Coruscant y volver a sus raíces para poder sanar toda esa confianza perdida en los años de la guerra. Y quizá… quizá sentar cabeza. Ya fuera quedándose en la Orden, como Obi-Wan, o dejándola. Después de todo lo que hizo por la galaxia durante las Guerras Clon, nadie podía llamarlo egoísta por retirarse tan joven.
Pero primero tenía que escoltar a Amidala a Coruscant…
Las tres horas estándar se cumplieron, y puntuales como un reloj, el capitán Typho y Ahsoka regresaron al cuartel, donde Anakin ya había terminado de ajustar los protocolos de seguridad para esa misión.
—Todo está en orden, Maestro—dijo Ahsoka.
—Los protocolos para la familia Naberrie fueron actualizados—dijo Typho—Ellos saldrán de Naboo en dos horas, por la ruta que le mandé, Maestro Skywalker.
—Vi la ruta, fue una excelente idea capitán Typho—respondió Anakin con tono complacido—¿Los escoltará personalmente?
—Así es.
—En ese caso, que la Fuerza esté de su lado, capitán.
—Y con usted, general.
Anakin asintió, sintiendo un poco extraño que el capitán Typho lo llamara por su rango militar, y lo vio salir de las instalaciones con algunos otros oficiales para cumplir su misión. Estando a solas, Anakin y Ahsoka informaron al Consejo Jedi sobre los avances de su misión. Estaban terminando la comunicación cuando ambos sintieron en la Fuerza un tremor, originado por la pequeña mujer encapuchada que acababa de entrar al recinto.
—Necesito hablar con el Maestro Skywalker a solas—dijo Padmé Amidala, mirando a Ahsoka con una expresión firme.
Ahsoka se cruzó de brazos conteniendo una mueca en sus labios, mirando de reojo a su maestro. Anakin ni siquiera titubeó.
—Cualquier cosa que tenga que decirme, puede hacerlo frente a mi padawan—dijo Anakin—Puedo asegurarle que ella es totalmente discreta.
Padmé contuvo el aliento, forzándose a calmarse.
—No es discreción lo que buscaba, pero como quieras—replicó Padmé—¿Cómo te atreves a enviar a mi familia a Coruscant? Los estás exponiendo.
—Dudo mucho que mandarlos al Templo Jedi, uno de los lugares más seguros de la galaxia, sea exponerlos.
—Puede que el Templo sea seguro, pero el viaje no—continuó Padmé—Tu misión solo es protegerme a mí, ellos no están involucrados en esto.
En los años de guerra, Ahsoka vio a su maestro perder la compostura muy pocas veces, optando por soluciones astutas y conversaciones cortas, varias veces le dijo que: "discutir con personas necias consume energía y no produce nada," por eso le sorprendió la reacción de Anakin a continuación.
—Vice Canciller, usted sufrió un atentado de asesinato a pocos metros de su madre—dijo Anakin con voz contenida—En un área abierta de Naboo. No, su familia no está a salvo.
—Incluso si ocuparan protección, bastaría con aislarlos aquí en el Palacio un par de días, ¡su traslado a Coruscant es innecesario!
—Con todo respeto, Vice Canciller, usted no va a decidir eso.
—¿Me está diciendo que no puedo decidir sobre mi familia? ¿O mi seguridad?
—No, Vice Canciller.
Anakin usó un tono extremadamente tajante, que Ahsoka jamás había escuchado. La expresión de Amidala se volvió rígida, como si quisiera matarlo con los ojos, y lo más curioso era que, a través de la Fuerza, Ahsoka pudo sentir que Anakin estaba disfrutando esto.
—El Consejo Jedi me puso a cargo de su seguridad, Vice Canciller, y tomaré las medidas que sean necesarias para garantizar la seguridad de usted y su familia.
—Ni mi familia ni yo somos objetos sin voz que puede mover a su conveniencia, Maestro Jedi—dijo Amidala con enfado contenido.
—Desde luego que no, pero en lo que concierne a esta misión, no aceptare sus sugerencias, Vice Canciller.
—Le sugiero que no espere que acepte cualquiera de sus decisiones dócilmente.
—No, Vice Canciller Amidala, pero usted tampoco debe esperar a que yo no reaccione ante eso.
Ahsoka se quedó quieta, notando una especie de fuego entre ellos. En cualquier otra persona, la altanería de Amidala hubiera molestado a Ahsoka profundamente, pero esto no parecía una discusión, casi parecía un juego entre ellos.
—Es bueno que nos entendamos—sentenció Amidala, y salió del recinto.
Anakin se quedó de pie, mirándola alejarse con varios sentimientos acumulándose en su pecho, sentimientos que ignoró mientras ponía atención a las últimas indicaciones que debía mandarle al Consejo.
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Había llegado el momento, al fin.
Ahsoka estaba parada frente a la puerta de la Vice Canciller, ella sería quien la escoltaba al hangar. Por seguridad, nadie salvo los involucrados sabía de esto, así que cuando Padmé emergió de su alcoba, llevaba un sencillo atuendo blanco y encima una capa grande que ocultaba muy bien su figura.
—Vamos, Padmé—dijo Ahsoka, usando su primer nombre para no levantar sospechas.
Las dos caminaron por el corredor en dirección a la cocina, luego rodearon el enorme salón de eventos del Palacio para salir al hangar. Ahsoka no sintió que nadie los siguiera, y a su lado Padmé guardaba completamente silencio, casi parecía un fantasma.
Ahsoka había escuchado mucho de Amidala. Mientras ella y su Maestro peleaban en la guerra, siempre salían en las noticias las mociones que la senadora Amidala de Naboo proponía en el Senado, todas para ayudar a los desfavorecidos, para detener la violencia innecesaria y siempre abogando por la paz. Además, escuchó a Satine hablar un par de veces de Amidala, de lo brillante que era como política y de la excelente defensora de la democracia que había sido durante años.
Ese buen concepto que Ahsoka se formó de ella por su cuenta, había sido duramente cuestionado por Obi-Wan cuando le encomendó que protegiera a Anakin de ella. En el fondo, Ahsoka quería respuestas, quería saber exactamente qué pasó entre ellos, pero como sabía que no iba a obtenerlas de ninguno de los dos, agudizaba sus sentidos al máximo para obtener la mayor cantidad de información.
No sabía exactamente cómo se conocieron, pero apostaba que fue cuando Anakin, siendo un niño, ayudó a defender a Naboo de la Federación de Comercio. Según los archivos que estuvo investigando, Amidala era reina de Naboo en ese tiempo y fue ella quien lo condecoró como Héroe de Naboo por sus valientes acciones. Así que ese debió ser de sus primeros encuentros.
También sabía que, poco antes de que Anakin fuera nombrado Caballero Jedi, se le encomendó la protección de la senadora Amidala, quien sufrió varios intentos de asesinato antes de que se declarara la guerra. Anakin la mantuvo en Naboo escondida durante dos meses antes de que la Batalla de Geonosis causara la guerra entre la República y la Confederación (batalla en la que ambos estuvieron).
Fuera de esos dos eventos oficiales, Ahsoka no sabía en qué otros momentos Anakin y Padmé se pudieron frecuentar. ¿Quizá desarrollaron una buena amistad en esos dos meses en Naboo? ¿O todo lo contrario, se detestaron y discutieron durante esas semanas? De cualquier forma, faltaba un evento, Ahsoka estaba segura.
Porque desde que empezó la guerra hasta que Anakin se volvió la apática versión de sí mismo que era ahora, transcurrió casi un año. En ese año algo debió ocurrir, en lo que Padmé estuvo involucrada, como Obi-Wan lo afirmó.
Pero, ¿qué pudo haber pasado?
La discusión que Anakin y Padmé tuvieron solo unas horas le indicaba a Ahsoka que ellos dos se conocían muy bien, ¿quizá fue un romance fallido? No, su maestro tenía un temple más fuerte que eso. Es decir, claro que una desilusión amorosa lo habría afectado, pero no con la seriedad para dejarlo en una especie de depresión… ¿o quizá sí?
"Necesito más información," pensó Ahsoka con firmeza.
Llegaron al hangar en silencio y caminaron hacia el Juventus, que ya estaba listo para partir. Anakin estaba sentado en el asiento del piloto, y cuando ambas abordaron, subió la plataforma y comenzó a maniobrar la nave. Ahsoka caminó hacia la cabina, mientras Padmé se sentaba en la pequeña área común de la nave, desde la cabina R2 se asomó buscando a Ahsoka, pero inmediatamente emitió ruidos más alegres cuando Padmé se retiró la capa.
—Hola, R2—sonrió Padmé hacia el droide—Me alegra mucho verte también.
Ahsoka se quedó quieta, "Seguramente conoce a R2 por los meses en que mi maestro la protegió," pensó rápido.
—Snips, dime las lecturas por favor—ordenó Anakin, sacándola de sus pensamientos.
—Si, Maestro.
Se sentó en la silla de copiloto y le dio las lecturas a Anakin. Pocos minutos después, el Juventus salió de Naboo y entró al hiper espacio, usando unas coordenadas encriptadas que deberían esconderlos por más tiempo.
—Todo en orden—dijo Anakin, pero no se veía relajado—Ahsoka, puedes ir a descansar. Yo me quedare en la cabina.
—Maestro…
—Está bien, necesito terminar un informe y R2 me hará compañía.
Ahsoka iba a protestar, cuando escucho la voz de su Maestro en su mente. "Vigila a la Vice Canciller, es astuta y escurridiza." Ahsoka asintió, entendiendo la orden y salió de la cabina para buscar a Padmé.
La encontró sentada con una DataPad en sus manos, parecía tan… inocente. Padmé Amidala tenía una complexión delgada y no era alta, además también tenía grandes ojos cafés muy expresivos y un rostro redondo, casi infantil. Vestida así, con esa expresión relajada, parecía la mujer más inofensiva del mundo. Ahsoka tuvo que recordarse a sí misma quien era para poder agudizar sus sentidos.
Ella era la otrora reina Amidala, quien peleó liderando a sus capitanes y disparando con un bláster en el Palacio de Naboo para liberar a su planeta de la invasión de los droides.
Ella era la senadora Amidala, quien peleó en la Batalla de Geonosis y salió de ahí con solo una herida menor en la espalda.
La senadora Amidala, que descubrió el complot del Clan Bancario y sobrevivió un intento de secuestro para poder exponerlos en el Senado.
Amidala, la misma senadora que acudió al Congreso de la Confederación como embajadora de buena voluntad poco antes de que la guerra terminara, con una escolta menor y sin el menor miedo de ser capturada.
No sabía cuántos atentados de asesinato Amidala había sobrevivido hasta ahora, pero el más reciente había ocurrido hace solo unos días, así que no, no había nada de inocente en esa mujer sentada frente a ella. Ahsoka caminó lo más relajada que pudo para sentarse al lado de Padmé.
—Todo está en orden—dijo la togruta—Ya estamos en camino.
—¿Cuántas fases tendrá este recorrido? —preguntó Padmé, sin dejar de mirar su DataPad.
—Eso es clasificado, Vice Canciller.
—Las ubicaciones definitivamente, pero ¿también las fases?
—Así es.
—Entiendo.
Ahsoka frunció el ceño, concentrándose en la Fuerza para leer los verdaderos sentimientos de Padmé, pero cuando lo intento… no pudo. Ahsoka se encontró con unos escudos mentales bastante fuertes, demasiado bien construidos para venir de una persona no sensible a la Fuerza. ¡Alguien le había enseñado a hacer eso! Ahsoka quiso presionar un poco más, pero la expresión de Padmé pasó de una neutral a una más analizadora de inmediato.
—¿Hace cuánto eres la padawan del Maestro Skywalker? —preguntó Padmé.
—Hace casi tres años, Vice Canciller.
—Interesante… aun te falta mucho tiempo para ser un caballero, según lo que conozco de los Jedi.
—¿Conoce nuestras tradiciones?
—Si, la Orden Jedi es una aliada indiscutible del Senado—respondió Padmé—Debo conocer muy bien a mis aliados.
—Tiene sentido.
—Así como conozco muy bien a mis enemigos.
La togruta se tensó, ¿qué estaba implicando?
—¿Enserio?
—Claro, es la regla número uno de la política—explicó Padmé—Hay que reconocer pronto a tus enemigos y tenerlos lo más cerca posible, así sus golpes no podrán ser tan certeros… la mayoría de las veces, al menos.
—¿Le ha funcionado?
—Por algo sigo viva.
—Creo que los Jedi tienen mucho que ver en eso—dijo Ahsoka, cruzándose de brazos.
—Definitivamente—sonrió Padmé, con una expresión casi suave—Es la combinación de ambas cosas. Conocer bien a tus enemigos para defenderse, y tener buenos aliados para que te ayuden cuando es el momento de hacerlo.
—Suena a una vida de mucho estrés para mí.
—Puede serlo de a ratos—respondió Padmé—Pero te aseguro que no es una vida aburrida.
—¿Entonces vale la pena ponerse en riesgo por esa diversión?
—Casi tanto como lo vale divertirse usando un sable de luz y cumpliendo misiones en todos los rincones de la galaxia.
—¡Eso no es lo mismo! —replicó Ahsoka—Los Jedi defienden a los inocentes. No es diversión lo que perseguimos sino la justicia.
—Desde luego, pero eso no le quita lo emocionante, ¿o si? —dijo Padmé, apartando su vista del DataPad para verla de frente—Además, de fondo está el mismo objetivo. Si no consiguiera defender a los necesitados en el Senado, no me molestaría en hacer lo que hago.
—Aun a costa de su vida…
—Todo lo que vale la pena implica un sacrificio—sentenció Padmé solemnemente—Tu, como futura Jedi, deberías entender eso perfectamente.
—Que lo entienda no significa que esté de acuerdo.
—Oh, muy buena respuesta. Tienes criterio entonces—Padmé curvó las comisuras de sus labios de una manera curiosa, que dejó a la togruta pensando—Ojalá hubiera más personas como tú en el Senado. Con buenas negociaciones, habría menos necesidad de… negociaciones agresivas.
Ahsoka abrió los ojos con sorpresa, recordando esa vieja conversación con su Maestro…
—¿Y qué haremos si la negociación falla?
—Entonces tendremos que recurrir a negociaciones agresivas.
—¿Y esas cómo son?
—Con el sable, padawan.
Vio la expresión complacida de Padmé, como si se hubiera salido con la suya. Y en ese momento, Ahsoka lo entendió.
Padmé había dirigido toda esa conversación, usando las palabras clave para que ella expresara sus pensamientos. Al mismo tiempo, dejándole en claro que ella, Padmé Amidala, conocía muy bien tanto a los Jedi como a su Maestro, a Anakin Skywalker.
Había caído en su trampa verbal fácilmente y ahora, expuesta y sabiéndose superada por esa simple humana, Ahsoka sintió algo diferente a lo que hubiese esperado…
… admiración.
Oh, esta mujer era mucho más de lo que aparentaba y su maestro tenía razón, ¡era muy astuta! Tendría que vigilarla mucho más de cerca de lo que había creído.
Eso es todo por ahora, ¿qué les pareció esa escena del pasado? es una de mis conversaciones favoritas de las precuelas pero la volví lo más romántica que pude jeje. Ahora, Anakin y Padmé tuvieron su primera interacción, lo mismo que Padmé y Ahsoka. Seguiremos esta misión muy de cerca, se los aseguro...
Muchas gracias por leer este capítulo, espero les haya gustado. Les mando un enorme abrazo, ¡saludos!
