NADA DE ESTO ME PERTENECE, LOS PERSONAJES SON DE DISNEY, SOLO ME DIVIERTO AL ESCRIBIR
¡Hola a todos! Bueno, aquí les traigo un capítulo nuevo de esta historia que ha tenido mayor recepción de la que esperaba. Mil gracias por sus comentarios y favoritos, ustedes me llenan de inspiración para continuarla. No les daré muchos detalles para que se emocionen con este capítulo jeje.
¡disfruten!
Parte VI
Hace mucho tiempo…
—Un brindis por ti, mi amor—dijo Padmé con una sonrisa alegre, elevando su copa de vino—Mi flamante caballero Jedi.
—Gracias—respondió Anakin con una sonrisa humilde, bajando los ojos un momento.
—Que en los próximos años sigas creciendo en sabiduría y fortaleza—continuó Padmé—La galaxia está mucho más segura ahora contigo protegiéndola.
Padmé chocó suavemente su copa con la copa de Anakin y ambos bebieron un sorbo de vino, ella mirándolo a detalle. Anakin se veía inusualmente nervioso, como si no creyera aún el honor que acababa de recibir. Sin embargo, la trenza de padawan yacía en la palma de su mano, simbolizando el fin de su entrenamiento y su inicio como miembro pleno de la Orden.
—Estoy tan orgullosa de ti, Ani—susurro Padmé con cariño, sus ojos transmitiendo una calidez sincera.
Anakin se sonrojó ante su mirada, bebiendo un sorbo más de vino para luego dejar la copa sobre la mesa. Inhalando profundamente, Anakin dejó que la Fuerza calmara sus sentimientos. Padmé también dejó su copa sobre la mesa, acercándose a él para sujetarle la mano.
—Gracias, ángel—respondió él, apretando su mano con cariño y un poco de aprehensión—Me ha tomado por sorpresa, pero me siento muy contento.
—A mí no me sorprende—dijo ella—Eres un hombre inteligente y valiente y un caballero bastante poderoso. Te he visto en acción. Era natural que la Orden lo reconociera pronto.
Nuevamente sonrojado por los halagos de su novia, Anakin la miró con ensoñación, a veces le costaba creer que ese hermoso ángel era real, y estaba a su lado.
—¿Y ahora qué harás como caballero pleno? —pregunto Padmé con emoción.
—Primero que nada, mudarme a una alcoba propia. Estoy seguro de que Obi-Wan y Satine me agradecerán eso—respondió con tono bromista—Luego, me presentaré como voluntario para cualquier misión que involucre la guerra.
—Oh—Padmé frunció los labios—Pensé… pensé que tomarías unos días libres.
—Tengo permiso, es cierto—continuó Anakin—Y pensaba pasar esos días aquí contigo, si se puede.
—Claro que sí. Siempre eres bienvenido aquí—respondió Padmé con una sonrisa a medias, que pronto se convirtió en una mueca—Pero… ¿enserio tienes que ir a misiones de la guerra?
—Incluso si no me ofrezco, eventualmente así será—dijo Anakin, suavizando su voz y abrazando a Padmé por los hombros—Pronto todos los Jedi estaremos involucrados en ella.
—Espero que no sea necesario—continuó Padmé con gesto obstinado—Hay un ejército entero de clones, ¿por qué ocupar a tantos Jedi?
—Alguien los debe dirigir, ángel.
—Pero hay muchos otros deberes que los Jedi deben cumplir. Misiones diplomáticas, pacificación de zonas marginales, entrenamiento de padawans…
—Sabes bien que mis habilidades diplomáticas son básicas, no es lo que se ocupan ahora en tiempos de guerra—dijo Anakin con tono socarrón—Y padawans… ¿en serio? ¿Quieres que entrene a un jovencito a mis diecinueve años? En el mejor de los casos lo hartaré y en el peor de los casos entorpecerá mi crecimiento. No, ángel. Nada de eso parece viable para mí.
—¿Entorpecer dices? —Padmé alzó una ceja—¿No se supone que uno aprende enseñando?
—Un viejo dicho, probablemente de Yoda, que no quiero confirmar por ahora.
—Tienes razón—sonrió Padmé con gesto malicioso—Serías un maestro terrible.
—Oye, yo seré un excelente maestro… cuando quiera serlo.
—Claro, claro… algún día. Pero por mientras, la prioridad es la guerra, ¿no es así?
—Lamentablemente sí.
—Pero serás cuidadoso, ¿verdad?
—Siempre, ángel.
—Muy bien—Padmé sonrió otra vez, con un poco más de ánimo—Entonces debemos aprovechar muy bien estos días.
Padmé rodeo el cuello de Anakin con ambos brazos y lo atrajo hacia ella para besarlo. Duraron así un rato, besándose con ternura, hasta que Anakin se separó para contemplarla, acariciando su rostro.
—Ten—dijo él, entregándole su trenza de padawan.
—¿Cómo?
—Tenla, Padmé.
—Pero… yo...—Padmé sabía que, entre los Jedi, obsequiar una trenza de padawan era muy significativo, simbolizaba el crecimiento de la persona y lo usual era que los nuevos caballeros lo obsequiaran a sus maestros o mejores amigos, personas con quienes tenían un vínculo estrecho… o querían formar un vínculo estrecho—Ani…
—Es tuya, ángel. Si soy caballero ahora, es en buena medida por tu apoyo, y porque me inspira tu valor y tu coraje.
Padmé miro la trenza de padawan en sus manos con un sentimiento de orgullo explotando en su pecho. Era el símbolo de su crecimiento y sus logros. Miró a Anakin con agradecimiento y cariño.
—Gracias Ani. La cuidaré mucho.
—Sé que lo harás.
Ella sonrió otra vez y lo besó en los labios.
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Tiempo presente…
Nave Juventud, Hiperespacio.
Padmé estaba sentada en el área común de la nave con un DataPad en sus manos fingiendo que leía un reporte, cuando en realidad, miraba de reojo a la padawan de Anakin, la togruta Ahsoka Tano.
Ahsoka estaba sentada a unos metros de ella, con los brazos cruzados sobre el pecho y los ojos cerrados. Cualquiera pensaría que ella estaba dormitando, pero Padmé conocía a los Jedi, sabía que Ahsoka estaba inmersa en la Fuerza, practicando algún tipo de meditación.
Desde la ruptura entre Anakin y Padmé, ella se enteraba muy poco de su vida. Sospechaba que los Jedi tenían algo que ver al respecto, porque todo lo que Padmé sabía era lo que se reportaba al Senado. Aunque se mencionaban algunas hazañas heroicas, estrategias y, desde luego, las victorias del Caballero Skywalker, no se ofrecían detalles de su persona ni de su estatuto al interior de la Orden. Padmé no había querido preguntar tampoco, sabiendo que sus preguntas no serían muy bien recibidas ni queriendo levantar sospechas.
Saber que Anakin tenía una padawan la sorprendía en muchas formas. No porque no pudiera ser un buen maestro, de hecho, Padmé estaba segura de que Anakin lo era. Tenía la paciencia, la dedicación y, sobre todo, el corazón noble para empatizar con un aprendiz. Pero Anakin le dijo en muchas ocasiones que no quería un padawan, al menos no mientras él fuera joven; quería crecer como caballero y tener más experiencia antes de poder transmitir esos conocimientos.
Viendo a Ahsoka Tano de reojo, Padmé se preguntaba si Anakin realmente quiso tomarla como su padawan, o fue una de las tantas cosas que la Orden debió imponer por la guerra. Pero como fuera que haya ocurrido eso, lo importante era que Anakin llevaba tres años instruyendo a la joven togruta para convertirla en una Jedi. Y por lo poco que pudo ver de la padawan, tenía mucho potencial.
Padmé mantuvo su rostro tieso para impedirle a sus labios fruncirse, sabiendo que en ese momento no podía correr el riesgo de expresarse. No parecía agradarle a Ahsoka, y eso la dejaba pensando hasta qué punto la togruta sabía de su pasado con Anakin. A su manera de ver la situación, no podía ser peor: estaba amenazada de muerte, siendo escoltada a Coruscant por su ex que la odiaba y la padawan que la vigilaba muy escrupulosamente. Hubiera sido mejor ser secuestrada por rebeldes separatistas
"Anakin…" pensó ella con añoranza. Había cambiado tanto. Había crecido tanto. Ahora era un Maestro Jedi pleno, su postura altiva y su rostro firme detonaba una determinación más firme de la que recordaba, pero tenía un aire de serenidad que antes nunca tuvo. Como si la madurez hubiera creado un aura de paz a su alrededor. Tenía una padawan, a la cual instruyó en la Fuerza. Era el Héroe sin Miedo de la República.
Pero no era la lista de méritos lo que la acongojaba. Ella misma contaba con su propia lista de logros políticos antes de consolidarse como Vice Canciller. Lo que más la impresionaba era que Anakin, en realidad, había madurado mucho. Se le veía en sus gestos, en sus movimientos, en la forma en que se expresaba con más recato. Seguía poseyendo esa fuerza interna que tanto la sedujo -y aun seducía- pero la canalizaba de una manera adulta.
Ella vio a Anakin cuando era un niño esclavo de nueve años en Tatooine, y también cuando era un adulto joven de diecinueve años, encantador e inteligente, pero todavía con un aire jovial, rozando en ocasiones lo adolescente. Durante el año que estuvieron juntos, Padmé fue testigo presencial de cómo la guerra lo hacía madurar gradualmente, aunque Anakin seguía siendo impulsivo y algo temperamental antes de que terminaran. Pero el Anakin que tenía enfrente era un hombre maduro, imponiendo una autoridad que incluso a ella la sorprendía a veces.
¿Qué cosas había vivido Anakin en esos tres años, que le provocaron esa expresión seria? ¿Cuáles eventos lo marcaron, haciéndolo crecer? ¿Ayudó ella a crearle ese aspecto receloso? "¿Tú qué crees?" pensó con amargura. Anakin había cambiado, de eso no tenía duda. Y ella no estuvo con él en ese proceso.
Padmé sabía que no era lo más prudente seguir a su corazón, menos en las circunstancias en las que se encontraba, pero la ansiedad estaba consumiéndola cada minuto que transcurría. Anakin Skywalker estaba a unos metros de ella, en la cabina, y por la Diosa que ella debía aprovecharlo.
Cerró los ojos y cerró su mente lo más que pudo, luego se puso de pie, dejando la DataPad en su asiento y camino a la cabina.
—¿A dónde va? —le preguntó Ahsoka, pero Padmé la ignoró y entró a la cabina de mando.
—General Skywalker—dijo Padmé, parada en el umbral de la cabina con los brazos cruzados sobre su pecho.
Anakin estaba sentado con los ojos cerrados, meditando también. No se inmutó cuando ella habló, mantuvo esa misma expresión de calma cuando respondió.
—¿Necesita algo, Vice Canciller?
—Quisiera saber cuánto tiempo falta para que lleguemos a Coruscant—dijo ella, forzando a su voz a sonar tranquila.
—Ya le dije que eso es clasificado—dijo Ahsoka, parándose al lado de Padmé—Lo siento maestro, ella caminó aquí y yo…
—Está bien, Ahsoka. Puedes volver a tu meditación.
—Pero…
—Padawan.
Ahsoka reconoció ese tono de voz, era el que Anakin usaba cuando estaba siendo firme. La togruta miró a Padmé con dagas en los ojos y luego se dio la vuelta, regresando al área común.
—Tu padawan tiene mucha personalidad—dijo Padmé—Me recuerda a ti.
—Con suerte será mucho mejor Jedi de lo que yo nunca seré—respondió Anakin con una pequeña sonrisa afectuosa—No puedo decirle exactamente el tiempo de llegada a Coruscant, pero puedo decirle que no será muy diferente al usual.
—¿Y puedo saber si mi familia está bien?
—Hasta donde sé, no han tenido ningún contratiempo.
—Eso es un alivio—Padmé frunció los labios, animándose a hablar—Por cierto, te equivocas. No creo que tu padawan, ni nadie, sea tan buen Jedi como tú.
—Sus halagos son innecesarios, Vice Canciller.
—No es un halago. Es la verdad.
—Entonces por favor guarde esos comentarios para usted. No me son gratos de oír.
—Oh... —Padmé sabía que se exponía a esto, sabía que él iba a rechazarla en todo y en todos los niveles posibles, pero aun así dolió—Lo siento, Ani, no quise…
—Soy el Maestro Skywalker para usted Vice Canciller—respondió Anakin, esta vez con un tono más severo—No olvide eso.
Padmé sintió que todo su cuerpo se volvía hielo, como la frialdad en esas palabras de Anakin, tan duras, pero a la vez tan ciertas. En verdad, ella había renunciado a cualquier derecho para con él tiempo atrás.
No podía culpar a nadie más que a ella misma.
—Perdone, General Skywalker—dijo ella, con voz baja—No volverá a ocurrir.
—Quédese con mi padawan, Vice Canciller. Necesito meditar a solas.
—Si.
Cuando Padmé salió de la cabina, y la puerta se cerró detrás de ella, Anakin contuvo el aliento, preguntándose desde cuando Padmé Amidala aceptaba una orden tan dócilmente. Pero no, eso no era de su incumbencia, además la Vice Canciller debería estar planeando algo, la conocía bien y ella nunca se quedaba de brazos cruzados. Lo mejor era no bajar la guardia.
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Siete horas después, Padmé se había recostado en el pequeño aposento de la nave, Ahsoka insistió en que debía descansar antes de llegar a Coruscant, y Padmé estaba lo suficientemente cansada para complacerla por ahora. Estaba acurrucada sobre la colchoneta, con los ojos cerrados pero sin relajarse.
Estando con dos Jedi, Padmé llevaba todas esas horas protegiendo su mente para que no pudieran leerla. Como no era sensible a la Fuerza, para este punto ya estaba cansada, pero no quería ceder, no quería bajar la guardia para que Anakin percibiera sus pensamientos tristes ni darle a Ahsoka los detalles que seguramente desconocía del pasado. No, sus pensamientos debían ser solo de ella.
Padmé llevaba al menos una hora intentando calmarse, sin dejar bajar sus escudos mentales, cuando la nave se sacudió con violencia y la hizo caerse al suelo. Rápidamente Padmé se puso de pie y corrió a la cabina, donde Ahsoka ya había tomado el asiento de copiloto.
—¿Qué está pasando? —gritó Padmé.
—Alguien nos sacó del hiperespacio—dijo Anakin, sin dejar de ponerle atención a los controles—Ahsoka, cual es nuestra ubicación.
—Sector Arkanis, en el Sistema Tatoo.
"Tiene que ser una broma…" pensó Anakin. ¿Tenía que estar justamente ahí? De todos los lugares que ya habían recorrido, ¿por qué justo en ese lugar?
—¿Quién pudo haberlos sacado del hiperespacio? —pregunto Padmé, mirando alrededor de la nave.
—Alguien que sabe quiénes somos—respondió Ahsoka con tono preocupado.
—Ahí están.
Anakin señaló a un punto lejano de color blanco, después de focalizarlo un poco más, Padmé y Ahsoka reconocieron una especie de crucero. No era de la República, así que debía pertenecer a la otrora flota separatista. De repente, los sensores comenzaron a sonar.
—Sujétense—dijo Anakin, apagando el piloto automático.
Ahsoka y Padmé se sujetaron con fuerza, ambas conteniendo sus ganas de gritar cuando la nave giró bruscamente en picada, evadiendo a unas naves enemigas. Anakin comenzó a zigzaguear para que sus disparos no les golpearan.
—Escudos, padawan—ordenó, concentrado en evadir los disparos.
Ahsoka ya había encendido los escudos, pero estaba contando en el radar la cantidad de naves que comenzaban a rodearlos.
—Maestro, cuento 15 naves de ataque—informó Ahsoka.
—Y yo cuento 17—respondió Anakin, haciendo otro giro brusco.
Padmé se golpeó contra uno de los paneles y optó por encogerse en el suelo, antes de volver a caerse. La mirada de Anakin estaba llena de determinación y su mandíbula se veía tensa, ninguna de ambas cosas eran una buena señal.
"Necesito sacarnos del espacio," pensaba Anakin, sabiendo que los escudos del Juventus no los protegerían si todas las naves de caza conseguían rodearlos.
Hasta ahora era un plan muy simple: sacarlos del hiperespacio y rodearlos de naves de caza para destruir el Juventus, con la Vice Canciller a bordo. El crucero estaba a una distancia considerable, lo suficiente para que no pudieran detectar exactamente su forma, lo cual les impediría rastrearlos. Quien estuviera haciendo esto no quería ser encontrado. La mejor opción era aterrizar en algún puerto, las naves caza no los seguirán ahí por temor a ser reconocidos, y ganarían tiempo.
Pero el único puerto cercano era…
"Maldición…" farfulló Anakin en su mente. De reojo, vio a Ahsoka, aferrándose a los controles para contener su preocupación, y a Padmé echa un ovillo en el suelo para no golpearse contra las paredes. El radar indicaba diez naves más. Anakin sabía que seguirán mandando cazadores hasta exterminarlos. Él era el mejor piloto de la galaxia y el Juventus una nave excepcional… pero no iban a sobrevivir si permanecían en el espacio abierto.
Solo tenía una opción y no era ni por asomo su favorita, pero Anakin no permitiría nunca que algo le pasara ni a Ahsoka ni a Padmé.
—Artoo, traza una trayectoria a Tatooine inmediatamente—ordenó, visualizando en su mente como debía acomodar la nave para dar ese salto.
El droide emitió un sonido afirmativo y comenzó a introducir información en la computadora central, mientras Anakin continuaba maniobrando, dando giros que comenzaban a causarle vértigo a Padmé.
Listo… dijo Artoo.
Anakin detuvo la nave abruptamente, luego la hizo descender con rapidez para después dar un giro más y, acomodándose, dar el salto al hiperespacio. En menos de un minuto, el Juventus emergió frente a Tatooine, estando demasiado cerca como para demorarse más tiempo.
—Ahsoka, contacta la torre de mando, debemos aterrizar inmediatamente.
—A la orden.
Padmé se quedó quieta en su lugar, llevando ambas piernas al pecho y bajando la cabeza para evitar que su mareo empeorara. "¿Tatooine?" pensó ella con aprehensión, ella tampoco estaba emocionada de volver a ese planeta.
—Tenemos permiso, maestro—dijo Ahsoka.
Anakin ya estaba en la atmósfera del planeta calculando el descenso, Ahsoka le dijo la plataforma que habían despejado para ellos y maniobró despacio, confirmando que los cazas no los habían seguido en su salto al hiperespacio.
Tenía que reportar el incidente al Consejo y planear otra ruta a Coruscant, pero sabía que habían comprado un poco más de tiempo.
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Puerto Espacial de Mos Espa, Tatooine.
El Juventus aterrizó sin contratiempos en la plataforma, cuando sus motores se apagaron cinco pequeños droides de mantenimiento se acercaron listos para darle una revisión general. La plataforma bajó y Anakin fue el primero en descender, haciéndole señas a los droides para que no estropearan la capa de pintura nueva.
—Ah, Anakin Skywalker—dijo una mujer de cabello rizado, metiendo ambas manos en sus pantalones—Al fin te dejas ver.
—Un poco antes de lo esperado, lamentablemente—respondió Anakin con un suspiro.
—Tu nave se ve bien, lo cual es inusual, ¿por fin hiciste un viaje sin contratiempos?
—No precisamente, pero salimos ilesos y es lo importante.
—Siempre estás metido en problemas, Skywalker.
—No me querrías si fuera distinto—dijo, fingiendo un tono coqueto.
—Ah, lleva esas galanterías a mi hija, yo ya tuve suficiente de los hombres—respondió, con una enorme sonrisa—Dale mis saludos a tu madre.
—Te encargo mi nave, sabes lo valiosa que es.
—Si, si, ¿cuándo le ha pasado algo malo aquí? Ya vete. Ah, y no olvides saludar a mi Lara, ¿eh?
—No.
Ahsoka y Padmé bajaron por la rampa en ese momento, esbozando torpes saludos a la mujer de cabello rizado, y caminando hacia Anakin como si fuera su salvavidas. En cierta forma lo era, nadie conocía Tatooine como él.
—Tendremos que pasar la noche con mi madre—explicó Anakin—Y ajustar unos detalles de mi plan con el Consejo, pero estaremos dejando Tatooine mañana a más tardar.
—¿No es peligroso pasar la noche con tu familia? —preguntó Padmé, intentando ocultar su nerviosismo.
—No.
Los tres salieron a Mos Espa y comenzaron su caminata hacia las afueras de la ciudad.
Personalmente, siento que la escena tan dulce del flashback al inicio contrasta fuertemente con la forma dura en que Anakin trata a Padmé en la cabina del Juventus. Pero ahora están en Tatooine, y es una verdad universalmente reconocida en el universo de Star Wars que en Tatooine siempre pasan cosas importantes.
Mil gracias por leer, espero que les haya gustado este nuevo capítulo. Les mando un fuerte saludo a todos. (Oh, y a quienes leen "El caballero y la senadora" estoy trabajando en el nuevo capítulo).
