NADA DE ESTO ME PERTENECE, LOS PERSONAJES SON DE DISNEY, SOLO ME DIVIERTO AL ESCRIBIR HISTORIAS
¡Hola a todos! ¿cómo se encuentran? pensaba subir este capítulo antes pero tuve un montón de problemas esta semana... resumiendo, estaré sin auto un buen rato jaja. Pero bueno, me conseguí organizar para traerles este capítulo que, afortunadamente, tenía planeado en su mayoría. De aquí creo que la historia se volverá un poco más tensa, si es que eso era posible.
En los flashbacks, nos estamos acercando al momento de ruptura entre Anakin y Padmé, y en el presente, la tensión entre ellos está a punto de colapsar, así que sí, se vienen escenas fuertes.
Mil gracias por sus comentarios y favoritos, realmente me animan muchísimo, ¡disfruten!
Parte XI
Hace años…
Era un total escándalo.
Rush Clovis, senador por el planeta de Scipio y representante del Clan Bancario, había sido el autor intelectual de uno de los peores casos de corrupción del sistema financiero, y en plena guerra.
El Senado había mandado hacer auditorías, alarmado por los excesivos gastos que la guerra había supuesto, muchos de los cuales no se habían contemplado o parecían cuestionables. Se temía un desvío de fondos y manipulación del sistema financiero, aún cuando el Clan Bancario insistía en la inefabilidad de su sistema.
La senadora Amidala de Naboo fue una de las defensoras de Clovis, alegando que conocía al senador de tiempo atrás y no lo creía capaz de semejantes movimientos traicioneros. Cuando sus declaraciones dieron la vuelta a todos los medios, los paparazzi buscaron pruebas hasta conseguir varios holos comprometedores de la senadora Amidala en cenas íntimas con el senador Clovis.
Ni ella ni Clovis confirmaron o negaron nunca tener una relación, pero los rumores se esparcieron, volviéndose peores cuando la senadora Amidala fue descubierta en las oficinas del senador el mismo día en que fue arrestado, una vez descubierta su conspiración. El caballero Jedi Anakin Skywalker, quien fue mandado a apresar a Clovis, testificó que la senadora estaba ahí en contra de su voluntad. Pero era demasiado tarde, la farándula ya tenía el espectáculo que necesitaba y Padmé sabía que demoraría mucho tiempo en reconstruir su reputación.
Si eso no fuera suficiente, la muerte de Clovis acontecida pocas horas después de su aprehensión, aumentó los rumores de corrupción a niveles estratosféricos. Se hablaba de traiciones en el mismo Senado y nadie sabía ya en quién confiar.
Padmé quería golpearse a sí misma. Ella había insistido a los Jedi en que podía controlar la situación cuando le encomendaron vigilar a Clovis, en el fondo, ella también sospechaba de él. Anakin se opuso tajantemente, pero ella hizo oídos sordos a sus argumentos pensando que eran simples celos. Ahora que estaba metida en este hoyo, se preguntó cómo es que pudo ser tan ciega en tantas cosas y en el proceso descuidar tanto su relación.
Anakin jamás estuvo conforme con esa misión y la discusión que tuvieron fue, por mucho, la peor hasta ahora. Padmé debatió sus argumentos como una política, anteponiendo la lógica y usando los celos de Anakin en su contra. Sabía que él estaba preocupado, pero Padmé detestaba la idea de que Anakin se sintiera con derechos sobre ella, y ese orgullo le ganó a cualquier otro sentimiento. Podía ser su novio, pero nadie en la galaxia tendría jamás el derecho de decirle qué hacer y qué no hacer.
Por ese orgullo estúpido, Padmé no le avisó a Anakin que tendría una cita con Clovis una noche –una cita ficticia, desde luego, solo para ganarse más su confianza y seguir espiándolo– ella jamás pensó que los paparazzi conseguirían tomar holos de la velada, mucho menos que se convertiría en una noticia tan destacada.
La vergüenza que sintió cuando leyó los titulares fue terrible, pero cuando vio a Anakin después de eso, la mirada de dolor en su semblante fue devastadora. Padmé comprendió que había llevado este juego demasiado lejos, pero no sabía qué hacer para enmendarlo.
Lo peor, lo que carcomía a Anakin desde sus entrañas era que, para la galaxia, Padmé era soltera. Él no podía quejarse, no podía reclamar nada, porque su relación era secreta. Y si antes le molestaba un poco, ahora… ahora era insoportable.
El escándalo continuaba y, considerando el circo que los medios estaban creando, Padmé sabía que esto duraría un tiempo. Esa mañana, Anakin fue asignado por el Consejo para escoltarla a testificar en la corte, por la investigación póstuma que se estaba haciendo de Clovis. Anakin la escoltó sin dirigirle la palabra y, cuando regresaron al departamento, comprobando que estaban solos, colapsó.
—No puedo más, Padmé. Simplemente no puedo.
Ella sintió su corazón contraerse, aunque ya se esperaba esta conversación, esas palabras fueron mucho más dolorosas de lo que pudo anticipar.
—Ani, yo…
—No pienso discutir sobre estos días pasados porque no hay forma de borrar todo el dolor que nos causamos—continuó él—Padmé, yo te amo. Dime, ¿tú me amas?
Padmé lo miró con incredulidad, casi enojo en sus ojos.
—Claro que te amo—afirmó ella.
—Entonces, ¿por qué seguimos con esta farsa?
—Anakin, ya lo habíamos acordado, la guerra…
—¡Continuará muchos años más! —gritó Anakin, incapaz de contenerse—¿Qué, tenemos que esperar a que todo eso termine para poder ser felices?
—Tenemos un deber con la República, Ani.
—Sí, pero eso no nos debería impedir estar juntos.
—Sabes lo que opino al respecto.
—Creí que sí, pero resulta que tu deber no te impedía salir con Clovis, aunque fuera una simple pantalla.
—¡No puedes comparar lo que tenemos con una pantalla, Anakin!
—¿Y por qué no? ¿Por qué la galaxia puede especular sobre tu relación falsa con Clovis, pero no sobre una relación real entre nosotros?
—No quiero seguir hablando de esto.
—Pues tendrás que hacerlo Padmé, porque si no me das una respuesta, entonces esto se acabó.
Padmé apretó los labios, mirando a Anakin con intensidad. La postura de él era recta y sus ojos proyectaban lo mismo dolor que determinación. A pesar de lo mucho que pudiera sufrir después de ese día, Anakin permanecería firme a la decisión que ya había tomado.
Y había decidido darle un ultimátum.
Padmé se cruzó de brazos, ¿qué pretendía Anakin? En medio de todo ese caos, ella no tenía la mente fría para tomar la mejor decisión. La estaba empujando a una pared, acorralándola a través de su amor por él.
—Te dije que no quería hacer un círculo mediático sobre nosotros—respondió Padmé, todavía pensando en qué más decir.
—Pero ahora estás en medio de uno, con un difunto senador corrupto del que toda la galaxia piensa que era tu novio—replicó Anakin con enfado.
—¿Enserio vas a terminar todo esto por celos?
—¿Y por qué no? Fue por tu orgullo que te metiste en este problema, del cual te advertí si mal no recuerdo. Además, por si no lo recuerdas, habíamos acordado que todo este arreglo era temporal.
—Sí, pero…
—Pero, ¿qué? —replicó con fastidio—Padmé… quiero que seas sincera conmigo, por favor. Si no quieres esto, está bien, pero dímelo. Ángel no puedo continuar con esta mentira. Te amo y quiero que toda la galaxia lo sepa, quiero estar a tu lado apoyándote en tus batallas en el Senado y que puedas recibirme en el Templo cuando regreso de las mías. Si tú no quieres eso… entonces es que no me quieres.
—¿Cómo se te ocurre pensar eso?
—¿Qué más puedo pensar? No lo pensaste dos veces en comprometer tu imagen pública por Clovis, aún si era una farsa, pero llevamos casi un año juntos y no quieres comprometerte por mí.
Padmé suspiró, sintiéndose aún más acorralada, ¿cómo discutir esa lógica? ¿cómo debatir ese argumento? Peor aún, ¿por qué Anakin tenía razón? Padmé lo amaba, sabía que sí, pero por alguna razón no conseguía dar el siguiente paso.
Sin embargo, ahí estaba su novio, el amor de su vida, obligándola a tomar una decisión en ese preciso momento, ¿qué se supone que ella debía hacer?
Despacio, Padmé caminó hacia Anakin, mirando hacia el suelo en todo momento. Apagó su cerebro un instante, apagó la culpa y las dudas, dejando solo su amor hacia él. Al menos por ese instante, ella iba a escuchar a su corazón.
—¿Aún tienes planeado ese retiro en dos meses, Ani? —preguntó ella, sin mirarlo a los ojos y con voz trémula.
—Sí.
—Bien. En dos meses, iremos a Naboo para presentarte a mi familia, y luego a Tatooine.
—Padmé, no creo que eso solucione nuestros problemas.
—Creo que sí, si me presentas como tu esposa.
Anakin sintió que su corazón se detenía en ese instante, Padmé alzó los ojos, y cuando lo vio, solo había amor en esos hermosos orbes castaños. Un amor profundo que lo embelesó e hizo que olvidara todo su enojo de repente.
—Casémonos, Ani—dijo ella con renovada convicción—Luego, iremos con nuestras familias a decirles la buena noticia. Que te amo, y que me amas, y que queremos estar juntos por siempre.
—Padmé…
—Y de regreso a Coruscant, diremos que nos casamos en Naboo… o en Tatooine, como tú quieras. Tienes razón, Anakin, y lamento mucho si te lastimé. Yo te amo, y eso no va a cambiar nunca. Cásate conmigo, Ani.
—Ángel… —Anakin la abrazó y besó su frente, luego sus labios, incapaz de tener otro pensamiento lógico después de lo que su amado ángel acababa de proponerle.
Padmé lo besó feliz y luego se acurrucó en su pecho, convenciéndose a sí misma de que era la decisión correcta. Su corazón estaba eufórico… pero su mente no.
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Tiempo presente…
Puerto espacial de Mos Espa, Tatooine.
El Juventus, la nave de personal de Anakin Skywalker, permanecía estacionada en la plataforma 6 del puerto. La instalación era administrada por los padres de Lara, que antes de dedicarse a eso fueron unos comerciantes prósperos aún en los tiempos de los Hutts. Lara sabía que sus padres habían trabajado muy duro para tener lo que ahora disfrutaban, y estaba orgullosa de ellos.
Tras despedirse de Anakin, Lara regresó al puerto espacial para ver la nave de su novio. Tenía la clave de acceso, así que esperó a que la plataforma descendiera y luego entró a la cabina, asegurándose de que todo estaba en orden. Artoo estaba en la cabina en hibernación, pero cuando la escuchó entrar, inmediatamente reaccionó.
—Hola, Artoo—saludó Lara con una sonrisa—Solo vine a revisar.
Artoo le respondió, Lara debió inclinarse al traductor del droide para poder entender lo que decía, ella no era fluida como Anakin en binario.
—Oh, Anakin volverá en unos días más—respondió—Tuvieron un percance, pero están bien.
Artoo le comentó que la nave estaba en perfectas condiciones, Lara confió en el diagnóstico del droide, pero se quedó en el Juventus un poco más, sentándose en la silla del copiloto y pasando distraídamente sus manos sobre los controles de la nave.
Recordó cuando Anakin era un niño y se pasaba sus ratos libres construyendo ese pod de carreras con el cual ganó su libertad. Siempre había adorado volar, y era un piloto intrépido. Anakin siempre fue generoso y noble, a pesar de tener tan poco, y Lara lo seguía a todas partes cuando podía porque su presencia la inspiraba. La vida en Tatooine era dura, incluso para ella que era una niña libre, y el constante optimismo de Anakin la hacía sentirse mejor.
Cuando ganó su libertad y se marchó para convertirse en un Jedi, Lara se sintió muy feliz por él, aunque triste de ver partir a uno de sus mejores amigos. Se reencontró con él varios años después, cuando Anakin tenía quince años, y visitó a su madre en la recién comprada granja de los Lars. Estaba más alto, y su forma se veía aún delgada, como la de cualquier adolescente, pero sus ojos azules seguían siendo cálidos y tenía una trenza de padawan colgando al lado de su rostro. Al verla, él la abrazó con fuerza, y ambos platicaron durante días recordando anécdotas bonitas de la infancia.
Lara lo vio muchas veces cuando Anakin visitaba a su madre en sus días libres, siempre que lo veía lo encontraba mejor, más crecido. A veces en el aspecto físico, otras en el aspecto mental. Anakin aprendía ávidamente todo lo que los Jedi tenían por enseñarle y desarrolló una sabiduría juvenil muy perspicaz. Cuando tuvo su primer sable de luz, Anakin se lo mostró orgulloso, pero con un cuidado exquisito, casi reverenciando el arma que, según el código Jedi, sería su vida de ahora en adelante.
Ella siempre lo escuchaba embelesada por todo lo que Anakin había cambiado para bien. De ser un esclavo más en Tatooine, se convirtió en un padawan culto, conocedor de varios sistemas que ya había desarrollado tecnologías innovadoras en el Templo Jedi, ayudado en misiones diplomáticas especiales con su maestro Obi-Wan Kenobi, y convertirse en uno de los aprendices más formidables de la orden en décadas, quizá siglos. Pero su corazón seguía siendo generoso y noble, y su amistad era ahora mas valiosa para ella que nunca antes.
Luego llegó la guerra, y Lara, como toda la familia y amigos de Anakin, vieron su decaimiento de poco en poco. El primer año de las Guerras Clon le afectaron poco, había veces en que se notaba más cansado de lo usual o fastidiado, pero eso era todo. Sin embargo, en el segundo año de la guerra, Lara lo vio llegar a Tatooine totalmente destrozado. Aún recordaba cuando él aterrizó el Juventus en el puerto de su familia y descendió por la rampa, con los hombros encorvados y un rictus de dolor marcado en su faz. Sus preciosos ojos azules no tenían brillo alguno, y su corazón se había endurecido.
Los Lars atendieron a Anakin esos días con un mimo exquisito, preocupados por Anakin como sólo la familia puede hacerlo. Shmi se sentaba a su lado para que se sintiera acompañado. Cliegg le instaba a ayudarlo a reparar unas cosas en el garaje. Owen lo mantenía al tanto de todos los chismes del pueblo. Y Beru cocinaba en las noches sus recetas favoritas. Lara y Kitster acudieron todos los días a verlo bajo la excusa de que tenían muchas cosas que contarle. Anakin, siendo un Jedi pleno en ese momento, sabía que solo estaban preocupados por él, pero parecía demasiado cansado incluso para quejarse de esa atención.
Una noche, Lara se quedó en la granja Lars para cenar y Shmi le prestó la habitación de invitados. En la madrugada tuvo sed y salió a la cocina, pero se detuvo cuando escucho un sollozo. Alarmada, Lara subió las escaleras hacia la entrada de la granja, donde Anakin estaba sentado, viendo hacia las estrellas con su rostro cubierto en lágrimas. Ella no preguntó nada, solo se sentó a su lado, lo abrazó, y murmuró palabras afectuosas hasta que Anakin se calmó.
Anakin nunca les decía a detalle lo que pasaba en la guerra, pero ellos escuchaban las noticias y se imaginaban los horrores que él debía ver todos los días en esas espantosas peleas por defender a la República. Pero con una intuición infalible, Lara sabía que el dolor de Anakin no era solo por la guerra.
Algo más había pasado, algo de lo que él no quería hablar ni siquiera después de tantos años. Pero Lara conocía a Anakin lo suficiente; a pesar de los maltratos terribles que la esclavitud causó a los Skywalker, Anakin se las ingenió para mantener su corazón amable. La guerra, con todos sus horrores, no fue diferente durante un año. Anakin había tenido que vivir algo personal, y muy fuerte, para que su noble corazón, que llevaba toda la vida enfrentándose al dolor y a las bajezas de la galaxia, finalmente se quebrara.
La propia Lara sentía su corazón romperse cuando pensaba en eso. Anakin era una persona tan hermosa, y no solo en su aspecto físico –pues era apuesto más allá de palabras– sino en su personalidad afable, en su corazón generoso y en su alma tan entregada al servicio y al bien de las personas. Cualquiera que hubiera sido la persona, o la cosa, que pudo romper el corazón de Anakin, se merecía un ejemplar castigo por parte de esa Fuerza de la que su novio hablaba tanto.
Siendo totalmente honesta, Lara a veces se sentía culpable. Ella amaba a Anakin con todo su corazón, y sabía que él la quería mucho, pero también sabía que su corazón roto no le permitía desarrollar sentimientos más profundos por ahora. A veces, sentía que estaba aprovechándose de él, usando uno de sus momentos más vulnerables emocionalmente para ser su consuelo y convertirse en la única opción de Anakin para el futuro venidero. Pero eso no podía ser cierto… Anakin tenía un temperamento más fuerte que eso y nunca se conformaría con nada, de eso estaba segura.
Lara solo esperaba que, algún día, Anakin finalmente se abriera con ella totalmente.
Se paró del asiento y salió del Juventus para continuar con sus labores del día, sin querer seguir pensando en eso.
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Crucero civil de la República "Metan-202", Hiperespacio.
El viaje desde Tatooine a Corellia tomaba tres días estándar, un tiempo que sonaba eterno cuando debías hacer la travesía con tu ex.
Tanto Padmé como Anakin hacían lo mejor por evitarse uno al otro, pero la incomodidad entre ellos era tremenda y Ahsoka descubrió, desde las primeras horas, que el viaje también sería muy largo para ella.
Había aprendido gracias a los Lars que Anakin y Padmé se conocían desde hace mucho tiempo y alguna vez tuvieron una amistad, como mínimo, considerando el enorme cariño de los Lars hacia Padmé. Eso, sumado a la animadversión de Obi-Wan hacia la Vice Canciller, hizo que Ahsoka dedujera que ella lo lastimó. Quería saber más detalles, pero la tensión era tanta, que decidió dejar el tema por la paz, al menos por ahora.
Sin embargo, una cosa era evidente para Ahsoka: los profundos sentimientos que su Maestro y la Vice Canciller intentaban ocultar. Y que en esos momentos estaba convirtiendo una sencilla misión de escolta en una proeza.
El primer día fue el más sencillo, se instalaron el pequeño camarote que les asignaron y recorrieron la nave como excusa para distraerse. El segundo día fue el peor, largo y tedioso, incómodo en todo momento, lleno de silencios tensos, miradas acusatorias y pretextos estúpidos para alejarse al menos unos minutos uno del otro.
El tercer día comprobó que, quien estuviera detrás de Amidala, realmente la quería muerta.
Amidala estaba sentada en el camarote leyendo de su DataPad y Anakin estaba sentado al otro lado de la recámara meditando. Ahsoka estaba en la entrada del camarote cuando, de repente, sintió una turbulencia en la Fuerza. En cuestión de segundos, Anakin se puso de pie y encendió su espada de luz, al mismo tiempo en que la puerta del camarote se abría de golpe y un grupo de hombres apuntaron sus blásters contra ellos.
Ahsoka consiguió detener varios de sus ataques mientras Anakin comenzaba a pelear contra ellos, usando la Fuerza para desarmarlos en el momento que se distrajeron. Padmé se había ocultado detrás de un mueble, con su bláster en mano, sabiendo que no debía estorbar, pero lista para pelear si era necesario.
Todo el ataque duró menos de tres minutos, seis hombres yacían en el suelo, tres de ellos muertos, otros tres de ellos severamente heridos. Las alarmas de seguridad se encendieron y en pocos minutos llegarían los guardias. Anakin suspiró, comunicándose con Ahsoka a través de la Fuerza.
"Escóndelos," le ordenó.
Ahsoka debió usar la Fuerza para mover los cuerpos al interior del camarote, Anakin cerró la puerta tan rápido como pudo. En el pasillo, estaban solo tres testigos, aterrorizados, a los cuales Anakin miró con un dejo de culpa.
Detestaba usar la Fuerza para estas cosas.
Inhalando profundamente, Anakin se concentró en las aturdidas mentes de los testigos. Estaban tan asustados que fue fácil confundirlos, inyectándoles recuerdos falsos y, en segundos, borrando de sus memorias cualquier reminiscencia con el evento que acababan de presenciar. Finalmente, les ordenó:
—No recordarán nada, ni hablarán nunca de esto.
Los pobres testigos asintieron, repitiendo esas palabras con aire distraído, sus mentes se relajaron de inmediato y Anakin soltó un suspiro, la manipulación mental, aunque necesaria en este tipo de casos, era a su juicio una de las técnicas más despreciables que se pudieran aprender con la Fuerza.
Luego, mientras los testigos se marchaban, Anakin se quedó quieto, esperando la inevitable llegada de guardias o miembros de la tripulación, pero estos nunca llegaron. Anakin no necesitaba la Fuerza para saber que ese no era un buen indicio.
"Algo está mal," pensó Anakin, ¿cómo es que seis hombres armados llegaron hasta donde estaba su camarote sin levantar sospechas de ningún guardia? ¿cómo metieron esas armas a la nave? ¿cómo es que nadie había llegado, si las alarmas se encendieron? Anakin conocía los protocolos, al menos para ese momento deberían estar interrogándolo. Su cuerpo tensó mientras abría su mente a la Fuerza, sabiendo que necesitaba tener todos sus sentidos lo más agudos posibles.
Adentro del camarote, Ahsoka había acomodado los cuerpos sin vida en una esquina y estaba intentando atender a los heridos, pero había poco que hacer por ellos. Anakin entró con rostro severo, notando que Padmé y Ahsoka estaban inclinadas sobre dos sujetos distintos, midiendo sus signos vitales.
—Algo anda muy mal aquí—dijo Anakin, para mantenerlas alerta—Ahsoka, necesito que te cueles al centro de comando, haz una copia de los videos del ataque y luego bórralos de la base de datos de la nave. Mandaremos el video a investigación en el Templo.
—¿Qué hay de los heridos?
—Ya veremos qué hacer con ellos. Por ahora, eso es más urgente.
—Sí, maestro.
Ahsoka se puso de pie y estaba a punto de salir del camarote para cumplir con dicha orden cuando la nave entera tembló. Las luces fallaron unos momentos y todos los pasajeros escucharon a través de las bocinas un mismo mensaje.
"Ciudadanos de la República, este crucero ha sido secuestrado por el General Grievous de la verdadera causa separatista. Hay un alto político encubierto como pasajero, cuya identidad no revelaré porque sabe perfectamente quién es. Cuando se entregue, la nave será liberada. Hasta entonces, la nave permanecerá perdida ante los sensores de la República. Rueguen porque ese político tenga algo de decencia."
—¿Grievous? —respingó Ahsoka—¡Pero si Obi-Wan le mató en Utapau!
—Mencionó ser leal a la verdadera causa separatista—dijo Anakin—Deben ser unos rebeldes que no están a favor del acuerdo de paz.
—Tienen secuestrado a un crucero civil, ¡no son rebeldes, son terroristas!
—El término no importa ahora, padawan. Tenemos que pensar en cómo rescatar esta nave.
—Deben tener control de la base de comando—dijo la togruta—Seguro vieron en las cámaras de videos que su intento de asesinato falló y por eso decidieron secuestrar la nave.
—Puede ser, debemos saber cuántas personas son, y cómo tienen secuestrada la computadora del crucero, y…
—Y entregarme, desde luego.
Anakin y Ahsoka voltearon hacia Amidala como si recién recordaran que ella se encontraba ahí. Padmé estaba de pie con las manos acomodadas frente a su cuerpo, en una pose totalmente digna, y usando una voz autoritaria. Anakin casi sonrió al verla así, no era Padmé Naberrie en ese momento, sino la senadora Amidala.
—Fuera de cuestión—replicó Ahsoka—No sabemos ni siquiera con quién estamos tratando, no podemos exponerla de esa forma. Lo mejor será…
—Lo mejor será que me entregue voluntariamente antes de que decidan arremeter contra los civiles—continuó Padmé, con ese mismo tono autoritario—Eso les comprará el tiempo suficiente para que evalúen mejor la situación.
Ahsoka frunció el ceño, pero Anakin se cruzó de brazos, mirándola fijamente por primera vez en días.
—¿Cómo?
Padmé se sintió intimidada por un momento, expuesta bajo la penetrante mirada de Anakin, pero una vez que estaba en su rol era difícil dejarlo y así fue como consiguió seguir hablando.
—Puedo fingir que me entrego voluntariamente, seguro quienquiera que esté a cargo de esta operación tendrá un plan para mí. Yo sería la distracción para que ustedes puedan neutralizarlos.
—Es demasiado arriesgado—dijo Ahsoka.
Anakin pensaba igual que ella, pero también estaba analizando otros factores en su cabeza. La verdad era que tenían muy poca información de quién estaba haciendo todo esto, pero muy seguramente se trataría del miso grupo que ya había intentado matar a Amidala en tres ocasiones. Necesitaban detenerlos, y la verdad era que también necesitaban cualquier tiempo que pudieran comprar.
—¿Estás segura? —preguntó Anakin.
La mirada de Amidala en ese momento… Anakin tuvo que usar todo su autocontrol para mantener sus pensamientos en la misión. Padmé tenía esa mirada de fiera determinación que tan bien le conocía, esa luz en sus pupilas cuando estaba segura de que estaba haciendo lo correcto.
Cómo había extrañado esa luz.
—Claro que sí—respondió Padmé con seguridad—Usted me conoce, general. No permitiré que ningún inocente muera mientras pueda evitarlo. Si entregarme es lo que se requiere, con gusto lo haré.
Ahsoka iba a replicar, pero se contuvo, sintiéndose de repente una externa en ese diálogo. La forma en que Anakin y Amidala se miraban mutuamente en ese momento era digno de un análisis. Había intensidad, pero también familiaridad; había dolor, pero también admiración; había determinación, pero también había incertidumbre.
Era como si ellos hubieran tenido esa conversación antes, como si por un instante, el pasado se convirtiera en el presente.
—Es muy peligroso, así que tendremos que coordinarnos muy bien—respondió Anakin, ignorando los latidos acelerados de su corazón—Ahsoka, lo primero que harás es…
La togruta puso atención a su maestro, sabiendo que este plan era muy delicado. Pero una parte de su mente se siguió preguntando si alguna vez, en algún futuro, Anakin y Amidala conseguirían sobreponerse al evidente pasado que tenían en común.
Eso fue todo por ahora... ¿qué les pareció la escena del pasado? cruzo los dedos por haberlos sorprendido jeje. Hasta ahora todos tienen sus teorías de cómo fue que Padmé lastimó tanto a Anakin y, la verdad, todas han sido muy buenas, pero les aseguro que ya estamos muy cerca de ver el momento exacto.
La escena de Lara me pareció importante, porque ella no desaparecerá, sino que seguirá siendo relevante en capítulos futuros. También me falta explorar más a Shmi, que tendrá muchas cosas que decir, pero eso será después. Por ahora nos quedaremos con este trío y, desde luego, con Obi-Wan, que está esperándolos en Corellia.
¿Qué les ha parecido? espero lo hayan disfrutado mucho, les mando un fuerte abrazo ¡saludos!
