Disclaimer: Los personajes no me pertencen, son creación de Rumiko Takahashi. FF creado sin fines de lucro.


Yako

Drabble 30: ¡Renuncio!

Kagome entró al despacho de Sesshomaru. Él no estaba ahí.

Suspiró.

Sabía lo que se venía y, verdaderamente, estaba preparada para eso. ¡Ah… podía sentir sus entrañas retorcerse por decirle unas cuantas cosas a ese hombre!

Mientras lo esperaba, aprovechó para recorrer el lugar con detenimiento. Era espeluznantemente acogedor, casi parecía pertenecer a un abuelo. Tenía estanterías llenas de libros de diversos tamaños y cubiertas. Kagome recorrió con la yema de sus dedos el lomo de algunos, maravillada por su antigüedad.

—Ni una partícula de polvo —dijo ausente mientras se giraba a mirar los retratos familiares ubicados sobre la chimenea.

Notó que todos eran de Rin, sola o con él.

«"¿Y su madre?"», se preguntó.

La niña nunca hablaba de ella. Es más, en todo el tiempo que trabajó para ellos, absolutamente nadie en el casa había mencionado siquiera la existencia de una madre. De pronto sintió una terrible curiosidad por saber quién era la mujer que había tenido la desgracia de relacionarse con el Lord Taisho.

Kagome dio un respingo cuando escuchó la puerta cerrándose fuertemente. Era Sesshomaru que había optado por tomar una ducha para eliminar cualquier rastro de la orina de Mokomoko y ahora la miraba enigmático.

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Sesshomaru se sentó tras el escritorio, encendió su computadora portátil e imprimió unos papeles. Mientras lo hacía, sacó una chequera y escribió en uno de los cheques una exagerada suma de dinero.

—Está más que claro —habló él al terminar, mirándola a los ojos—, Srta. Higurashi, que ya no requiero de sus servicios.

Él le pasó el documento recién impreso junto con el cheque, pero Kagome no los tomó.

—Renuncio —dijo en cambio.

—Esta es su carta de despido —replicó él.

Ella, entonces, tomó los papeles y los rompió en decenas de pedazos.

—No, Sr. Taisho —dijo Kagome—. YO renuncio.

Sesshomaru frunció el ceño. Sus labios eran una fina línea recta en medio de su rostro.

—Trabajar para usted fue la peor experiencia de mi vida —lo apuntó con el dedo—. Es un hombre desconsiderado, cruel y sin corazón.

Él permaneció callado mientras la veía volviéndose roja del enojo.

—¡Un cachorro no es como un juguete que le compra a su hija para que no sienta su ausencia! Mokomoko y Rin se merecen mucho más de usted.

Kagome giró sobre sus talones y salió del lugar, recogió sus cosas y tras una despedida rápida a Rin y Mokomoko, se marchó.

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Varios días después de renunciar, Kagome volvió a abrir la veterinaria.

Estaba entrando la noche cuando se dispuso a colocar un cartel en la puerta de vidrio y se encontró a Hojo saludándola desde afuera, agitando su mano con efusividad.

—¡Hojo! ¡Qué alegría verte! —lo saludó.

—¡Lo mismo digo, Higurashi! —respondió él, rascándose la nuca—. ¿Estás libre? Quiero llevarte a cenar.

Kagome sonrió complacida y asintió.

—Sí… Sólo dame unos minutos para cerrar la veterinaria y vamos.

—De acuerdo —respondió él.

Hojo decidió llevarla a un tranquilo restaurante cerca de allí. Quería aprovechar todo el tiempo posible con ella y estaba tan feliz que no podía dejar de hablar. En un momento de cómodo silencio, Hojo desvió la mirada y reparó en una pareja a dos mesas de ellos. Estaban tomándose de las manos y parecían tan perdidos en el otro que sintió una sana envidia.

¿Podrían él y Kagome mirarse así alguna vez?

—¿En qué piensas? —preguntó Hojo.

—¿Eh…? Pues…

¿Qué podría decirle ella?

Estaba pensando en el Lord Taisho. Tan molesta estaba que en un intento por distraer su mente, agarró su bebida y se introdujo erróneamente la pajilla en la nariz. Fue indescriptible la sensación de aspirar el frío líquido que bañó sus fosas nasales.

Era hora de ir a casa, decidió.

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—¿Segura que estás bien? —preguntó Hojo, aceptando su pañuelo usado de vuelta.

Kagome asintió, tapándose la nariz. Se sentía una tonta, había hecho el ridículo frente a Hojo. ¿Conseguiría novio así?

Cuando llegaron a la tienda, ella frunció el ceño al reconocer el vehículo estacionado frente a su puerta.

¡Era lo último que le faltaba esa noche!

—Taisho… —murmuró Kagome con desprecio.

—Mejor me voy —dijo Hojo, comprendiendo a quién se refería.

—Sí —respondió Kagome—. Gracias por todo, Hojo.

Él se agachó para depositar un beso en la mejilla de Kagome y ella se sonrojó. Sesshomaru abrió con violencia la puerta de su vehículo y bajó de el con Mokomoko en los brazos.

—Te veo después, Higurashi —dijo Hojo mientras se despedía con la mano.

Mokomoko saltó los brazos de Kagome, golpeando a Sesshomaru con sus patas en el camino. Parecía tan feliz de verla que ella se dedicó a acariciar al precioso cachorro… Eso hasta que sus dedos sintieron un material pegajoso adherido al hermoso pelaje blanco del yako.

Sesshomaru se encogió de hombros.

—¿Goma de mascar? —preguntó Kagome, mordiéndose la lengua.

Él asintió.

Palabras: 800


¡Wow! Y más ¡wow! ¡Qué alegría entrar y encontrar tantos reviews! De verdad les agradezco todo el apoyo que me dan... eso hace que siga escribiendo! Por eso.. a pesar de todas las tormentas de esta semana... aquí les dejo la continuación de Yako en un drabble de 800 palabras.. :) Mokomoko es el dueño de Sesshomaru, nada más para decir!

PD: Sí, siempre es más gracioso ver cuando este tipo de cosas le pasan a otras personas xD Definitivamente!

Nos leemos soon enough!