Disclaimer: Los personajes, lugares y hechizos, son propiedad de J.K Rowling, a menos de que se especifique lo contrario. No hay retribución monetaria con la traducción y publicación de esta historia.
Traducción autorizada de A Forward Path por umbrellaless22 en AO3
CAPÍTULO II
Harry apenas podía creer que estuviera haciendo esto. Salió del incómodo portal que era la entrada a la sala común de octavo año y comenzó a recorrer a regañadientes los pasillos de Hogwarts en dirección a la enfermería. Todavía era temprano. Según el Mapa de los Merodeadores, Malfoy seguía allí y probablemente podría convencer a Madame Pomfrey de que permitiera las visitas. Bueno, eso, si Malfoy no le prohibía la entrada. Merlín, era una idea terrible.
—Potter. —comentó la enfermera, apareciendo en la entrada de la habitación del fondo, donde Harry sabía muy bien que estaban los catres de noche. Parecía sorprendida de verlo.
—Eh, hola —empezó Harry—, sólo he venido a... ver cómo está Malfoy.
Ella le dirigió una breve mirada escrutadora.
—La verdad es que llegas en un momento excelente. Vamos.
Curioso, Harry la siguió a través de la puerta.
—Bien, Hiram —le dijo Madame Pomfrey a un chico escuálido sentado en una silla justo dentro de la sala principal de la enfermería—, vuelve a tu dormitorio y descansa un poco, es lo mejor para esto.
Los ojos del chico se abrieron con sorpresa al reconocer a Harry,
—Oh wow —dijo, luciendo como una pequeña lechuza desnutrida con una corbata verde y plateada—. ¿Ha-H- Señor Potter? Oh wow, oh wow, mi padre dice que usted es el mejor mago que ha existido y-
Una burla audible procedente de detrás de una sección con cortinas, interrumpió al niño tartamudo. Harry se sonrojó y trató de no poner los ojos en blanco. Hermione le había asegurado que el antagonismo ante la novedad de su presencia desaparecería durante los primeros meses, pero Harry no creía que pudiera ocurrir lo suficientemente pronto.
—Eh, eso es... eso es muy amable de tu padre, Hiram, pero ciertamente una exageración.
—Es suficiente —reprendió Madame Pomfrey, empujando al niño hacia la puerta—, pero vuelve a verme si no te sientes mejor mañana.
Hiram se marchó finalmente, mirando por encima del hombro a Harry durante tanto tiempo que casi se choca con el marco de la puerta. Harry suspiró.
—Nervios de primer año, eso es todo —comentó Madame Pomfrey—. Estará bien como la lluvia una vez que haga algunos amigos.
Harry pensó en la cara hinchada de Malfoy de la mañana anterior, y luego la trasladó al rostro vulnerable del niño. Tal vez Hermione tenía razón, no serviría de nada hacer el colegio más difícil para los nuevos pequeños Slytherin. A pesar de todo, Hogwarts había sido un santuario para Harry, un hogar; no quería que fuera un lugar amenazante para los alumnos, nunca más.
Las botas de tacón de Madame Pomfrey repiquetearon con elegancia en el suelo y ella descorrió una cortina para mostrar a un Malfoy ligeramente mejorado. La piel alrededor del ojo se había ennegrecido, pero la hinchazón había disminuido, y la fisura del labio parecía haberse curado en su mayor parte. Estaba sentado en la cama, vistiendo sólo una prenda térmica negra de manga corta y unos calzoncillos ajustados. La rodilla herida estaba roja e hinchada y no podía doblarse del todo.
—Potter. —saludó él con frialdad, y Harry respondió simplemente "Malfoy", a su vez. Harry supuso que no era alentador que apenas pudieran forzar la civilidad, en el mejor de los casos.
—He reparado los daños que he podido —explicó Madame Pomfrey, sin notar el frío recibimiento—, pero la lesión del señor Malfoy requiere un refuerzo pasivo y activo.
Harry la miró sin comprender.
—Dos veces al día, por la mañana y por la noche, durante dos semanas —aclaró ella, mirándolo expectante—. Él puede manejar el aspecto activo por sí mismo, pero espero que usted lo ayude con ejercicios de movimiento, así… recuéstese, señor Malfoy.
Disparando dagas a Harry, Malfoy se recostó en el catre. La enfermera le levantó lenta pero firmemente la rodilla hacia el pecho.
—No puedes tensarte, Draco, tienes que relajar la extremidad, dejar que te la manipulen. —le indicó. Malfoy agarró la fina manta y pareció disimular una mueca— ¿Demasiado? —inquirió ella— ¡Debes ser sincero sobre tu dolor! Ya hemos hablado de esto, tenemos que permanecer en el rango terapéutico. Si haces una mueca de dolor o te tensas, hace más daño que bien.
Malfoy asintió secamente.
—Demasiado, sí. —aceptó, con los pómulos teñidos de rosa.
—Muy bien —contestó ella, aflojando, y luego enderezó la pierna antes de doblarla de nuevo—. Diez de esos, un descanso y luego diez más, ¿entiendes, Potter?
Harry asintió, sin estar convencido de que Malfoy le dejara acercarse a su rodilla lesionada una vez que salieran de la vista de la enfermera.
—Inténtalo tú. —fueron las siguientes instrucciones.
— ¡Oh! —comentó Harry, sorprendido por la petición— Oh, ah, de acuerdo. —se acercó a la cama. Como había estado observando los movimientos de Madame Pomfrey, de repente sintió que no sabía qué hacer con sus manos. Deslizó una mano bajo el muslo de Malfoy y agarró la magra pantorrilla con la otra. La piel desnuda de Malfoy en las palmas de sus manos se sentía horriblemente íntima, por más que intentara mantener la presión.
—Sigue con ello. —gruñó Malfoy.
Harry tragó saliva antes de doblar la extremidad hacia arriba, tal y como le había demostrado Madame Pomfrey, tratando de no moverla demasiado rápido. Malfoy cerró los ojos y exhaló.
—Observa su cara mientras avanzas —le indicó la enfermera—, el señor Malfoy se cree un soldadito duro y no siempre admite el dolor.
Harry sólo asintió, imitando la acción dos veces más.
— ¿Te quedarás aquí esta noche o-?
—Está lo suficientemente bien como para volver al dormitorio, así que si eres tan amable de acompañarlo… —la voz de Madame Pomfrey sonó autoritaria— Recuerden, dos veces al día, sin excepciones.
—Sí, enfermera. —respondieron ambos y ella sonrió a su vez, y luego se alejó en dirección a su despacho. Harry se posó en el borde de una cama vacía mientras Malfoy se vestía. Mantuvo la vista hacia la pared, pero miró nuevamente al rubio cuando escuchó un jadeo silencioso y doloroso. Malfoy tenía un calcetín en la mano y la rodilla herida medio levantada en un esfuerzo por ponérselo. Se estaba mordiendo el labio y sus ojos parecían estar llorosos.
—Joder. —siseó Malfoy.
—Déjame ayudarte. —Harry se adelantó, con la mano extendida hacia el calcetín.
—Déjalo. —gruñó Malfoy, con la voz baja.
Harry puso los ojos en blanco.
—Oh, déjalo, Malfoy. No voy a esperar aquí toda la noche sólo porque no puedas alcanzar tu maldito pie.
Arrebató el calcetín de la mano de Malfoy y se arrodilló junto a la cama. Tiró del calcetín sobre el pie desnudo de Malfoy, enrollándolo sobre los pronunciados huesos del tobillo. Intentó no pensar en cómo un calcetín viejo y el pie pálido de Malfoy en su cara le hacían ser hiperconsciente de su proximidad. Sin pedirlo, cogió también el zapato pulido de Malfoy del suelo junto a la cama y metió el pie ahora calzado en él, y ató los cordones.
—Ya está. —anunció, poniéndose de pie. Por un breve momento, la expresión de Malfoy fue de extrañeza, pero casi de inmediato se convirtió en una mueca de molestia.
—No creas que te voy a dar las gracias, pervertido. —espetó Malfoy.
—No las necesito —replicó Harry, tratando de no perder la paciencia—. ¿Necesitas ayuda para bajar o qué?
—Estoy bien. —insistió Malfoy, pero Harry oyó la aguda inhalación cuando Malfoy saltó del catre. Sabiamente no lo mencionó.
— ¿Qué hacías allí? —preguntó Malfoy, una vez que los dos estuvieron fuera del alcance de la enfermería— Será mejor que no vuelvas a tus viejos hábitos de acoso, Potter, así que ayúdame.
— ¿Debo recordarte que, de hecho, tuve razón al acecharte? Después de todo, estabas intentando matar a nuestro director.
—No tienes que recordármelo —replicó Malfoy, tratando de alejarse cojeando—, a pesar de tus esfuerzos, sobreviví con mis recuerdos intactos.
Harry se estremeció, pensando en la cicatriz que atravesaba el pecho de Malfoy. La había visto más de una vez, ahora que compartían las duchas de los dormitorios.
—Mierda —suspiró Harry, y luego alargó la mano, agarrando el brazo de Malfoy—. Espera, Malfoy, detente, lo siento. Esto es… mierda, esto es exactamente lo contrario de lo que he venido a hacer.
—No me toques. —ordenó Malfoy. Harry soltó el brazo del otro chico y levantó las palmas de las manos.
—Mira —empezó Harry—. Yo... es sólo que no me gustó verte así esta mañana.
Malfoy frunció el ceño.
—Oh, siento mucho haber agredido tus preciosos ojos, Potter, me aseguraré de lanzar un glamour más rápido la próxima vez.
—No me refería a eso, y lo sabes —replicó Harry—. Tu madre se portó bien conmigo en la guerra. Incluso tú lo hiciste, aquella noche que fingiste no reconocernos en la mansión. Se lo dije al Wizengamot. Les pedí que les dieran a ustedes dos una segunda oportunidad. Lo cual ya deberías saber, ya que por eso estás aquí y ella no está en Azkaban.
Malfoy le miró con cuidado.
—Tienes entonces la gratitud de mi familia por haber perdonado a mi madre. —dijo con cuidado.
—No estoy aquí por tu maldita gratitud —dijo Harry, frustrado. Malfoy simplemente no lo estaba entendiendo—. No quiero verte herido. No quiero ver a nadie en este colegio herido. Estoy cansado de que todos se hagan daño. Así que estoy tratando de detenerlo.
—No necesito tu protección, Potter. —Malfoy dijo con condescendencia.
— ¡Y no te la estoy ofreciendo! No exactamente.
— ¿Entonces qué ofreces?
—Sólo... pasaríamos el rato —explicó Harry, y sonó patético, incluso para él—. De vez en cuando. Entre clases. Ser amistosos. Si tú y yo podemos enterrar el hacha de guerra, o al menos hacer creer a la gente que lo hemos hecho... podría servir un poco.
Draco le dirigió una mirada escrutadora.
—Pasar el rato. —repitió, dudoso.
—Aunque sólo sea por las apariencias. Puedo gritarle al E.D todo lo que quiera pero Hermione cree-
— ¿Le has contado esto a Granger?
Harry se encogió de hombros.
—Ella es inteligente. Tiene buenas ideas.
—Y esta fue su buena idea. Salir juntos. —la cara de Malfoy era de un asco abyecto.
— ¡Merlín, Malfoy! Sólo intento evitar que a ti y a tus amigos, y a los chicos como Hiram, se les caiga el alma a los pies sin ninguna razón. Si tienes una idea mejor, ¡soy todo oídos!
Malfoy le miró fijamente, de forma prolongada y perspicaz. Luego, lanzando una dura mirada a Harry, cuestionó:
— ¿Qué hay para mí?
Harry se quedó boquiabierto.
— ¿Cómo que qué hay para ti? Con suerte, algo de seguridad física.
—No es una gran recompensa por soportar tu compañía.
—Bien —gruñó Harry—. De acuerdo. ¿Qué quieres? ¿Galeones?
El labio de Draco se curvó.
—No seas desmañado, Potter. No, quiero... —hizo una pausa, dramática, como si aún estuviera pensando, golpeando un dedo contra su labio inferior— Quiero que me atiendas.
— ¿Qué? —respondió Harry, sin entender la petición.
—Con mi rodilla —continuó Malfoy—, calcetines y zapatos y el estiramiento. Y varios otros pequeños recados.
—Espera, ¿quieres que te atienda como...? ¿Como un sirviente?
—Si gustas. —respondió Draco.
—No me gusta, en absoluto. Quiero decir que te ayudaré con tu rodilla, pero no voy a hacer lo que tú quieras.
Malfoy se encogió de hombros.
—Entonces debo declinar educadamente tu oferta y dejar al pequeño Hiram al mundo cruel.
Harry rechinó los dientes.
— ¿Qué clase de recados? —exigió.
—Nada reprochable. Traerme refrescos. Mantener este incidente en privado. Quizás algunas compras en Hogsmeade los fines de semana.
Harry lo consideró.
—Mira, podría hacer pequeñas cosas por ti, bien, pero puedo declinar cualquier cosa rara.
Por lo que quizás fue la primera vez, Malfoy le sonrió.
...
¡Gracias por leer!
