Disclaimer: Los personajes, lugares y hechizos, son propiedad de J.K Rowling, a menos de que se especifique lo contrario. No hay retribución monetaria con la traducción y publicación de esta historia.

Traducción autorizada de A Forward Path por umbrellaless22 en AO3


CAPÍTULO XIV


Harry se despertó sobresaltado algún tiempo después, con la terrible constatación de que no había puesto ningún tipo de alarma. Lanzó un lumos para comprobar su reloj. Sólo eran las cuatro de la mañana, vio Harry, aliviado. Lo último que necesitaba era ser visto saliendo de la cama de Draco Malfoy por la mañana.

Draco refunfuñó ante el repentino movimiento y enterró la cabeza bajo la almohada.

Harry lanzó un nox y se desenredó de Malfoy.

— ¿Tienes que irte? —murmuró el otro chico desde debajo de la almohada.

—Probablemente sea lo mejor, sí —contestó Harry, levantando la esquina de la almohada el tiempo suficiente para darle a Malfoy un rápido beso—. No quería despertarte. Te veré en un par de horas.

—Hmm —fue la respuesta somnolienta.


El desayuno fue un asunto normal, justo hasta que dejó de serlo. Ron y Hermione estaban sentados frente a Draco y Harry, charlando sobre la mejor manera de comunicar que el ED se había cancelado indefinidamente. La mano de Harry estaba en el muslo de Malfoy por debajo de la mesa, sobre todo porque Malfoy la había cogido y la había puesto allí. Harry aún se sorprendía de lo... táctil que era Draco, siempre queriendo que lo tocaran. Eso contradecía su personalidad acerba. Harry encontró la discrepancia extrañamente entrañable y en eso estaba pensando cuando las lechuzas, un parlamento entero de lechuzas, de hecho, descendieron.

Cartas de todas las formas, tamaños y colores bombardearon la mesa de Harry, con esquinas afiladas que se clavaban en los arenques y pequeños sobres que se hundían en los platos de gachas.

— ¡Oh, Harry! —se lamentó Hermione, cubriéndose la cabeza de la embestida y gritando para que se le oyera entre el estruendo y el batir masivo de las alas— ¡Creía que lo tenías solucionado!

— ¡Yo también pensaba que lo tenía! —gritó Harry— ¡Tengo un buzón en Hogsmeade con instrucciones explícitas de que todo mi correo debe dirigirse allí! Debe de estar repleto o algo así.

Draco, por su parte, estaba encogido bajo la mesa, mirando a Harry con una expresión de horrorizado desdén.

—Por las barbas de Merlín, Potter, ¿qué es todo esto? —preguntó.

Tan rápido como habían bajado, las lechuzas se marcharon.

—Ya puedes salir —aseguró Harry a Malfoy—, creo que se han ido.

— ¿Qué fue exactamente eso? —preguntó Malfoy, intentando en vano palear pergaminos y sobres de su plato de desayuno.

—El club de fans de Harry —explicó Ron—. Recibió montones de correos como estos durante todo el verano.

—Por supuesto que sí. —se burló Malfoy.

—La verdad es que es todo un lío —explicó Hermione—, hemos tenido que clasificarlas todas para asegurarnos de que no hay nada siniestro y, por supuesto, informar de cualquier cosa sospechosa al Ministerio para que la investigue. Tenemos que sacar las cartas de los amigos que Harry podría querer responder. También hay que esquivar las cartas rociadas con pociones de amor y las vociferadoras; normalmente estos son sólo gritos de emoción y casi alabanza, pero aun así.

Como si fuera una señal, una voz atronadora llenó el gran salón:

"¡Queridísimo Harry! No me conoces, pero quería decirte que estoy muy orgullosa de ti. Qué cosa tan buena has hecho por todos nosotros-"

— ¡Oh, Merlín, haz que pare! —gritó Harry mientras la carta seguía proclamando sus virtudes y triunfos, y él rebuscaba entre la montaña de correo— ¡Haz que pare!

"De hecho, más bien te considero un hijo —continuaba la carta—, un valiente y dedicado soldado de todo lo bueno. En cuanto a mí, por supuesto, no tuve más remedio que partir de Gran Bretaña durante los indecibles acontecimientos, a mi casa de campo que tengo en Dinamarca -un lugar precioso, realmente, excelente para pescar-, pero si no hubiera elegido ir de vacaciones justo en ese momento, ¡me imagino que habría estado justo en medio de tus filas! "

Oh, Merlín, qué era esta absoluta bazofia, se preguntó Harry, miserablemente.

— ¡Ajá! —gritó Ron, con la vociferadora en la mano.

"Eres un chico muy bueno, Harry, de verdad…" —continuaba, y todo el gran salón escuchaba ahora embelesado.

Malfoy, muy amablemente, lanzó un Incendio y la vociferadora estalló en llamas. Harry se sonrojó intensamente.

Seamus aprovechó la oportunidad para subirse al banco y gritar "Un chico muy bueno", riendo y aplaudiendo como un loco.

Para el horror de Harry, el resto de la sala se unió, gritando y coreando su nombre. Harry quería sumergirse en la pila de cartas y no salir jamás.

Por fin, la directora McGonagall levantó la mano.

—No es por desvalorizar los importantes logros del señor Potter y sus aliados, ni la efusividad del señor Finnegan, pero las clases darán comienzo en pocos minutos, por lo que me gustaría animar a todos a que se tomen el tiempo necesario para terminar sus desayunos.

Seamus le dio una palmada en la espalda a Harry y este negó con la cabeza.

—Finnegan, eres un absoluto imbécil.

Seamus sólo se rio.

—Lo siento, Potter. —dijo, sin sonar apenado en absoluto—. No pude evitarlo.

—Bueno, no podemos dejarlas aquí —reconoció Ron, a regañadientes—, no si pueden contener algo peligroso. Vamos, que cada uno coja unos puñados —empezó a meter cartas en su mochila, y varios octavos años cercanos también lo hicieron—. Hasta aquí llegó mi noche de viernes. Esperaba hacer algo un poco más divertido que hurgar en el correo de Harry.

—Menos mal —le recordó Hermione— que eres un buen amigo y estás encantado de ayudar.

Ron no parecía convencido.

—Mira —sugirió Hermione—, ¿por qué no lo tomamos como un proyecto de octavo año? Todavía tienes todo ese whisky de fuego que George escondió en tu baúl. Cualquiera que ayude puede tomar un trago.

Ron la miró como si le hubieran crecido tres cabezas.

—Hermione Granger, ¿estás sugiriendo que hagamos una fiesta?

—Una reunión —corrigió Hermione primorosamente—, una reunión amistosa de brujas y magos en edad legal, para tomar algunas copas y catalogar algo de correo. Y Harry, tienes que ir a Hogsmeade mañana para solucionar todo esto.

—Esperaba que ya se hubiera calmado. —refunfuñó Harry.

—Y lo hará, eventualmente —le aseguró Hermione—. Hasta entonces, sobornamos a todos con alcohol.


Por lo demás, en la agenda de Harry estaba la búsqueda de la pista de Clark Tiering, el Slytherin de primer año que Winky y Breety habían descubierto que carecía de una sábana. Harry vio su oportunidad después de Encantamientos esa mañana cuando Hiram, el Slytherin de primer año que había estado en la enfermería la noche en que Malfoy fue atacado, pasó corriendo junto a él en el pasillo.

—Un momento… —dijo Harry a Draco y Pansy Parkinson, mientras se dirigían al aula de Historia de la Magia. Salió tras el escuálido chico de pelo castaño.

— ¡Hiram! —Harry gritó y el pequeño se volvió, con una mirada sorprendida al ver quién lo llamaba. De hecho, miró a su alrededor, como para asegurarse de que no había otro Hiram al que Harry se dirigía.

—Eh, sí... ¿señor Potter? —tartamudeó.

—Oh, Harry está bien —le corrigió Harry, tratando de sonar amistoso—, sólo quería hablar contigo.

—Oh, por supuesto, Ha-um, ¿sí? —por un momento, pareció que intentaba decir el nombre de Harry, pero se acobardó en el último momento.

—Clark Tiering —dijo Harry—, está en tu año, ¿no?

Hiram parecía desconcertado.

— ¿Clark? Sí, estamos juntos.

—Espléndido —celebró Harry, esperando no parecer tan falso como se sentía—, quería tener una charla con él, pero... no sé exactamente quién es. ¿Podrías... decirme quién es, o algo así?

—Oh, es bastante difícil de pasar por alto —susurró el chico, como si estuviera difundiendo el más delicioso de los cotilleos—. ¡Clark tiene el pelo rosa! —Hiram, aparentemente, estaba muy escandalizado por esto— Yo... creo que es un... un gamberro. Los fines de semana se lo pone de punta.

Ah, sí, Harry se había fijado en el mohawk rosa que vagaba por los pasillos. No era muy normal en Hogwarts. Tal vez eso explicaba sus dificultades para adaptarse.

—Lo he visto por ahí, sí —respondió Harry—, gracias, Hiram, te lo agradezco. Ah, y si quieres… que esto quede entre nosotros, por favor.

Hiram asintió solemnemente, y Harry tuvo la sensación de que el chico no tenía mucha gente a la que contárselo.

— ¿Qué quieres con Clark, de todos modos? —preguntó Hiram.

Harry no tenía una respuesta preparada para eso, así que se limitó a guiñar un ojo y decir: "Consejos de moda", antes de alejarse para reunirse con Malfoy.


—"Querido Harry" —leía Pansy en voz alta con su tono más serio. La "reunión amistosa" estaba ahora en pleno apogeo, con las cartas amontonadas en el suelo de la sala común de octavo año. Pansy llevaba puestos sus guantes de pociones de piel de dragón mientras sostenía una carta saturada de poción de amor— "He vuelto a tener el sueño. Sé que ya he hablado de él antes, pero esta vez fue aún más poderoso, más crudo y visceral que nunca. Tus ojos se clavaron en mi alma, proclamando tu amor, y pude sentir realmente cómo te adentrabas en mi cuerpo y-

— ¡Claro que no! —se desesperó Harry, hundiendo la cabeza entre las manos.

Malfoy lanzó un Incendio desde el otro lado de la habitación y la carta se dispersó en un montón de cenizas.

—Muy bien, va un trago para todos los que tienen algo como lo siguiente: "¡Sueños eróticos, almas, amor y penetración! —declaró Ron con deleite, sirviéndose dos generosos sorbos de Whisky de Fuego. Su rostro estaba sonrojado y su brazo rodeaba alegremente los hombros de Hermione.

— ¡Yo sigo! —anunció Terry Boot. El Ravenclaw, evidentemente ebrio, se puso en pie tambaleándose— ¡Un poema para un héroe!

— ¡Ningún poema! —gritó Harry, mientras Boot se lanzaba a una alegre y rimada narración de las hazañas de Harry -completada con varios logros en los que Harry estaba bastante seguro de no haber tenido nada que ver.

Esta carta también ardió en llamas.

—Oh por fin, Harry, aquí hay una que realmente querrás. —exclamó Hermione, pasándole un pequeño sobre ligeramente engrosado, de parte de Andrómeda.

Harry lo abrió con entusiasmo, mientras Seamus y Dean reanudaban la fiesta, haciendo la pantomima de una narración bastante obscena ante los gritos del público, que se divertía fácilmente.

— ¿De quién es? —preguntó Malfoy desde el sofá junto a Harry.

—Sólo una tarjeta de Andrómeda, deseándome un feliz comienzo de curso. Ha incluido algunas fotos de Teddy.

Harry observó las fotos con cariño. En la primera, Teddy se desplomaba desde una posición sentada y reía hacia la cámara, con los brazos regordetes extendidos. En la segunda, el bebé cambiaba rápidamente la forma de su nariz, cada una más pronunciada y ridícula que la anterior.

— ¿Qué está haciendo? —preguntó Malfoy.

—Teddy es un metamorfomago —explicó Harry—, pero no conseguirá controlarlo hasta que sea un poco mayor. Así que algunos días los cambios son bastante rápidos, y normalmente divertidos.

— ¿Le hace daño? —preguntó Malfoy, sonando dudoso.

—No que podamos decir —Harry se encogió de hombros—. Nunca le ha hecho daño a Tonks, que yo sepa.

— ¿Puedes dejar de hablarme con acertijos? —le informó Malfoy—. ¿Quién es ese bebé y por qué mi tía te envía fotos de él? Y ¿qué es una Tonks?

—Teddy es mi ahijado —le respondió Harry, sintiéndose de repente muy lejano, en la época en que los pensamientos sobre Lupin y Tonks prometían esperanza y resistencia, y no una pena aplastante—. Es Teddy Lupin, Draco —continuó—. Tonks era su madre. Nymphadora. Ahora él es un huérfano de guerra como yo.

Sin poder evitarlo, Harry sintió que los ojos se le ponían un poco llorosos. Debía ser el whisky de fuego.

La mano de Malfoy se movió hacia él y luego se retiró, como si de repente fuera consciente de su entorno.

—Maldita sea, Harry —murmuró en su lugar—. Lo siento mucho. No me había dado cuenta de que tú y... el profesor Lupin eran cercanos.

Harry se encogió de hombros.

—Él y mi padre eran amigos. Él, y Sirius Black y Peter Pettigrew. Todos muertos ahora. Casi todos los que realmente conocieron a mis padres lo están, parece.

Malfoy miró rápidamente alrededor de la habitación, pero nadie parecía prestarles atención, todos absortos en otra lectura dramática de Pansy. Harry sintió una mano reconfortante en su espalda, frotando círculos tentativos allí.

—Lo siento —tragó Harry con timidez, frotándose los ojos y exhalando con fuerza—, realmente no debería beber, me dejo llevar por la melancolía.

—Creo que es más bien sobrevivir a una guerra y perder a un montón de gente que quieres lo que te ha vuelto melancólico. —dijo Malfoy, con una voz inusualmente suave.

—Todos hemos perdido gente —desvió Harry—, y tú también. Todavía se me hace raro verte en el pasillo sin Crabbe flanqueándote. Y sé que no debe ser fácil tener a tu padre en Azkaban.

—Mi padre es un imbécil miserable y puede pudrirse, por lo que a mí respecta —replicó Malfoy, con una emoción aguda y quebradiza coloreando sus palabras—. Y Vince... había cambiado. Greg es un cachorro un poco tonto, se deja arrastrar con demasiada facilidad, y yo me aproveché de eso. Pero Vince... creo que sólo era cuestión de tiempo que se consumiera por completo con toda esa mierda de la pureza de la sangre. Cuanto más profundo llegaba, más equivocado se sentía, pero... él y Nott lo disfrutaban… la tortura, la muerte. Los hacía sentir como hombres grandes. No estoy seguro de que hubiera podido volver de ello.

Harry examinó la cara de Malfoy, deseando poder besarlo. Merlín, todo esto sería mucho más fácil si Harry no fuera Harry y Malfoy no fuera Malfoy. Si pudieran vivir sus vidas por debajo del radar. Pero si alguna vez iban a hacer esto público, iba a ser todo un acontecimiento, y tendrían que hablar antes de eso. Además, Harry ni siquiera sabía qué era esto ni a dónde iba. No era necesario declarar públicamente algo si no había nada que declarar.

Harry miró alrededor de la habitación. Parvati y Seamus estaban sentados juntos clasificando cartas, y Harry se imaginó a Lavender allí con ella, riendo y charlando con sus amigos. Se preguntaba si ellos habían sentido su ausencia, y cómo esa pena podía quitarle la alegría a un momento tan repentino como un dementor. De repente, Harry se sintió tan vacío como cuando visitó el local de los gemelos en el callejón Diagon y sólo vio a George detrás del mostrador. Todo estaba roto y no podía recomponerlo.

Seamus y Parvati se disolvieron de repente en un montón de risas mientras Dean rellenaba sus vasos.

—Todos los demás parecen soportarlo bien. —observó Harry, sintiéndose avergonzado. ¿Por qué tenía que ponerse así?

—Te lo prometo, Potter —dijo Malfoy, dándole un apretón en el cuello para reafirmarlo—, nadie lo está soportando tan bien como crees.

Harry suspiró y hundió la cabeza entre las manos. Draco se acercó más, con la palma de la mano cálida y tranquilizadora mientras acariciaba un camino a lo largo de la columna vertebral de Harry.

— ¿Estás bien, Harry? —Harry se sobresaltó al ver a Hermione de pie frente a ellos, con una mirada preocupada. Para sorpresa de Harry, Malfoy no retiró la mano, sólo levantó los ojos para encontrarse con los de Hermione. Era casi un desafío.

—Sí —Harry le dedicó una suave sonrisa—, ya sabes lo sensiblero que me pongo cuando se trata de Teddy.

Ella le devolvió la sonrisa.

—Lo sé. Ron y yo, estamos aquí si nos necesitas —le tendió una pequeña tarjeta—, toma, pensé que querrías ver esto también. Y también... mira —su voz bajó, insistente y cortante—, me alegro por ustedes dos, pero esto —agitó una mano vagamente hacia los dos— va a ser difícil de entender para Ron. Tendrá que oírlo de ti, Harry. Además, habrán reacciones.

— ¿Cuál es tu punto, Granger? —replicó Malfoy, ladeando la barbilla, con un filo desafiante en sus palabras.

—Mi punto es que Harry quiere protegerte, porque eso es lo que hace Harry —el mencionado abrió la boca para objetar, pero Hermione lo cortó—. No discutas, Harry, sabes que es la verdad —su mirada volvió a dirigirse a la de Malfoy—. Va a ser mucho más difícil para Harry cuidar de ti si esto se hace público. Habrá acusaciones de coerción, manipulación, incluso Imperius. O el público se volverá contra Harry, ya lo han hecho antes. ¿Crees que el correo fue malo hoy? Será cien veces peor y dirigido a los dos. No estoy diciendo que no estén juntos, pero sí que quizá un tiempo y pensar en cómo quieren enfocar todo eso no es una idea terrible. Quiero que los dos sean felices, de verdad, lo quiero, pero por favor, sólo... tengan cuidado.

El brazo de Draco se apartó y Harry lamentó la pérdida casi inmediatamente.

—Sí —asintió Harry, poniéndose de pie—, sé que tienes razón, es sólo deseo que sea de otra manera.

—Yo también. —respondió Hermione, con el tono apagado.

—Nos vemos luego, ¿de acuerdo? —dijo Harry, mirando a Draco, quien asintió en respuesta.

Harry se abrió paso entre la multitud de octavos años. Las cartas parecían estar más o menos ordenadas y la fiesta se había convertido en varias conversaciones y declaraciones de amistad en voz alta, cortesía del whisky de fuego. Dean y Seamus se besaban en un sillón con respaldo cerca de la chimenea. Ron y Goyle jugaban al snap explosivo y se insultaban con nombres horribles y luego aplaudían cada vez que uno de ellos perdía una ronda. Harry miró la pequeña tarjeta que Hermione le había entregado. Era una tarjeta extraordinariamente aburrida, de color beige con la palabra "Gracias" grabada en marrón en el frente. Curioso, Harry la abrió.

Hola, Harry, comenzaba con un garabato que Harry conocía desde la infancia, Ya estamos todos de vuelta en casa, en Little Whinging. Nos dijeron que podíamos irnos en primavera, pero mamá estaba nerviosa y no quiso irse hasta ahora. Todo parece igual, pero nos han dicho que has hecho algo grande. No he podido seguir bien la historia, pero saludos y gracias. Espero que te llegue esto, se lo he dado a la bruja (¿está bien que use ese término?) que nos mantuvo a salvo. Viene a vernos de vez en cuando, sobre todo porque creo que le gusta cómo se enfada mamá cuando lo hace. También le gusta hurgar en el garaje y acosar a papá con preguntas. Si estás cerca durante las vacaciones, salgamos a tomar una pinta. Saludos, D. Dursley.

Harry se sorprendió al darse cuenta de que estaba bastante conmovido por la pequeña nota. No tenía ni idea de lo que él y Dudley dirían mientras tomaran algo, pero pensó que era bastante decente por parte de su primo tenderle la mano. Se guardó la tarjeta en el bolsillo trasero y se sentó junto a Ron.

— ¡Harry! —Ron, ebrio y mareado, le sonrió, dándole una palmada en la espalda— Sólo estoy destruyendo a este grandísimo idiota en el snap.

— ¡No cantes victoria, Weasley, nabo pelirrojo! —bramó Goyle con una sonrisa igualmente amplia y temblorosa.

—Suena excelente, amigo —respondió Harry— reparte e inclúyeme en esta ronda.


...


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