Disclaimer: Los personajes, lugares y hechizos, son propiedad de J.K Rowling, a menos de que se especifique lo contrario. No hay retribución monetaria con la traducción y publicación de esta historia.

Traducción autorizada de A Forward Path por umbrellaless22 en AO3


CAPÍTULO XVIII


Hermione había recomendado que, en lugar de enfrentarse a Clark Tiering, Harry debería llevar lo que sabía a la directora. Harry tenía la intención de seguir su consejo, pero entonces vio a aquel mohicano rosa desviarse por un pasillo lateral y le pareció que no podía dejar pasar la oportunidad.

Giró por el pasillo.

— ¿Clark? —gritó.

El chico dio un respingo y se giró. Cuando vio a Harry, su cara pasó por un extraño patrón de emociones, pero aterrizó en la confusión.

—Eh, ¿hola? —dijo. El chico era desgarbado, con un pendiente clavado en la oreja y un brillante delineador de ojos cubriendo el párpado inferior. Parecía un niño disfrazado de adolescente y era una disparidad asombrosa. También tenía esa desafiante inclinación de la barbilla que tanto le recordaba a Harry a Malfoy.

—Sólo quería tener una charla rápida sobre la noche del miércoles. —dijo Harry, uniformemente.

No había duda de que Clark sabía exactamente de qué estaba hablando Harry, por el reconocimiento en sus ojos.

—Yo... no estaba seguro de que fuera real. —murmuró, metiendo las manos en los bolsillos.

Harry no estaba del todo seguro de lo que esperaba escuchar, pero no era eso.

— ¿Qué quieres decir? —preguntó.

—Quiero decir que había una voz de mujer en mi cabeza. Era tan urgente, tan insistente, así que simplemente lo hice, tomé la sábana, escribí esas palabras, la colgué. Sólo quería que parara, no podía pensar en nada más. Sólo quería que me dejara en paz.

Harry se pasó una mano por la cara.

—Eso suena muy parecido a la magia oscura, ¿no pensaste en decírselo a nadie? —niños de primer año. Ah… sinceramente.

Los ojos de Clark se entrecerraron con enfado.

—Bueno, soy de origen muggle, ¿no? Apenas sé nada de esto. Sólo sé que es jodidamente raro y que echo de menos a mis compañeros y que no puedo cargar mi mp3 en este maldito castillo y que la batería se agotó hace semanas. ¿Cómo puede alguien en este mundo escuchar música? Además —su voz se apagó—, mi madre está muy bien. Pensé que podría tener lo que ella tiene. Pero después de hacer lo que la señora de mi cerebro me dijo, la sensación desapareció y me sentí aliviado. Pero a la mañana siguiente ya no estaba, así que pensé que tal vez había sido un mal sueño. O esperaba que lo fuera, tal vez.

Harry tenía ganas de abrazar al chico. Parecía tan perdido, abrumado y aterrorizado.

—Yo también fui criado por muggles —dijo, amablemente—, definitivamente fue un gran cambio llegar a Hogwarts. Es como si te hubieras perdido los primeros episodios de un programa de televisión que todos los demás han estado viendo desde el principio.

Clark asintió.

— ¿Cómo van las cosas por lo demás? ¿Te llevas bien con los otros Slytherin?

Clark se encogió de hombros sin comprometerse.

— ¿Quién eres tú siquiera, un consejero escolar?

—No —Harry se encontró disfrutando del inesperado anonimato—, sólo un estudiante.

—Pareces mayor. —le informó Clark.

—Octavo año. —explicó Harry.

—Bueno —aventuró Clark—. Como dijiste, no hay mucho en común. Nadie quiere molestarse en tener que explicarme cada cosa y soy el único muggle nacido en Slytherin. Antes me las arreglaba bien sin magia, no sé por qué la necesito ahora. Es sólo mi madre, no hay nada especial en nuestra familia, ¿verdad? Una vez que pudimos convencerla de que no era otro de sus delirios, Dios, se puso muy contenta. Además, sé que el hecho de que yo esté fuera de casa le facilita las cosas, y Hogwarts me ha dado vía libre. No puedo defraudarla abandonando sin más.

Merlín, Harry lo sentía por el chico.

—No parece que hayas tenido las cosas fáciles —reflexionó Harry—, lo siento.

Clark apartó la mirada y se encogió de hombros.

—Lo que sea, amigo.

—La buena noticia es que no creo que lo que te haya pasado sea lo que tiene tu madre. La mala noticia es que... tampoco suena bien, precisamente. Vamos a tener que decírselo a la directora

—Joder, no —escupió el chico—, ¡no soy un criminal!

—No se trata de ser criminal —trató de explicar Harry—, lo que pasa es que no creo que se trate de un simple compañero de clase metiéndose contigo, creo que aquí está pasando algo más grande y tenemos que averiguar qué.

El chico no parecía convencido.

— ¿Qué te parece esto? —Harry optó por otra táctica— Si vas a hablar conmigo con la directora, le pediré al profesor de estudios muggles que te deje usar su generador para cargar tu reproductor de mp3.

— ¿Qué hace un generador en Hogwarts? —preguntó Clark con suspicacia.

—El profesor lo usa para demostraciones en clase. Licuadoras, equipos de música, ese tipo de cosas.

—Bien —aceptó el chico—, pero tendrás que convencerle de que me deje usarlo cuando quiera. No puedo disfrutar de la música si sólo veo cómo se agota la batería.

—Trato hecho. —aceptó Harry.


Clark se sentó hoscamente frente a McGonagall, quien se estaba tomando el asunto muy en serio.

—Dígame más sobre la voz de la mujer, por favor, señor Tiering.

—No lo sé —murmuró Clark—, era una señora con acento elegante, que no se callaba, pero que sobre todo decía las mismas cosas una y otra vez, como instrucciones. 'Coge la sábana, chico, coge la sábana', cosas así, no parecía saber mi nombre.

— ¿Y sonaba como si viniera de algún lugar de la habitación?

—No, sonaba como si estuviera en mi cerebro.

La boca de McGonagall se frunció por lo que debía ser la tercera o cuarta vez ya en esta reunión.

— ¿Le dolió? ¿Se sintió mareado, indispuesto?

Clark se encogió de hombros, encorvándose más en su asiento.

—No creo, sólo que esa voz no paraba.

— ¿Pero no sintió que estaba en un sueño?

—No en ese momento, sólo esperaba que fuera al día siguiente.

—Es totalmente comprensible —dijo amablemente la directora—. Tendré que investigar un poco y entonces puede que tenga más preguntas para usted, pero le agradezco que me traiga esto. Es usted libre de irse, pero le ruego que me avise inmediatamente si tiene alguna experiencia similar. Señor Potter, unas palabras, por favor, si no le importa.

Clark asintió y se puso en pie, lanzando una mirada de advertencia a Harry.

—Hoy, Potter, será mejor que no la cagues.

— ¡Lenguaje, señor Tiering! —regañó la profesora McGonagall.

—Lo siento, profesora. —refunfuñó.

—Honor de mago —prometió Harry—. Te encontraré más tarde, ¿sí?

Con un gesto cortante, Clark salió del despacho.

— ¿Y qué fue eso? —preguntó McGonagall.

Harry le explicó el trato que habían hecho.

—Bueno, mientras no se corra la voz, supongo que no hace daño. —dijo la profesora McGonagall con un suspiro.

— ¿Quería decirme algo, profesora?

Ella le dedicó una sonrisa cansada.

—Supongo que un año sin peligro mortal era demasiado pedir. Ni siquiera puedo reconocer el hechizo. Debe ser una rama de la legilimancia —ella apretó los labios e inclinó la cabeza—. Hablando de eso, ¿cómo está tu legilimancia, Harry?

Harry no entendió bien lo que quería decir.

— ¿Perdón?

— ¡Oh, no te estoy acusando de nada! Sólo pensé que podrías enseñarle a ese pobre chico algo de oclumancia; es joven, por supuesto, pero no hay nada malo en intentarlo. Pero para enseñar una cosa se necesita la otra, y la primera es ciertamente un arte en extinción.

Harry pensó en el poder de Voldemort que se abalanzaba sobre él, en esos recuerdos compartidos, en los interrogatorios, lo había visto hacer, lo había sentido hacer. Algo le susurraba que podía hacerlo, si quería.

—No lo he intentado —dijo Harry—. No estoy seguro de que funcione, ahora que él... no es parte de mí.

—Podría sorprenderte lo que el cerebro recuerda —instó McGonagall—. ¿Por qué no lo intentas?

— ¿Cómo?

—Te expulsaré antes de que vayas más allá de lo superficial. —le aseguró ella con una sonrisa seca.

Harry se sentía muy dudoso de hurgar en el interior del cerebro de la profesora McGonagall, pero se sentía aún peor dejar que Clark se preocupara de que estuviera perdiendo la cabeza cuando podía hacer algo al respecto.

Apuntó su varita hacia ella.

Legilimens.

Nada. La profesora McGonagall enarcó las cejas.

—Vamos, Harry, tú y yo sabemos que para que un hechizo funcione, la intención debe estar ahí.

—Cierto —aceptó Harry, con pesar—. Deme un segundo.

Se limpió las palmas de las manos en el pantalón y volvió a enraizarse en aquellos recuerdos incómodos, la sensación penetrante e implacable de tomar lo que no era suyo. Agarró su varita, clavó sus ojos en los de ella, como si pudiera recorrer su nervio óptico hasta el núcleo de su intelecto: "Legilimens".

Son sólo estudiantes comportándose como estudiantes… es de verdad algo innecesario, pero a veces Horace es un gran imbécil pomposo, de verdad.

—Ya es suficiente, Harry —cortó McGonagall, echándolo rápidamente—, habilidad más que suficiente para algunas lecciones.

Harry se encogió, no estaba seguro de estar emocionado con esta nueva habilidad, lo hacía sentir manchado, de alguna manera. Quería una ducha.

—Bien —reconoció—. El único problema es, profesora, que yo mismo nunca llegué a dominar la Oclumancia.

—Ah —McGonagall parpadeó, por supuesto. Bueno, ¿por qué no reclutamos al señor Malfoy en nuestros esfuerzos?

— ¿Malfoy? —preguntó Harry.

—Es un Oclumante bastante hábil, si mal no recuerdo.

—Oh —aceptó Harry—. Bien. Le... le preguntaré.

—Excelente, procura hacerlo. Ahora, si me disculpas, Harry, tengo algunas situaciones interpersonales que atender.

— ¿Como lidiar con un imbécil pomposo?

Sus labios se movieron hacia una sonrisa.

—Algo en ese sentido, sí. Gracias por traer a Clark aquí. Me preocupa que no encaje. Es un chico inteligente, pero esa actitud no le está haciendo ningún amigo.

—Se lo comentaré a Hermione, a ver si podemos convertir al ED en una especie de tutoría entre casas. No sé, si tanto él como Hiram tienen problemas, seguro que no son los únicos. Ya se nos ocurrirá algo.

La directora le dirigió una mirada pensativa.

—Realmente te has convertido en un joven admirable, Harry, espero que te des cuenta.

Harry pensó de repente en Malfoy de rodillas en la ducha y se sonrojó. No se sentía para nada admirable, y rezaba para que McGonagall no tuviera las habilidades de legilimencia de Snape.

—Oh, ah, gracias, profesora —hubo una pausa incómoda, Harry realmente deseaba que la gente dejara de hacerle cumplidos—. Bueno, yo... me iré entonces. Ya le avisaré de lo de Malfoy y las... lecciones.

Salió a toda prisa del despacho, haciendo un gesto culpable al retrato de Dumbledore mientras huía.


...


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