Disclaimer: Los personajes, lugares y hechizos, son propiedad de J.K Rowling, a menos de que se especifique lo contrario. No hay retribución monetaria con la traducción y publicación de esta historia.

Traducción autorizada de A Forward Path por umbrellaless22 en AO3


CAPÍTULO XXI


Harry tardó un par de semanas y el mismo número de intentos en convencer a Clark Tiering de que aceptara las clases de Oclumancia.

—No ha vuelto a ocurrir, y no me apetece que nadie escarbe en mi cabeza. —decía Clark, apoyado en la pared justo fuera del gran salón donde Harry le había detenido. Esta vez, Harry había traído a Draco como refuerzo.

—Si el chico no está interesado, no está interesado, no lo presiones —había suspirado Malfoy, ante un plato de guiso en el almuerzo—. Sabes que no tienes que salvar individualmente a todos, ¿verdad?

—Es una cuestión de autonomía, Harry. —había intervenido Hermione, amablemente.

Draco y Hermione en el mismo bando, Harry nunca pensó que vería el día.

— ¿Y qué pasa si vuelve a entrar en su cabeza? ¿Qué pasa si realmente hace daño a alguien? Cuando podría haberlo evitado.

—Existe tal cosa como ser demasiado Gryffindor —había comentado Draco—, algunos podrían decir que cualquier cantidad de Gryffindor es demasiado, esto lo está promoviendo a una nueva dimensión.

—Una vez más —había negociado Harry—, le preguntaré una vez más, me aseguraré de que entienda ambas opciones, y si vuelve a decir que no, lo dejaré, ¿de acuerdo? Pero Draco, tienes que venir conmigo, tú eres, ya sabes, más genial que yo, creo que te respetará.

Draco había levantado una ceja interesada en dirección a Harry.

—Dilo otra vez.

—Eres incorregible y ridículo —le había contestado Harry—, y mucho más genial que yo, siempre lo has sido, siempre lo serás, ¿ahora me ayudarás a hacer lo más decente, aquí?

Malfoy había parecido tanto a un gato al que le había tocado la crema, que Harry se había sorprendido de no oírle ronronear mientras decía, con el aire de alguien que hace un gran sacrificio: "Muy bien, entonces."


—Mira —continuó Harry, intentando persuadir a Clark—, o somos nosotros los que escarbamos en tu cabeza, y te enseñamos a parar, o bien podría ser esa mujer la que estuviera ahí dentro de nuevo y tú sin poder hacer nada.

—Sí, pero contigo es algo seguro, y con ella no —dijo el de primer año, cruzando sus brazos demasiado largos sobre el pecho—. Además, en realidad no hice nada, así que tal vez se haya rendido.

Harry tenía suficiente experiencia en la vida como para creerlo, pero no sabía cómo convencer a un niño de once años de eso sin quedar como un auténtico idiota.

—Escucha, Tiering —era el viejo y familiar acento de Draco y, Merlín, hizo retroceder a Harry. Draco se estaba examinando las uñas, con despreocupación—, no estás ganando ningún concurso de popularidad por aquí. Mientras tanto, Potter, el tipo más popular no sólo de este castillo, sino de toda la Gran Bretaña mágica, se ofrece a darte clases de magia avanzada. ¿No tienes idea de lo interesante que sería para tus compañeros? ¿Cómo podrían perecer de celos cuando se corra el rumor? ¿Que él vio algún talento en ti que vale la pena enriquecer? Merlín sabe que no podría hacer daño.

—Evito la popularidad, tiene muchas trampas y ningún beneficio real. —dijo el enjuto muchacho de pelo rosado, pero no sonó tan incondicional como Harry sospechaba que esperaba.

—Oh, qué bien —comentó Draco—, un filósofo. No perdamos el tiempo, Harry. Éste prefiere sufrir en soledad, y ya sabes que no soporto la mentalidad de víctima.

Draco se dio la vuelta para marcharse y Harry, algo dudoso, se giró para caminar con él.

— ¿Estás seguro...? —siseó Harry, pero Draco lo silenció con una mirada, y levantó tres dedos frente a su pecho, luego dos, luego uno-.

— ¡Espera! —gritó Tiering y Draco le dirigió a Harry su patentada mirada de "te lo dije".

— ¿Sí? —dijo Draco, moviéndose majestuosamente, como si tuviera lugares muy importantes en los que estar y muy poco tiempo.

—Supongo que podría intentarlo. —el chico pretendía sonar despreocupado, pero sonaba más bien a pánico disimulado. Merlín, Draco sabía jugar con la gente. Harry no estaba seguro de si debía estar preocupado o impresionado.

—Bien —dijo Draco—, esta noche, a las seis, en las mazmorras inferiores, no llegues tarde. —las consonantes de Draco se entrecortaban, su RP era aún más pronunciado que de costumbre. Imbécil estirado e intolerante, Harry sonrió para sí mismo.


—Tienes que ser un poco más amable. —intentaba convencer Harry a Draco aquella tarde mientras esperaban a Clark. Estaban sentados juntos en un gran pupitre de cedro situado en la parte delantera de la pequeña aula semicircular de las mazmorras. Malfoy se entretenía repartiendo besos en el cuello de Harry. Era una distracción.

—Amable fue tu enfoque y no funcionó. —fue la respuesta. Otro beso.

—Basta ya —se quejó Harry—, nos va a descubrir.

—Puse un escudo —murmuró Draco, sin cortar nada—, sonará cuando se acerque.

—Bueno, tampoco me apetece mucho que entre aquí y me encuentre con una maldita erección. —refunfuñó Harry.

—Entonces te sugiero —respiró Malfoy entre besos abrasadores—, autocontrol.

Merlín, ¿cómo podía una simple boca contra la piel sentirse tan sucia? Harry giró, dejando que sus labios se encontraran con los de Draco una, dos veces.

—Vas a pagar por esto más tarde. —prometió.

—Oh, cariño —fue la sedosa respuesta de Draco—, cuento con ello.

Harry sintió una cálida hinchazón en el vientre, Draco prefería mucho más recibir términos cariñosos que usarlos, y Harry no recordaba que Draco le hubiera dedicado uno así nunca. Descubrió que le gustaba bastante. Se preguntó cómo podría conseguir que Draco lo hiciera de nuevo.

Un tintineo plateado sonó en el aire sobre ellos. Harry miró a Draco, que a todas luces no estaba afectado, y se ajustó.

El muchacho entró en la habitación con la barbilla levantada, tratando de desmentir su ansiedad e incertidumbre. Harry volvió a tener el impulso de darle un abrazo.

—Bien —comentó Draco, levantándose y haciendo ademán de comprobar un ostentoso reloj de bolsillo de oro—. Al menos sabes ser puntual. Toma asiento.

Harry, a pesar de sus reservas, había accedido a dejar que Draco llevara las riendas de las cosas... "pero sólo si al menos tratas de ser amable", había argumentado, a lo que Malfoy había respondido con simplismo que "sólo justo".

—Bueno, ¿qué sabes de Oclumancia, entonces? —preguntó Draco, una vez que Tiering estuvo sentado en una desvencijada silla de la primera fila.

Clark se relamió los labios.

—Es una magia antigua, parece bastante oscura. Intenté investigarla en la biblioteca, pero la mayoría de los libros estaban en la sección restringida.

Draco asintió con la cabeza.

—Lo están. Los magos y las brujas no tienen por qué husmear en la mente de los demás. Y, sin embargo, alguien lo hace, y quienquiera que sea lo hizo contigo. Así que aquí estamos. La ocultación es una magia protectora con muchas etapas. La etapa más básica -que es lo único que vamos a intentar en estas lecciones- es la creación de un muro entre tus pensamientos y los que desean invadirlos. Los Oclumantes más hábiles, los Inefables, por ejemplo, o los que se dedican al espionaje, son capaces de construir realidades falsas enteras y pueden ocultar a sus enemigos que están realizando el hechizo.

— ¿Qué es un Inefable? —inquirió Clark con interés.

—Empleados del Ministerio que investigan los mayores misterios mágicos. Sus investigaciones se consideran peligrosas en manos equivocadas. Piensa en grande: gravedad, tiempo, inmortalidad.

— ¿Cómo se llega a ser uno de esos? —el rostro del chico brilló con fascinación.

—Talento en bruto, esfuerzo extraordinario y pura excelencia —le informó Draco—, hasta ahora llevas cero de tres.

Harry clavó su varita en las costillas de Draco, sutilmente. Malfoy apretó la mandíbula.

—Pero estoy abierto a que me hagas cambiar de opinión. —enmendó Draco. Harry supuso que eso contaba como "amable", al menos en lo que respecta a Malfoy.

—Potter es un Legilimante. Eso significa que intentará entrar y será tu trabajo extraerlo, lo más rápido posible.

—Mira, Clark —habló Harry por primera vez—. Este es un hechizo realmente difícil, y no se espera que lo domines de una sola vez. Probablemente pasarán semanas antes de que puedas lograr incluso las habilidades básicas, así que no quiero que te desanimes, pero tenemos que empezar por algún lado, ¿verdad?

Clark asintió con determinación.

—Bien entonces —reanudó Malfoy—. Las circunstancias en realidad no son malas, ya que podrás tener tu varita encima. Úsala, eso facilita las cosas. La mayoría de los Oclumantes tienen que completar el hechizo en silencio y sin varita. No es el caso aquí —procedió a enseñar a Tiering el encantamiento y el gesto que lo acompañaba. Clark lo intentó varias veces, mientras Draco lanzaba correcciones—. Párate firmemente, más en picado. Expulsa el aire, no tan bruscamente, ¡el hechizo sabe cuando estás inseguro!

Harry descubrió que le gustaba ver a Draco enseñar. Le gustaba su atención, su energía y su competencia. A pesar de todas sus quejas, Draco estaba a la altura de la tarea admirablemente, y aunque su comportamiento no era lo que cualquiera podría describir como cálido, tampoco estaba siendo un completo imbécil, para alivio de Harry.

— ¡Bien! —gritó Draco— Ahí está, Tiering, mucho mejor, excelente.

Harry se quedó casi boquiabierto ante el elogio, Malfoy le lanzó una sonrisa de suficiencia que parecía decir "¿Ves? Puedo ser amable".

—Ahora, añadimos el pensamiento detrás del gesto. ¿Has meditado alguna vez?

—Lo hicimos en la primaria, creo. —respondió Clark con un movimiento de cabeza.

Draco enarcó una ceja.

—Quién diría que las escuelas muggles eran tan... ilustradas.

—Tuve que trabajar en eso —admitió Clark en voz baja—, decían que tenía problemas de ira.

—Eso es mierda —declaró Draco magnánimamente—, encuéntrame a alguien al borde de la pubertad sin problemas de ira. Las historias que podría contarte de Potter aquí en primer año. Nunca habrás visto una cara más rubicunda, casi púrpura en su rabia.

—Sí, gracias por eso, Malfoy. —comentó Harry secamente.

— ¿Lo ves? —continuó Draco, como si estuviera probando su punto— Ya no muerde el anzuelo. Por un lado, es menos divertido, la verdad, pero también es la prueba de que estas cosas pueden cambiar. En fin, ¿por dónde íbamos? Ah, sí, en la meditación. Para la Oclumancia hay que llegar a esa nada, a esa distancia, muy rápidamente, casi instintivamente. En adelante, me gustaría que meditaras al menos una vez al día, preferiblemente dos. Cuanto más a menudo alcances ese estado, más fácilmente podrás recordarlo. Te guiaré una esta tarde, siéntate.

Clark retomó su asiento, un poco brillante por el sudor de tanto agitar y gritar, las mejillas tan rosadas como su pelo.

—Harry, tú también —le dirigió Draco—. Nadie quiere sentirse observado mientras medita, no podemos tenerte merodeando por aquí.

Harry puso los ojos en blanco, pero acercó otra silla y tomó asiento.

—Bien —comentó Draco—. Ahora, los dos, nada de moverse.

La meditación que Draco les dirigió fue sorprendentemente efectiva. Harry se sintió concentrado y despierto al salir de ella. Sus pulmones se sentían más grandes, su espalda expandida... posiblemente por la cantidad de veces que Draco le había gritado "¡Postura, Potter, atiende al cuerpo!" mientras respiraba. Harry se preguntó si deberían presentar un frente más unido al chico, pero supuso que era poco probable que eso ocurriera con Malfoy, de todos modos, así que no tenía sentido preocuparse por ello.

—Es hora de una demostración —anunció Malfoy—. Potter intentará entrar en mi cerebro y yo lo rechazaré. Normalmente lo haría sin mi varita, pero por tu bien, Tiering, utilizaré el encantamiento y los movimientos de la mano que acabas de practicar.

Draco se volvió para mirar a Harry.

—Cuando quieras. —le indicó.

Harry no estaba seguro de cómo se sentía al intentar entrar en Draco de esa forma. Recordaba la forma en que Malfoy había reaccionado en la biblioteca un par de semanas antes, y se resistía a volver a provocar eso. Sabía que una demostración era probablemente una buena manera de empezar, pero... bueno, Draco no pediría lo que no podía manejar, se dijo a sí mismo.

Miró a Draco, que le dedicó un escueto asentimiento, y lanzó el hechizo: "¡Legilimens!"

Oyó que Draco gritaba el contrahechizo casi inmediatamente, y de repente Harry estaba dentro.

Los pensamientos de Draco eran una caja negra, vacía.

Hola, Harry. La voz de Malfoy sonó en algún lugar, Bienvenido. Te expulsaré en breve, pero quería enseñarte algo, si miras hacia aquí...

Con curiosidad, Harry miró de un lado a otro de la inmensa nada. Entonces divisó a Draco, apoyado despreocupadamente contra una pared negra, con una sonrisa en los labios, sin más ropa que sus pantalones negros. A pesar de que Harry estaba acostumbrado a verlo con esa ropa, incluso acostumbrado a ver a Draco sin ropa alguna estos días, todavía sentía esa punzada de deseo reverberar en él. Harry estaba a punto de dar un paso hacia la proyección de Draco cuando, de repente, la figura se dio la vuelta y se bajó los ajustados pantalones negros, revelando su huesudo y pálido culo y moviéndolo sinuosamente. Oyó una carcajada encantada y luego fue rápidamente empujado hacia afuera.

—Divertidísimo. —refunfuñó Harry. El Draco de la vida real no se estaba riendo, pero tenía una sonrisa bastante presumida.

— ¿Qué? —preguntó Clark.

—Malfoy sólo está siendo lascivo, se cree muy listo. —explicó Harry.

—Oh, no sólo me creo listo, sino que soy listo —corrigió Draco—. Bueno, Tiering, ¿preparado para intentarlo?

Clark asintió tímidamente.

Harry se volvió hacia él. Recordó la asquerosa sensación de Snape revolviendo sus recuerdos. Le dio náuseas. Se prometió a sí mismo quedarse en lo superficial, dejar que el chico se preparara para ello.

¡Legilimens! —gritó.

Al instante estaba dentro, sin resistencia alguna.

— ¡El hechizo, Tiering! —gritó Malfoy.

El hechizo, el maldito hechizo, Dios, idiota, estaba pensando Tiering, acabas de hacerlo, qué has hecho...

Creo que, "¡Occlumens!" es lo que buscas, incitó Harry suavemente, desde el interior de la rosada cabeza de Clark.

¡Oh, qué asco, sal de mi cabeza, joder!

Lo haré, en cuanto me obligues.

Ah, joder, joder, pero no vayas a hurgar, por favor.

Lo haré lo mejor que pueda, pero no pienses en nada que no quieras que sepa... mierda, en realidad olvida eso, sólo piensa en elefantes azules y haz el maldito hechizo, ¿quieres?

Una mujer de aspecto afligido, con pantalones de pijama y una camiseta de tirantes manchada de grasa, estaba de pie junto al fregadero de la cocina. Había montones de platos -el recuerdo se vio interrumpido por un desfile de elefantes azules con trompetas, desfilando por la sucia cocina.

¡Buen chico! lo elogió Harry-. Buen control, excelente, sigue con los elefantes y luego con el hechizo.

¡Occlumens! Clark consiguió gritar, apareciendo un ligero halo de oscuridad entre los elefantes.

Bien, bien, otra vez, alentó Harry, persigue esa nada, expándela, lo estás haciendo muy bien.

¡Occlumens! Volvió a gritar Clark, pero había perdido los nervios, la mujer había vuelto, hablaba, pero no tenía sentido. Un niño pequeño de pelo rubio -Clark, se dio cuenta Harry, sólo que mucho más joven- estaba sentado en la mesa, con aspecto receloso.

—Tienes que decírselo, Clark, tienes que hacer llegar el mensaje a las manos adecuadas. ¿Todavía tienes la carta? Esta va a ser una misión muy peligrosa…

Por favor, sal, por favor, sal, le suplicaba Clark.

Harry se eyectó de inmediato, sintiéndose como un imbécil, debería haber saltado en cuanto Clark perdió el control.

— ¡Lo siento, lo siento! —exclamó, acercándose al joven Slytherin— ¿Estás bien, Tiering? Malfoy, los caramelos.

Malfoy le pasó de mala gana la última caja de caramelos Honeydukes que Harry había traído a Hogwarts para él. No le había hecho ninguna gracia el sacrificio.

— ¿Qué tienen que ver los caramelos con la Oclumancia? —había preguntado. Harry simplemente había insistido.

—Toma, Clark —dijo Harry amablemente—, coge uno, por favor. Este tipo de cosas pueden sacarte de quicio.

Harry ignoró el labio tembloroso del niño, no es como si Clark quisiera ser visto así. Tiering cogió un caramelo y se lo metió en la boca.

—Eso estuvo muy bien —le animó Harry—. Tuviste un buen comienzo, de verdad. Fuiste capaz de dirigir tus pensamientos...

dirigiste mis pensamientos. —murmuró Clark mientras masticaba.

—Bueno, te llevaron a un lugar más seguro, te permitieron concentrarte en otra cosa. No es fácil, Tiering, lo hiciste muy bien, créeme.

— ¿Puedo irme ahora? —susurró Clark, y Harry supo que el chico estaba desesperado por proteger su orgullo. Merlín, ¿cómo podía Harry haber puesto al chico en un lugar tan jodidamente vulnerable? No era justo.

—Es normal que te sientas molesto —le dijo Harry en voz baja—. Puedes irte si eso es lo que quieres, por supuesto, pero, si puedes, por favor, considera quedarte aquí, sólo por un rato. Habla conmigo, creo que te ayudará. No quiero que te vayas de aquí y te sientas mal y no tengas a nadie a quien acudir.

Clark se desplomó en su silla, con la cabeza entre las manos, tapándose los ojos. El corazón de Harry se rompió un poco. Acercó un poco su propia silla y se sentó.

—Yo perdí mis papeles con el profesor que intentó enseñarme Oclumancia —dijo Harry—. Fue cruel, fue directo a mi corazón, a lo más personal. Espero que sepas que me esforcé por no hacerte eso, Clark. Pero es natural tener una respuesta emocional.

—Malfoy no lo hizo. —argumentó Clark, con la voz espesa por las lágrimas reprimidas.

—Malfoy tiene mucha experiencia y tuvo mucho tiempo para prepararse, no comparemos manzanas y naranjas. —le instó Harry, con suavidad.

Draco estaba apoyado en el escritorio, chupando un caramelo, observándolos. Harry no pudo discernir del todo su expresión.

—Bien —resopló Clark desde detrás de las manos—. Mierda, te lo mostré todo, Dios, qué idiota soy.

—Oye —le corrigió Harry con firmeza—, no seas tan duro contigo mismo. Es totalmente normal pensar en lo que más no quieres que vea otra persona. Y yo no he ayudado en nada, diciéndote que no te guste. Además, ahora ya conoces lo básico y sabes cómo es. La próxima vez será más fácil, y luego la siguiente, y luego la siguiente. Ya conoces la parte de la meditación, y lo estabas consiguiendo, ya lo veía. Lo conseguirás, sé que lo harás. Harás de tu cerebro una fortaleza.

Harry alcanzó la caja de caramelos y Draco hizo un gran alarde de reticencia al entregársela, ya que sólo quedaba un caramelo.

—Toma el último. —le animó Harry.

— ¿Seguro? —susurró Clark.

—Sí, definitivamente. —insistió Harry, ignorando la oscura mirada de Draco. El chico asintió.

Harry puso una mano en el hombro de Clark.

—Lo siento —dijo de nuevo, dándole un apretón—. Este es un proceso tan doloroso y terrible. Ojalá no lo fuera.

Clark se limitó a sorber por la nariz, pero no se retiró del contacto de Harry.

Después de unos minutos, el muchacho desgarbado se levantó, sacudiendo sus miembros, forzando una expresión de calma.

—Estos son buenos. —dijo, refiriéndose a los caramelos.

—Lo eran, sí. —convino Draco.

—No te preocupes. Draco… —explicó Harry, conspirador— es el hijo único que nunca aprendió a compartir.

Clark les dedicó una sonrisa temblorosa.

— ¿Vas a estar bien? —preguntó Harry

Clark asintió, pasando una mano por su pelo rosa, esponjándolo ridículamente.

—Sí, sólo apesta, eso es todo.

—Realmente lo es —simpatizó Harry—. Dejémoslo ahí por esta noche. Sigue meditando y nos encontraremos de nuevo en unos días, si te apetece.

Clark asintió.

—Lo haré, no quiero que nadie pueda hacerme eso de nuevo, ¿sabes?

Los tres se dirigieron hacia la puerta para subir a la parte principal del castillo.

—Ya sabes, Tiering… —dijo Malfoy, y Harry se tensó, esperando que Draco no fuera a decir algo horrible.

Clark levantó la vista de sus zapatillas para encontrarse con los ojos de Malfoy.

—Podríamos convertirte en un inefable. —terminó Draco.

Harry podría haberlo besado.


...


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