Disclaimer: Los personajes, lugares y hechizos, son propiedad de J.K Rowling, a menos de que se especifique lo contrario. No hay retribución monetaria con la traducción y publicación de esta historia.
Traducción autorizada de A Forward Path por umbrellaless22 en AO3
CAPÍTULO XXIII
—Como estoy segura de que ya lo sospechaban, Ada Lum parece haber sido influenciada por un mecanismo similar al de Clark Tiering —reveló la profesora McGonagall a Harry, Ron y Hermione unos días después, en su despacho—. Despertó del coma la semana pasada y yo misma hablé con ella. Afortunadamente, los... ¿fueron siete? desmaius no han causado ningún daño permanente y, en todo caso, la señorita Lum parece bastante emocionada por tener una historia que contar. Por supuesto, la he animado encarecidamente a que se guarde esa historia para sí misma... pero estoy preparada para que los rumores circulen entre el alumnado más joven.
— ¿Deberíamos Malfoy y yo intentar enseñarle también Oclumancia? —preguntó Harry.
—Es una oferta generosa, Harry —dijo McGonagall—, pero ¿por qué no vemos primero cómo nos va con Tiering? Sé que esas clases, junto con esa nueva liga de Quidditch que el señor Weasley ha propuesto en lugar del ED, te mantienen muy ocupado, sobre todo porque es tu año de EXTÁSIS. Además, la chica Lum procede de una antigua familia de magos y esta experiencia no la ha perturbado tanto como al joven señor Tiering. Ada se siente relativamente segura de que, en caso de que la voz volviera a aparecer en su cabeza, podría resistirse a hacer lo que le dijera el tiempo suficiente para informar a su jefe fuera de casa, y ha recibido instrucciones para hacerlo.
—Entonces, ¿el hechizo no tiene un elemento compulsivo? —preguntó Hermione con curiosidad.
—Bien visto, señorita Granger —la directora le miró con aprecio por encima de la lente de sus gafas—. Sí, parece que este hechizo carece de naturaleza Imperius. Para el señor Tiering era simplemente incesante, mientras que para la señorita Lum parecía jugar más con sus deseos. La convenció de que herir al señor Malfoy le haría ganar amigos y admiradores.
— ¿Qué pasa con todos estos Slytherin solitarios? —se preguntó Harry en voz alta— ¿No hablan entre ellos?
McGonagall le sonrió con indulgencia.
—Desgraciadamente, esto no es una anomalía; todos los años muchos alumnos de cada casa luchan por hacer la transición. Sólo estamos en octubre; estoy segura de que para las vacaciones tendremos muchas menos almas solitarias. Y tu idea del Quidditch es fuerte, creo. Permitiré que los de primer año vuelen si van acompañados de uno de sexto año o superior, y —dijo, pasando una gran llave de latón por su escritorio a Ron—, aquí tiene una llave del almacén de escobas y del cobertizo para el equipo de Quidditch, para su uso exclusivo, señor Weasley; usted será responsable de la dispersión y recogida de los suministros para los que no tengan los suyos.
Ron parecía emocionado.
—No la defraudaré, directora, gracias por esto. —se guardó la llave en un bolsillo, dándole una feliz palmadita.
—Estoy segura de que no lo hará —asintió McGonagall—. Bueno, creo que eso fue la mayor parte de mi comunicado. ¿No hay noticias de Tiering sobre la repetición de incidentes? ¿Cómo está el señor Malfoy?
—Bastante difícil que le pase algo con Harry como su sombra —comentó Ron, dándole un codazo juguetón a Harry—. Es una gallina de los huevos de oro, profesora, de verdad.
McGonagall observó a Harry durante un momento de silencio.
—Bueno, estoy segura de que el señor Malfoy lo aprecia. —dijo.
Ron resopló.
—Estamos hablando del mismo Malfoy, ¿verdad? Apenas apreció que Harry le salvara la vida la primera vez, dudo que se haya dado cuenta esta vez.
—Creía que tú y Malfoy se llevaban bien —señaló Hermione—, incluso ha aceptado llevar un equipo de Quidditch.
—Oh, podemos llevarnos bien —convino Ron—, pero sigue siendo un poco arrogante, siempre cree que tiene las mejores ideas, siempre mandando a Harry.
—Le agradezco que siga centrándose en el aspecto de "llevarse bien", señor Weasley. —instruyó McGonagall.
—Por supuesto, profesora. —se apresuró a asegurar Ron,
—Malfoy está bien —intervino Harry—, y Clark también. Es un buen chico, y de hecho hizo algunos progresos en su primera lección de Oclumancia. No hay nada que informar. Sin embargo, no confío en quedarnos quietos, profesora. No creo que quien haya hecho esto haya cambiado de opinión sin más.
La profesora McGonagall asintió.
—Yo tampoco. Desgraciadamente, estoy un poco perdida de pistas. El alumnado en general parece estar tomando ejemplo de los de octavo año. He recibido menos informes de otros profesores sobre altercados entre casas. No quiero ser demasiado optimista, pero me gusta pensar que hemos conseguido cambiar algo la cultura. Todavía estoy tratando de decidir si deberíamos eliminar las casas por completo. Tal vez sea un sentimentalismo por mi parte, pero tengo buenos recuerdos de Gryffindor cuando era niña, y creo que las caras conocidas pueden servir de base. También hay que mantener el compañerismo y fomentar las amistades entre las casas. Sin embargo, el profesorado está atento y evaluaremos las cosas a medida que vayan surgiendo.
—A mí también me gustaba tener una casa —ofreció Harry—, y no me importa ahora, el que todos los de octavo año estemos agrupados, pero hemos tenido años para conocernos. Es un poco menos intimidante tener una cohorte incorporada al llegar. De todos modos, todos sabemos que usted está haciendo lo mejor que puede. No hay un sistema perfecto para este tipo de cosas.
McGonagall alargó la mano y dio un apretón en el antebrazo de Harry.
—Me alegro mucho de que hayan decidido volver a Hogwarts para un último año, ha sido un verdadero placer tener tantos octavos años que vuelven. Sospecho que los voy a echar de menos a todos más de lo que creo.
—Ve a preguntarle. —ordenó Draco. Era sábado por la mañana. McGonagall había anunciado el apoyo de Hogwarts a la idea de la liga de Quidditch entre casas de Ron y Dean a principios de esa semana con algunas estipulaciones: cada equipo debía tener un entrenador de octavo año, y al menos un jugador de cada casa. Como se trataba más bien de una liga recreativa, y con el fin de ofrecer más oportunidades, los estudiantes que ya jugaban en los equipos de sus casas no podían presentarse. Los estudiantes interesados habían enviado sus nombres, casas y posiciones preferidas (si las había) a una lista principal, a partir de la cual los entrenadores formaban los equipos. El entusiasmo por la idea parecía alto, los nombres de los estudiantes estaban llegando a raudales. Clark Tiering, había notado Harry, sin sorpresa, no era uno de esos nombres.
—Bueno, si le pides que forme parte de tu equipo, difícilmente te va a rechazar, ¿verdad? —había dicho Draco cuando Harry había mencionado su decepción.
— ¿Recuerdas con qué facilidad me rechazó Tiering en el pasado? Tuve que conseguir que lo convencieras para que asistiera siquiera a una clase de Oclumancia.
—Sí, pero eso es sólo porque tienes las habilidades sociales de un solitario habitante del pantano —Draco le había informado—. Tienes que utilizar tu influencia social, no eludirla. No estoy del todo seguro de cómo vas a sobrevivir al mundo fuera de Hogwarts, a veces. No tienes ni idea de qué hacer con la gente.
Harry no estaba convencido de esa charla y seguía sin estarlo ahora.
—No puedo acercarme a él en la sala de desayunos, no quiero avergonzarlo. —murmuró de vuelta a Draco.
Draco le miró exasperado.
—Potter, ¿de verdad no tienes ni idea de cómo te perciben los alumnos de este colegio?
—Me refiero a lo del asunto de la guerra y todo eso. —murmuró Harry, nunca le gustaba que las conversaciones fueran por ese camino.
—El 'asunto de la guerra' —repitió Draco, horrorizado—. Lo haces sonar como si fueras una figura sin nombre en un tomo antiguo. Potter, déjame ser absolutamente claro: tú ya eras una celebridad cuando yo era un niño. Todos los presentes en esta sala que tienen alguna relación con el mundo mágico crecieron conociendo tu nombre. Y ahora has ido a redoblar tus esfuerzos y has acabado con un genocidio. No eres un tío afable, por el amor de Dios, eres una superestrella, cabeza de chorlito. ¿De verdad no puedes concebir esto?
Harry removió sus gachas con incomodidad.
—Pero voy al colegio con ellos, seguro que ha perdido el brillo.
—Estás remando a contracorriente, amigo —le informó Ron a Draco desde su otro lado—. Harry nunca se lo creerá.
—Evidentemente —reconoció Draco—. ¿Cómo lo soportas?
—Bueno, hay ciertas ventajas en tener un mejor amigo tan despistado —se encogió de hombros Ron—, no se da cuenta si pido galeones prestados y me olvido de devolvérselos. Este año le regalé para su cumpleaños el mismo libro de Quidditch que le regalé una Navidad, y esta vez estuvo igual de contento.
—Me pareció familiar. Pero es un buen libro, y no estoy seguro de dónde ha ido a parar mi otro ejemplar. Esta vez lo he disfrutado igual. —comentó Harry.
—Oh, era el mismo ejemplar —le informó Ron—. Lo dejaste en la Madriguera y pensé, bueno, por qué no.
Harry se rio mientras Malfoy le apuñalaba el tocino de forma señalada.
— ¡Vete! —insistió— Acércate a la mesa de Slytherin, pregúntale a Tiering si le apetece jugar al Quidditch en tu equipo, y marca la reacción de todos los demás estudiantes que estén a tu alcance e infórmate. Ahora, Potter.
A Harry no le gustaban mucho las instrucciones, pero quería que Tiering probara el Quidditch, aunque sólo fuera para que el chico tuviera amigos. También tenía una motivación secundaria: demostrar que Malfoy estaba equivocado. El alumnado no se iba a derrumbar sólo porque Harry existiera.
—Bien. —siseó, tragando lo último de su zumo de calabaza y poniéndose en pie. Comenzó a caminar por la gran sala hacia la mesa de Slytherin. Clark era bastante fácil de distinguir: los fines de semana eran días de mohawk. El chico de pelo rosa estaba sentado al final de su fila, nadie le prestaba atención. Harry tuvo que admitir que, a medida que avanzaba, notó que algunos estudiantes empezaban a seguir sus movimientos. Hubo empujones y susurros y cuanto más se alejaba de la mesa de octavo año, más prominentes se volvían. Para cuando se paró frente a Clark, había lo que sólo podía describirse como un silencio sepulcral que descendía a su alrededor.
—Buenos días, Tiering. —dijo, metiendo las manos en los bolsillos, intentando con todas sus fuerzas ser informal.
—Eh, ¿hola? —el chico parecía mortificado. Harry se sintió reivindicado, ¡estaba avergonzado!
—Noté que no pusiste tu nombre para el Quidditch. Deberías hacerlo. Te pondré en mi equipo, si quieres.
Un jadeo colectivo se elevó y los susurros se hicieron eco de la conversación por las largas filas de las mesas cercanas, como una llama persiguiendo gasolina derramada.
—Oh… —Tiering se aclaró la garganta— Uh, de acuerdo entonces.
Harry sonrió.
—Excelente. Tendremos nuestro primer entrenamiento mañana. Te haré saber los detalles una vez que estén ordenados.
El chico no devolvió la sonrisa.
—Bueno. Disfruta de tu desayuno. —dijo Harry, estúpidamente, y luego se alejó para terminar el suyo.
—Te equivocaste, estaba absolutamente avergonzado. —murmuró Harry mientras se deslizaba junto a Draco.
—No parece demasiado avergonzado ahora mismo —fue la respuesta petulante, y Harry echó un vistazo a la mesa de Slytherin. Los alumnos sentados cerca se inclinaban hacia él, otros se habían levantado activamente para apiñarse a su alrededor. Sus mejillas estaban rosadas como su pelo de punta, pero ahora tenía una expresión bastante complacida, mientras se encogía de hombros y daba respuestas cortas a preguntas que Harry no podía entender—. Se llama capital social, Harry. Lo tienes. Deberías usarlo. Para bien, obviamente.
—No estoy seguro de que debas aceptar consejos sobre el poder y la política de éste —señaló Ron—. No le ha ido precisamente bien a su familia hasta ahora.
—Oh, creo que Harry sabe que vale la pena escucharme, ¿no es así, Harry? —la voz de Malfoy estaba empapada de condescendencia. Harry reflexionó que en otro tiempo ese tono habría hecho estallar volcanes de furia en su interior. Ahora descubrió que su única respuesta era una especie de cálido sentimiento de afecto. Draco era tan intencionadamente ridículo y resultaba extrañamente entrañable.
—Confiaría en Hermione antes que en cualquiera de ustedes dos. —declaró.
—Bueno, nadie te culparía por eso —rio Ron, y luego, masticando pensativamente un trozo de salchicha, continuó: —. Todavía no me acostumbro a que ustedes dos usen los nombres de pila del otro. Espero que no esperes que yo haga lo mismo pronto, Malfoy.
Harry sintió que los dedos de Draco se enroscaban en su muslo por debajo de la mesa y le daban un apretón posesivo.
—Oh, no se me ocurriría. Además, para devolverte el favor tendría que averiguar qué Weasley eres.
Ron le dio una palmada en la espalda a Malfoy con una risita.
—Esa estuvo buena, digna de ti. Al menos sé que el mundo no se ha salido de su eje por completo.
...
¡Gracias por leer!
