Disclaimer: Los personajes, lugares y hechizos, son propiedad de J.K Rowling, a menos de que se especifique lo contrario. No hay retribución monetaria con la traducción y publicación de esta historia.
Traducción autorizada de A Forward Path por umbrellaless22 en AO3
CAPÍTULO XXIV
Los entrenadores de Quidditch de octavo año estaban clasificando las listas de jugadores esa misma tarde. Harry no conocía muy bien a los Ravenclaw Mandy Brocklehurst, Olivier Rivers ni a la Hufflepuff Megan Jones, pero parecían entusiasmados. Brocklehurst era una chica alta a la que Harry se sentiría obligado a describir también como fornida. Nunca se enfrentó a ella en el campo, pero al parecer fue una golpeadora de reserva del equipo de Ravenclaw durante años. Muy Ravenclaw, pensó, para tener jugadores de reserva.
Olivier Rivers era un chico tranquilo y contemplativo, de piel oscura y ojos dorados, quien hizo que Harry se diera cuenta de que realmente le gustaban los chicos. Aunque Rivers, un cazador, no jugaba en el equipo del colegio, al parecer asistía a un prestigioso campo de entrenamiento de Quidditch en Suecia durante los veranos. Jones era una guardiana rubia y de aspecto delicado, simpática, aunque demasiado habladora.
La mayoría de los nombres de los alumnos no significaban nada para Harry, así que dependía de las aportaciones de los demás, especialmente de Rivers y Jones, que tenían hermanos menores, para ayudar a clasificar a los alumnos en equipos.
—Mona, mi hermana, dice que Mathieu Rundle -su madre es francesa, pero se crio en Bristol- es el chico más encantador, pero también Mona dice eso de todos los estudiantes, ¿no? ¿La has conocido, Harry? Te gustaría, lo sé —decía Jones. Había tenido algo igualmente benigno que decir sobre casi todos los jugadores que surgieron y no estaba ayudando a Harry a hacerse una idea más clara de ellos. A su lado, podía sentir a Draco irradiando irritación, y Harry apreciaba la contención que estaba mostrando. El Draco del pasado habría hecho callar a la chica con un comentario mordaz horas atrás.
Harry estaba deseando culpablemente que Draco dijera algo, sólo para que pudieran seguir adelante con esta reunión, cuando Pansy irrumpió en la sala común, obviamente molesta y sin aliento.
—Draco —gritó con severidad, una vez que lo hubo visto—, ven un momento.
Su tono no admitía discusiones, y Draco se levantó de inmediato, con gesto preocupado. Harry fue a levantarse también, pero Malfoy le puso una mano vacilante en el hombro: "No te concierne, Potter", gruñó.
Harry quiso discutir, pero antes de que pudiera hacerlo, Draco y Pansy habían salido enérgicamente de la sala común. Se removió nervioso en su asiento, pero Dean le dirigió una mirada amable y dijo: "Sabe dónde encontrarte si te necesita".
—Cierto. —convino Harry, pero le costó concentrarse.
—Bueno, eso es un poco grosero —comentó Jones—, pero estoy segura de que tiene sus razones. Para ser totalmente sincera, Draco Malfoy siempre ha sido un poco grosero, pero mi madre siempre dice: "no juzgues a una persona hasta que hayas volado una milla en su escoba", y creo que eso es muy sabio, ¿no crees? No sabemos por lo que ha pasado —su voz se acalló conspiradoramente—, después de todo era un mortífago, sólo se pasó al lado de la luz en el último momento...
—Sí, Megan, gracias —era Dean, con la boca apretada, captando la silenciosa ira de Harry—, creo que todos conocemos la historia de los Malfoy, el relato de Harry fue publicado en el Profeta, después de todo, y tanto el nombre de Draco como el de su madre fueron limpiados. De todos modos, creo que tenemos equipos bastante decentes ordenados, así que demos por concluido el día, ¿de acuerdo?
Harry miró su lista. Los equipos se acercaban a diez jugadores, debido al nivel de interés. Los jugadores podían intercambiarse entre sí, como en el fútbol, había insistido Dean, se trataba de aprender el juego, después de todo. La lista de Harry decía:
Harry Potter (entrenador, buscador); Clark Tiering (primer año de Slytherin, sin posición); Hiram Fantyl (primer año de Slytherin, sin posición); David Clayburne (segundo año de Hufflepuff, sin posición); Magnolia Sitthi (tercer año de Ravenclaw, sin posición) ; Karanjeet Atwal (4º año Gryffindor, cazador); Claire Gibbens (4º año Ravenclaw, cazadora); Mathieu Rundle (5º año Gryffindor, golpeador); Marcia Awling (6º año Slytherin, guardián); Fitzwilliam "Fitz" Hops (7º año Hufflepuff, golpeador). Aparte de Clark e Hiram -y ahora, al parecer, Mathieu de Bristol-, los nombres carecían en gran medida de significado.
—Estupendo, bueno, si todos estamos de acuerdo, iré a publicar las listas. —anunció Ron, lanzando un hechizo que absorbía temporalmente el texto para poder proyectarlo en la pared del gran salón. Jones parecía ansiosa por seguir charlando, pero Harry estaba demasiado preocupado para seguir conversando. Dijo algo sobre una taza de té y se alejó. El grupo se dispersó.
Unos minutos más tarde, Harry se sentó con su té en la mesa cercana a la ventana y abrió su libro de pociones para repasar para la lección del lunes -algo que había estado haciendo más a menudo últimamente, por decreto de Draco-. No podía concentrarse. No dejaba de mirar desde la entrada hasta la ventana, observando a los obreros levantar bloques, transfigurar escombros, discutir planos. Hacía poco que habían terminado la torre central y estaban pasando a la torre de astronomía. Pronto, lo único que quedaría por arreglar sería el pasillo del séptimo piso, pero Harry sabía que nunca sería lo mismo. La Sala de Requerimientos había desaparecido para siempre.
Se le revolvió el estómago al pensar en aquella última noche, en el puro terror en el rostro de Malfoy mientras intentaba rescatar a Crabbe, sin conseguirlo. Harry aún podía sentir los brazos de Malfoy apretados imposiblemente alrededor de su cintura, sus gritos para que Harry los pusiera a salvo antes de enterrar su cara en el hombro de Harry para evitar el humo ondulante.
Su memoria avanzó como aquel estereoscopio muggle con el que Dudley se había entretenido durante cinco minutos cuando era niño. Ahora en el foco estaba Malfoy en los pasillos semanas atrás, golpeado salvajemente. Avanzaba de nuevo y allí estaba otra vez, en la biblioteca aterrorizado, con su propia mente violada. Y ahora, hoy, la preocupación reflejándose en su rostro cuando Pansy irrumpió en el lugar. Le dolía, se dio cuenta Harry, saber que Draco era mortal y vulnerable y que siempre lo sería y que ni siquiera ser su sombra permanente podía evitarlo, que no podía mantenerlo a salvo. El saberlo, dejaba a Harry en pánico, sin aliento. Tenía que encontrar a Draco, encontrarlo ahora mismo. Se levantó de su asiento y salió corriendo al pasillo, dejando sus libros en la mesa. No le importaba, necesitaba ver al otro chico, en ese mismo momento.
Dobló la esquina y chocó con algo sólido, otro estudiante.
—Oh, lo siento —dijo Harry, saltando hacia atrás, sólo para darse cuenta un instante después de que el estudiante era Draco—. Oh, gracias, mierda. —suspiró Harry, y no pudo evitarlo, echó sus brazos alrededor de los hombros de Draco, aferrándose a él, medio desesperado por la preocupación. Escondiendo su cara en el cuello de Malfoy, pudo oler el fuerte antitranspirante del otro chico, un olor al que ni siquiera sabía que se había acostumbrado, pero, Merlín, lo había hecho.
—Oh, por Dios... —Draco dejó escapar un suspiro exasperado, zafándose del maníaco abrazo de Harry y dirigiendo a ambos hacia una puerta cercana. Era un aula de primer año, grande y vacía. Draco cerró la puerta de una patada— ¿Qué te pasa? —preguntó.
Harry no pudo formular una respuesta, así que se abalanzó de nuevo sobre Malfoy.
—Por las tetas de Merlín, Potter —murmuró Draco, pero esta vez correspondió el abrazo— ¿Qué ha pasado, hm?
—No puedo mantenerte a salvo —trató de explicar Harry, pero su mente seguía galopando—. No importa lo que haga, no importa, cualquier cosa puede pasar y yo no estaré allí. Incluso si estoy allí, no significa que pueda detener nada. Podrías haber caído en el fuego, podrías haber sido golpeado hasta la muerte, o tal vez obligado a, no sé, lanzarte por una ventana, cualquier cosa y no puedo detenerlo, Draco. Quiero, pero no puedo. Eres vulnerable. Todo el tiempo eres vulnerable, no puedo soportarlo —Harry no podía respirar, pero lo necesitaba, necesitaba respirar y explicar, y envolver a Draco y ponerlo en un lugar seguro, donde nadie pudiera llegar a él, pero estaba mareado y el suelo estaba muy lejos y Draco necesitaba entender. Merlín, le hormigueaban los dedos, podía sentir en su cerebro pequeños impulsos eléctricos, tan mareantes y asfixiantes. Su mente les llevó de nuevo a la Sala de los Requerimientos, Harry lanzándose hacia delante en su escoba, sólo que esta vez Draco estaba cayendo, cayendo y Harry no podía...
—Harry —la voz de Draco está al final de un largo túnel y ambos están de rodillas, la cara de Harry está húmeda y por un segundo piensa que podría ser sangre, pero eso no tiene sentido. Las manos de Malfoy están en su mandíbula, en su pelo, y está repitiendo su nombre—. Harry, Harry, amor, me estás asustando, ¿qué está pasando?
—Mierda —jadeó Harry, haciendo rechinar los nudillos contra su esternón—, no lo sé, lo siento, es que. Lo siento. Necesito sentarme.
Malfoy sujetó los codos de Harry y le ayudó a maniobrar el resto del camino hasta el suelo, agachándose a su lado. Harry dejó caer la cabeza entre las rodillas. La mano de Draco estaba frotando círculos tentativos en la espalda de Harry y todo lo que Harry podía oír eran los latidos de su corazón… Merlín, ¿era siempre tan fuerte? Se sentía como un terremoto rebotando a través de él con cada chasquido inteligente de sus válvulas. Se obligó a dejar de concentrarse en ello y, en su lugar, sintió el movimiento de la palma de la mano de Malfoy a lo largo de su columna vertebral, lento y tranquilizador y muy vivo. Extendió la mano a ciegas, buscando la otra mano de Draco, envolviéndola con las dos suyas, desesperado por sentir el calor del otro chico desangrándose en sus propios dedos zumbantes y helados.
Draco inclinó la frente contra el hombro de Harry, besando la manga de su jersey.
—Ya está —murmuró—, ¿cómo estás ahora?
Harry comprobó que su corazón tartamudeaba. Afortunadamente, se estaba ralentizando, las pulsaciones de conejo daban paso a algo más estable, más humano.
—Estoy... —Merlín, no lo sabía— bien —ofreció. Se obligó a levantar la vista hacia la penumbra de la sala de conferencias vacía. Entonces se acordó de Pansy y Draco, y de esa mirada preocupada, y se giró para mirar a Draco correctamente—. Pero tú, ¿estás bien? ¿Qué ha pasado?
—Oye —dijo Draco, con la voz medio apagada—. Harry, estoy bien, ¿entiendes?
Harry parpadeó sin comprender, sintiendo náuseas y nerviosismo.
— ¿Me has oído? —preguntó Draco.
—Estás bien. —suspiró Harry.
—Exactamente —Draco se acomodó, bajando a sus rodillas, y tomando la mano de la espalda de Harry para colocarla contra la mejilla de éste—. Así es, estoy bien. Parecías preocupado porque no lo estaba.
—Yo… —Harry tragó— Recuerdos. Creo.
Draco asintió, apartando el flequillo de Harry y besando su frente.
—Yo también los tengo. —dijo, casi con naturalidad.
—No quiero perderte. —admitió Harry.
— ¿Y a dónde iría, hm? —inquirió Draco, con una media sonrisa amable— Créeme, Potter, eres lo mejor que tengo a mi favor. Por leguas y leguas.
—Todavía podría pasar; alguien te persigue, no me he esforzado lo suficiente, tengo que solucionar esto y-
—Harry —le cortó Draco, con voz firme—, basta.
Harry cerró la mandíbula, casi aliviado por la dirección.
—Sobrevivimos al Fuego Maldito. Sobrevivimos a Voldemort. Demonios, tú le sobreviviste dos veces, o muchas más, si las historias son creíbles. Sobrevivimos a todo eso. Un desgraciado rencoroso no va a ser nuestra perdición. Y menos aún contigo, y con McGonagall, y con todo el profesorado, y con Pansy, e incluso con tus malditos amigos de Gryffindor, que me vigilan allá donde voy —el volumen de Draco había subido con cada "y". Tomó aire para recomponerse—. Escucha, desde el momento en que obtuve mi marca hasta el momento en que mataste al bastardo para siempre, viví temiendo por mi vida. Sé lo que se siente. Ahora no me siento así, ¿entiendes? De hecho, nunca me he sentido tan seguro como ahora.
—Sí —contestó Harry, la adrenalina por fin disminuyendo y algo que se sentía un poco como la vergüenza ocupando su lugar—, lo siento, no sé lo que fue, sólo me empapó de preocupación. Todo lo que podía pensar era que tenía que encontrarte.
—Está bien, te entiendo. Todos hemos estado un poco jodidos, ¿no? —Draco sacó un brillante pañuelo gris y limpió eficazmente la cara de Harry, como si fuera un niño angustiado— Así que no te censures por ello, ¿qué te parece? Además, objetivo cumplido, me has encontrado y estoy bien.
Harry se limitó a asentir y se sintió aliviado al sentir que Draco lo besaba, fuerte y seguro.
—Sin embargo, es bueno saber que te importa. —comentó Draco, y Harry sabía que era una burla, simplemente una burla, una forma de romper la tensión, pero se sintió demasiado tenso para ello. No pudo aceptar la broma como lo que era y de repente se le escaparon más palabras:
—Draco, claro que me importa, Merlín, me importa, joder, eres todo lo que-
Draco empujó las dos palmas de las manos sobre la boca de Harry.
—Maldita sea, cabeza de chorlito, corazón amable, mártir de Gryffindor. Harry, te lo ruego. Me he criado con cumplidos fríos e insensibles y ocasionales gestos de afecto -para, eso era una exageración, quita esa maldita lástima de tus ojos, así que ayúdame- lo que estoy diciendo es que no puedo soportar físicamente todo tu... sentimiento, a veces. No me malinterpretes, yo... —Draco apretó los dientes y tragó como si tuviera algo flemático y asqueroso en la lengua— también me importas, y Merlín sabe que me gusta oírte decirlo, pero necesito que toda esta sensibilidad se atempere un poco para poder acostumbrarme, ¿de acuerdo?
Harry, con la boca todavía asfixiada por las palmas de Draco, sólo asintió.
—Bien —Draco suspiró—. Voy a quitar mis manos ahora para poder besarte apropiadamente, pero por el amor de Dios, por favor, mantén tus sentimientos lejos de mí durante unos minutos para que pueda... recalibrar.
...
¡Gracias por leer!
