Disclaimer: Los personajes, lugares y hechizos, son propiedad de J.K Rowling, a menos de que se especifique lo contrario. No hay retribución monetaria con la traducción y publicación de esta historia.

Traducción autorizada de A Forward Path por umbrellaless22 en AO3


CAPÍTULO XXVII


Harry se sentía rejuvenecido después de una mañana de domingo trabajando en el huerto de calabazas con Ron y Hermione. Había sido agradable pasar algo de tiempo con Hagrid e incluso volver a ver al gran y babeante Fang. Después de una ducha para quitarse la tierra del jardín, se dirigió al almacén de suministros de Quidditch para reunirse con su nuevo equipo para su primer entrenamiento. Estaba un poco nervioso, pero sobre todo emocionado. Hacía demasiado tiempo que no volaba y descubrió que lo echaba de menos.

Vio a los dos Slytherin de primer año acurrucados fuera del cobertizo de ladrillos, con aspecto nervioso. Eran una buena pareja: Clark, de extremidades largas y desgarbadas, e Hiram, enclenque y de ojos grandes. Clark se veía incómodo con su equipo deportivo hecho pedazos, Harry sospechaba que éste no era su grupo habitual. No es que Clark pareciera tener un público habitual.

—Hola a los dos —les saludó Harry con una sonrisa amistosa—. ¿Alguien conoce al resto de los jugadores? Me temo que no sé a quién buscar. —antes de que pudieran responder, Harry sintió un golpecito en el hombro y se volvió para ver una cara vagamente familiar con una bufanda de Ravenclaw.

— ¿Eres Claire Gibbens? —adivinó, y la bruja sonrió. Harry la recordó entonces; era una de las chicas que se le habían acercado en Scrivenshaft's. Una fanática, pensó, no precisamente entusiasmado por la idea.

— ¡Lo soy! —ella asintió— Me alegro de volver a verte, Harry; me emocioné mucho cuando vi que me habían colocado en tu equipo. Sólo puse mi nombre cuando me enteré de que eras el entrenador, ya sabes. Mi hermano está celoso de que yo esté en tu equipo y no él. ¿Cómo se te ocurrieron los equipos, de todos modos? Un grupo de nosotros estaba tratando de ordenar el algoritmo, pero pensé que podría haber sido sólo preferencia personal.

—Oh, eh... —Harry comenzó, su cerebro se revolvió para idear una forma de decir que todo se había tratado de mezclar años, casas y posiciones sin herir sus sentimientos. Antes de que se le ocurriera una explicación coherente, llegaron cuatro jugadores más, la mayoría con escobas colgadas al hombro.

Todos ellos fueron eclipsados por un Hufflepuff, un chico casi gigante.

— ¡Hola, Harry! —gritó el grandullón, tendiendo la mano a Harry— Fitz Hops, un placer, de verdad. —era tan afable que Harry sonrió de inmediato, devolviendo el saludo.

Pronto se reunió el resto de su pequeño equipo y Ron llegó en breve con la llave, repartiendo con orgullo el equipamiento a quien lo necesitaba.

Harry había recibido, vergonzosamente, varias escobas de alta calidad como "muestras de agradecimiento" de varios fabricantes poco después de la guerra. Era, pensó con culpa, uno de los pocos beneficios de ser celebridad que realmente disfrutaba. Las probó cuando visitó a los Weasley en La Madriguera, regalando una a Ron, Ginny y Charlie. Aunque admitía que le gustaba el gesto de Flyte & Barker, al darle la Lightning Strike, esta era demasiado para él. En su lugar, se quedó con la Talaria de Enderby & Spudmore, una escoba extremadamente estable y bien hecha, con un radio de giro impresionante y una velocidad máxima obscena. Aquel verano había pasado muchas tardes tranquilas sobrevolando la maleza y los matorrales del páramo, cada vez que surgían sus recuerdos o las constantes lechuzas o los sentimientos conflictivos hacia Ginny. Esa escoba ya empezaba a sentirse como una compañera familiar.

El equipo de Harry estaba programado para una hora cerca de la puerta de entrada; la tarde estaría a reventar con varios entrenamientos ya programados. Todo parecía un poco desordenado, pero Harry suponía que de eso se trataba. Después de todo, era una liga recreativa.

Harry se contuvo mientras su equipo montaba las escobas para volar hacia la puerta, sin perder de vista a los de primer año. Clark, en particular, parecía muy incómodo encima de su escoba. Harry voló lento y bajo a su lado, tratando de que no se notara que tenía un impulso de salvador preparado por si Clark sufría una caída. Había hechizado algunas quaffles y bludgers para que le siguieran hasta el campo improvisado y se balanceaban alegremente a su paso. Afortunadamente, todos llegaron al lugar de reunión de una pieza. Se presentaron y Harry explicó sus planes.

—El entrenamiento de hoy es sólo para conocerse —explicó—. Esto no es una prueba, no sientan que tienen que impresionar a nadie aquí, es sólo un poco de diversión. Como saben, tenemos varios jugadores sin mucha experiencia, así que voy a emparejar a los alumnos más jóvenes con los más veteranos. Si sólo te sientes cómodo volando esta noche, entonces sólo vuela. Si te sientes más que bien, añadiremos unos cuantos ejercicios fáciles.

Acomodó a Hops con los dos de primer año, y el amable Hufflepuff los guio en un pequeño recorrido por los terrenos. Harry quedó impresionado al ver lo elegante que era Fitz en la escoba, su corpulento cuerpo perfectamente a gusto, encaramado en su Cometa 300. Harry no podía distinguir las palabras, pero la voz retumbante del chico parecía alentar a los estudiantes más jóvenes en un par de bucles y giros lentos.

A los dos perseguidores, Karanjeet Atwal y Claire Gibbens, los puso junto a los más jóvenes, Clayburne y Sitthi. Pasaron algún tiempo en un círculo más pequeño, los jugadores más jóvenes consiguieron sentirse cómodos lanzando una quaffle y haciendo equilibrio en sus escobas con una sola mano. Sitthi, en particular, se mostraba prometedora, sus movimientos parecían reflexivos y precisos y se lanzaba a por las quaffles perdidas sin miedo.

Harry y Mathieu Rundle, de Bristol, recordó Harry, calentaron a la guardiana Marcia Awling con algunos tiros de práctica. Como ni Rundle ni Harry eran perseguidores, los tiros parecían un poco fáciles para Awling, pero a la chica de Slytherin, de rostro pétreo, no parecía importarle, y los interceptaba con pericia.

Cuando Hops regresó con los chicos de Slytherin, que parecían un poco más seguros, Harry organizó una simple práctica de quaffle, enviando a Hops y a Rundle a practicar con una bludger.

No fue una práctica rigurosa, pero al final todos parecían bastante contentos, con las mejillas rojas y sonriendo -salvo Marcia Awling, de Slytherin, que, al parecer, no estaba contenta. Harry se alegró, supuso que después de otro entrenamiento estarían lo suficientemente preparados para un partido amistoso. Voló junto a Tiering mientras volvían al cobertizo de Quidditch, para transferir el equipamento al siguiente equipo.

—Ya te ves más estable. —le dijo Harry.

El pelo rosa de Clark estaba creciendo, mostrando las raíces rubias sucias. Harry supuso que no era fácil conseguir tinte muggle en Hogwarts.

—Todavía no puedo creer que me hayas obligado a hacer esto —replicó Tiering, con los nudillos blancos sobre su escoba escolar—, generalmente no hago deporte...

—No te he obligado, ¿verdad? —respondió Harry, sintiéndose un poco mal.

—Oh no, sólo me lo pediste delante de todo el maldito colegio —fue la respuesta sarcástica de Clark—, quienes me habrían tachado de ingrato si te hubiera rechazado.

—No creí que te importara mucho lo que pensaran los demás. —se burló Harry.

—Me gustaría sobrevivir a mi tiempo aquí, ya sabes —gruñó Clark y luego chilló cuando un poco de viento atrapó su escoba. Se recuperó rápidamente, pero su cara estaba sin color—. Jesús —maldijo—, esto es un suicidio.

—Yo frenaré cualquier caída —prometió Harry—. Estarás bien. Quédate aquí el tiempo suficiente para jugar un par de partidos. Si realmente lo sigues despreciando después de eso, puedes marcharte, sin rencores.

—Eres como un padre de alguna comedia americana —observó Clark—, como nauseabundamente sano, ¿lo sabías?

Harry se encontró riendo.

—Gracias, creo.

—No es un cumplido. —le aseguró Clark.


Harry vio la brillante cabeza rubia de Malfoy mientras bajaba hacia el cobertizo de Quidditch. Harry sintió ese tirón ya conocido de ir hacia él, aunque sólo fuera para saludarlo, pero el aterrizaje de Hiram fue un poco desastroso, así que Harry se acercó a toda velocidad para ver cómo estaba el pequeño, que lo miró sobresaltado.

— ¿Estás herido? —preguntó Harry, arrodillándose frente al niño de pelo oscuro, que ahora tenía una mancha de hierba bastante impresionante en una mejilla y una expresión de estupefacción.

—Yo... creo que no. —fue la respuesta, y a Harry le llamó la atención de nuevo el aspecto de lechuza perdida del niño.

Harry estaba ayudando al pequeño a ponerse en pie cuando comenzaron los gritos,

—Oye-

¡Locomotor Mortis!

¡Rictusempra!

—Qué mier-

Una cacofonía de maldiciones y gritos, alumnos con las varitas extendidas, estudiantes en pánico, agarrándose partes del cuerpo heridas, huyendo en todas direcciones. Harry miró a su alrededor, tratando de orientarse, justo a tiempo para ver a la todavía poco sonriente Marcia Awling apuntándole con su varita,

¡Incarcerous! —gritó ella. Una fina cuerda salió de su varita y se enredó en el cuello de Harry, apretándolo con fuerza. El efecto fue inmediato, no podía respirar, la restricción aumentaba cada vez más. Harry no podía entenderlo, sólo se quedó tanteando el terreno, pero no podía meter los dedos por debajo, no podía pensar, Merlín, sólo necesitaba aire, cayó de rodillas. Su visión se atrofió y escuchó a Malfoy gritando su nombre desde muy lejos. La sangre corría por sus oídos, todo se nubló y luego, nada.


...


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