Disclaimer: Los personajes, lugares y hechizos, son propiedad de J.K Rowling, a menos de que se especifique lo contrario. No hay retribución monetaria con la traducción y publicación de esta historia.

Traducción autorizada de A Forward Path por umbrellaless22 en AO3


CAPÍTULO XXXII


—Bien hecho, Harry. —le felicitó Hermione a la mañana siguiente durante el desayuno, pasándole la edición de esa mañana de El Profeta.

Una fotografía de él y Narcissa Malfoy adornaba la portada. Se alegró de ver la seriedad con la que la versión fotográfica de él mismo le apretaba las manos, ladeaba la cabeza, le hacía preguntas. El jersey que Malfoy había elegido para él tampoco le venía mal, se dio cuenta. Parecía mayor, pensó, y ciertamente más sofisticado de lo que se sentía.

¡Misericordiosa Magnanimidad! anunciaba el titular, Potter hace un poderoso llamamiento al perdón.

Harry respiró aliviado.

—Bien —comentó—, excelente. Me preocupaba que le dieran vueltas. —hojeó el artículo que describía el evento y prestó atención a las citas de su discurso.

Y ciertamente Potter parece practicar lo que predica, comenzó el último párrafo, Arriba, Harry Potter saluda a Narcissa Malfoy, esposa del condenado mortífago Lucius Malfoy. Tal y como se recogió en una exclusiva de El Profeta en junio de este año, Potter atribuye a la señora Malfoy el haberle salvado la vida en la Batalla de Hogwarts. Afirma haber perdonado a la señora Malfoy por su anterior relación con el Señor Tenebroso, así como por las acciones de su hijo, Draco Malfoy. Durante el proceso judicial de este mes de mayo, Potter afirmó que no podía dar pruebas de que el señor Malfoy se hubiera rehabilitado de forma similar. En su conmovedor discurso de este domingo, Potter abogó por que el público siguiera su ejemplo, insistiendo, de forma bastante convincente, en que el perdón de corazón abierto era el único camino a seguir. En este periódico aplaudimos al señor Potter por su gentileza y su admirable liderazgo.

Los ojos de Draco recorrieron el artículo junto a los de Harry. Apretó la rodilla de Harry.

—Lo has conseguido. —exhaló.

—Bueno, no estaba actuando exactamente —replicó Harry—, me gustaría que la gente dejara de ser tan imbécil y que hiciera un intento por llevarse bien. Me siento aliviado de haber llegado a algunos de ellos al menos.

—Tu integridad es realmente espantosa. —comentó Malfoy, arrancando una tira de tocino del plato de Harry.

—Cuidado, Malfoy, podría contagiarte. —le espetó Ron.

—Oh, Weasley —replicó Draco, con voz grave y suave, y su boca con una sonrisa depredadora—, cuento positivamente con ello.

Harry le dio un manotazo mientras Ron se ponía rojo desde el cuello hasta la punta de las orejas. Hermione esbozó una pequeña sonrisa de satisfacción mientras los observaba a los tres.

—Quería hablar con ustedes tres esta tarde —dijo Harry—, en un lugar un poco más privado. ¿Podemos reunirnos en la biblioteca después de la cena?

—Por supuesto —respondió Ron, todavía sonrojado—. ¿Todo bien?

—Puede que tengamos una pista —les informó Harry—. Puede que.


—No hablas en serio —interrumpió Draco. Los cuatro estaban en una mesa de la esquina de la biblioteca esa tarde, discutiendo lo que Harry había descubierto sobre los Brown en el memorial—, ¿seguimos con la conspiración de los gatos? ¿De verdad? ¿Han perdido la cabeza por completo?

Harry se sonrojó, sabía cómo había sonado.

—No está de más investigar un poco a los Brown. Están dolidos y están en el edificio, no es imposible que hayan sido los responsables de todo este asunto de la lectura de mentes. —Harry jugueteó con el botón P.E.D.D.O convertido en un amuleto de aversión prendido en el interior de su capa.

—Y Crookshanks...

— ¡Es un maldito gato, Weasley, Merlín! Esto es absurdo. —escupió Malfoy, con desdén.

—Bueno, ese es el problema, ¿no? —ofreció Hermione con paciencia— Es un poco ridículo, demasiado ridículo para llevárselo a McGonagall, quien obviamente consideró que los Brown no eran un peligro o no les habría permitido el acceso.

— ¿Están siquiera en la lista? —preguntó Harry. Hermione revolvió los pergaminos hasta encontrar la lista de trabajadores que McGonagall le había permitido copiar.

— ¿Artemis Brown y... Wilma Brown?

—No conseguí el nombre de pila de la señora, pero él es el padre de Lavender, sí —confirmó Harry—. Entonces, ¿cuál es el plan? ¿Aumentar la vigilancia usando el mapa? —preguntó— Por lo que sé, los constructores se van a casa por las tardes, aunque algunas noches los he visto trabajar hasta tarde.

—Es un comienzo —estuvo de acuerdo Hermione—. Si los viéramos deambulando después de que la construcción haya cesado por la noche, sería una pista bastante significativa.

—Todavía no hay mucho para seguir. —suspiró Ron.

—No —admitió Hermione—, pero tampoco es nada.

— ¿Algún informe de algo desde que los estudiantes empezaron con los amuletos de aversión? —preguntó Draco.

—No —contestó Hermione—, pero ha habido parones en los incidentes. Es decir, existe la posibilidad de que quien esté haciendo esto no sepa aún lo de los amuletos y esté todavía intentando averiguar por qué su pequeño truco ya no funciona. Sin embargo, una vez que lo descubra, es sólo cuestión de tiempo antes de que atrape a alguien en la ducha, o que se haya olvidado de transferir su botón del pijama a la ropa de día.

—Ciertamente no es una solución —reconoció Harry—, pero espero que nos haya hecho ganar un poco de tiempo.

—Más espera vigilante —concluyó Hermione—, ciertamente no es lo ideal.


No tuvieron que esperar mucho tiempo.

Los de octavo año estaban en DCAO, y Malfoy acababa de salir para ir al baño, cuando un poderoso estruendo resonó en la estrecha aula.

La profesora Haberdash-Pewter se detuvo, al igual que Seamus, que estaba a punto de intentar un Salvus Securus. Antes de que nadie pudiera averiguar de qué se trataba el ruido, sonó un estruendo en el pasillo, seguido rápidamente por otro. Harry se puso en pie antes de darse cuenta, corriendo hacia el pasillo.

Grandes trozos de la recién construida torre central se derrumbaban y esparcían los escombros de pared a pared. Draco estaba congelado en el centro, con la varita extendida mientras sus ojos iban de un lado a otro, con un escudo de Protego Duo brillando sobre su cabeza. Harry sintió un alivio ante la rápida acción de Draco, pero Merlín quería estar cerca del otro chico.

Harry oyó los murmullos sorprendidos de sus compañeros mientras se agolpaban detrás de él. Otro estruendo y otro trozo de piedra cayó del techo, rebotando en el hechizo protector de Draco, haciéndolo temblar.

¡Tempus Caesum! —la distintiva voz de la profesora Haberdash-Pewter roncó y el pedrusco reflejado se congeló en el aire— Rápido —instó ella—, no tenemos mucho tiempo. Salgan todos de la torre. Dejen sus pertenencias, podemos reclamarlas más tarde. Impresionante Duo, señor Malfoy, pero por favor, acompáñenos.

La masa de octavos años corrió por el pasillo hacia la escalera, Harry agarró a Draco por el antebrazo al caer el Protego y lo jaló.

— ¿Estás bien? —siseó Harry.

—Bien —le tranquilizó Draco—, sólo me ha pillado por sorpresa, eso es todo.

La profesora condujo a los alumnos por la retorcida escalera antes de ponerse a la cola. Harry sabía que debía soltar el brazo de Draco, no tenía ninguna razón para aferrarse a él, pero en lugar de soltarlo, deslizó la palma de su mano contra la de Draco, entrelazando sus dedos mientras seguían a la clase por las escaleras. Todo esto estaba a la vista de la profesora Haberdash-Pewter, pero a Harry no le importaba.

Llegaron a la base de la escalera justo cuando el estruendo de la piedra sobre la piedra se reanudó, el hechizo de la profesora aparentemente llegando a su fin. Harry soltó de mala gana la mano de Draco antes de que sus compañeros se dieran cuenta. La profesora Haberdash-Pewter los condujo a todos al gran salón, enviando a Hermione y Pansy a localizar a McGonagall.

— ¿Todo bien, Malfoy? —dijo Ron, dándole una palmada en la espalda con lo que parecía una preocupación genuina.

—Bien —reiteró Malfoy—, excepto porque todavía necesito orinar. Un colapso muy inoportuno.

— ¿Crees que sólo fue eso? —Megan Jones, la entrenadora de Quidditch de Hufflepuff, enlazó su brazo con el de Harry, con su cola de caballo rubia balanceándose

— ¿Qué quieres decir? —preguntó Harry.

—Acabo de oír rumores —susurró conspiradoramente—, de que alguien o algo está apuntando a los Slytherin. Bastante interesante que haya ocurrido cuando Malfoy estaba solo en el pasillo, si me preguntas.

—Lástima que no haya dado resultado. —le informó Malfoy, impacientemente.

La Hufflepuff levantó su nariz, ya bastante respingona, y se marchó. Ron reprimió una risita.

Malfoy levantó una mano a la defensiva.

—Lo siento, lo siento, unidad entre casas, lo sé, Potter, pero ella es insoportable, debes verlo.

—Está bien —Harry estaba demasiado distraído con las palabras de la chica como para preocuparse mucho por la comprensible reacción de Malfoy ante ella. Por supuesto, debería haber visto enseguida que la destrucción había tenido como objetivo a Malfoy. Aquella parte de la torre había sido reconstruida hacía poco -en parte por los Brown, según su subconsciente-, no tenía razón para derrumbarse a menos que alguien lo quisiera.

— ¿Harry? —preguntó Ron, con una leve preocupación en su voz.

—Creo que puede tener razón —explicó Harry—. Draco sigue siendo un objetivo.

Los labios de Draco se fruncieron y asintió.

—Eso parece.

—Maldita sea —Harry se pasó una mano por el pelo, hablando en voz baja mientras miraba hacia él—. Lo siento, cariño, creía que teníamos todo controlado, al menos por ahora. Odio que estés en constante peligro de esta manera.

—Sobreviví hasta ahora —Draco le dio una sonrisa apagada—. Y parece que tal vez esa bestia clarividente de Granger previó algo después de todo.

— ¿Está herido, señor Malfoy? —era la áspera voz de la profesora Haberdash-Pewter, con la capa levantada para proteger su rostro de la luz del gran salón.

—No, gracias, profesora. Fue un poco sorprendente, eso es todo.

Sus grandes pupilas se detuvieron en él mientras asentía lentamente.

—Ha sido un buen escudo de protección el que ha lanzado.

—Gracias. —respondió Draco amablemente.

—Muy rápido, sin duda. Me alegro de que no esté herido. ¿Ha visto a alguien en el pasillo?

Así que la profesora Haberdash-Pewter también sospechaba de un juego sucio, dedujo Harry.

—No —respondió Draco—, nada parecía extraño, el pasillo estaba vacío.

La profesora asintió con seriedad, como si estuviera considerando esto.

—Muy bien. Es bueno que sea tan capaz, y que tenga amigos que le vigilen. —sus ojos parpadearon hacia Harry, quien tragó nerviosamente.

Antes de que pudiera comentar algo más, Hermione y Pansy llegaron con la directora, y la profesora se marchó.

— ¿Qué fue todo eso? —preguntó Ron.

—Cogí a Draco de la mano —suspiró Harry—, en las escaleras. Ella lo vio.

—No quiero ser yo quien lo diga, compañero, así que la propia Hermione va a tener palabras para ti sobre la opinión pública y la lenta marcha para cambiar los corazones y las mentes y todo eso.

—Soy consciente —reconoció Harry, harto de todo ello—, pero estoy seguro de que la profesora Haberdash-Pewter tiene cosas más importantes de las que preocuparse que de la vida amorosa de sus alumnos.

—Sólo se puede suponer. —estuvo de acuerdo Draco.


...


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