Capítulo 7: El Corazón de la Oscuridad, Primera Parte.

Al despertar, por un solo bendito momento, ella no supo quien era ni donde estaba. Tan sólo sintió la calidez y el dulce aroma herbal de su almohada. Nada dolía, nada andaba mal. Podía simplemente quedarse acostada ahí sin una sola preocupación en el mundo.

Entonces, abrió los ojos y recordó. Ella era Hermione Granger, Premio Anual y estudiante estrella, amiga de El Niño Que Vivió, miembro no oficial de la Orden del Fénix. Hermione Granger, Mortífaga hija de muggles, amante de Lucius Malfoy, juguete personal del Señor Tenebroso, traidora y espía. Hermione Granger, la demente adicta a una poción y ciertamente condenada a la perdición.

Algunas veces sentía que iba a quebrarse en mil pedazos, como si todas las distintas máscaras que usaba y los roles que jugaba fueran a separarse de ella y a desarrollar una vida propia, hasta que no quedara de ella nada más que una pequeña niña, escondida en un rincón y llorando desamparada.

Pero hubiera preferido morir antes de que aquello sucediera.

Hermione se sentó en la cama y observo a su alrededor. Los elfos domésticos habían encendido la intrincadamente tallada chimenea, y sus libros y pergaminos se encontraban cuidadosamente arreglados en el pequeño escritorio situado al costado de la ventana del lado derecho.

Era un cuarto hermoso, bastante grande para alguien tan poco acostumbrado a las visitas como el profesor Snape, decorado en los mismos tonos que la biblioteca del piso inferior y equipado con todo lo que ella habría podido desear. De hecho, este cuarto se parecía mucho a su propia habitación, con la misma cama, similares guardarropas y estantes de libros, sólo con el detalle de que no había sido usado por cientos de Premios Anuales antes que ella, y en consecuencia carecía de la levemente gastada apariencia de su cuarto.

Se levantó de la cama y abrió la puerta de su pequeño baño personal. Las similitudes con su cuarto terminaban aquí, puesto que este baño contenía cada uno de los posibles lujos y comodidades que un mago adulto pudiera desear. Ciertamente todo ello no se consideraba necesario para una estudiante adolescente, y ella estaba muy de acuerdo con esa opinión. ¡Ni siquiera sabía que hacer con todos estos perfumes, esencias, cremas y lociones!

Por suerte, los elfos domésticos también le habían traído sus propios cosméticos. Se decidió por un baño caliente en lugar de una ducha y se tomó su tiempo para ello, algo que había comenzado a considerar un lujo. Tiempo… quedaba ya tan poco, y era cuando consideraba todos los años por venir que ya habia perdido cuando lamentaba sus decisiones de los últimos meses. Pero sólo por un momento.

Eran ya las 12 del día, y Hermione se sentía hambrienta. Decidió salir de su cuarto en busca de algo para comer. Para su sorpresa, una mesa cuidadosamente arreglada la esperaba en la biblioteca, junto con un oscuro y malhumorado Profesor de Pociones que corregía ensayos en su escritorio.

"Le pedí a los elfos domésticos que trajeran algo para nosotros", le indicó, "¿Supongo que tiene hambre?"

"Si, gracias"

La chica tomó asiento y observó una comida que no podía ser clasificada como algo. Más bien a ella le parecía que aquello era todo. Algún elfo doméstico tendría que quererlo mucho¡definitivamente!

Eligió huevos y tostadas, cuando la silla opuesta a la suya fue corrida y de pronto se encontró frente a Severus Snape, quien tomó la fuente de frutas. Algo de su sorpresa debió haberse notado en su cara, puesto que su Profesor arqueó una ceja y casi le sonrió.

Algunos meses atrás, ese solo hecho habría sido suficiente para shockearla de muerte, pero no ahora, no ahora que sabía…

"Incluso la gente como yo come de vez en cuando, señorita Granger."

"No estoy sorprendida por ello, Profesor", Mas bien por su amabilidad. Un comportamiento muy atípico en usted.

La primera mitad de la comida transcurrió en silencio, Hermione atendiendo a su recientemente descubierto apetito, y Snape observándola cuidadosamente de reojo.

"¿Asumo que ha dormido mucho mejor que en los últimos meses, señorita Granger?"

"Cierto", respondió ella, sorprendida de nuevo, "¿Cómo lo sabe?"

"No tomó la poción anoche. Los resultados son claramente visibles. Se ve descansada y más relajada, tiene un mejor apetito y no está tan agresiva como ayer."

"Pues muchas gracias", respondió ella sarcásticamente, molesta de que hubiera sacado el tema de la poción tan pronto. Podría haberla dejado disfrutar su desayuno, por lo menos.


El día de Severus había sido terrible hasta ahora, y él sabía que no iba a mejorar. Cuando había despertado después de lo que parecían unos pocos minutos de sueño, había estado tentado de irrumpir en el dormitorio de la chica, despertarla y darle una probada del horrible malhumor que le había causado.

Pero ésta era probablemente la última noche pacífica que ella pasaría en semanas, así que Severus resistió la tentación y se conformó con un té bien cargado.

Las clases de la mañana habían sido un infierno, aparte. Idiotas de primer año que aruinaban aun las pociones más básicas, e incluso sus estudiantes de séptimo, normalmente un buen ejemplo de porqué él en realidad disfrutaba la enseñanza, habían sido reducidos a la total mediocridad a causa de la ausencia física de la señorita Granger y la mental de Draco, Potter y Weasley, los cuales estaban todos preocupados por su amiga, aunque en formas bastante distintas.

Y ahora, él tenía que desayunar con dicha amiga, quien se encontraba lanzándole aireadas miradas desde el extremo contrario de la mesa. ¡Un placer!

Severus sabía que su comentario no había sido exactamente atinado, pero por el momento habían cosas más importantes que los sentimientos de Hermione Granger. El destino del mundo, por ejemplo. Y el resultado de la guerra.

"¿Ha sentido algún síntoma de la detoxificación ya?"

Hermione negó con la cabeza, y antes de que Severus pudiera explicarle tales síntomas, comenzó a enumerarlos con sus dedos.

"No he sentido nerviosismo aun, Profesor, ni temblores, sudoración o fiebre. Sé exactamente lo que me espera, no es necesario explicármelo. Comenzaré a sentirme mal muy pronto. Desarrollaré reacciones físicas muy fuertes hasta que me pondré demasiado enferma para moverme, hablar o sostenerme por mi misma. Entonces se pondrá peor. Tendré alucinaciones y experimentaré ataques de de extrema agresividad y pánico. Estaré dispuesta a hacer cualquier cosa por una dosis más de la poción. Pero lo más peligroso para mi sería la magia, puesto que la Poción Thanalos reacciona a ella y extrae su energía. En consecuencia, no debo usar magia por ningún motivo. De seguro me mataría, pero puedo morir aún sin ella de todas formas. Creo que eso lo cubre."

"Por cierto", respondió Severus, asombrado nuevamente por la perfecta calma de la chica. Pero sus ojos la traicionaron esta vez. Tenía miedo, al punto del colapso. Sólo su voluntad la mantenía funcionando, y de pronto Severus comprendió que ella tenía que mantenerse tan tranquila, tan absolutamente controlada. Un solo error, una emoción no controlada, y toda su resistencia se quebraría.

Él podía recordar lo que era vivir de esa manera, podía recordar todas las veces que había rechazado amistades o desahogos por el miedo a delatarse. Una vez perdido, un control tan perfecto nunca podía ser establecido otra vez, y nada bueno podía resultar de mostrarle a la gente todo lo que había costado.

Si, él la entendía, y por una fracción de segundo, la valentía de la chica lo dejo sin aliento. Severus estiró su mano para tocar la de ella, tan sólo por un momento, pero sus ojos crecieron en asombro.

"Le aseguro, señorita Granger", respondió él, tan calmadamente como ella, "Que no voy a dejarla morir. Sé lo suficiente sobre esta poción y sobre el tratamiento de sus síntomas, y le prometo que no sufrirá ningún daño. Puede creerme en esto."

"Gracias, Profesor", era difícil para ella decir las palabras, "Yo… confío en usted."

Un incomodo silencio. Severus no sabía si tomar esto como un cumplido o como una amenaza. Después de todo, las únicas personas que realmente habían confiado en él eran Voldemort y Dumbledore. Y aun no sabía en que categoría podía clasificar a la señorita Granger.

Tras un momento, Severus tosió y retornó a las aguas más seguras de los tecnicismos.

"Muy bien. Pero antes de concentrarnos en la terapia, hay algunas cosas importantes que considerar. Primero que todo: debería informar a sus padres que no deben intentar comunicarse con usted por lechuza durante las próximas semanas, y que no deben contestar las cartas de Harry o Ron. No podemos arriesgar que aparezcan en Hogwarts y comiencen a interrogar al Director."

"No será necesario, Profesor", claramente, Hermione también se sentía mejor en terreno seguro, "Ya he encontrado un lugar seguro para mis padres. De hecho, ellos han estado ocultos por seis meses. Yo no he intentado contactarlos en ese tiempo y ellos saben que no pueden contactarme a mi."

"¿Los envió a ocultarse?", Snape se preguntó a si mismo cuando terminaría la serie de shocks que le estaba causando esta chica, "¿Hace seis meses?"

Ella simplemente asintió.

"Preví este desarrollo de las cosas y me pareció prudente no dejar a mis padres expuestos para ser usados como un medio para presionarme. Las acciones de los Mortífagos han confirmado mis precauciones. ¿Hay algo más que debamos discutir?"

"¿Pero cómo pudo saberlo hace seis meses?"

"¿Que usted piensa que tomé esta decisión de un día para otro? Lo planee todo cuidadosamente, y mis padres eran un factor de riesgo que debía ser eliminado."

Ahí estaba otra vez: la profunda frialdad, carente de todo sentimiento humano. Y Severus simplemente no podía decidir si era sólo una brillante actuación o era real.

"Hay una cosa más", comenzó despacio, "Una pregunta que necesito me responda".

"Si"

"¿Por qué lo hizo?"

"¿Qué?", preguntó ella a su vez.

"Unirse a los Mortífagos, traicionarme. Arriesgar su vida. ¿Por qué?"

"Para ayudar al esfuerzo de la guerra" contestó ella suavemente.

"Es usted demasiado inteligente para tales tonterías idealistas, señorita Granger"

Hermione arqueó su ceja izquierda y lo miró con un burlesco asombro, "¿Fue eso un cumplido, Profesor? Me halaga en extremo."

"Deje de bromear, niña", gruño Severus, "¡Necesito saber la razón tras toda esta lamentable maniobra!"

"Jamás conocerá mis motivos, Profesor" respondió ella con finalidad, "Puesto que son enteramente míos. Tendrá que confiar en mi, o más bien en Dumbledore, lo cual creo que será más fácil para usted."

¿De verdad ella creía que podía hablarle así¡Demonios, él no era uno de sus estúpidos amigos de Gryffindor!

"Inaceptable", respondió él, su voz cargando tanta finalidad como la de ella. "Le daré una posibilidad más de responderme. Si se niega, recurriré a otros métodos."

"¿Cómo cuales¿Lanzarme el Cruciatus? Dumbledore no estaría muy feliz de que su antiguo espía estuviera torturando a su nuevo agente. Además, no funcionaría. No cedo tan fácilmente, Profesor."

Severus sabia que estaba mal. Se había jurado a si mismo nunca volver a hacerlo, nunca volver a penetrar la mente de alguien sin permiso. ¡Ella era una estudiante, él era responsable por ella!"

Pero esto era más importante que sus propias creencias o su mala conciencia. El futuro de su mundo, el desenlace de esta guerra descansaban en los hombros de Hermione Granger, y él tenía que saber porqué ella había tomado esta carga. Tenía que estar seguro de que no renunciaría a ella cuando se volviera muy pesada.

Por eso era que debía hacerlo. La voz de la chica resonaba en su cabeza, burlándose: Para ayudar al esfuerzo de la guerra.

Un solo paso cerró la distancia entre ellos. Severus no se dio tiempo para reconsiderar su decisión; tomó la cara de Hermione y la forzó a encararlo, a que sus ojos hicieran contacto con los suyos, y se internó en su mente.

No había virtualmente barrera alguna, ninguna defensa de ningún tipo. Con este tipo de protección, está para una muerte segura, pensó con amargura, pero entonces las imágenes se abalanzaron hacia él, y Severus dejó de pensar del todo.

Una deslumbrante Hermione en un vestido negro hecho sólo para resaltar su escote. Hombres volviéndose a mirarla, mujeres observándola con celos. Draco Malfoy a su lado.

Hermione sosteniendo una copa de vino tinto, bebiendo de ella, sus ojos brillando bajo la oscura noche de sus pestañas. De pronto, Lucius Malfoy ante ella.

"A ver, a ver¿qué hace una pequeña sangresucia en un baile como este?"

"Esperándolo a usted, Señor Malfoy", humedeciendo sus labios con el vino e inclinandose levemente hacia él.

"¿Qué podría querer yo con una niña como tú?"

"Hay muchos usos para una sangresucia, Lucius, y muchos de ellos pueden ser disfrutados por ambas partes."

Lucius sonriendo, y una sensación de… lujuria surgiendo en sus ingle. Él la conduce a un cuarto y ella no puede esperar a sentir sus manos en su cuerpo.

Sus gemidos, mientras él desgarra la parte de arriba de su vestido…

Hermione arrodillada en frente de Voldemort, su frente tocando el suelo.

"Sé que no soy nada más que una baja sangresucia, Milord, pero incluso alguien como yo puede serle útil a su Grandeza. Sé cosas de valor para usted, soy la mejor amiga de Potter y estoy ganando la confianza de Dumbledore. Sólo deseo servirle."

Levantándose a la señal del Señor Tenebroso y sintiendo poder, triunfo y gratitud. Se había unido a sus filas. Era ahora una Mortífaga. Estaba sirviendo al ser más poderoso sobre la tierra.

Hermione de pie en frente de Voldemort. "Es un sucio traidor, Milord, nada más. ¡Lo ha traicionado al viejo tonto desde que usted regresó!" Gozoso orgullo dentro de ella. Había puesto al viejo vampiro en su lugar. Ella era la mascota del Amo, reina del mundo que estaba por venir.

"Puedo entregarle a Potter, Amo. Sólo necesito un poco de tiempo y planificación, y le entregaré al pequeño cretino en sus manos", y las poderosas garras del Señor Tenebroso lo aplastarían, y ella estaría mirando.

Hermione arrodillada una vez más. "Desvistete", le ordenó Voldemort, y ella obedeció, quitándose su túnica y parándose en blanca desnudez ante el circulo de Mortífagos.

"Cualquier cosa para usted, Amo." Y ella lo creía. Iba a servirlo hasta su muerte.

Las oscuras formas de los Mortífagos acercandose a ella, golpeándola con pies y manos. Azotándola.

"Esto es lo que obtiene una sangresucia si quiere entrar a nuestro circulo."

Hermione gritando de placer, temblando de lujuria y suplicando por más.

"¡Le agradezco este dolor, Milord¡Cualquier cosa por usted, Amo!"

Hermione, retorciéndose y gimiendo de placer bajo el cuerpo desnudo de Lucius Malfoy, mordiéndolo y arañándolo, haciendo brotar sangre.

Hermione gritando mientras Lucius la embestía, golpeando su cabeza contra la fria muralla de piedra.

Sus ojos completamente abiertos bajo el cuerpo que la embestía, sus pupilas casi negras, llenas de lujuria, triunfo, dolor, la necesidad de sangre…

Y las imágenes se agaloparon sobre él. Incontables veces la vio arrodillada cerca de Voldemort, riendo con él; cortando, hiriendo y hechizando a aquellos traidos ante él.

La vio siendo torturada por los Mortífagos del Círculo Principal, y él sintió lo que ella sentía, sintió que ella lo buscaba, siempre queriendo más; la vio siendo usada por todos ellos y rogando por más, y como el frenético remolino de un huracán, lo consumió, hasta que no pudo ya distinguir que era de ella y que era suyo, hasta que sintió los orgiásticos placeres, el exquisito dolor y la voluntad de dominar, de probarse ante los demás, de mostrarles a todos… Y la lujuria explotó ante sus ojos.

Severus la soltó. Sus propios respiros ahogados sonaban fuerte en sus oídos. Escuchó su corazón latir anormalmente rápido y fuerte en su pecho. Su cara estaba húmeda de sudor.

Hermione no se había movido. Cuando él rompió la conexión, la cabeza de la chica había caído, como una marioneta con los hilos cortados. Ahora la levantó nuevamente y lo miró a los ojos, calmada e inconmovible.

Severus no podía soportar esos ojos mirando en los suyos. Había visto lo que había tras esos ojos. Había entrado en la oscuridad.

Severus no sabía si la despreciaba o le temía, pero retrocedió ante ella hasta que sintió la pared tras su espalda.

"¿Así que eso es como no voy a sufrir ningún daño, Profesor?", pregunto ella amargamente, "Bueno, ahora al menos sé que hacer con sus promesas."

"Eres un monstruo", susurró él.

Ella ni siquiera se inmutó.

"Nada de luchar por el lado correcto, nada de esfuerzo de la guerra, nada de preocuparte por tus amigos. Ni aun siquiera ambición. Lo hiciste por puro placer pervertido, nada más¿o no es así? Y hasta conseguiste que Dumbledore te cubriera tus aventuritas eróticas."

"Si usted lo dice."

Hermione le volvió la espalda y se dirigió hacia la escalera, como si no hubiera un furioso y amenazante Snape tras de ella.

"¿Qué se sintió ser jodida por Malfoy cuando había gente muriendo a tu alrededor, gente torturada, gente dando su vida para salvar su mundo¿Qué se sintió¿Lo disfrutaste?", le gritó, lanzándose en frente de ella y agarrándola de las muñecas con toda su fuerza.

"Usted debería saberlo", ella podría haber estado hablando de una poción en clases, tan poca emoción había en su voz, "Sintió lo que yo sentí¿o no?"

"¡Puta asquerosa!", sus palabras partieron el aire como una bofetada en su cara.

Hermione ladeó su cabeza ante aquello, como si analizara su expresión. Por un momento, sus ojos se nublaron, y si Severus hubiera mirado con atención, hubiera visto su mano apretando la barra de la escalera tan fuerte que el acero se incrustaba en su palma. Pero entonces, su expresión se despejó nuevamente y asintió, como si hubiera llegado a una conclusión.

"Si, Profesor. Tiene razón en eso. Pero ello no cambia el hecho de que mi trabajo para la Orden es valioso. Sangresucia o puta, ofrezco un servicio del que no pueden prescindir."

Severus la soltó y retiró su mano. Sus ojos examinaron los de ella y Hermione mantuvo su mirada, impasible. No había nada que decir.

"Asumo que quiere que me vaya ahora. Voy a recoger mis cosas y luego…"

"No", le interrumpió él, "No vas a ir a ninguna parte. Preferiría no tener que verte nunca más en mi vida, pero eso será tu problema. Y mi tarea no cambia. Vas a quedarte aquí hasta que la fase de detoxificación termine. Pero ten esto claro", Severus avanzó hacia ella nuevamente, su oscura forma sobre ella como una sombra de una pesadilla, "Para mi eres más despreciable que lo que cualquier Mortífago podría ser, y voy a vigilar cada paso que des mientras tu espionaje continúe. Si alguna vez siquiera llego a sospechar algo extraño, voy a matarte con mis propias manos."


Nota de la Traductora: hola a todos! les dije que este capitulo era intenso, si la traducción quedó como espero que haya quedado, esperaría que todos estuvieran un poco (o muy) espantados al terminar de leerlo... igual de espantada que quedé yo la primera vez que leí el original! jejejejjeje...

Bueno, no me tomó tanto tiempo subir este capitulo como había pensado, he estado muy eficiente! Esperaré muy ansiosa sus reviews y no diré nada acerca del próximo cap, que espero no se demore mucho tiempo!

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