Capítulo 8: Atrapada.

En el momento en que la puerta se cerró tras ella, Hermione comenzó a temblar descontroladamente. Ella sabía que esto no podían ser los primeros síntomas de la detoxificación, no tan repentinamente. Era shock, pura y simplemente. Lentamente, como una frágil anciana, se sentó en la cama y trató de recuperar el control sobre sí misma.

Era extraño que esto le afectara tanto; había sufrido cosas mucho peores en los últimos meses, pero simplemente no había anticipado esto. Él había invadido su mente, había violado sus pensamientos y luego la había juzgado con la misma cruel eficiencia que poseía el Señor Tenebroso.

Y la mirada en sus ojos, el odio y el desprecio… Hermione volvió a estremecerse, acurrucándose en una pequeña bolita en la cama, tratando de apartarse del mundo. Ella estaba sucia, lo había visto en los ojos de Snape. Sucia, e inferior a los otros, algo que no merecía más que desprecio y desdén. ¡Dios, se había sentido tan desnuda!

Los ojos de Snape habían reflejado los de los Mortífagos, la misma mortificación a la que era expuesta en cada una de las reuniones. Debería haber estado preparada. Pero de algún modo, era peor con él. Él debería haber estado de su lado, le había prometido protegerla, y aun así, la había juzgado y declarado indigna.

Hermione no suprimió las lágrimas que corrían por sus mejillas, preguntándose al mismo tiempo si no era la detoxificación que estaba alterando sus nervios. Ella nunca lloraba. No lo había hecho por medio año, y había creído estar completamente seca por dentro, como un desierto.

Tras lo que pareció un largo tiempo, se forzó a sentarse. ¡Tenía que pensar! No podía dejarse colapsar de esta manera - ¡Era demasiado peligroso!

Mientras Hermione se concentraba en su habilidad de razonar, de pensar lógicamente aun en medio del caos, automáticamente comenzó a ordenarse, secando su cara con la manga de su túnica y peinando su cabello con sus dedos.

Era su propia culpa. Había empezado a confiar en él, de a poco, pero aun así demasiado. Debería haber previsto esto, y agradecía a los dioses que al menos sus defensas habían estado en su lugar. No hubiera podido soportar si él hubiera visto…

¡No vayas ahí!, se ordenó mentalmente, y obedientes, sus pensamientos cambiaron de dirección, volviendo a terrenos más seguros. Volviendo a él. La incredulidad en sus ojos. Snape había estado tan decepcionado de ella, y eso era lo que tal vez más le dolía.

Hermione siempre había admirado a Snape, su mente brillante, orgullosa e independiente. Su reconocimiento y elogios, aunque raramente dados, siempre habían significado más para ella que los de cualquier otro profesor. Ella había esperado…

Bueno, esto ciertamente significaba el fin de su floreciente relación. Hermione se largó a reír, mientras se preguntaba qué demonios era tan gracioso. ¡Fantástico, ahora me estoy poniendo histérica!

Por lo menos había sido capaz de posponer esto hasta estar sola. Quebrarse delante de él después de lo que había visto – eso hubiera sido inaceptable. Hermione intentó medir el tiempo que tendría que pasar con él durante las semanas próximas, y volvió a estremecerse.

No sólo pasar tiempo con él, sino que depender de él, completamente desvalida y mitad loca. Él le había dicho lo que pensaba de ella, y cual sea que fuera su estado las próximas semanas, no podría esperar amabilidad ni compasión de él.

Era tan humillante, gritó una voz en su cabeza. Ser confiada a un hombre que la despreciaba. Snape se iba a deleitar en su agonía, iba a considerar todo lo que le pasara nada más que un justo castigo.

Dios¡estaba tan asustada¡Pero no podía dejarse estar así! Con decisión se forzó a ponerse de pie, entró al baño y mojó su cara con agua fría. Mucho mejor.

Hermione podría sentir el pánico lentamente retirándose, su mente racional regresando una vez más, y se sentó en la cama a pensar.

Estaba atrapada, eso era claro. No había forma alguna de salir de esta situación sin causar aun más problemas. No podía irse sin el permiso de Snape, y aunque encontrara una forma de salir de sus habitaciones, Dumbledore retiraría su apoyo. Pero tampoco podía contarle al Director sobre la amenaza de Snape, porque eso significaría informarlo de todo. Y él no entendería. Su reacción sería exactamente igual.

Hermione no sabía si podría soportar eso. Y Dumbledore y Snape juntos podían ser lo suficientemente tontos o estar lo suficientemente cegados como para prohibirle continuar con su trabajo – "sólo por su propio bien, señorita Granger".

Sus ojos ahora recorrían el cuarto de lado a lado, como buscando una vía de escape. En vez de ello, su mirada se posó sobre un sobre blanco que había sido deslizado por debajo de su puerta, probablemente mientras había estado en el baño.

Lentamente, Hermione fue a recoger el sobre. Sus manos estaban temblando. ¿Le estaba escribiendo Snape para decirle que había cambiado de opinión¿Qué debería irse inmediatamente?

Hermione rasgó el sobre, sin importarle que el suave papel se rompiera. Un galleon cayó en su mano, junto con un pequeño trozo de pergamino. La chica frunció el ceño y desdobló el pergamino.

"Señorita Granger", decía, en la precisa escritura de Snape,

"Dado que tengo otras obligaciones aparte de cuidarla a usted, no regresaré a mi habitación hasta ya entrada la noche. En caso de que comenzara a sentir las merecidas consecuencias de sus placeres privados, frote la moneda, y su contraparte se entibiará. Se puede usted haber preguntado por qué no le he regresado su varita. No consideré prudente darle a una adicta la habilidad de causar problemas, pero los eventos recientes han confirmado mi decisión en formas que no había anticipado.

Permanezca en su cuarto y absténgase de causar dificultades adicionales.

Profesor S. Snape."

Hermione gruñó enojada. ¡Sacándoselo en cara a la primera oportunidad!

Bueno, ella no podía evitar que su precioso tiempo se malgastara en ella, pero si podía reducir el contacto a un mínimo¿o no? Ciertamente no iba a llamarlo. Pasar por esto sola era mejor que luchar contra la locura y un agresivo murciélago sobrecrecido al mismo tiempo.

Con determinación, y finalmente llena de energía nuevamente, Hermione saltó de la cama y se preparó lo mejor que pudo. Escogió unos pijamas azules de algodón y se los puso, trenzó sus cabellos cuidadosamente y luego miró atentamente a su alrededor. Iba a necesitar agua, decidió. Grandes cantidades de agua y los analgésicos que sus padres solían empacar en su equipaje. Una vela y algo para encenderla.

Una vez que toda cosa posiblemente útil estuvo reunida y situada en un lugar en que pudiera alcanzarla fácilmente, escogió un libro, una introducción bastante popular a las Guerras de los Gigantes, y se instaló en la cama a leer.

Pero no podía concentrarse. El nerviosismo tomó posesión de ella hasta llenar cada célula. Tuvo que reunir toda la disciplina que poseía para no saltar de la cama a hacer algo – redecorar el cuarto, quebrar la ventana y escapar a través de ella, golpear su cabeza contra la muralla – daba lo mismo qué, mientras estuviera haciendo algo.

Leer se tornó imposible. Toda su concentración estaba fijada en evitar gritar con toda la energía de la frustración. Y entonces sintió sus manos comenzar a temblar de nuevo. Nada de shock esta vez. Había comenzado.

Hermione cuidadosamente puso su libro a un lado, donde no pudiera dañarlo, y una vez más observó sus alrededores. Había hecho todo lo que estaba en su poder. Luego se hundió bajo las suaves sábanas de su cama, sintió comenzar los escalofríos y su voluntad perder control sobre su cuerpo, y se preparó para el infierno.


"¿Cuándo nos reuniremos nuevamente, Severus?", preguntó Remus de buen humor cuando se encontraron durante la cena en el Gran Salón.

¡Dios, había olvidado completamente su investigación sobre el Imperius! No había forma de que Remus pudiera entrar a sus habitaciones sin detectar todo en el instante. Aún cuando Hermione permaneciera callada en su cuarto, los agudos oídos y nariz del hombre-lobo le dirían todo cuanto necesitara saber.

"No por un largo tiempo, me temo", respondió Severus, manteniendo el pesar que sentía fuera de su voz. Por extraño que pareciera, iba a extrañar su trabajo juntos, pero simplemente no podía dejar que Remus supiera de lo que estaba sucediendo.

"Albus me ha asignado a un proyecto especial", Severus bajo la voz conspirativamente, "asociado con asuntos de la Orden."

"Oh", Remus no parecía pronto a desistir, "¿Puedo ayudar en algo?"

"No."

"¿De qué se trata este proyecto, entonces?", siguió preguntando Remus, ignorando el rápidamente creciente malhumor de Severus.

"No me compete decírtelo, Remus", respondió, "El Director me pidió mantenerlo confidencial, y no traicionaré su confianza."

"Por supuesto", por fin, Remus, parecía notar la frialdad de su voz, "Trabajaré en el Imperius por mi cuenta, entonces. Si pudieras dejarme un mesón en tu laboratorio y algunos materiales…"

"No."

"Entonces… sólo trabajaré en ello cuando no te interrumpa… tal vez en tu ausencia…"

Severus lamentaba profundamente ver a Remus tan confuso y dolido. El licántropo había experimentado demasiados rechazos en su vida como para tomarlos a la ligera, algo en lo que él y Severus eran muy parecidos. Pero tenía que obtener la garantía de que Remus no entraría nuevamente en su cuarto, ya que la recalibración de la entrada mágica simplemente tardaba demasiado. Severus no tenía tiempo para eso, no por el momento.

"No, Remus", le respondió, poniéndose de vuelta en el personaje del malhumorado y ofensivo bastardo que había sido por tanto tiempo. "Quise decir que no volverás a entrar a mis habitaciones sin mi permiso directo."

"Bueno, si no me quieres en tu habitación, da por hecho que no voy a molestarte", respondió Remus, tratando de sonar duro pero fallando miserablemente. Extraño, que Remus hubiera mantenido su suavidad a pesar de todo lo que había vivido, mientras que él, Severus, se había vuelto de piedra.

"Eso es lo que esperaba".

¡Maldita sea, señorita Granger¡Malditos sean sus estúpidos juegos! Me han costado un amigo.

Pero Remus no podía dejar las cosas así. No, era demasiado testarudo para su propio bien como para entender. Él trataría de buscarlo, Severus podía verlo en los ojos de su amigo, y aquello era algo que no podía soportar.

"¿Qué es lo que sucede, Severus? Quiero decir, yo pensé que nos habíamos convertido en compañeros durante los meses pasado, incluso amigos. Pero ahora tú…"

"No hay nada más que discutir, Remus. Si me disculpas, tengo otros asuntos a los que atender."

Abruptamente, Severus se puso de pie y se alejó de la mesa, dejando a Remus mirándolo como un perro castigado. Genial. Ahora era un monstruo sin corazón nuevamente, y todo gracias a la señorita Granger. Pero no servía de nada llorar por el pasado. Severus había aprendido eso hacía ya mucho tiempo.

Sus largas zancadas por el salón de entrada fueron interrumpidas cuando una firme voz llamó su nombre.

"¡Profesor Snape! Una palabra, por favor. Uno de sus Slytherins…"

Era Minerva McGonagall, siguiéndolo con una expresión asesina. Los estudiantes la vieron venir y se removieron automáticamente de su camino, sus ojos grandes y curiosos. ¿Así que el Maestro de Pociones iba a ser regañado una vez más por la Jefa de Gryffindor¡Cómo les encantaba escucharlo!

"No tengo tiempo para sus fútiles asuntos de estudiantes, Profesora", le lanzó de vuelta, obligándola a acelerar sus pasos, "Si no puede controlar a sus Gryffindors…"

Dieron la vuelta a la esquina, fuera de la vista de los estudiantes, y la expresión de Minerva McGonagall se tornó de un duro reproche a altamente divertida en un segundo.

"Dios", se rió, "¿Has visto sus caras? Me recordó un poco a esa película que vi hace un tiempo – King Kong y Godzilla o algo así."

"Me complace anunciarte que no comparto tu gusto por las idioteces muggles, Minerva, respondió Severus, también sonriendo. Confía en Minerva para mejorar su humor en un instante.

"Soy una mujer generosa, Severus", dijo ella, "Le permito a todos su particular tipo de idiotez. Eso va especialmente para ti, viejo cascarrabias", Abruptamente, se puso seria, "Aunque tu malhumor más bien pertenece a la categoría de catástrofes naturales. ¿Qué es lo que te sucede, querido¡No has sido tú mismo en todo el día! Tratando a Remus así…. ¿Sucede algo?"

Inexpresivo, Severus la miró fijamente, concentrando toda su voluntad en la decisión de no contarle. Se había vuelto bastante cercano a Minerva con los años, y su capacidad totalmente anti-Gryffindor para mantener cualquier cosa que le contara en absoluto secreto la había convertido en su compañera preferida de conversación. Y ella era la única persona en el castillo que adoraba competir y molestar a los otros tanto como él. Sus lúdicas peleas sobre sus estudiantes, las copas y los partidos de Quidditch se habían vuelto famosas entre los profesores, pero sólo unos pocos se daban cuenta de que el conflicto nacía principalmente de la diversión que a ambos les causaba crearlo.

Pero no podía contarle. Dumbledore no quería que nadie supiera, y había escogido a Snape para cuidar a Hermione Granger, los Dioses sabrían porqué.

"¿Por qué me estás mirando así¿Severus?"

Minerva conocía al joven hombre a su lado lo suficientemente bien para no enojarse por esta extraña falta de respuesta. En cambio, decidió simplemente cambiar el tema. Severus la buscaría si necesitaba hablar.

"Muy bien", dijo ella vivamente, "Si no hay nada que pueda hacer por ti – Necesito emplear tus legendarias habilidades para resolver problemas"

Severus sonrió ante eso, y ella le contestó con una sonrisa tan amplia como la suya.

"¿Qué pasa, Minerva¿Algo que tu testarudez no puede conquistar? No me digas que uno de tus Gryffindors…"

"Estoy preocupada por Hermione", le interrumpió ella con seriedad.

¡Justo en el maldito momento preciso!

"Albus le dijo a todos que sus padres habían sido atacados y que Hermione fue con ellos a ocultarse, pero hay algo que no anda bien. No he oído nada sobre ningún ataque, y no la vi antes de que se fuera. Y el señor Potter y el señor Weasley balbucearon algo sobre ella siendo mi "aprendiz". Realmente estoy perdida. ¡No entiendo por qué Albus me está ocultando cosas!"

"Honestamente no entiendo tus preocupaciones, Minerva", Severus trató de sonar casual, despreocupado, pero podía oírse a sí mismo fallando miserablemente, "Todo parece estar perfectamente en orden"

¡Y se suponía que él era un espía maestro¡Ni siquiera podía engañar a una mujer anciana que enseñaba Transformaciones! Pero, había que admitirlo, ella tenía una de las mentes más brillantes de la sociedad mágica, y difícilmente había alguien actualmente que lo conociera mejor. Desafortunadamente, gruñir y rehusar una respuesta simplemente no iba a resultar con ella.

Los ojos de McGonagall se entrecerraron y lo miró con suspicacia, "Tú sabes algo Severus¿o no?", le preguntó, y entonces toda su autoridad de profesora y jefa de su casa emanó de ella, "¡Vas a decírmelo en este instante! Hermione Granger pertenece a mi Casa y es mi responsabilidad. ¡Tengo derecho a saber todo cuanto le concierne!"

"Pero de verdad yo no sé…"

"Severus", esta era la voz que hacía que los estudiantes ya maduros se encogieran en pánico, "No era una pregunta¡y no tienes la edad suficiente para ganarme en una discusión!"

Él suspiró derrotado.

"En verdad me gustaría decírtelo, Minerva", le respondió, y era la verdad. Le hubiera encantado dejar que una mente organizada como la de ella trajera un poco de orden al caos que estaba situado actualmente en su cabeza, "Pero, como le dije a Remus, no me compete contarlo. Albus me ordenó guardar el secreto y no romperé mi palabra. Nunca lo he hecho", le dijo oscuramente.

"¿Entonces sí sabes algo sobre Hermione?"

"Ve con Albus, Minerva. Pregúntale a él. Y, si te responde, estaré aliviado de compartir todo lo que sé contigo."

Una vez más, su clara mirada lo penetró, y de pronto se recordó de los desafiantes ojos de Hermione Granger, la tenaz rigidez de su boca. Mujeres de Gryffindor, pensó, Un hombre está verdaderamente perdido a su lado.

"Lo haré", le respondió ella finalmente, y para su sorpresa, le dio unos cálidos golpecitos en el hombro, "No te preocupes. Albus no se atreverá a negarme ninguna respuesta."

Severus no estaba seguro si aquello no lo asustaba un poco.


Cuando regresó a sus habitaciones ya era tarde, y su humor estaba tan negro como la noche en el exterior. Eso sería todo con respecto a paz y amistad, pensó enrabiado. Menschen sind anstrengend, y nada cambiaría nunca eso. Primero Remus, luego Minerva, y ahora Hermione Granger estaba probablemente esperándolo, en su actitud totalmente calmada e impertinente.

Ella no lo había llamado. Bueno, mientras más tardaran los síntomas en aparecer, mejor. Pero la razón real de su alivio era el hecho de que no sabía como lidiar con ella.

Una y otra vez, las imágenes que había visto en su mente invadían sus pensamientos, distrayéndolo e irritándolo, hasta que le había ladrado a todos a su alrededor, de vuelta al completo modo "Snape el bastardo". Y, por supuesto, Minerva tenía que notar que algo andaba mal con él.

Pero¿cómo le habría podido decir acerca de las cosas que había visto¡Demonios, ni siquiera le podía decir a Albus! El pobre viejo estaría devastado, o no lo creería. Tal vez incluso le pediría a Severus que lo dejara presenciar las cosas que él había visto. Y esa no era una opción.

Hacía ya mucho tiempo que se había convertido en una segunda naturaleza para Severus proteger al anciano mago de las realidades de su trabajo como espía, por lo menos lo más que le fuera posible. Las decisiones que Dumbledore tenía que tomar eran lo suficientemente difíciles sin que supiera todas las consecuencias que acarreaban.

Uno simplemente no podía liderar una guerra contra un enemigo como Voldemort y preocuparse por cada uno de los soldados. Las víctimas eran inevitables, y si no había nada que hacer al respecto, Severus por lo menos no quería ser objeto de lástima. Pero parecía que la señorita Granger no tenía escrúpulos de éste tipo.

De hecho, Severus se preguntaba si tendría escrúpulos del todo.

De nuevo, las imágenes se abrieron camino en su mente, la cara de Hermione gimiendo con una expresión de lujuria bajo el cuerpo muscular de Lucius Malfoy, sus ruegos y sus gritos. Su triunfo irreprimido, las emociones que brillaban en su cara como un libro abierto. Cómo podía. Ella era amiga de Potter, casi un miembro de la Orden del Fénix, y había sido testigo de todas las víctimas que había tomado la guerra. ¡Y todo eso probablemente la excitaba!

Severus se acercó a un pequeño gabinete, situado entre los estantes de libros, abrió sus puertas de madera y se sirvió un vaso de whisky. Se sentía asqueado. ¡Ni siquiera Lucius había sido tan perturbado y pervertido cuando tenía dieciocho!

Y ahora ella estaba sentada en su cuarto de huéspedes, probablemente esperando a que él llegara para burlarse conesa insolente sonrisa suya.

Severus suspiró de nuevo, y pasó una mano por su negro cabello. Pero ella era su responsabilidad, y por lo menos tenía que darle un pequeño vistazo, para asegurarse de que estuviera bien y de que no hubiera encontrado alguna forma de escapar. A estas alturas, no le sorprendería nada de ella.

Severus subió las escaleras, su vaso de whisky aun en la mano, y golpeó la puerta de Hermione. Ninguna reacción. Genial. Ahora tendría que abrir la puerta sin su permiso, y con la suerte que traía esta noche, ella iba a estar tomando un baño o bailando desnuda por la habitación o algo así…

Ahora¿de dónde había salido ese pensamiento? Severus volvió a maldecirse a si mismo y su increíble habilidad para meterse en problemas, y cuidadosamente abrió la puerta. El cuarto estaba completamente oscuro, excepto por la llama danzando en la chimenea. Abrió la puerta por completo y entró.

Hermione estaba acostada en la cama, no podía decir si durmiendo o sólo fingiendo. Severus frunció el ceño. No era tan tarde, y en todo caso, él no pretendía respetarle cada uno de sus caprichos durante las próximas semanas.

"Señorita Granger", le dijo fuerte, "Una palabra por favor."

Aún ninguna reacción. ¿Quería burlarse de él? Bueno, pronto iba a aprender a no jugar sus jueguitos con él. Con un movimiento de su varita, Severus encendió las velas que estaban distribuidas por el cuarto.

De pronto, sintió sus músculos tensarse y su cuerpo lleno de adrenalina. Algo estaba mal, sus ojos y sus oídos se lo gritaban. ¡No estaba solamente dormida!

Con tres largos pasos, Severus estaba al lado de su cama y observándola. Unos tremendos ojos completamente abiertos lo miraban sin verlo, en una cara que estaba tan blanca como las sábanas.

Severus tocó la frente de la chica y se sobresaltó al sentir el calor que irradiaba. Quitó las frazadas en las que ella se había envuelto. Hermione vestía pijamas que estaban empapados de sudor, su cabello estaba arreglado en una tensa trenza, y en la mesa de noche notó un jarro de agua con un vaso a su lado.

Se preparó para esto, pensó furioso, y quería hacer esto sola¡niña estúpida!

Un corto hechizo de diagnóstico confirmó sus temores. Fiebre alta, un nivel casi inexistente de energía mágica y un corazón acelerado. Necesitaba bajarle la temperatura. Severus mojó una toalla del baño y la utilizó para limpiar su cara sudada, y luego otra más para posarla sobre su frente y reducir su temperatura.

Revisó sus ojos y los encontró aun abiertos, estáticos y si reaccionar a lo que pasaba a su alrededor.

"Señorita Granger", le dijo con fuerza, tratando de traerla de vuelta a la realidad, "¡Señorita Granger!"

Hermione aun no reaccionaba, pero de pronto comenzó a temblar violentamente, sus piernas y brazos agitándose ferozmente, y unos cortos y agudos quejidos escaparon de sus labios.

"Señorita Granger", ahora comenzando a sentirse realmente preocupado, Severus la tomó de los hombros y la sacudió suavemente, "¡Va a contestarme en este momento o va a estar castigada por los próximos tres años!"

La severa voz de profesor pareció ayudar. La chica gruñó y sus ojos se cerraron en un gesto de dolor, sólo para volver a abrirse un segundo después. Esta vez, su mirada estaba enfocada y aguda, por un momento pareció lista para saltar y defenderse, hasta que la memoria volvió y dejó caer su cabeza de vuelta en la almohada.

"Esto, señorita Granger", dijo Severus apagadamente mientras le quitaba la toalla humeda de la frente, "fue una acción tan estúpida que no la esperaba¡ni aún de usted!"

La sonrisa de la chica era un fantasma, y su voz frágil, pero ambas perfectamente controladas y sin mostrar nada del dolor que debía estar sintiendo.

"Otro cumplido más, Profesor", susurró, "Me está malcriando"

"Esto no es gracioso, niña", le dijo él enojado, "Soy responsable por usted, y no tengo deseos de explicarle al Director por qué ni siquiera sobrevivió la primera noche bajo mi custodia. ¿Por qué no me llamó?"

La cara de Hermione empalideció aun mas, y cerró los ojos mientras el dolor la consumía.

"No quiero ser una carga para usted, Profesor", le dijo despacio, sólo para acurrucarse ante la violenta ola de tos que estremecía su cuerpo.

"De todas maneras ya es una carga", respondió Severus fríamente, "Y su estupidez sólo aumenta tal hecho. Desde ahora en adelante, va a obedecer mis órdenes¿me entiende?"

Aun tosiendo, Hermione trató de asentir con la cabeza, pero todo lo que consiguió fue un leve movimiento que se confundió con los temblores que la invadieron nuevamente.

Severus esperó a que dejara de temblar, la ayudó a volver a acostarse y ordenó las sabanas a su alrededor.

"¿Ha experimentado alguna alucinación?"

Hermione negó con la cabeza.

"¿A menos que usted sea una?", murmuró con esperanza.

Severus tuvo que volver su cabeza para esconder una inapropiada sonrisa. Valor si que tenía, no podía negarle eso. Pero de nada serviría tenerle lástima. Todo esto era culpa de ella, y él estaba obligado a perder su valioso tiempo porque una niñita ambiciosa no podía satisfacer su lujuria en una forma más sana. ¡Maldita sea!

"Voy a darle una poción para reducir la fiebre que también la hará dormir, y esperaré aquí hasta que haga efecto", le informó, "No le ayudará a dormir sin pesadillas, pero al menos va a poder dormir unas horas. Necesita la energía."

De nuevo, la única reacción de la chica fue un corto movimiento de cabeza, pero sus ojos estaban despiertos y agudos mientras observaba cada uno de los movimientos de Snape. Él tomó una frasco de uno de los bolsillos de su abrigo, lo destapó y vació un poco de su contenido en el vaso que estaba al lado de la cama.

Hermione lo bebió obedientemente.

"Gracias", le dijo, luego sus ojos se cerraron y unos pocos momentos después su respiración se tornó en el compás profundo y regular del sueño.

Severus la miró por un momento, su ahora pacífico rostro, libre de ambición, control y dolor. Lucía muy joven y vulnerable con su pijama azul y su pelo trenzado. Pero Severus no podía olvidar a esa otra Hermione Granger, esa otra cara con ojos bien abiertos y una boca que gritaba, oscura como una cueva, gritaba su triunfo al mundo.

Él no podía olvidar lo que ella en realidad era, y no debía dejar que la preocupación y la lástima lo vencieran. Ella era un monstruo, y así se iba a quedar si importar lo que tuviera que soportar en las próximas semanas. Ella lo había traicionado para su puro placer, y él nunca debería olvidar eso. Mucho más que sólo su vida dependía de ello.

Severus se levantó de la cama y camino hacia la puerta, pero en el momento en que dejó la cama, los movimientos de Hermione y su respiración se volvieron irregulares. Estaba retorciéndose y gimiendo, sus brazos moviendose débilmente como si luchara contra un peso invisible.

"No", susurró, su voz apenas audible, "¡No, por favor!"

Aquí vamos, pensó Severus amargamente, mis viejas amigas las pesadillas llegaron. No quería saber nada sobre las perturbantes imágenes que la invadían ahora y le causaban ese miedo. Si ella había visto cosas lo suficientemente terribles como para que la persiguieran en sus sueños, era completamente su culpa. Ella había escogido esto. Se lo había buscado sola.

"Lo merece todo, señorita Granger", murmuró Severus. Luego salió de la habitación y cerró la puerta tras de él.

Los gritos de Hermione lo siguieron a través del pasillo, aumentados en súplica mientras gritaba por cualquier consuelo que aun pudiera esperar: "¡No¡No me dejes¡Por favor!"

Entonces Severus entró a su cuarto y no hubo más que el silencio de la noche.


Nota de la Traductora: Hola a todos! A ver, primero lo primero¡¡¡¡Perdón por la demora! He tenido unas semanas desesperantemente ocupadas en la Universidad, y no he tenido tiempo para nada, pero lo peor fue que mi computador tuvo algún tipo de colapso fatal y tuve que formatear (le pueden agradecer a mi hermano por eso, que fue el que causó el problema), y perdí todo lo que llevaba de la traducción de este cap, que era como la mitad (y es un cap bastante largo!), y tuve que empezar todo de nuevo y me tomó mucho tiempo, pero en fin, aqui esta!

Espero que les haya gustado este capy les quiero agradecer por su paciencia y sus reviews, que son geniales... espero que no hayan pensado que iba a dejar botada esta traducción porque no será asi! La voy a terminar cueste lo que cueste! Asi que por favor tenganme paciencia!

En el próximo cap las cosas tienen un sublime cambio que va a ser fundamental después... comienzan las alucionaciones y... bueno, no se lo pierdan! Trataré de actualizar rápido (el prox cap no es tan largo como este), o sea, intentaré volver a mi regla de un capítulo por semana, de verdad que voy a tratar!

Gracias a todos los que han enviado sus reviews, que cada vez son más, y espero sus comentarios de este capítulos! Besos para todos!