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Capítulo 11: El Corazón de la Oscuridad, 2º Parte.

¿Y que demonios fue eso, se preguntó Hermione, sentándose en el borde de la tina, aun mareada por la caída y shock que la siguió.

¡Snape había sido amable con ella! Snape, quien había aprovechado cada oportunidad para insultarla durante las últimas semanas, para herirla o mortificarla, había dejado pasar por lo menos cien oportunidades para soltar uno de sus comentarios ofensivos. Había tratado de ayudarla, de consolarla. ¡Dios, sinceramente parecía importarle su bienestar!

Estas no eran buenas noticias. Para nada buenas.

Resistiendo el impulso de dormirse de nuevo, Hermione lentamente se puso de pie y dio el agua. Luego, comenzó el tedioso proceso de desvestirse.

¡Dios!, murmuró, ¡Si así se sentía mi abuela a los noventa, ahora entiendo porque siempre andaba de tan mal humor!

Le dolía cada músculo de su cuerpo, cada movimiento que hacía provocaba una dolorosa protesta de su cuerpo. Y ya se sentía mareada de nuevo, a pesar de que sólo había estado de pie por un minuto.

Pero por lo menos no tenía que fingir que todo estaba bien y caminar a Herbología con los otros Gryffindors. Había hecho eso, antes, implorando todo el tiempo que no fuera a desmayarse frente a sus amigos. Estar oficialmente enferma si tenía sus ventajas.

Cuidadosamente, como para no resbalar y romperse la cabeza en el mármol, Hermione se metió a la tina y se sumergió en el agua caliente, impregnada de delicadas esencias. A diferencia de la tina de su propio cuarto, en la cual tenía que escoger las esencias ella misma, esta bañera parecía encantada para sentir las necesidades de sus usuarios. En el caso de Hermione, obviamente había decidido que la relajación era la necesidad más urgente.

Lentamente, Hermione sintió las esencias de hierbas y sales relajar sus músculos acalambrados. ¡Agradecimientos eternos a quien hubiera inventado esta bañera! Después de sencillamente disfrutar la calidez y los aromas por un rato, Hermione vacilantemente tornó su atención hacia su cuerpo.

Tras semanas de luchas contra sus demandas, se sentía como una extraña en él. Por mucho tiempo, no había sido para ella más que una fuente de dolor y sufrimiento. Un producto que tenía que vender lo mejor que podía, una maldición que tenía que soportar.

Había perdido demasiado peso, notó críticamente mientras sus manos frotaban, formaban espuma y enjuagaban. Tendría que comer todo lo que pudiera durante la próxima semana. A Lucius le gustaban sus juguetes bien alimentados. No iba a estar complacido si la veía así.

Hermione hundió su cabeza bajo el agua para mojar su cabello, luego escogió un shampoo y comenzó a masajear su cabeza mientras sus pensamientos regresaban al misterioso comportamiento de Snape

Si había dejado de tratarla como una abominación, significaba que algo había cambiado su opinión de ella. Hermione dudaba seriamente que el Director, la Profesora McGonagall o Draco hubieran podido producir este cambio de opinión, no en un hombre tan terco y porfiado como era Snape.

Lo cual significaba que algo tenía que haber pasado durante la última semana, algo lo suficientemente drástico como para tornar su abierto odio en una insegura amabilidad. ¡Demonios¡De seguro se le había escapado algo!

Cada vez que había salido de la locura de sus sueños, le había preguntado por su comportamiento, por lo que había dicho. Sus respuestas siempre la habían calmado y Hermione había esperado que, de alguna forma, se hubiera contenido de soltar demasiada información. Pero Snape había sido un espía por años, manejando y torciendo información peligrosa desde antes que ella naciera¡por el amor de Dios! No le podía creer ni una palabra de lo que decía. Él era tan bueno en el juego como lo era ella. Tal vez aun mejor.

Pero si Snape dudaba las imágenes de su mente… Hermione levantó sus manos a la altura de sus ojos y vio que temblaban con fuerza. Ahora tendría que ser aun más cuidadosa que antes. Mientras él había creído conocer sus motivos, ver a través de sus máscaras, ella había estado bastante a salvo con él, aunque no muy cómoda. Pero si Snape ahora sospechaba que había más detrás de sus acciones de lo que él había asumido, haría cualquier cosa para averiguarlo. Y eso, ella no podía permitirlo.

Él jamás debe saberlo, se juró a si misma, sus mejillas enrojeciéndose de vergüenza ante la idea de Snape averiguando la verdad… ¡No debo bajar mi guardia! Debo planificar con cuidado.

Pero la planificación no funcionaba. Su mente era un caos de pensamientos y temores, recuerdos e imágenes, y todo lo que podía hacer para no entrar en pánico era concentrarse en su cabello, lavandolo dos, tres veces hasta que todo el sudor y a suciedad se hubieran salido y ella se hubiera calmado lo suficiente para salir de la tina y secarse con una de las esponjosas toallas.

Le habría encantado aplicar un hechizo depilatorio a sus piernas y debajo de sus brazos, o secar su pelo con magia, pero su varita aun estaba en poder de Snape, y no se atrevía a intentar hacer magia sin ella tan pronto.

El fresco algodón de sus pijamas se sentía maravillosamente sobre su piel, pero Hermione estaba temblando de cansancio cuando abrió la puerta del baño y regresó a su cuarto.

Alguien había cambiado las ropas de su cama y dejado una bandeja con comida a un costado. Las grandes ventanas estaban completamente abiertas y el aire fresco acarició su cara. Una suave sonrisa iluminó su cara mientras se metía en la cama y arreglaba las sábanas a su alrededor. En una forma, aun se sentía bien estar viva.

La bandeja contenía un plato de una cremosa sopa y pan crujiente y tibio. Hermione sólo se dio cuenta de lo hambrienta que había estado cuando no quedo en su bandeja nada más que unas cuantas migas. Cuidadosamente dejó la bandeja a un lado y se estiró en su cama.

Debería enviarle una lechuza a Draco, pensó mientras sus ojos se cerraban en contra de su voluntad, averiguar lo que pasó mientras estaba inconsciente…

Pero antes de que pudiera terminar su pensamiento, el sueño le había ganado. Por primera vez, no hubo pesadillas esperándola ahí, sino silencio, paz y descanso.


Hermione despertó lentamente, sus pensamientos vagando sin dirección por los eventos de las semanas pasadas. Esto era sólo un respiro, un momento de calma antes de la tormenta. Pero ella tenía que estar preparada para volver a la cacería tarde o temprano.

Abrió los ojos despacio, disfrutando que estaba abrigada, completa y sin dolor. Pero cuando sus ojos cayeron sobre la silla a su lado, su cuerpo se tensó en alerta. Snape estaba sentado en su silla, leyendo unos papeles y ocasionalmente haciendo una linea con tinta roja. Sin duda uno que otro estudiante iba a estallar en lagrimas con esos comentarios.

Hermione se sintió vulnerable y desnuda cuando se dio cuenta de que él la había estado mirando dormir.

La chica debió hacer algun ruido sin notarlo, porque subitamente la cabeza de Snape se levantó de los papeles y sus ojos se fijaron en los de ella, abiertos y desprotegidos al no haber esperado que ella estuviera despierta. Lo que Hermione vio en esos ojos negros la hizo estremecerse. Preocupación y duda. Claramente, él sospechaba algo.

"¿Cómo se siente, señorita Granger?", le preguntó en voz baja, y su voz no contenía nada de su malicia habitual, "Espero que haya dormido bien."

"Muy bien, Profesor", contestó ella, "Ciertamente me siento mucho mejor. No será necesario que continúe cuidandome por más tiempo."

Snape no reaccionó a su exigencia implicita, sino que silenciosamente salió del cuarto y volvió tras un momento con otra bandeja que nuevamente contenía sopa, pan y té.

"Debería comer lo más que pueda", le aconsejó, "Ha perdido peso."

"Lo he notado", repondió Hermione con sus ojos fijo en la comida. ¡Dios, estaba hambrienta!."

Severus la dejó limpiar su plato sin comentar acerca de su apetito o su manera de comer. Otra mala señal, pero no había nada que Hermione pudiera hacer. Difícilmente podía pedirle que la insultara un poco, así como para hacerla sentir mejor.

El silencio invadió el cuarto mientras Severus recogia su bandeja y ella estudiadamente evitaba su mirada, mirando en vez a sus manos cruzadas.

"Le he traido algo para leer", anunció Severus finalmente, y ella lo miró sorprendida. "Debería pasar otro día en la cama antes de tratar de quedarse en pie más tiempo. Pensé que podría agradarle acompañarme a cenar mañana en la tarde en mi biblioteca. Podría pasar el día ahí. Debe aburrirla no ver nada más que este cuarto."

"El cuarto está bien", respondió ella cuidadosamente, pero al ver como él se ponía rigido ante el rechazo a su propuesta, agregó rapidamente, "Pero lo acompañaré mañana. Muchas gracias por la invitación."

"No es nada, señorita Granger. Llameme si necesita algo. Estaré al alcance de su voz.."

Sólo después que Snape había salido del cuarto y cerrado la puerta Hermione pensó en mirar el libro que le había dejado. Era un tomo delgado y encuadernado en cuero. "El Arte de La Guerra, por Sun Tse", decía el titulo.

A pesar de sus intenciones, el libro la capturó. Sun Tse debía haber sido un genio militar de su época, pensó mientras leía sus comentarios para generales y Príncipes, escrito unos dos milenios antes de que ella naciera.

Con respecto al arte de la guerra, el autor parecía tan pragmatico como ella se había convertido en los últimos meses, favoreciendo las batallas que se ganaban sin blandir una espada y las guerra de las mentes por sobre aquellas que se luchaban con ejércitos. Pero era el último capitulo de su "Arte" el que leyó una y otra vez, y fue como si a través de las palabras de este antiguo chino, Severus Snape le hablara.

"Su espía sobreviviente debe ser un hombre de un intelecto excepcional, pero con la apariencia externa de un idiota, de aspecto lamentable, pero con una voluntad de hierro. Debe ser enérgico, resistente, fuerte y valeroso: bien acostumbrado a todo tipo de trabajos sucios, capaz de soportar hambre y frío y dispuesto a acaparar vergüenza y desgracia sobre si."

Hermione sonrió. Con razón este libro le gustaba a su profesor. Pero Sun Tse había considerado a sus espías lo suficientemente importantes para hacerlos la pieza clave de cada guerra. Despreciados y renegados de la sociedad humana, luchaban en las sombras para proteger esa misma sociedad. Los secretos, las sombras y la amargura que los volvía mayores que sus años – en una extraña, retorcida manera, comprendió, su profesor y ella no eran tan diferentes.

"Por lo tanto, el líder brillante y el general sabio usarán a los más inteligentes de sus ejércitos como espías, y lograrán extraordinarias victorias de esta manera."


Snape regresó a la hora de la cena, nuevamente con una bandeja con una variedad de platos. Pero cuando ella le agradecía y examinaba su comida, encontró su varita a un lado de su plato.

Sorprendida y sin saber que pensar, Hermione miró al hombre aun parado a su lado.

"¿No es muy pronto?", le preguntó, omitiendo la frase que estaba al frente de sus pensamientos: ¿Por qué confía en mi lo suficiente como para devolverme mi varita? Probablemente él también esperaba esa pregunta, pero Hermione no quería entrar en esa conversación, no si podía evitarlo.

"El uso de la magia ya debiera ser seguro para usted", le contestó Snape, y se sentó en la silla que ella ya consideraba suya. "Pero comience despacio y tenga cuidado, dado que no sabe los efectos que va a tener al principio. Coma primero, eso si. Necesita recuperar su energía."

Hermione asintió en silencio y se volvió a su comida, ignorando completamente su varita, porque no quería demostrar cuanto le importaba. Con el poder de su varita y su magia de regreso, la libertad parecía mucho más cercana que antes. Tal vez inclusive podría salir de aquí a salvo, con todos sus secretos bien guardados.

Cuando hubo terminado, espero que él se retirara de nuevo, pero Snape no hizo ningún movimiento para levantarse o levantar su bandeja. Obviamente, quería observar su esfuerzo, así que Hermione tomó su varita lentamente, con reverencia, y suavemente acarició la pulida superficie con sus dedos.

"Intente encender esa vela", le aconsejó Snape.

No es como si nunca hubiera usado una varita, Profesor, pensó enojada, pero decidió mantener sus pensamientos para si misma. En cambio, la apuntó hacía la vela y murmuró un hechizo.

Inmediatamente, un fuerte dolor golpeó su cabeza, causando que botara su varita y rugiera en agonía. Snape estuvo a su lado en un segundo.

"Señorita Granger", le preguntó con preocupación, "¿Qué sucede?"

Hermione luchó contra las lagrimas que querían salir de sus ojos en reacción al dolor, y cuando miró a su Profesor, su cara estaba bajo control.

"Nada", respondió débilmente, "Sólo un poco de dolor. Fue inesperado. Lo siento, Profesor."

"bueno, ahora sabemos que tiene que empezar aun más lentamente", comentó, cogiendo la bandeja y caminando hacia la puerta. "Tómese su tiempo, señorita Granger. Y no se sobreexija. La veré en la mañana."

"Gracias, Profesor", le dijo ella cuando se retiraba, "y buenas noches a usted."


A pesar de las advertencias de Snape, Hermione practicó hasta bien entrada la noche, hasta que pudo controlar o aun ignorar el dolor. Se quedó dormida con su mano alrededor de la madera oscura de su varita, y cuando despertó en la mañana, fue lo primero que buscó.

Comió el desayuno que la esperaba en su escritorio, tomó una ducha y se deleitó al encontrar que su magia estaba lo suficientemente fuerte para aplicar encantamientos depilatorios y de secado sobre su cuerpo. Se vistió con unos pantalones de algodón y una polera rojo oscuro, y se sintió humana nuevamente por primera vez en días.

Al pasar el día trabajando en sus hechizos y poniendose al dia en las tareas de la escuela, Hermione se sorprendió de lo rapido que llego la tarde. Cuando el gran reloj de la biblioteca dio las siete, bajó la escalera y encontró una opulenta cena y un Profesor Snape esperando por ella.

"Luce mucho mejor hoy, señorita Granger", comentó en su sedosa voz mientras caminaba a la mesa y le ofrecía un asiento, "¿Regresó su magia?"

"Por lo menos una parte", respondió ella, agradecida de que su Profesor hubiera abierto la conversación en un terreno seguro. "No he intentado nada grande aun, pero los hechizos básicos ya no me dan problemas."

"Debería darse tiempo. Todo debiera regresar en unos pocos días."

"Lo haré", respondió ella con sinceridad. "Y gracias por su apoyo."

"No es nada"

Un silencio incomodo surgió entre ellos mientras se concentraban en sus cenas. Finalmente, Hermione levantó la cabeza para encontrarlo mirándola. Había algo indefinible en sus ojos, una especia de curiosidad insegura que la ponía nerviosa.

"Y dígame, Profesor¿hay alguna novedad en los asuntos de la Orden?", preguntó Hermione en un intento por aligerar el ambiente.

"¿Aparte de las discusiones y las luchas jerárquicas de siempre, dice usted?" La expresión de superioridad de su cara la hizo sonreir, "Bastantes, en realidad. La información falsa que plantamos en el Ministerio por fin ha rendido frutos. Ahora sabemos que Fudge nos está ocultando información deliberadamente. Por supuesto que hubo aireadas discusiones sobre que hacer y mucho bullicio sobre nada, pero al final, todos estuvieron de acuerdo en que había que poner hechizos espías en la oficina del Ministro."

"¡Por fin!", dijo Hermione, profundamente satisfecha, "¡Temía que les iba a tomar otra decada decidirlo!"

"¿Usted sabía sobre esto?", preguntó Snape, sonando genuinamente sorprendido. Él siempre había considerado las peleas entre Fudge y la Orden como información disponible únicamente para el Círculo Interno.

"Tan sólo digamos que me enteré de las jugadas falsas de Fudge hace algunos meses", respondió Hermione enigmáticamente. "Hablé con el Director y él quería remover a Fudge, pero lo convencí que es mejor tener como Ministro a un idiota que puede ser controlado antes que un riesgo desconocido."

"Exactamente el consejo que le di a Albus", comentó Snape lentamente. Luego, llenó una copa con vino tinto y se la ofreció a Hermione.

"Muchas gracias Profesor", declinó ella, "Pero no bebo. Es demasiado…"

"Riesgoso para un espía, lo sé, señorita Granger", la interrumpió él, su voz aterciopelada acariciándola, "Sólo por esta vez, sin embargo, creo que puede hacer una excepción. La ayudará a relajarse, y relajarse es lo que debe hacer para mejorarse pronto."

Aun, Hermione vaciló, pero cuando sus finos dedos le presentaron la copa sin hacer movimiento alguno para retirarse, finalmente la aceptó y probó el líquido encarnado. Ella nunca había probado un vino tan delicioso. Su sabor era como… la voz de Snape, pensó Hermione, pero rápidamente exilió ese pensamiento de su mente.

"Entonces¿qué tipo de hechizo espía recomendaría usted?" preguntó Snape mientras rellenaba casualmente la copa de Hermione. Ella ni siquiera había notado que la había vaciado.

"Debería ser un hechizo inactivo, opino yo", respondió ella y regresó a su comida. "Activado por ciertas palabras clave. Podríamos asegurarnos de que…"

Los dos continuaron hablando, discutiendo posibles variaciones de hechizos que Severus podría presentar a la Orden, y luego se cambiaron el tema a Pociones y los trabajos de investigación que él había desarrollado con Remus Lupin.

Hermione se sintió completamente a gusto con su sombrío Profesor. Él parecía haber abandonado por completo su burlesca arrogancia, tratándola como a un igual y considerando sus comentarios y propuestas con la misma seriedad que podría aplicar a un artículo científico o a un nuevo experimento. La hizo reír, y la escuchó con atención, y el vino y la exquisita comida causaron una calidez en su estómago que se extendió a todo su cuerpo, hasta que estuvo relajada, satisfecha y completamente cómoda.

Finalmente, el silencio volvió a caer entre ellos, pero no el incomodo silencio de antes.

"Y dígame, señorita Granger", preguntó finalmente Snape en un tono casual, sin traicionar ninguna de sus intenciones, "¿Qué sabe sobre la Oclumencia?"

Por un momento aparentemente eterno, Hermione no pudo sentir nada más que admiración mientras miraba a su Profesor con los ojos tremendamente abiertos. ¡Dios, ella nunca iba a ser tan buena! La sutileza de que este hombre era capaz la hipnotizaba. Había planeado todo esto, poniendola a gusto, relajandola, ofreciendole vino. ¡Ella nunca bebía vino! Y ahora que sus defensas estaban bajas, él activó la trampa.

Entonces, el pánico se abrió lugar y sus reflejos de supervivencia asumieron control. Su cara pasó de asombro a inocencia tan rapido que él no habría notado su primera reacción si no hubiera estado esperandola.

"No mucho, Profesor", respondió tan casualmente como él, "Harry me contó un poco en nuestro quinto año, cuando usted le estaba dando lecciones. Además, hice un poco de lectura adicional para un proyecto hace tiempo, pero me temo que no hay mucho en la biblioteca sobre el tema. ¿Por qué, considera usarla en el Ministro?"

"¿Usted sabe que puede confiar en mi, verdad señorita Granger? Yo nunca traicionaría sus secretos", le preguntó, y algo en su voz la hizo desear abrir su corazón por completo ante él, decirle todo, dejarlo rescatarla… pero ya había descubierto sus trucos. No. No podía confiar en él.

"Por supuesto que confío en usted, Profesor, aunque no veo como la Oclumencia puede ayudarnos con el problema del Ministro", respondió ella en tono neutral y se levantó de la silla, "Pero creo que mejor me voy a la cama. Me siento bastante cansada."

En un solo paso, Severus había cruzado la distancia entre ellos y estaba en frente de ella, sus manos fijas en los hombros de la chica. ¡Él sabía¡Dios, lo sabía!

"Sé que está mintiendo, señorita Granger", dijo lentamente, y su susurro provocó temblores de miedo en la espalda de Hermione. "Asi que por qué no paramos este jueguito y hablamos algo de verdad en vez?"

"No sé de que está hablando, Profesor", tartamudeó ella, y el pánico era ahora audible en su voz, "Qué tiene que ver la Oclumencia con…"

"¡Suficiente!. ¿Por qué mientes, niña?. ¿Qué estás escondiendo?"

"¡Nada! Por favor, señor, yo no…"

"¿Entonces por que no me ha contado de las cosas que le hace Lucius Malfoy¿Por qué no me cuenta algo sobre el Cuarto Oscuro, señorita Granger¿Qué la aterroriza tanto que me rogó que la matara antes de que la atraparan¡Cuénteme de los juegos que están jugando con usted cuando el Señor Tenebroso esta en sus peores momentos!"

Algo cambió en la cara de la chica, sus ojos se convirtieron en los de un animal salvaje. Se desprendió de él, rasgando su manga y tropezando hacia delante con la fuerza de su movimiento. Corriendo hacia una de las ventanas, la abrió de un golpe. Parecía dispuesta a saltar a través de ella, pero Severus fue más rápido. La agarró con fuerza y la volteó hacia él, y tomó la pálida cara de la chica con sus dos manos.

"¿Qué está haciendo?", gritó Hermione, el miedo haciendo temblar su voz, "¡No¡No puedo… no ahora!"

¡Pero él tenía que saber!

Cuando entró en su mente se dio cuenta de que Hermione ni siquiera había intentado defenderse la última vez. Sin embargo, ahora ponía toda su fuerza en la pared que separaba sus pensamientos de los de él, y Severus tuvo que luchar con todo lo que tenía. No estaba seguro de si podría haberla vencido en un estado de salud y energía, pero Hermione no podía esconderle su debilidad. La oyó gruñir de frustración y dolor cuando traspasaba las barreras de su mente, abriéndose camino con una fuerza brutal

Pero lo que encontró tras la pared de su mente fueron las mismas imágenes que había visto hace dos semanas. Severus se estremeció ante el conocimiento de lo que estaba por venir, y en algún lugar, muy lejos, escuchó a la señorita Granger pronunciando palabras, rogándole y suplicándole que se detuviera, como había hecho el día en que las alucinaciones habían comenzado.

Una deslumbrante Hermione en un vestido negro hecho sólo para resaltar su escote. Hombres volviéndose a mirarla, mujeres observándola con celos. Draco Malfoy a su lado.

Hermione sosteniendo una copa de vino tinto, bebiendo de ella, sus ojos brillando bajo la oscura noche de sus pestañas. De pronto, Lucius Malfoy ante ella.

"A ver, a ver¿qué hace una pequeña sangresucia en un baile como este?"

"Esperándolo a usted, Señor Malfoy", humedeciendo sus labios con el vino e inclinándose levemente hacia él.

"¿Qué podría querer yo con una niña como tú?"

"Hay muchos usos para una sangresucia, Lucius, y muchos de ellos pueden ser disfrutados por ambas partes."

Lucius sonriendo, y una sensación de… lujuria surgiendo en sus ingle. Él la conduce a un cuarto y ella no puede esperar a sentir sus manos en su cuerpo.

Sus gemidos, mientras él desgarra la parte de arriba de su vestido…

Una doble defensa, notó Severus, sorprendido de la calidad de la defensa de Hermione. Había combinado una pared mental con una segunda pared de imágenes falsas que podrían satisfacer a cualquier oclumentista en cuanto a su realidad. Nadie buscaría más allá.

Hermione arrodillada en frente de Voldemort, su frente tocando el suelo.

"Sé que no soy nada más que una baja sangresucia, Milord, pero incluso alguien como yo puede serle útil a su Grandeza. Sé cosas de valor para usted, soy la mejor amiga de Potter y estoy ganando la confianza de Dumbledore. Sólo deseo servirle."

Levantándose a la señal del Señor Tenebroso y sintiendo poder, triunfo y gratitud. Se había unido a sus filas. Era ahora una Mortífaga. Estaba sirviendo al ser más poderoso sobre la tierra.

Hermione de pie en frente de Voldemort. "Es un sucio traidor, Milord, nada más. ¡Lo ha traicionado al viejo tonto desde que usted regresó!" Gozoso orgullo dentro de ella. Había puesto al viejo vampiro en su lugar. Ella era la mascota del Amo, reina del mundo que estaba por venir.

"Puedo entregarle a Potter, Amo. Sólo necesito un poco de tiempo y planificación, y le entregaré al pequeño cretino en sus manos", y las poderosas garras del Señor Tenebroso lo aplastarían, y ella estaría mirando.

Severus trató de avanzar a través de las imágenes que lo rodeaban y se burlaban, pero no había caso. Estaban perfectamente diseñadas, sin ninguna apertura, sin espacio para entrar a la mente que se escondía tras de ellas. Con impotencia, tuvo que observan como se desenvolvían delante de él.

Hermione arrodillada una vez más. "Desvistete", le ordenó Voldemort, y ella obedeció, quitándose su túnica y parándose en blanca desnudez ante el círculo de Mortífagos.

"Cualquier cosa para usted, Amo." Y ella lo creía. Iba a servirlo hasta su muerte.

Las oscuras formas de los Mortífagos acercandose a ella, golpeándola con pies y manos. Azotándola.

"Esto es lo que obtiene una sangresucia si quiere entrar a nuestro circulo."

Hermione gritando de placer, temblando de lujuria y suplicando por más.

"¡Le agradezco este dolor, Milord!. ¡Cualquier cosa por usted, Amo!"

Severus sintió el cuerpo de Hermione temblando bajo sus manos. No había manera de llegar más alla de estas imágenes. ¡Pero él ya sabía que eran falsas!. ¡Sabía que tenía que haber algo más! Con todo el poder que poseía su mente, se lanzó contra la barrera de imágenes, una y otra vez, escuchando como Hermione gritaba de dolor y angustia, y finalmente, sintió la pared remeciéndose bajo sus violentos golpes.

Hermione, retorciéndose y gimiendo de placer bajo el cuerpo desnudo de Lucius Malfoy, mordiéndolo y arañándolo, haciendo brotar sangre.

Hermione gritando mientras Lucius la embestía, golpeando su cabeza contra la fria muralla de piedra.

Sus ojos completamente abiertos bajo el cuerpo que la embestía, sus pupilas casi negras, llenas de lujuria, triunfo, dolor, la necesidad de sangre…

¡Había una entrada! Ahora podía verla - muy profundo dentro de sus pupilas, brillaba una luz, la huella de algo más, una pequeña entrada a su alma. Con lo último de sus fuerzas, presionó para entrar, sintiéndose absorbido hacia la profundidad de los ojos de Hermione.

Ella gritó, sus manos lo rasguñaron, tratando de soltarse con todo el poder que poseía, pero Severus no se rindió, casi aplastando la cara de la chica entre sus manos, y se internó más profundo en su mente. Más profundo. Y más.

Y allí, en la oscuridad de su corazón, encontró el horror.

Él quería reunirse con ella de nuevo, tan sólo un día después de sus últimas… actividades. Apareciéndose a la pequeña cabaña que usaban como lugar de encuentro, Hermione apenas supo donde estaba cuando él ya estaba encima suyo, quitándole su varita, protegiendo el cuarto y abriendo su blusa de un solo rasguido. No se molestó en arrastrarla a la cama. Tomándola del cabello y forzándola a ponerse de rodillas, metió su pene en su boca. Hermione se atoró, pero se las arregló para cambiar el sonido a un gemido de lujuria antes de que saliera de su boca. Puedes hacerlo, Hermione, escucho que su voz repetía en su cabeza, sobrevivirás esto. Respira. Lame. Mama. ¡Gime! El odio la quemaba por dentro, pero cuando él la levantó de un tirón y la aprisionó contra la fría pared de piedra, con la falda levantada hasta las caderas, aun el odio sucumbió bajo la montaña de dolor y miedo. Ella cerró los ojos y trató de pensar en otra cosa, en el calido fuego de la Sala Común, en Crookshanks, ronroneando en sus piernas, en el precioso techo del Gran Salón, mientras gritaba con falsa lujuria y decía su nombre, pero él no la dejaría escapar tan fácil. Y cada terrible embestida situaba la vergüenza más profundamente en su corazón.

"Eres una puta sangresucia, Granger, y nunca serás más". Hermione estaba arrodillada ante a un Mortífago completamente vestido en sus túnicas, desnuda y temblando, su cuerpo cubierto de heridas sangrantes, "No eres digna ni de la tierra bajo nuestros zapatos¿lo sabías? Pero seré generoso, sangresucia. Lame mis botas – tal vez le agreguen algo de valor a tu vida. ¡Lámelas! " Las botas, cubiertas de la sangre de su última víctima. ¡Haz lo que hay que hacer¡Dios, desearía que usara el Cruciatas! Y Hermione bajó su cabeza hacia las botas y pasó su lengua por la salada sangre. "¡Le agradezco, mi Señor!", murmuró diligentemente, y oyó la tronante risa del Circulo Interno, "¡Gracias por el dolor!" Después, una fuerte patada en un costado la dejó tendida en el suelo, con los Mortífagos rodeándola. Había roto una costilla, pero rompería mucho más antes de que la noche acabara.

Severus había visto suficiente… trató de retroceder. El cuerpo de Hermione hacía rato se había quedado quieto en sus manos, y sólo las imágenes y las sensaciones que llenaban su mente le decían que aun no se había desmayado. Pero para su horror descubrió que no podía salir de su mente, que las barreras que había traspasado ahora lo mantenían dentro, y antes de que pudiera romper el contacto, antes de que pudiera apartarla y terminar con esta tortura, nuevas imágenes se abalanzaron sobre él, y entonces estuvo perdido entre los horrores que eran sus recuerdos.

¡Dios, no, gritó cuando sintió el terrible dolor que era Lucius Malfoy invadir su abdomen. Había estado sangrando por semanas, y temía que el dolor la matara antes de tiempo. De pronto, unos fuertes dedos se apretaron alrededor de su cuello. ¡No podía respirar! El pánico la invadió, y luego escuchó la voz de Lucius susurrando en su oído. "¿Qué dijiste, puta sangresucia?" "¡Dije no pares, Lucius, no pares!", se atoró, pensando: la mataría ahora, y se inundó de paz con este pensamiento. Pero luego el ya estaba encima de ella de nuevo, golpeándola, pegándole y mordiéndola, rasgando la tierna piel de sus pechos. "Si, dámelo, si", gritó, mientras las lágrimas llenaban sus ojos, pero estaba oscuro y el no podría notarlo, así que las dejó caer. No habría paz esta noche. No para una puta sangresucia.

Hermione sentada en su cama, curando una profunda herida en su cadera, llorando en silencio del dolor. Tan exhausta que ya ni siquiera podía dormir. Las pesadillas la acechaban y era demasiado riesgoso robar más Poción para Dormir sin Sueños. Y las clases empezarían pronto… ¡Pero nadie debe darse cuenta¡Nadie debe notarlo!

Con desesperación, Severus luchó contra las defensas que se habían convertido en su celda. ¡Tenía que escapar¡Ya no podía seguir soportándolo! Por primera vez en años, el pánico y el miedo lo hicieron incapaz de pensar y luchó a ciegas, tan sólo para escapar del dolor, el horror, la vergüenza que corría a través de ella. Pero la imagen siguiente lo hizo congelarse en shock.

Su propia cara, delante de ella, mientras sus manos tomaban sus mangas y la forzaba a mirarlo a los ojos. Su presencia en su mente, forzándola a revivir las imágenes que había plantado para proteger la verdad. Él ahora me odiará, pensó con ella, y sintió el ardiente dolor de la vergüenza y la humillación correr por las venas de Hermione¡me verá como la puta que soy!

Sus propios ojos, nublados de odio y asco mientras la apartaba de sí como algo sucio e infectado. ¡Haré lo que hay que hacer¡Haré lo que hay que hacer! La repetición en sus oídos, y luego la sensación de la máscara congelando la expresión de la chica, la fría pasividad del control mientras escuchaba su propia voz, insultándola, y sintió como algo se rompía dentro de ella, algo cálido que aun quedaba de pronto se desvaneció, una pequeña, endeble esperanza se apagó.

Él lo había hecho. Él le había hecho lo que ningún Mortífago había conseguido hacerle antes. Ella estaba muerta ahora. Podía simplemente dejar de respirar y dejar que la oscuridad la tomara. Y una memoria llenó su mente, aun más fuerte que todas las demás, la silueta de un hombre, agachado en el suelo en la oscuridad, una cara asustada, blanca por la pérdida de sangre, y una voz, temblando de miedo, llamando el nombre de la chica…

De pronto, Severus se sintió siendo expulsado de la mente de Hermione con un poder tres veces más fuertes que el que él poseía. Algo duro detuvo su caída y cuando abrió los ojos se encontró encima de un sillón de su biblioteca. Nada había cambiado en el cuarto. Pero todo había cambiado en su interior. Buscando desesperadamente a la chica con los ojos, la encontró tirada en el suelo en un montón inerte de ropas, cabello y extremidades. Sus hombros temblaban con fuerza y sus profundos y roncos respiros se mezclaban con los de él.

¡Dios, qué había hecho! Lo único que había querido era dar una mirada a sus verdaderas intenciones, saber por fin su posición. En cambio, la había invadido, violando sus pensamientos y despertando recuerdos demasiado dolorosos para compartir con otros!

¡Que pudiera sentir todo esto y aun así continuar con su misión, que pudiera funcionar como un ser normal y actuar como la niña leal con esas imágenes en su mente!

¿Cómo soportaba eso? Severus nunca había sentido a una persona sufrir tanto dolor y aún vivir.

Su cabeza estaba en blanco. Trató de encontrar algo que decir, cualquier cosa que la hiciera sentir mejor, pero donde normalmente los pensamientos danzarían dentro de su cabeza, ahora no podía ver nada más que esas horribles imágenes, no podía oír nada más que sus gritos, no podía sentir nada más que su miedo y vergüenza.

Pero ella no se movía. No lo miraba ni reaccionaba a nada a su alrededor. Así que Severus se acercó a ella, y lentamente, con vacilación, posó una mano sobre su hombro.

"No me toque", susurró ella, poniéndose de pie como podía y apoyándose débilmente en el respaldo del sillón. "¿Cómo se atreve a tocarme después de lo que me hizo?"

"Lo siento, señorita Granger, yo…"

"No hay excusa para lo que acaba de hacer, Profesor", le gritó, convirtiendo el titulo en un insulto que lo golpeó como un puño en el estómago. "Usted no es mejor que ellos. ¡Ellos pueden haber violado mi cuerpo, pero usted acaba de violar mi mente!"

"Yo sé que esto no… Jamás lo habría hecho si… ¡Pero tenía que saber, señorita Granger, tenía que saber!" su voz se elevó en una desesperada súplica de que lo entendiera, mientras sabía que ella no podía perdonarlo, que no podía entenderlo por lo que había hecho. No lo merecía es perdón ni comprensión. ¡Dios, ella no era el monstruo – era él!

"Entonces ahora el mundo puede volver a la normalidad, ahora que Severus Snape ha probado su superioridad a una estudiante sangresucia", dijo ella amargamente, frialdad radiando de sus ojos. "¡Realmente espero que haya valido la pena, Profesor¿Lo hace feliz, saber que no soy tan fuerte como usted, que me han castigado lo suficiente por haberme atrevido a tomar su lugar¿O quiere seguir invadiendo mi mente como si fuera una copia barata de Gringotts¿Tal vez le gustaría tirarme también, para que de verdad me conozca desde adentro hacia fuera?"

Hermione avanzó hacia él, sus ojos brillantes de furia, y abrió la parte superior de su pijama. Severus retrocedió instintivamente de vergüenza y temor, "¡Señorita Granger, por favor!"

"¡Oh, ya veo!", gritó ella, con lagrimas cayendo por su cara que le daban una brillantes sobrenatural a sus ojos, "¿No después de lo que ha visto, Profesor? Ciertamente no querría tocar a una puta como yo¿verdad¿Le da asco? Bueno, yo definitivamente me doy asco a mi misma. ¡Espero que eso le de un poco de satisfacción!"

Severus sólo podía mirarla, sin aliento, demasiado shockeado como para pensar en algo más que el increíble dolor que brillaba en la cara de Hermione.

"¡Podría matarlo por esto!", murmuró, su voz temblando tanto como su cuerpo. "Ya era suficientemente difícil de soportar cuando nadie sabía, pero ahora… Cada vez que Lucius me toque, sentiré sus ojos sobre mí, sabré que usted sabe…"

De pronto, como si lo que había pasado finalmente la golpeara, la cara de Hermione perdió todo el color y se atoró, presionando su mano contra su boca para evitar vomitar. Severus hizo un leve movimiento hacia ella, pero ella lo evitó y corrió fuera del cuarto, subiendo por la escalera. Severus pudo escuchar su puerta cerrarse de un golpe.

Y luego hubo sólo silencio.


Nota de la Traductora: hola¿me odian mucho por todo lo que se ha demorado este capítulo? Lo sientooooooooo! De verdad! De verdad, deveras, deveritas!

La vida me tiene al borde del colapso nervioso, no tengo ni un minuto del día para mi misma y ya no sé de donde sacar tiempo. A esto hay que sumarle que la vida para los estudiantes de mi país ha sido... compleja... en estos ultimos dias. (Hay algun lector chileno por aqui? Si los hay, entenderán a lo que me refiero. En todo caso, como estudiante universitaria, adhiero a las demandas estudiantiles "originarias" en un 100)

Bueno, quiero insistir en que pase lo que pase, terminaré esta traducción hasta el último capítulo, aunque me tome años! (No se asusten, no pretendo demorarme años.. jejejeje!) Así que por favor tenganme paciencia! Aprovecho también para agradecerles a todos por sus reviews, sus preciosos comentarios y su apoyo, de verdad que me hacen muy feliz! Y estaré esperando los de este capítulo! ;)

Un abrazo a todos, y ya lo saben: REVIEW!