Capítulo 12: Distanciándose.
Soltando un largo y entrecortado suspiro, Severus se dirigió hacia el sillón y se dejó colapsar sobre el suave y frío cuero.
Levantó su mano derecha y vio que estaba temblando, se pellizcó el puente de la nariz y después, cuando nada de eso pareció ayudar, se frotó la cara vigorosamente con ambas manos para devolverle algún tipo de sensación.
Estaba pasmado del shock. Por vez primera en muchos años, Severus Snape estaba congelado. No podía pensar. No podía actuar. Y no podía sentir. Todo su ser estaba centrado en una frase, resonando en su mente una y otra vez: "¡Usted acaba de violar mi mente!"
¡Eres un monstruo, Severus!
Vergüenza y culpa lo invadieron, imposibilitándole casi por completo de respirar. Se ahogó en autorecriminacion mientras recordaba en cuerpo tembloroso de Hermione bajo sus manos, sus ruegos para liberarse, para que la dejara en paz, y como él había roto todas sus paredes de defensa, sólo por la necesidad de saber. No había habido respeto en lo que había hecho, no había habido humanidad. Le había quitado todo lo que quedaba en ella, y no había dejado nada.
¡Un monstruo!
¡Ella era un ser humano, por el amor de Dios! Apenas una mujer, y su alumna. Él le había prometido protección y cuidado, y luego la había engatusado hacia una situación de la que no podía escapar.
Severus tembló al recordar la amargura de su voz, la profunda resignación. Recordó la vergüenza que ella sentía por lo que había hecho, su vergüenza por haberlo revelado.
"¿Lo hace feliz, saber que no soy tan fuerte como usted, que me han castigado lo suficiente por haberme atrevido a tomar su lugar?"
¿Cómo podía creer que él pensaría así?. ¿Que la consideraría débil, o que le desearía esos castigos? Pero si lo piensas bien, encaja perfectamente con Snape el bastardo ¿o no?, pensó amargamente, y de nuevo, se vio a si mismo arrinconándola, con furia y odio en sus ojos, escupiendo insultos en su cara…
No era extraño que ella lo creyera capaz de tal arrogancia, de tal odio. ¿Lo suficiente para regocijarse en la miseria de su alumna más brillante? Pero él nunca le había dicho a la chica cuanto admiraba su inteligencia, cuan orgulloso estaba de sus logros académicos. Nunca le había dicho cuan valiente la consideraba.
Y ahora ella estaba escondida en su cuarto, escondiéndose de él. Probablemente secando su corazón de lagrimas. Probablemente peor.
Y todo era su culpa.
Severus intentó levantarse, moverse, subir las escaleras e ir al cuarto de la chica, pero no pudo. Simplemente no podía enfrentarla. ¿Cómo hacerlo después de lo que había visto, después de lo que había hecho?
Temía lo que encontraría cuando la viera. El odio en su cara, la completa desesperanza había sido demasiado para soportarlo. Él no era capaz de ver esa expresión en sus ojos otra vez.
Uno suaves pasos en las escaleras lo sacaron de sus amargos pensamientos. Hermione Granger descendió las escaleras, y Severus se preparó para lo que iba a ver.
Pero no fue la vista que él había esperado. Pues en lugar de una niña deshecha y en pánico, lo que entró a su biblioteca con paso decidido fue una reina. Una reina de hielo.
Su cabeza estaba alta, los hombros rectos y su postura perfecta.
Por la humedad de su cabello, Severus supo que había tomado una ducha. También se había cambiado de ropas y se había puesto su túnica, como para distanciarse a si misma de la atmósfera casual que había compartido hacia menos de una hora.
Jamás él la había visto tan fría, y aunque a estas alturas ya sabía que aquello no era más que una desesperada máscara, que usaba para engañar al mundo, Severus se estremeció. Ella ya no parecía… humana, sino que algo esculpido en mármol y diamantes, demasiado duro para ser tocado. Demasiado duro y eterno para sentir el dolor.
Ella ya no estaba aquí, comprendió Severus en ese momento. Había exiliado los últimos restos de emoción, de lo que la hacía humana, muy lejos a algún lugar escondido que nadie podría nunca encontrar, y ahora no era más que un títere, moviéndose por su propia voluntad, ama y herramienta al mismo tiempo.
Severus se levantó del sillón y se acercó a ella, inseguro y torpe como un escolar. Ella no lo miró, sus ojos observándolo todo en el lugar menos a él. Él quería disculparse, murmurar excusas, cuando su voz, perfectamente tranquila y controlada, lo detuvo.
"Debo disculparme por mi comportamiento anterior, Profesor Snape", anunció Hermione, y absolutamente nada se movió en su cara.
"¿Qué…?", Severus no podía creerle a sus oídos. ¿Ella se estaba disculpando ante él?. ¿Se había vuelto loca?
"Mi agresividad fue infundada. Usted sólo hizo lo que consideró necesario. Ciertamente esto no es algo por lo cual sentirse culpable. Mi reacción fue exagerada."
"Señorita Granger, .¿de qué está hablando?", preguntó Severus, una vez más a punto de ahogarse en la confusión, "¡Sé tan bien como usted que mi comportamiento fue inexcusable! Pero todo lo que le pido es que me deje explicarle, que me de una oportunidad para…"
"No escucharé sus explicaciones", lo interrumpió ella, "Usted hizo lo que había que hacer. Eso es todo lo que necesito saber. Todo lo que quiero saber."
Haré lo que hay que hacer, murmuró su voz en los oídos de Severus. ¿Acaso ella consideraba sus acciones nada más que un mal necesario?. ¿Creía que esta parte de la guerra silenciosa, el juego que los espías debían jugar con sus vidas era nada más que necesario?. ¿Creía que había perdido ante él y que tenía que aceptar su derrota?
"Y ahora, Profesor Snape, quisiera irme."
¡Él no podía dejarla ir así!. ¿Pero qué podía hacer que ella no considerará aun otro ataque a sus defensas?. ¿Cómo demonios podía demostrarle que se preocupaba por ella?. ¿Que lo sentía? Severus nunca había sido muy bueno con las disculpas, pero ahora no le era difícil ver su culpa. Ni admitirla.
"Lo siento tanto, señorita Granger. Sé que le hice un gran daño, pero yo…"
Aún, la voz de Hermione no denotaba emoción alguna más que la huella de una fría y cruel diversión.
"Deje de lamentarse, Profesor. Estamos en guerra. Usted hizo lo que tenía que hacer. Es obvio que deben haber victimas. Pero tal vez debiera recordar que no debe destruir las armas de su propio equipo."
¿Un arma? Ella no era ningún arma, por el amor de Dios, ella era su estudiante, una niña que se había visto envuelta en una guerra demasiado grande para ella, aun si luchaba con valentía. ¿Por qué no había dejado que Dumbledore, Minerva o él mismo la ayudaran?. ¿Por qué se había sometido a su crueldad, actuado como si el tuviera el derecho de tratarla como una…?"
Severus sentía que su cabeza iba a estallar en cualquier momento. Un dolor agudo llenaba su mente y le hacía imposible pensar. Sentía deseos de llorar por la injusticia de todo.
"¿Por qué no me lo dijo?", susurró Severus, su voz quebrándose, "¿Por qué me dejó creer que estaba haciendo esto voluntariamente, disfrutándolo? Dios, yo nunca habría…"
"Mi orgullo era lo único que me quedaba, Profesor. ¿Usted conoce la sensación, verdad?"
"Si", la comprensión de lo que le había quitado quemaba en su garganta, "Y desearía que…", se detuvo. Ya no sabía lo que quería. ¿No haberse enterado nunca?. ¿Qué no hubieran puesto a la chica bajo su cuidado?. ¿Qué la guerra nunca hubiera comenzado?
"No cambia nada", respondió ella con frialdad tras un momento, "Absolutamente nada."
"¿Pero cómo puede decir eso?", gritó Severus, tratando de romper su apariencia de terrible calma, sin saber de que otra manera expresar el remordimiento que sentía. ¿Qué me has hecho, niña?., pensó, ¿Qué has hecho que haga?, "La creí una puta, un monstruo pervertido mientras que todo el tiempo usted…"
"Pero yo soy una puta, Profesor", su cara inexpresiva, lo miró como si le estuviera enseñando una lección, como si él fuera un idiota que aun no comprendía la cuestión, "Aún vendo mi cuerpo a cambio de información, aun pretendo disfrutar lo que ellos hacen. Me presto para sus juegos. El hecho de si lo disfruto o no, no cambia los hechos. Yo soy el monstruo pervertido que usted me creyó, así que deje de hacer tanto escándalo sobre esto."
El cuerpo de Severus se estremeció de horror cuando el impacto de sus palabras lo golpeó. De pronto, todo tenía sentido. Un terrible sentido. Recordó los sentimientos que había leído en la mente de la chica cuando la había llamado puta aquella primera vez, en esta misma biblioteca. Sus sentimientos de vergüenza y la pequeña, tambaleante luz en su cuerpo que se había extinguido.
Ella no se había sentido avergonzada de las imágenes que él había visto o de las cosas que ella había hecho. Había estado profundamente avergonzada de que él lo hubiera averiguado. Que él finalmente la conociera por quien realmente era. Y ella había aceptado su juicio, no para mantener sus secretos ocultos, sino porque lo consideraba verdad. Puta asquerosa.
"¡No puede creer esto de verdad!"
"No pudo costear tener ilusiones, Profesor", respondió ella cansadamente, "no soy ninguna joven princesa inocente esperando al héroe en caballo blanco. Me he mezclado con los demonios y eso me hace un demonio. Nunca volveré a estar limpia y blanca y feliz de nuevo. Yo acepto eso. Y usted también debería."
Él entendía demasiado bien. Por años, sus días y noches habían sido envenenados por la culpa y la vergüenza, por el horror de las atrocidades que había cometido. Y esa sensación no cambiaba en lo más mínimo por saber que todo lo que había hecho había sido por el bien de la Orden, que todas sus víctimas habían muerto menos dolorosamente que bajo las manos de otro Mortífago. Aun así, había sabido que era un asesino y que, aunque estuviera sirviendo a la Luz, jamás podría pertenecer a ella por las cosas que había hecho.
Pero escuchar los mismos sentimientos pronunciados por labios tan jóvenes, ver en sus ojos la resignación que él había sentido por todos esos años, era algo distinto. Él no podía dejarla continuar por ese largo camino que lo había conducido a la oscuridad. No podía dejarla morir por dentro como él había muerto, cada noche un poco más, hasta que no fue más que la cáscara de un hombre, la sombra de la noche más oscura.
"¡Estas son tonterías, señorita Granger!. ¡Usted es una víctima! Usted…"
"Yo fui con ellos por mi propia voluntad", lo interrumpió, su voz como acero. "Yo seduje a Lucius, no al revés. No fui secuestrada y violada, yo los invité a ello. Y aunque tengo la opción de huir y esconderme, volveré ahí y continuaré invitándolos. Si eso no me hace una puta, no se qué lo haría. ¿Me deja irme ahora?"
"¡Pero no tiene que seguir haciendo esto! Yo la ayudaré, señorita Granger, hablaré con el Director y le explicaré todo…"
"No necesito su maldita ayuda, Profesor", dijo ella con dureza, "Me las he arreglado bastante bien por mi cuenta antes de que usted empezara a interferir, muchas gracias. No le permitiré que estropee mis planes", su voz se nubló de emoción, de fría furia por su impertinencia, y de cansancio…
"No debe volver, señorita Granger", dijo Severus, y por primera vez desde que ella había vuelto a la biblioteca, su voz sonaba calmada. No había forma de que él pudiera obtener perdón de parte de ella, no había forma de deshacer el daño que le había causado.
Pero si había una manera en que él podía asegurarse de que la vida de la chica no terminara así. Había una forma de rescatarla, aunque ella no quisiera que él la rescatara. Aunque ello significara herirla una vez más, usar el terrible conocimiento que había adquirido en su contra.
"No puedo permitirle seguir haciendo esto. No ahora que sé…"
"Ya se lo dije. Nada ha cambiado. No para mí. Y ciertamente no arriesgaré el desenlace de esta guerra para no herir sus sentimientos", le dijo ella, el sarcasmo golpeándolo como una cachetada.
"No por mis sentimientos, señorita Granger. ¡Hágalo por usted!", Severus intentó discutir, "¡Usted es aun tan joven, hay tanto que podría hacer con su vida! No la bote a la basura…"
"¿Me pide que ponga mi vida por sobre la de los pobres niños y niñas muggles que son torturados en este mismo momento?. ¿Por sobre la de mis compañeros de Gryffindor?. ¿De sus Slytherins?. ¡Todos ellos pueden morir si esta guerra continúa!. ¿Y qué hay de Draco?. ¿Y Harry, Ron, y Ginny? Todos ellos ya han sufrido bastante. Han visto demasiado para su edad. Y si puedo ponerle fin a todo, si puedo evitar la batalla final ¿realmente espera que me siente a disfrutar mi vida?"
Era divertido, pensó Severus, en alguna pervertida y oscura forma. Él podría haber dicho esas palabras con ella, podría haber hecho el discurso en lugar de ella. Hermione reflejaba sus propios pensamientos, sus propias creencias tan perfectamente. Y Severus perfectamente sabía lo que la esperaba en este camino para salvar al mundo.
La oscuridad, el miedo, la locura. Y, finalmente, la resignación.
Severus no dejaría que le pasara a ella, ahora que había vuelto a conocer los placeres de la vida, ahora que finalmente se había dado cuenta de lo que había renunciado por todos esos largos y solitarios años. Era un gran paso, comprendió Severus, ser finalmente capaz de sentir el duelo de la vida que había perdido. ¿Podría recordarle a ella lo que iba a perder?
"¿Pero y que hay de usted, señorita Granger?. ¿No ha sufrido demasiado usted también?."
Sus ojos se encontraron en ese momento, y mirando en la profundidad almendrada de los de ella, Severus vio… nada.
"Yo ya estoy muerta, Profesor", dijo Hermione, y no había drama en su voz, ni amargura. Era la constatación de un hecho para ella, nada más. "Mi cuerpo aun se mueve, pero no queda nada en mi interior que pueda seguir."
"No le creo", murmuró Severus, recordando el fuego en sus ojos y en su voz hace sólo unas horas. "¡Yo sé que queda algo, y no voy a permitir que lo mate!. ¡Convenceré a Albus de protegerla, aunque tenga que contarle todo!"
"Si le dice una palabra al Director acerca de su "sesión de legilimencia" conmigo, dejaré Hogwarts y jamás regresaré, Profesor. Délo por seguro. Si me entero de que le informó acerca de esto, ni usted ni nadie más de esta escuela me volverá a ver. ¡Y creame, me enteraré!"
Severus no lo dudaba. Jamás volvería a dudar de sus habilidades. Pero él no era del tipo de rendirse tan fácilmente, tampoco.
"Entonces encontraré otra forma de convencerlo, señorita Granger. ¡Quédese aquí!", le ordenó.
Sin importarle que ella pudiera verlo, se precipitó hacia el manto de la chimenea de la biblioteca y sacó un poco de polvo flú de su bolsillo. No se detuvo a considerar que estaba traicionando su conexión flú secreta ante ella, sino que le ladró "oficina del Director" a la chimenea y metió a ella.
Severus no se volvió a mirar la extraña expresión que había en la cara de Hermione mientras lo veía marcharse.
Nota de la Traductora:¡Lo hice!. ¡Actualización en menos de dos semanas! XD
El proximo capítulo es un poquito más largo así que no creo que lo tenga tan pronto, pero intentaré ser tan eficiente como en este cap! ;)
...Tengo un pequeño problema con la puntuación al subir los capitulos. A veces por alguna razón que no logro explicarme, en el capitulo publicado no aparecen algunas comas, signos de interrogación, de exclamación, o puntos. La única solución que he logrado encontrar hasta ahora es poner un punto después del signo que desaparece, por eso van a ver algunas cosas raras como signos exclamación seguidos de puntos, comas seguidas de puntos, etc. Si alguien conoce una forma más eficiente de arreglar esto, agradecería la ayuda!
Aunque ya suena un poco repetitivo a estas alturas, no puedo evitar decirlo:. ¡muchas gracias a todos por sus reviews! Me hacen muy feliz!. :o)
(y pobre Sev... esta al borde del colapso mental absoluto...)
