Capítulo 14: La vida puede ser divertida

Era casi medianoche cuando Hermione volvió al castillo, e incluso sellar el pasadizo secreto era casi demasiado para su fuerza perdida.

No podía sentir más que un atisbo de magia dentro de ella, su pulso era irregular y casi inexistente.

Le llevó cinco minutos cerrar la puerta y tocar las piedras con su varita para reactivar el hechizo ocultador. Sus manos estaban ensangrentadas al igual que su varita, y necesitó descansar contra la pared con los jirones que quedaban de su capa colocados cuidadosamente entre su sangrante espalda y la fría piedra antes de que encontrara la fuerza necesaria para limpiar las manchas rojas de la puerta secreta.

Su cuerpo estaba traicionándola en un sentido tan literal que casi lo encontró divertido.

Entonces se dio la vuelta y se encontró con el largo corredor de las mazmorras seguido de los cientos de escalones hasta la torre Gryffindor.

No era capaz de subir.

Sus ojos parpadearon hacia el cruce que conducía al salón de Snape, y sacudió la cabeza casi imperceptiblemente.

Definitivamente no era una opción. Él había dejado muy claro que lo que le pasara no tenía nada que ver con él, y ella no acudiría a él por ayuda.

Nunca.

¿Pero cómo llegar a su habitación, a la seguridad de su cama y al agua limpia y al jabón?

Las escaleras estaban fuera de discusión. Había aprendido muchos encantamientos de levantamiento para evitar de estar clavada en las mazmorras con una pierna rota, pero su condición en ese momento no le permitía ningún tipo de magia, salvo los hechizos más fáciles.

Usa un encantamiento sencillo, se dijo a sí misma con severidad. Nada complejo. Pero cual…

De repente un recuerdo llegó a ella, de Harry sentado y melancólico en la biblioteca sobre un pesado libro con la desesperación en sus ojos…

"Un hechizo simple…", murmuraba una y otra vez mientras se revolvía el pelo, convirtiéndolo en un caos mayor. "Uno simple. ¿Pero a cual te refieres, Sirius?"

Cuarto año. El torneo de los tres magos. Primera prueba. No habían conseguido encontrar un hechizo contra el dragón, pero a Harry finalmente se le había ocurrido otra solución.

Ahora, Hermione levantó una mano temblante.

"Accio Saeta de Fuego", gruñó, sintiendo la sangre de su boca mojar su lengua.

Hermione no estaba segura de si la escoba de Harry realmente podría encontrarla, y esperó tensa. Pero entonces sintió la pulida madera del mango en su mano, antes incluso de que sus ojos se adueñaran en las delgadas formas de la Saeta de Fuego y suspiró tranquila.

Torpemente subió a la escoba, su mano buena apretó el mango mientras su brazo y rodilla se arrastraban inservibles a su vista. Ella siembre había odiado montar en escoba, pero ahora agradecía a Harry por todas y cada una de las lecciones que le había forzado a tomar. El paseo fue torpe y doloroso, y sólo la pura suerte la mantuvo a salvo de caer unas pocas veces, pero cuando finalmente alcanzó la puerta de su habitación no podían haber pasado más de quince minutos.

Suspirando de alivio, desmontó y tuvo que ahogar un quejido cuando sus rodillas se rompieron bajo ella y calló al suelo. Limpieza, se ordenó a si misma hastiada, y forzó a sus gimientes músculos a moverse, y deshazte de la escoba.

Con un golpe de su varita la mandó de vuelta a la torre Gryffindor. En el mejor de los casos los chicos de séptimo estarían dormidos ya cuando la Saeta de Fuego de Harry se extravió y ninguno de ellos se habría dado cuenta.

El suelo estaba rojo con su sangre y Hermione no podía aplicar el hechizo limpiador correctamente. Tuvo que aplicarlo tres veces y su concentración menguaba. Negras gotas estaban bailando delante de sus ojos y se forzó a si misma a volver a una posición erguida.

Solo unos pasos más y estaría a salvo. Hermione maldijo su propia debilidad. Podía hacerlo¡maldición! Solo unos pasos más…

En algún lugar de la oscuridad, hubo un sonido.

Hermione se quedó rígida, su pié se quedó en el aire, no se atrevía a respirar. ¡Ahí estaba otra vez! El crujido de de una vieja y oxidada puerta moviéndose lentamente en sus bisagras. Una puerta… ¡o un retrato girándose a un lado para permitir salir!

Ignorando todo el dolor y sucumbiendo al pánico, Hermione se apresuró a llegar a su propio retrato, colocó su mano en la vieja lona y murmuró su contraseña.

El resonante sonido de pasos llegó a sus oídos cuando el retrato se balanceaba para admitirla. Estaba de casi dentro cuando su rodilla se desplomó bajo ella. Un jadeo de dolor se escapó de sus demacrados labios. ¡Nadie debía verla!

Con un último y desesperado esfuerzo, se arrastró fuera del agujero abierto y empujó el retrato para que se cerrara.

Hermione se tumbó en la oscuridad, jadeando y cuidando su rodilla, sin siquiera atreverse a gemir y escuchó los pasos que avanzaban lentamente hacia su puerta.

¿Habría limpiado el suelo lo suficiente?. ¿Habría trazas de sangre en el retrato?. ¡No había pensado en limpiarse las manos antes de tocarlo! Qué pasaría si…

¡Calma Hermione! Es probablemente un estudiante merodeando después del toque de queda. Ni siquiera mirará a tu retrato. Estás perfectamente a salvo…

Pero entonces una voz cortó su discurso tranquilizador, y la chica pensó que su corazón dejaría de latir.

"¿Hermione?"

Era Ron, definitivamente, no había duda de quien era el propietario de esa voz.

El pánico creció en ella. Él no la había visto ¿verdad¿Sabía que ella estaba allí, y en qué estado?

"¡Hermione! Sé que estás ahí ¡abre la puerta!"

¡Pero no podía! Demonios, ni siquiera podía moverse. Y no es que estuviera exactamente presentable…

"Vi la Saeta de Fuego desaparecer y volver, y he visto tu puerta cerrarse cuando he girado la esquina. ¡Deja de fingir que no estás ahí!"

Ella esperó en silencio a que él se marchaba. Quizás Ron pensaría que se había equivocado.

"Bien, no me dejes entrar si piensas que esto es divertido" dijo después de un rato. Su voz sonaba enfadada y herida, incredula de que ella le tratara así, y ella no quería nada más que agarrarlo en un gran abrazo. Desafortunadamente, no podía usar su brazo izquierdo.

"Esperaba hablar contigo, sabes" siguió adelante "Sobre lo que pasó ayer por la noche. Harry está muy triste. Se negó a hablar de ti todo el día, pero estoy seguro de que se sentirá muy aliviado si tú vas y hablas con él. ¿Hermione?"

Silencio. Un largo suspiro desde el pasillo.

"Sé que a ti no te gusta el modo en que nos comportamos, Hermione. Piensas que es irresponsable, que deberíamos madurar. Pero él está tan asustado. Y cuando está solo, en el dormitorio por ejemplo, se pone todo pensativo y melancólico. Él piensa que va a morir, creo. Y muy pronto. Todo lo que quiere es un vistazo de la vida que podría haber tenido. ¿Es mucho pedir?. ¿Es tan malo si yo lo distraigo un poco y lo ayudo a divertirse algo?. ¡Háblame Hermione!"

Con los ojos como platos Hermione miraba fijamente hacia la oscuridad. ¿Cuándo había pasado?. ¿Cuándo había dejado de hablar con sus amigos, de escucharlos, de tomárlos en serio? Ella ni siquiera había notado los cambios de humor de Harry, ni la decisión de Ron de hacerlo más fácil para él. Había juzgado mal, y muy mal.

"Así que estas sentada ahí dentro ¿no?. ¿sintiéndote toda superior?", preguntó Ron desde el otro lado de la puerta, con aspereza, decepción y furia. "Pensé que podía hablar contigo. Esperaba que pudieras ayudarme. Pero ya nunca tienes tiempo para nosotros últimamente, siempre de un lado para otro con tu maravilloso aprendizaje. Oh, si tú eres mucho mejor que nosotros, Señorita Aprendiz Granger" se mofó enfadado, pero Hermione todavía podía escuchar el dolor en su voz "Y por supuesto que no tienes nada que hacer con un par de perdedores como nosotros. Y aquí estoy yo, el estúpido Ron, que piensa que puede contar contigo. Es divertido como puede estar equivocado uno. ¡Buenas noches para ti, Hermione!. ¡Espero que te ahogues en tu rectitud!"

Y se marchó. En la oscuridad de su habitación Hermione estaba tumbada en el suelo como un montón arrugado de ropa, una mano extendida en un inútil gesto de súplica hacia la puerta cerrada, lágrimas mojando su cara y un insoportable dolor sacudiendo su cuerpo.

Si esto era vida, realmente estaría mejor sin ella.

Al contrario que Hermione Granger, Severus Snape si nadó en rigurosa furia por las próximas semanas.

Cuando ella dejó la habitación esa fatídica noche, él la había mirado fijamente con total consternación. Le llevó diez minutos entender como ella lo había hecho, y le dejó maldiciendo su propio descuido y su condenada genialidad.

Severus había considerado ir tras de ella, pero sabía que ya estaría en su habitación. No le agradaba la idea de ir a crear caos cerca de la torre Gryffindor dando golpes en la puerta de la Premio Anual y gritándole a que le abriera. Aun le quedaba mucha dignidad para ello.

En vez de eso había hablado con Albus otra vez. Y otra. Pero después de que incluso Albus había perdido su buen humor por las recurrentes visitas de su sombrío profesor de pociones, finalmente se había admitido a si mismo de que no había nada que él pudiera hacer para cambiar la situación.

La ira se había apoderado más de él entonces. Estaba furioso con Hermione por dejar que eso le pasara a ella, por volver allí antes de que él le hubiera mostrado otro camino, por ignorar su ayuda y apoyo. Juzgando por sus pesadillas, alucinaciones y lo que el viaje prohibido dentro de su mente le habían revelado, ella no iba a sobrevivir hasta la Navidad. No por si misma, y uno apenas podía contar al más bien desamparado Albus y a la reservada Minerva para ayudar. Si no entraba en razón pronto, Hermione Granger se podía dar por muerta.

Ella obviamente lo quería así, la estúpida niña.

Hermione Granger. Era una roja y palpitante mancha en su mente. Cada vez que pensaba en ella, furia, vergüenza y preocupación se mezclaban en una bola de confuso caos mental que destrozaba toda concentración o satisfacción.

La chica actuada como si ella hubiera inventado el arte de espiar ¡Al infierno con ella! Como si él no supiera el trabajo desde arriba hasta abajo. Como si él no supiera mejor que ella lo que le esperaba. Otra más de esas apasionadas "buenas personas" en la Orden que elegían ignorar el consejo de Snape el bastardo a favor de su propia y dulce versión de la realidad. Bien, su ignorancia podría con toda certeza matarla, pero incluso Snape no podía considerar este resultado como satisfactorio.

Pero, naturalmente, nadie lo escuchaba, y el único modo de convencer a Albus, contarle lo que él había visto, la alejaría de seguro. Al menos ella tenía una cama, un tejado y atención médica aquí. Eso es probablemente más de lo que Fudge podría proveerle si se dirigía a él.

Pensamientos inútiles, todos ellos. Severus no podía hacer nada por ella, no podía cambiar la situación, y no podía pensar en ella sin provocarse un dolor de cabeza.

Por eso dejó de pensar en ella.

O por lo menos lo intentó. Porque parecía que todo el mundo se había unido en una gran y siniestra táctica para "Volver a Severus Snape loco hablando sobre Hermione Granger"

Albus era el peor. Después de muchas explosiones del temperamento de Severus, había dejado de sugerir que Severus debería "ayudarla".

Él parecía creer que algún tipo de "lazo" se había formado entre ellos dos durante la lucha contra la adicción. El viejo loco sentimental… Qué iba a hacer Severus ¿tomarla de la mano mientras ella sangraba hasta morir?. ¿Llevar una cesta de picnic tras ella mientras volvía de la batalla?

"Ciertamente no, mi querido muchacho" Albus trataba de calmar al joven hombre "Es sólo que tú tienes más experiencia en este campo que cualquier otra persona en Hogwarts. Tú podrías ayudarla a planear, elaborar nuevos caminos para acercarse a Tom Riddle y cosas así. Tú podrías…"

"No me pidas que le dé una botella de whisky a un alcohólico, o una chica nacida de muggles a un Mortífago tampoco", Snape rechazó acaloradamente "¿Por qué tengo que ayudar a la señorita Granger en su determinado esfuerzo de matarse a sí misma?. ¡No estoy a favor de ese tipo de suicidio, Albus!"

Además, añadió silenciosamente, ella no permitiría ser tocada por mi de ningún modo después de lo que hice. Este pensamiento despertó la vergüenza otra vez, y eso oscureció aún más su humor.

Ella se consideraba a si misma muerta ¿no? Ella se había rendido y no esperaba terminar esta Guerra viva. Por qué debería importarle a él entonces ¡diablos!

Si ella estaba determinada a matarse a sí misma, él estaba determinado a no preocuparse por ello. Ella era solo una niña, por todos los dioses. Aunque una inusualmente brillante y talentosa…

Draco también empezaba a creer que Severus era la nueva autoridad para cosas relacionadas con la señorita Granger.

"Ella ya no me habla", le había contado a Snape una tarde, en una voz desesperada "Me está apartando otra vez, incluso peor que antes de que ella dejara la adicción. Parece pensar que ella podría hacerme daño."

Había lágrimas en sus ojos. Snape tuvo que suprimir un bufido de disgusto. El sentimentalismo de Gryffindor en un Slytherin, Dios Santo.

Él quería decirle a Draco que la señorita Granger tenía toda todas la razón en eso. Una sola vez que rompiera sus defensas y el Señor Oscuro sabría todo sobre ella y Draco. Si ella estaba determinada a seguir con ello tenía razón al distanciarse de todos. Él lo había hecho también.

Pero el hecho de que la señorita Granger estuviera preparando la certeza de su propia muerte no calmaría a Draco Malfoy, Snape estaba muy seguro de eso.

Por eso, a pesar de la verdad, le había dicho a Draco que la señorita Granger era mayor y bastante competente. Lo suficientemente competente como para decidir que era lo mejor para ella, y que él, Snape, tenía trabajo muy importante que hacer ¡así que podrías disculparme por favor Draco, sólo vete!

Y Draco se había ido, con esas lágrimas imposibles brillando en sus ojos, y había dejado a Snape con el muy desagradable sentimiento de culpa y una boca seca que podría solamente ser mojada con varios vasos de whisky.

Solo Minerva no había hablado con él sobre ella. Y eso realmente hacía que él se pusiera nervioso. Ella sólo le miraba con su mirada dura e inteligente, aparentemente examinado directamente cada pulgada de su cara, hasta que él se encontraba a sí mismo justificando por qué no quería tener nada que ver con esta "locura".

"Gracioso" Dijo Minerva después de haber escuchado su verborrea por un par de minutos y de haberse bebido a sorbos su té. Estaban sentados en el cuarto de estar de Minerva, delante de un danzante fuego que se movía con violencia en la fría noche. Ella había dicho que quería simplemente "una buena conversación" y él había caído, gran idiota que había sido.

¿Por qué era que Minerva siempre se las arreglaba para rebajarle a un balbuceante chico de diez años?. ¡Severus se podría haber abofeteado por aceptar la invitación!

"¿Qué demonios puede ser divertido en esta situación?" Preguntó él sombríamente.

"Verte preocupándote por alguien", respondió simplemente ella.

Aquí vamos otra vez, refunfuñó él silenciosamente¡Me está hablando de psicología mi!

"Yo no me preocupo por ella", casi gruñó él, "Solo estoy disgustado por esta pérdida de inteligencia. Y como profesor creo que…"

"Lo sé, lo sé, Severus. Perdóname", le interrumpió ella sonriéndole cariñosamente "Pero incluso si tú no te preocuparas por ella en absoluto", su tono dejaba muy claro que no le creía ni un poquito, pero él estaba muy cansado para discutir ese punto "Yo aún me siento extraña, porque recuerdo una conversación muy parecida a esta, hace mucho tiempo."

"Nunca hemos hablado sobre nada remotamente similar a esto antes", discrepó Severus bruscamente.

"Lo se. Es una discusión que tuve con Albus hace veinte años, cuando él me informó de que tú espiarías a los Mortífagos para nosotros. Yo era muy de tu opinión entonces, y estaba absolutamente determinada a mantenerme alejada de tí si no podía protegerte. Yo no iba a apoyar tal locura, y si tú estabas tan ansioso por matarte a ti mismo, igual no tendrías mis bendiciones para ello. Extrañamente, no pude aguantar con mi decisión mucho tiempo. Debe haber sido el sentimentalismo Gryffindor que tontamente me hizo ayudarte. ¿Crees que hubiera sido mejor si yo hubiera mantenido mi decisión?"

Ella le sonrió, y por un momento su mano tocó la mejilla de él, suave y cálida, como la brisa de verano.

"Yo, por lo menos, estoy agradecida de cada minuto que he pasado contigo, Severus. Gané un valioso amigo de esa manera, uno sin el cual no podría estar."

Severus la había dejado un poco más tarde, porque no había nada que él pudiera decir o discutir tras las palabras de ella. No hay opción contra las mujeres Gryffindor, pensó otra vez, Es mejor mantenerse alejado de ellas.

Pero el pensar en volver a su habitación, de sentarse en la biblioteca donde él había violado su mente, le hizo estremecerse.

Por lo tanto, la media noche le encontró deambulando por los pasillos de Hogwarts una vez más, e incluso las caricias de la enorme capa no podían sacarle de sus pensamientos.

Pero la sensación de chocar fuertemente con un pequeño cuerpo si pudo. Se sintió llenó de rabia mientras se paraba del suelo, e intentó pasar desapercibido al frotarse el trasero, que había colisionado dolorosamente con la fría piedra.

Allí, frente a él, estaba de pié una pequeña figura, vestida y encapuchada. Un estudiante, obviamente. ¿Qué demonios los poseía para hacerlos vagar por la escuela de noche?. ¿No tenían suficiente trabajo que hacer? Bien, él se iba a preocupar de que sus clases fueran demasiado agotadoras como para incluso considerar este sinsentido en las siguientes semanas.

"¿Qué piensa que está haciendo, vagando por los pasillos en medio de la noche?", ladró Severus, " Baje su capucha inmediatamente."

La delgada figura bajó su capucha y reveló la cara de Hermione Granger, iluminada por la luz de la luna casi llena.

Por supuesto, tenía que ser ella, gimió por dentro, Simplemente perfecto. Algún dios se está divirtiendo a montones, me apuesto.

"Estoy muy cansada para sus jueguitos, profesor", respondió ella, sin importarle el esconder el cansancio de su voz, "Deduzca algunos puntos de la casa y déjeme irme."

"No sabía que era usted, señorita Granger. Yo…", La voz de Severus murió cuando se percató de su apariencia. Un ojo estaba ennegrecido e hinchado, su labio de arriba, roto y tenía sangre seca que embadurnaba la mitad de su cara. Su postura rígida le decía que la larga capa estaba escondiendo al menos una herida grave

"¿No debería estar viendo al Director?" Inquirió él mientras la maldita preocupación corría por sus venas. Ella había estado con los Mortífagos otra vez, y parecía como si nada hubiera cambiado. Todavía estaba siendo golpeada, torturada y violada, y todavía se deslizaba de vuelta dentro del castillo, silenciosamente, escondiendo sus heridas.

Tenía que ver a Albus para hablar sobre esto. ¿Qué demonios pensaba el viejo que estaba haciendo?

"Lo haré profesor, y pronto", replicó ella, "Pero mientras no esté mortalmente herida, nada va a impedirme tomar una larga y caliente ducha antes. Me siento…", la frase terminó en un susurro que Severus no pudo entender, pero no tenía que oírlo para saber como ella se sentía. Lo recordaba muy bien.

"Sucia", terminó él la frase roncamente, por un momento olvidando su resentimiento hacia ella, "Y agotada."

Ella asintió.

"Gracioso ¿no?", preguntó Hermione amargamente, "Que la única persona que de verdad me entiende es la única que se niega a hablarme. Debe ser mi suerte especial. Buenas noches profesor."

Y Hermione Granger desapareció en la oscuridad.

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Nota de... yo:¡hola a todos! Se preguntarán por qué ese "nota de yo" y la respuesta es la siguiente: ESTE CAPÍTULO FUE TRADUCIDO POR LARA MALFOY-LYNN, yo sólo edité algunas cosas para manetener el estilo general del resto de la traducción. También debo agregar que Lara me envió este capítulo hace muchísimo tiempo pero no lo había podido subir porque obviamente tenía que subir el anterior primero! xD

Asi que nuevamente ¡muchas gracias Lara por tu ayuda, tu apoyo y tus comentarios, y felicitaciones por tu excelente trabajo en este capitulo!

Y finalmente, les quería agradecer a todos por la masiva respuesta que tuvo el capítulo anterior, y además darles la bienvenida a todos los nuevos lectores que han comenzado a seguir esta traducción. :D

REVIEW!