Disclaimer: Los personajes, lugares y hechizos, son propiedad de J.K Rowling, a menos de que se especifique lo contrario. No hay retribución monetaria con la traducción y publicación de esta historia.
Traducción autorizada de A Forward Path por umbrellaless22 en AO3
CAPÍTULO XLIV
Era evidente que Draco nunca había estado en un automóvil. Harry tuvo que pasar por encima de Clark, quien estaba sentado en el centro, para mostrarle a su novio cómo se abrochaba el cinturón de seguridad.
— ¿Estás seguro de que esto es bastante seguro? —siseó Draco.
—No del todo, no —confesó Harry—, pero es todo lo que tenemos.
Draco le miró fijamente, sus ojos recorriendo la cabina y fijándose en el panel de la radio.
Clark señaló la manivela que salía del techo.
—Mi madre a veces se sostiene eso. —ofreció.
Draco les miró a los dos, diciéndoles con sus expresivos ojos que ciertamente no haría tal cosa.
Diez minutos más tarde, Draco estaba agarrado a la manilla, con un aspecto más que verde a la luz del atardecer. El viaje a Newham duró más de tres cuartos de hora en la menguante hora punta de tráfico. Harry pagó al taxista mientras Draco se balanceaba en la acera fuera de la vivienda de Clark. Draco parecía muy desubicado con su elegante capa de lana. Merlín, era un... mago, se encontró Harry pensando con desconcertante afecto. Redujo sus baúles para que cupieran en sus bolsillos y los tres entraron en el edificio y subieron las escaleras.
Clark vivía al final del pasillo, en el tercer piso. Metió la llave en la cerradura y abrió la puerta.
— ¿Mamá? —gritó.
El apartamento estaba oscuro y tenía un ligero olor a comida en mal estado. Se sonrojó con humillación cuando Harry y Draco le siguieron.
El piso estaba bastante ordenado, aunque deteriorado, pero también era silencioso. Harry examinó el linóleo desconchado y las paredes desconchadas. Las cortinas polvorientas no lograban ocultar del todo las luces de la calle. Draco hurgó en la cocina frunciendo el ceño ante los pequeños electrodomésticos mientras Clark revisaba las habitaciones. Salió sacudiendo la cabeza.
—Debemos haber cruzado nuestros objetivos —explicó, todavía forzando ese afecto casual que hacía que a Harry le doliera el corazón—. Probablemente está en King's Cross ahora, simplemente enloqueciendo. Estoy seguro de que volverá pronto a casa. Así que... Pueden, ah, irse. Estaré bien.
—No, estamos bien —dijo Harry—. No nos importa esperar hasta que ella llegue a casa. ¿Ustedes son amigos de sus vecinos? Podrías preguntarles si la han visto. ¿O tu madre tiene un móvil?
Clark negó con la cabeza, evidentemente demasiado molesto para hacer cualquier comentario sarcástico sobre el coste de los móviles.
— ¿Sabes, Clark? —dijo Harry, tratando de sonar alegre— Apuesto a que Draco nunca ha visto nada en la tele. Por qué no vemos algo.
— ¿Nunca? —Dijo Clark, sonando genuinamente sorprendido.
Draco levantó las manos.
—Nunca. Mi madre decía que pudría el cerebro de los muggles.
—Estoy seguro de que la mayoría de las madres dicen eso —rio Clark—. Bueno, quizá no la parte de los muggles. Vamos, te mostraré. Probablemente hay muchas películas de Navidad en estos días, o, no sé, ¿qué te gusta, Harry?
Harry no tenía mucho de lo cual escoger, hacía mucho tiempo que no veía la televisión, pero Clark no esperó su respuesta. Parecía entusiasmado por presentarle a Draco, y por su parte Malfoy demostró un genuino, aunque desconfiado, interés. Clark le mostró al mayor el mando a distancia y se rio cuando Draco casi saltó de su asiento cuando el aparato se encendió con un sonido.
El rostro de una mujer americana ocupaba la totalidad de la pantalla. Tenía una gran melena y estaba llorando de forma muy bonita, mientras daba un sentido discurso sobre la soledad a alguien que en ese momento estaba fuera de la pantalla.
— ¿Puede vernos? ¿Es ella real? —susurró Draco furtivamente.
Harry se rio.
—No son como los retratos —le aseguró—. Ella es una persona real, pero no está haciendo esto ahora mismo. Es una grabación.
— ¿Qué quieres decir con una grabación? —preguntó Draco— ¿Cómo llega aquí a la sala de estar de Clark? ¿A dónde va cuando se apaga? —Draco los bombardeó con preguntas y Harry se dio cuenta rápidamente de que él mismo no sabía mucho sobre el funcionamiento de los televisores, exactamente.
—He ido a la escuela de magos, no a la de muggles, como recordarás. —dijo a la defensiva.
—Inútil. —declaró Draco.
Dos horas de reality show basura -una tendencia para promover una agenda neoconservadora, les informó Clark- y todavía la madre de Clark no había aparecido. Ni siquiera mostrarle a Draco cosas muggles parecía animar más a Clark.
—No sé dónde se habrá metido —murmuró—, es la hora de dormir de Jared. Ya debería estar en casa.
—Mira —dijo Harry, con suavidad—, déjale una nota, di que estuviste aquí y que vas a pasar la noche en casa de un amigo. Puedes llamarla por la mañana. Seguro que hay una cabina telefónica cerca de mi casa. Puedes venir a quedarte con nosotros. Tengo mucho espacio.
—Ya has hecho más que suficiente —respondió Clark, rígido. Tenía la cara rosada y estaba al borde de las lágrimas—. Estaré bien, no te preocupes.
—No tiene sentido decirle a Potter que no se preocupe por algo —dijo Malfoy, suavemente—, confía en mí en ese aspecto. Acompáñanos.
Harry agradeció las maneras de Draco, como si el curso de acción fuera obvio y no hubiera necesidad de discutirlo. Sabía que debía salvar el orgullo de Clark para quitarle la decisión de las manos.
Su viaje se produjo a través de un complicado arreglo de Harry haciendo apariciones laterales consecutivas hasta el mismo Grimmauld Place, primero Draco, luego Clark. Tiering parecía a partes iguales aterrorizado y agotado por el transporte tras los acontecimientos del día.
Harry agrandó su baúl, sacó una pluma y escribió la dirección para que Clark y Draco la vieran, y luego observó sus expresiones de asombro cuando la fachada de la cochambrosa casa pareció surgir ante sus ojos.
—Hay un retrato un poco intratable en el vestíbulo —les advirtió Harry—, es mejor que no hagan ruido hasta que lleguemos a la cocina. Ah, y Clark, puede que veas a Kreacher, es un elfo doméstico. Eh... no lo miren mucho, también es intratable.
Harry se sintió extrañamente cohibido. No tenía sentimientos cálidos hacia el número 12 de Grimmauld Place. Nunca lo había sentido como un hogar. Como tal, nunca había invertido mucho tiempo o dinero en su apariencia. Muchos de los muebles, aunque en su día fueron bastante buenos, ahora eran simplemente viejos. Draco, sin duda, tendría opiniones.
Oh, bueno… nada que hacer. Desbloqueó la puerta y dejó entrar a los otros chicos.
Utilizó su varita para encender unas cuantas antorchas instaladas en los pasillos y condujo a Draco y a Clark por el lúgubre pasillo hasta la cocina.
—Eh, tomen asiento —dijo, encendiendo unas cuantas velas—. Voy a ver si puedo conseguir algo de té.
Se dio la vuelta y entonces gritó, sobresaltado. Kreacher lo estaba mirando, sosteniendo una pequeña linterna.
—Merlín —exhaló Harry—. Ah, hola Kreacher. Me alegro de verte.
—Amo. —graznó Kreacher, haciendo una especie de reverencia lenta, hasta donde su viejo cuerpo se lo permitía.
— ¿Cómo has estado? —preguntó Harry torpemente— Siento no haberte avisado de que venía.
—El amo no está obligado a mantener a Kreacher informado de sus idas y venidas —le informó el viejo elfo con acritud—. Kreacher sabe cuando los jóvenes vuelven a casa del colegio.
—Ah, claro, supongo que estuviste por aquí durante muchas vacaciones de Navidad. Oh, estos son mis amigos, Draco y Clark.
—El amo es muy gentil para presentar a Kreacher así.
Harry no sabía cómo responder a eso, la voz de Hermione sonaba en su cabeza sobre lo malo de la servidumbre y no era que Harry estuviera en desacuerdo con ella, pero tampoco era como si pudiera pedirle a Kreacher que se retirara. No creía que Kreacher se lo perdonara nunca.
—Iba a prepararnos un té. ¿Hay algo para comer? No hemos cenado, pero probablemente pueda ir a por huevos o algo.
Kreacher parecía ofendido.
—Siéntese, amo —insistió—. Kreacher se ocupará del té y calentará un pastel de carne y riñones que ha preparado para esta ocasión.
—Oh, eso es muy amable de tu parte. Yo también puedo hacerlo, no es ninguna molestia, no me importa —balbuceó Harry débilmente. Draco le miraba como si hubiera perdido la cabeza. Los ojos de Clark recorrían la habitación, yendo y viniendo de Kreacher a la estufa de leña. Intentaba no mirar, se dio cuenta Harry.
Kreacher le dirigió una mirada oscura e irritada.
—No me avergüence, así que, amo, se lo ruego. Kreacher rara vez consigue ser útil.
Harry cedió.
—De acuerdo, eso... estaría bien, gracias. Iré a preparar una habitación libre para Clark, ¿dónde guardamos la ropa de cama?
— ¿El amo cree que Kreacher no se preparó para esta contingencia? Todas las habitaciones están limpias y ordenadas, listas para los huéspedes.
—Oh —dijo Harry, estúpidamente— Eh… wow, Kreacher, eso es genial. Gracias, de verdad.
Harry sintió que había vivido cien días sin dormir cuando se desplomó en su cama. No durmió en el dormitorio principal, se sentía demasiado extraño. En su lugar, eligió una habitación de esquina que daba a la calle. No era demasiado grande ni intimidante, pero tenía una cama lo suficientemente grande como para que cupieran él y Draco cómodamente. Había instalado a Clark en una habitación unas puertas más abajo.
Harry aún no se había preparado para ir a la cama. Todavía tenía que lavarse los dientes y cambiarse. No estaba seguro de tener fuerzas.
— ¿De verdad vives aquí? —dijo Draco, mirando a su alrededor los muebles ornamentados y deslustrados. Las paredes tenían un papel pintado con moho verdoso y los postes de la cama estaban tallados con rostros de criaturas que Harry ni siquiera podía nombrar.
—No, realmente —suspiró Harry—, pasaba los veranos con mis tíos, o en La Madriguera cuando podía. En realidad, no vivo en ningún sitio, salvo en Hogwarts. Pero esta casa es mía.
—Es un desastre, ¿y por qué demonios tratas a tu elfo doméstico de esa manera? Es vergonzoso. —le informó Draco, despojándose de sus pantalones. Estaba doblando cuidadosamente su ropa y colocándola en su baúl. Se sentía extrañamente íntimo llegar a observar la rutina de Draco, sin más de una docena de chicos a su alrededor-un poco incómodo quizás, acostumbrándose el uno al otro en este nuevo espacio, pero Harry lo saboreó.
—Gracias —respondió Harry, demasiado agotado para morder el anzuelo—. Merlín, ¿he hecho lo correcto? ¿Traer a Clark aquí? Sé que se suponía que era un tiempo para nosotros, por una vez. Lo siento.
—Difícilmente podríamos dejarlo —respondió Draco con crudeza—. Has hecho lo correcto, Potter, como siempre. ¿Dónde crees que se habrá metido su madre?
Harry negó con la cabeza.
—Ojalá lo supiera, tal vez se haya olvidado de las fechas, parece un poco dispersa. Supongo que está teniendo una especie de episodio, pero no sé lo suficiente. Si no podemos contactar con ella mañana, tendremos que llamar a los servicios sociales, al menos deberían investigar el bienestar de su hermano. Pero, ¿y si entonces Clark tiene que pasar las Navidades en algún tipo de acogida muggle? Merlín, sería mejor para él volver al colegio que eso.
—Puedo llevarlo conmigo —ofreció Draco—. A mamá no le importaría. Creo que incluso lo disfrutaría —el rubio se sentó en la cama junto a Harry—. Pero no nos preocupemos por eso ahora, ¿eh? Hemos tenido un largo día. —puso una mano en el pecho de Harry y éste la cubrió con la suya. Por un momento se quedaron así, Harry tumbado de espaldas, sujetando la mano de Draco.
El silencio fue interrumpido por un par de sollozos silenciosos procedentes del pasillo.
—Clark —observó Harry, con tristeza—. Debería haber esperado esto. ¿Crees que debería ir con él o querrá llorar por su cuenta?
Draco hizo una pausa para pensar.
—Ve con él —dijo finalmente—, si no te quiere allí, te lo dirá. O puedo ir yo, si lo prefieres. Sé que estás agotado.
Harry negó con la cabeza.
—Creo que todavía te tiene medio miedo. No querrá que lo veas así. Iré yo.
— ¿Clark? —Harry llamó en voz baja desde la puerta cerrada. Oyó que los sollozos apagados cesaban de repente. Llamó suavemente— ¿Puedo entrar?
No hubo respuesta. Harry probó la puerta. No estaba cerrada. Entró lentamente, dándole tiempo a Tiering para que lo mandara a la mierda, pero no lo hizo. El chico parecía imposiblemente pequeño, con las extremidades metidas en sí mismo de modo que estaba doblado en una pequeña bola apoyada en la cabecera de la cama.
Los ojos de Clark estaban rojos y su cara estaba húmeda. Parecía que estaba luchando por dejar de llorar, pero todos sus esfuerzos sólo hacían que su labio se tambalease.
— ¿Puedo sentarme? —preguntó Harry.
Clark asintió con una pequeña inclinación de cabeza.
—Siento que hoy no haya ido como esperabas. —murmuró Harry, tímidamente. Se sentó a un lado de la cama, con una pierna en el suelo y la otra doblada frente a él.
—No es tu culpa. —fue la amarga respuesta.
—Lo sé, pero odio que tengas que sentirte así de decepcionado. Y preocupado.
—Dijo que estaría allí. Dios, soy tan estúpido, no puedo creer que todavía me moleste cuando me decepciona. Nunca aprendo, joder. —gimió Clark y aparentemente esa era toda la contención que le quedaba al pobre chico porque estaba sollozando en serio otra vez. Harry le rodeó los hombros con un brazo y Clark se dejó abrazar, llorando en el jersey de Harry. Harry acarició la espalda del chico e hizo lo que esperaba que fueran ruidos amables y reconfortantes.
—Estoy seguro de que no tiene nada que ver con lo que ella piensa de ti —le aseguró Harry—, sé que tu madre puede estar un poco mal.
—Pensé que tal vez el hecho de que me fuera la ayudaría —dijo Clark, una vez que sus sollozos se calmaron un poco—. Siempre parezco estresarla, pensé que sería mejor. Realmente parecía que quería verme esta vez.
—Estoy seguro de que sí —dijo Harry—. Tal vez sólo se confundió. Tal vez la llamemos mañana y nos explique todo.
— ¿Y si no lo hace? —Clark suspiró— ¿Y si simplemente se ha ido?
—Entonces nos ocuparemos de eso también.
—No quiero ir con los de servicio social. No lo haré. Me escaparé primero.
—No dejaremos que eso ocurra. Puedes ir con Draco a ver a su madre, o ir conmigo a casa de Ron, o incluso volver a Hogwarts, si quieres. Pero todavía hay más posibilidades de que tu madre aparezca y nos dé problemas preocupándonos por todo esto.
—No creo que los de servicios sociales funcionen así. —respondió Clark con desgana.
—Bueno, si tenemos que usar un poco de confundus para facilitar las cosas, lo haremos. No te preocupes por ello.
— ¿Pueden hacer eso?
—Podemos, sí.
—Vaya —dijo Clark—. Esto es una mierda —suspiró—. Mira, sé que probablemente parezca que es una mala madre —intentó explicar Clark, apartándose de Harry y limpiándose la nariz con el dorso de la mano—, pero nos quiere, sé que lo hace. Sólo... pierde la realidad a veces. No es su intención. Algunas cosas la confunden. Especialmente los cambios de rutina. Mi llegada a casa probablemente la hizo estallar.
—Eso suena terriblemente difícil —dijo Harry—. Siento que haya sido así.
Clark se limitó a asentir y a soltar un feo y húmedo bufido.
—Creo que estoy bien. Probablemente puedas irte a la cama ahora.
Harry se rio.
—De acuerdo. Bueno, ya sabes dónde encontrarme. Estamos en la habitación al final del pasillo. Llama si necesitas algo.
—Sólo promete que no abrirás la puerta desnudo. —refunfuñó Clark.
Harry le dio un codazo.
—Mocoso —dijo cariñosamente—. Por mi honor de mago, seré decente. Ahora duerme un poco, ¿eh?
Clark asintió y se metió bajo las sábanas. Harry se levantó y apagó la lámpara, caminando hacia la puerta.
— ¿Harry? —Tiering llamó, justo cuando Harry estaba a punto de cerrarla detrás de él.
— ¿Sí?
—Gracias.
—No es nada, Clark, de verdad. Duerme bien. Te veremos por la mañana.
...
¡Gracias por leer!
