Disclaimer: Los personajes, lugares y hechizos, son propiedad de J.K Rowling, a menos de que se especifique lo contrario. No hay retribución monetaria con la traducción y publicación de esta historia.
Traducción autorizada de A Forward Path por umbrellaless22 en AO3
CAPÍTULO XLVI
— ¿Qué es este lugar? —preguntó Clark, mirando el blanco exterior de Gringotts.
—El banco —dijo Harry—, debería conseguir algo de dinero para gastar en los regalos de Navidad, y quizá también consiga más dinero para el taxi.
—Espero que no creas que me meteré en otra de esas máquinas de la muerte —resopló Draco—, no veo por qué los muggles no han inventado el teletransporte.
Harry no se molestó en meterse en ese tema, y en su lugar se limitó a dirigirse hacia las puertas del banco.
Clark se detuvo a leer el grabado.
— ¿Son comunistas estos banqueros? —preguntó, confundido.
— ¿Qué? —dijo Harry.
—Para los que toman, pero no se lo han ganado, deberán pagar caro a su vez —recitó Clark—. Como los terratenientes, quieren decir.
—Estoy seguro de que, como cualquier grupo, los duendes no son homogéneos en su política —le informó Draco, inteligentemente—. ¿No has estado escuchando a la profesora Haberdash-Pewter?
— ¿Duendes? —preguntó Clark, confundido. Harry abrió la puerta y entraron— Oh. Duendes.
El banco estaba repleto de compradores navideños que hacían cola para acceder a sus bóvedas. Los tres se unieron a una fila.
—Te están observando —susurró Clark—. Harry, los duendes, tiene que haber media docena observándote.
Harry se aclaró la garganta, incómodo.
—La cosa es que no soy muy popular en Gringotts. —admitió.
— ¿Por qué no? —preguntó Clark.
—Yo... no hice caso a la advertencia de la puerta, exactamente.
— ¿Robaste algo?
—Se podría decir que sí.
— ¿En un banco? Harry, ¿robaste un banco? ¿Por qué no estás en la cárcel? ¿Sabe el ministro que acaba de entregarme a un criminal?
—Ah, sí, yo diría que es consciente de ello.
—No me lo creo —se maravilló Clark—. Bueno, ¿qué has encontrado? ¿La rima de la puerta decía que encontrarías algo más que un tesoro? Pensé que sólo se referían a la muerte, pero al parecer no.
—No creo que los duendes de Gringotts apreciaran especialmente que discutiera sus medidas de seguridad adicionales con un marxista de once años. —replicó Harry, intentando encogerse de hombros ante la pesada culpa que le embargaba. Vio que Draco registraba su reacción con preocupación.
—No soy marxista —le corrigió Clark—, no creo. Todavía lo estoy decidiendo. Puede que sea anarquista. Quiero decir que me estaba inclinando por el transhumanismo pero la magia me ha fastidiado mucho en ese aspecto. Tal vez seré algo nuevo que nadie ha sido antes. Como que inventaré un nuevo sistema. ¡Pero me has sacado del tema! ¡Sólo dime, Harry, lo mantendré en secreto! ¿Y por qué demonios todavía te dejan hacer banca aquí?
—Es una larga historia, Clark, sin final feliz. —intentó disuadirle Harry.
—Cuéntameeeeee. —gimió el chico.
—Tiering, ya está bien —interrumpió Draco, con voz firme—. Harry está diluyendo los acontecimientos para tu consumo. Hizo lo que tenía que hacer para terminar la guerra, y otros pagaron sus acciones con sus vidas. Al Señor Tenebroso no le gustó la irrupción. Yo mismo lo vi aplicar su ira. Esta no es una historia de aventuras para tu diversión, es una historia de guerra. Si quieres discutirlo más a fondo, podemos hacerlo en privado. Hasta entonces, te sugiero que busques otro tema de conversación.
Clark tragó, pareciendo acobardado.
—Lo siento —murmuró, rozando las puntas de sus zapatillas contra las baldosas pulidas—, no quería decir nada con eso.
—Sé que no —dijo Harry amablemente—. Draco sólo está siendo protector.
—Alguien tiene que serlo —declaró el rubio—. Merlín sabe que no te protegerás a ti mismo.
Harry se mordió el labio. Quizá Draco tenía razón. Le habría dicho a Clark todo lo que quisiera saber porque esa era su respuesta a las preguntas de las que sabía la respuesta. Y entonces se vería abocado a esa tristeza rastrera que muy probablemente le estropearía el día, como le estropeaba tantos días, especialmente en verano. Tal vez estaba bien hablar de estas cosas sólo en sus propios términos.
Clark fue con Harry a su bóveda, a pesar de las protestas de Clark de que era lo suficientemente mayor como para esperar solo en la superficie.
—Vaya —gritó Clark mientras se apresuraban—, me alegro mucho de que no me hayas hecho caso y me hayas dejado en el vestíbulo, ¡esto es perverso!
Harry no pudo evitar mantener un apretón en el brazo del chico, impidiendo que se asomara demasiado al carro que iba a toda velocidad. No estaba seguro de si era el juramento inquebrantable o simplemente su propia conciencia la que motivaba la acción, pero, de cualquier manera, no lo iba a soltar.
—Bóveda 687. —anunció el duende a la cabeza del carro. Los ojos de Clark se abrieron de par en par al ver la fortuna de Harry.
—Creía que era Malfoy el rico. —se preguntó en voz alta, mientras Harry añadía algunos galeones a una bolsa con cordón.
—Oh, estoy seguro de que esto no se compara con la bóveda de los Malfoy —le aseguró Harry—, los Malfoy son la aristocracia.
—Pensé que el mundo mágico ya no tenía aristocracia.
—Merlín, hoy estás lleno de preguntas. Tendrás que preguntarle a Draco, yo sinceramente no sé mucho del tema —dijo Harry distraído. Al duende le dijo: —. Es todo lo que necesitaba, gracias.
El duende frunció el ceño y asintió con la cabeza, y pronto volvieron a avanzar.
— ¿Cómo llega un joven de 18 años a ser rico como tú, entonces? —preguntó Clark, por encima del ruido de las ruedas del carro y del aire frío— ¿Te pagan por ser un héroe de guerra?
—Mis figuras paternas tuvieron la desafortunada costumbre de morir jóvenes. —le dijo Harry.
—Mierda —dijo Clark—. Jesús, hoy sí que sigo metiendo la pata. Lo siento, Harry, debería haberlo pensado.
Harry se limitó a estirar la mano y a despejar el pelo rosa descolorido de Clark. Sentía tanto maldito afecto por el chico, quien, a pesar de mucho sufrimiento, seguía manteniendo una inocencia tan entrañable.
—Está bien. —dijo Harry, apretando el hombro de Clark.
—Por favor, no le digas a Draco que he dicho eso —dijo Clark—. Ya está enfadado conmigo.
—No está enfadado contigo —le consoló Harry—, sólo se preocupa.
— ¿De Madame Malkin o de Twilfitt y Tatting? —inquirió Draco, cuando se encontraron de nuevo fuera del banco.
Harry sacudió la cabeza con incredulidad.
—Después de Gladrags, no creo que necesite otro jersey en varios años, Draco, de verdad.
—En primer lugar, eso es totalmente falso, tu vestuario sigue requiriendo un gran esfuerzo por mi parte, y, en segundo lugar, esto no es por ti. Estoy cansado de ver al vagabundo de aquí temblar con su vida cada vez que ponemos un pie fuera debido a su inane falta de ropa exterior apropiada.
—Estoy bastante seguro de que no se supone que me insultes. —protestó Clark, pero parecía un poco contento por ello.
— ¿De Madame Malkin entonces? —dijo Harry, sin importarle nada.
—Muy bien. —dijo Draco con una voz que sugería que Harry estaba exponiendo una vez más su abominable mal gusto.
—Saben que no tengo dinero, ¿verdad? —les recordó Clark.
—Y tú sabes que nosotros lo tenemos de sobra —respondió Draco—. Deja de quejarte. No quiero oír más sobre eso.
La expresión de Madame Malkin oscilaba entre el placer y el desdén sorprendido cuando Harry y Malfoy entraron juntos en la tienda con Clark a cuestas.
—Señor Potter —exclamó, optando por ignorar a Draco—. Oh, querido, qué alegría verte —para vergüenza de Harry, la fornida brujita se puso de puntillas para besarle la mejilla—. Todos los comerciantes estamos muy agradecidos por todo lo que has hecho. Has salvado nuestros medios de vida, y para muchos de nosotros, nuestras vidas.
—Oh —dijo Harry, Merlín, ¿cómo no tenía aún una buena respuesta para esto? — Eh, no hay problema.
Draco se burló desde detrás de él.
Los ojos de Madame Malkin se entrecerraron amargamente.
—Señor Malfoy, me sorprende verle oscurecer mi puerta.
El interés de Clark estaba evidentemente despertado, ya que observaba la interacción con los ojos muy abiertos.
Para alivio de Harry, en lugar de un comentario altanero, Draco hizo una breve especie de reverencia.
—Me gustaría ofrecer una disculpa, Madame Malkin, por mi comportamiento y el de mi madre hace dos años. No tengo intención de repetir sentimientos tan atroces. Entiendo, sin embargo, si no desea mi patrocinio.
Sonaba verdaderamente sincero, Harry apenas podía creerlo.
Madame Malkin examinó a Harry, quien trató de dedicarle su mejor sonrisa de "aquí todos somos amigos".
—Muy bien —decidió ella—. ¿Qué puedo hacer por ustedes, caballeros?
Clark estaba de pie en un bloque de pruebas llevando una chaqueta ancha forrada de lana. Draco había aprobado la elección y ahora estaba curioseando en la pequeña tienda.
—Sólo un poco más larga, creo —decía Madame Malkin, lanzando un preciso encantamiento a la prenda—. Hm, sí, creo que eso debería bastar.
—No hay un servicio así en el ASDA. —se maravilló Clark.*
— ¿Qué es eso, querido? —dijo Madame Malkin, mientras Draco volvía con dos abrigos de lana más largos.
— ¿Cuál? —preguntó Draco al chico.
— ¿Es esa cosa de doble pecho? —Clark retrocedió, horrorizado— De todos modos, ¿para qué necesito uno de esos abrigos elegantes?
—Por si quieres ir a algún sitio elegante —fue la respuesta de Draco—, ahora, ¿gris o negro?
—Ninguno. Y, de todas maneras, ¿por qué no se permite a los chicos llevar colores en este maldito país?
—Lenguaje. —dijeron Harry y Draco al unísono.
—Sabes, querido, ¡podría tener justo lo que necesitas! —exclamó Madame Malkin, evidentemente complacida, si es que sus propias túnicas azul pavo real servían para medir sus preferencias de estilo. Se apresuró a ir a la habitación de atrás.
— ¿Sabes? Conocí a Draco justo donde estás tú ahora. —le dijo Harry a Clark.
— ¿En serio? —el chico arrugó la nariz.
—Mm —asintió Harry—tenía tu edad y ambos estábamos probando las túnicas del colegio.
— ¿Y fue amor a primera vista o algo así?
Harry se rio.
—Difícilmente. Pensé que era un idiota engreído con cara de comadreja.
Clark parecía encantado.
— ¿Qué te pareció Harry? —dirigió su pregunta a Draco.
—Despistado y vulgar.
Harry sonrió.
—Una primera impresión bastante acertada, la verdad.
— ¿Algo más? —dijo Harry, cuando la tarde llegaba a su fin. Se sentía satisfecho con la mayoría de sus compras navideñas, y Clark seguía acicalándose con su brillante abrigo de lana a cuadros de búfalo naranja y una cresta en su cabeza recién cortada de un tono similar. Draco hacía una mueca cada vez que veía al chico.
—Sólo el Emporio. —dijo Draco.
— ¿Qué es eso? —preguntó Clark— Suena como una tienda de chatarra, ¿es una tienda de chatarra?
Harry le lanzó una sonrisa.
—Creo que alguien te prometió una lechuza.
La tienda estaba en penumbra y en silencio, con un sonido agitado como el de cientos de páginas siendo pasadas cuando el trío entró. Un hombre tuerto de piel morena les saludó con un gruñido cuando entraron, pero Clark estaba tan excitado que ni siquiera reconoció al dependiente.
—Oh, Dios mío —seguía susurrando Clark con fervor mientras saltaba de jaula en jaula— Harry, ven a ver ésta, ¡mira, tiene orejas! Oh Dios mío, éste parece tan perturbado, es divertidísimo, ¡oh Dios mío!
Clark se arremolinó sobre ellos en un pasillo estrecho.
— ¿Cómo puedo saber cuál es un buen tipo para conseguir? ¿Qué clase tienen ustedes?
—Los búhos reales son, con diferencia, los ejemplares más superiores. —respondió Draco directamente.
Harry le dio un codazo.
—Oh, no le digas eso, entonces sólo conseguirá uno para complacerte. Yo tuve una lechuza nevada, y era, bueno, un poco intratable, en realidad, pero maravillosa.
— ¿Qué le pasó? —preguntó Clark— Mierda, en realidad, probablemente no respondas a eso.
—Recibió una maldición asesina destinada a mí. —se encogió Harry.
Tanto Draco como Clark se miraron extrañados.
—De todos modos —Harry trató de sonreír—, elige la lechuza que quieras. No se trata de lo que es mejor.
Clark asintió solemnemente y volvió a recorrer las jaulas. Draco miró rápidamente hacia arriba y hacia abajo del pasillo antes de poner una mano en la cintura de Harry e inclinarse para besarlo brevemente.
—Siento que todo haya sido una mierda, amor. —dijo en voz baja.
Harry hizo chocar sus frentes suavemente, besando a Draco de nuevo.
—No todo fue así —respondió él. Permanecieron un minuto, inmóviles en el espacio del otro.
— ¡Oh, Dios mío! —siseó Clark, por millonésima vez, interrumpiendo la momentánea serenidad— Harry, lo he encontrado.
Harry lanzó una mirada divertida a Draco y éste puso los ojos en blanco con exasperación. Juntos doblaron la esquina para encontrar a Clark mirando a una lechuza leonada con la cara anillada de negro.
—Mírala —insistió Clark— ¡Es Hiram! En forma de lechuza.
Harry tuvo que admitir que la expresión agudamente ansiosa en la cara en forma de corazón de la lechuza ciertamente le recordaba al joven Slytherin.
—Es perfecta —dijo Clark boquiabierto—. Dios mío. ¿Crees que Hiram se enfadaría si tuviera una lechuza que se pareciera a él y la llamara Hiram?
Harry se rio.
— ¿Quieres pasar los próximos siete años teniendo que diferenciar entre 'Hiram pájaro' y 'Hiram mago'?
—Podría valer la pena. —reflexionó Clark.
—Si no hiriera sus sentimientos. —dijo Harry.
— ¿Crees que lo haría?
—Es tu amigo. —le recordó Harry.
—Mi apuesta es que se quejará por ello, pero secretamente estará contento.
Clark recogió la jaula y la llevó al mostrador de enfrente. Harry recorrió los pasillos mientras el chico acribillaba al empleado con preguntas. Draco le siguió para pagar.
En la esquina más alejada de la tienda, Harry vio una jaula inusualmente grande. Se acercó. Se oyó un suave graznido cuando una gigantesca lechuza gris se encogió en la esquina superior.
—Hola —le dijo Harry a la lechuza, que giró la cabeza a medias y se hundió en su collar de plumas—, somos un poco tímidos, ¿eh?
Harry miró la etiqueta fijada a los barrotes.
Gran lechuza gris. Hembra. 5 galeones.
Era una tarifa terriblemente baja para una lechuza; Harry se preguntó qué le pasaba.
—Veo que has conocido a nuestra tetera. —dijo a modo de saludo una bruja que salía de una habitación trasera.
— ¿Su qué? —preguntó Harry.
La joven se rio.
—Oh, así es como la llamamos por ser tan tímida, pero siempre entusiasta a la hora del té. Le encantan los bocadillos.
— ¿Por qué tiene un precio tan bajo?
—Cuesta una fortuna alimentarla y, francamente, no estoy convencida de que vaya a cumplir con el puesto. Tiene miedo de su propia sombra, algunos días.
Malfoy y Clark aparecieron al otro lado de Harry.
—Déjame adivinar, Potter —dijo Draco, sacudiendo la cabeza, pero dándole a Harry una suave sonrisa—, ¿otro extraviado para tu colección?
...
* ASDA es una cadena de hipermercados británicos.
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