Disclaimer: Los personajes, lugares y hechizos, son propiedad de J.K Rowling, a menos de que se especifique lo contrario. No hay retribución monetaria con la traducción y publicación de esta historia.

Traducción autorizada de A Forward Path por umbrellaless22 en AO3


CAPÍTULO LIII


La Madriguera era todo bullicio y productos horneados. Todo el mundo estaba en casa por las vacaciones y la casa estaba llena de voces. Arthur Weasley había logrado colocar con magia unas precarias literas en los dormitorios -nadie tenía una habitación para sí mismo- y Hermione y sus padres habían montado una tienda de campaña en el patio y la compartían con Bill y Fleur. A pesar de todas las galletas navideñas y el buen humor, nada podía enmascarar la herida que suponía la ausencia de Fred. Más de una vez, Harry había entrado en la cocina para encontrar a la señora Weasley secándose los ojos y mirando por la ventana. Intentaba consolarla, pero sólo recibía una palmadita cariñosa en la mejilla y la seguridad de que estaba bien, y que era mejor que revisara las tartas de carne picada, o las galletas de mantequilla, o lo que fuera que hubiera ofrecido recientemente.

—No puedo creer que no nos cuentes sobre tu prueba con las Appleby. —se quejó Ginny por tercera vez en otras tantas tardes. Ella y Harry estaban sentados con Charlie, George y Ron en la mesa del comedor.

—No es que no quiera, Gin, me muero por contarlo, ¡es que no puedo! —insistió Harry.

— ¿Y si lo adivinamos y nos dices si nos acercamos? —Ginny regateó.

—Parpadea si la prueba de Quidditch implica montar en escoba. —susurró George de forma conspiradora.

Charlie se rio y tomó un sorbo de cerveza.

—Bueno, ¿qué es este juego, entonces? —preguntó a George, quien los había reclutado a todos para probar su más reciente prototipo.

—Es una simple amalgama de varios juegos de beber, pero con apuestas más altas —explicó George—. Estas cartas han sido sumergidas en la Unción Intuitiva. Tienes dos opciones, completar la instrucción de la tarjeta, o tomar un trago y dejar que la tarjeta revele algo sobre ti. Nada específico, por supuesto, sólo una pequeña lectura de tu energía a la que el resto de la sala estará sometida. Ahora bien, algunas cartas las leerás en voz alta, otras no, algunas las harás de inmediato, otras tendrás que completar una ronda. Puedes burlar las cartas, o tomar tu propia interpretación, pero no puedes mentir o hacer trampa directamente.

"Charles, ¿haces los honores? —dijo George, colocando la pila de cartas en el centro de su pequeño círculo

Con una sonrisa, Charlie eligió una carta. Sin perder el ritmo, el fornido Weasley -que ya llevaba unas cuantas cervezas- soltó un chillido estremecedor y saltó sobre la mesa. Todos reían confusamente divertidos, mientras Charlie se metía las manos en las axilas y empezaba a agitar los codos. Estaba agachado, moviendo el trasero y haciendo los ruidos más horribles. Percy les dirigió a todos una mirada disgustada desde encima de las páginas de algún informe que estaba leyendo en el salón. Charlie empezó entonces a gruñir y a sacudir una pierna hacia un lado.

Tensó la cara y graznó con fuerza y Ron gritó:

—Oh, caramba, está poniendo un huevo.

Charlie agarró el salero y lo deslizó detrás de él, transfigurándolo en un huevo moteado de oro que empujó orgullosamente hacia delante con un codo. Luego simplemente se bajó de la mesa y tomó un sorbo de cerveza, arrojando su carta boca arriba sobre la mesa.

—Ha sido una representación mortalmente precisa. —les aseguró. Harry estiró el cuello para leer la carta: Demostración de un hocicorto sueco poniendo un huevo.

—Creo que necesitas un pequeño repaso de las diferencias entre los hocicortos suecos y las gallinas comunes —conjeturó George— ¡Ron, te toca!

Ron sacó una carta y, tras echarle un breve vistazo, la leyó en voz alta:

—Dinos, ¿prefieres transfigurar tus cojones a tu nariz, o tu nariz a tus cojones?

—Un verdadero dilema filosófico —reflexionó Charlie, con los ojos azules centelleando. Harry se dio cuenta de repente de que Charlie Weasley estaba muy en forma. Harry siempre había pensado que era genial, pero en retrospectiva, tal vez su admiración había estado teñida de algo más.

—Tranquilo —dijo Ron—. Deja que esas bellezas brillen al aire libre —se dio un golpecito en la nariz—. Tengo una preciosa montura para ellas aquí mismo.

Ginny le hizo una mueca de horror, pero se rio.

Le tocó el turno a George.

—Paso de esta —dijo con despreocupación, dejando caer una carta boca arriba sobre la mesa en la que se leía Cuéntanos una historia vergonzosa—. Hay que tener vergüenza para sentirse avergonzado, y te puedo asegurar que a mí se me acaba de acabar.

Una cálida campanada sonó desde la tarjeta, y una voz etérea sonó.

"El pozo del dolor no se secará", cantó la carta.

Los rostros de los Weasley alrededor de la mesa se volvieron repentinamente sombríos, pero George sólo resopló.

—Menuda intuición. Cualquiera podría decir eso —apuntó algunas ideas en un cuaderno que tenía a mano para anotar las modificaciones que quería hacer—. Te toca, Gin.

Ginny sacó una carta y su cara se puso roja.

—Paso. —dijo.

—Muéstranos la carta, entonces. —le indicó Ron.

— ¡Pasé, no tengo que mostrarla! —argumentó Ginny.

—Claro que sí —instó George—, ¿dónde está la diversión si no?

Ginny tiró la tarjeta a la mesa: Nombra a la última persona a la que has besado. Se cruzó de brazos y frunció el ceño cuando la voz sonó por segunda vez:

"Un camino pedregoso camina uno con el corazón tan dividido".

— ¿Y Neville? —gritó Ron.

—Amo a Neville —dijo Ginny, miserablemente, tomando un largo trago de sidra—, pero también tengo diecisiete años. No sé por qué todo el mundo piensa que tengo que comprometerme con alguien de por vida ahora mismo. No soy tú ni Hermione, ¿de acuerdo? Todavía lo estoy resolviendo.

George dejó escapar un silbido bajo.

—Ginevra rompecorazones, así la llaman.

Charlie la miró seriamente desde el otro lado de la mesa.

—No tienes que hacerlo, Gin —dijo, suavemente—. Tienes todo el tiempo que quieras. Pero debes ser sincera con la gente que se preocupa por ti.

—Lo sé —suspiró ella—. Harry, toma un turno, por favor, no quiero seguir hablando de esto.

Harry tomó una tarjeta. Decía: No leas esto en voz alta. Tienes una ronda para robar algo al jugador de tu izquierda. Colocó la carta boca abajo y dirigió a todos lo que esperaba fuera una mirada enigmática.

—Muy bien, Potter, astuto gilipollas. —dijo George,

Harry miró a través de la mesa a Charlie, quien era técnicamente el jugador a su izquierda. La oportunidad se presentó casi de inmediato, cuando Charlie se levantó de golpe para bailar una giga, como le indicaba su carta. Mientras George daba palmas y Charlie agitaba sus brazos llenos de cicatrices, Harry deslizó la cerveza de Charlie por la mesa y se sirvió un largo trago.

— ¡Oye, toma la tuya! —Charlie se rio, divisando a Harry, quien lanzó su carta sobre la mesa.

—Bien jugado, amigo. —aplaudió Ron.

Ron arrugó las facciones con repugnancia ante la siguiente carta.

— ¡George, imbécil, tal vez deberías quitar este tipo de cartas en los eventos familiares!

La tiró boca arriba sobre la mesa. Decía: Nombra al jugador que más te gustaría besar.

George soltó una carcajada mientras Ron murmuraba: "Harry, entonces, ya que es el único aquí que no es pariente de sangre. Aunque sospecho que besuquearlo podría hacer que me mataran".

Harry le dirigió una mirada de advertencia; aún no había encontrado el valor para contarle a los Weasley lo de Draco.

Ginny se limitó a negar con la cabeza.

—El homicidio no es el estilo de Hermione —exclamó, malinterpretando el significado de Ron—. Su venganza sería mucho más dolorosa mentalmente y emocionalmente exigente.

George asintió.

—Estoy de acuerdo, yo en tu lugar evitaría joder las cosas, Ronnie. Especialmente para alguien con una boca como la de Harry.

Harry se rio de la broma mientras George sacaba otra carta, que colocó boca abajo frente a él. Entonces Ginny tuvo que inventar una rima sobre el jugador del otro lado de la mesa.

—Menos mal que muchas cosas riman con Ron. —murmuró, mientras estallaba en una melodía desafinada sobre su hermano en el césped al amanecer.

Era el turno de Harry de nuevo y dejó caer la carta que sacó como si estuviera en llamas. Revela el coprotagonista de tu último sueño. Sí, nos referimos a ese tipo de sueño.

— ¡Paso! —gritó con un sonido estrangulado.

—Debe de haber alguien en esta mesa para que Harry se ponga de ese particular tono de berenjena. —comentó Charlie, mientras sonaba la campanilla y se alzaba la voz en la carta.

"Tu amor es puro como el rocío de la mañana... y sucio como un pozo de brea".

George chilló encantado.

— ¡Potter, eres un perro!

— ¡Quién! —exigió Ginny.

—Dínoslo tú, Gin —dijo Charlie—. Vas al colegio con él.

—A menos que sea un tercero en la relación de Ron y Hermione, no tengo ni idea. —dijo ella.

—Vamos, Potter, danos su nombre. —incitó George.

—Es un chico —se oyó murmurar Harry—, y no estoy dispuesto a hablar de ello.

Vio el momento en que a Ginny se le abrió la boca, su calculada expresión pasó de la confusión a la comprensión. Parecía debatirse entre la ira y el dolor, pero afortunadamente no dijo nada.

—Hablaremos de esto más tarde, Harry. —gruñó ella. Él sólo asintió.

—Ahhhh, Potter, pequeño demonio —sonrió Charlie—, bienvenido al lado oscuro, somos mucho más divertidos.

Ron escupió un bocado de cerveza a través de la mesa.

—Charlie, tú...

—Oh, no te escandalices —sonrió Charlie—, cosas así son más fluidas en el desierto. No hay tiempo para la mojigatería británica.


Para la mañana de Nochebuena, toda la casa estaba al tanto del misterioso novio de Harry. Fue una bendición mixta. Por un lado, Harry se sintió muy querido y apoyado: todos parecían tan contentos; no paraban de decirle lo felices que estaban de que hubiera encontrado a alguien. Por otro lado, le hacía sentir que tenía mucho más que perder cuando supieran a quién había encontrado.

—Nos vamos a volar, Harry, ahora. —anunció Ginny después de un abundante desayuno, cortesía del señor Granger. Harry no se molestó en discutir, sólo fue a buscar su Talaria. Atravesaron juntos la hierba helada, en dirección al páramo, sin hablar.

Sólo cuando estuvieron en el aire, Ginny lo miró fijamente y le dijo: "Harry, estás enamorado de Draco Malfoy, ¿verdad

Harry sólo pudo asentir con la cabeza, con el temor enroscándose en sus pulmones como si fuera humo.

—No es lo ideal, ¿verdad? —comentó ella, y Harry se sorprendió al escuchar algo parecido a la comprensión en su voz.

—Realmente no lo es. —estuvo de acuerdo.

Fue el turno de Ginny de asentir con la cabeza y siguieron volando rápidamente durante varios minutos más en silencio.

—Daphne me besó. —dijo Ginny, cuando volvieron a frenar, rozando los toscos matorrales.

Harry la miró fijamente.

— ¿Qué?

—El último día de clase, justo antes de irme.

—Vaya. —dijo Harry.

—Sí. Vaya. —coincidió la bruja.

— ¿Cómo... te sentiste al respecto?

Ginny se tiró de la punta de su trenza, pensativa.

—Creo que me sentí bastante bien, ese el problema. Es que... siempre me han gustado los chicos. Me gustan mucho los chicos.

Harry se rio.

—Siempre me han gustado las chicas. Pero entonces ocurrió lo de Draco y ahora también me fijo más en los chicos. Quizá sea como dijo Charlie, las cosas son más fluidas.

—Supongo —contestó Ginny—. Y Neville, está tan en forma y es tan encantador, pero sé que me lo propondría mañana mismo si no pensara que me haría salir corriendo hacia las colinas.

— ¿Qué es lo que te asusta?

Ginny se mordió el labio.

—Hermione y yo estuvimos hablando el otro día, y es que... ahora es un poco diferente, ¿no? Quiero decir, la madre de Hermione siempre ha trabajado, así que es fácil para ella imaginarse su vida así, pero ella y Ron han tenido que hablar de ello. Hermione no va a dejar Hogwarts para dedicarse de repente a la repostería y a las tareas domésticas y a poner en orden todo para Ron. Se niega incluso a vivir con él durante un año entero, ¿lo sabías? Dice que primero él tiene que demostrar que puede cuidar de sí mismo.

Harry se rio.

—Claro que sí.

—Y a mí me pasa lo mismo. Tengo miedo de que, si me quedo con Neville, caiga en ese papel. Él nunca tuvo una mamá, no una que pudiera cuidarlo, y lo siento, de verdad, pero no quiero llenar ese espacio por él. Merlín, me siento tan desagradecida. Como, qué suerte tuvimos todos de tener a mamá allí, siempre que la necesitábamos. Tres comidas al día, un hogar cálido y cariñoso, un estímulo infinito. Siento que, al rechazar su estilo de vida, la estoy rechazando a ella. Y sé que mantenernos a todos la enorgullece, y es lo que ella quería. Pero no puedo evitar preguntarme si es lo que quería porque fue lo que se le educó para querer. Las brujas de sangre pura manejan el hogar. Claro, hay muchas excepciones, pero sigue ahí, esa expectativa.

"Solía enfadarme tanto, mientras crecía —continuó Ginny, cuando Harry no dijo nada—. Siempre era "Ginevra, ayuda a tu madre en la cocina", y entonces aparecía Hermione, y mamá esperaba lo mismo de ella, ¡y era una invitada! Oh, los chicos tenían que ayudar con la limpieza, pero puedo contar con una mano el número de veces que he visto a Ron ayudar a cocinar. Era una regla tácita, brujas en la cocina, magos esperando ser servidos. No quiero eso para mí.

Harry se mordió el labio. No había pensado realmente en todo eso antes. Aunque en Privet Drive se esperaba que él cargara con gran parte de la cocina y la limpieza, la tía Petunia había sido la jefa de las amas de casa, y después se habían ocupado de él los elfos domésticos y la señora Weasley.

—Creo que entiendo lo que quieres decir —ofreció, y luego tragó con fuerza al darse cuenta—. Oh —dijo— mierda. Yo también hice eso, un poco, ¿no? Creo que, aunque nunca lo dije exactamente, quería eso contigo, lo asumía un poco.

Ginny asintió.

—Sí, creo que lo hiciste. Quiero decir, lo entiendo, mamá es increíble, todo el mundo quiere una mamá como la mía.

—Pero no espero eso de Draco. Ni una sola vez pensé en que me esperara en casa con la cena.

Ginny resopló.

—Oh, Merlín, Malfoy con un delantal y guantes de cocina, sirviéndote unas chuletas de cerdo, eso sí que es una imagen.

Harry tuvo que sonreír, no es muy probable. Bueno, delantales, tal vez. Nada más que delantales. Harry tuvo una visión de un Draco con su piel blanca y perfecta adornada sólo por un delantal y tragó saliva. Esa sí que era una imagen.

—Es que no estoy segura de querer cuidar a nadie en este momento —decía Ginny—, quizá nunca. Me costará mucho trabajo entrenar a Neville para que deje de tener esas expectativas. Sé que tendré que recordarle constantemente que recoja sus cosas. Su abuela era estricta, pero aun así lo hacía todo por él, ¿sabes? Dudo que haga cosas sin que yo tenga que pedírselo. Se siente como un montón de trabajo. Daphne no tiene esas ideas. Se ha criado con los elfos de la casa, así que seguirá ese camino, o contratará ayuda; no le interesa la domesticidad. Es brillante con los números y los encantamientos y hace pequeños inventos muy inteligentes. Siento que podría vivir una vida junto a la suya, que podríamos ser independientes de una manera que no estoy segura de que Neville y yo pudiéramos. Ni siquiera creo que a Daphne le moleste que vea a otras personas.

Harry la observó: su pelo rojo fuego y su gruesa trenza, sus manos fuertes y capaces, y el rostro que aún le parecía tan llamativo y hermoso.

—Parece que ya sabes la respuesta, Gin.

— ¿Así es con Malfoy? ¿Ambos tienen sus propias cosas? —preguntó ella.

—Ya me conoces —sonrió Harry—, la independencia nunca ha tenido mucho atractivo. Me gusta eh…bueno, la codependencia suena mal, pero probablemente no esté muy lejos.

— ¡Interdependencia! —proclamó Ginny— Lo vi en una columna de una de las revistas de brujas de mamá.

—Sí —decidió Harry—, interdependencia. Eso me gusta. Quiero que se involucre en la mayor parte de mi vida; eso me gusta. ¿No estás enfadada porque sea él? Me da mucho miedo decírselo a todo el mundo.

—No me emociona, y estoy segura de que no sé qué ves en él, aparte de la apariencia, lo reconozco —admitió—, pero Hermione me dio la charla, y Merlín sabe que esa chica sabe hablar. Los he visto a los cuatro juntos, y ninguno parece molesto. Y sí que salvó a esos niños. Si tú, Ron y Hermione están dispuestos a confiar en él, le daré el beneficio de la duda. Además, no estoy segura de que lo llevarías tan bien como lo has hecho sin él. Has hecho mucho, y tienes todo el derecho de incluso ahogarte en Ogden's Finest y dormir durante un año, ¿sabes?

Harry sólo se encogió de hombros.

—Cuidar de alguien ayuda. Entrenar Quidditch ayuda, y lo mismo con tratar de arreglar ese lío en la escuela. Simplemente no puedo... pensar demasiado en las cosas. A ti, supongo, te ayuda centrarte en ti mismo, no en el mal sentido, no quiero decir. Simplemente conoces tu propia mente. Para mí, es diferente. Tengo metas, claro, pero a veces es mejor si evito la introspección. No digo que sea un santo desinteresado, simplemente necesito mantener mi mente ocupada de esa manera, ya sabes, externamente. Y, bueno, a Draco le encanta que lo concentren, así que funciona.

—Entonces me alegro por ti, Harry —dijo Ginny—, de verdad.


...


¿Saben cuál fue otra cag*da que hizo J.K Rowling? El forzar una relación amorosa entre Ginny y Harry, cuando ambos pudieron ser los mejores amigos, compartiendo experiencias y momentos llenos de sana camaradería, sin necesidad de comprometer sentimientos.

En fin, para eso tenemos el fanon, para arreglar muchas cosas jajaj

¡Gracias por leer!