Disclaimer: Los personajes, lugares y hechizos, son propiedad de J.K Rowling, a menos de que se especifique lo contrario. No hay retribución monetaria con la traducción y publicación de esta historia.
Traducción autorizada de A Forward Path por umbrellaless22 en AO3
CAPÍTULO LVI
George se fue en la tarde del veintiséis. Todo el mundo le dijo a Harry que tenía que volver a la tienda para colaborar a sus ayudantes. Harry sabía que sólo estaban siendo amables. Se había ofrecido a ser él quien se fuera varias veces. Estaba casi dispuesto a pasar el resto de las vacaciones solo en Grimmauld Place si eso significaba un respiro de la interminable tensión, pero la señora Weasley no quiso oírlo. Se escondió en la sala con Constance mientras todos se despedían. Le tendió unas elegantes golosinas de lechuza que el búho real de Draco había entregado esa mañana con una nota:
Perdón por ser irritable y evasivo y por recomendar la eutanasia.
Tuyo,
DLM
Constance las cogió con el pico, suavemente, e hizo ruiditos bajos y agradecidos mientras los engullía.
Hubo más murmullos en la cocina. Toda la Madriguera llevaba ya dos días de tensión y todo era culpa de Harry. Oyó que la puerta principal se cerraba, lo que significaba la salida de George, y entonces Molly Weasley volvió a llorar.
—Oh, mamá. —oyó decir a Ginny.
Charlie entró a la sala y se sentó en el sofá frente a Harry. Tenía dos pintas en la mano y deslizó una hacia Harry. El movimiento sobresaltó a Constance, que agitó sus enormes alas y volvió a posarse sobre el reloj.
—Siento haber hecho llorar a tu madre. —dijo Harry, cabizbajo. Para su sorpresa, la expresión de Charlie se convirtió en una sonrisa.
—Oh, yo no me preocuparía por eso. Si no está llorando porque está triste, está llorando porque está feliz. Así es mamá. Percy dijo que lloró durante una semana cuando me fui a Rumanía.
— ¿Cómo manejas...? —Harry se interrumpió, restregándose una mano por la cara, y luego dejándola caer hacia su pecho, donde ese sentimiento parecía estar presionando.
Charlie se rio.
— ¿La culpa?
Harry asintió.
—Intento no interpretarlo así. Mamá no nos quiere en casa, escondidos detrás de sus faldas y con miedo al mundo. Está orgullosa de tener a sus hijos en el mundo, persiguiendo sus intereses. Incluso intereses aburridos y burocráticos, como el de Percy. Sólo se preocupa porque nos quiere. Así que cuando se pone nerviosa y me envía cartas enloquecidas sobre los peligros del fuego de los dragones, o incluye recortes de periódicos de bestias mágicas que devoran a los magos en Perú, en lugar de estar como, oh no, soy un hijo terrible, horrible y podrido, intento pensar en lo bonito que es tener una familia como la mía.
Harry consideró las palabras. Pensó en lo afortunado que era por haber sido cooptado en esta familia tan cariñosa y bulliciosa, también.
—Y ella también te quiere, Harry —continuó Charlie—, incluso antes de que Ginny y tú estuvieran juntos, ya eras un hijo para ella, y eso no terminó sólo porque ustedes dos rompieran.
—Me siento como un hijo de mierda. —murmuró Harry.
—El secreto es que todos somos hijos de mierda a nuestra manera, pero todos nos redimimos en otros. No está llorando porque te hayas enamorado de Malfoy, ni siquiera porque eso haya molestado tanto a George. Está llorando porque sabe que estar con él no será un camino fácil para ti.
Harry dio un sorbo a su cerveza.
—Por otra parte, acorralar dragones no es un camino fácil para mí —Charlie guiñó un ojo—, pero me encanta.
Charlie, Percy, Bill y Fleur se fueron unos días después. Percy estrechó la mano de Harry, pero Bill y Charlie lo abrazaron. Fleur, por su parte, lo abrazó unas seis veces y le salpicó la cara con besos cariñosos. "Me alegro de que ese chico triste te tenga a ti, Harry", dijo.
—Eh, gracias. —dijo Harry, besando torpemente una mejilla y luego la otra cuando ella se la ofreció.
—Iré a volar —dijo Ginny, una vez que las despedidas habían terminado y sólo quedaban los dos Weasley más jóvenes—. ¿Harry? ¿Ron?
Ron aceptó, pero Harry tenía unas cuantas cartas que escribir, así que declinó. Se sentó en la mesa de la cocina con una taza de té fresca y garabateó misivas de Feliz Navidad para Hagrid, Andrómeda, Dudley y Clark. Le pegó una a la pata de Constance. Sus ojos redondos giraron hacia él, incrédulos, y luego saltó bajo la mesa. Él suspiró, se arrastró tras ella y desató el cordel.
Luego garabateó una nota rápida para Draco.
Hola,
La señora Weasley me dijo que te recordara que aún estás invitado a comer a las 12:30 el día de Año Nuevo. La mayoría de los hermanos de Ron se han ido a casa, así que no debería ser demasiado abrumador, espero. Por favor, por favor, no te vistas demasiado elegante y no traigas un regalo, especialmente no algo caro.
Con cariño,
H.
P.D. Gracias por las golosinas. Constance las disfrutó mucho.
Harry acorraló al hiperactivo Pigwidgeon en el desván, y envió la carta a Malfoy. Los demás podían esperar un poco, supuso Harry.
La respuesta llegó esa tarde:
"¿Las disfrutó?" Oh, vaya. Una bolsa de ese tamaño le dura a Metatron un mes por lo menos. Veo que la glotona sigue sin entregar tu correo. ¿Tengo que conseguirte una lechuza que realmente cumpla la función para la que fue criada?
Nos vemos el 1 de enero, con el cuello sin almidonar y sin regalos.
Tuyo,
DLM
Harry apenas durmió la noche de Nochevieja. Aquella mañana se despertó con la ansiedad a flor de piel. Malfoy, haciendo una visita social a La Madriguera, uff- le hacía revolver el estómago. Por suerte, la señora Weasley les encargó a él, a Ginny, a Ron y a Hermione las tareas domésticas inmediatamente después del desayuno. La Madriguera podría no ser de lujo, pero Merlín si estaría limpia.
Draco llegó puntualmente por la chimena a las 12:30. Con vaqueros. Unos vaqueros de alta gama, sin duda, que le sentaban de maravilla, pero aun así. Harry agradeció el esfuerzo y la vista, o lo habría hecho si el pánico no estuviera subiendo en él como el mercurio del termómetro bajo el sol de la tarde.
Draco, por su parte, estaba imperturbable.
—Buenas tardes —saludó amablemente a los Weasley—. Muchas gracias por recibirme.
La señora Weasley pareció pensar por un momento y, de repente, entró con los brazos extendidos. Harry temía a medias que el rubio hiciera algo terrible como retroceder, pero Draco se limitó a devolver el abrazo, sólo que un poco rígido.
Luego miró a Harry, quien se sintió congelado en el sitio.
—Hola, amor —dijo Draco con suavidad, acercándose para besar la mejilla de Harry. Aprovechó esa oportunidad para murmurar—. Por el amor de Merlín, relájate, es sólo un almuerzo. —en el oído de Harry.
También abrazó a Ron y Hermione y estrechó la mano del señor Weasley, y se volvió hacia los Granger.
—Ustedes deben ser los padres de Hermione —dijo—. Me temo que no nos presentaron bien la otra noche. Mis disculpas por mi inoportuna, y aún más inapropiada, aparición —se permitió una sonrisa de autodesprecio—. Un placer conocerlos a ambos. Soy el novio de Harry, obviamente. Draco.
Claramente, hizo que la extraña situación pareciera terriblemente fácil.
—Ginny, querida, ven a ayudarme con el ponche. —dijo la señora Weasley.
—Puedo ayudar. —soltó Harry, pensando en la frustración de Ginny por ser siempre la primera en ser llamada.
—No, no, tú quédate aquí con Draco. —le aseguró la señora Weasley.
Harry se dejó caer en un sillón al lado de Draco, quien le cogió la mano despreocupadamente, todo ello mientras continuaba la pequeña charla con el señor Granger. Harry se dio cuenta de que se sentía cohibido por el contacto, aunque lo anhelaba. Vio que los ojos del señor Weasley se desviaban hacia el contacto, y luego volvían a alejarse, con una expresión neutra. Nadie más pareció notarlo.
La señora Weasley regresó, seguida de una ponchera de cristal que flotaba y varios vasos a juego. La vajilla se posó suavemente sobre la mesa de centro, que había sido cubierta con un mantel recién planchado y dos bandejas de repostería. El cristal era demasiado florido y adornado para ser de esta década, pero si Malfoy se dio cuenta, no lo comentó.
— ¿Ponche, Draco? —preguntó Ginny.
—Por favor.
Ginny sirvió un poco en un delicado vaso y se lo entregó. Draco tomó amablemente un sorbo.
—Encantador, ¿es de rosa mosqueta?
La señora Weasley sonrió ampliamente.
—Sí, con enebro y un poco de soda. Encontré la receta una revista muy popular.
—Muy refrescante. —respondió Draco.
Harry bebió un sorbo del vaso que Ginny le entregó. Le supo un poco a perfume, pero Draco parecía genuino en sus elogios. Quizá el otro chico tenía un paladar más refinado.
Pasaron por la charla habitual -Draco parecía especialmente interesado en las explicaciones de los Granger sobre la odontología muggle- y luego todos fueron convocados por la señora Weasley a la mesa del comedor.
— ¿Cómo está tu madre, querido? —preguntó Molly mientras servía pequeñas porciones de sopa y ensalada para preceder la comida.
Draco tardó un momento en darse cuenta de que el "querido" al que se dirigía era él.
—Oh, bastante bien, gracias. Ella y Hermione han estado muy en contacto sobre la fundación, y creo que está bastante contenta de tener un proyecto.
—Es increíblemente organizada" —aportó Hermione con una nota de admiración en su voz—, ya se ha puesto en contacto con la profesora McGonagall y ha escrito un comunicado para El Profeta y ha ideado los criterios para las becas de los estudiantes. Yo apenas he tenido que hacer nada.
— ¿Ha salido adelante el divorcio? —preguntó Ron, entre un bocado de lechuga.
— ¡Ron! —amonestó la señora Weasley, pero Malfoy ni siquiera parpadeó.
—A ella no le importaría que lo comentara —les aseguró—. Sí, lo ha hecho, y mamá ha revertido su apellido a Black. ¿Estuvieron en el colegio con ella? —preguntó a los Weasley.
—Durante un par de años, tal vez —comentó el señor Weasley—. Estábamos más cerca de la edad de tu tía Bellatrix.
Draco se estremeció muy levemente, y Harry le agarró la pierna por debajo de la mesa.
—Por supuesto —fue todo lo que dijo Draco, y luego se volvió hacia Harry—. ¿Has visto a mi tía Andrómeda y a Teddy durante las vacaciones?
—Todavía no —dijo Harry—, espero salir a verlos a ellos y a mi primo en los próximos días.
Draco asintió y felicitó a la señora Weasley por la sopa.
Se sirvió el plato principal: pollo asado al ajo con verduras y patatas. Estaba delicioso como siempre, pero a Harry le costaba comer algo. La tímida charla había dado paso a un incómodo silencio, a pesar de los esfuerzos de todos.
— ¿Cómo es que tú y Harry han empezado a salir? —la señora Granger preguntó a Draco con cortesía, justo cuando Harry pensaba que el silencio podría consumirlos a todos.
—Me lesioné la rodilla al principio del curso —suministró Draco—, y Harry me estaba ayudando con eso.
Ron resopló. Harry lo fulminó con la mirada.
—Oh, déjenlo ya, ustedes dos —desafió Ron—, ¡es una historia mucho más escandalosa y jugosa que esa! Si Draco va a venir por aquí en el futuro y sólo vamos a hablar de Quidditch, de dientes y del tiempo, quizá tenga que ahogarme en la ponchera.
Para consternación de Harry, y sin pedir permiso, Ron se lanzó a relatar muy animadamente el extraño acuerdo de Harry y Draco y los misteriosos acontecimientos del curso escolar. Harry miró a Draco en señal de disculpa silenciosa, pero para su sorpresa, su novio sonreía, con las mejillas sonrojadas. Cuando Ron llegó a la parte en la que Harry se había lesionado en el campo de Quidditch y a la reacción feroz y protectora de Malfoy, Harry vio que la señora Weasley lloraba, enjugándose los ojos con las servilletas de tela que había sacado para la ocasión especial. Draco rodeó descaradamente con un brazo el respaldo de la silla de Harry y Merlín, se sintió bien sólo por estar allí sentado, permitiéndole esto.
— ¡No puedo creer que ninguno de ustedes me haya dicho una palabra sobre este calvario! —los regañó la señora Weasley, una vez que Ron hubo terminado su relato. Su público había estado ciertamente atento, Harry tenía que reconocerlo.
—Ya sabes que esos tres, mamá —Ginny puso los ojos en blanco— siempre se guardan la acción para sí mismos, incluso cuando su muy talentosa amiga y hermana podría haber ayudado. No puedo creer que no tenga ni un año fuera de la odiosa sombra de Ron —miró a Hermione, Harry y Draco—. Espero que los tres sepan la suerte que tienen de no tener montones de hermanos mayores. Siempre insisten en que saben más.
La franqueza de Ron y Ginny pareció relajar a todos y el resto del almuerzo fue no sólo soportable, sino realmente agradable. Cuando llegó la hora de que Draco se marchara, abrazó por completo a la señora Weasley, agradeciéndole amablemente, y besó a Harry directamente en la boca como si fuera la cosa más normal del mundo. Lanzó un puñado de Flú, se acercó al fuego y dijo "Mansión Malfoy ". Con eso, se fue.
La señora Weasley se volvió hacia él, radiante.
— ¡Vaya, Harry! —declamó— ¡Se ha convertido en un joven tan encantador! Esos hermosos modales, y se preocupa tanto por ti. Apenas puedo creer el cambio en él.
Harry sólo pudo murmurar un agradecimiento, sintiéndose extrañamente satisfecho y avergonzado a la vez.
Ginny soltó una risita.
—Oh, Merlín, acabo de pensar en el pobre Neville intentando aguantar la comida con mis padres ahora que somos novios. ¿Crees que podría completar una frase sin sonrojarse y tartamudear?
—Oh, vamos, Gin, ha mejorado. —dijo Ron.
—No digo que no haya hecho grandes progresos —comentó Ginny—, pero este tipo de cosas lo convertirían directamente en un objetivo social. Pocos son tan irritantemente encantadores como Malfoy, cuando se lo propone, Harry, lo reconozco.
Cuando Pig regresó esa noche de entregar las últimas notas navideñas de Harry, envió a la pequeña lechuza a una misión más:
Gracias por todo eso. De verdad.
Con amor,
Harry
La respuesta llegó justo cuando Harry se estaba durmiendo:
Es un placer. De verdad.
Tuyo,
Draco
...
Pude actualizar hoy por el festivo.
¡Gracias por leer!
