Disclaimer: Los personajes, lugares y hechizos, son propiedad de J.K Rowling, a menos de que se especifique lo contrario. No hay retribución monetaria con la traducción y publicación de esta historia.
Traducción autorizada de A Forward Path por umbrellaless22 en AO3
CAPÍTULO LXI
—Como era de esperarse. —dijo Harry, resignado. Era por la mañana y había sido escoltado a la misma sala en la que se había reunido con Zerk la noche anterior por un hombre de rostro muy pétreo. Incluso la expresión de Zerk carecía de la calma de la noche anterior.
— ¿Hm? —dijo el sanador mental, quizá sorprendido por la falta de saludo de Harry, o por el gigantesco pájaro rojo que se posó en el brazo del sofá.
—El Profeta —suspiró Harry—, ¿sospecho que por eso nadie quiso mirarme a los ojos esta mañana? —lo había sabido enseguida, cuando una joven bruja muy callada le había empujado la bandeja del desayuno. Ella no había reconocido su "buenos días" o "gracias" y tampoco el mago que había venido a llevárselo.
—No me corresponde ocultártelo —admitió Zerk. Hoy iba vestido de manera más formal, y Harry se preguntó si le habían llamado desde su casa la noche anterior. Metió la mano en el bolsillo interior de una americana gris oscura y sacó la edición de la mañana de El Profeta y se la entregó a Harry.
"AMOR ENVENENADO: RELACIÓN CON MORTÍFAGO DEJA A POTTER EN EL HOSPITAL" gritaba el titular y Harry resopló.
—Es bueno ver que su integridad periodística no ha flaqueado —bromeó Harry, con sequedad—, sigue siendo su típica línea de base de total y absoluta basura.
Miró el artículo de abajo:
La apacible serenidad del dormitorio de octavo año de Hogwarts se vio interrumpida ayer por la mañana temprano por Harry Potter, evidentemente bajo algún tipo de ataque. "Escuché que le gritaba a Draco Malfoy", dice una fuente cercana al héroe, que no quiso revelar su nombre. "Sonaba como si estuviera sufriendo un dolor horrible, creemos que tal vez Malfoy estaba llevando a cabo algún tipo de tortura mental". Mientras que Ronald Weasley, compañero de Potter desde hace mucho tiempo, se apresuró a actuar y a retirar a muchos del lugar, los testigos comentaron que el conocido mortífago, Draco Malfoy, permaneció al lado de Potter durante todo el día, sin que el profesorado interviniera.
"Se rumorea que estaban cogidos de la mano", declaró nuestra fuente, "y sinceramente, no me sorprende. Malfoy está cada vez más cerca de Harry desde el otoño, todos lo hemos visto. Harry incluso le sirve el té por las mañanas. No me sorprendería que estuviera manipulando a Harry de alguna manera. Todos sabemos que Malfoy ha utilizado los imperdonables en el pasado para controlar a sus compañeros, ¿quién puede decir que no los esté utilizando de nuevo? Tal vez, ahora que se ha divertido con Potter, está intentando destruirlo de la forma más devastadora posible, ¡y terminar lo que empezó Quien Tú Sabes!" Efectivamente, no todo parece ir bien con Harry Potter, que fue trasladado de la escuela al Hospital San Mungo para Enfermedades y Heridas Mágicas la pasada noche. Al ser preguntada, la directora de Hogwarts, Minerva McGonagall, dijo lo siguiente "No comento, ni comentaré nunca, la salud o la información personal de ninguno de mis alumnos. No me contacten de nuevo". ¡Palabras reveladoras!
¿Qué revelan estas misteriosas circunstancias? ¿Será que Malfoy ha seducido a Potter mediante un subterfugio mágico? ¿Qué significa esto para la organización benéfica de Potter, el Fondo de Equidad para los Niños Mágicos, que recientemente encabezó junto a Narcissa Malfoy y Hermione Granger? ¿Quién salvará a nuestro salvador?
—Menuda chorrada. —refunfuñó Harry, devolviendo el periódico a Zerk y dejándose caer en el sofá. Podía sentir esa vieja rabia enrollándose en su vientre. Apostaría cualquier cosa a que Megan Jones era la fuente anónima. Sonaba igual que ella.
— ¿Te gustaría hablar de ello? —preguntó el sanador, guardando el periódico nuevamente.
—Eso depende —dijo Harry, quitándose las gafas para frotarse los ojos—, ¿crees que mi novio me ha drogado, me ha lanzado un imperio o comprometido de alguna manera? —Fawkes se apretó levemente contra el hombro de Harry, y éste alargó la mano para darle al fénix unas suaves palmaditas.
—No —respondió Zerk con firmeza—, no. No muestras ningún síntoma relacionado con las pociones de amor: obsesión, elogios interminables o distracción. Y un Imperius que abarque esta distancia sería toda una hazaña para un adolescente.
—De todos modos, puedo evadirlo —gruñó Harry, con la agitación en aumento—. Si pude resistir el de Voldemort, es mejor que creas que puedo resistir el de Draco. Pero no es que él lo hiciera.
Las cejas de Zerk se alzaron.
— ¿Puedes evadir un Imperius?
Harry se encogió de hombros, mirando hacia otro lado. Su intención no había sido presumir tanto como asegurarse de que Zerk supiera que estaba en su sano juicio al respecto.
—Puedo ser terco. No me gusta que me digan lo que tengo que hacer. Bueno. Típico. Es un poco diferente con Draco. Oh, Merlín, eso probablemente ha sonado a insinuación, pero en realidad no es lo que quería decir.
Zerk ladeó la cabeza y, por alguna extraña razón, a Harry le pareció que toda la historia del origen de la relación entre él y Draco salía a relucir: su trato a principios de año, y los estúpidos recaditos que él hacía, el cómo acabaron viviendo en el bolsillo del otro.
—De todos modos —Harry se interrumpió, avergonzado—, no es la cuestión. No me han metido en nada por arte de magia, es todo a lo que quiero llegar.
—Es una historia preciosa —dijo Zerk en voz baja—. Gracias por compartirla.
Harry se mordió el interior de la mejilla durante un minuto.
—Fue... agradable contárselo a alguien que no me preocupaba que fuera a repudiarme. Ron y Hermione, son mis mejores amigos -seguramente lo sabes, Merlín, es extraño que todo el maldito mundo sepa estas cosas-, bueno, han sido maravillosos. La familia de Ron también, salvo su hermano, que tiene buenas razones para estar enfadado. No es que no sepa por qué todos están molestos. Sé que Draco hizo cosas realmente terribles, no puedo fingir que no lo hizo. Pero también hizo cosas valientes. Y sus circunstancias fueron... menos que ideales. Merlín, no quiero tener que justificarlo por el resto de mi maldita vida así.
— ¿Qué tal esto, entonces? —ofreció Zerk, amablemente— No tienes que justificarlo ante mí. La gente termina en relaciones por todo tipo de razones, pero normalmente es porque se preocupan por la otra persona. No parece que sea diferente en tu caso.
—No lo es —aceptó Harry, aliviado—. Gracias.
—Entonces… —dijo Zerk.
—Entonces… —repitió Harry, sacudiéndose el pelo de la frente y acariciando un poco más a Fawkes.
—No puedo dejar de notar que tienes un nuevo compañero. Nunca había visto un fénix. Es llamativo.
—Fawkes siempre me ha cuidado. Creo que sabía que necesitaba compañía anoche.
Zerk se limitó a observarlos durante un largo momento. Harry sintió que su incomodidad volvía a crecer. Realmente no sabía qué se suponía que debía hacer con un sanador mental.
— ¿Qué? —dijo finalmente, los ojos sobre él le ponían nervioso.
—Estoy pensando que debe ser todo un reto ser tan notable como tú, Harry.
Harry raspó un zapato contra el suelo. Observó las amapolas que soplaban con un viento imaginario en el cuadro montado detrás de la cabeza de Zerk.
—Es justo lo que he conocido. De pequeño pensaba que era un bicho raro porque no paraba de hacer magia en un mundo en el que la magia no existía, y luego llegué al colegio y era Harry Potter y todo el mundo me conocía y yo no entendía por qué, la verdad. No sabía lo que significaba derrotar a Voldemort hasta que él volvió.
—Y entonces lo derrotaste de nuevo.
—No tenía muchas opciones. No me iba a dejar con vida.
—Tenías una opción. Podías haberte resignado, podías haber huido.
—Nunca he sido bueno para saber cuándo retroceder.
—Y te debemos nuestras vidas y nuestra libertad por ello.
—No lo hagas —dijo Harry—. Por favor, no lo hagas.
—Lo siento, no era mi intención molestarte. ¿El reconocimiento te incomoda? —preguntó Zerk.
—Es que... no sé qué hacer con él. No hice lo que hice para que la gente lo celebrara y me adorara y me colmara de gratitud. Diablos, la primera vez, era un bebé, no tenía nada que decir al respecto. Y sé que mi madre y mi padre se sacrificaron por una causa digna, lo sé, pero a veces, casi egoístamente, desearía que no lo hubieran hecho porque, al menos, habría llegado a conocerlos. La segunda vez, bueno, tenía que pasar por la maldita profecía, ¿no? No pude vivir mi maldita vida mientras él estaba vivo y ahora está muerto y aparentemente todavía no puedo.
Hizo un gesto irritado hacia Zerk.
—Acaban de escribir sobre mí en el maldito periódico nacional por tener una pesadilla y coger la mano de mi novio. Las vociferadoras llegarán a raudales, escupiendo un sinfín de maldiciones. Algunos estudiantes se alzarán en armas, él estará en peligro de nuevo por sus antiguos abusadores, esto nunca termina. Estoy desesperado por jugar al Quidditch porque me encanta, pero si lo hago, sé que estoy aceptando asumir todo esto de nuevo. Si es que me aceptan después de que esta mierda haya salido a la luz. No es sólo tener cada movimiento que hago vigilado y analizado, sino también que lo que se publica es la versión más ridícula de las cosas. Estoy cansado de esto, muy cansado. Draco dice que no soy de ellos, pero sigue pareciendo que lo soy.
— ¿De ellos?
—De los dolientes, del público y de El Profeta. Me digo a mí mismo que no les debo nada, pero no puedo obligarme a creerlo.
— ¿Qué sientes que les debes? —preguntó Zerk.
—Un buen ejemplo, una voz contra la injusticia, opciones que no les hagan pensar que han perdido a sus seres queridos por desagradecidos, todo eso.
—Tal vez puedas ver por qué dije que llevas una carga imposible, Harry —dijo el sanador en voz baja—. También se te permite ser simplemente tú. Por mucho que lo intentes, no se puede complacer a todo el mundo. Sé que no puedes escapar del ojo público, y lo lamento, porque sé que no lo pediste, pero creo que hay formas de dejar pasar toda esa presión. Puedes hablar lo necesario, pero también puedes descansar.
—Es un poco estúpido, ¿no? —comentó Harry— Quiero decir que probablemente debería estar ocupándome de la mierda que me causa las pesadillas y los, lo que sea que fueran, flashbacks. Y sin embargo, estoy preocupado por un artículo escandaloso en el peor periódico del mundo.
—No creo que sea una estupidez —respondió Zerk—. Para ti, este artículo tiene consecuencias muy reales. Amenaza directamente a alguien que te importa mucho, y tú te tomas muy en serio tu responsabilidad con los que te importan. No, no creo que sea estúpido en absoluto.
—Merlín, ¿qué voy a hacer? —Harry exhaló, agotado ya por el día y aún no era la hora de comer.
—Vas a hacer lo que ya haces. Vas a confiar en tus amigos y profesores y en la gente en la que confías para que cuiden de ti, y tú cuidarás de ellos a cambio. Te recuerdas a ti mismo, según sea necesario, que estas cosas pueden pasar y pasan, y aunque eso no anula las consecuencias inmediatas, sí significa que esta mayor alerta no tendrá que durar para siempre. Seguirás concentrándote en las cosas que puedes controlar, en las que puedes opinar, y recordarás tus prioridades.
—Sí. Yo... creo que puedo hacer eso —asintió Harry, de alguna manera sintiéndose mejor al tener un poco de plan, aunque no fuera concreto—. ¿Puedo irme? Odio estar lejos de Draco ahora mismo, debe ser horrible para él.
—Sí, por supuesto —dijo Zerk—. Quedemos hoy una semana cuando termines las clases. Mientras tanto, puedes escribirme si las cosas empeoran o necesitas hablar antes. O puedes venir directamente al hospital y nos ocuparemos de ti. Y El Profeta no obtendrá ninguna información de nosotros, nos tomamos muy en serio la confidencialidad de nuestros pacientes.
Fawkes se fue por la ventana abierta por la que había volado antes de que Harry volviera al colegio. Fue agridulce; Harry se había alegrado de verlo, pero sabía que no se quedaría. Observó la amplia envergadura de las alas en el tenue sol de la mañana hasta que Fawkes se perdió de vista.
Harry regresó al colegio a la hora del almuerzo y se sorprendió al ver a Thomas y a Olivier Rivers esperándolo fuera del despacho de la profesora McGonagall.
—Hola, Harry —dijo Dean—, acabamos de organizar una pequeña escolta para ti y Malfoy, sólo por los próximos días, hasta que las cosas se calmen.
Harry se sorprendió y se emocionó a la vez.
— ¿Todos ustedes?
—Los de octavo año —afirmó Rivers, en su siempre razonable tono—. Dos asignados a cada uno de ustedes en todo momento. Salvo Goldstein, que es el idiota que se chivó a Jones y los metió en este lío. Se siente fatal, si te sirve de consuelo. Es demasiado amigable y asume lo mejor de todos. Nunca soñó que Jones correría a El Profeta con sus "preocupaciones". Quiero decir, estoy seguro de que Goldstein estaría encantado de estar en los detalles de seguridad para calmar su conciencia, pero Seamus está bien cabreado con él y no quiere ni oírlo.
—Decente de su parte —dijo Harry, todavía incrédulo de que estuvieran haciendo todo esto por él—. De verdad. Gracias.
Rivers se limitó a encogerse de hombros.
—Finnegan y Weasley hicieron la mayor parte de la programación, nosotros sólo la llevamos a cabo.
— ¿Ha habido alguna dificultad? Nadie ha intentado nada, ¿verdad?
—No —dijo Dean—, creo que la mayoría de nosotros, los de octavo año, hemos manifestado bastante que ese artículo era un montón de basura. Todos hemos estado viviendo con Malfoy durante meses, y si fuera la misma escoria que solía ser -perdón, Harry, ya sabes lo que quiero decir- creo que lo sabríamos. Por lo que veo, se ha portado bien contigo, con su equipo de Quidditch y se ha librado de toda su retórica purista. Sinceramente, Harry, tal vez deberías salir con más fanáticos, parece que les hace cambiar de opinión en seguida, como si les sacaras el odio de encima.
— ¡Merlín, Dean! —Harry tragó saliva, dándole al chico un empujón amistoso con el hombro. Estaba sonrojado, todavía no estaba acostumbrado a hablar de su vida sexual abiertamente, pero también sentía un esperanzador sentimiento de solidaridad.
Se reunieron con Draco en la entrada del gran salón, Ron y Greg a su lado. Goyle empuñaba su varita y escudriñaba sus alrededores como si un ataque pudiera ocurrir en cualquier momento.
— ¡Harry! —bramó Ron, atrayendo las miradas de los alumnos que entraban a comer. Agarró a Harry en un exuberante abrazo— ¿Estás bien?
—Por supuesto —lo tranquilizó Harry con una sonrisa— Gracias por organizar todo esto. —señaló a Dean y a Olivier.
Draco puso los ojos en blanco.
—Es un poco exagerado —afirmó, y luego se acercó con elegancia, y delante de cualquiera que se preocupara por ver, plantó un breve y firme beso en la boca de Harry—. Hola, cariño.
Por un momento, Harry se quedó allí, congelado, oyendo cómo empezaban los murmullos casi a la vez: las miradas y los susurros apresurados, la presión de tantos ojos. Y, sin embargo, los únicos ojos que le importaban a Harry, se dio cuenta, eran los grises, altivos y familiares, que tenía delante.
—Hola, tú también —dijo, tomando la mano de Draco y volviéndose hacia la mesa de octavo año, sus amigos abriéndose en abanico junto a ellos—. ¿Te apetece comer algo?
...
¡Gracias por leer!
