Disclaimer: Los personajes, lugares y hechizos, son propiedad de J.K Rowling, a menos de que se especifique lo contrario. No hay retribución monetaria con la traducción y publicación de esta historia.
Traducción autorizada de A Forward Path por umbrellaless22 en AO3
CAPÍTULO LXVII
—Supongo que no estará dispuesta a una conversación. —supuso Ron, empujando otro oscuro texto sobre la mesa de la biblioteca, derrotado.
—Sí, Weasley, estoy seguro de que un ser compuesto de rabia concentrada estará abierto a una charla rápida. Simplemente le mostraremos el error de sus formas y se retirará a la orilla del mar. —respondió Malfoy.
Habían pasado varios días infructuosos de investigación y los cuatro se sentían un poco irritados.
— ¿Y la Legilimancia? —preguntó Ron— ¿No podría Harry meterse en la cabeza de Lavender y alterar sus pensamientos?
Draco abrió la boca y la volvió a cerrar. Hermione reflejó su expresión.
— ¿La legilimancia funciona con los fantasmas? —se preguntó Harry en voz alta.
—Ella no es un fantasma —le recordó Hermione—, es mucho más poderosa.
—Bueno, ¿funcionaría la Legilimancia con lo que sea que sea ella, entonces? —preguntó Ron.
—Hm —consideró Harry— Ahora que lo pienso, ¿por qué no hemos intentado localizarla? Sus padres obviamente pudieron, así que ¿por qué nosotros no? Nos daría una mejor idea de a qué nos enfrentamos. No estamos encontrando nada en estos malditos libros, de todos modos. Será mejor ir a la fuente.
— ¿Dónde crees que suele merodear, cuando no está ocupada entrometiéndose? —preguntó Ron— En la gran entrada, ¿no? Ya que ahí es donde murió. ¿Por qué no vas a dar un paseo por allí, Harry, a ver si puedes hacerla salir?
—Harry no va a entrar en el vestíbulo ahora mismo. —replicó Draco, con la voz baja.
Ron no pareció oír la nota peligrosa en su voz.
— ¿Puedes convocar a un cwalus como a un objeto? ¿Sólo tienes que ponerte al pie de las escaleras y ver qué pasa, tal vez? ¿O necesitas una sesión de espiritismo? ¿Un ritual? En cualquier caso, si pudieras implantar algunos pensamientos felices, entonces listo, problema resuelto. ¿Qué piensas, Harry?
—He dicho que él no va a ir a ese sitio. —gruñó Draco.
Harry sabía que sólo estaba siendo protector, pero aun así le molestaba.
—Déjalo —murmuró—, no me disuelvo en la locura cada vez que paso por ahí.
—Pero ahora sabemos que es una posibilidad. —dijo Draco sombríamente.
Harry rechinó los dientes. Sentía que Malfoy estaba utilizando el episodio en su contra, como si estuviera sugiriendo que Harry era inestable o que no podía mantener la cabeza en una crisis. La idea mordía su orgullo.
— ¿Y? También es una posibilidad para ti. Tú fuiste el que se lesionó, y no es que seas inmune al pánico. Además, ahora estoy mucho mejor.
Draco resopló.
— ¿Unas semanas de sanación mental y de repente estás curado? No creo que esto funcione así, Potter.
— ¿Cómo vas a saberlo? No has estado desde que volvimos al colegio.
—No todos podemos salir de los terrenos del colegio cuando se nos antoja —espetó Draco—, no todos somos tú.
— ¿Acaso has preguntado? ¿O simplemente lo asumiste? Ay pobrecito Malfoy, todo el mundo te odia, esa es tu frase favorita, como siempre, ¿no? Merlín, no puedo creerte. Tratándome como si fuera una violeta encogida cuando soy yo el que trabaja para enfrentar las cosas. Sabes que no puedes tomar mis decisiones por mí, ¿verdad? —Harry respondió mordazmente.
—Ya está bien de eso —intervino Hermione con el ceño irritado—. Harry, nadie piensa que seas débil por vivir un trauma y estar afectado por él.
—Draco lo hace, al parecer. —murmuró Harry.
—No creo que seas débil; eso no es lo que he dicho. —Draco igualó el tono de enfado de Harry.
Harry sintió que la ira se condensaba en su interior, tomando forma.
—Es evidente que sí, o no me estarías ordenando que no probara esto. Podría funcionar, y si lo hiciera, valdría la pena cualquier caída emocional.
—Para ti, tal vez —contraatacó Malfoy, con su voz en forma de siseo despiadado—. Siempre estás feliz de correr hacia el martirio, ajeno a los que tenemos que presenciarlo una y otra vez. ¿Tienes idea de lo impotente que me hace sentir ver cómo te arrojas a piras interminables? Es un maldito patrón para ti. Ya no sólo te arriesgas cuando te precipitas a ciegas, debes verlo.
Harry sintió que su rabia daba paso a la culpa y apartó la mirada.
—Entonces trabaja conmigo en esto. No te limites a prohibirlo. Dije que sería menos imprudente. Así que déjame.
—Bien. —aceptó Draco, sin parecer complacido.
—Bien. —repitió Harry, con una amargura aún aferrada a él.
—Eso está mejor ahora, ¿no? —dijo Ron con una jovialidad forzada— Bésense y hagan las paces. Trabajo en equipo y todo eso.
Harry se cruzó de brazos y se dio la vuelta, pero para su sorpresa, Draco le puso una mano en el antebrazo y se inclinó para pasar sus labios como un fantasma por el pómulo de Harry. Apoyó su frente en la sien de Harry durante un momento de suspensión, susurrando una disculpa, y Harry sintió que la tensión que se acumulaba en su interior empezaba a ceder. Dejó que Draco le cogiera la mano, pero no le miró.
—Entonces, tenemos que investigar la Legilimancia en criaturas no humanas y la invocación de espectros, ¿es correcto? —dijo Malfoy, sentándose y permitiendo que sus palabras tomaran un cariz más empresarial. Hermione estaba anotando ideas en un trozo de pergamino.
—Merece la pena investigar, como mínimo —convino Hermione—. Así que hagamos eso antes de hacer algo precipitado.
Harry se sonrojó, lo sentía como una traición.
—No es que estuviera planeando rastrearla por mi cuenta. Dependí de ti y de Ron para innumerables cosas durante la guerra. No soy tan imprudente como Draco parece creer.
—No siempre —convino Hermione—, pero a veces.
— ¿Esto es por el fuego? —preguntó Harry, resurgiendo la ira— ¿Qué se supone que debía hacer, dejar morir a Clark? —sintió que Draco se tensaba a su lado, y Harry se sintió reivindicado. Exactamente. Podían quejarse de sus acciones todo lo que quisieran, pero la alternativa habría sido peor— El sanador dijo que si hubiera pasado uno o dos minutos más sin oxígeno eso podría haber sido todo para él, habría sufrido daños cerebrales o algo peor.
—No hay una buena respuesta, aquí, Harry —dijo Hermione, tratando de aplacarlo—. Siento haber asumido que te irías a enfrentar a esto por tu cuenta. Tienes razón, deberíamos conocerte mejor que eso, y creer que pedirás ayuda cuando puedas y lo necesites. Yo también puedo empatizar con Draco, y sé que Ron también. Pensamos que te habíamos perdido una vez. No queremos volver a pasar por eso. Seguro que puedes entenderlo.
—De acuerdo —refunfuñó Harry de mala gana—. Entiendo lo que quieres decir. Haré lo que pueda, ¿de acuerdo?
—Eso es todo lo que pedimos, amigo. —dijo Ron.
La riña dejó las cosas un poco apagadas entre Harry y Draco. No se hablaron mucho cuando se reunieron con Clark esa tarde. Se habían trasladado a un aula alejada de las mazmorras, ya que el humo y los escombros aún permanecían allí. Malfoy les hizo una meditación y luego Harry lanzó el hechizo.
Las defensas de Clark se estaban volviendo bastante resistentes en este punto. Harry canalizó más de su magia en el hechizo, superando la mitad de la potencia. El vacío negro de los pensamientos de Clark no vaciló, incluso mientras se mordía el labio en señal de concentración. Harry buscó en el espacio, buscando bordes deshilachados o emociones de las que pudiera tirar. Añadió más fuerza al hechizo.
—Aguanta —murmuró Harry en silencio, directamente en los pensamientos de Clark—. Lo estás haciendo muy bien.
Vio que el vacío se estremecía una vez, como ondas de calor que se agitaban en su visión, y luego se resolidificaba en la nada.
— ¡Excelente! —anunció Harry, poniendo fin al hechizo.
— ¿Cuánto tiempo ha durado?
Draco miró su reloj de bolsillo.
—Diez minutos.
Harry sonrió.
—Diez minutos, Tiering, y no se ve ni una falla. Bien hecho.
Clark parecía complacido pero sus ojos se entrecerraron sospechosamente hacia Harry.
—Todavía te estabas conteniendo.
Harry se encogió de hombros.
—Sólo un poco.
—Bueno, esa... cosa no se retiene —argumentó Clark—. No me sirve de mucho poder defender un ataque de media fuerza. Sólo pruébame, Harry. Estoy preparado, puedo sentirlo.
Harry miró a Draco, quien frunció los labios, pero asintió brevemente.
—Toma un caramelo, primero. —insistió Harry.
Clark refunfuñó, pero se metió un caramelo en la mejilla, luego se apoyó en el banco de pupitres y enroscó los dedos alrededor de la parte delantera.
—Hazlo. —exigió el Slytherin.
— ¡Legilimens! —Harry no contuvo su poder esta vez. Saltó a la mente del chico rápidamente y con toda su fuerza.
Un espejo disperso de recuerdos se dispuso ante él como un rolodex de imágenes desplazadas. Todo lo que Harry tenía que hacer era elegir una, pero entonces la mente de Clark se aferró a ellas, sofocándolas con una niebla espesa e incolora. Todo se desvanecía en negro. Harry giró sobre sí mismo, como si quisiera encontrar la cola de un recuerdo asomando por detrás de la cortina. Podía sentir los esfuerzos de Clark como un temblor físico y se obligó a superar su simpatía y orgullo y a desafiar el dominio del chico. Creyó ver la sombra de algo y se lanzó hacia ella, persiguiendo la discrepancia en el vacío. Clark fue atrapado y los muros de negro se desmoronaron.
Harry estaba viendo un recuerdo a través de los ojos de Clark. El dormitorio de Slytherin, se dio cuenta. Estaba oscuro y algo le había despertado, no, había despertado a Clark. ¿Pero qué? Alguien estaba tosiendo. Un chico gritaba. Detrás de la puerta se oía un crepitar sordo y el humo le quemaba los ojos. Presa del pánico, inspiró bruscamente, pero el aire le quemaba hasta el fondo. Fuego Maldito, se dio cuenta Harry, tratando de separarse de la psique del chico.
—Es suficiente, Tiering —dijo Harry dentro de la mente de Clark—. Salgamos de aquí.
Pero Clark no estaba escuchando. Parecía clavado en el recuerdo, y Harry sintió un tirón tan fuerte como una llave de puerto que lo fijaba a la escena. Sintió el pánico de Clark como un bloqueo en su garganta. Se quitó el edredón de encima y se dejó caer de rodillas en el suelo. No había ningún plan excepto llegar hasta debajo del humo, respirar, llegar a la puerta, salir corriendo, vivir. La tos de los otros chicos se disipaba y eso hacía que todo fuera inquietantemente peor. Las respiraciones ruidosas quedaban a su paso y él estaba solo, y atrapado y sus pulmones estaban en llamas y esto era el fin. Una última y sofocante respiración y Harry sucumbió.
Se despertó con Draco agachado a un lado de él y Clark al otro.
—Harry —la voz de Draco era severa y teñida de preocupación—. Despierta. —hubo un toque persistente en su mejilla y Harry apartó la mano de un manotazo. En el momento en que sus ojos se abrieron, Malfoy le metió un caramelo entre los dientes y Harry casi se atragantó con él. Se incorporó.
— ¿Qué ha pasado? —preguntó sin poder evitarlo.
Clark le miró con culpabilidad.
—Lo siento —dijo—, lo he vuelto a hacer.
— ¿Hacer qué otra vez? —preguntó Harry, incapaz de comprender de qué estaba hablando el chico.
—Atraparte en mi cabeza. No fue mi intención. Creo que me entró el pánico.
Draco cogió las gafas de Harry y se las pasó. Harry se las puso lentamente, parpadeando hacia el chico flaco.
—Bien —dijo, finalmente—. Creo que tendremos que hacer algo al respecto.
— ¡No fue mi intención! —insistió Clark.
—Lo sé —le tranquilizó Harry—. Parece que sólo son los recuerdos realmente problemáticos los que lo hacen.
—Cuando te falta el control emocional, Tiering. Ya hemos hablado de esto. —observó Draco.
—No estoy seguro de que sea eso —reflexionó Harry—, nunca tuve ningún control emocional cerca de Snape, y él nunca se metió en mis pensamientos de esa manera.
—Tal vez tenía un mejor control mágico entonces. No es que hayas estado perfeccionando tus habilidades. —Harry se erizó ante las palabras de Draco. No era como si alguien le hubiera enseñado a hacer esto; estaba volando un poco a ciegas y no era útil que Draco señalara con el dedo.
Harry lo fulminó con la mirada
— ¿Y cómo lo hago? ¿Simplemente irrumpir en las cabezas de la gente sin ser invitado y sin avisar?
Draco se encogió de hombros.
—Podría hacerlo.
— ¡No, no podría hacerlo, Malfoy! —Harry arremetió— Sé que los principios morales son sólo vagas directrices para ti, pero no son así para mí. ¡No puedo hurgar en la mente de la gente simplemente para practicar!
—Sería más útil si lo hicieras.
Harry bufó.
—De acuerdo, Potter, cálmate —concedió Draco—. Sólo era una sugerencia.
—Joder, eres un imbécil condescendiente.
Draco alargó la mano, sin titubear, y alisó el cabello rebelde de Harry. Acomodó una parte detrás de una oreja, donde se negaba a quedarse, y le dirigió a Harry una mirada exasperantemente plácida.
—Seguro que eso no es una novedad, cariño. Ahora, acepta las disculpas de Tiering, para que pueda seguir su camino.
Harry se sacudió la mano de Draco, con el ceño fruncido, y se levantó, tratando de recuperar algo de su dignidad. Tomó aire, intentando y fallando en deshacerse de su irritación.
—Lo siento, Clark. Draco y yo no estamos exactamente de acuerdo, hoy, pero no deberíamos haber dejado que eso te afectara. No estoy seguro de por qué eres capaz de encerrarme en tus recuerdos de esa manera, pero intentaré solucionarlo. Y si es algo que estoy haciendo mal —asintió, aunque con mal humor—, también trabajaré en ello. Así que no quiero que te preocupes por eso. En cambio, deberías estar terriblemente orgulloso. Estuviste a un pelo de rechazar un ataque con toda tu fuerza, y sospecho que pronto no tendrás ningún problema con ella. Has hecho un progreso notable, más allá de lo que creía posible en tan poco tiempo, y estoy excepcionalmente satisfecho, y apuesto a que incluso Draco está de acuerdo conmigo en eso.
Draco curvó el labio, volviendo a tapar los caramelos y metiendo la caja en su mochila.
—Pocas cosas en la vida me han hecho sentir lo que yo llamaría excepcionalmente satisfecho —dijo Draco—, pero muy bien, supongo que puedo añadir esto a la lista.
Clark sonrió.
—La semana que viene no entrarás para nada, lo juro.
Harry no pudo evitar devolver la sonrisa, pero rápidamente se puso serio.
—Ese último recuerdo fue un poco intenso —dijo suavemente—, ¿quieres hablar de ello?
—No —dijo Clark—, Hiram me está esperando; me ha estado enseñando ajedrez mágico y estamos a mitad de una partida.
—De acuerdo, te veo en el entrenamiento de Quidditch, entonces.
—Nos vemos, Harry. Adiós, Malfoy. Mira, no se peleen, ¿vale?
...
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