·
:::::
Shock
:::::
Cuando llegó frente a la puerta del apartamento de Kakashi dudó por un momento, sobre todo porque no entendía porqué era ella quien tenía que ir a echarle la bronca, luego golpeó suavemente la puerta.
Sabía que era demasiado suave, pero en realidad no quería que la escuchara y abriera la puerta. Podía regresar diciendo que había ido, había llamado a la puerta y nadie había respondido. No parecería raro que se hubiera ido un par de días fuera de Konoha. No es que fuera algo que hiciera a menudo, pero a veces pasaba.
Esperó un momento antes de darse la vuelta y alejarse de la puerta. Pasó de largo las ventanas que daban al salón del apartamento y no sin cierta intriga se detuvo frente a la ventana de la habitación. No estaba allí, al menos no vio ninguna luz y no podía ver a nadie con la poca luz del día que entraba en la habitación.
Recorrió la habitación con la vista e interrumpió el escudriño del cuarto cuando vio sobre la cama una camiseta manchada de lo que parecía ser sangre.
No le había dicho que Kakashi hubiera vuelto herido de la misión. Ahora empezaba a preocuparse, se supone que Naruto le había mandado allí para recordarle que antes de que acabara el día debía entregar el informe, pero el cabeza de chorlito había olvidado decirle que Kakashi había regresado herido.
Golpeó el cristal de la ventana esperando, esta vez sí, ser escuchada.
Pero en verdad parecía no haber nadie en casa. Excepto…
Excepto por esa lucecilla que se colaba desde el pasillo hasta la habitación. Era muy débil, y quedaba disimulada por la poca luz natural que entraba a la habitación, pero se podía distinguir.
Comprobó que, como de costumbre, Kakashi había dejado la ventana de la habitación sin cerrar, era algo a lo que se había acostumbrado por todas esas veces que tuvo que mandar a uno de ellos a por algo que había olvidado. Por otra parte, era absurdo cerrar con llave en una aldea ninja: primero, eran ninjas, podrían entrar sin ser detectados; segundo, era el copy ninja, ¿quién se atrevería a robar en la casa del maldito copy ninja?
Empujó la ventana con suavidad y se deslizó dentro. Miró de nuevo a su alrededor esperando, quizás, que Kakashi saliera de algún rincón y le diera el susto de su vida. O uno de ellos. No sería el primero.
Pero no pasó.
-¿Kakashi? –susurró en una habitación con poca luz pero la suficiente como para sentirse ridícula por esperar que apareciera de la nada, aunque a decir verdad, la poca luz del exterior iba desapareciendo a pasos agigantados, se hacía de noche muy rápido en esta época del año.
Nadie respondió. Avanzó hasta la cama para coger la camiseta y confirmar que era sangre, pero no tenía ningún corte o marca de lucha. Sólo sangre. Quizás no era suya.
-¿Kakashi? ¿Estás aquí?
Sin respuesta de nuevo. Sin embargo, según se acercaba a la puerta cerrada bajo la que se colaba la luz podía escuchar el agua de un grifo que corría con bastante presión.
Estaba apunto de llamar a la puerta cuando escuchó un gruñido.
-¡Maldita sea! -gritó el shinobi al otro lado de la puerta.
Sin duda era la voz de Kakashi. Pensaba llamar a la puerta cuando le volvió a escuchar.
-Yo no… yo no quería esto –se lamentó Kakashi al otro lado de la puerta.
Miró a su alrededor intentando pensar qué debería hacer pero justo en ese momento el sonido de un cristal haciéndose añicos al otro lado de la puerta la hizo decirse por entrar sin llamar.
Kakashi retiró el puño del espejo roto y se giró al escuchar la puerta para dedicarle una mirada interrogante a una Sakura que se encontraba parada bajo el marco de la puerta y mirándole aterrada.
Ésta, por su parte, no había esperado ver a Kakashi con las manos ensangrentadas y grandes lágrimas cayendo por sus mejillas. Y una vez que asimiló que el ex Hokage estaba llorando, hubiera esperado que esas lágrimas acabaran mojando una máscara perpetua, pero eso no pasó, ya que no la llevaba, vestía únicamente unos pantalones.
-Ka… Kakashi, ¿qué…?
El aludido se dejó caer de rodillas con la cabeza agachada y las manos extendidas hacia delante, temblorosas y ensangrentadas, sin pronunciar palabra y sin importarle el hecho de que, por primera vez en muchos años, alguien podía verle el rostro.
Sakura tardó unos segundos en reaccionar, luego se arrodilló frente a él y le tomó cuidadosamente por las muñecas. Para su sorpresa Kakashi no hizo ni dijo nada. Comprobó que no sólo se trataba de sus manos, todo él temblaba de pies a cabeza.
-¿Qué ha sucedido? –preguntó con esperanza de que el ninja respondiera.
Miró sus manos, completamente cubiertas de sangre, no sólo por los cristales en sus nudillos, parecía que alguien las hubiera metido en agua hirviendo, la piel se había levantado en gran parte de las palmas.
-Kakashi, ¿qué has hecho?
Pero de nuevo no obtuvo respuesta.
-Tenemos que ir al hospital –pidió levantándose y tirando de sus muñecas.
Pero el ninja no hizo por moverse.
-Kakashi tenemos que curarte las manos –insistió intentando que se levantara.
-No –respondió soltándose de su agarre con suavidad-. Por favor –añadió levantando la cabeza para mirarla suplicante.
Sakura le miró con tristeza y volvió a agacharse junto a él. Llevó una de sus manos a la mejilla de Kakashi para secarle algunas lágrimas.
-Está bien. Tranquilo, no iremos a ninguna parte. Pero déjame que retire los cristales.
Kakashi estiró la mano que había roto el espejo hacia ella, todavía temblando. Sakura le tomó por la muñeca y cuidadosamente comenzó a quitarle los restos de espejo incrustados en los nudillos. Cuando terminó se levantó hasta el lavabo y abrió el agua comprobando la temperatura. Después volvió junto a Kakashi y le obligó a levantarse y meter las manos bajo el agua.
Debía escocer bastante con la piel en carne viva, pero éste no se quejó.
-Espérame aquí –pidió saliendo hacía la habitación donde cogió la manta sobre la cama antes de regresar al baño para ponérsela por encima a Kakashi, que seguía con las manos bajo el chorro de agua-. ¿Vas a contarme qué ha pasado? –preguntó de nuevo cuando vio que Kakashi parecía temblar un poco menos.
Pero de nuevo el shinobi se mantuvo en silencio. Sakura le obligó a girarse para abrazarle, Kakashi simplemente dejó caer sus brazos a los costados, pero ella apretó todavía más el abrazo en torno a él.
Poco a poco éste dejó de temblar y la rodeo también con sus brazos empapándola a la vez que dejaba caer su cabeza sobre la de Sakura.
-¿Mejor? –preguntó ésta al notar que dejaba de temblar.
-Gracias –susurró con la voz ronca.
-Necesito curarte –pidió soltándole para cerrar el grifo de agua-. ¿Qué ha pasado?
-No… no es nada. Siento haberte preocupado.
-¿Preocupado? Kakashi, tienes las manos destrozadas y estabas en shock. –El shinobi guardó silencio mientras ella cogía una toalla y envolvía sus manos con ella-. Está bien, si no quieres contármelo no hay problema. Pero tendré que contarle a Naruto lo que ha pasado.
-No es necesario que lo sepa Naruto.
Kakashi dejó escapar un gruñido al notar la presión de las manos de Sakura a través de la toalla.
-Sí lo es. Como Hokage necesita saber que uno de sus mejores hombres no está en condiciones de ir a ninguna misión.
-Estoy bien.
-No me lo parece –comentó quitando la toalla para ver, ahora sin sangre, las manos de Kakashi-. Mira cómo te has dejado las manos.
-Solo estaba-
-No hay motivo para hacer lo que has hecho –dijo sin dejarle terminar y volviendo a tomarle de las muñecas para hacerle girar las manos y ver sus palmas-. Me da igual si estás jodido, cabreado o simplemente molesto.
-No lo entiendes.
-Sí, lo entiendo. Estás mal, vale. Todos lo hemos estado en algún momento. Pensaba que eras más fuerte que esto -Kakashi la miró sorprendido por esa afirmación-. Deja que te las cure. Tendrás que llevarlas vendadas un par de días.
-No puede ser.
-Eso no lo decides tú.
-Tengo una misión. No puedo aparecer con las manos vendadas.
-Lo siento, pero ya te lo he dicho, no habrá misiones. Me da igual lo que cuentes, ¿quieres decir que te quemaste con agua hirviendo? Dilo, me da igual, pero las llevarás vendadas si no quieres que se infecten y sea algo mucho peor que dos días con las manos vendadas.
-No puedes decírselo a Naruto.
-Tú eliges, o te pides unos días o se lo digo a Naruto –pidió iluminando sus manos-. Y ahora dime, ¿qué ha pasado?
-Ya te lo he dicho, no ha sido nada.
-¿Cuál es tú idea? ¿Se supone que debo creer que ha sido un accidente? Te he oído gritar, te he visto temblar… te has destrozado las manos.
-No, no ha sido un accidente. Pero no tienes de qué preocuparte.
-¿Ha pasado antes?
-No.
-¿Cuántas veces?
Kakashi la miró desconcertado.
-No soy tonta. Estás cosas no pasan de un día para otro. Puede que nunca hayas llegado a dejarte así las manos, o sí, vete a saber, has desaparecido por días en más de una ocasión. Kakashi, me preocupas. -El anterior Hokage siguió mirándola en silencio-. ¿Ha pasado algo en la misión de la que regresaste ayer?
-No.
-¿Entonces qué es lo que provoca que acabes así? –preguntó con dureza pero a la vez con nervios, mientras levantaba por las muñecas las manos heridas a la altura de los ojos de él, obligándole a mirarlas y ser consciente de lo sucedido.
-Tengo vendas en la habitación –fue la respuesta de Kakashi que se soltó de su agarre con un tirón, dejando caer la manta al suelo.
Sakura le siguió por el pasillo sin quitar la vista de la espalda desnuda y llena de cicatrices de Kakashi, siempre había pensado que todas ellas habían sido hechas en peleas, ahora se preguntaba si alguna de ellas no habrían sido producto de algún otro shock sufrido con anterioridad.
-Sabes que tendrás que contármelo. No pienso irme de aquí hasta que considere que estás bien –dijo a la espalda de Kakashi.
-Entonces puedes dormir en el sofá –respondió sin girarse.
Sakura le miró intentado adivinar si lo decía en serio. Estiró la mano para cogerle del hombro y obligarle a girarse.
-¡Ya vale! ¿Qué cojones te pasa? –preguntó cabreada.
Nunca hubiera imaginado gritarle así a Kakashi. Nunca le había levantado la voz, ni cuando era una niña y él la sacaba de quicio a propósito con todas sus tomaduras de pelo. Kakashi no sólo la inspiraba un gran respeto y admiración, también le imbuía de un cierto temor el pensar en enfrentarse a él fuera de un combate de entrenamiento.
Kakashi entornó los ojos sorprendido por ese arranque de ira. Pero en seguida pudo ver cómo Sakura empezó a temblar levemente y evitaba mirarle a los ojos.
-No tienes que preocuparte de nada –respondió volviendo a girarse.
-¡Claro que tengo que preocuparme! ¿Eres idiota o qué te pasa? –preguntó con cierta nota de inseguridad en la voz-. ¿Pensabas matarte? ¿Te has dado cuenta siquiera de que no llevas puesta la maldita máscara?
Kakashi volvió a girarse para verla, era curioso como, a pesar de lo nerviosa que estaba, incluso asustada, seguía gritándole cabreada.
-Claro que lo sé –respondió intentando parecer tranquilo.
-¿Y te da igual?
-¿Qué quieres que haga? Ya me has visto, ¿no? No esperaba visita si te digo la verdad. –Kakashi intentó parecer tranquilo, algo que no lo era fácil viéndola temblar por miedo a él-. Por no mencionar que la gente suele llamar antes de entrar a un cuarto de baño que está ocupado -añadió intentando ser gracioso.
-¿De verdad te lo estás tomando a broma? No puedo creérmelo.
-Ya te lo he dicho varias veces, estoy bien –insistió poniendo una mano sobre la cabeza de Sakura y revolviéndole el pelo como hacía cuando era pequeña.
-¡No estás bien! –gritó agarrando con fuerza su mano para obligarle a retirarla de su cabeza y provocando que Kakashi dejara escapar un gruñido por el dolor-. Si estuvieras bien…
-Déjalo –pidió con seriedad-. Puedes vendarme las manos si quieres, pero no necesito charlas de ayuda ni nada por el estilo.
-No pensaba que fueras tan estúpido –susurró Sakura bajando la mirada.
-Gracias –respondió irónico volviendo a avanzar por el pasillo hasta la habitación.
Una vez allí abrió el armario y sacó una caja en la que guardaba algunas vendas.
Sakura le obligó a sentarse en la cama y tomó un par de vendas con las que comenzó a cubrirle una de las manos.
-Además de dolerte, y no me digas que no duele, porque eso duele, ¿te pica? –preguntó intentando calmar los nervios que tenía tras el enfrentamiento en el pasillo.
Kakashi sólo negó con la cabeza.
-Entonces… -Sakura tragó saliva antes de volver al ataque-, ¿no vas a contarme qué pasó?
-¿Qué te ha hecho venir hasta aquí? –preguntó Kakashi con curiosidad, ignorando la pregunta de Sakura y omitiendo el hecho de que a ésta le temblaran las manos.
-¿Cómo puedes pasar del estado en el que estabas antes a éste con tanta rapidez?
-¿Necesitabas algo? –preguntó de nuevo.
-Estabas en shock y ahora actúas como si no hubiera pasado nada. Debe ser algo más habitual de lo que pensé.
-¿Te manda Naruto a por el informe?
Sakura dejó de vendarle para mirarle a la cara.
-Sí.
-Se preocupa demasiado. Luego se lo llevaré, se lo dije –respondió sonriendo y mostrando una perfecta dentadura.
Sakura soltó la venda, que se desenrolló hasta tocar el suelo y rodó por el piso hasta quedar completamente extendida, y llevó una de sus manos a la barbilla de Kakashi.
-Tienes un poco de barba –comentó dejando que un dedo dibujara la línea de la mandíbula.
-Sí. Supongo que tengo que afeitarme –contestó Kakashi cerrando los ojos.
Cómo si de pronto fuese consciente de lo que había hecho, retiró la mano rápidamente y se giró para coger la venda.
-Gomen –se disculpó de espaldas a él.
Kakashi volvió a sonreír.
-No te preocupes.
-No era mi intención irrumpir en tu casa. Aunque reconozco que me alegró.
-¿Te alegras? –preguntó perplejo.
-Sí. Ahora sé que te pasa algo y que necesitas ayuda –comentó continuando con el vendaje-. Por no hablar de que por fin he visto tu cara. Sólo me ha costado… ¿treinta y un años?
-No me conocías antes de los doce.
-Bueno, pues diecinueve años –concedió soltando la mano ya vendada y cogiendo la otra-. ¿Qué hay para cenar?
-¿Cómo dices?
-Ya te lo he dicho, no me iré hasta que me cuentes qué te pasa. Aunque te cabrees conmigo, aunque me grites o…
-¿O qué? –la cortó- ¿De qué me crees capaz? No voy a hacerte daño. Puedes dejar de temblar.
-No estoy temblando.
La mano ya vendada de Kakashi subió hasta cubrir una de las manos de Sakura para intentar que dejara de temblar.
-No sé de qué tienes miedo, nunca te haría daño.
-Ya lo sé.
-¿Entonces?
-No tengo miedo por mí –comentó con una mirada triste.
Kakashi soltó la mano de Sakura para que terminara de vendarle.
-No volveré a hacerlo.
-No veo porqué debo creerte. Sé cómo son estás cosas.
-¿Y cómo son? –preguntó con curiosidad.
-Tienen algo detrás. Eres una persona aparentemente fuerte Kakashi, pero debes tener algo dentro…
-Te preocupas de más.
Sakura terminó de vendarle en silencio. Guardó la venda restante en la caja y la llevó hasta el armario. Kakashi aprovechó el momento para levantarse y buscar una camiseta en la cómoda.
Cuando Sakura se giró para mirarle, ya cubierto de nuevo con la máscara, no vio rastro en él de haber sufrido un shock, no había nada, más allá de las vendas en sus manos, que diera muestra de que algo hubiera pasado.
Se acercó hasta él y llevó ambas manos hasta la cara de Kakashi obligándole a mirarla a los ojos.
-Se ve en tus ojos –susurró con preocupación.
-¿El qué? –preguntó él tragando saliva.
-El sufrimiento. Puede que cubras tu rostro y no digas nada, pero tus ojos hablan por ti. Siempre sonríes, pero en tus ojos puede verse el dolor.
Las manos de Sakura parecían querer memorizar el rostro de Kakashi, ahora que lo había cubierto de nuevo tenía la sensación de que pasarían muchos años antes de volver a verlo.
-¿Por qué cubres tu rostro? No hay nada que ocultar.
-¿Por qué todo debería ser sobre ocultar algo?
-Dijo el hombre del que menos sé a pesar de ser una de las personas con la que más tiempo he compartido en toda mi vida.
-Touché –respondió divertido.
-Deja de tomártelo a broma. Hablaba en serio cuando he dicho que no me iré de aquí si no me cuentas qué pasa.
El ninja levantó las manos hasta sus ojos para mirarse las vendas. Dejó escapar un largo suspiro antes de mirarla a los ojos, parecía que fuera a hablar cuando de pronto cayó hacía delante desmayado.
-¡Kakashi! -Sakura frenó una posible caída y le llevó hasta la cama, donde le tumbo.
Pasaron unos minutos hasta que abrió los ojos.
- ¿Estás bien?
Kakashi se cubrió la cara con las manos un momento y sacudió la cabeza intentando espabilarse.
-Gracias. No sé qué me ha pasado –confesó tumbado de espaldas en la cama.
-¿Por qué frotas tus manos hasta dejarlas así? –insistió Sakura sentándose a su lado y esperando de nuevo que él evitara su respuesta.
Kakashi la miró desde su posición evaluando opciones. Luego decidió ser sincero por primera vez en mucho tiempo, dejando a un lado falsas excusas o respuestas absurdas.
-Tienen sangre. Tienen la sangre de todos ellos.
-¿De quién? –preguntó Sakura sin entenderle.
-Está bien. Si es lo que quieres te lo contaré. -Se incorporó en la cama para sentarse a su lado-. Tengo cuarenta y seis años.
-Lo sé.
-¿Y qué he conseguido?
-¿Qué has conseguido? Eres uno de los mejores ninjas de todo el país, has sido Hokage.
-Los títulos no son importantes.
-¿Entonces quieres que empiece por lo que has hecho por la aldea o por cada uno de nosotros?
-No compensa.
-¿Con qué?
Kakashi dejó escapar un suspiro y se dejó caer de nuevo de espaldas, mirando al techo.
-Con todo. No compensa con todo lo que he hecho.
-¿Cómo qué? –preguntó Sakura tumbándose a su lado.
-Obito, Rin, el cuarto, ellos son sólo un ejemplo –respondió abriendo los ojos para verla pegada a él.
-¿Esa es la sangre que limpias de tus manos?
-Supongo.
-No puedes culparte de sus muertes.
-¿Cómo no hacerlo?
Sakura pasó una de sus manos por el pelo de Kakashi provocando que éste cerrara de nuevo los ojos por un momento.
-¿Por qué hacerlo? –preguntó Sakura mientras apartaba algunos mechones que habían caído sobre la cara de Kakashi.
-Porque murieron por mi culpa.
-No es cierto. Que estuvieras allí no significa que fuera tu culpa.
-Atravesé el pecho de Rin con un chidori, ¿cómo puede eso no ser mi culpa?
Sakura necesitó tragar saliva antes de responder.
-Tengo entendido que fue que ella se metió en medio.
-Eso da igual. ¿Sabes lo que es sentir la sangre de los que quieres en tus manos? –preguntó cerrando una de sus manos en un puño.
Sakura se miró las manos llenas de sangre de Kakashi, luego se las mostró y tomó la mano que el ninja apretaba en un puño para obligarle a abrirla.
-Kakashi, eso fue hace mucho tiempo. ¿De verdad llevas todo este tiempo…
-…quitándome su sangre de las manos? –completó por ella-. Sí. Supongo que sí.
-Imaginaba que no podías haber llegado a esto sin más. ¿Por qué nunca me lo contaste?
-¿Contártelo? ¿Cómo podría contártelo? ¿Cómo puedes no culparme de lo que le pasó a Sasuke? –preguntó poniéndose en pie y avanzando un par de pasos dándole la espalda para evitar mirar su cara.
-¿Cómo podría hacerlo? Ni siquiera estabas allí cuando murió –respondió incorporándose en la cama.
-Yo le dejé ir.
-¿Te refieres a cuando era un niño? -Sakura se puso en pie y avanzó hasta quedar a unos centímetros de su espalda-. Era imposible detener a Sasuke, se habría ido en cualquier momento. Sasuke tenía que hacerlo, tenía que irse a buscar respuestas. Del mismo modo que tú te culpas de todo esto, era imposible impedir que Sasuke se fuera.
Kakashi se giró para quedar frente a Sakura y tomarla por las muñecas para mirar su propia sangre.
-Lo siento, será mejor que vayas a lavarte –comentó sin soltarle las muñecas.
-Esto no importa ahora.
-Por cómo me miras diría que piensas que estoy loco –dijo intentando sonreír.
-No es eso.
-¿Entonces?
-Me preocupa que de verdad pienses lo que has dicho. Que de verdad creas que eres culpable de algo. ¿No cuenta nada todo lo que has hecho?
-¿Qué he hecho?
-A mi me has salvado cientos de veces.
-También te he puesto en peligro otras cientos.
-Eso no es cierto.
-Sí lo es –aseguró él.
-No pienso discutir contigo por esto. Sigo aquí, ¿no?
-Eso no significa nada.
-¿No significo nada?
-No he dicho eso –respondió contrariado.
-¿Entonces? ¿Qué soy para ti?
Kakashi la miró confundido, soltó sus muñecas y se pasó una mano por el pelo con nerviosismo.
-¿En qué sentido?
-¿Soy una amiga? ¿Confías en mí?
-Me has visto la cara, tendría que matarte si no confiara en ti –respondió con humor, intentando huir de la seriedad de la conversación.
-Habló en serio.
-Y yo.
-¡Kakashi! –exclamó poniendo un claro tono de regaño.
-Confío en ti –respondió volviendo a la inusual seriedad que había en su conversación.
-No hagas nada –pidió subiendo sus manos para bajarle de nuevo la máscara.
Kakashi no la detuvo, pero se tensó y respiró profundamente.
-¿Qué haces? –preguntó en un susurro.
-¿Puedo abrazarte?
-Ya lo hiciste –comentó con seriedad.
-Voy a abrazarte igual, pero me gustaría que dijeras que puedo.
Kakashi puso los ojos en blanco por un momento antes de afirmar con la cabeza. Sakura le abrazó con fuerza hundiendo su cara en la camiseta de él.
-Si te pasara algo a mí me costaría mucho seguir adelante –susurró Sakura-. Eres una de las pocas persona importantes en mi vida que sigue ahí, que siempre ha estado ahí.
El ex Hokage se quedó congelado bajo el abrazo de su ex alumna, sin reaccionar.
-Puedes abrazarme tú también –comentó Sakura sonriendo contra su pecho.
Kakashi rodeó enseguida a Sakura a la altura de los hombros.
-A veces un abrazo es lo único que alguien necesita para darse cuenta de todo lo bueno que le rodea –comentó Sakura sin soltarle.
-¿Tiene propiedades curativas? –preguntó con humor.
-Depende. Puedes llamarlo así si quieres entender que hay gente que te quiere y que necesita que estés aquí.
-No pensaba irme a ningún sitio –comentó en un susurro dejando que su cabeza se apoyara en el hombro de Sakura.
-Eso lo sé. Pero tampoco quiero verte así. Kakashi has hecho mucho por todos nosotros, no puedes culparte porque algunas cosas salieran mal.
Sakura apretó más su abrazo en torno a Kakashi.
-Si sigues apretando así voy a necesitar ir al médico.
-Eres idiota –le regañó soltándole y dándole un suave puñetazo en el pecho-. Prométeme una cosa.
-¿El qué? –preguntó dejando caer su abrazo hasta la cintura de Sakura.
-Cuándo notes que estás mal, me avisas, no te vuelvas a encerrar en el baño para pelearte con espejos –pidió mirando hacía arriba para verle la cara.
Kakashi suspiró profundamente.
-No creo que pueda prometerte eso.
-Entonces no podré dejarte sólo nunca.
-No suena tan mal –confesó soltándola.
-Kakashi, hablo en serio. Nunca te habría imaginado así.
-Siento que hayas tenido que verlo, pero de verdad, puedes estar tranquila. Ya lo has visto, no es nada, sólo es… es un momento. Estaré bien. No es la primera vez, y nunca lo habías notado –comentó sin darle más importancia.
Sakura se mordió el labio inferior y sus ojos se llenaron de lágrimas.
-¿He dicho algo malo? –preguntó Kakashi confuso.
-No –respondió con un nudo en la garganta.
-¿Qué pasa? –volvió a preguntar preocupado al ver que Sakura había bajado la mirada y se había llevado una mano a la cara limpiándose algunas lágrimas-. No sé qué he dicho, pero no era mi intención hacerte sentir mal.
-Llevas así toda la vida, y yo no me había dado cuenta. Soy la peor amiga del mundo.
-Vamos, no digas tonterías. Tú lo has dicho antes, no soy una persona fácil. No suelo dejarme conocer. Era imposible que te hubieras dado cuenta.
-No. Yo… joder. Kakashi –se quejó golpeándole de nuevo en el pecho.
-Espera, ¿ahora por qué me pegas? –preguntó sin entender nada de nada.
-Es tu culpa. Eres un idiota y no confías en mí.
-Sí que confío en ti. Te lo he contado, ¿no?
-Porque lo he descubierto.
-Te he dejado bajarme la máscara hace un momento.
-Ya te da igual, ya te he visto.
-Tsunade me vio cuando era un crio, ¿crees que puede bajarme la máscara cuando le apetezca?
-Es distinto.
-¿Por qué?
-Por el contexto. Seguro que lo vuelvo a intentar y no me dejas bajártela.
-Pero si aún no me la he subido.
-Sabes lo que quiero decir.
-No, en verdad no.
-Eres idiota. Ya está. ¡Te juro que como vuelvas a hacer algo así… –gritó tomándole por las muñecas para levantar las manos vendadas de nuevo hasta la altura de sus ojos-, ¡será la última vez que lo hagas!
-¿Vas a matarme?
-No. Pero te cortaré las manos.
Kakashi se soltó y llevó ambas manos al pelo de Sakura para revolverlo.
-Está bien. Me gustaría conservarlas. Hay muchas cosas que hacer con las manos.
-Desde luego, hay muchas cosas mejor que hacer con ellas que destrozarlas, eh –comentó con retintín.
-Touché –exclamó sonriendo y cogiendo un mechón de pelo rosado entre sus dedos-. Gracias.
-No me des las gracias, no hasta que te recuperes.
-Es sólo cuestión de un par de días.
-No hablo de las manos.
-Imaginaba.
Sakura se vio envuelta de nuevo por los brazos de Kakashi que hundió su nariz en el pelo de ella.
-Hueles bien –dijo sin pensarlo mucho y provocando que ella se pusiera completamente colorada-. Perdona, no sé que he dicho, olvídalo, se me ha ido la cabeza –afirmó separándose de ella avergonzado.
Sakura levantó la vista sonriendo tímidamente y le cogió de los hombros obligándole a agacharse, momento que aprovechó para besarle suavemente sobre los labios. Sin dudar ni un segundo, Kakashi la rodeo de nuevo con sus brazos y la levantó en el aire para poder besarla cómodamente.
De un beso suave pasaron a uno más intenso durante el cual Kakashi se movió hasta la cama para sentarse con ella encima. Ninguno de los dos dijo nada. El ninja abandonó su boca para dejar un recorrido de besos en el cuello de Sakura que dejó escapar un pequeño gemido. Esto hizo que Kakashi olvidara por completo la poca cordura que le quedaba. Se giró en la cama sobre ella y bajó por su cuello hasta la clavícula antes de detenerse y mirarla fijamente.
-¿Estás segura de esto?
Sakura sólo afirmó con la cabeza.
-No es porque te dé pena, ni nada de eso, ¿verdad? –preguntó inseguro.
-No seas ridículo por favor. Llevo esperando esto mucho tiempo –respondió Sakura dejando escapar una risilla nerviosa mientras acariciaba el estomago del ninja por encima de la camiseta.
Kakashi sonrió antes de quitarse la camiseta y volver a besarla.
Sakura se recostó sobre su pecho y dejó que sus dedos recorrieran las cicatrices que el ninja tenía sobre el estomago. Éste la rodeó con uno de sus brazos para acariciar su cuello.
-Kakashi…
-¿Qué sucede? –preguntó notando la inseguridad de Sakura.
-Siento no haberme dado cuenta antes de que lo estabas pasando mal. De haberlo sabido habría hecho algo hace mucho tiempo. No habría permitido que acabaras así –comentó acariciando sobre la venda de una de sus manos.
Se incorporó en la cama obligándola a hacer lo mismo para poder mirarla a la cara.
-No es tu culpa. Creí que ya lo había dejado claro.
-Lo sé. Pero… yo… pensé que te conocía.
-Me conoces. Eres, posiblemente, la persona que más me conoce.
-No sé gran cosa de ti.
-Sabes cómo soy.
-No. Nunca hubiera imaginado que estabas tan mal.
-Por favor, olvídalo. Te prometo que nunca más haré algo así.
-No es tan fácil. Uno no deja de sentirse así sin más.
-Lo es si hay algo o alguien por quien hacerlo –comentó tomándola del cuello para besarla suavemente sobre los labios-. Te lo prometo. Nunca más. Lo has dicho antes, a veces un abrazo es suficiente para que uno se de cuenta de que hay gente que merece la pena.
-No dije eso.
-Yo entendí eso –la corrigió sonriendo. Ella le miró con desconfianza-. Puedes confiar en mí.
Sakura volvió a recostarse en el colchón, junto a él.
-Kakashi…
-¿Y ahora qué? –preguntó, esta vez riendo.
-Naruto quiere el informe para hoy.
Kakashi rompió a reír a grandes carcajadas y Sakura, por primera vez, pudo verle reír con naturalidad, sin una máscara de por medio.
-Qué te parece si se lo llevas tú, le informas de que estaré un par de días de baja y mientras preparo algo de cena.
-Pensé que no aceptarías la baja.
-Tú lo has dicho, esto no es cuestión de un par de días. Necesito ayuda.
-¿Irás al médico?
-No. Te tengo a ti, ¿verdad?
-No soy ese tipo de médico.
-¿Ahora retiras la ayuda que me has ofrecido? –preguntó haciéndose el dolido.
-No. Claro que no. ¿Dónde está el informe?
-En el salón. Ven. Te lo daré.
-Está bien.
Kakashi se levantó de un salto y se puso los pantalones que Sakura había lanzado a la puerta del cuarto, ella, a su vez, recogió su ropa para ponérsela mientras avanzaba por el pasillo detrás de él. Cuando Kakashi llegó a la altura de la mesa se paró en seco provocando que Sakura se golpeara contra su espalda por ir pendiente de ponerse la camiseta en vez de por dónde avanzaba.
-Aquí. Ten –extendió el informe hacia Sakura.
-Está bien. No tardaré mucho. No hagas ninguna tontería –pidió cogiendo el pergamino de sus manos.
-Sólo una –afirmó tomándola por el cuello y besándola de imprevisto-. Te gustan los onigiris, ¿verdad? –preguntó tras ese fugaz beso. Sakura no respondió, le miró avergonzada como si fuera su primer beso-. Si no te das prisa Naruto se cabreará conmigo.
-Yo… ¿Qué… -no era capaz de terminar la frase.
-¿De pollo? –preguntó como si nada avanzando hasta la entrada de su apartamento y abriéndole la puerta-. Vas a volver, ¿verdad?
-Si –susurró ésta totalmente colorada caminando hacía la puerta sin quitarle la mirada de encima-. No hagas ninguna otra tontería hasta que vuelva.
-Te esperaré para hacer alguna otra tontería del estilo –respondió sonriendo manteniendo la puerta abierta.
:::::
:::
