Disclaimer: Los personajes, lugares y hechizos, son propiedad de J.K Rowling, a menos de que se especifique lo contrario. No hay retribución monetaria con la traducción y publicación de esta historia.
Traducción autorizada de A Forward Path por umbrellaless22 en AO3
CAPÍTULO LXXIV
Pasaron varios miserables días antes de que Harry recibiera una respuesta. Harry se pasó el tiempo oscilando entre las posibilidades, sobre todo las extremas: que Draco no hubiera hecho nada inapropiado, o que todo lo que había hecho fuera malicioso. No creía esto último, pero calculaba que, si iba armado para afrontar el peor de los casos, todo lo demás le parecería un alivio. Sería un alivio sólo ver a Draco, realmente, tocarlo. Pero si Draco quisiera ser encontrado, razonó Harry, le habría dicho a Harry dónde estaba. Pero no lo hizo. Huyó, y Harry no sabía si debía ir tras él o si eso sólo lo ahuyentaría más.
Clark lo buscó antes del almuerzo de ese viernes, casi empujándolo a un aula vacía. Sus huesudos brazos estaban cruzados y tenía el ceño fruncido, pero Harry tenía la sensación de que el chico estaba más asustado que otra cosa.
— ¿Cómo está Draco? —preguntó Clark— ¿Está bien? Todo el mundo en el dormitorio está muy enfadado. Traté de defenderlo, pero nadie me creyó. Dijeron que todo el mundo sabe que los Malfoy son así y que tú fuiste un tonto por caer en eso.
Las palabras picaron. ¿Cómo podían desechar tan fácilmente todos los esfuerzos de Malfoy? Su compromiso con el equipo de Quidditch y con los estudios, su moderación a la hora de controlar su lengua y llevarse bien, su voluntad de forjar nuevas creencias y de reaprender y renunciar a todo lo que había conocido. Que todo eso se esfumara por el bien de su nombre era un golpe tan cruel.
— ¿Y qué piensas tú? —Harry preguntó.
—Creo que es una mierda. Conozco a los falsos, a los que tratan bien a alguien porque quieren algo, normalmente alcohol y un lugar donde dormir. Mi madre ha tenido toda una línea de ellos. Draco no es un farsante.
—Sé que no lo es —dijo Harry—. No pienso que toda nuestra relación haya sido manejada a distancia por el padre de Draco; eso es ridículo.
— ¿Entonces está bien? —aclaró Clark, visiblemente aliviado. Sus manos cayeron a los lados.
—Hasta donde yo sé. Está en casa hasta que las cosas se calmen.
— ¿Su casa?
—Nuestra casa, sí.
— ¿Así que lo has visto? —presionó Clark.
—Todavía no. —admitió Harry.
Clark apretó la mandíbula y se inclinó hacia Harry.
— ¿Por qué no?
—Es complicado, Clark.
Clark se burló y sacó la barbilla. La luz del sol a través de la ventana iluminó sus pecas mientras daba un paso adelante. Parecía tan joven y decidido que hizo que a Harry le doliera el corazón. Como si estuviera listo para luchar por esta cosa, incluso si Harry no lo estaba. Clark ni siquiera se dignó a responder al cliché, sólo miró a Harry con el ceño fruncido y expectante.
—Bien —cedió Harry—, no lo es. O Merlín, podría serlo. No lo sé. Porque no sé qué es verdad y qué es mentira. Y tengo miedo de que la verdad sea que he sido un poco engañado, que él me haya engañado de alguna manera. Me hace sentir como un maldito imbécil.
—Así que, en lugar de averiguar lo que ha pasado y dar la cara por él, ¿te escondes en el colegio? Nunca te consideré un cobarde, Harry.
Y, con toda la elegancia de un Malfoy irritado, Clark pasó junto a él, dejándolo solo.
Metatron llegó a la mañana siguiente durante el desayuno. Harry estaba picoteando desganadamente su sémola. La lechuza ni siquiera miró a Harry mientras sacaba la pata, permitiendo a regañadientes que Harry recuperara la carta.
Estoy en tu casa. Si te parece bien. Me iré si quieres.
DLM
PD. El pájaro de Dumbledore ha aparecido. Porque por supuesto que los fénix se dejan caer casualmente por tu casa, ese es el tipo de vida que llevas.
PPS. Eso ha sonado amargo. Lo siento. Te echo de menos. Lo siento.
Harry se tragó lo último que quedaba del zumo de calabaza y se guardó la nota. Toda esta situación era una mierda, de verdad. ¿Por qué coño no se lo había dicho Malfoy, por qué le había dejado que se enterara por el periódico? ¿Por qué había huido? ¿Por qué no confiaba en que Harry estuviera a su lado y solucionara esto como habían hecho todo lo demás? Harry sabía que el artículo era un noventa por ciento de basura, pero eran los restos desconocidos los que le hacían sentirse mareado.
Sacó una nueva hoja de pergamino de su bolso, sin querer reutilizar el trozo de la nota de Draco. Eso, quería conservarlo con él.
Te quiero allí. Escribió. Se dio cuenta de la verdad de las palabras como un trueno. Se sintió jodidamente aliviado de que Draco estuviera allí; de que estuviera a salvo en su casa. La idea de que Draco lo dejara, lo dejara a él, lo mareaba con un dolor insostenible. Siguió escribiendo.
Creo que he sido un idiota. Dije que nada cambiaría esto y lo dije en serio. Por favor, quédate.
Cuando Harry salió de los terrenos de Hogwarts, se Apareció. En lugar de Grimmauld Place, se sorprendió al encontrarse en la entrada de San Mungo. Supuso que eso era lo que tenía en mente. Había visto a Zerk hace sólo unos días y habían hablado del maldito artículo, pero Harry no había podido tomar una decisión. Su conversación con Clark le había sacudido más de lo que pensaba, supuso. Por mucho que quisiera ver a Draco, todavía no estaba preparado.
Se acercó a un empleado, un mago que notó su cicatriz casi inmediatamente. Sus ojos se abrieron de par en par y Harry reprimió un suspiro.
— ¡Oh! ¿Puedo ayudarle? —dijo el joven. Fue entonces cuando Harry se dio cuenta de que era sábado. Era una idea estúpida. Se sonrojó, sintiéndose avergonzado.
—Lo siento, yo... esperaba charlar con el sanador Hughes. Si está disponible. Reconozco que es fin de semana, así que... —se interrumpió con un incómodo gesto de la mano.
El empleado se rascó la nariz.
—No está, pero podría probar con la red flú, a ver si está por aquí. Sospecho que vendría por usted.
Harry se congeló. Odiaba esto. No debería tener estos privilegios especiales. Pero Zerk siempre decía que si Harry necesitaba ayuda, debía pedirla. Este no era el tipo de ayuda que Harry estaba acostumbrado a necesitar.
— ¿Si quieres? —dijo lentamente— Pero dile que no es una emergencia ni nada parecido. Que puedo volver después si está ocupado —las palabras eran mentiras, Harry se dio cuenta mientras las pronunciaba. Se sentía como una emergencia, como si lo hubiera jodido todo y si no lo corregía, lo perdería todo. Harry forzó una sonrisa convincente. Todo estaba mal.
El empleado salió por una pequeña puerta detrás de él.
Harry se paseó. No se había molestado en hacer un hechizo de desilusión y, sin duda, El Profeta mañana se haría eco de cómo Harry Potter se presentaba un sábado e insistía en que un sanador fuera a trabajar. De cómo era egoísta y exigente, o bien un chico atormentado y lamentable. Merlín, estaba muy cansado de todo eso. Tal vez le pediría a Hermione que le ayudara a anular la subscripción a la maldita cosa. Tal vez sería más fácil no saber nunca lo que decían los chismes. Era un deseo infructuoso, lo sabía. Saber lo que había ahí fuera era la única manera de saber si Draco necesitaba protección. Harry sufriría un sinfín de tonterías por ello.
El empleado volvió a aparecer.
—El sanador Hughes dice que está encantado de reunirse con usted, señor Potter. Si viene por aquí, por favor.
La sala de las amapolas era demasiado pequeña y demasiado tranquila, hoy. Harry no quería ni sentarse, pero no sabía qué más hacer.
La puerta se abrió y entró Zerk. Iba vestido de forma más informal que de costumbre, como la primera noche que se conocieron.
—Hola, Harry. —le saludó.
—Hola —respondió Harry, casi saltando del sofá por su incomodidad—. Merlín. Lo siento. No debería haberte pedido que vinieras en tu día libre.
Zerk se relajó en su silla habitual y Harry trató de acomodarse en su sitio.
—Si no pudiera o no quisiera venir, no lo habría hecho. Así de simple. Nunca has aparecido preguntando por mí en el pasado, así que supuse que era importante, por mucho que intentaras restarle importancia a Leon.
— ¿Leon? —Harry parpadeó.
—El empleado.
—Sí. Lo siento. No puedo concentrarme en nada esta semana. Las clases han sido un completo fracaso.
—Debería preguntar qué te preocupa, pero sospecho que ya lo sé.
—Es más de lo mismo —convino Harry—. Pero Clark ha ido y me ha llamado cobarde y creo que puede tener razón. Así que puedo añadir el haberle defraudado a la lista de formas en que estoy jodiendo esto.
—No estoy convencido de que puedas joder el tener sentimientos y responder a ellos. —ofreció Zerk.
—Bueno, entonces estoy jodiéndolo al tener pensamientos. Sé que no debería creer lo peor, y no lo hago, de verdad, pero sigo fijándome en ello. Como que si todo ha sido fabricado desde el principio.
—Dímelo tú.
Harry suspiró.
—Lo perdería, porque significaría que todo entre nosotros es una mentira. Estaría jodidamente devastado y él se reiría.
—No parece muy probable. —comentó Zerk.
—No. No lo es. Sé que no lo es.
— ¿Qué prefieres pensar? —dijo Zerk. Se recostó en su silla, con una expresión tan suave que Harry quiso arremeter contra él, sólo para conseguir una reacción.
—Que cada parte de la historia es una tontería, supongo.
— ¿Pero tú no piensas eso?
—No —suspiró Harry—, estoy seguro de que no lo es. Draco estaba demasiado alterado para que fuera una tontería.
— ¿Qué ayudaría a dilucidar las cosas?
—Hablar con él —refunfuñó Harry—, obviamente.
—Tú lo has dicho, no yo. —Zerk le dedicó una sonrisa irónica.
—Es que estoy... asustado —admitió Harry—. Más que eso, estoy jodidamente paralizado. Todos los malditos días sigo pensando, sólo vete. Sólo llega a donde puedas aparecerte, sólo usa la red flú, a la mierda, toma tu maldita Talaria, sólo llega allí.
—Pero no lo haces —observó Zerk—. ¿Qué te detiene?
—Tengo miedo de lo que pasará cuando llegue.
Zerk se limitó a inclinar la cabeza, animando a Harry a continuar.
— ¿Y si se hace daño para llamar mi atención? ¿Y si toda nuestra relación se basa en una mentira? ¿Tengo que alejarme y aprender a salir adelante sin él?
—No tienes que hacer nada. Muchas parejas superan todo tipo de rupturas de confianza, si eso es lo que quieren hacer. No hay un libro de jugadas para este tipo de cosas. ¿Es la mentira lo que te molesta? —preguntó Zerk, curioso.
"Sí, por supuesto", fue lo que Harry fue a decir, pero antes de que las palabras salieran, se detuvo. Se pasó una mano por el pelo y lo consideró.
—Es parte de eso —dijo—. En general, no me gusta que me mientan, dudo que a alguien le guste. Pero la gente tiene derecho a guardarse las cosas para sí misma, supongo. O, al menos, yo lo utilizo para justificar mi propio comportamiento. No fui abierto con Ron cuando Draco y yo nos juntamos. No se lo dije a la familia de Ron hasta Navidad.
— ¿Por qué?
—Tenía miedo de que les hiciera daño —Zerk enarcó una ceja y Harry hizo un gesto de golpear con la mano—. Sí, vale, gracias. Ahora que lo he oído en voz alta, me siento como un auténtico gilipollas.
—Dijiste que la mentira era sólo una parte de la razón por la que estabas molesto —incitó Zerk—, ¿hay algo más?
Harry acurrucó los pies debajo de sí mismo en el sofá, apilando el codo sobre la rodilla y la barbilla sobre el puño.
—A veces me pregunto si la razón por la que puedo resistir la maldición Imperius es porque estoy muy resentido por ser controlado.
—Interesante hipótesis —reflexionó Zerk—. El control no es algo que hayas tenido mucho en tu vida.
Harry asintió.
—Con los Dursley no tuve casi nada. Luego estaba la profecía y Voldemort. Era como si yo fuera un instrumento y nunca una persona. Un medio para un fin.
—Lo siento, Harry. Ningún niño debería sentirse así —el contacto visual de Zerk era firme y abierto. Harry no podía recordar la última vez que se había sentido realmente como un niño. Se sentía incompetente todo el maldito tiempo, ¿pero como un niño?
—Yo... —Harry se aclaró la garganta porque sentía que su voz se estrechaba y que intentaba escaparse— No estoy seguro de haber tenido una infancia.
—Yo tampoco estoy seguro de que la tuvieras. Es algo horrible que te han quitado.
Harry se encogió de hombros.
—No se puede echar de menos lo que nunca se tuvo, supongo —sabía que estaba desviando la atención, pero no podía quedarse más tiempo con ese sentimiento pesado y lúgubre, no sin abrirse—. Pero supongo que pensé que Draco me veía como una persona. Como, bromeamos con que sólo está por el estatus, pero siempre ha sido una broma, nunca me lo he creído.
— ¿Qué crees que ve Draco en ti?
La pregunta tomó a Harry desprevenido. Fue a responder y luego se detuvo, repentinamente inseguro.
—Todo es retorcido —dijo, finalmente—. Quiero decir que le gusta... que le cuiden. No económicamente, no quiero decir que tenga mucho más dinero que yo. Más bien, que le cuiden. Pero ahora, de repente, cuidar de él se siente envuelto en la cosa del estatus y el poder. Como si él supiera que yo lo protegería. Tal vez todo sea parte de la maldita artimaña.
Cuanto más pensaba Harry en la pregunta, más agitado se sentía.
—Y no sé por qué más se queda —continuó—, no soy particularmente divertido o inteligente, no como él. Trabaja muy duro, piensa en las cosas, es organizado y ordenado y tiene buen ojo para las cosas de las que yo no sé nada.
—Harry —Zerk cortó sus pensamientos—, mi intención con la pregunta no era sembrar la duda.
—No es que crea que no tengo buenas cualidades —insistió Harry—, sólo que no estoy seguro de que esas buenas cualidades valgan mucho para Draco. No le importa mucho la valentía terca o, no sé, el carácter moral.
— ¿Y la lealtad, la amabilidad y el afecto? —Zerk preguntó— ¿Crees que eso puede ser importante para un chico cuyo padre no ha demostrado nada?
—Sí —Harry masticó el pensamiento. Nunca habría identificado esas cualidades como importantes para Draco, pero en cierto modo encajaba—. Supongo que tiene sentido.
—Yo también lo creo —dijo Zerk—. No puedo evitar notar que la idea de que Draco pueda haberte manipulado de alguna manera parece molestarte especialmente.
—Sí —coincidió Harry—. Como he dicho, no creo que intentara salvar a su padre ni ninguna tontería de esas. Pero si no era eso, no se me ocurre cuáles podrían haber sido sus motivaciones y eso me inquieta. Me siento sucio, de alguna manera, viscoso por dentro.
—Nunca sienta bien saber que nuestra interpretación de los hechos era errónea. ¿Te has sentido así antes? ¿Engañado de alguna manera, o se han aprovechado de ti?
Harry se quedó boquiabierto cuando le vino a la mente la respuesta asombrosamente obvia.
—Joder —jadeó—. Sí. Merlín, sí —de repente, Harry determinó que no podía quedarse aquí, no cuando Draco estaba solo, esperando su juicio. Merlín, qué cosa más jodida para él—. Mira, gracias por venir, pero tengo que irme. Ahora mismo. Lo siento...
—No es ninguna molestia —le aseguró Zerk—. Puedes ponerme al corriente la semana que viene.
...
¡Gracias por leer!
