Disclaimer: Los personajes, lugares y hechizos, son propiedad de J.K Rowling, a menos de que se especifique lo contrario. No hay retribución monetaria con la traducción y publicación de esta historia.
Traducción autorizada de A Forward Path por umbrellaless22 en AO3
CAPÍTULO LXXIX
Metatron llegó el domingo por la mañana con una nota de Narcissa Malfoy en respuesta a la petición de Draco de la noche anterior sobre la adquisición de un publicista.
Queridísimo,
Gracias por tus palabras tranquilizadoras, me alegró saber de ti y me alegra aún más saber que te va bien. Por supuesto, es un placer ayudarte. Me he tomado la libertad de programar una reunión para ti y Harry esta tarde a las tres con Ilka Veldt. Por favor, encuentra su tarjeta adjunta. Yo misma me reuní con ella y quedé complacida con su inteligencia, y mis amigos que han buscado su consejo aprecian mucho su talento. Tengo entendido que es muy hábil en el manejo de las complejidades sociales. Espero que esto sea suficiente ayuda. Me complace que busques solucionar esto, Draco. No me gustaría que sacrificaras tu educación por culpa de las intrigas de tu padre.
En cuanto al plan en cuestión, admito que me gustaría que me lo hubieras dicho, pero entiendo tu reticencia.
Ten la amabilidad de darle mis más cordiales saludos a Harry.
Con cariño,
Madre
Se adjuntaba una tarjeta de visita de color gris paloma con letras en oro rosa.
Ilka Veldt - Gestión de prestigio y percepción
Lachesis, Muelle 3, Los Tres Muelles
Harry leyó la nota por encima del hombro de Draco.
— ¿Tu madre tampoco lo sabía? —preguntó Harry, sintiéndose ligeramente reconfortado por el hecho.
—Sospecho que sabía que la sugerencia había sido formulada, pero nada más allá de eso. Emitió los documentos de divorcio al poco de empezar el curso y papá se negó a comunicarse con ella una vez que quedó claro que no iba a renegar.
—Hm —reconoció Harry— ¿Qué crees que significa Lachesis? ¿Un barco de algún tipo?
—Esa sería mi suposición —coincidió Draco—. Bueno, ¿qué te parece, te apuntas a ello?
—No tenemos nada más que perder. No tengo ninguna idea de cuál es el mejor paso siguiente, y odio depender tanto de Hermione, especialmente tan cerca de la luna llena y lo que sea que eso traiga —Harry decidió, resignado—. ¿Recibiste el Profeta esta mañana? ¿Alguna noticia?
—Sólo más chorradas sobre que estoy empeñado en tu destrucción, etcétera. Realmente soy un canalla, ya sabes.
Harry resopló.
—Salvando a estudiantes, estudiando para los exámenes. Sí, me parece el colmo de la villanía —suspiró y golpeó suavemente su hombro contra el de Draco—. Lo siento, amor —dijo, su tono apagado por la frustración—. Odio que no sepan lo mucho que trabajas, el bien que haces.
Draco devolvió el toque casual con un suspiro cansado.
—Malfoy se porta bien: El mortífago disfruta del Earl Grey la mayoría de las mañanas. —señaló.
— ¿Earl Grey? —dijo Harry, alarmado— ¡Llevo meses sirviéndote té normal para el desayuno!
Draco le dedicó una sonrisa cariñosa.
—Sí, bueno, lo que más me gusta es el té que me preparas.
El Lachesis era, en efecto, un barco de vela: una elegante oruga azul marino con una cubierta de fresno teñido, pulida a la perfección. Harry consultó su reloj. Eran sólo las tres.
— ¿Qué se supone que debemos hacer? —se preguntó— Me sentiría raro simplemente subiendo a bordo.
Como si hubiera sido convocada por sus palabras, apareció una bruja rubia de cara ancha. Llevaba una ropa que Harry apenas podía describir: unos pantalones negros que parecían sueltos y ondulados desde el muslo hasta la mitad de la pantorrilla, donde se estrechaban fuertemente y se ceñían a los tobillos. Su impecable top blanco era más geometría que atuendo, un marcado triángulo invertido desde los hombros hasta el ombligo, con los lados bronceados al descubierto. En sus pies había unos zapatos de amarillo chillón.
—Suban a bordo. ¡Vamos! —dijo con una sonrisa cortés. Harry, que apenas estaba familiarizado con los yates, miró a su alrededor, tratando de decidir la mejor manera de hacerlo. Draco lo rescató, saltando ágilmente la barandilla y cruzando hacia Ilka Veldt. Le tendió la mano y Harry aprovechó la distracción momentánea para subir él mismo, sin sentirse tan capaz como parecía Draco.
—Hola —dijo rápidamente cuando llegó a los otros dos—. Gracias por recibirnos con tan poca antelación.
—Por supuesto, es un placer, señor Potter, señor Malfoy. —dijo ella. Su tono era directo, sus palabras rápidas, como si prefiriera prescindir de la charla, pero aceptara su necesidad en los negocios.
—Llámeme Harry. —insistió. Draco, se dio cuenta Harry, no extendió una oferta similar.
—Y tú debes llamarme Ilka. Los nombres dados ayudan a fomentar la intimidad necesaria para este tipo de relación y espero que me confíes tus secretos. —Harry parpadeó. Sus palabras eran extrañamente directas, echando por tierra cualquier intento de subtexto.
—Eh, lo intentaremos. —ofreció él, incómodo.
Ella sonrió alegremente.
—Excelente. ¿Quieren pasar?
Los condujo a un pequeño conjunto de escaleras, a mitad de la cubierta, y la siguieron hacia abajo. Era un escenario similar al de la tienda de Perkin, se dio cuenta Harry de inmediato. El suelo era del mismo color ceniza que el de la cubierta superior. Las paredes curvas eran de un gris limpio, con un mural abstracto que cubría una de ellas: bloques blancos y negros inamovibles dispuestos en ángulos nítidos y líneas astutas. En lugar de un escritorio, había una mesa alta de granito con taburetes de bar de cuero negro con medio respaldo, fijados al suelo de madera. Había una jarra de cristal llena de agua, hierbas de menta y frambuesas, con un pequeño pitorro y una palanca en la parte inferior, para permitir que el agua saliera sin arrastrar las hojas y las frutas. Ilka Veldt llenó un vaso para cada uno y les indicó que se sentaran.
Luego se sentó frente a ellos, e invocó una carpeta con un pulcro movimiento de su varita. Aterrizó con un fuerte golpe entre ellos. Harry dio un respingo y Draco alargó el brazo, apoyándolo en el bajo respaldo de la silla de Harry. Era un gesto seguro, casi posesivo, y Harry lo encontró tranquilizador. Se sintió aliviado de no tener que resolver este lío solo.
La señora Veldt apoyó la palma de la mano en el expediente y sonrió. Llevaba los labios pintados de rojo oscuro y tenía un rostro poco agraciado, y Harry adivinaba que tal vez tenía unos cuarenta años.
—Bastante prensa para los dos. —dijo.
Harry miró la carpeta con inquietud.
—Merlín, no es todo sobre nosotros, ¿verdad?
—Oh, esto es sólo lo que hay sobre ustedes en los últimos dos meses. Su prestigio y percepción necesitan ser gestionados. Estoy terriblemente feliz de que me hayan buscado. Esto va a ser un auténtico rompecabezas y no puedo esperar a hincarle el diente.
Harry se erizó.
—No es un rompecabezas para nosotros —señaló—. Son nuestras vidas. Es la seguridad de Draco.
La bruja reprimió su sonrisa.
—Sí, por supuesto. Disculpas. La empatía no es un punto fuerte mío. Debería ser sincera al respecto. Soy excelente en mi trabajo, pero más porque soy una observadora de la naturaleza humana que una participante, exactamente. Me dejé llevar un poco por la emoción de un empeño tan robusto. Sin embargo, si me perdonas el paso en falso y me aclaras los detalles de lo que deseas resolver, puedo hacerte algunas recomendaciones.
Harry miró a Draco, que hizo un gesto con la cabeza indicando que debía seguir adelante, y se lanzó a hacer un resumen de los acontecimientos más recientes. Vaciló un poco al tratar de explicar la implicación de Lucius; temía pintar a su novio bajo una luz poco favorecedora.
—Así que sí mintió, un poco, pero nada como lo que los periódicos hicieron ver, y no lo ha hecho durante años. Es una buena persona, y me gustaría que todos los demás confiaran en mí.
—Tal vez no sea una buena persona —corrigió Draco—, pero intento al menos serlo.
Ilka parecía que le acababan de dar un suntuoso helado.
—Magnífico —respiró—, los líos en los que se mete la gente —alcanzó a ver la expresión de disgusto de Harry y sonrió con culpabilidad—. Lo siento. Lo siento. Tienes que admitir que es todo un lío.
—Sí, pero ¿puedes ayudar? —preguntó Harry.
— ¡Claro que puedo ayudar! —Ilka sonó ofendida— Sinceramente, aprecio más los entresijos que las dificultades que todo esto presenta. El señor Malfoy ya ha hecho varias incursiones para mejorar su imagen.
—Eso fue obra de Hermione, en su mayor parte. —le dijo Harry, sintiendo que era importante que su amiga recibiera su merecido.
— ¡Bueno, un bombazo para ella! —replicó Ilka con ganas— ¿Rescatar niños? ¿Crear una organización benéfica? ¿Salvar a una víctima de ahogamiento? Un material excelente. Unas cuantas entrevistas comprensivas con la gente adecuada en la prensa adecuada, y lo tendremos anunciado como un ciudadano modelo en poco tiempo.
— ¿Y bien? —Harry preguntó— ¿Qué sugieres?
—Que me contrates. Obviamente. —Ilka convocó una pluma y un pergamino y se lo pasó para que lo leyeran. Harry cogió la pluma, pero Draco le puso una mano severa en el antebrazo.
—Sinceramente, Potter —le regañó, cogiendo el contrato para leerlo bien. Tras varios largos minutos, Draco levantó la vista—. ¿Un anticipo para organizar las reuniones necesarias y luego el resto tras la publicación de los artículos? ¿Lo he entendido bien?
—Sí. Y luego, si están contentos con mi trabajo, que lo estarán sin duda, un anticipo para todos los inevitables pequeños incendios que surgen en torno a alguien de la fama de Harry.
— ¿Y quiénes son tus otros clientes? —inquirió Draco— Para que pueda juzgar tu trabajo.
— ¡Ja! —Ilka hizo un guiño— Buen intento, señor Malfoy. Todo eso es estrictamente confidencial, como se lee en el contrato.
—Seguramente todo el mundo tiene un precio. —reflexionó Draco.
—Oh, prefiero el juego a los galeones. —aseguró Ilka.
—Entonces, ¿podrías reducir tus honorarios? —sugirió Draco.
—Podría, pero no lo haré. —respondió Ilka sin rodeos. Harry no pudo evitar una sonrisa. Sin duda era eficiente en su comunicación.
—Muy bien. —aceptó Draco. Harry sospechaba que apreciaba su valentía. Draco firmó el pergamino con una práctica floritura y se lo pasó a Harry para que hiciera lo mismo. Bueno, la firma de Harry era más bien un garabato, en comparación, se dio cuenta, pero por supuesto que lo era.
—Magnífico —dijo Ilka—. Ahora, empecemos a maquinar.
—Antes de entrar en todo eso —dijo Harry—, ¿podemos ocuparnos del corto plazo? ¿Como en el muy corto plazo?
— ¿Cuánto de corto?
—Mañana. O esta noche, en realidad. Tenemos que volver al colegio. No voy a dejar a Draco en la educación por correspondencia y el ostracismo cuando no ha hecho nada malo, al menos no contra nadie más que contra mí, y no fue nada malévolo.
—Ya veo —reflexionó Ilka, golpeando su barbilla con una uña pintada de un coral brillante—. Bueno, en mi línea de trabajo, la honestidad rara vez es la mejor política, pero ahora lo esencial es que todo definitivamente se apegue a lo más auténtico, excepto la parte sobre el engaño del señor Malfoy. Esa parte queda entre ustedes dos, ¿me explico? En lo que respecta a sus compañeros, él es tan honesto como el día es largo y lo ha sido desde el final de la guerra. Lección número uno, señores, nunca confíen en el público con matices, o matices de moralidad, tampoco. Les gustan sus héroes y sus villanos bien empaquetados y fáciles de digerir. Así que tendremos que seguir haciendo progresar al Sr. Malfoy en la trayectoria de héroe. Hagamos un plan.
Al final de la reunión, Harry se sentía razonablemente seguro de sus próximos movimientos.
—Bueno —dijo, mientras bajaban por el muelle bajo el resplandor del sol de la tarde—. Volvemos a lo nuestro y luego supongo que volveré a hacer lo que hay que hacer.
— ¿Estás seguro de esto? —preguntó Draco— He intentado decirte todo el tiempo que no les debes nada. Tienes derecho a ti mismo, a tus historias y a tu intimidad.
Harry extendió la mano de Draco, entrelazando sus dedos y apretándole cariñosamente.
—Lo sé —dijo—, e incluso estoy empezando a creerte. Pero no lo hago por ellos, ni porque crea que tienen derecho a saber nada de mí. Pero si todo lo que tengo que hacer para protegerte es hacer tabla rasa de mis sentimientos por ti y desprestigiar al miserable imbécil de tu padre, lo haré con gusto.
—Sí, pero no deberías tener que hacerlo. —replicó Draco.
—Lo sé —suspiró Harry—, y después de que todo esto se solucione, intentaré no convertirlo en un hábito. Pero créeme, prefiero tenerte ileso y a mi lado que mi intimidad o incluso mi dignidad.
Se detuvieron, preparándose para Aparecerse, cuando Draco agarró el cuello de la camisa de Harry. Lo alisó, sin mirar a los ojos de Harry.
—No sé exactamente por qué has decidido quedarte a mi lado —murmuró—. Pero espero que sepas que te lo agradezco y que... me alegro de que lo hayas hecho.
—Draco —dijo Harry, encontrando la incertidumbre del otro chico un poco inesperada y desconcertante. Acercó una mano al pálido rostro de Draco, inclinándose hacia él—. Para mí, nunca hubo otra opción.
...
¡Gracias por leer!
