Disclaimer: Los personajes, lugares y hechizos, son propiedad de J.K Rowling, a menos de que se especifique lo contrario. No hay retribución monetaria con la traducción y publicación de esta historia.
Traducción autorizada de A Forward Path por umbrellaless22 en AO3
CAPÍTULO LXXXII
Clark no se presentó a desayunar. Harry sintió que su ritmo cardíaco pasaba de estar moderadamente preocupado a estar totalmente aterrorizado a medida que pasaban los minutos.
—Todavía no ha llegado, joder. ¿Cuál es su primera clase? —preguntó.
Draco se giró para ver a Ginny y Hermione recorrer el gran salón, tachando nombres en sus largos pergaminos.
—Querido, el chico me cae medianamente bien. Eso no equivale a memorizar su horario. —le informó Draco.
Harry soltó un gruñido de frustración y escudriñó el pasillo por enésima vez. Su mirada se posó en el pequeño Hiram Fantyl, que parecía una lechuza. Sin decir nada más a Draco, Harry se levantó y marchó por el suelo de piedra hacia el chico de pelo negro.
—Buenos días, Fantyl —dijo Harry. El pequeño dio un respingo, al igual que un estudiante de Ravenclaw -supuestamente su compañero de luna llena- sentado a su lado, al que Harry no pudo nombrar. Merlín, realmente había perdido la noción de los procedimientos del ED. Sin embargo, no podía pensar en esos sentimientos de culpa, no ahora.
— ¡Oh! Hola, Harry. —chilló Hiram.
— ¿Has visto a Tiering esta mañana? —Harry intentó, y sospechó que fracasó, sonar casual.
— ¡Claro! —Hiram se animó, pareciendo aliviado por saber la respuesta— Atwal vino esta mañana a reunirse con él. Me dijo que bajarían en breve.
Harry consultó su reloj. No había tiempo, el salón se vaciaría para las clases en cualquier momento.
— ¿No dijo por qué no bajaba contigo? —preguntó Harry.
Hiram negó con la cabeza.
—Lo siento, Harry. Supuse que tenía que ir al baño o algo así. ¿Está todo bien? —los ojos de Hiram se agrandaron de forma imposible.
Harry le dio una palmadita apresurada en el hombro.
—Por supuesto —mintió—. Sólo quería hablar con él sobre la lección de esta noche, eso es todo. ¿Qué clase tienen primero esta mañana, por cierto?
—Nos han dividido en grupos —dijo Hiram—. La mitad de nosotros va a la clase de primer año primero y la segunda mitad va a la clase de cuarto año. Raoul y yo —indicó al chico de Ravenclaw con la cabeza—, estamos preparados para encantamientos de cuarto año, pero creo que Clark y Karan iban a Pociones de primer año.
—Encantador —sonrió Harry—. Gracias. —les dedicó a Hiram y a Raoul una amplia y tranquilizadora sonrisa, y se puso en marcha hacia las mazmorras.
El aula de pociones todavía tenía un ligero olor a humo por el reciente incendio, y se estaba llenando de una mezcla de Slytherin de primer año y, Harry supuso, Ravenclaw y Gryffindor de cuarto año. Una vez más, se sintió culpablemente impresionado por la consideración y la planificación de las chicas, que él desconocía por completo. Claire Gibbens pasó junto a él, con la nariz levantada y un agudo "¡Hmph!".
—Gibbens —gritó tras ella— ¿Has visto a Clark?
—Deberías vigilar mejor a tus mascotas, Harry. —se burló ella, guiando a una chica Slytherin de aspecto ansioso hacia un pupitre.
—Espera, ¿estás en el ED? —se preguntó él mismo.
Gibbens parecía consternada.
—Que tú hayas renunciado a tus valores no significa que el resto lo hayamos hecho. —dijo con un bufido.
Harry suspiró, cansado.
—No he renunciado a mis valores, Claire, lo sabes.
—No eres más que la marioneta de Lucius Malfoy. —insistió ella.
Harry gimió interiormente.
— ¿Lo ves? —continuó Gibbens— ¡Ni siquiera lo niegas!
—No he visto ni hablado con Lucius Malfoy desde su sentencia, y tampoco lo ha hecho Draco —le recordó Harry—. Pero eso no es lo que he venido a discutir. Clark ha desaparecido, es un Slytherin de primer año y es luna llena. Si lo ves, por favor, ¿podrías decirle que lo estoy buscando?
—Tal vez lo haga —dijo Claire, con un movimiento de cabeza—, tal vez no.
—Por las barbas de Merlín —gruñó Harry—, sólo me preocupa su seguridad, ya lo sabes.
Pero Claire estaba ocupada con un caldero y explicando el equipo de pociones a su primer año como si fuera un infante, y negándose resueltamente a mirar a Harry.
El profesor Slughorn entró entonces, frotándose las manos y sonriendo a su colección de alumnos.
— ¡Qué divertido! —dijo— ¡Una clase mixta! Todos tienen una oportunidad aquí: los años superiores, para perfeccionar sus habilidades de enseñanza, y los años más jóvenes para tener una verdadera formación práctica de alguien que ha estado donde ustedes están parados —sus ojos se fijaron en Harry, lo cual no era difícil, dado que Harry era mucho mayor y más alto que el resto de los estudiantes que se encontraban en ese momento— ¡Oh! ¡Señor Potter! —exclamó, encantado— ¿Se une a nosotros?
Harry forzó una sonrisa.
—Me temo que no, profesor. Tengo transformaciones esta mañana. Hablando de eso, será mejor que me vaya. Salud. —¿Salud? Merlín. Harry se pateó a sí mismo. Sutil como la caída de ladrillos.
Se demoró frente a la puerta de pociones durante unos minutos más, hasta que quedó claro que Tiering y Atwal no iban a hacer acto de presencia. Estaba subiendo las escaleras cuando llegó el patronus de Hermione.
— ¿Todo bien, Harry? —preguntó, con la voz preocupada de su amiga— Draco me ha dicho que has salido corriendo en busca de Clark y no te ha visto desde entonces. Todavía tenemos clases hoy, sabes.
Harry ignoró el mensaje y, en cambio, volvió a su dormitorio. Rebuscó en su baúl en busca de su mapa. Para su consternación, no pudo encontrarlo. Estaba seguro de que lo había guardado aquí, junto...
El corazón de Harry se hundió, la alarma patinó por sus nervios. No, no era... joder. Las cartas de Draco. Su mapa. Ya no estaban. Merlín, debería haber revisado sus cartas cuando se enteró de que las de Draco habían desaparecido, ni siquiera había pensado en ello. Buscó con esperanza en los distintos compartimentos y bolsillos laterales de su baúl, pero sin éxito. La decepción se le revolvió en el estómago, junto con la creciente preocupación por el paradero de Clark. Se sentía frustrantemente impotente sin el mapa, pero sabía que no podía centrarse en eso ahora. Primero tenía que encontrar a Clark.
— ¿Profesora? —dijo Harry desde la puerta, tratando de sonar avergonzado.
La directora McGonagall detuvo su discurso a mitad de la frase. Los alumnos de octavo año y un puñado de alumnos de Slytherin más jóvenes, quizás de sexto año, se volvieron sincrónicamente hacia él.
—Señor Potter —le saludó McGongall—, supongo que hay una explicación razonable para su tardanza.
—La hay —le aseguró con seriedad—, ¿podríamos hablar?
—Muy bien —aceptó ella—. Señorita Granger, ¿sería tan amable de seguir hablando de las precauciones necesarias en torno a los muebles mágicos?
—Por supuesto, directora. —dijo Hermione, levantándose y caminando enérgicamente hacia el frente de la clase.
Harry se dio la vuelta y salió de la clase, McGonagall lo siguió.
—Lamento interrumpirla, profesora —dijo, cuando estuvieron solos—. Y perdón por no haber llegado a tiempo a la clase.
—Supongo que tienes tus razones —replicó ella—, y espero que las compartas conmigo.
—Claro. Sí, por supuesto. Estoy... bueno, estoy un poco preocupado porque faltan un par de estudiantes. Clark Tiering y Karanjeet Atwal. Estaban emparejados por el día, y por lo que tengo entendido, se les ha visto juntos en los dormitorios improvisados de Slytherin esta mañana, pero no han bajado a desayunar, y tampoco están en clase de pociones, donde tengo entendido que se les espera. Quiero decir que es posible que estén en encantamientos de cuarto año, y que Fantyl simplemente haya mezclado los horarios, es de quien he sacado la información y no lo he comprobado —Harry tomó aire para interrumpir sus propios balbuceos—. Sabemos que Lavender, o lo que sea esa cosa, ha estado en la cabeza de Clark antes, profesora. Así que espero que pueda entender mi preocupación.
La boca de la profesora McGonagall se afinó y le dedicó un asentimiento pensativo.
—Ya veo. Bueno, no nos dejemos llevar por el pánico. Corre a comprobarlo con el profesor Flitwick y hazme saber lo que descubras. Supongo que habrás comprobado tu mapa.
—Mi mapa no está —admitió Harry—. Creo que quien se llevó las cartas de Draco también se llevó las mías y mi mapa se mezcló con ellas. Acabo de darme cuenta. Pero quien lo tenga probablemente no podrá acceder a él.
—Esto es... preocupante —reflexionó McGonagall—. He estado distraída planificando el día de hoy, y no he seguido el tema del robo de las cartas del señor Malfoy, por lo que me disculpo.
—Nosotros también podríamos haberlo investigado, profesora —le aseguró Harry—. Sospecho que es el mismo informante de antes —sintió que su labio se curvaba al pronunciar la palabra, la idea de la cara engreída y presumida de Megan Jones le hacía rechinar las muelas—. De todos modos, nos ocuparemos de eso más tarde. Iré a ver al profesor Flitwick.
Cuando Harry volvió con la noticia de que Clark y Atwal tampoco estaban en Encantamientos, la profesora McGonagall se dirigió a la clase.
—Parece que hay un cambio de planes. Dos de nuestros alumnos, un Gryffindor de cuarto año llamado Karanjeet Atwal y uno de primer año llamado Clark Tiering, un Slytherin. Si creen que conocen a uno de estos dos chicos lo suficientemente bien como para identificarlos por favor pónganse de pie —la directora dividió a los alumnos en doce grupos, asignando a cada grupo una parte diferente del castillo para buscar—. Informaré a la profesora Haberdash-Pewter de que no los espere en su próxima clase. —aseguró a los de octavo año y a sus compañeros de Slytherin, y se pusieron en marcha.
Harry estaba en un grupo con Neville, Mandy Brocklehurst y Goyle, y fueron enviados hacia los invernaderos.
—Atwal y Tiering, esos son dos de tus cazadores, ¿verdad? —le preguntó Brocklehurst, mientras pasaban por el patio hacia la salida del ala este. Harry había estado evitándola, ya que hace un par de semanas había surgido el rumor de que le habían ofrecido un puesto como golpeadora de reserva para las Flechas de Appleby. Había estado celoso, probablemente todavía lo estaba, y no estaba convencido de poder disimularlo con éxito. Sin embargo, estaba demasiado distraído para sentir realmente sus celos en ese momento.
—Sí. —aceptó, tratando de sonar más amable que cortante.
—Harry y Tiering son bastante cercanos. —ofreció Neville. Harry deseó que no lo hubiera hecho.
— ¿Ah sí? —dijo Brocklehurst amablemente.
Harry se encogió de hombros.
—Me recuerda un poco a mí a esa edad, supongo.
—Excepto que tú eres un mestizo y él es un muggle, ¿no es así, Potter? —dijo Goyle con orgullo, satisfecho de haber recordado algo.
—Intentamos no remarcar tanto eso, ¿recuerdas, Goyle? Porque no tiene importancia. —dijo Neville amablemente, con una leve mueca.
—Oh —Goyle se sonrojó—. Cierto, sí. Lo siento, Longbottom.
Neville le dedicó una sonrisa alentadora.
—El cambio lleva su tiempo —dijo—. ¿Has enviado un patronus, Harry?
—Merlín —se sobresaltó Harry—. ¡No, no lo he hecho! Gracias, Neville —invocó el suyo, y el ciervo pataleó con impaciencia mientras Harry transmitía su mensaje— Clark, te estamos buscando. Por favor, dirígete al gran salón en cuanto recibas esto.
El ciervo se alejó haciendo cabriolas y Goyle silbó.
—No está mal, Potter. Yo nunca conseguí un patronus.
Harry le dedicó una débil sonrisa y aumentó el ritmo. Llegaron a los invernaderos, irrumpiendo en la clase de la profesora Sprout. Los alumnos, que parecían estar examinando y clasificando cuidadosamente pequeñas semillas con fórceps dorados, se giraron para mirarlos a los cuatro.
—Neville, querido —comentó la profesora sorprendida— ¿Está todo bien?
Clark (y Atwal, tuvo que recordar Harry) no estaba en ninguna parte. No había rastro de los chicos en ninguno de los invernaderos, ni a lo largo de la frontera del Bosque Prohibido. Rodeó el lago y pasó junto al grupo de Ron en el campo de Quidditch. Tampoco habían encontrado nada útil. Pasaron otra hora buscando antes de reunirse en el gran salón.
Harry miró a cada grupo cuando entraron, esperando ver al desgarbado primer año entre ellos, pero sus esperanzas se vieron frustradas por un grupo tras otro con las manos vacías.
El grupo de Draco llegó en penúltimo lugar, y Harry se sintió cabizbajo al ver una expresión de angustia apenas contenida en su rostro.
— ¿No hay señales, entonces? —preguntó Harry.
Draco negó con la cabeza.
—Ninguna. ¿Y tú?
Harry respondió de la misma manera.
—Nada. Debo haber enviado mi patronus diez veces, diciéndole que se reuniera con nosotros aquí. Sigo esperando que aparezca, con las zapatillas desgastadas y todo.
Draco agarró el brazo de Harry.
—Aparecerá —insistió, como si tratara de convencerse a sí mismo—. Su Oclumancia es sólida. No es estúpido y tiene a Atwal con él. Lo solucionaremos.
Harry intentó respirar tranquilamente y asintió.
— ¿Dónde diablos se ha metido? Lo vi ayer mismo y le hice jurar que llevaría su amuleto encima. Con eso, más la Oclumancia, un cwalus debería haber tenido efectos finitos. No tiene sentido.
En ese momento, Ron entró medio corriendo en la sala, con su grupito detrás. Al verlo, Hermione se acercó corriendo, casi retorciéndose las manos.
— ¿Qué? —preguntó Harry— ¿Lo han encontrado?
—No —admitió Ron—, pero, después de revisar el campo y las gradas y el cobertizo del equipo y no encontrar nada, tuve la brillante idea de revisar las cocinas.
—Difícilmente —resopló Megan Jones, alcanzándolos finalmente y posando dramáticamente detrás de él, con su postura amplia y sus manos en las caderas como una especie de figura de acción—. Sólo tenías un poco de hambre y estábamos cerca.
—Oh, vete a la mierda, Jones —escupió Ron—. La cuestión es que Winky dijo que Clark pasó por allí ayer, pidiendo provisiones, suficientes para que le duren un par de días.
— ¿Winky? —Jones se burló— ¿Sabes sus nombres?
—La verdad es que me interesan bastante los derechos de los elfos domésticos, Jones —gruñó Ron—. Como cualquier persona decente y pensante debería ser. Tal vez la próxima vez que sientas la necesidad de difundir chismes odiosos, podrías encontrar una causa más justa que defender en su lugar.
La cara de Hermione se convirtió en una sonrisa, y Harry se dio cuenta de que sólo su agudo sentido de la profesionalidad le impedía besar a Ron allí mismo.
— ¿Se los dio ella? —insistió Harry.
—Por supuesto que sí —respondió Ron—. Ella pensó que él sólo quería tener un abundante refrigerio de medianoche con amigos, o alguna tontería.
—Maldita sea —murmuró Harry—. ¿Crees que estaba nervioso y dejó la propiedad del colegio por el día? Pero, ¿por qué traer a Atwal? No creo que los dos sean particularmente cercanos.
—Tiering no parecía preocupado —consideró Draco—. No noté ningún cambio real en él la semana pasada.
— ¿Por qué lo harías, sin embargo? —Jones presionó— ¿Pasando el rato con un montón de chicos jóvenes, Malfoy? ¿Esperando corromperlos y hacer que se unan a tu causa?
Draco se giró lentamente, fijando en ella unos ojos fríos y despectivos.
—Mira a tu alrededor, Jones. Puede que hayas estado en el lado correcto de la guerra, pero ¿dónde estás ahora? ¿Me pregunto si te queda algún amigo? ¿Además de esa bestia de Pushbottom en El Profeta? Sea lo que sea que te diga, espero que te des cuenta de que ciertamente no le gustas. Te está utilizando. Y ahora has cometido un pequeño robo por ella. ¿Para qué? ¿Popularidad? Merlín sabe que eso no funcionó. ¿Por qué le gustas? ¿Qué vio en ti? No puedo decirlo. Verás, sé dónde estoy: al lado de Harry Potter, el niño que vivió, héroe de la segunda guerra mágica, salvador de tu vida tal y como la conoces, junto con todos los demás en esta sala, en este país. Puedes intentar manchar su nombre, o malinterpretar voluntariamente mis intenciones, pero al final del día, no eres nadie. No eres más que una lamentable, insufrible y bocazas cobarde, y encima, ahora eres una ladrona.
Jones se sonrojó y sus manos se cerraron en un puño sobre sus caderas.
—No tienes pruebas. —gruñó.
— ¿Oh? —preguntó Harry, antes de que Draco pudiera seguir insistiendo en ella— Hermione, haznos un favor, ¿quieres? Algunos documentos míos, incluyendo un artefacto particular de mi padre, parecen haber desaparecido —le dirigió una mirada significativa, y luego continuó— Son cartas de Draco, principalmente. La cosa es que son cariñosas y dulces y nada salaces, así que apuesto a que Jones no podría sacar nada que interesara a Pushbottom de ellas. No me gustaría molestar en el dormitorio de las chicas, pero tal vez podrías echar un vistazo rápido en el baúl de Jones por nosotros. ¿Ver qué puedes encontrar?
— ¡No puedes andar hurgando en mis cosas! —chilló Jones.
— ¿Por qué no? —preguntó Harry inocentemente— Seguramente no tienes nada que ocultar. Además, si no fueras conocida por hurgar en mis asuntos, no sentiríamos la necesidad de hurgar en los tuyos.
La boca de Jones se abrió y se cerró inútilmente, con la cara todavía de un rojo intenso y el sudor acumulándose en la línea del cabello.
—Será un placer. —dijo Hermione, y se alejó hacia la sala común, dejando a una Jones temblorosa, furiosa e impotente a su paso.
...
¡Gracias por leer!
