Disclaimer: Los personajes, lugares y hechizos, son propiedad de J.K Rowling, a menos de que se especifique lo contrario. No hay retribución monetaria con la traducción y publicación de esta historia.
Traducción autorizada de A Forward Path por umbrellaless22 en AO3
CAPÍTULO LXXXVI
La mañana del sábado encontró a Harry y a Draco en Grimmauld Place. Habían dejado Hogwarts el viernes por la noche, después de pasar el día repasando los acontecimientos de la luna llena. Clark se quedó en el colegio para sufrir el castigo antes de ir a casa de Hiram para la Pascua. Harry lo recogería el domingo. Mientras tanto, la agenda del día siguiente incluía dos eventos de prensa, siendo el primero una entrevista para alguna revista de la que Harry nunca había oído hablar.
—Nadie con sentido común confía en El Profeta para las publicaciones de sociedad adecuadas —les había asegurado Ilka—. Y, sinceramente, no quiero que ustedes se dignen a hablar con ellos. En la Soirée es donde quieren ser vistos. Y Tennyson siempre cuida bien de mis clientes. Tenemos que influir en las opiniones de aquellos que, a su vez, influirán en sus compañeros.
Las últimas frases no habían tenido sentido para Harry, por lo que había lanzado una mirada a Draco, quien había asentido seriamente, en aparente acuerdo.
Por la tarde había una segunda entrevista con Corazón de Bruja. Harry no había pensado que esa opción fuera precisamente la encarnación de la sofisticación, pero Ilka les había asegurado que era la mejor vía de acceso a los salones y las peluquerías de todo el país: "Una buena revista, cuando por fin tienes un descanso de los niños, te hace sentir favorablemente hacia cualquier cosa" y "el romance atrae a sus lectores". Así que, el día reservado, Harry rebuscaba en su baúl tratando de determinar qué ponerse. Se levantó, exasperado y ansioso por ver a Draco arreglándose unos elegantes gemelos, con su delicado rostro radiante y tan malditamente en forma con su ropa cuidadosamente confeccionada que a Harry le dieron ganas de dar por terminado el día y arrastrarlo de vuelta a la cama.
—Potter —comentó Malfoy—. ¿Por qué de repente me siento como un sabroso bocado arrastrado a la guarida de un neandertal?
—Eres tan hermoso. —las palabras salieron de la boca de Harry en un arrebato de exasperación autodespreciativa, pero Draco se congeló, el precioso rosa de su rubor extendiéndose en lo alto de sus pómulos.
—Oh —murmuró, con los ojos muy abiertos y abandonando toda pretensión—. Gracias.
No era frecuente que Harry consiguiera pillar a Draco con la guardia baja. Descubrió que le gustaba. Cruzó el dormitorio en dos pasos decididos, con la mano rodeando la nuca de Draco y tirando de él para darle un beso hambriento.
—Merlín —jadeó Draco sin aliento cuando se retiró un momento después—. ¿De qué va todo esto?
Harry se encogió de hombros.
—Aquí estás bailando el vals como una maldita estrella de cine y yo ni siquiera puedo averiguar qué se supone que me tengo que poner.
Draco sonrió.
—No estoy del todo seguro de lo que significa eso, pero suena bastante excelente. Y sinceramente, amor, no te estreses. Sólo ponte un bonito jersey y esos pantalones negros.
— ¿Te das cuenta de que pronto va a hacer demasiado calor para los jerseys?
Draco parecía agraviado.
—No me lo recuerdes —se lamentó, y luego se animó—. Sin embargo, significa que podré hacerte un vestuario de verano, y tengo ideas.
Harry sacudió la cabeza con buen humor, tirando de la ropa prescrita.
—Estoy seguro. Bueno… —tragó saliva, extrañamente nervioso. Normalmente no se preocupaba por estas cosas, pero deseaba tanto que el día de hoy saliera bien, quería asegurarle a Draco algo de seguridad y buena opinión pública. Estaba dispuesto a preocuparse por eso. Draco enarcó una ceja con curiosidad, así que Harry continuó: — ¿Quieres intentar hacer algo con mi pelo?
Draco lo miró como si fuera la Navidad adelantada.
—Harry, creo que es lo más perfecto que me has dicho nunca.
Y así, Harry se encontró encaramado en el borde de la pileta de baño mientras Draco ordenaba sus diversos frascos y pociones, golpeándose con un dedo en la barbilla y murmurando para sí mismo. Finalmente seleccionó uno y se puso a trabajar, con sus dedos inteligentes ordenando el desordenado cabello de Harry. Una especie de timidez revoloteó incómodamente en el estómago de Harry. ¿Desearía Draco ser el tipo de hombre que apreciaba los armarios de verano y los productos para el cabello?
Draco tomó la mandíbula de Harry con la mano, girando la cabeza lentamente de derecha a izquierda y viceversa, admirando su trabajo. Pasó un pulgar por la mejilla de Harry y esbozó una pequeña y secreta sonrisa.
— ¿Qué? —dijo Harry.
—Hace poco —confesó Draco—, solía fantasear con que te volverías terriblemente desaliñado. Soñaba que la pubertad te arruinaría por completo. Que te convertirías en un desastre de acné y que nunca darías el estirón, y que intentarías lucir uno de esos bigotes ralos y horribles.
—Tengo acné. —ofreció Harry.
—Todo el mundo tiene. Ese no era el objetivo. Sólo pensé que si eras lo suficientemente horrible podría apagar todo lo que sentía por ti —besó la mandíbula de Harry y luego su boca—. Inútil, por supuesto. Podrías tener 30 centímetros menos y la cara cubierta de acné y seguiría estando desesperadamente enamorado de ti. Pero echa un vistazo —incitó, haciéndose a un lado para que Harry pudiera verse en el espejo—. Sigue siendo un caos, pero es un caos intencionado.
Harry se miró en el espejo. Sus gafas redondas eran las mismas y su pelo seguía apareciendo despeinado, pero como había dicho Draco, ahora lo parecía intencionadamente, incluso podría decir que sin esfuerzo.
—Me veo bastante bien, ¿no?
Draco se acicaló con orgullo a su lado, jugueteando con su propio cabello impecable.
—Por supuesto que sí —respondió Draco—. Estás en forma y conozco mi producto —se acercó a Harry, mirándolo. Harry mantuvo los ojos en el espejo. No había visto muchas fotos de ellos juntos, y ciertamente no compartían un espejo en los pequeños lavabos del colegio, así que la experiencia se sentía nueva: íntima y única. El cuello de Draco estaba expuesto, al igual que su mandíbula afilada, hasta que se giró para ver en qué se fijaba Harry. Cuando lo descubrió, sus labios se curvaron de placer. El contraste de sus cabellos y piel, y sus complexiones, la secreta calidez de la expresión de Draco: todo ello hizo acelerar algo en el corazón de Harry. Acercó a Draco y le besó la cabeza. Los ojos grises se encontraron con los verdes en el reflejo que tenían delante.
—Míranos, entonces —musitó Draco—. No está nada mal.
Tal vez no fuera lo que el Espejo de Oesed le había mostrado a Harry todos esos años atrás, pero Harry no podía evitar sentir que se acercaba bastante.
Tennyson, resultó ser el nombre de pila del hombre. Llevaba una especie de túnica ajustada de color magenta que se ceñía a su delgado cuerpo, con mangas exageradamente acampanadas. Tenía pelo oscuro y rizado que le caía sobre los hombros, complementando sus ojos avellana y su piel aceitunada. Llevaba unos zapatos puntiagudos que podrían haber sido de crin de caballo y, según observó Harry con sorpresa, una cara llena de maquillaje.
— ¡Mis dulces polluelos! Tennyson Ariti —pronunció a su llegada al estudio. Harry estaba tan acostumbrado a que lo saludaran con deferencia y con solemnes "señor Potter" que el ridículo saludo fue casi refrescante. El hombre era un poco más bajo que ambos, pero se acercó para besar sus mejillas, aferrándose al bíceps de Harry, y lanzándole un guiño y una sonrisa mientras lo hacía. Luego pasó un pulgar por la mejilla de Harry, donde aparentemente había dejado una mancha de carmín— Bienvenidos, bienvenidos, oh, estoy encantado de tenerlos. Ahora, estábamos pensando en una entrevista primero, y luego, una vez que estén cómodos, unas cuantas fotos encantadoras, ¿qué les parece?
La sala en la que se encontraban parecía estar equipada para ambas cosas, un lado montado como una sala de estar, con sofás y sillas y mesas de centro con grandes y exóticos ramos de flores. En el otro lado había equipos de cámara (y una neblina de humo púrpura procedente de dichos equipos) y cortinas blancas que formaban un telón de fondo. Había brujas y magos por todas partes, sosteniendo los trajes y jugueteando con la iluminación, charlando sobre el vestuario y el maquillaje y la intimidad creativa y mil cosas que Harry no entendía. Harry se sintió como si se dejara llevar por una bandada de pájaros tropicales mientras Tennyson aleteaba y lo rodeaba, dirigiéndolos hacia el centro de la sala.
Draco, al parecer, podía capear esta tormenta con más facilidad y él y Tennyson charlaban con facilidad, discutiendo opciones. Draco acabó conduciendo a Harry hasta un sofá dorado y se sentó junto a él. Harry le pasó automáticamente un brazo por los hombros, necesitando algún tipo de anclaje para todo este ajetreo y ruido.
—Dioses y diosas —exclamó Tennyson, haciendo un mohín con sus labios pintados y llevándose una mano cuidada al pecho—. Mírense los dos. Preciosos. Preciosos. Totalmente sublimes.
Harry observó los movimientos fluidos y abiertos del entrevistador mientras les explicaba el desarrollo de la mañana y les ofrecía té. Se sacudía la melena y sonreía y brillaba en todo momento. Cada uno de sus gestos era hipnotizante y Harry lo comprendió, identificando sus sentimientos como los de la atracción. Harry sabía que se sentía atraído por personas que no eran Draco. También sabía que eso era natural y normal y todo eso, sólo que le sorprendía cuando esas personas eran hombres. Todavía se sentía nuevo y, si no inquietante, al menos un poco sorprendente. Apretó el brazo alrededor de Draco y se sintió aliviado al sentir que éste le daba un pequeño y reconfortante apretón en el muslo a cambio.
—Draco —le dijo Tennyson, como si fueran viejos amigos—, tendrás que contarme tus secretos. Nunca he visto un cutis tan perfecto. ¿Qué usas?
Draco sonrió, sin corregir la familiaridad.
—Eso tendrá que ser una revelación extraoficial, me temo.
— ¡Oh, guarda tus secretos! —se alegró— Ah, mis amores, sé que lo he dicho cientos de veces, pero realmente estoy extasiado de tenerlos. Por fin una gran y hermosa historia de amor gay a la vista del público y todo el mundo quiere cagarse en ella. No lo permitiré. Estoy decidido a elevarles a la categoría de leyenda, que no es menos de lo que merecen.
Tomó asiento frente a ellos con una floritura de la túnica y cogió una pluma de avestruz de color azul escarchado de la mesa que tenía a su lado.
—No les importa que la encante para tomar notas, ¿verdad? No me gustaría apartar los ojos de ninguno de ustedes ni un solo segundo.
Harry y Draco asintieron, y el hechizo fue lanzado, dejando la pluma gigante balanceándose ridículamente, preparada para la acción.
—Muy bien, polluelos, adentrémonos en esta hermosa historia de hadas —anunció Tennyson, juntando las manos frente a su pecho—. ¡Su primer encuentro, las tensiones de las rivalidades escolares evolucionando a la animosidad de los tiempos de guerra! Y ahora, ¡amantes apasionados con un padre entrometido! Apenas puedo soportarlo. Adelante. Estoy listo para desmayarme.
La sensación de bandada tropical no se asentó hasta mucho después de que hubieran salido del estudio de Tennyson. Era temprano aún para almorzar, así que Harry había sugerido que él y Draco dieran un paseo por el Londres muggle. Quería ser anónimo, aunque sólo fuera por un rato.
— ¿Te va bien, Potter? —preguntó Draco, divertido, mientras paseaban por calles concurridas e impersonales bajo el sol de abril. Acomodó su mano en la de Harry— Realmente eres la celebridad más espantosa.
Harry sonrió con pesar.
—Sólo espero que no tengamos que hacer muchos más de esos.
—Hm —consideró Draco— ¿Es terrible que yo no piense igual?
Harry se rio.
—Nada me sorprendería menos. Puedes ser la cara pública de todo esto. Yo estaré rumiando en el fondo.
—Suena divino. —determinó Draco.
Caminaron otra cuadra, Harry repasando interiormente el último par de horas: lo ingenioso, encantador y cálido que fue Tennyson; cómo a veces, él y Draco parecían estar hablando en un idioma que Harry sólo entendía a medias. Las palabras le resultaban familiares, pero sus significados quedaban en la sombra. Nombres de diseñadores, de personajes de la sociedad, de productos, de acontecimientos, todo ello se paseaba por el cerebro de Harry, negándose a consolidarse en algo sensato.
Draco dio un pequeño tirón a sus manos, acercando a Harry contra los edificios y fuera del camino del tráfico peatonal.
—Podemos cancelarlo si es demasiado. —dijo, con su preocupación clara en su voz y expresión.
—No, no —Harry sacudió la cabeza distraídamente—. Estaré bien.
—Potter —dijo Draco suplicante. Apoyó su frente contra la de Harry—. Preferiría que me dijeras qué es lo que está zumbando ahí dentro.
Draco se apartó, esperando su respuesta. Harry suspiró, mirando sus manos, y luego se obligó a mirar a los ojos de Draco.
— ¿Te gustaría que fuera más así? —soltó.
Draco parpadeó, desconcertado.
— ¿Más así? ¿Cómo qué?
Harry hizo un vago gesto con la mano.
—Sofisticado, ingenioso, conocedor. Menos campechano. A veces siento que no soy muy bueno con temas de sociedad. Bueno, en absoluto.
Draco parecía divertido y asombrado a la vez
— ¿Qué si me gustaría que fueras más como Tennyson Ariti?
—Sí —dijo Harry, sonrojándose estúpidamente—. Ya sabes. Es un tipo guapo. Algo así como, no sé, bonito y florido y esas cosas.
Draco sonreía ahora, con culpabilidad, como si supiera que no debía pero no pudiera evitarlo.
—Merlín, Harry, a veces eres un estúpido.
— ¡Exactamente! —dijo Harry— ¿Es eso lo que quieres? ¿Acaso nos gustan las mismas cosas? ¡Ni siquiera puedo hablar contigo de la mitad de las cosas que te gustan!
—De acuerdo. En primer lugar, nunca dejes que Tennyson te llame 'tío guapo'. Es lo mismo que llamar a su madre "jabalí". Él requiere cumplidos mucho más elocuentes, te lo aseguro. En segundo lugar, querido, si me muero por hablar de productos para el cuidado del cabello, Pansy me seguirá la corriente. En cuanto a ti y a mí, no hemos luchado por la conversación en los meses que llevamos juntos. Si lo que te preocupa es la papeleta superficial, a los dos nos gusta el Quidditch, el ajedrez mágico y el whisky. Me llevo bien con tus amigos y creo que hasta la señora Weasley me ha cogido cariño. Y lo que es más, eres más considerado que todo eso, cuando quieres serlo. Me gusta hablar contigo; te preocupas por las cosas. Tenemos muchas cosas en común, tanto triviales como de otro tipo. No tenemos que ser la misma persona. Eso sería terriblemente aburrido.
—Sí, pero podría estar más interesado en esas cosas. Si tú quisieras.
—Sí, amor, pero ¿te interesan? ¿Quieres estarlo?
Harry lo pensó.
—Bueno —dijo— no. Pero-
—Entonces no hay ningún pero aquí, ridículo Gryffindor. ¿Por qué iba a querer que fingieras interés por cosas que no te importan nada? Mientras no me menosprecies por mis intereses, cosa que nunca has hecho, entonces apenas me molesta.
—Pero él tenía un, oh, no sé, un aspecto. Un carisma, una forma de ser. —intentó Harry, inarticulado e impotente.
—Harry —dijo Draco con curiosidad—, ¿te sentiste atraído por Tennyson?
Harry se sonrojó más.
—Un poco, sí —antes de que Harry pudiera apresurarse a asegurar que se trataba de algo pasajero y que no era nada parecido a lo que sentía hacia Draco, fue silenciado con un beso divertido.
—Sabía que la crisis de la sexualidad tenía que ocurrir en algún momento —aventuró Draco—. Además de mí, ¿te han atraído muchos tipos?
Harry se movió.
—No muchos. Quiero decir, Olivier Rivers, probablemente. De Quidditch.
—Oh, por favor —dijo Draco—. Cualquier ser vivo se siente atraído por Rivers. ¿Alguien más?
—Un par de hermanos mayores de Ron, creo. Es que no me di cuenta hasta las navidades. Y no tanto ahora que soy mayor y los conozco mejor. Sólo que, cuando era niña, pensaba que eran tan geniales y que estaban en forma, y no me di cuenta.
—Muy bien. Entonces. Te han atraído los chicos. Te has follado a uno -muchas, muchas veces, debo añadir- y, a menos que esté delirando totalmente, parece que te excita. Creo que esas cosas por sí solas cumplen con creces cualquier requisito para que seas gay. E incluso si no fuera así, no hay ninguna fuerza secreta de aurores que venga a por ti para denunciar tu falta de extravagancia. Los gais despistados y deportistas son tan aceptables como gente como Tennyson, ¿verdad? Mira a Finnegan y Thomas.
—Sí —suspiró Harry, el nudo de ansiedad finalmente comenzando a desenredarse—. Lo siento, yo… —no sabía cómo terminar.
—Todavía es nuevo —prometió Draco—. Probablemente estaría igual de aturdido si de repente me diera cuenta de que las brujas realmente son lo mío. Pero sinceramente, Harry. Obviamente eres bienvenido a explorar lo que desees, pero realmente estás bien. Puede ser trillado, pero me gusta cómo eres. Me gusta cómo somos. No sabría qué hacer conmigo mismo si estuvieras opinando sobre productos para el cabello y la decoración del hogar y la moda. Merlín, podría sentirme amenazado.
Parecía tan horrorizado que Harry se rio y lo tomó por la cintura, tirando de él para besuquearlo tontamente.
— ¿No estás celoso? —preguntó Harry, unos minutos después, mientras reanudaban su paseo.
Draco resopló.
—Oh, estoy terriblemente celoso de casi todos y de todo. Es que también sé que eres leal hasta el tuétano, y eso me parece terriblemente reconfortante.
—Lo soy, sí —instó Harry—. Sé que casi siempre estás bromeando, pero yo nunca...
Sin embargo, antes de que tuviera la oportunidad de aclarar qué es exactamente lo que nunca haría, una voz estruendosa y familiar los interrumpió.
— ¡Harry! ¿Van de paso? ¡Te vi pasar por la ventana del vestíbulo! Me alegro de haberte pillado. Ven, el almuerzo estará servido en breve y luego podrás dar tu charla. Y Draco, me alegro de verte, amigo. Excelente, excelente.
Harry se giró para enfrentarse a la cara sonriente y expectante de Dudley Dursley y a unos cuantos miembros del AM.
...
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