Disclaimer: Los personajes, lugares y hechizos, son propiedad de J.K Rowling, a menos de que se especifique lo contrario. No hay retribución monetaria con la traducción y publicación de esta historia.
Traducción autorizada de A Forward Path por umbrellaless22 en AO3
CAPÍTULO LXXXVII
Harry pensó que "sala" era quizás una expresión demasiado generosa para la pequeña sala de reuniones situada en la parte trasera de la tienda de juegos. Tenía mesas redondas plegables cubiertas con manteles de plástico y cubiertas con galletas compradas en la tienda y algunos sándwiches de aspecto triste. Dudley le sonrió como si le ofreciera un festín.
—Oigan todos —dijo con una voz mucho más alta de lo que la reunión de treinta y pico de personas necesitaba—. Este es mi primo, Harry Potter y su novio, Draco. Muchas gracias por venir, caballeros, estamos muy contentos de tenerlos.
Hubo una ronda de aplausos, algunos sinceros hasta el punto de incomodar a Harry. Sonrió débilmente y saludó torpemente a la sala.
—Hola —dijo—. Gracias por recibirnos.
Tanya salió de una pequeña habitación lateral con una bandeja de fruta, su cara se iluminó cuando los vio. Pasó rápidamente el plato y corrió a darles un abrazo a cada uno.
—Oh, Harry —dijo, besando su mejilla—. Podría haber matado a Dudders cuando me dijo quién eras después de ese día. Tendría que haber atado cabos y no lo hice y lo siento muchísimo.
Dudders. Harry tuvo que evitar hacer una mueca de dolor, recordando a la tía Petunia adulando al chico, mientras miraba a Harry como si fuera una fuerza corruptora. Bueno, ahora Dudley formaba parte del AM, así que tal vez lo fuera.
—Oh, no es ningún problema —le aseguró Harry—. De hecho, fue bastante agradable conocer a alguien sin que supiera toda esa historia de fondo, ¿sabes?
Ella tomó su mano y la apretó con sus huesudos dedos.
—Dios, eres realmente agradable, ¿verdad? Es decir, sabía que lo eras, pero luego pensé que al ser una celebridad se te debía subir todo a la cabeza, y tal vez no lo había notado la última vez porque estaba muy nerviosa por dar una buena impresión.
— ¿Lo estabas? —dijo Harry— ¿Por qué?
Las pestañas de Tanya, muy rimadas, volaron hacia arriba mientras lo miraba boquiabierta.
—Bueno, a Dudley le importa mucho lo que piensas, ¿no? No quería que pensaras que no era lo suficientemente buena para él.
—Eh... —Harry titubeó. No había pensado en absoluto en si Tanya era lo suficientemente buena para Dudley. Ciertamente no había considerado la idea de que su primo valorara su opinión sobre, bueno, cualquier cosa.
—No pensamos nada de eso, ¿verdad, cariño? —dijo Draco con suavidad, rescatando a Harry de su desconcierto.
—Por supuesto que no —asintió Harry, obligándose a regalarle una sonrisa—. Pensamos que eras genial y que Dudley es, eh, afortunado de tenerte.
Tanya sonrió, enlazando sus brazos con los de él y Draco y llevándolos a una de las mesas grises de plástico. Se sentó entre ellos, charlando alegremente sobre el Mes de la Historia de los Magos y las incursiones del club en lo que ella denominaba educación intercultural. Harry se limitó a asentir, evitando mirar a Draco por miedo a que ambos estallaran en risas. Tanya les presentó a los demás comensales, un par de simpáticos muggles unos años mayores que ellos y una bruja, su tía, que parecía tan divertida como Harry.
—Encantado de conocerte, Harry, querido —dijo la tía—. Es un honor, de verdad. Te debemos una deuda que nunca podremos pagar, me temo.
—Oh, ah, no hay problema. —tragó Harry.
Tanya lo miró, confundida.
—Parece un problema bastante grande, Harry —dijo ella—. O, como, bastantes problemas, por lo que he entendido.
— ¿Cómo están tus hermanastras, Tanya? —Draco interrumpió— Supongo que todavía están en la escuela.
Consumidos los sándwiches y agotada la charla, Dudley pidió silencio.
—Bien, como he dicho, mi primo Harry está aquí para hablar un poco de sus experiencias durante la guerra, para que los que no somos usuarios de la magia sepamos lo que ocurría delante de nuestras narices sin que nos enteráramos.
Draco lanzó a Harry una mirada muy diciente.
—Si quieres irte, nos iremos. —pero Harry se limitó a negar con la cabeza y se acercó a la parte delantera de la sala para reunirse con Dudley.
—Tengo una pequeña confesión —dijo Harry a los entusiasmados rostros que tenía delante—. Esta reunión me tomó por sorpresa y en realidad no he preparado un discurso, per se. Además, no me gustaría volver a tratar temas que ya han sido tratados en su serie de conferencias, así que quizás podríamos hacer un periodo de preguntas y respuestas.
Dudley le dio una gran palmada en la espalda, aparentemente no enfadado por el hecho de que Harry rechazara sus planes.
Un hombre cercano al frente levantó la mano. Tenía una nariz larga y una mirada sospechosa y libresca.
—Tengo curiosidad por saber cómo se nos ocultó tanto de la guerra mágica a los que no somos usuarios de la magia, en primer lugar —dijo—. ¿Podrías arrojar algo de luz sobre eso?
Harry se las arregló como pudo. La mayoría de la gente hacía preguntas en ese sentido: qué eventos habían sido la guerra y cuáles habían sido otros tipos de terrorismo, y quiénes estaban realmente al tanto. Harry trató de restar importancia a la cantidad de magia de memoria que probablemente se utilizaba (dudaba que esa fuera una respuesta bien recibida), y en su lugar se centró en los "lugares mágicos que los muggles, eh, los no usuarios de la magia," no conocían. También recurrió varias veces a "información del Ministerio, me temo que no tengo ese tipo de conocimientos".
Cuando surgieron preguntas sobre su propio papel en las cosas, el hombre de los libros cooptó la conversación para filosofar sobre la naturaleza de las profecías y, sinceramente, a Harry no le importó la interrupción. Lamentablemente, Dudley volvió a centrar al grupo después de unos minutos. Tanya levantó la mano y Harry la señaló, sintiéndose por fin un poco más a gusto con todo esto. Los asistentes al AM parecían muy serios y dispuestos a aprender.
—Tengo curiosidad por saber cómo has desarrollado tanta empatía por los no usuarios de la magia cuando tus propias experiencias con ellos fueron tan totalmente negativas. —preguntó Tanya.
A Harry se le secó la boca. Tal vez no había entendido la pregunta.
— ¿Perdón? —dijo.
El rostro de Tanya se puso serio y habló en un tono bajo, como en un funeral.
— ¿Por qué luchar en una guerra para proteger a gente que nunca se preocupó por ti? Para aquellos que no lo saben —continuó, girando la cabeza para dirigirse al resto de la sala—, la infancia de Harry fue el epítome de aquello contra lo que lucha este club. Debido al miedo y a los prejuicios contra los usuarios de la magia, sus tíos, los propios padres de Dudley, lo maltrataron de la forma más horrible, encerrándolo en una alacena durante días, haciéndolo pasar hambre, insultándolo, agrediéndolo y-
—Así es —se levantó Draco, hablando en voz alta—, creo que ya lo entienden, Tanya. Y ese no es el tipo de cosas que hay que sacar a relucir en los foros públicos. Tal vez deberías trabajar un poco la empatía, tú misma.
Tanya parecía sorprendida, pero Draco la ignoró, acercándose a Harry y presionando una mano en la parte baja de su espalda.
—Creo que Potter ha sido lo suficientemente amable —anunció Draco—. Nos iremos ahora.
Harry se quedó clavado en el suelo, con un malestar que le invadía, Merlín, ¿iba a vomitar? Se sentía como si le hubieran arrancado la piel de los tejidos, y como si todos esos rostros demasiado agradables y bobos estuvieran examinando casualmente sus entrañas como un objeto extraño y no como una persona en absoluto; como si todas las partes privadas de él no pudieran mantenerse así, sino que tuvieran que ser exhibidas para que los mirones y los aduladores las hurgaran.
—Vamos, cariño —dijo Draco con suavidad, en voz lo suficientemente baja como para que sólo Harry lo oyera—, salgamos de aquí.
Harry se dejó arrastrar fuera de la habitación y hacia la tienda, y luego hacia el aire frío de abril. Joder, hacía demasiado calor, Harry se quitó el jersey para quedarse sólo con el chaleco, con la cara sonrojada como si hubiera corrido una milla. Estaba agitado, encorvado sobre las rodillas, apenas de pie. Draco estaba agachado a su lado, con una palma de la mano que le recorría la espalda.
Dudley salió corriendo a su encuentro.
—Dios, Harry, lo siento mucho —dijo—, se lo dije en confianza; no sé qué estaba pensando.
Draco se levantó, con la mano sin dejar la espalda de Harry. Cuando habló, su voz era helada y feroz.
—Por desgracia, hay un patrón bien establecido de personas que anteponen sus grandes causas al bienestar de Harry. Incluso gente que dice preocuparse por él. Tanya acaba de añadir su nombre a una lista irreflexiva y cruel.
Dudley levantó ambas palmas.
—No tenía ni idea de que fuera a decir eso. Entiendo que esté enfadada y tiene todo el derecho a estarlo. Ella tiene buenas intenciones, pero esas cosas son de Harry, y mías…
— ¿Tuyas? —gruñó Draco.
—Sí —se mantuvo firme Dudley—. Escucha, no estoy diciendo que me haya ido mal como a Harry. No fue así, y lo sé. Pero fue jodido crecer así. Ver a mis padres tratar a un niño así, y pensar que era normal, aceptando como algo natural que podía pegarle cuando quisiera y que nadie lo protegería. Debí de romperle la nariz tres veces, y nadie ni siquiera pestañeó, y mucho menos le consoló.
Harry se puso en pie, tembloroso, apretándose cerca de Draco.
—Mierda —dijo lentamente—, sé que fue malo, pero, tienes razón, me pareció normal, ¿no? Era lo que conocía: mi alacena infestada de arañas, las interminables tareas y críticas, el puño listo de Vernon. Sabía que era una mierda, pero Merlín, temía volver allí, sólo era un maldito niño. Realmente era terrible, ¿no?
Dudley le miró fijamente, con la boca abierta.
—Dios, Harry, sí. Mis padres tienen temperamento, los dos. Y yo era un demonio en la escuela. No tenías ningún lugar seguro. Eran horribles contigo, todos lo éramos. Todavía puedo recordar el enfermizo deleite de mamá cuando te encerraba en esa alacena. Y también recuerdo lo bien que me hacía sentir. Como si tu propia existencia fuera sufrir para que yo pudiera sentirme mejor conmigo mismo. Lo siento, pero yo también era un niño en ese entonces. Era lo único que conocía. No fue hasta que me uní al AM y conocí a Tanya que me di cuenta de lo terrible que fue todo. He tenido que pensar mucho en cómo convertirme en el hombre que quiero ser, en el padre que podría querer ser algún día, y no he tenido una hoja de ruta de cómo llegar a ello. Pero aquí estás tú, Harry, con la peor parte, salvando el mundo y haciendo el bien a pesar de todo, y debes saber cómo te admiro. He pasado el último año en desacuerdo con mamá y papá, ¿sabes? No puedo perdonarlos si no admiten que se equivocaron, y estoy perdiendo la esperanza de que alguna vez lo hagan —sacudió la cabeza, desechando el pensamiento—. No quiero gente así cerca de ningún hijo mío. De todos modos. Lo siento, no debí decírselo a Tanya; estuvo mal por mi parte.
—No me molesta que hayas hablado con ella de eso —respondió Harry—. Tienes razón, eras un niño y necesitas a alguien con quien tratar de darle sentido a todo, tanto como yo. Sólo que no esperaba que mis secretos más dolorosos se expusieran así.
—No —Dudley estuvo de acuerdo—. No debió haber pasado eso. Lo siento mucho, Harry.
Harry asintió.
—Está bien —mintió—. Pero ahora mismo debemos irnos. Ir a un sitio… así que-
—Sí —asintió Dudley—. Sí, por supuesto. Entiendo que no quieras verme más.
—No es eso, Dudley —suspiró Harry—. Supongo que es un alivio que alguien que estuvo allí durante todo aquello se levante y diga que realmente fue tan sombrío como recuerdo. Que no estuvo bien que hicieran la mierda que hicieron, porque realmente no lo estuvo. Aprecio cómo has pensado en ello, cómo estás tratando de hacer lo correcto por mí, lo hago. Sólo que probablemente necesito algo de tiempo. Vamos a tomar una pinta este verano, ¿qué te parece?
—Sí —Dudley le dedicó una sonrisa esperanzadora—. Me gustaría.
Caminaron unas cuantas manzanas en silencio antes de que Draco dejara escapar un ligero resoplido.
—Merlín, ahora me siento como un verdadero imbécil, tratándote como cuando era un niño. Realmente pensé que estaba en lo correcto, bajándote los humos, joder —cuando Harry no dijo nada, Draco continuó, esta vez más dubitativo: —. No hablas mucho de ello, no es que tengas que hacerlo, es que... creo que no entendí realmente el alcance, tal vez. Así que, siento que haya sucedido así, pero creo que me alegro de tener una mejor imagen de ello. Espero que esté bien.
—Por supuesto —dijo Harry, uniendo sus dedos—. Al final te habría contado más cosas. No intentaba ocultártelo ni nada por el estilo. Es sólo que, no sé, una mierda así no es una conversación agradable. Me hace parecer que busco compasión o que quiero quejarme o algo así.
Draco soltó una carcajada aguda.
—Merlín, amor, eso no es quejarse. Podemos hablar de ello, si quieres.
—Lo sé —dijo Harry—. Pero yo... sinceramente me preocupa que quieras vengarte o algo así, y no quiero que te arrastres por ese camino cuando tenemos tantas cosas más agradables en las que centrarnos. Así que lo dejaré para Zerk por ahora, pero sé que tú me escucharías si yo lo quisiera.
—Lo haría —prometió Draco—. Cuando quieras —apretó la mano de Harry—. Te quiero y siento mucho que todo eso haya pasado. No fue justo y no estuvo bien.
Harry no sabía si Draco se refería a la reunión o a todo el lío de su vida; tal vez a ambas cosas. No importaba.
—Yo también te quiero —dijo—. Por favor, sólo dime que tomarás la delantera en la entrevista con Corazón de Bruja. No sé cuánta charla me queda.
—Podemos cancelar, si quieres —ofreció Draco—. ¿Volver a casa tal vez?
—No —respondió Harry, a pesar de que eso era lo único que quería—. Estaré bien. Vamos a terminar con esto. Cuanto antes sepa todo el mundo lo excelente que eres, antes me dejarán en paz, carajo.
...
¡Gracias por leer!
