Disclaimer: Los personajes, lugares y hechizos, son propiedad de J.K Rowling, a menos de que se especifique lo contrario. No hay retribución monetaria con la traducción y publicación de esta historia.

Traducción autorizada de A Forward Path por umbrellaless22 en AO3


CAPÍTULO LXXXIX


Los días siguientes estuvieron plagados de correos y publicidad.

El martes después de Pascua llegó la efusiva y arrepentida disculpa de Tanya:

Querido Harry,

Dudley me ha dado una severa charla sobre mi comportamiento este fin de semana, y realmente lo siento mucho. Verás, no me di cuenta de que tu historia no era de dominio público. Mirando hacia atrás, debería haberlo sabido, porque realmente era una información muy personal y Dudley estaba bastante sombrío cuando me lo contó en primer lugar. Dice que en realidad no es del todo culpa mía, porque no me dijo estrictamente que no debía compartirla, pero creo que creía que era algo implícito. Si tuviera una pizca de sentido común también lo habría entendido.

Espero que sepas que estoy realmente entregado a la causa de borrar los prejuicios a ambos lados de la división mágica. Sé que los no usuarios de la magia a menudo sienten que tenemos un poco de mal trato, y como tal, realmente pensé que una historia tan conmovedora como la tuya serviría de eje para toda nuestra organización. Pensé que si nuestra gente tenía un relato de primera mano sobre otros no usuarios de la magia que habían hecho un daño tan grande, nada menos que a un niño, les ayudaría a comprometerse aún más en la lucha para acabar con los prejuicios. Nunca soñé que te importara que compartiera tu historia con ese objetivo, Harry, lo juro. Ahora veo que estuvo terriblemente mal por mi parte. Espero que con el tiempo me perdones, haré lo que sea para arreglarlo. Dudley está muy enfadado, y me imagino lo mal que te hice sentir a ti también. Draco dijo que necesito trabajar en mi empatía, y estoy segura de que tiene razón. Por favor, cree que me comprometo a hacerlo.

Atentamente,

Tanya S. Tantleton

Harry le pasó la carta a Draco.

— ¿Qué te parece? —preguntó.

Draco frunció el ceño y se guardó el pergamino en el bolsillo.

—Supongo que es más despistada que maliciosa, pero no estoy nada contento con ella por hacer lo mínimo.

—Supongo que tiene buenas intenciones. —suspiró Harry.

— ¿Hay alguien de quien no dirías eso? —argumentó Draco— Tu afición al perdón es el más traicionero de los hábitos.

—Probablemente no lo diría de tu padre. —ofreció Harry.

—Tu uso de 'probablemente' aquí es muy problemático. Si vuelves a hablar de perdonar a mi padre, haré que te internen en San Mungo en menos de una hora, Potter, es una promesa.

Al final, Harry decidió dejarlo. Probablemente vería a la chica en el verano, si volvía a encontrarse con Dudley, y para entonces, esperaba que su enfado se hubiera desvanecido. Prefería olvidar todo lo que había pasado.


Harry no tuvo la oportunidad de olvidar todo lo sucedido. Alguien en la reunión del AM debió ir a la prensa, porque el Profeta dio la primicia al día siguiente.

EL NIÑO QUE SOBREVIVIÓ POTTER DECLARA ABUSO INFANTIL gritaba el titular.

—Maldita sea —dijo Ron, con cara de furia. El artículo no contenía más detalles de los que se habían soltado en la reunión del AM, pero eso seguía siendo mucho más de lo que Harry deseaba. Tanya y Dudley, por lo menos, se habían negado a hacer comentarios—. ¿Estás bien, amigo?

Harry no lo sabía. Agarró el tenedor con mucha más fuerza de la necesaria, mirando su plato. El tocino que antes había estado disfrutando ahora se veía viscoso y poco apetecible. Sintió que se le calentaba la nuca y le invadió la incómoda sensación de que todos los susurros de la sala de desayunos volvían a referirse a él.

—Estoy bien —dijo escuetamente—, y prefiero no hablar de ello, si no te importa.

—Por supuesto, Harry. —le aseguró Hermione, antes de que Ron tuviera la oportunidad de responder. Harry pudo oír la preocupación en su voz, y Merlín, ¿no había dejado todo ese lío atrás? ¿Acaso los Dursley no eran ya historia antigua? Habían sucedido tantas cosas que deberían haber nublado los largos años de preguntarse qué le pasaba, qué le hacía merecedor de su repulsión y rencor.

—Me temo que acumular traumas sobre traumas no tiene un efecto borrador —fue la respuesta de Zerk cuando Harry se lo dijo durante su sesión semanal de aquella tarde—. Piénsalo de esta manera: si recibes un gran golpe en la cabeza, otro golpe no va a mejorar las cosas.

—Lo sé —dijo Harry—. Pero pensé que tal vez los siguientes golpes podrían disimular los anteriores.

—Ojalá lo hicieran —dijo Zerk, sonando como si lo dijera en serio—. Y para que conste, no hay nada, ni hubo nada, malo en ti. Tu tía y tu tío tuvieron toda la culpa en esta situación. Dependías de ellos y abusaron de esa dinámica de todas las formas imaginables. Te hicieron daño, Harry. No hiciste nada para merecerlo. Y nada de lo que hubieras podido hacer lo habría atenuado. Digo esto sólo porque es habitual que los supervivientes de los abusos caigan en esas formas de pensar: "Si me hubiera comportado mejor" o "si hubiera sido más rápido o más inteligente". ¿Te parece que eso te pasa a ti?

—La verdad es que no —dijo Harry—. Creo que los culpo a ellos, no a mí mismo, pero todavía me siento un poco avergonzado por ello. No quería que todo el mundo lo supiera. Es humillante, aunque no sé exactamente por qué. Creo que sobre todo estoy enfadado con ellos. Me gustaría poder borrar su existencia de mi historia. Pero supongo que también soy quien soy gracias a ellos. O, al menos, solía serlo.

— ¿Qué quieres decir? —preguntó Zerk.

—Bueno —reflexionó Harry—, solía considerarme bastante autosuficiente, pero ya no lo soy, ¿verdad? Merlín, ahora me encariño mucho. ¿Crees que eso también se debe a ellos? ¿Como si tuviera miedo de volver a esa solitaria y miserable alacena?

—Recurrir a las relaciones y conexiones para enriquecer tu vida no te resta autosuficiencia, Harry. Has formado vínculos sanos y cariñosos a pesar de lo que hicieron tus tíos, no a causa de ello. Has trabajado muy duro para confiar y ser confiado, para amar generosa y plenamente, cuando tus tíos no hicieron nada de eso. Creo que deberías considerar reclamar esta victoria para ti.

Harry pensó en sus primeros amigos: Hagrid, Ron y Hermione. Pensó en Draco y en Clark. Pensó en los Weasley, en Neville, en Seamus y en Dean, en la Orden y en el ED, en McGonagall. Pensó en la gente que había perdido, que había muerto para protegerlo. No, no en quiénes había perdido, no sólo eso, también en quiénes había amado. Pensó en el bebé Teddy y en el significado que algún día podría tener entre ellos.

Se sentía como una victoria.


Harry se despertó en la noche. Es posible que haya gritado, pero no podía asegurarlo; su memoria era un lío de pérdidas, dolor e imágenes indistintas que no podía ubicar.

— ¿Estás bien, amor? —murmuró Draco, acurrucándose al lado de Harry y acariciándole el pelo.

Harry no podía ubicarse exactamente, como si estuviera cayendo en la oscuridad. Todo lo que sabía era que estaba desesperado por el contacto. Se apretó contra el calor tranquilizador.

—No lo sé —murmuró, y Merlín, estaba perdido en alguna parte, desorientado y sólo medio coherente—, pero quiero estarlo. Sigue tocándome, ¿vale?

Draco estiró un brazo sobre su pecho, su pierna una presencia firme y sólida sobre las caderas de Harry. Se acercó más, con la barbilla sobre el hombro de Harry y la frente metida en el cuello de éste.

—No me dejes ir; quédate conmigo. —suplicó Harry, y odiaba cómo sonaba, todo ansioso.

—No me atrevería —prometió Draco, con un tono ligero. Respiró contra la piel de Harry, y luego añadió en voz mucho más baja—. Eres tan mío como yo soy tuyo, lo sabes.

—Sí —dijo Harry con fuerza. Pensó que podría estar llorando, pero se sentía tan exprimido y lejano que no podía saberlo. Lo único que lo anclaba era el toque firme de Draco, las yemas de los dedos trazando patrones en su pecho—. Sí. —dijo de nuevo. Porque realmente lo estaba.


Tampoco desapareció después de eso.

A la mañana siguiente llegó una carta muy apenada de la señora Weasley, en la que decía que, de haber sabido el alcance de la situación, le habría pegado un tironazo en las orejas a Dumbledore por haber dejado a Harry con todo eso, y que luego habría ido a buscarlo ella misma a los Dursley. Ron también tenía una carta de ella, y por su expresión el tono de la suya era mucho menos comprensivo.

—Mamá cree que le oculté secretos —admitió Ron—. Cree que debería haberle contado lo que realmente pasaba. Y me temo que tiene razón. ¿Realmente lo estropeé, Harry? ¿Deberíamos haber hecho un mejor trabajo para cuidarte? A veces has dado la impresión de que tus tíos eran más un incordio que otra cosa -no digo que fuera culpa tuya por guardarte las cosas, Merlín lo sabe-, pero no puedo evitar sentir que te hemos fallado. Siempre estabas muy delgado cuando ibas a visitarnos, pero nos dejabas de lado si te preguntábamos demasiado. Y nunca hablaste de cómo era allí antes de que te conociéramos. No quería entrometerme, pero ¿debería haberlo hecho?

Harry negó con la cabeza.

—Me guardé las cosas a propósito. Ustedes eran mis amigos, no quería que me miraran de otra manera; me aterraba su compasión. Nada de esto es culpa tuya, Ron-

—Sí, pero podríamos haberte sacado de ahí antes, o más a menudo. Es una mierda. La protección que ofrecía la sangre de tu tía no puede haber valido la pena. Hermione también lo piensa. Tiene un examen de Aritmancia esta mañana, así que está en la biblioteca empollando, pero estaba bastante disgustada por ello.

Harry se hundió en el costado de Draco, aliviado cuando éste lo rodeó con un brazo en respuesta. Intentó no sentirse culpable por el hecho de que tal vez Draco también debería estar estudiando.

—No intentaba molestar a nadie. No es culpa tuya, ni de Hermione. Y fue hace mucho tiempo.

—Sí, pero-

—Weasley —empezó Draco, las palabras medidas y dichas con más amabilidad de la que normalmente se molestaba en reunir—, creo que Harry ha terminado de hablar de ello por ahora. Pero sabe que estás ahí si te necesita, ¿cierto?

—Sí —se apresuró a decir Ron—. Por supuesto. Por supuesto que sí.

Harry le creyó.


A pesar de los esfuerzos de Harry, el tema seguía sin desaparecer. El jueves llegó una nota del publicista de él y de Draco.

Harry,

reconozco que estas cosas deben ser tratadas con cierta sensibilidad. Como sabes, no hay mucho espacio para eso en mi línea de trabajo. Por lo tanto, seré franco: las infancias lamentables son comercializables.

Por favor, aconséjame,

Ilka Veldt

Harry quería dejar caer la cabeza sobre la mesa del desayuno y dejarla allí, quizás para siempre. Draco le arrancó la nota de los dedos.

— ¿Qué quieres hacer? —le preguntó Draco.

—No lo sé —gimió Harry—. Quiero un día sin que me molesten por mi maldito y trágico pasado. Quiero que todo desaparezca.

Draco sacó un pergamino y una pluma de su mochila, y escribió una breve respuesta.

Buenos días, señora Veldt,

Le informamos de que los rumores sobre el pasado de Harry, afirmados hasta ahora por El Profeta, pueden ser confirmados. Más allá de eso, Harry no hablará de ello, ni responderá a preguntas de entrevistas sobre el tema en el futuro. Por favor, aclare esto a todas las partes interesadas.

Saludos,

p.p. Draco Malfoy

Harry Potter

Le tendió la misiva a Harry para que la revisara.

— ¿Está bien? —preguntó.

Harry se mordió el interior de la mejilla de forma contemplativa.

—No lo sé —dijo, despreciando la idea con todo su ser—. Supongo que podría dar una entrevista. Lo haré si eso hace las cosas más seguras para ti.

—No —le informó Draco—. No lo harás.

Puso la nota en la pata de la lechuza que Raulo siempre enviaba con su correo, y la envió.


El viernes se publicó el artículo de Corazón de Bruja. Harry se encogió casi tan violentamente como Ron cuando Hermione dejó caer el número delante de sus platos de desayuno. Harry se había sentido terriblemente incómodo durante la sesión de fotos, pero la redacción se las había arreglado para disimularlo. En la foto, Draco y él se daban la mano y se miraban con ternura. Estaban vestidos con jerseys de color escarlata de Gryffindor y verde de Slytherin. Se parecía mucho a una secuencia de una película de vacaciones hecha para la televisión.

— ¡Eurgh! —dijo Harry, devolviéndoselo a Hermione. Graciosamente, ella se leyó el artículo primero.

—Oh —dijo finalmente, levantando la vista de donde tenía la mitad trasera de la revista doblada sobre la delantera, ocultando la portada por el bien de Ron y Harry. Tenía la cara sonrojada y los ojos un poco humedecidos— Oh, Harry, es realmente precioso.

— ¿Sí? —dijo él, inseguro, mientras Draco aceptaba la revista de Hermione para leerla él mismo.

—Sí —estuvo de acuerdo Hermione—. Dulce y conmovedora y-

Draco resopló.

—Yo no soy así.

—Sin embargo, sí lo eres un poco —rio Hermione—. Especialmente cuando miras a Harry, como si fuera la respuesta a una pregunta que ni siquiera necesitabas hacer. ¿O cómo decía el artículo?

—Basta —se estremeció Draco—. Toda esta podredumbre melosa se te ha subido a la cabeza, Granger. Esperaba algo mejor de ti.

Hermione no pareció molestarse. En cambio, les dedicó a ambos una sonrisa terriblemente cómplice.


Hubo un par de semanas de respiro -salvo por algunas cartas más manchadas de lágrimas de la señora Weasley, probablemente enviadas después de una o dos copas de jerez- antes de que el artículo de Tennyson hiciera su aparición.

La portada de Soirée estaba mucho menos recargada que la del Corazón de Bruja. No había recetas de cocina ni "Soluciones para el cabello en primavera" en los márgenes. El título estaba simplemente impreso en la parte superior con una fuente clásica sin serifa. En la parte inferior había unas pocas palabras más, en una escritura fluida y delicada: Una historia de amor para una leyenda.

La foto de Draco y Harry no era tan insoportable esta vez. Era una foto sincera. El enfoque de Harry se dirigía hacia algo fuera de la cámara, probablemente alguien que gritaba instrucciones que Harry no podía seguir. La reproducción en miniatura de sí mismo seguía arrugando la nariz e inclinando la barbilla, como si tratara de dar sentido a lo que estaba oyendo. Por un momento, Harry no pudo pensar por qué habían seleccionado esta toma.

Entonces lo vio.

En la foto, Draco tenía una mano en la manga de Harry, a punto de explicar lo que fuera que Harry no estaba entendiendo. Sin embargo, sus ojos estaban en la cara de Harry, y había una pequeña sonrisa incrédula en sus labios. Miraba a Harry con un afecto silencioso y dedicado tan puro que Harry apenas podía soportarlo. En la foto, Harry se volvió hacia Draco, quien murmuró algo. La comprensión apareció en el rostro de Harry, seguido por el florecimiento de una lenta sonrisa. La mano de Draco se deslizó desde su manga hasta su mano, y Harry la tomó distraídamente, antes de volver a mirar fuera de la cámara.

La foto no era algo demostrativo, no era burdamente romántica o cinematográfica en absoluto, por lo que Harry podía decir. Y, sin embargo, revelaba claramente una comodidad y facilidad entre él y Draco que Harry no había sabido que era tan evidente para el mundo: una intimidad secreta e intocable.

La mano de Draco agarró la pierna de Harry por debajo de la mesa. Era un gesto sutil: practicado y familiar, algo cotidiano a estas alturas, y sin embargo Harry sabía exactamente lo que significaba esta vez. Draco también lo vio. Su, Harry no sabía, su... ellos. Eran sólo ellos, en la foto, y estaban clara, total e incuestionablemente enamorados.


...


¡Gracias por leer!