Disclaimer: Los personajes, lugares y hechizos, son propiedad de J.K Rowling, a menos de que se especifique lo contrario. No hay retribución monetaria con la traducción y publicación de esta historia.

Traducción autorizada de A Forward Path por umbrellaless22 en AO3


CAPÍTULO XC


— ¿Todo eso te pasó realmente? —preguntó Clark, mientras él, Hiram y Harry se dirigían al campo de Quidditch donde los Wyverns se enfrentarían a los Pygmy Puffs de Megan Jones el domingo siguiente. Como el equipo no había quedado lo suficientemente alto como para clasificarse para los cuartos de final que Ron y Seamus habían orquestado para la liga, era su último partido, y Harry sintió un tirón de melancolía.

—Clark —murmuró Hiram con desesperación—, ¡no puedes preguntar eso!

— ¿Por qué no? Es mejor que limitarse a creer los rumores.

—Está bien —dijo Harry. Clark no era el primer alumno más joven que se acercaba a él para hablar de su infancia en los últimos días. Ni siquiera el éxito arrollador del artículo de Tennyson pudo ofuscar el aluvión de artículos que especulaban sobre el alcance de los abusos. A Harry todavía le costaba llamarlo así, aunque Zerk le aseguraba que era eso. Se sentía minúsculo algunos días, y demasiado pesado en otros. Por su parte, Harry se aferraba a los eufemismos: "la vida con los Dursley", "crecer", "cómo era entonces". Lo hacía sentir un poco más contenido. Miró la carita seria de Clark, con las pecas más oscuras ahora, por el entrenamiento bajo el sol de primavera—. Así fue, sí.

—Mierda. —dijo Clark.

—Sí —estuvo de acuerdo Harry—. Lo fue.

Durante un brevísimo instante, Harry sintió la mano de Clark deslizarse tímidamente en la suya mientras caminaban. Luego, sonrojado, Clark se apartó, corriendo hacia delante.

— ¡Vamos, Hiram! Tenemos que llegar al cobertizo antes de que esos Puffs reclamen todas las escobas decentes del colegio.

Hiram se detuvo un minuto, dedicando a Harry una pequeña sonrisa de pesar y un encogimiento de hombros, y se escabulló en un vano esfuerzo por mantener el ritmo.


Para sorpresa de Harry, Claire Gibbens estaba en el campo de juego, con la túnica de color rosa y el parche de los Wyverns bien colocado en el pecho. Se estaba mordiendo un poco de pelo que se le había caído de la coleta alta y, según Harry, parecía realmente nerviosa. Era un cambio refrescante respecto a su indignación santurrona. Harry tuvo una repentina visión de la Hermione de once años, ocultando sus inseguridades con una fachada similar, y su corazón se ablandó un poco.

—Hola, Gibbens —dijo, decidiendo dejarla tranquila—. Me alegro de verte.

Claire se removió con las cerdas de paja de su escoba, mirando a Harry con ojos llorosos y un poco de esperanza.

— ¿Está bien? ¿Que esté aquí? ¿Puedo jugar?

—Por supuesto —dijo Harry—. Como dije, siempre fuiste bienvenida.

—Siento mucho todas las canalladas que dije —exclamó Claire, hablando rápidamente y sin pausa—, vi ese artículo y, bueno, creo que me equivoqué de pleno, ¿no? Tennyson Ariti lo hizo parecer como si estuvieras terriblemente enamorado y yo no soy tan intolerante como todo eso, lo juro. Es que realmente pensaba que Malfoy era horriblemente malvado, pero supongo que tal vez la gente puede cambiar, o al menos me gustaría creer que puede hacerlo —hizo una pausa para respirar—. ¡Y también he estado practicando Quidditch para no quedarme atrás! Pero debo decirte que fue con los Pygmy Puffs. Sé que eso me convierte en una terrible traidora.

—No pasa nada —le aseguró Harry—. Y no estoy seguro de que exista tal cosa como un traidor cuando se trata del Quidditch de una liga recreativa, así que no te preocupes. Aunque no diría que no a un repaso de sus puntos débiles, si tienes alguna idea.

Claire, aceptando esto como un perdón, sonrió y se lanzó a su evaluación como si sólo hubiera estado esperando a que le preguntaran.

—Bien, entonces, ¿Mona? Es la hermana de Megan, es cazadora, pero está totalmente obsesionada con Mathieu. Siempre juega en el campo izquierdo, así que seguro que lo pondría cerca de ella, seguro. Estará tan distraída tratando de impresionarle que casi seguro que la liará. Además, Derek y Briar, ¿los golpeadores? Estaban totalmente enamorados hasta que Briar pilló a Derek de la mano con Marissa Jacobs el jueves. Ahora están teniendo una enorme pelea de varios días, y honestamente, es más probable que se lancen una bludger el uno al otro que cualquiera de nosotros.

—Merlín, Gibbens —dijo Harry, asombrado—. ¿Has considerado una carrera de espionaje?

Claire se sonrojó alegremente.

—Oh, bueno, no lo sé. ¿Crees que podría combinar de algún modo ser espía con el diseño gráfico? ¿Como una falsificación sancionada por el Estado, tal vez?

Antes de que Harry pudiera responder, el resto de los jugadores se había reunido. Miró a su pequeño equipo: el entusiasta Fitz, de pecho ancho, Marcia Awling, de pelo oscuro y fibroso, Mathieu de Bristol, la tranquila y dedicada Magnolia, y Clark e Hiram, que estaban con Karanjeet y David, hablando de tácticas.

—Muy bien, Wyverns —dijo Harry—. Sé que es un poco decepcionante que no hayamos llegado a los cuartos de final; me habría encantado verlos ganar la primera copa de recreo de la historia. Pero nunca se trató de eso, y espero que lo sepan. Todos han crecido mucho como jugadores y como compañeros de equipo este año. Han mejorado enormemente y estoy deseando saber quién de ustedes se asegura un puesto en un equipo oficial de Casas el año que viene. Para el resto de ustedess, espero que mantengan viva esta liga. En un esfuerzo por mantenerla, recomiendo a Awling como el próximo entrenador de los Wyverns.

Señaló con la cabeza a la chica de Slytherin, quien lo miró boquiabierta y parecía dispuesta a contarle todas las razones por las que no debía ser seleccionada, entre ellas aquella vez que la habían controlado mentalmente para que lo maldijera con Incarcerous. Harry levantó una mano para detener sus protestas.

—Awling es comprometida, trabajadora y aguda. Tiene la mente táctica necesaria para el juego y confío en ella para hacer de los Wyverns un equipo fuerte y cohesionado el próximo año. Sólo lamento no estar aquí para verlos jugar bajo su dirección. De todos modos, estoy inmensamente orgulloso de todos y cada uno de ustedes —hizo una pausa, mirando a su alrededor los rostros serios. Los echaría de menos. Dejó que su tono serio se dispersara en uno de frivolidad—. Normalmente, soy todo amor al deporte, pero admito que, por razones personales, me encantaría ganar esta vez. Dicho esto, quiero que el juego sea limpio y que no se haga ningún lío. Mantengamos la concentración, no nos dejemos arrastrar por su dinámica de equipo. Hagamos de este último partido algo de lo que estar orgullosos.

— ¡Entendido, entrenador! —exclamó Fitz— ¡Vamos, Wyverns! —el resto del equipo se hizo eco del sentimiento al unísono, con expresiones intencionadas. Harry leyó la línea de salida, y luego subió rápidamente a las gradas hasta donde el resto de los interesados de octavo año estaban encontrando asientos.

Se deslizó junto a Seamus, quien le guiñó un ojo.

— ¿Te sientes afortunado, Potter? —le preguntó.

—Merlín, si hay justicia en el mundo... —exclamó Ron en tono sombrío, mirando fijamente a Jones, quien seguía en el campo, rodeada de sus Pygmy Puffs vestidos de color chartreuse y participando en una especie de cántico rítmico y enérgico.

Seamus se rio.

—Oh, amigo, creo que todo el mundo aquí está de acuerdo contigo en eso. Sólo estamos aquí para ver la matanza.

—Que sea una basura de persona no significa que sea una basura en el Quidditch, por desgracia —señaló Dean desde el otro lado de Seamus—. Los Puffs ganaron a nuestros dos equipos, si lo recuerdas.

—Oh, no me lo recuerdes —se lamentó Seamus—. El equipo de Jones en cuartos de final y mis pobres Kneazles en el polvo —dirigió sus ojos suplicantes a Dean—. Tendrás que llevarte la copa por mí, mo chroí. Sé que he criticado a tus Crups, pero ahora me arrepiento.

—Lo has hecho —aceptó Dean conciliadoramente—. Has sido un auténtico pajero con mis Crups, y probablemente nunca te dejaré olvidar que te ganamos al final. Por desgracia, el equipo de Malfoy se llevará la copa de recreo, y todo el mundo lo sabe. No es un equipo lo que tiene, sino una milicia.

—Un poco de disciplina hace mucho —dijo Draco, apareciendo en las gradas, y sentándose al lado de Harry—. Sólo me ha costado la mayor parte de un año, pero los Occammies son ahora casi algo con lo que no me avergüenzo de asociarme.

—Oh, Merlín —regañó Harry—, espero que no les digas eso, les darás un complejo de inferioridad.

—No te preocupes, cariño —le aseguró Draco—. Por tu bien, soy casi amable con ellos.


Hay que reconocer que los primeros treinta minutos del partido fueron difíciles de ver. Si bien Claire no se había equivocado al decir que Mona Jones estaba encaprichada con Mathieu Rundle, pronto quedó claro que Rundle correspondía a ese sentimiento. El chico apenas podía apartar los ojos de la chica, y ni siquiera pudo golpear su bate contra la bludger tres veces seguidas. Finalmente, Harry pidió un tiempo muerto y desterró a Rundle a las bancas, enviando a Clayburne en su lugar. El chico de pelo castaño de segundo año seguía siendo una pareja desigual para Fitz, pero al menos estaba concentrado en el juego.

Mientras Awling vigilaba valientemente las porterías, los cazadores de Pygmy Puff (al menos los dos que no estaban enredados con Rundle) eran terriblemente competentes y el marcador se estaba arrastrando hacia arriba contra los Wyverns.

—Buen esfuerzo, Awling. —gritó Harry cuando no pudo evitar que otra quaffle pasara por el aro. Los Wyverns volvieron a tener la posesión y el pequeño Hiram se lanzó al campo, con la quaffle escondida bajo un brazo. Una cazadora vestida de color chartreuse se cernía a un par de metros de él. Era Briar, supuso Harry. La otra golpeadora lanzó una bludger en dirección a Briar. No era, pensó Harry, un movimiento ofensivo, sino uno de cooperación, alineando la bludger para que ella pudiera hacer una jugada para quitar la quaffle de las manos de Hiram.

Briar no la interrumpió de esa manera.

— ¡Por las tetas de Merlín, Derek! —chilló, lanzando no la bludger sino todo su bate en sus direcciones— ¡Eres un bastardo increíblemente mezquino, incompetente e infiel!

Derek, por su parte, parecía un poco sorprendido. Aunque no se había esperado esta embestida, no parecía interesado en mantener la paz por más tiempo.

— ¡Cuántas veces tengo que decírtelo, Bri! No era lo que parecía, Merlín, ¡estás tan paranoica! ¡Estábamos practicando la lectura de manos! ¡Para las adivinaciones! ¡Pregúntale a cualquiera! —dio un rodeo más alto, consternado, mientras Briar se lanzaba tras él gritando su nombre, bramando que era un asqueroso mentiroso, y dejando la bludger balanceándose benignamente en el aire.

Hiram parecía tan sorprendido por este intercambio y su repentina y relativa seguridad, que se congeló en el aire, mirando a su alrededor como si se preguntara si se estaba produciendo algún tipo de falta.

— ¡Sigue adelante, Fantyl! —gritó Harry, haciendo salvajes gestos con las manos hacia el extremo del campo de Pgymy Puff.

Como si le hubieran hecho volver al presente, Hiram se puso en marcha y luego, con la cabeza gacha, volvió a tomar la dirección correcta. Ahora se estaba acercando, pero el portero Puff se mostró agresivo y cargó contra él. La táctica de intimidación funcionó e Hiram perdió el balón, dejándolo caer de sus dedos. Cayó en picado hacia la tierra, pero justo entonces Clark se lanzó hacia delante, recogiendo la quaffle mientras caía. Sucedió en un instante: Clark arrancó hacia arriba y clavó la pelota en el aro más cercano. El impulso del tiro le superó y Clark se desplomó hacia delante, perdiendo el agarre y cayendo de cabeza de su escoba. En un instante, cayó libremente hacia el césped del campo que tenía debajo.

Harry y Draco se pusieron en pie inmediatamente, lanzando hechizos de amortiguación hacia el suelo, pero el terror helado seguía atenazando el corazón de Harry mientras veía caer al niño. Aunque sabía que el aterrizaje no le haría daño, era como si la mente de Harry no pudiera suspender su apego a la física muggle. Se estremeció violentamente cuando Clark golpeó el suelo, incluso cuando la superficie de hierba se invirtió y como un trampolín gigante, lo acunó.

—Está perfectamente bien, amor, nuestros hechizos funcionaron. —dijo Draco, su voz calmada, una mano tranquilizadora en la parte baja de la espalda de Harry, pero éste no podía creerlo. Necesitaba ver a Clark, en ese mismo instante. Agarró una escoba que alguien había guardado en un rincón de las gradas y saltó a ella sin preguntar, bajando hacia la figura caída, velozmente como si persiguiera una snitch. Para cuando lo alcanzó, Clark estaba de pie, un poco tambaleante y un poco sorprendido, pero totalmente intacto.

—Clark, ¿estás bien? —preguntó Harry, sin aliento. Aterrizó y tiró la escoba a un lado, agarrando los hombros de Clark, su mirada lo recorrió como si pudiera detectar alguna contusión.

— ¿Estoy bien? —repitió Clark, todavía aturdido— Estoy jodidamente bien. Hice un gol, Harry, ¿no lo has visto? Soy como, un poco atleta ahora, ¿no? Guau, eso podría requerir algo de introspección, pero joder, ¡es genial!

Harry sonrió y Clark le devolvió la sonrisa antes de abalanzarse sobre Harry, rodeando su cintura con sus brazos.

—Bien hecho —murmuró Harry, devolviéndole el abrazo—. Tendremos que trabajar en tu seguimiento para el próximo año. Lo ideal sería que te mantuvieras sobre tu escoba después de disparar.

Clark rio estrepitosamente y se soltó, cogiendo su escoba y saliendo disparado al aire para reincorporarse al partido. Harry se apresuró a salir del campo y estaba volviendo a las gradas cuando se oyó un grito desde el público. Se giró para ver a Magnolia Sitthi con el puño en alto, con pequeñas alas que salían de los bordes de la mano, y una sonrisa reprimida que iluminaba sus serios rasgos.

Habían ganado. Y aunque no fueran los malditos cuartos de final, y sólo fuera la liga recreativa, y no importara en absoluto, se sentía glorioso.


A la mañana siguiente, Harry todavía estaba un poco drogado por los restos de la victoria. Habían vencido a los malditos Pygmy Puffs, habían ganado su último partido, el último que entrenaría, y Clark había marcado su primer gol. El equipo se había reunido después en el gran salón para celebrarlo, bebiendo cerveza de mantequilla y comiendo galletas y contando el drama del partido. David Clayburne y Claire Gibbens volvieron a representar la riña de los golpeadores unas seis veces, aumentando el dramatismo y la ansiedad con cada relato hasta que todos se rieron a carcajadas.

—Parece ser tu semana de Quidditch. —comentó Draco, sacando a Harry del feliz recuerdo.

— ¿Hm? —preguntó Harry. Draco le pasó un pulcro sobre negro con el brillante escudo azul de las Flechas de Appleby. Evidentemente, había sido abierto por Raulo, pero considerado seguro y reenviado. Harry sintió que una sacudida de adrenalina lo recorría. Merlín, no quería hacerse ilusiones, pero ahora era imposible. Con manos temblorosas, sacó el pergamino crujientemente doblado.

Estimado señor Potter,

Tras una cuidadosa consideración y evaluación, en las Flechas de Appleby deseamos ofrecerle el puesto de buscador principal, a partir de su graduación.

Por favor, responda a esta oferta antes del 1 de mayo e incluya el nombre de su agente para las negociaciones salariales.

Esperamos poder darle la bienvenida al equipo.

Atentamente,

Sable S. Skinkton

Presidenta de las Flechas de Appleby.

Harry se quedó mirando la carta. Se quitó las gafas y se las volvió a poner. La carta permanecía inalterada.

—Santo cielo. —dijo, dejando que Draco se la quitara. Draco echó un vistazo a la página, hojeándola rápidamente, antes de dedicar a Harry una pequeña sonrisa de complicidad y levantar una ceja.

— ¿Y bien? ¿Qué te parece?

—Joder —suspiró Harry—. Joder, no lo sé. Por un lado, lo quiero: Quiero saber lo que va a pasar, quiero jugar al Quidditch, no quiero dejar todo este, no sé, regocijo, atrás. Por otro lado, esto no hace más que confirmar mis temores: no me aceptaron antes no por mis capacidades sino por los malditos chismes y, sinceramente, no sé si quiero jugar en un equipo así.

Draco negó lentamente con la cabeza, sonriendo.

—Sinceramente, Potter, creo que ese viejo sombrero seleccionador está completamente loco. Habrías sido un Slytherin absolutamente terrible. No hay ambición ciega que valga.


...


¡Gracias por leer!