Disclaimer: Los personajes, lugares y hechizos, son propiedad de J.K Rowling, a menos de que se especifique lo contrario. No hay retribución monetaria con la traducción y publicación de esta historia.

Traducción autorizada de A Forward Path por umbrellaless22 en AO3


CAPÍTULO XCI


A Ron le estaba costando asimilar la decisión de Harry de rechazar las Flechas de Appleby.

—Sí, amigo, entiendo lo que quieres decir, pero ¿no podrías tomar esa decisión después de esta maldita luna azul? ¿Cuando estés menos estresado? Tal vez si lo consultaras con la almohada unas cuantas noches más, te sentirías diferente. —era tarde en la noche del día anterior a la segunda luna llena de abril, y realmente deberían irse a la cama temprano para poder levantarse al amanecer, en lugar de mirar el fuego y emborracharse con Whisky de Fuego.

—Pero no creo que lo haga. —respondió Harry.

— ¡Merlín, Harry, no sé si tu orgullo vale la pena! ¿Como si no quisieras jugar al Quidditch? ¿Importa cómo?

—Sólo importa un poco, sí —Harry se encogió de hombros—. Siempre voy a tener a la prensa siguiéndome. El doble si juego profesionalmente. Necesito un equipo que pueda lidiar con eso y que no piense que no vale la pena tenerme como jugador. Un equipo en el que pueda confiar para que me apoye sin importar cómo la prensa nos retrata a mí o a Draco en un día determinado.

Ron se quedó mirando el fuego morosamente.

—Parece que estás tirando mucho a la basura.

—Sí, pero si soy lo suficientemente bueno ahora, cuando el Quidditch apenas ha sido mi prioridad, entonces sólo mejoraré si me tomo un año para entrenar.

—Pero los buscadores no son cazadores, ¡es mucho el tiempo! Sólo hay tantos equipos y yo... maldita sea. Yo quería ser una gran estrella del Quidditch de pequeño y que tú lo dejes pasar me hace morir de envidia.

— ¡No eres malo! —respondió Harry por reflejo— Si realmente lo quisieras, ¿quién sabe? ¡Podríamos entrenar juntos!

Ron resopló.

—Hay lealtad y hay ilusión, Harry, cálmate. No es para mí. No tengo el talento y, desde luego, no tengo el dinero para tomarme un año libre para trabajar por un sueño que nunca se hará realidad.

— ¿Necesitas dinero? —inquirió Harry, feliz de tener un problema que pudiera resolver.

—No —dijo Ron con firmeza—. Trabajaré con George en la tienda. Le va bien y me pagará un sueldo decente.

George. Pensar en la Navidad seguía haciendo que Harry diera un respingo interno.

—George sigue enfadado conmigo, ¿no?

Ron dio un sorbo pensativo.

—Sí —dijo, finalmente—. Creo que lo está. Él y Fred... nunca volverá a tener eso. Está un poco hundido, ¿sabes? No es sólo pena, es rabia, y no hay nada para ello, nada más que paciencia, tal vez, y tiempo. Lo siento, amigo. Hubiera tratado de convencerlo si creyera que eso ayudara.

—No —respondió Harry—, supongo que no lo hará. Está en su derecho, de verdad. No puedo culparle.

—Será civilizado, espero —intentó Ron—. Pero es probable que todo sea incómodo durante un tiempo más.

—Sí —Harry se quedó con la pesada tristeza por un momento antes de que su mente volviera a su conversación anterior—. Pero oye, tengo galeones, si quieres —insistió Harry—. Si es algo que necesitas, puedo-

—Sé que puedes —le aseguró Ron—, y es terriblemente generoso de tu parte, pero Merlín, no sé, tal vez sea anticuado o lo que sea, pero creo que quiero hacerlo por mi cuenta. Además, conociendo a Hermione, será Ministra de Magia dentro de un año y apoyará mi lamentable trasero, y estaremos bien. Pero sé que me ayudarías si lo necesito, y si lo necesito, te prometo que no seré demasiado orgulloso para no pedirlo, ¿qué te parece?

—Sí, de acuerdo —aceptó Harry, levantando su vaso para que Ron chocara con el suyo—. Salud.

—Salud, amigo —coincidió Ron. Se sentaron hombro con hombro observando el parpadeo de las llamas en la chimenea y escuchando el tranquilo crepitar de los troncos—. Puede que sea el whisky el que habla, pero echaré de menos esto.

—Sí —dijo Harry, con una extraña nostalgia anticipada—. Yo también lo haré. Pero no es que no nos vayamos a ver.

— ¡Claro que no! Estaré por tu casa un día sí y otro también, husmeando por las comidas ya que Hermione sigue negándose a vivir conmigo durante un año y Merlín sabe que no sé cocinar. Quiero decir, ¡no es que espere que ella lo haga! Por favor, no le digas que he dicho eso. Ya aprenderé, supongo. Pero hasta que lo descubra, ¡Kreacher es todo lo que tengo!

—Esa puede ser la frase más deprimente que he oído pronunciar en voz alta —Harry saltó al oír la voz de Draco acercándose desde detrás del sofá donde él y Ron estaban desplomados juntos—. Sinceramente, Ron, Kreacher es tan viejo que es casi un cadáver animado. Nadie debería depender de él.

—Sí, pero es el cadáver reanimado de Harry. Quiero decir, no es el cadáver de Harry, no así, eurgh. Sólo quería decir que estará obligado a apiadarse de mí —Ron hizo una pausa y estiró el cuello de lado a lado, terminando su último sorbo de whisky. Extendió el cuello de forma que la coronilla quedara presionada contra el cojín del respaldo del sofá y miró a Draco evaluadoramente—. Creo que estoy un poco borracho —observó suavemente. Luego, dejando caer la mandíbula y con un dedo acusador dirigido a Draco, exclamó—. ¡Eh! ¡Sabes qué Weasley soy!

—Hm —concedió Draco, pasando una mano perezosa por el pelo de Harry. Harry se apretó al tacto; se sentía bastante agradable— Qué suerte. Potter, ¿están a punto de terminar su masticación pensativa? Mañana somos responsables del cachorro imprudente y es posible que quieras estar al menos vagamente alerta.

—No creo que Clark vuelva a escaparse —ofreció Harry con un bostezo. Ahora que Draco lo mencionaba, se sentía bastante somnoliento—. Se siente mal por ello, ahora. Pero sí, supongo que debería acostarme, sobre todo si se cumplen las predicciones de Hermione sobre que la luna azul amplifica los poderes de Lavender —se apoyó en los muslos y se puso en pie, lentamente, sintiendo el vaivén de la embriaguez mientras lo hacía—. Es algo potente.

—Lo es cuando consumes la mitad de la botella. —señaló Draco.

— ¡Un cuarto! —insistió Harry— Somos dos y sólo se ha consumido una parte.

—Bueno, lejos de mi intención está entorpecer sus rituales de unión masculina —comentó Draco, rodeando con un brazo la cintura de Harry para estabilizarlo mientras Ron se ocupaba de desaparecer los vasos—. Buenas noches, Weasley.

—Buenas noches, Harry, buenas noches, Draco, eh, Malfoy. No, ¿sabes qué? A la mierda. Eres mi amigo. Ahora somos amigos. Lo he decidido. Buenas noches, Draco. Ya está. —Ron hizo una especie de gesto extraño con la mano antes de tener que agarrarse al mostrador. Les guiñó un ojo, alegremente.

—Gryffindor… —se lamentó Draco, pero Harry pensó que parecía un poco satisfecho.


—Qué bien, ¿verdad? —dijo Harry mientras se metía bajo las sábanas de la cama de Draco, sintiéndose pesado y a punto de dormirse, y ya un poco pasado de copas. Se había deshecho de la camisa y los pantalones y se había tumbado en el colchón semi-desnudo, demasiado ido como para molestarse en buscar algo limpio para ponerse en la cama.

— ¿El qué? —preguntó Draco, divertido.

—Que todos seamos amigos. Tú y yo y Mione y Ron.

—Claro. —Draco no parecía convencido.

—Bueno, creo que es bonito.

—Entonces me alegro mucho por ti, cariño.

—Creo que eres agradable.

—Eres la única criatura viva con esa particular opinión.

Harry levantó la cabeza de la almohada. Le costó un gran esfuerzo. Tiró del brazo de Draco, arrastrando al otro chico cerca de él y acurrucándose con satisfacción. Sonrió cuando Draco suspiró y se relajó en él como si estuviera haciendo un gran sacrificio. Todo era una fachada. Draco siempre quería un abrazo, Harry sabía que eso era cierto. Era un juego al que jugaban, tal vez uno que siempre harían. Harry pensó que le gustaba bastante esa idea.

—No me importa —susurró Harry, como si fuera un secreto, porque se sentía como un secreto—. Me gusta ser el único que piensa que eres agradable. Me hace un poco especial, ¿no?

—Nadie te acusaría de no serlo, Potter.


La mañana llegó demasiado pronto, pero por suerte Draco tenía preparada una poción para la resaca, que Harry se bebió con una mueca.

—Gracias —dijo—. Probablemente no me la merecía. —Draco ya se había duchado y vestido, con un aspecto tan pulcro y limpio como siempre.

— ¿Por qué no? Potter, si tienes la idea de que estoy resentido o que te desprecio por beber con un compañero, me has juzgado mal. Realmente no es mi estilo. Además, eres ligeramente encantador cuando estás borracho, aunque un poco tonto. Sin embargo, te recomiendo que te pongas algo de ropa para recibir el día.


Juntos, Harry y Draco fueron a la nueva sala común de Slytherin para recoger a Clark. Para sorpresa de Harry, Atwal ya estaba allí, con un aspecto mucho más despierto y arreglado de lo que Harry se sentía.

—Está bien, Harry —dijo Atwal al verlos. Hinchó el pecho de forma importante—. Puedo manejar a Tiering, no dejaré que haga ninguna maniobra esta vez.

— ¿O qué tal si nadie me cuida a mí? —gruñó Clark, apareciendo desde el pasillo que llevaba a los dormitorios. Su brillante pelo turquesa estaba desordenado a un lado y se restregaba el sueño de los ojos— Y me ocupo de mí mismo, que soy el único cualificado para hacerlo. Es un desperdicio de recursos tenerlos a los tres vigilándome cuando yo sé Oclumancia y prácticamente ninguno de los otros estudiantes lo sabe.

—Buen intento, Tiering —replicó Draco con brío—. No con tu inclinación a tratar de ser inteligente.

—Soy un poco listo. —gruñó Clark.

— ¿Tienes tu amuleto? —preguntó Harry, ignorando la falta de entusiasmo de Clark hacia sus acompañantes. El chico suspiró y se bajó el cuello de su jersey para revelar la insignia encantada del PEDDO prendida en su camiseta.

— ¿Contentos?

—Extasiados. Vamos, ¿por qué no desayunamos todos? —sugirió Harry— Luego tomaremos una decisión a partir de ahí.


Sólo habían llegado a la mitad del desayuno cuando Hiram y un Gryffindor de cuarto año que Harry no pudo nombrar irrumpieron en el gran salón gritando que se había producido un incendio en los dormitorios de Slytherin. Se apresuró a ponerse delante de McGonagall.

— ¿Cuáles? —exigió McGonagall, ella y varios otros profesores saltaron a la acción y salieron de detrás de la mesa.

—Los nuevos —jadeó Hiram, desesperado. Su rostro de lechuza estaba aún más pálido y angustiado que de costumbre—. Olvidé mi libro de Encantamientos y Marvin volvió conmigo a los dormitorios para cogerlo, sólo que había un montón de humo saliendo a los pasillos, así que volvimos corriendo aquí, ¡oh, Merlín, no sabía qué hacer!

—Vayan —McGonagall hizo un gesto con la mano a varios profesores que salieron corriendo del pasillo—. ¿Había alguien ahí?

El pánico de Hiram pareció multiplicarse.

—Oh, Merlín, no lo sé, creo que no... Pero, ¿y si lo había y simplemente no los vi?

—Probé el hechizo que nos enseñó Granger —explicó el chico que debía ser Marvin, por encima del tartamudeo de Hiram—. ¿El que combate el fuego maldito? Y funcionó un poco, pero no pude arreglármelas solo.

—Nadie podría. —le aseguró McGonagall. Apoyó una mano en el hombro de Hiram antes de salir ella misma del vestíbulo, dando zancadas en dirección a los nuevos dormitorios. Harry estaba a punto de seguirla cuando Draco le agarró la muñeca.

—Espera —dijo Draco—. Hay muchos profesores allí. Pedirán ayuda si la necesitan. No tienes que hacerte el héroe ahora, Potter. Piénsalo. ¿De verdad crees que un incendio en un dormitorio vacío es el alcance del plan de Lavender? Dale un minuto, ¿sí? Necesitamos más información y una estrategia que no sea que te lances irreflexivamente al peligro.

—Bien. —dijo Harry, dispuesto a quedarse quieto, aunque todo en él le decía que se liberara del agarre de Draco y ayudara.

— ¡Su atención, por favor! —anunció Hermione con voz tranquila y oficiosa al aturdido y frenético alumnado— Miembros del ED: Si no están asignados a un compañero de luna llena de Slytherin, y se sienten seguros de la eficacia de sus hechizos Praefoco para extinguir el fuego maldito, por favor diríjanse al nuevo dormitorio de Slytherin inmediatamente para ayudar a los profesores. Aquellos con compañeros de luna llena, por favor, permanezcan aquí. Todos los demás: ¡no se permiten espectadores! Debo pedirles a todos que permanezcan en el gran salón hasta que tengamos más instrucciones del profesorado. Ginny, ¿serías tan amable de usar la lista de clases de Slytherin para tomar asistencia?

Ginny hizo un gesto de confirmación desde la mesa de Gryffindor, y comenzó a rebuscar en su mochila, presumiblemente para encontrar la mencionada lista.

Hermione apenas había terminado de hablar cuando Luna se acercó a ella.

—Hermione —dijo con serenidad—, creo que también hay un incendio en la torre de Ravenclaw. Es bastante bonito; el fuego maldito realmente hace las formas más fascinantes, pero también es bastante exuberante. Pensé que debías saberlo.


...


¡Gracias por leer!