Disclaimer: Los personajes, lugares y hechizos, son propiedad de J.K Rowling, a menos de que se especifique lo contrario. No hay retribución monetaria con la traducción y publicación de esta historia.

Traducción autorizada de A Forward Path por umbrellaless22 en AO3


CAPÍTULO XCIV


Sonaron pasos en el pasillo.

—Lavender, ¿puedo recomendarte que te escondas? Sólo hasta que aclaremos esto. Para evitar que quedes atrapada en otro alfiler de corbata. —aconsejó Harry.

El fantasma buscó por la habitación, impotente.

—Puedes usar mi cisterna si quieres. —le ofreció Myrtle, muy servicial.

Lavender no parecía muy entusiasmada con la perspectiva, pero los pasos se acercaban rápidamente y así, con un último escalofrío de asco, se zambulló en el retrete y desapareció.

Ron y Hermione aparecieron en la puerta, sin aliento y preocupados.

— ¿Qué ha pasado? —preguntó Hermione— ¿Están bien?

Harry se acercó a Clark, poniéndole una mano en la nuca y tirando de él hacia su lado.

—Estamos bien —les aseguró—. Gracias a este imprudente y brillante idiota.

Clark se sonrojó y se retorció incómodo ante sus palabras.

—Yo no he hecho nada —protestó—. Sólo proporcioné el lugar de reunión. Harry fue quien la convenció.

Hermione y Ron parecían no estar sorprendidos.

—Salgamos del baño y busquemos un poco de té y a la directora —determinó Harry—. Luego los pondré al corriente.


Era de noche cuando terminaron de hablar con McGonagall. Lavender había sido citada, examinada e interrogada, corroborando la historia. Explicó cómo había encontrado a su madre trabajando en el castillo en otoño, y cómo la señora Brown había ejecutado muchos de los ataques hasta su destierro de los terrenos de la escuela. Habló de lo sola que había estado, de lo infinitamente enfadada. Habló de cómo Clark la atrajo y la atrapó en sus pensamientos aquella primera vez, de cómo ella se enfureció y él la escuchó. Finalmente, Lavender habló de cómo Harry la había ayudado a superar eso. Puede que no esté en paz, exactamente, ya que los fantasmas nunca lo están de verdad, pero la violencia que había en su interior se había extinguido.

El fuego maldito también se había extinguido, pero el castillo era una bruma de humo. La luz de las velas que se filtraba por él evocaba una sensación inquietante y desconcertante que se reflejaba en las expresiones de los estudiantes. Se habían instalado catres en el gran salón hasta que se pudieran desalojar las salas comunes y reconstruirlas como fuera necesario. En el vestíbulo se había instalado un ordenado bufé, y el aire estaba perfumado con un sordo rugido de charlas ansiosas y excitadas, intercaladas con algunas lágrimas. A Harry le dolía la cabeza. Estaba con Draco, Clark y Karanjeet, comiendo una cena fría. La piel de Clark estaba pálida bajo sus pecas y había estado cerca de Harry durante todo el día. Su anterior confianza se había convertido en malestar y a Harry no le gustaba.

—Vamos, ustedes dos —dijo a Clark y a Karanjeet—. Los dos parecen agotados. Pueden dormir en mi cama y en la de Seamus. Nunca las usamos, y necesitan descansar bien, cosa que no van a conseguir ahí. —inclinó la barbilla hacia el gran salón.

Atwal parecía escandalizado.

— ¿Los dejan escabullirse en las camas de los demás? ¿En la escuela?

—Somos adultos legales —bostezó Draco—. Los profesores no tienen la costumbre de vigilar nuestros dormitorios.


Antes de ir a la cama se tomó una última taza de té. Los ojos de Clark iban de un lado a otro entre su taza y Harry y Draco mientras Atwal recorría la sala común de octavo año, deleitándose con las felicitaciones de los alumnos mayores por su participación en el día.

—Por el amor de Merlín, Tiering, lo que sea que estés pensando, escúpelo. —ordenó Draco desde donde estaba sentado bajo el brazo de Harry en un sofá.

Clark se atrevió a echarles otra mirada antes de volver a examinar su té.

— ¿Están muy enfadados conmigo? —soltó— Me prometí a mí mismo después de la última vez que sería más cuidadoso, realmente lo hice, pero no podía dejarla en ese maldito alfiler, se sentía demasiado cruel.

—Hiciste lo que creías que era lo correcto, Clark —dijo Harry con suavidad—. Y fue lo correcto, ahora lo veo. Nunca nos vamos a enfadar contigo por eso.

—Además —observó Draco—, aparentemente disfruto rodeándome de tipos imprudentes y desprovistos de autoconservación. Aunque, como Slytherin, esperaba algo mejor de ti en ese sentido.

—Sabía que no me haría daño. —insistió Clark.

—Sí, pero no lo sabíamos, sobre todo siendo la luna azul y todo eso. Pero lo sabes, todos te hemos sermoneado hasta la saciedad sobre ello, hoy. Sólo preferimos que no corras riesgos innecesarios —explicó Harry—. Y sí, sé que no soy precisamente un modelo a seguir cuando se trata de eso, así que difícilmente puedo culparte.

—Puedo tomar mis propias decisiones, ¿sabes? No me limito a copiarte. Además, ni siquiera van a estar aquí el año que viene, ¡así que van a tener que aprender a confiar en mí! —les reprochó Clark. Harry se dio cuenta de que estaba muy cansado por la nota quejumbrosa de su voz.

Draco suspiró y colocó su taza sobre la mesa de café, antes de levantarse y coger la de Clark para que hiciera lo mismo.

—Ven aquí. —le indicó. Clark se levantó, con los hombros erguidos y desafiantes, mirando a Draco con cuidado. Draco le dedicó una pequeña media sonrisa al chico y le puso una mano en el hombro, engatusándolo. La determinación de Clark se desmoronó y cayó contra Draco con un pequeño y silencioso sollozo, como si hubiera estado esperando un consuelo que no estaba seguro de recibir.

—Confío en ti —dijo Draco con calma, alisando el pelo del chico—. Pero tienes ideales, Tiering, y los ideales pueden ponerte en peligro. Así que también me preocupa, eso es todo. Pero si puedo soportar el insufrible coraje de Harry, también puedo soportar el tuyo, y es más, pienso hacerlo.

— ¿Sí? —Clark moqueó.

—Sí. —prometió Draco.


—Merlín, estoy agotado. —dijo Harry, finalmente en la cama.

—No puedo imaginar por qué —respondió Draco—. Todo lo que hiciste fue levantarte al amanecer, extinguir un brote de fuego maldito, luchar contra un ataque legilimático, convertir a una cwalus y soportar horas de interrogatorios redundantes. —se dio la vuelta, de espaldas a Harry, quien captó la indirecta y se acurrucó a su alrededor.

— ¿Crees que ha funcionado? ¿No crees que en la próxima luna llena se levantará de nuevo?

—Los fantasmas no pueden hacer magia —le aseguró Draco—. Y eso es lo que ella es ahora, estoy seguro de ello. Además, ¿te importaría mucho si escribiera todo esto con fines académicos? Creo que podría quedar bien para futuros empleadores. Nadie ha documentado nunca la derrota de un cwalus.

Harry se rio en el cuello de Draco.

— ¿Se supone que los aprendices de sanador tienen un sólido currículum de investigación académica en DCAO?

—Se supone que tampoco necesito un sobresaliente en Historia de la Magia, pero les gustan los superdotados, no importa la materia.

—Eres bienvenido a hacer un caso de estudio o lo que sea —aceptó Harry—. Sin embargo, no estoy seguro de que alguien pueda replicarlo. No, a no ser que alguien pueda hacer ese truco de Clark: encerrarlos en su mente y hacerse un maldito amigo de ellos. Merlín, no puedo creer que estés pensando en esto, después de todo.

Draco se tensó. Su voz era cautelosa cuando respondió:

—Es lo que soy, Potter. Tengo cosas que quiero conseguir y pienso en cómo voy a hacerlas. ¿Es eso un problema?

Harry lo acercó de un tirón y le besó la oreja.

—Si puedes soportar mi insufrible coraje, entonces creo que puedo soportar tu desmesurada ambición.

—Muy bien por tu parte. —respondió Draco secamente.

—Oye —dijo Harry, pasando la mano por el brazo de Draco e intentando calmar sus sentimientos heridos. No pretendía que la velada terminara en una discusión. Sospechaba que sólo estarían cansados y agotados por los acontecimientos del día, pero no creía que eso fuera algo particularmente útil que decir—. Creo que eres increíble, cariño, lo sabes. —murmuró en su lugar.

— ¿Cómo puedes? —murmuró Draco— Hoy ni siquiera he hecho nada. Cuántas veces salvas el maldito día mientras yo me quedo de brazos cruzados. Diablos, podría haber sido más fácil para ti si yo no hubiera estado allí. Brown no habría tenido ventaja contra ti, entonces.

—Sabes que eso es una tontería. Enseñaste a la mitad de la escuela a luchar contra el fuego maldito. Organizaste todo eso en cuestión de minutos. Y tal vez no te parezca mucho, pero me mantuviste aquí. Cuando Lavender irrumpió en mi cerebro, pensé que, ya sabes, perdería la cabeza. Pensaba en Sirius y en todos los jodidos juegos que Voldemort hizo con mi cabeza. Me enferma cuando mi mente es saqueada de esa manera. Pero contigo a mi lado, no me desquicié así porque te tenía atado a mí. Te necesitaba, y tú estabas ahí.

— ¿Por qué coño no llevabas tu amuleto de la aversión? —le preguntó Draco, pero su cuerpo se había relajado de nuevo, aparentemente satisfecho con la respuesta de Harry. La mano de Harry volvió a rodear su cintura.

— ¿Por qué no lo tenías tú?

—No lo necesitaba.

—Supongo que me imaginaba que yo tampoco. Realmente no pensé que sería un objetivo. Y sé que no puedo hacer exactamente Oclumancia, pero pensé que sería capaz de deshacerme de ella más fácilmente. Y nunca me acostumbré a ponerlo, así que no se me pasó por la cabeza. Demasiado preocupado por otras cosas, probablemente. —admitió Harry.

—Gryffindor idiota. —resopló Draco con cariño.

—Cuando salgamos de aquí, no correré ningún riesgo más allá de tomar el té en el salón lanzando golosinas a Constance, ¿qué te parece?

Draco se burló, aferrándose al brazo que lo rodeaba.

—Oh, te conozco, Harry Potter. Los problemas te encontrarán en cualquier punto.


El mes de mayo transcurrió entre una avalancha de memoriales de guerra y el estudio de los ÉXTASIS. Harry aprovechó el clima más cálido para volar diariamente con Brocklehurst, o con Rivers, o con quienquiera que estuviera por allí. La luna llena llegó y se fue sin ningún trastorno. Harry y Ron se las arreglaron para hacer los exámenes, sacando un puñado de As entre los dos. Dejaron la verdadera competencia a Hermione y Draco, que quedaron primera y segundo de su curso, respectivamente.

— ¿Quieres que te escriba un discurso de graduación para mañana, Harry? —preguntó Hermione mientras los cuatro se sentaban en la hierba junto al lago la tarde anterior a su último día en Hogwarts.

—Gracias, Mione, pero estaba pensando, bueno… todo el mundo debe estar harto de oírme. Y Merlín sabe que estoy harto de dar discursos —comenzó Harry—. Tú conoces a la mayoría de los estudiantes mejor que yo, con todo lo que hiciste por el ED y la fundación y eso. He estado demasiado centrado en todo el asunto con Draco este año. Todo el mundo sabe que eres la directora no oficial y más elocuente de lo que yo nunca seré. Pensé que tal vez podrías darlo. Todavía podría decir algunas palabras, si quieres, por supuesto.

—Oh, no sé. —argumentó Hermione, pero Harry pudo notar que estaba complacida.

—No seas tímida, Granger —dijo Draco—. Potter tiene razón.

—Tal vez hable con Ginny; los de séptimo año se merecen un orador de su propio año, después de todo. Se siente un poco como si les estuviéramos robando el día.

— ¿Hablar conmigo de qué? —preguntó Ginny, apareciendo por la colina— Venía a buscarlos a todos. Merlín, es hermoso afuera, ¿no?

—De que des un pequeño discurso de despedida conmigo mañana, en la ceremonia.

—Creía que Harry iba a hacerlo. —dijo Ginny, dejando caer su mochila en la hierba junto a ellos. Cruzó los tobillos y se apoyó en las palmas de las manos, cerrando los ojos para tomar el sol. Era hermosa, reconoció Harry. Podía recordar el dolor que le había causado cuando había terminado las cosas entre ellos, pero ya no podía sentirlo.

—No hay razón para que no haya más de una —señaló Ron—. Y tú estabas aquí, Gin, y nosotros no.

—Sí, de acuerdo —dijo Ginny—. Lo consultaré con Neville y los demás y me aseguraré de que les parece bien.

—Gracias —aceptó Hermione—. Buena idea.

—Excelente, seguro que se me ocurre algo —Ginny asintió—. Bueno, me alegro de que esté resuelto. Hoy he arreglado todo tipo de cosas.

— ¿Como qué? —preguntó Ron.

—Como que voy a ir a Rumanía el año que viene para trabajar con Charlie y averiguar qué quiero hacer con mi vida.

—Mamá va a perder la cabeza. —advirtió Ron.

—Oh, cuando no la pierde mamá. Ustedes dos tendrán que comprometerse y darle algo nuevo por lo que alborotar.

Las puntas de las orejas de Ron se rosaron y murmuró algo despectivo, pero Harry sabía que había estado pensando en ello.

— ¿Y lo otro? —preguntó Harry, más que nada para dejar a Ron fuera de juego. "Ya sabes, que elijas a Neville o... —se interrumpió, sin estar seguro de cuánto había compartido Ginny.

—No estoy eligiendo a Neville o a Daphne —les informó Ginny—. Me estoy eligiendo a mí. Por ahora, al menos, tal vez para siempre, no lo sé. Y no necesito saberlo.

—Bien por ti. —aprobó Draco.

— ¿Qué harán los demás? —preguntó Hermione.

—Neville se queda por aquí para ser aprendiz de la profesora Sprout. Ni idea de lo que hace Daphne porque no me habla precisamente. Luna se irá al Amazonas para documentar el ciclo de apareamiento de los whigglewhiffs, que no estoy convencida de que existan, pero está encantada con ello. Creo que el resto de nosotros estamos tratando de arreglarnos. ¿Qué tal ustedes?

—Hermione acaba de aceptar unas prácticas en el Departamento de Cooperación Internacional —presumió Ron—. Yo estaré en la tienda con George, por supuesto. Draco ha conseguido un puesto de aprendiz en San Mungo, y Harry se tomará el año para formarse, ¿sí?

Draco le dirigió a Harry una mirada punzante.

—En realidad, esto llegó al correo esta mañana. —admitió Harry, sacando un trozo de pergamino doblado. Se lo entregó a Ron para que lo leyera en voz alta.

Estimado señor Potter,

Le pedimos disculpas por la poca antelación, pero nuestra buscadora acaba de anunciar que está a punto de dar a luz. Se tomará una licencia por maternidad de la liga durante un año, a partir de septiembre. Además, las malditas Arpías se han llevado a nuestro buscador de reserva, así que, como puede ver, estamos en un aprieto. Tengo entendido que nuestro guardián, Oliver Wood, ha hablado muy bien de usted, y los rumores abundan en la comunidad de Quidditch acerca de su desempeño en las pruebas de Appleby, por lo que nos gustaría ofrecerle un contrato temporal como buscador del Puddlemere United. El entrenamiento comenzaría este verano, y el contrato terminaría con el regreso de nuestro buscador un año después de septiembre. En ese momento, por supuesto, se le invitaría a las pruebas para ser buscador de reserva, en caso de que no sea cazado por otro equipo, lo cual esperamos que suceda.

Enhorabuena por haber completado su formación y esperamos tener noticias suyas,

Brigita Winkelmeyer

Entrenadora, presidenta, lo que sea (disculpas de nuevo, ¡estamos bastante apurados en este momento!)

Ron soltó un grito de emoción y le dio una palmada en la espalda a Harry antes de darle un feroz abrazo de oso de lado.

— ¡Merlín, Harry, esto es fantástico! Espero que te lleves este, amigo.

—Sí —sonrió Harry—. Les escribí esta mañana. Ilka me ha puesto en contacto con una especie de agente para que se encargue del contrato y demás.

—Si es que tienen uno —le recordó Draco—. Parece que están en un terrible desorden.

—Desorden o no, son un equipo respetable. —señaló Ginny.

—Y si voy a pasar el año entrenando, bien podría pasarlo con un equipo, y jugando de verdad.

—Sí, cariño —cedió Draco, continuando obedientemente con: —. Estoy terriblemente orgulloso de ti.

Harry se rio.

—Draco está así porque no son tan estirados en su comunicación como las Flechas.

—Yo tampoco quiero que juegues para esos imbéciles —dijo Draco con firmeza—. No te merecen.

Ron resopló.

— ¿Y quién lo hace, en tu elevada opinión, Malfoy?

—Bueno, yo, por ejemplo —dijo con tono firme Draco—. Más allá de eso, tendría que pensarlo.

—Engreído. —se rio Ron, acercándose a Harry para golpear a Draco en la nuca con cariño.

—Felicidades, Harry —dijo Ginny, Hermione haciéndose eco del sentimiento—. Es una noticia maravillosa. Todos iremos a verte jugar e incluso traeré pañuelos de papel para que mamá no llore sobre tu elegante uniforme del club.

Harry sonrió y se apartó de sus amigos, contemplando una última vista del gran lago, mientras el sol de verano bajaba en el cielo. El calamar gigante enviaba ondas sobre la superficie mientras Ron y Ginny charlaban alegremente sobre la visita a la Madriguera, y Draco detallaba las renovaciones que había planeado para Grimmauld Place.

Hermione se movió a su lado, dejando caer la cabeza sobre su hombro. Harry apretó su mejilla contra el pelo de ella mientras lo último de su melancolía maduraba en esperanza.


...