No saben lo facil que se me ha vuelto escribir esta historia, hasta cierto punto, claro; agradezco mucho a Scar por ayudarme a conectar algunas ideas y por todas nuestra ocurrencias, pueden pasar a su perfil a leer sus fics de miraculous también - skayue-chan

manu: Gustosa leeré, gracias, es todo lo que puedo decir ahora.

No se si amen u odien a Eric, pero Scar y yo lo amamos, así que si tienen algo que decir de el, diganmelo con confianza :P


Antes de forzar a su cuerpo a moverse, se dio tiempo de analizar la situación. Ella no era la única que podía utilizar anillos draconicos, frente a ella se encontraba otro usuario que, como ella, podía transformarse, que tenía habilidades similares a las de ella, pero que no sabía que poderes tenía gracias a los dragones.

Le dolía todo el cuerpo, pero aunque tuviera un relevo (de quien no sabía nada) no deseaba quedarse atrás. Como Mei jamás hubiera movido un dedo, pero como Yang, era demasiado atrevida, sagaz y sobre todo cabeza dura; pero no era momento para pensar en negatividades, ni preguntarse a sí misma quien podría ser su "aliado", por lo que se adentró al combate.

-Oye, deberías quedarte atrás- Le dijo el hombre dragón mientras combatían lado a lado, Yang utilizaba sus habilidades de combate, las cuales estaban limitadas por su bajo conocimiento en ellas –No querrás romperte una garra

-Si no te callas, lo único que romperé será mi puño contra tu cara- Espetó la chica, haciendo reír al hombre y enfureciendo más al enemigo -¿Quién eres?

Se separaron, un golpe de los puños de ese hombre hizo temblar la tierra de nuevo, miró a todos lados, buscando a Ladybug y Chat Noir, nada, no se veían por ningún lado. En tal caso, debía hacer lo que siempre hacía, pero al finalizar, tendría que capturar el akuma y esperar el milagro de que Ladybug apareciera para acabar con él.

-Escamas perla- El ataque logró desequilibrar al enemigo, quien lo fulminó con la mirada, por lo que Yang tuvo que huir a paso acelerado al ser perseguida y, aunque le disparaba en repetidas ocasiones, ningún golpe logró acertar, hasta que un cristal apareció entre ambos, permitiéndole tomar un respiro –Nadie pidió tu ayuda

-Pero me necesitas, admítelo, sin mí no puedes derrotarlo- ¿Dónde había oído esas palabras? Entrecerró los ojos, mirando a su acompañante desconocido, y aunque le estaba realmente agradecida, no quería aceptarlo tan fácilmente –Mi nombre es Yue Fei, y como vez, soy un portador como tú ¿acaso creíste que eras la única? Lamento decírtelo, pero no es así preciosa

-No vuelvas a llamarme preciosa- Desenfundar la espada en una fracción de segundo, esto lo tomó por sorpresa, aun mas cuando esta había terminado justo en su cuello y con la mano libre de la chica sobre su pecho y tratando de encajar sus garras en el mismo -¿Te quedó claro?

-Vale, está bien- Yang se alejó, viendo como el cristal se rompía lentamente -¿Qué opinas de eso?

-Tenemos una prioridad, necesitamos quitarle tanto el akuma como las escamas de Tiamat- Yue la miró, con interrogación –Si no sabes quién es, entonces no te metas en esto

Antes de que el cristal terminara de romperse, Yang había dado un salgo y reunido las fuerzas suficientes para dar un golpe duro, y aunque su enemigo no se movió ni un centímetro, continuo peleando con él. Era la primera vez que se enfrentaba a algo tan fuerte, tan resistente, estaba fuera de su zona de confort, aun no quería aceptar que necesitaba la ayuda de aquel chico.

El cuero había desaparecido de nuevo de sus piernas, ahora las finas telas se movían de un lado para otro como si se tratasen de su cola, de una extremidad más de su cuerpo, ayudándole a mantenerlo alejado, pero éste parecía no cansarse nunca; por su parte, Yang estaba más y más agotada.

-Hlal, hora de tocar…- Un silbido, una melodía, algo que aturdió al enemigo, un momento, un segundo, y de pronto todo pareció terminar –Tu turno…

Yang se acercó al cuerpo inmóvil, donde ataco repetidas veces con sus garras, tumbando las escamas que protegían sus puños y parte de su cuerpo, de donde salió una mariposa, dejando caer las escamas al suelo y tratando de huir.

-Suanni, vasija vacía- Yang saltó, atrapando a la mariposa en la vasija y dirigiéndose a su acompañante -¿Sabes hacer un ritual?

-Creo que hay cosas que debes enseñarme- Yang rodó los ojos, le entregó la vasija del akuma y se sentó en el piso, haciendo aparecer nuevamente una vasija, pero esta vez, con incienso, cubriendo la ciudad y regresando todo a la normalidad –Vaya, para este punto has de estar en tu límite

-No tienes una maldita idea- Ponerse en pie era todo un reto, hasta ese momento no había sentido la lluvia, a pesar de que estaba lloviendo desde el inicio del combate, pero en ese momento hasta la más diminuta gota le pesaba en el cuerpo –Solo tenemos que esperar a que Ladybug aparezca…

Estaba forzando a su cuerpo a mantener la transformación, tenía que esperar, solo un poco en lo que Marinette lograba completar la transformación y llegar a donde ella se encontraba; sus plegarías fueron escuchadas, viendo a ambos héroes llegar a donde ella.

-Toma el akuma y purifícalo, debo irme o me transformare- En ese momento notó que sus garras comenzaban a desaparecer, así como sus botas. Trató de ponerse de pie, pero fue Chat Noir quien la ayudó –Gracias, gatito…

-Yo me encargaré de ella…

-¿Y quién dijo que podíamos confiar en ti?- Espetó el gato, alejando la mano del hombre, mirando sus ropas y notando la similitud entre ambos -¿Amigo o enemigo?

-Tranquilo gatito, confía en mí- Soltó Yang, mirando al gato con cierta suplica en sus ojos –Luego les explico…

Yue ayudó a Yang, pero terminó por cargarla y alejarse, llevándola hasta el balcón de una casa que no conocía. No pudo forzar más su transformación, los cuatro dragones salieron rodando de sus anillos, tan cansados como ella.

-No me equivoque cuando te vi en la calle- Su voz se suavizó, aunque Mei no quería levantar el rostro por seguridad a tratar de mantener su identidad pero ¿Quién más en París tenía el cabello como ella? Escuchó el sonido de los dragones abandonar sus anillos, por lo que entonces, su acompañante también se había des transformado –Mei Ling, levántate

Levantó el rostro, mirando los orbes esmeraldas del pelirrojo que había conocido días antes, sorprendiéndose de que estuviera frente a ella. La ayudo a ponerse de pie, y aunque lo miró con recelo, su voz no expresó lo que sentía en su interior.

-¿Por qué?- Preguntó ella, mirando al chico, aunque no sabía bien que sentir, tenía muchas emociones y pensamientos en ese momento que, no podía formular una pregunta digna -¿Cómo lo supiste?

-Sin el traje de Yang no eres tan ruda como aparentas- Esto hizo que entrecerrara más los ojos, aunque también era culpa del agua que escurría de su cabello -¿Quieres pasar? Adentro está un poco más reconfortante el ambiente

-No- Bueno, la determinación continuaba siendo la misma, lo había confirmado –Debo volver a mi casa

-Tus dragones están agotados, al menos deja que se alimenten y…

-No- Ahí va de nuevo ¿Qué más podía hacer para conocerla? –Ni siquiera te conozco, no sé quién eres aparte de saber tu nombre, no sé porque posees anillos draconicos, y me has traído contra de mi voluntad ¿Quieres ser mi amigo o mi enemigo?

La lluvia no parecía amedrentarse, al contrario, se mostraba reacia a querer tragarse todo lo que estuviera frente a ella, pero ambos chicos se quedaron ahí, de pie, uno frente al otro sin decir una sola palabra; con las manos en los bolsillos y el silencio abrumador cortado únicamente por el torrente de agua, Eric habló.

-Soy tu aliado, yo tampoco puedo decir que eres mi amiga, pero no afirmo que seas mi enemigo- Una mueca apareció en su rostro, se la había devuelto de la misma forma agresiva, por lo que trato de relajarse un poco –Mi nombre es Eric de la Fontaine-Yang, soy el cuarto de la generación Yang para cuidar de la caja del panteón draconico…

-Y el más torpe de todos…

La voz de alguien mayor los tomó por sorpresa, no tanto a Eric, pero si a Mei, quien lo miró, sintiendo su paz y su tranquilidad, una rara confianza y seguridad que la invadió, logrando que se relajara.

-No empieces abuelo…

-¡Cállate! No te pedí que la trajeras para decirle palabras tontas y hacerla desconfiar más- Eric libero un pequeño quejido, Mei se giró para ver al hombre de baja estatura, quien portaba un qipao tradicional y un bastón –Mei Ling Cheng ¿has sido tu quien desencadenara la ira de Tiamat en esta ciudad?

-Así es señor- El cambio en su voz fue notable, le hablo con más respeto y calma que al joven pelirrojo –Puedo saber ¿Quién es usted?

-Mi nombre es Gao Yang-Baudin, pero yo no soy una persona importante en tu historia, si no mi padre- Mei se relajó, la paz y tranquilidad que emanaba de ese hombre era tanta, que incluso logró controlarla a ella –Él fue el último guardián asignado a la caja del panteón draconico, logrando huir del sentimonstruo que aquel tonto guardián desencadeno, siempre arrepentido por haber perdido el grimorio y los anillos restantes; dime Mei Ling ¿Cuáles anillos posees?

-Solo poseo cuatro, Jiatou, Yazi, Baxia y Suanni- El hombre asintió, ella prefería de momento no revelar su relación con Fu –Entonces, usted posee el resto de los dragones que faltan

-Eres una niña muy curiosa, pero no nada más eso, eres bastante fuerte como para controlar a cuatro de los nueve hijos dragón ¿has intentado usar un quinto anillo?- Ella negó, pero el hombre soltó una especie de bufido burlón –Tienes bastante potencial, pero te falta entrenamiento, yo puedo ayudarte a mejorar y ofrecerte mejores opciones para derrotar a tu enemigo

-Se lo agradezco señor, pero por ahora Zhao no tiene la información necesaria para aumentar el poder sus draconicos, aún con los akuma de Hawk Moth, su poder sigue siendo inferior al de nosotros- Eric se había puesto a un lado de su abuelo, lo que le llamó la atención a la chica –Lo de hoy solo fue un descuido, pero practicare por mi cuenta para que no vuelva a suceder

-Si yo no hubiera llegado, tú estarías probablemente derrotada y sin anillos- La mano de su abuelo se alzó, callándolo –Tsch…

-Entiendo, entonces…- Se giró, sentándose en una silla que se encontraba en la terraza –Esperare a que vengas a mí por tu propia cuenta

Mei hizo una reverencia, llamó a uno solo de sus dragones y se fue, no dejando ver su apariencia a los dos hombres, que se quedaron mirando a la nada.

-Ella volverá cuando se dé cuenta que necesita un entrenamiento diferente- Murmuró el anciano mientras se servía una taza de té, los dragones de Eric se sentaron en su regazo –Esta muy unida a sus dragones, pero le hace falta mucho, tú también necesitas continuar tu entrenamiento

-¿Yo? ¿Entrenar? Estas de broma ¿verdad?- El hombre lo miró, con cierto recelo y molestia –Estoy en mejor condición que ella ¿no viste como derrote a ese draco-akuma? Admítelo, debo ser el siguiente en ser guardián de la caja

El viejo sabía que no era así, tenía competencia y él estaba en desventaja, a pesar de estarlo entrenando desde que era un niño pequeño, había crecido con lujos y con todo a disposición, pero esta chica, para él, tenía mejor conocimiento y habilidades que su nieto.

La lluvia no había disminuido, su ventana estaba cerrada, por lo que tuvo que entrar por la terraza de Marinette, escurriéndose la mayor cantidad de agua antes de entrar y llevándose el susto de su vida al toparse con Marinette el momento de entrar.

-¿Dónde estabas?- Le pregunto la peli azul al verla entrar, aunque también se había asustado por la repentina aparición de su prima y abrazándola, no importándole lo mojada que estaba –Tengo diez minutos aquí, no estabas en tu habitación… tengo muchas preguntas

-Las responderé, pero primera deja me doy un baño o voy a resfriarme…

Marinette bajo para cuidar que sus padres no estuvieran cerca, Mei pasó hasta su habitación y tomó sus cosas de baño, entrando de inmediato al baño y abriendo la regadera para que el baño comenzara a entibiarse.

¿Cómo le contaba Mei a su prima lo que había pasado? La existencia de otro portador de dragones la tenía vuelta loca, lo había presentido aquella noche tormentosa con el primer draco-akuma, pero nunca pensó que no estaría sola en esta batalla, ahora sus aliados se extendían, y los de su prima también. Terminó de bañarse, sintiendo la calidez del agua por su cuerpo, humecto y salió con la pijama.

-Muy bien, ahora necesito explicaciones- Marinette se cruzó de brazos, sentada en su silla y mirando en dirección a su prima, que cepillaba su cabello y la miró con sorpresa -¿Quién era ese sujeto? ¿Y por qué tenía en su poder las habilidades de los draconicos?

-La verdad, no sé por dónde empezar…- Respondió, mirando el cepillo del cabello con curiosidad –Él es descendiente directo del guardián que salvó la caja del panteón draconico, su bisabuelo fue guardián de la caja, y ahora él está como en una especie de entrenamiento… su nombre es Eric de la Fontaine-Yang

-Espera un momento ¿sabe quién eres?- Apretó los labios, mirando hacia otra dirección, soltó el aire y asintió –Dime que mi identidad está a salvo

-Lo está, pero el parece sentir la magia en las personas, así que no dudo que pronto lo sepa, así como la de Chat Noir- Marinette tembló de pies a cabeza, tenía buen rato queriendo saber la identidad de su compañero de lucha, y que alguien a quien ella no conocía fuera capaz de saberlo le ponía los pelos de punta –Su abuelo se ofreció a entrenarme, pero no confió aun en ellos, a pesar de que Eric posee también anillos draconicos; yo solo espero poder derrotar al siguiente draco-akuma

-La próxima vez, no estarás sola- Marinette se acercó a su prima, tomo sus manos y se miraron a los ojos, sonriéndose de manera cómplice –Chat Noir y yo estaremos ahí

La noche transcurrió en calma, la lluvia había cesado cuando ambas se habían ido a dormir, y por la mañana, nadie pensó que las cosas sucederían así.

-Casi treinta y nueve grados, lo mejor será que te quedes en cama- La mujer de ojos grises miraba a su sobrina, echa un ovillo en su cama y temblando de frío –Llamaré al médico para que venga a revisarte, más tarde avisaremos al colegio que no podrás asistir en unos días

-Pero tía, estoy bien…- Una tos seca la interrumpió, seguida de un estornudo y una sacudida de nariz –Esto no puede parar mi día…

-No insistas Mei Ling Cheng, necesitas descansar, así que quédate en cama y nosotros nos ocuparemos del resto- Sabine se había puesto de pie, dándole la taza de té en sus manos y luego acercándose a la puerta –Toma el té, el doctor vendrá más tarde a revisarte, mientras tanto, descansa

Cuando su tía cerrara la puerta detrás de sí, lo único que le quedó a la chica fue obedecer, mirando con disgusto su té y sintiendo los escalofríos recorrer su espalda. Ese día tenía trabajo importante que hacer con la profesora Mendeleiev, ella nunca paraba de ponerlos a trabajar y odiaba perderse sus clases.

-Tranquila, me encargare de tu congestión nasal con un incienso de eucalipto y menta- Suanni cambio el color de su vasija, Baxia apareció de la nada comiendo un trozo de queso, Jia junto con Yaz descansaban en el cajón –Recuerda inhalar profundo y descansar, no es la primera vez que pasa

-Gracias Sua, no pensé que la lluvia de ayer fuera a afectarme tanto… achu…- Tomo un pañuelo que le ofreció Bax y se limpió la nariz, sorbiendo un poco –Creo que tomaré mi té y dormiré otro poco…

...

Llegar a la escuela sin su prima le fue extraño, estaba ya acostumbrada a su presencia, por lo que saber que no asistiría le revolvía el estómago de manera extraña; se estaba comportando rara, a ojos de su amiga, tenía un semblante algo raro de ver en ella y más cuando se trataba de preocupación. Estaba callada y pensativa, por lo que le fue difícil salir de sus pensamientos cuando la llamaron sus amigos.

-¿Qué? Perdón… ¿Qué pasa?- Alya y Nino sonrieron, pero fue la chica quien coloco su mano sobre el hombro de su amiga –Lo siento Alya, ya sé que lo de Mei no es grave, pero hubieras visto como le llamó la atención mi madre, hasta a mí me dio miedo

-No lo dudo amiga, pero algo ha de conocer de su propia familia como para que le haya hablado así- Alya miró de forma recriminatoria a su amiga, conociendo lo terca y obstinada que podía llegar a ser –Debes calmarte, Mei estará aquí cuando menos lo pienses, tal vez no mañana, pero un descanso no le vendría mal, a parte que había estado trabajando mucho últimamente con tus padres, probablemente cuando está muy estresada es cuando más fácil se enferma

Claro que Marinette sabía que había estado bajo la lluvia un día antes, tanto como Yang como siendo ella misma, pero eso no lo sabía nadie más que ella, y de momento, les dejaría creer que solo era un simple estrés.

Cuando las clases finalizaron, Marinette se dirigió a su casa, llevándose el susto de su vida al sentir una mano sobre su hombro y pegando un brinco, notando que solo era Luka quien le había estado llamando.

-Estas algo distraía hoy Marinette- El joven bicolor rio, notando como la aludida trataba de recobrar la compostura –Estaba preguntándote que si podía acompañarte para dejarle a Mei los deberes

-Luka, perdona, no eres el primero en caer víctima de mi torpeza- Marinette también rio, pero más a manera de nervios que de divertida –Claro, quiero pensar que está en cama en estos momentos

Cuando los padres de Marinette vieron entrar a ambos, sabían que Luka iba a dejar los deberes escolares de ese día, por lo que le permitieron el acceso sin ningún problema; Mari llamó a la puerta de la habitación de su prima, recibiendo solo un quejido desde el otro lado.

-Mei, Luka vino a dejarte los deberes de hoy- Un extraño ruido proveniente de adentro los hizo alzar una ceja ¿Qué estaba pasando dentro de la habitación? - ¿Podemos pasar?

-Por supuesto, pasen…- Con algo de extrañeza, ambos entraron a la habitación, no notando nada fuera de lo normal, solo una vasija con incienso de donde emanaba un sutil aroma a menta y eucalipto. Marinette lo notó al instante, Suanni estaba ahí, a la vista de los ojos de Luka –¿Qué tal?

-¿Cómo te sientes?- Le preguntó el chico, acercándose a ella y sentándose en la orilla de la cama –No te ves tan mal…

-Lo mismo le dije a tía Sabine, pero insistió en que no fuera a la escuela- La mano de Luka se posó en su frente, esto hizo que se sonrojara un poco, aunque ya no sabía si se sentía caliente por la fiebre o por el acercamiento del chico –Ok, admito que no me ha bajado la fiebre…

-Así parece, pero descansar te hará muy bien- Luka le sonrió, Marinette se acercó a Mei y también le tocó la frente -¿Qué opinas?

-Iré por una compresa fría, eso le ayudara…

Marinette salió de la habitación, Luka le entregó la hoja a Mei, y aunque no entendía del todo lo que tenía que hacer, lula le dijo que no se preocupara por el momento; cuando Mari volvió con la compresa y unas medicinas en la mano, Luka decidió marcharse para que la chica descansara.

El día siguiente no fue tan diferente del anterior, y aunque el médico había dicho que no era nada grave, le preocupaba que la infección avanzara más de la cuenta. Los antibióticos la tenían mal, nunca había tomado tanto en tan poco tiempo y cierto era que ahora su estómago le estaba pasando factura.

-Mei ¿a qué has bajado?- Preguntó Tom al verla algo convaleciente en la entrada de la panadería -¿Por qué no nos hablaste?

-Quería levantarme un rato de la cama, estoy algo entumida y tengo hambre- No había comido nada en toda la mañana, era apenas medio día y ya había vomitado todo lo que trataba de comer -¿Puedo tomar un pan?

-Claro cariño, toma el que gustes- Sabine observó a su sobrina caminar, habían pasado solo unas horas desde que sus males comenzaron y ya podía ver que había perdido grasa corporal -¿Quieres que llame de nuevo al doctor?

-¿No podríamos acudir a algo más natural?- La chica ni siquiera miró a su tía, estaba tratando de encontrar un pan apetecible y que pudiera caerle bien a su estómago, aunque el silencio momentáneo de su tía le hizo saber que esa no era una opción viable –Si tú crees que puede ayudarme, llámalo…

La puerta se abrió, Tom y Sabine saludaron a su cliente, pero los ojos de él buscaron por todo el lugar, hasta dar con los de la china, quien recibió una descarga y sus piernas flaquearon, cayendo de rodillas contra el suelo.

-¡Mei!- Tom y Sabine se acercaron a ella a toda velocidad, por su parte, el chico sonrió, divertido por haber causado esa reacción en la chica ¿Acaso creyó que no la encontraría? –Ven, te llevare a tu cuarto

-No, no… estoy bien, solo me debilite un poco…- Tomo las manos de su tío y se puso de pie, mirando con desdén al chico –Subiré a mi habitación…

-¿Sin recibirme? Que mal educada de tu parte Mei Ling- La familiaridad con la que el chico se dirigía a ella le provocó otro escalofrío, pero su actitud, amable hasta cierto punto no causo desconfianza en la pareja –Y yo que vine a ver como seguías…

-Oh, se conocen, pensamos que eras un cliente más- Respondió Tom mientras ayudaba a su sobrina a caminar -¿Por qué no pasas y tomas un té junto con ella?

-Ven, acompáñanos…- Sabine llevaba a Mei sujeta por la cintura, camino hacia las escaleras de la casa –Bienvenido a nuestra humilde casa…

-Eric de la Fontaine, a sus servicios madame…

Mei no entendía como ese chico se ganaba tan fácil la confianza de las personas, lo había notado desde ese día, era un chico simpático, agradable, de buen humor, y ciertamente, tenía mucho encanto.

Sabine sentó a la peli jade en una silla, invitando al chico a tomar asiento, quien no paró de hablar con la mujer mientras ella comía su pan en silencio, haciendo muecas; cuando su tía se hubiese ido, miró a Eric con el entrecejo fruncido, algo a lo que no había recurrido nunca, pero estaba molesta con él, de que estuviera ahí y, que aparte, le atribuía su enfermedad del momento a él.

-¿No piensas decir nada?- Preguntó a la chica después de dar un sorbo a su té, dejando la pequeña taza sobre el pequeño plato de porcelana que había dejado Sabine frente a el –Vamos Mei Ling, una leve lluvia no pudo haberte puesto tan grave…

-No fue la lluvia, si te das cuenta, no es la gripe lo que realmente me molesta- Respondió al momento de dejar el pan sobre la mesa –Los antibióticos afectaron mi flora intestinal, algo que no paso al principio

-Tal vez te dieron algo demasiado fuerte- Comentó, mirando el acogedor lugar; claramente se sentía en confianza, y hablaba con tanta familiaridad, que llegó a molestarle a Mei -¿Ya intentaste con algo más?

-No- Tajante miró al pelirrojo, él la miró al momento en que apoyaba los codos sobre la mesa, entrelazando sus dedos y apoyando su mentón en ellas, sonriendo burlonamente a la chica -¿Qué pretendes?

-No pretendo nada, como portadores de dragones sería buena idea que nos relacionáramos mejor- Mei rodó los ojos, tomó su té y arranco un pedazo de pan, aunque no se lo llevo a la boca, jugueteo con él en la mesa, mirando sin interés su taza de té –Lo ideal es que seamos amigos

-¿Y si no quiero ser tu amiga?- Tanto Eric como Mei se sorprendieron, los dragones de Mei salieron de su escondite, reuniéndose con sus compañeros visitantes, pero los siete miraron desde el centro de la mesa a sus portadores, Mei no parecía la de siempre ¿Eran estos los efectos de estar medicada? –No eres como las demás personas, no es que te considere malo, pero tampoco puedo tomar una decisión tan a la ligera…

-Te preocupas demasiado, esta vida es para dejar entrar a todos los que quieran compartir contigo buenos momentos…

-No busco buenos momentos con cualquiera, busco momentos inolvidables con quienes yo considero mis amigos- Lo había interrumpido, Baxia había comenzado a comerse el pan de la chica, pero ella no se molestó, alzó la mirada hacia Eric –No estoy para contarte mi pasado, ni tu para escucharlo. No creo que sólo por ser portadores de dragones tengamos la obligación de ser amigos, así que, si eres tan amable de irte por tu propio pie…

Eric miró a la chica, no encontrando nada para aligerar la tensión, por lo que terminó su te y se puso de pie, sin mirar a la chica, salió de la cocina y bajo por las escaleras, siendo seguido por sus dragones y desapareció de la vista de la chica.

Mei se levantó y se fue a su habitación a tomar un descanso, horas más tarde, Sabine la despertó porque había ido nuevamente el médico a verla. Esta vez le receto antibióticos más ligeros, pero que debía tomar por más tiempo, así como probióticos para que recuperara la fortaleza en su flora intestinal.

Estaba sentada en la sala viendo televisión mientras comía una sopa que le había hecho Sabine, esto le recordó un poco al sabor de cocina de su hogar de nacimiento, Marinette estaba haciendo tarea en su habitación, por lo que Tom se sentó a un lado de ella y le tendió un control de videojuegos.

-Aquí hay una pequeña tradición, si no estás haciendo nada, es momento para una pequeña distracción- Mei parpadeo con curiosidad mientras veía el control y a su tío –No por nada, Marinette es una de las mejores jugadoras

-Creo que esto comienza a agradarme- Comentó, dejando el tazón vacío a un lado, aunque Sabine lo recogió casi de inmediato –Muy bien Tío, enséñame

Tom le dio las reglas básicas, Sabine se había sentado a su lado y le ayudaba de vez en cuando, al cabo de casi una hora, Mei tenía los controles bien afianzados y los movimientos especiales. Marinette bajo, sorprendiéndose por lo rápido que su prima aprendía, uniéndose a ellos y ganándole a todos.

A la sombra de los arcos, muros y pilares, dos figuras se movían de un lado para otro, habían hecho su propia guarida sin importar el lugar elegido, sus planes estaban dando frutos, y hasta ese momento, aunque aún no lograban su objetivo, tenían ahora un punto de visión diferente.

Una de ellas tomo una pequeña botella, donde relucían los colores negros y rojos con un toque de plateado, había hecho una nueva combinación que se moría por probar, pero aun no era el momento apropiado, debía esperar a un buen akuma y eso, solo su dragón se lo diría en el momento en que la mariposa fuera liberada.

-Tal vez Yang tenga más aliados, pero nosotros aún tenemos suficiente poder para enfrentarla- La escama brillaba, vibrando a cada segundo, como si estuviera desesperada por salir de ese frasco –La próxima vez, la haremos temblar…