Tengo bastantes sentimientos encontrados en estos momentos, no puedo agregar mas sobre esta historia, aun no se cuantos capitulos seran de esto, pero espero al menos relajar todo lo que esta pasando.


La madriguera se había visto alterada, de una u otra manera, Bunix ya no tenía el control, y todo había desaparecido.

- ¿Qué está pasando? - Preguntó a la nada, justo cuando su pantalla se había quedado en blanco, no tenia nada que hacer ahí ¿Por qué? - ¿Qué fue lo que paso? Acaso… no puede ser…

Las posibilidades eran muchas, un cambio en las decisiones de cualquiera de los involucrados pudo haber creado un bucle, un universo alterno en el cual ella ya no debía intervenir ¿sería posible?

Pero si esto era así, entonces ya no habría problema, al salir de la madriguera, todo estaba bien, no había caos, ni destrucción, todo parecía en calma; recorrió las calles de parís en busca de aquello que altero el futuro que ella conocía ¿era la única que recordaría lo que sucedió alguna vez? Bueno, si así era, entonces no tenía porque alterar lo que estaba en paz.

Pero ¿Qué fue lo que había cambiado? ¿Qué decisión había sido la que llevo a hacer ese cambio?

Recuperarse de las atrocidades de Lila le había costado más de lo esperado, había tenido una lenta recuperación y un extenso tratamiento natural para evitar sospechas, por lo que permaneció buen tiempo trabajando en la panadería sin querer ir a algún lugar o evento.

Y ese día, tal como los otros, se negó a querer salir de casa, resguardándose en las cuatro paredes de su habitación con un nuevo lienzo a la espera de ser usado; pero su mente quedó ahí, había esperado con ansias la llegada de ese momento, sobre todo porque sería la primera vez que dibujara una secuencia de tres cuadros, pero nada salió de su mente.

-Tal vez si necesito salir, mi mente ha estado en blanco los últimos días- Murmuró, acariciando la cabeza de Yue a un lado de su pierna - ¿Tu qué opinas amigo?

El gato se limitó a maullar, subiéndose a la pierna de la chica apoyado en sus patas delanteras y acurrucándose en su regazo; vaya manera de solucionar las cosas, pero sin Yue, simplemente no sería igual, lo amaba desde el primer momento en que lo tuvo entre sus manos y lo amaría toda su vida.

Al cabo de unas horas, resignada y sin nada que pensar, prefirió salir de su habitación junto con su gato, permitiéndole echarse con ella en el sofá mientras jugaba videojuegos, aunque fue poco lo que su gusto duró, ya que Marinette había llegado con Luka.

-Mama me dijo que estabas pintando en tu habitación…

-No logre nada, así que me rendí- Respondió ella encogiéndose de hombros y mirando a la pareja, obvio, sin dejar de picarle a los botones - ¿Y ustedes? Creí que irían con el resto de los chicos

-Íbamos a hacerlo, pero Juleka fue invitada por Rose a algo que no quisieron decirnos y Milene e Iván olvidaron que hoy era un aniversario más de su noviazgo- Respondió Luka, sentándose en el sofá y acariciando a Yue -Oliver y Colette no se reportaron, así que decidimos venir a ver películas aquí

- ¡Maravilloso! - Expresó, aunque la verdad, no supieron si lo dijo por lo que ellos iban a hacer o por haber ganado el combate - ¿Cuál van a ver?

-Decidimos que sería una de terror- Un escalofrío le recorrió la piel, luego Marinette se acercó a ella - ¿Nos acompañas?

Mei no despegó la vista de la pantalla en ningún momento, haciendo gestos y muecas, aunque muy en su interior odiaba las películas de terror y no tenía ganas de pasar el tiempo con ellos.

-Lo pensaré…

Fue su única respuesta para continuar jugando, Luka tomó el segundo control y comenzó a jugar contra ella. Marinette estaba haciendo algunos bocadillos para más tarde, por lo que observaba a su novio y su prima jugar; probablemente la euforia de ambos hizo que Yue eligiera echarse a un lado de la ventana, cerca de donde ella se encontraba.

Cuando sus padres subieron a la casa, Tom se unió a Luka y Mei, pero esta última se retiró del juego cuando el mayor de los hombres la saco del juego, acercándose a donde estaba su gato.

-Vamos Yue, es hora de ir a tu cuarto- El gato solo meneaba la cola, ronroneando feliz de estar rodeado de tanta gente -Anda, que aun debo limpiar tus pelos…

-Déjalo ahí otro rato, ya ha pasado mucho tiempo encerrado, yo lo llevare a tu habitación más tarde- Aseguro Sabine con una sonrisa, acariciando las orejas del perezoso gato -Esta muy a gusto dormido

-Yo limpiare más tarde, no te preocupes por el- Vaya, ahora el gato era el consentido, pero bueno, se encogió de hombros - ¿Vas a salir?

-Solo estaré en mi habitación…

No espero a que alguien dijera algo más, solamente se metió en su habitación, sin cerrar la puerta por si el gato decidía seguirla, tumbándose en la cama y mirando por la ventana. Aun se sentía cansada, por lo que cerró los ojos mientras pensaba que pintar en sus lienzos, hasta que su teléfono la sacó de su concentración; era una llamada de Eric.

-Hola madeimoselle- Habló el chico al otro lado del teléfono - ¿Tienes planes para esta noche?

-La verdad, no- Sonrió, más por el hecho de que la había llamado en muy buen momento - ¿Cómo sabías que necesitaba ser salvada?

-Todo príncipe sabe cuándo su princesa está en apuros- Mei rodo los ojos, siempre comportándose de esa manera tan caballerosa, a veces la exasperaba -Hay una fiesta esta noche en casa de Albert, pasaría por ti a las siete ¿vienes?

-Hecho, te veo más tarde

Una vez Eric colgara ella se puso de pie y abrió la puerta de su closet, buscando un pantalón negro que había visto con anterioridad, sacó una blusa de botones a cuadros y unos botines negros que le gustaban mucho.

No tenía tiempo de darse un baño, por lo que prefirió maquillarse para la fiesta y luego vestirse, colocándose el perfume que Eric le había regalado; su cabello iría suelto nuevamente.

Salió de su habitación cuando el timbre sonó, estaba lista de todas formas, por lo que sus tíos voltearon a verla, sorprendidos por su atuendo y maquillaje; al parecer ellos también verían la película junto con la joven pareja.

-Vaya cambio tan repentino- Comentó Tom mientras tenía abrazada a Sabine - ¿A dónde iras?

-Eric me invitó a una fiesta, fue algo repentino, pero ¿puedo ir? - Ambos adultos asintieron -Gracias, volveré tarde

Ellos sabían que volvería tarde, siempre que salía con el pelirrojo, solía llegar tarde, pero confiaban en ella. Eric le sonrió justo cuando ella abrió la puerta, llevaba las manos en los bolsillos del pantalón, por lo que la invitó a subir con él al auto.

Fueron directo a la fiesta, donde el ambiente ya estaba bastante encendido, al parecer, Albert no solo era un conocido para Eric, parecían llevarse muy bien y Mei lo había notado en varias ocasiones.

-Sabía que vendrían- Comentó Albert al verlos a ambos, saludando con un abrazo muy caluroso al chico y a ella, dándole un beso en el dorso de la mano -Es un placer verlos, adelante, siéntanse como en su casa

Los amigos de Eric ya se habían acostumbrado a la presencia de la chica, siempre a un lado de Eric, como si fuera una extensión más de su cuerpo, estando siempre coordinados y en sincronía uno con el otro. Muchos pensaban que eran novios, pero era algo que ella siempre negaba y que Eric no respingaba, por lo que dejaban pasar el tema.

La música sonaba en el jardín, ambos bailaban, la afinidad que compartían era asombrosa; esta era la estrategia que Mei utilizaba para que Eric no bebiera tanto alcohol, pero no le disgustaba, amaba bailar, y le gustaba la felicidad de moverse.

[Rio roma – Tan solo un minuto]

Eric miraba a la chica, verla bailar y aferrarse a sus manos le provocaba una felicidad infinita, y aunque el abuelo le había dicho miles de veces que dejara de ser tan desesperado ¡Ya no podía más! Necesitaba saberlo, y arriesgaría todo, en este preciso momento.

La música se había convertido en algo suave, un ritmo apacible que los invitaba a bailar uno pegado al otro, Albert observó a sus amigos, por lo que subió un poco el volumen y, con una sonrisa en el rostro, observó aquellas miradas que solían delatarlos la mayor parte del tiempo.

Ahí estaban, en medio de la pista mientras sus miradas se cruzaban, tal cual dos tontos enamorados; Eric estaba decidido a arriesgarse, estaba a punto de ser el hombre más feliz del mundo o, el mas infeliz, porque el que no arriesga no pierde. Lentamente se fue acercando al rostro de la chica, sin previo aviso, y ella lo notó.

Llevaba unas semanas considerando sus sentimientos, Eric había estado ahí para ella en todo momento, había movido su mundo para acompañarla, para reconfortarla y abrazarla ¿Cuántas noches no pasaría en vela por ponerse al corriente con sus estudios? Ella no lo sabía, pero lo considero y lo valoro desde un principio, porque él no era cualquier chico, el era su caballero, y estaba feliz de tenerlo a su lado.

Sus labios se unieron, suaves, delicados, permitiendo que el aroma del chico inundara su ser, era agradable y a ella le fascinaba; las manos en su cintura, su calor, su sabor, y su cabeza había comenzado a dar vueltas, porque al fin encontraba la luz al final del túnel.

Ya no era Luka, el simplemente había elegido dejarla plantada, no enterándose nunca de sus sentimientos. Los números por buenas acciones no tenían importancia, él se había quedado a su lado desde el día en que se rompió, logrando unir todas y cada una de las piezas, la había reconstruido, moldeado y cada día, la hacía más fuerte.

-Me gustas, Mei…- Soltó al momento en que se separó de ella, pasó saliva pesadamente y ahí, en medio de la pista, nadie les prestaba atención -Ya no puedo ocultarlo más, eres mi luz, mi vida…

Su mano acalló su boca, Mei sonrió, parándose de puntitas y besando sus labios.

Desde ese momento, entendió que para ella las palabras sobraban, la rodeo con sus brazos mientras continuaron bailando, sus manos entrelazadas tiraban del otro en veces, cuando uno se movía de aquí para allá, ya no podían hacer nada sin tener la mano del otro aferrada a la suya ¿Por qué iba a limitarse? Estaba feliz, demasiado, tanto, que olvido el número de copas que había ingerido.

Abrió los ojos, sintiéndose confundida, sobre todo porque no era su habitación, Yue no estaba con ella y nada le era familiar, menos con el dolor de cabeza tan infernal que tenía.

-No esperaba esto de ti- La voz del hombre la sorprendió, a lo lejos, pudo ver al abuelo, sentado en una silla -Del idiota de mi nieto tal vez ¿Pero tú? Bebiste tanto que ni siquiera podías caminar, llamé a tus tíos y les mentí, pero en ti recae decirles la verdad…

Mei asintió, ese hombre era lo más cercano a un abuelo para ella, por lo que no pasaría por alto su autoridad. El bastón golpeo el piso, una sirvienta entró con una charola y la dejó sobre las piernas de la chica en la cama.

-El té ayudará a tú resaca, iré a despertar al idiota de mi nieto- El viejo Yang comenzó su andar, ella tomó la taza, reconfortándose con el calor y el aroma, pero el viejo hablo a tan solo unos pasos de la puerta -Mei Ling, aun te falta mucho por aprender respecto al uso de dragones, y el control en los impulsos humanos es esencial, se que tienes mejor autocontrol que él, y por eso te digo esto

-De verdad lo siento abuelo- Respondió muy apenada, pero sin dejar de mirarlo -Prometo ser una mejor guardiana, de eso no hay duda

-Esa es mi chica…

Los gritos de dolor la divirtieron, aunque eso no le quitaba el dolor de cabeza y el té la había hecho sentirse mejor; la misma sirvienta había entrado al cuarto, dejándole un desayuno y una taza de té, diferente al primero que había tomado.

Eric apareció en la puerta, rascándose la nuca algo apenado, entrando con pasos pesados y acercándose a la cama, no pudiendo mirar a los ojos a la chica; su chica. Se sentía culpable de haberla puesto ebria, una irresponsabilidad que se le había salido de las manos, pero se lo compensaría.

Cuando Mei volvió a casa le explicó todo a sus tíos, disculpándose por lo que había pasado, disculpando al abuelo Yang y prometiendo nunca más volver a hacerlo. Tom y Sabine no la castigaron, ellos sabían que su sobrina era una chica que sabía claramente lo que había hecho, por lo que, por esta ocasión lo dejaron pasar; sobre todo cuando la chica fue y tomo una ducha y bajo a hacer su trabajo del día.

Horas mas tarde, el chico izo acto de presencia en la panadería, llegando con un ramo de rosas rojas, lo que hizo que Sabine se sorprendiera, mirando a su esposo.

-Buenas tardes- Saludo el chico, dirigiéndose principalmente al matrimonio, Mei estaba petrificada desde la parte de atrás, con las manos en la boca -Vengo a pedirles permiso para salir con su hija… perdón, sobrina

-Bueno, claro es que Mei ya es mas nuestra hija- Habló Tom, mirando al chico, a quien pareciera que la confianza le flaqueaba; la chica rio por lo divertido de la escena, después de todo, Eric solía ser un chico lleno de confianza, pero, sobre todo, de labia -No voy a darte una larga platica de nada, porque se ha vuelto bastante independiente, pero si en algún momento, llorara por tu culpa, te las verías conmigo

-Tom, no lo asustes…

-No Sabine, lo entiendo y no tengo intención de dañar nunca mas su corazón- Aclaro el chico, mirando a Mei con una sonrisa -Porque lo que más odiaría, es verla llorar

Durante los días siguientes, Eric no cabía de felicidad, los entrenamientos con Chloe eran… ¿Qué eran? ¿Qué estaba haciendo? Bueno, la rubia tenia oportunidad de darle algunos golpes y sacarlo de su ensoñación, y eso estaba bien, al menos para el abuelo, quien no encontraba la manera de bajarlo de su nube.

-Esta bien, basta- Anunció el abuelo al ver a Chloe derrotando a su nieto -Es todo por hoy muchachos, puedes irte Chloe

-Gracias, maestro- Chloe se retiro del gimnasio, por lo que Eric estaba ahí, tirado en el piso mientras escuchaba los pasos de su abuelo acercarse.

- ¿Cuántas flexiones? – Pregunto con una sonrisa boba en el rostro.

-De nada servirá, no mientras tengas en tu cabeza a una peli jade con ojos bonitos -El abuelo suspiro, dándole oportunidad de que se pusiera en pie - ¿Vas a salir con ella hoy?

-Probablemente, ya termine mis pendientes con la escuela y… quiero darle un regalo que tengo guardado desde hace unos meses- Se estaba quitando las vendas de las manos, sin quitar la sonrisa de sus labios y mirando el reloj -Me daré un baño y me voy, quede de acompañarla a entregar un cuadro

-Por cierto…- Eric apenas había alcanzado a detenerse a la entrada del gimnasio -Dile que quiero hablar con ella sobre una pintura por favor

Asintió, retirándose de inmediato para darse una ducha y poder llegar a tiempo a ver a la chica.

- ¿Qué vas a ponerte hoy? - Le preguntó Jia a la chica mientras miraba su closet, pensativa y rendida -Tienes solo media hora antes de que llegue Eric

-No me apresures Jia, es la primera vez que saldré con Eric en una cita formal- Se mordía la uña del dedo gordo, se había quedado sin opciones, pero encontró un pantalón blanco, por lo que tomó sus botines favoritos y una blusa de tirantes negra, sobre ella se colocaría un saco de manga tres cuartos de tela delgada semi transparente -Creo que esto es perfecto ¿Qué opinan?

- ¿No se ve algo informal? – Expreso Bax, mirando a la chica con el ceño fruncido -Debería ser algo más… formal…

Todos lo miraron, Mei lo pensó un poco, no tenia idea de a donde la llevaría o que es lo que harían, pero ella también lo conocía, y sabía que no era un chico tan formal como aparentaba; la finta de niño rico era solo en eventos diplomáticos.

-Lo siento, pero no tengo nada mejor por ahora- Expresó, quitándose la bata y colocándose rápidamente lo que había tomado de su closet, el cabello le molestaba un poco, por lo que lo ato delicadamente con una mascada y ¡voila! -Todo esta mucho mejor

El timbre sonó en ese momento, sonrió de felicidad y tomó su pequeño bolso y el cuadro que entregaría.

-El príncipe azul ah llegado- Soltó Sabine al verla salir en un arranque de ida y vuelta en busca de algo -Tus llaves están en la entrada

-No sé qué haría sin ti- Se tomó el tiempo suficiente para abrazar a su tía y darle un beso en la mejilla -Gracias por todo

Sabine le dio una palmadita en la mejilla, apremiante y con mucho significado para la chica, quien salió disparada por las escaleras hacia la entrada y, abriendo la puerta, sonrió al pelirrojo.

-Una dama con manos tan delicadas no debería cargar algo tan pesado- Eric tomó el cuadro, haciendo que la chica se parara en jarras, mirándolo con una mueca reprobatoria -Lo lamento, pero MI princesa tiene que ser la consentida

- ¿Desde cuándo acepte ser tu princesa? - Soltó ella, abrazándolo por la cintura y parándose en putitas para depositar un beso en sus labios -Ah, ya lo recuerdo…

Eric sonrió, sobre todo porque la chica había comenzado a hacer bromas, la construcción que le había hecho desde el interior se notaba, era más feliz, mas alegre, menos pesimista y, sobre todo, él era feliz; ambos eran felices, porque en más de una ocasión el abuelo debía darle de bastonazos para que volviera a la realidad.

Después de entregar el cuadro, Eric la llevó al cine, pasearon por aquí y por allá, algo que, para él, era definitivamente una ensoñación, todo parecía ser sacado de un cuento.

La noche los cubría mientras ambos caminaban, abrazados, riendo, platicando, bromeando; pero Mei tenía una duda, una gran incógnita que la invadía desde que conocía al muchacho. Ella sabía de su madre por el abuelo Yang, pero ¿Y su padre?

- ¿Puedo hacerte una pregunta un tanto, personal? - Ambos miraban las estrellas, tirados en el parque mientras él la pegaba a su cuerpo con el brazo que tenía bajo el cuerpo de ella, esa era también una afirmación - ¿Qué paso con tu padre?

-Ah, él… es un tema algo, duro- Suspiró, mirando los orbes grises de la chica, buscando valor para hablar de él -Después de que mama murió, el tampoco volvió a ser el mismo, ser el cuarto destinado para proteger la caja del Panteón draconico ¿Qué es eso? Mi hijo no puede perder el tiempo con nimiedades

Arremedo el tono de su padre, pero esta vez, ella no rio o hizo burla alguna, lo que indicaba que estaba poniendo atención. Los ojos de Eric se cerraron por unos segundos, abriéndolos hacia el cielo y haciendo una mueca.

-El es administrador, o contador, no sé, algo de relaciones y quien sabe cuanta cosa- Se encogió de hombros, como si eso no le importara -Sabias… ¿Qué era mucho mayor que mama?

-No- Esto le intereso, sobre todo porque había visto cuadros de la madre de Eric y era relativamente una mujer joven a la vista -Eric, si no quieres hablar de esto…

-No, esta bien, supongo que es necesario que hablemos de esto antes de que pase más tiempo- Esta vez se giró en el césped para abrazarla, buscando algún tipo de consuelo, algo que la chica entendió, por lo que le acaricio el rostro -Mamá era casi quince años más joven que papá, aun no entiendo por qué el abuelo permitió su unión, pero, se amaban mucho…

-Y agradezco ese amor, porque si no, tu no estarías aquí conmigo- El abrazo se profundizo, sintiendo como si se fusionaran uno con el otro, sintiendo el latir de sus corazones -No se que haría sin ti, porque eres mi fortaleza cada día que pasa, mi pilar

Eric no tenía palabras, no quería seguir hablando de su padre cuando estaba pasando por algo tan feliz con su amada y, aunque tuvieran pocos días de estar saliendo, él ya la amaba más que a cualquier otra cosa en el mundo, porque desde ese día, se había convertido en su aire, su oxígeno, su todo.

[Drake Bell - Makes Me Happy]

El auto se había detenido frente a la panadería cerca de la media noche, ambos bajaron del auto, la chica abrió la puerta de la casa, girándose para despedirse del pelirrojo, pero él ya tenia un regalo frente a ella, por lo que se cubrió la expresión con las manos, no dejando de mostrar la sorpresa en sus ojos.

-Eric, pero… esos…

-Son como el que Lila te hecho a perder en la playa- Mei los tomó, eran cinco cuadernos de diferentes tamaños, a parte de eso, llevaba algunos pinceles y pinturas que también había comprado en su viaje a Étretat -Quería dártelos desde hace mucho, pero, creo que esta es la ocasión perfecta

-Contigo, todas las ocasiones son perfectas- Agrego la chica, mirándolo a los ojos con devoción -Siempre lo serán…

-No, ésta es mucho más especial- Murmuró el chico, dando un paso al frente, terminando con la distancia que se había marcado entre ellos -Se que es muy pronto para esto, pero no puedo evitar hacerlo tan repentino, Mei… quieres ¿ser mi novia?

Ella sonrió, ladeo la cabeza un poco y, sin dejar de mirar sus ojos esmeraldas, respondió.

-Si- Su pecho se ensancho ¿Cuánto medio tenía nuevamente de que le dijera que no? -Y no tengo porque arrepentirme de nada

[Makes Me Happy - Drake Bell]

Sostuvo su regalo con un brazo, halando al chico hacia ella y besándole los labios, algo que el no podía rechazar.

-Wow- Fue lo único que expreso al momento de separarse -Que descanses

Mei le acaricio la mejilla una vez más, avanzando hacia la puerta y guiñándole un ojo, para luego cerrar la puerta y dejar al chico solo, bajo la luz de la luna.

Estaba por subir de nuevo a su auto, pero algo llamó su atención, así que se desvió hacia el parque, sintiendo la misma magia que había sentido en el puente aquella vez.

-No tienes porque esconderte, no creo que necesites estar más tiempo aquí- Agregó el pelirrojo, haciendo que dos cuerpos salieran de detrás de un árbol, y vaya sorpresa al ver al chico -Lo lamento niño, pero ella ha tomado su decisión

-Puedo verlo- Mostró su mano izquierda, la cual ya había comenzado a desaparecer -Cuida bien de ella…

-Te lo prometo

Lo que pasara con la chica realmente no tenía importancia, probablemente nunca más la volvería a ver, pero ya nada lo podría frenar a él, porque tenía lo que había estado peleando en la vida; el amor de su vida.

Condujo con la felicidad rebosando en su interior, aparco el auto y entró a casa, donde pudo ver a su abuelo, quien pareció preguntarle algo con la mirada.

-Lo has hecho ¿verdad? - Eric se encogió de hombros -La paciencia es una virtud

-Lo se abuelo, pero mi virtud no es esperar y entre mas tiempo deje pasar, solo crecerá mi desesperación- Un bastonazo en la cabeza y otro en las corvas -Oficialmente es mi novia ¿Cuándo crees que pueda pedirle ser mi esposa?

-No seas idiota- Le dijo el abuelo con toda la tranquilidad del mundo - ¿La quieres asustar? ¿Quién en su sano juicio acepta casarse con un idiota como tú?

-Ella, y te lo voy a demostrar…

Otro bastonazo directo a la cabeza.

-Eric, escucha…

-No abuelo, escúchame tu a mi- El abuelo Yang se detuvo en seco, sobre todo, por la seriedad de sus palabras, cosa rara en él -Amo a Mei, más de lo que probablemente pude amar a otra chica, supe que ella era a quien deseaba tener a mi lado por el resto de mi vida, y si ella hubiera elegido esperar e irse con el guitarrista, la hubiera dejado, porque la amo, y al final, mi corazón sería feliz con eso…

- ¿Y hubieras podido ser feliz con eso? - Eric se sorprendió, porque lo había interrumpido -¿Hubieras podido ser feliz con otra chica que no fuera Mei?

-Si, porque si ella era feliz, yo también lo sería, y dejaría a la chica que yo elegiría ser como ella es, porque no tendría derecho a cambiarla…

Suspiró, su nieto no era un idiota completo, al parecer.

Eric había olvidado darle el mensaje a la chica, por lo que no perdió tiempo en ir a visitarla al día siguiente y sin más, darles la noticia a los tutores de la chica. No es que Tom no quisiera o que el poco tiempo que llevaban saliendo representara algún problema, pero Sabine siempre había visto al chico con buenos ojos y nunca tratando de mal pasarse con su sobrina, por lo que, ambos aceptaron su noviazgo.

- ¿Por qué no vas a ver que quiere el abuelo Yang? - Insistió Sabine, notando como su sobrina se sorprendía -Hoy no tienes nada que hacer, así que ve

Mei se quito su delantal, momento para el cual, a Eric se le ocurrió otra idea, pero ya la aplicaría después. La chica se despidió de sus padres, saliendo de la panadería y subiendo al auto del chico, quien, no perdió tiempo en abrirle la puerta y cerrarla una vez ella estuvo dentro; esto la hizo sonrojar, rectificando para ella misma el hecho de que él era su príncipe.

Cuando llegaron a casa del muchacho, lo primero que hizo el abuelo fue recibirla con un caluroso abrazo, dándole una especie de bienvenida formal a la familia.

-El idiota de mi nieto compensa su inteligencia de otras maneras, pero me alegra que te haya traído- Anunció el hombre mientras caminaba en dirección a las escaleras, deteniéndose en el descanso, donde había un muro de unos tres metros de alto como dos de ancho -Hace mucho tiempo que quiero colocar un cuadro ahí, odio ver la pared vacía y, obviamente no puedo hacerlo yo, sin embargo, se que alguien joven como tú puede lograrlo y superar mis expectativas

-Creo que estas confiando demasiado en mi abuelo- Sentencio la chica con algo de burla, aunque bueno, ya había trabajado los murales de la obra para la escuela ¿Por qué no una tan privada como esa? - ¿Qué es lo que tiene en mente?

-Nada en especial, quisiera que me sorprendieras con un poco de tu creatividad- Mei miró al abuelo, viendo algo de añoranza en él -Nunca me has fallado pequeña, así que lo dejo a tu criterio

Mei se quedó ahí, de pie, mientras el abuelo se alejaba hacia una de las habitaciones, Eric se coloco a su lado, tomándola de la mano y mirando el muro. Eric sabía que ya estaba haciendo cuentas y divisiones.

- ¿Crees poder hacerlo?

-Puedo, pero no he visto lienzos de este tamaño- Murmuró la chica, notablemente pensativa -A menos de que quiera que pinte la pared

-Aquí había un cuadro de mama, pero mi padre lo quito, llevándoselo a su habitación una vez ella falleció- Vaya, aun no conocía a su "suegro" y ya estaba cayéndole mal -Cubrir las expectativas del abuelo es fácil para ti, pareces llevarte muy bien con el y se entienden

-No es tan fácil, no conociendo el contexto que él tiene sobre este muro, para él, hay un sentimiento dentro de todo- Mei entendía como podía sentirse el abuelo, y confiarle a ella algo tan importante la mantenía muy pensativa -Creo que esto es más difícil que la presentación musical

Tras unos días de bocetaje e investigación, Mei tenía algunas ideas un poco más claras, sin embargo, por más que trataba de obtener alguna aprobación del abuelo, este siempre se negaba a dárselas, ya que él deseaba que ella hiciera lo que su voluntad le dictara; esto era más difícil de lo que pensó.

Esa noche había tenido problemas para conciliar el sueño, llevaba ya una semana trabajando en el boceto y aun no sabía con exactitud que era lo que haría en el muro pero, como quien no quiere la cosa, comenzó a soñar con todo lo que había investigado, leído y observado, la imagen llegó a su mente, todo tenía sentido y claridad, por lo que se presentó al día siguiente en casa de los Yang, decidida a comenzar el trabajo.

Cubrió ventanas, piso, escaleras y todo aquello que estaba más cerca de su área de trabajo, dando paso a la pintura base para comenzar a trabajar, y aunque el azul opaco era un bello color, no cumplía con su gama de colores para esa obra.

Era el decimo día trabajando en el muro, había dividido el cuadro en cuatro para no perder ritmo o concentración y no tener que estar moviendo la escalera de un lado para otro, en una escala porcentual, estaba a un diez por ciento del trabajo.

Comenzaba a admitir que odiaba hacer trabajos grandes, pero estar en casa del chico la mantenía sumamente en paz, sobre todo por la música; por las mañanas, que era cuando el solía estar en la universidad, el abuelo admiraba su trabajo, poniendo un tocadiscos con música tradicional china. Esto les ayudaba de terapia a ambos, por una parte, ella venia de china directamente, mientras que, el abuelo, era un descendiente directo del viejo guardián Yang, por lo que no estaba tan mal relacionado con sus raíces.

-Me Ling…- Era extraño oír su nombre completo, ya estaba tan acostumbra a que únicamente le decían Mei, olvidando que el abuelo conocía las raíces de su nombre completo, no es que tuviera dos nombres, su nombre era solo uno y tenía un significado que hacía referencia a su cabello; "hermosos destellos de piezas jade" -Quiero saber, cuan feliz eres al lado de mi nieto

El tono de voz, la simpleza de sus palabras, y la omisión de insultos calificativos hacia el chico le avisaron de que hablaba seriamente; dejo de lado sus pinceles, limpiándose la pintura de las manos en el blusón, ropa que ya no le servía desde hace mucho tiempo, pero que utilizaba para no arruinar su ropa normal.

-Abuelo, la verdad es… que soy muy feliz al lado de Eric, lejos de sentirme aprisionada o controlada, con él puedo ser yo misma sin ningún problema- Se había acercado a él, sentándose en el piso con las piernas cruzadas, quedando ligeramente más abajo que él por la distancia entre el piso y el asiento de la silla -Me siento fuerte, amada, y mucho más segura de mi misma que antes

-Mi niña- El abuelo coloco su mano sobre la cabeza la chica -Eres tal y como mi hija era, amable, dulce, fuerte, perseverante… eres mi nieta también, siempre te he considerado parte de esta familia, y es un gran honor que hayas aceptado la compañía de Eric, espero que seas la luz que le hacía falta en su camino

Ese día, Mei había llevado algo de material para hacer un pastel en la casa, obviamente el chef no estaba del todo de acuerdo que una invitada, y novia del joven usara la cocina, pero ella estaba lista para romper con el molde de Eric, preparando el pastel que su madre hacia cuando él era niño.

-Ya volví…- Anunció el chico cerrando la puerta tras de sí, notando que ni Mei y el abuelo se encontraban en el descanso de la escalera - ¿Dónde se habrán ido?

Dejo su mochila en la entrada, escuchando un alboroto en la cocina, lugar al que se dirigió sin miramientos, siendo interceptado por Mei.

-Te estábamos esperando- Sintió algo extraño en ella, como si le estuviera ocultando algo, su sonrisa la delataba -Vamos al comedor, tengo una sorpresa para ti

Ambos tomaron asiento en el comedor, donde ya se encontraba el abuelo sentado con su respectiva taza de té, de un momento a otro, el pastel estuvo frente a ellos, Mei trato de contener la emoción mientras Eric miraba con asombro lo que llegaba a la mesa.

-Espera, no…- Detuvo un impulso, uno muy fuerte por querer retirarse de la mesa, por huir de ahí -Mei… ¿tu?

- ¿Qué tiene de malo? – Pregunto ella, mirando al chico con una sonrisa en los labios -Es un pastel…

Si, era un pastel, pero para él, tenía un significado mucho más grande, uno en el cual ella no tenía conocimiento, donde se acercaba a tocar una fibra muy delicada de su ser. El abuelo hizo una seña, momento para el cual, una de las sirvientas dejó frente a la chica una taza con un Chai Latte y, frente a Eric, una humeante taza de café negro con poca leche.

Eric vio pasar la rebanada de pastel frente a su rostro, viendo como la dejaban frente a él, mirándola como si viera un monstruo, paseo la mirada del pastel al tenedor y viceversa, sintió la pesada mirada de su abuelo, haciéndolo vacilar ¡El no deseaba eso! Sin embargo, estaba seguro, de que, si no lo hacía, lo único que se ganaría sería un bastonazo por parte del anciano.

Tomo el cubierto con delicadeza, sentí el temblor en su mano, no… ¡el cubierto de verdad temblaba! Apenas toco la punta de la rebanada, partiendo lo más pequeño que podía bajo la mirada expectante de su novia, suspiró pesadamente mientras se llevaba el dulce a la boca.

Seriedad, no había expresión en su rostro, solo tomó otra probada, y otra, y otra, hasta que terminó con la rebanada. Tomó un sorbo de café y con los puños sobre la mesa, se levantó de su silla.

-Gracias…

Fue lo único que dijo, para darse media vuelta y retirarse con los ojos vidriosos.

-Creo que no salió como esperábamos- Murmuró Mei, tomando la taza y bebiendo un poco del líquido que contenía -Yo, creo que me retirare por hoy

Se levantó de su silla y se acercó al abuelo para darle un beso de despedida, tomando su mochila a la salida y retirándose de la casa.

Cuando llego a su hogar, sentía que algo había salido mal en todo el plan, había estado deseando compartir con él todo lo que alguna vez le fue arrebatado, pero claro estaba que el no deseaba avanzar; había sentido el rechazo desde un principio, por lo que se tiro en la cama, permitiendo que Yue se dejara caer sobre ella, comenzando a asfixiarla.

-Tal vez no fue una buena idea…- Murmuró, acariciando las puntiagudas orejas del felino, permitiendo que ronroneara en su pecho mientras la mimaba con sus patas -Ay Yue, no debí haber ido tan lejos…

Sin pensarlo, se había quedado dormida con Yue sobre ella, quedándose así por varias horas, al menos hasta que Marinette irrumpió en su cuarto, al menos eso vio al abrir los ojos.

- ¿Cuántas veces te he dicho que este tigre puede matarte de una asfixia? – Mei frunció el ceño, mirando para todos lados, sintiendo el cuerpo de Yue desaparecer de su vista y dándole el tiempo suficiente para reaccionar, tallándose los ojos con los pulgares -Eric te ha estado marcando por horas, esta preocupado por ti

-Lo siento, no se que me paso…- Tomó su teléfono, viendo la cantidad enorme de llamadas y mensajes que tenía del chico; bostezo -Las once…

-¿Vas a regresarle la llamada?

-Si, o no estará tranquilo- Marinette sonrió, por suerte estaba despierta para recibir ese mensaje, o ella tampoco habría contestado -Gracias Mari, descansa

Se despidió de su prima y del gato y salió de la habitación, Mei se sentó a la orilla de la ventana, marcando el numero de su novio, quien respondiera al segundo timbre.

-Nena yo… lo siento… no quería…

-Eric, espera, tranquilo…- Se frotó la cara, tratando de espabilarse -No has hecho nada, la que metió la pata fui yo, nunca debí atreverme a hacer algo tan fuerte

Silencio, sepulcral silencio ¿Quién lo rompería?

-El abuelo me dijo lo de tu madre, el me hablo de los pasteles y postres que solía hacer para ti- Mei habló con culpa en la voz, pidiendo perdón tan discretamente que ni siquiera era capaz de continuar como tal -Perdóname… no volveré a hacerlo…

Nuevamente el silencio, por largo rato, ninguno de los dos dijo nada ¿Se había terminado todo? Sus labios se movían, como queriendo decir algo y, a la vez, no pudiera sacar lo que su pecho cargaba, pero entonces, la voz de él la trajo de vuelta a la vida.

-Pero quiero que lo hagas- Sorprendida, parpadeo unas cuantas veces -Estaba asustado, y lo siento mucho por mi reacción, se que no puedo engañar a tu sexto sentido, y te pido una disculpa, pero quiero que hagas todas las recetas de mama, para mi… y claro, para nuestros hijos…

-Eric…- Escuchar hablar al chico tan a futuro la enterneció, apenas tenían unos días de noviazgo, pero para ella, es como si fueran mas -Puedes asegurar eso

La paz había vuelto a ambos, sin querer, habían dado un paso enorme en su relación, el hecho de que Eric volviera a comer dulces, solo le decía al abuelo que esto era mucho mejor de lo que esperaba y de lo que podía esperar de la chica.

El cumpleaños de Mei no había pasado desapercibido, habían celebrado con una cena al aire libre, una película en la casa de él y al día siguiente celebrado con la familia de la chica; obviamente, Chloe no podía faltar.

El trabajo en el muro le había llevado unos tres meses, alcanzando a terminarlo antes de año nuevo, un excelente regalo de año nuevo para el abuelo, quien quedó sorprendido por el trabajo de la chica, viendo en el espejo que había hecho de su difunta hija, algo que no lo había molestado, al contrario, le dio vitalidad.

Un nuevo año y cosas mejores les esperaban, en ningún momento habían dejado de combatir contra los draco-akumas, no teniendo noticias de Zhao, no de momento, algo que los mantenía tranquilos; sin embargo, el abuelo sabía que, probablemente, la paz debía terminar para dar paso a la recuperación del resto de los anillos.