CAPÍTULO 4
Helga escondió muy bien en el fondo de un baúl el pequeño equipaje que acababa de preparar y se sentó en la cama, pensando que era una suerte que su hermana tuviera en esa casa algunas de sus joyas, no eran las más finas y costosas, pero bien le valdrían para patrocinar su huida.
Fijó la vista en sus manos y las frotó enérgicamente.
¿Por qué sus manos aún tenían memoria de su toque?
Debía de ser porque fue algo desagradable, ¿no? Sí, eso era. Definitivamente no le había gustado que él se tomara esas libertades con ella.
Frotó las manos en su vestido, igual que lo haría una niña para limpiar sus manos después de tocar algo repulsivo.
¡El ex prometido de su hermana no le gustaba!
Aunque...
Tenía que reconocer que había sido muy amable hasta el momento, también era agradable y sí, si ya estaba en eso de reconocer las cosas, también era apuesto, no del tipo que te roba el aliento al verlo, pero tenía algo, su sonrisa era linda y sus ojos...sus ojos eran brillantes y tan verdes...
Sacudió la cabeza.
Estaba divagando, él era para ella nada más que un prácticamente desconocido, en quien no debía malgastar sus pensamientos, más bien debía concentrarse totalmente en su escape.
Se golpeó las mejillas.
—Concéntrate y piensa en cómo vas a irte de aquí — se dijo así misma con voz baja y fue hacia el escritorio, decidida en dejar de distraerse y trazar el plan que la sacaría de allí.
A la mañana siguiente aún no tenía un plan...
Y tampoco había podido sacarse de la mente al señor Shortman. Suspiró exasperada mientras jugaba con su desayuno.
—Me alegra —habló Miriam con voz baja —que hayas entendido que una dama no debe atiborrarse con comida, pero ahora espero que entiendas que tampoco se juega con ella. Lo mejor es que vayas a arreglarte para tu prometido, no creo que tarde en llegar.
Helga se limitó a mirar a su madre, quería gritarle que él no era su prometido, pero prefirió guardar silencio y marcharse.
¡No iba a arreglarse para él! Es más, ni siquiera quería verlo ese día, ¡lo aborrecía! Sí, eso era, no había dejado de pensar en él porque se sentía culpable por estarlo engañando, pero era todo, él no le atraía ni siquiera le agradaba un poquito, solo le tenía un poco de lástima, pero hasta allí.
Cuando apareció en el salón ante su madre y el señor Shortman que la estaban esperando, su madre la miró con disgusto. No sólo no se había arreglado, sino que se puso el vestido más sencillo que encontró y no llevaba joyas e incluso había prescindido de los guantes, estaba totalmente informal. Sin embargo, no se amilanó ante el enojo de su madre, al contrario, levantó la barbilla en actitud retadora.
—Hilda —Miriam se sentía realmente molesta, pero trataba de controlarse, tenía que fingir estar con su Hilda y no con la rebelde de Helga —, querida, deberías ir a ponerte otro vestido, ese es demasiado sencillo y el señor Shortman está aquí...
—A mí no me importa, es más creo que su hija está perfecta.
—¡¿En serio?!
—¡¿Sí?!
Dijeron ambas al mismo tiempo, mirándolo sorprendidas.
—Sí — contestó Arnold sinceramente—, sobre todo para los planes que tengo —él sonrió—, si usted lo permite, claro —se dirigió a Miriam.
Helga fingía estar atenta al paisaje y evitaba voltear a ver a su acompañante. Resulta que los planes del señor Shortman eran ir a dar un paseo, solos ellos dos y por eso ahora iba a su lado en una sencilla carreta que él mismo manejaba.
Cuando se detuvieron, él bajó y Helga lo vio tomar una cesta de la carreta y luego dirigirse hacia ella para ayudarla a bajar.
—¿Qué le ha pasado? —preguntó él, mirando con preocupación la maltrecha mano que ella le dio.
—¡Nada! —retiró rápidamente su mano —Yo… Estuve trabajando en el jardín —se le ocurrió decir para justificar lo que años de trabajo en el instituto Wellington causaron y sin volver a darle la mano y bajó por su cuenta, ante el visible asombro de él.
—Iba a ayudarle a...
— Pude hacerlo sola— sonrió fugazmente y con desgano. Él le ofreció el brazo—. Gracias, pero usted lleva la cesta, yo puedo caminar sola, estaré bien ¿Hacia dónde?
Arnold estaba perplejo, nunca había visto una actitud así tan beligerante en ella. Señaló hacía la dirección a la quería que fueran y vio a su prometida caminar delante hacia allá, con paso enérgico, incluso levantando un poco su larga falda en el proceso.
No tuvieron que caminar mucho para encontrarse frente a un campo de flores, Helga se detuvo de inmediato para contemplar el paisaje que ahora tenía enfrente.
—Es bonito, ¿no le parece? —Helga asintió sin mirarlo a él —Ayer supe de la existencia de este lugar y pensé que le agradaría venir, además...supuse que tal vez le caería bien estar unos minutos alejada de su madre —ella volteó a verlo —. Perdone, espero no haberla molestado con mi comentario, pero es que ayer, bueno, noté que su madre no la dejaba hablar mucho y parecía estar más al pendiente de usted que de costumbre, claro debe de ser porque está preocupada por su salud, pero...pues, yo pensé que tal vez le vendría bien un respiro, aunque...creo que me equivoqué, no parece muy a gusto con mi compañía.
—No es eso, es que... —guardó silencio de golpe, no podía decirle que se comportaba así para mantenerse alejada de él porque... Porque en realidad deseaba su cercanía, esa auto revelación la dejó enormemente sorprendida.
—¿Es que qué? —preguntó él, ansioso.
—Es que...no sé qué piensa de mí después de lo que pasó ayer...
—¿Le parece si acomodamos esto... —Arnold sonrió y levantó un poco la cesta, se sentía mucho mejor tras la respuesta de su prometida, en verdad llegó a pensar que él era el responsable de su actitud —y luego hablamos? —le ofreció el brazo libre —Las flores son muy lindas, pero hacen que el terreno sea muy engañoso, no quiero que tropiece y se haga daño —ella aceptó su ofrecimiento y eso lo alegró.
En cuanto estuvieron instalados, Helga esperaba que él comenzara a hablar, pero no fue así, Arnold se centró en comer los bocadillos que llevaba y ella intentaba hacer lo mismo, pero simplemente no podía, todo se veía delicioso pero su cercanía le quitaba el apetito.
—Me sorprendió —de esta manera Arnold finalmente rompió el incomodo silencio —, no esperaba que usted pudiera actuar de esa manera, debo admitirlo, pero sinceramente se ganó mi admiración... Aunque le ruego que no vuelva a exponerse de esa manera, me preocupé mucho por usted.
Helga bajó la vista. Nadie antes le había dicho que admiraba su comportamiento y mucho menos que se preocupara por ella, aunque...en realidad no era ella quien despertaba esa preocupación si no su hermana ¿Por qué le dolía tanto que fuera así?
—Arreglé todo para que la niña y su familia reciban ayuda —agregó Arnold, esperando alegrarla porque de repente le pareció decaída, tal vez interpretó lo último que él le dijo como un regaño.
—¿De verdad? —lo miró incrédula.
—De verdad, el médico ya fue a ver a la madre y se les llevará comida diariamente, además de otras cosas que necesiten.
—¿Por qué lo hace? ¿Porque es buena persona o para impresionarme? —estaba segura de que él respondería que, por lo primero, después de todo las personas siempre gozan de vanagloriarse.
—Me gustaría decir que, porque soy buena persona, pero no es así y tampoco lo hago por la segunda razón —puso una mano sobre la mano de ella —, sino por complacerla. Pensé que con eso la alegraría, desde que la conozco no la he visto sonreír muy a menudo y yo deseo verla siempre feliz...
Él tomó su mano gentil pero firmemente y la llevó hacia sus labios para besarla, mirándola tan intensamente que a Helga se le cortó la respiración.
Debería apartar la mirada, debería apartar su mano, pensaba ella, pero no lo hizo. Fue él quien se alejó un poco y el dejar de sentir la calidez que provocaba la presión de sus labios contra su piel, no le gustó para nada a la joven.
Arnold con su mano libre le acarició la mejilla, se había propuesto no volverla a incomodar como lo había hecho aquella vez en la fiesta, cuando la besó, pero no podía evitarlo, estaba enamorado y deseaba acercarse más ella...y tal vez ella también, porque no se apartaba de él.
Poco a poco, para no sobresaltarla, fue acercando su rostro al de ella, fijó su atención a sus labios, ella los entreabrió y para él eso fue como una muda invitación...
El fuerte graznido de unas escandalosas aves rompió el encanto y Helga se alejó bruscamente de él.
—Discúlpeme —dijo ella, evitando mirarle —, pero no me siento muy bien, ¿podríamos regresar ya?
—Claro —Arnold no pudo evitar que la decepción impregnara su voz.
Helga miraba desde la ventana de su habitación hacia el jardín, aunque en realidad no estaba prestando atención a nada en particular.
No dejaba de pensar en lo ocurrido esa mañana. Había leído suficientes poemas y novelas románticas como para saber bien cuales eran las intenciones de él, quiso besarla y ella…
Ella tenía que reconocer que quería que la besara.
Recargó la frente en el cristal.
—¡Por Dios! ¿Qué me está pasando?
No podía permitir que eso continuara, no debía olvidar que realmente él a quien quería era a su hermana, a Hilda y además... Él era un hombre bueno, un par de días le bastaron para darse cuenta de eso y no se merecía que su familia lo engañara como lo estaba haciendo.
Le diría la verdad, él tenía derecho a saber lo que ocurrió con Hilda y también por qué ella se prestó a esa farsa.
Sí, eso haría.
Al día siguiente, igual que hizo los días anteriores, el señor Shortman fue a visitarlas, se portó extremadamente cortés con ella, pero distante y no buscó quedarse a solas con ella, así que no pudo hablar con él como tenía planeado.
—Espere, por favor —Helga lo alcanzó cuando él se estaba marchando —¿Puedo hablarle un momento? —por la manera en la que evitaba mirarla, Helga temió que se negara, pero al final aceptó.
Fueron al jardín frontal.
—Yo... —dijo ella.
—Discúlpeme... —dijo él al mismo tiempo.
—¿Por qué? —ella no comprendía el porqué de la disculpa.
—Por lo de ayer. Yo... —Arnold carraspeo un poco.
¿Acaso él se había sonrojado? A Helga le pareció que sí.
—Yo —continuó Arnold —me había propuesto no volverla a incomodar de esa manera, no fue mi intención ofenderla, ni hacerla sentir mal.
Claramente se refería al intento de besarla, pensó Helga.
—No, no me ofendió...yo solo...me tomó por sorpresa, pero no me hizo sentir mal... —¿por qué le dijo eso? Debió haberle dicho que así fue, que él había actuado de forma incorrecta y que le exigía que no volviera a hacerlo ¡Era una tonta! Ella se auto recriminó.
—¿Lo dice en serio?
Ella asintió muy a su pesar y sin mirarlo.
Estaban separados por unos pasos y Arnold decidió acortar la distancia. El corazón de Helga se aceleró, él estaba acercándose más y más, y ella era consciente, igual que el día anterior, de lo que sucedería si ella lo permitía.
—Discúlpenme... —ellos se alejaron de golpe y una de las sirvientas, que parecía apenada tal vez por interrumpirlos, se acercó para entregarle una nota a Arnold —Dijeron que era urgente —después de una inclinación se marchó.
La frustración y molestia que Arnold sentía se disipó en cuanto leyó la nota.
Helga notó por su expresión que algo no estaba bien.
—¿Qué pasa?
—Es del doctor. Es la madre de la niña...está muy grave…
La escena que se desarrollaba frente a ella era muy dolorosa.
El temor desfiguraba el rostro de los dos niños mayorcitos, una de ellos la niña que había conocido hacía unos días. Los otros dos niños eran muy pequeños y no parecían conscientes de lo que ocurría.
Arnold apartó la vista del doctor y de la enferma, y miró a su prometida. La angustia se leía en su rostro. No debió aceptar traerla, no debió ceder a sus súplicas. Tomó su mano y la apretó gentilmente.
Ese gesto fue enormemente consolador para ella, ojalá fuera ella capaz de dar ese consuelo a los hijos de aquella pobre mujer que yacía moribunda en la única cama de ese humilde lugar.
El doctor giró hacia ellos y negó con la cabeza. Ya no había nada más que se pudiera hacer...
Helga fue corriendo hacia los cuatro niños, cargó al más pequeño y lo abrazó con fuerza, mientras los dos más grandes corrieron hasta la cama, fue desolador ver al pequeño que restaba, mirar a su alrededor sin tener idea de qué hacer. Ella ahogó su llanto, ya había demasiadas lágrimas allí.
—No debí dejar que me acompañara —Arnold le dijo a Helga, mirándola preocupado.
Ella estaba sentada frente a él en el carruaje, estaba cabizbaja y luchaba por controlar sus ganas de llorar.
—¿Qué será de ellos? —Helga estaba refiriéndose a los niños, el doctor se ofreció por el momento a llevarlos con él, pero, ¿y después?
— No se preocupe, no permitiré que queden desamparados.
— Gracias.
Por como ella lo miró, Arnold pensó que diría algo más pero no fue así, tan solo volvió a hundirse en su silencio.
Helga apretó los puños con fuerza, sus lágrimas exigían salir y una parte de ella gritaba que buscara consuelo en el hombre que tenía enfrente. Cerró los ojos fuertemente e instantes después sintió, con sorpresa, unos brazos rodeándola, sin abrir los ojos, hundió el rostro en el pecho de él y ya no pudo contener el llanto.
—¿Está segura que está bien? — ella asintió —Insisto en entrar y a hablar con su madre para explicarle...— habían pasado tanto tiempo fuera, que ya había anochecido.
— No, usted aún tiene muchas cosas por hacer… Yo me encargaré de explicarle.
Arnold asintió. Era verdad, aún debía encargarse de organizar el funeral de aquella pobre mujer.
—De acuerdo —dijo él. Ella estaba pálida y con los ojos rojos e hinchados, le preocupaba —... Prométame que, si llega a sentirse mal, llamará al médico —ella asintió y él por despedida, besó su mano.
—¿En dónde estabas? —Helga suspiró al escuchar esa pregunta en voz de su madre, en cuanto entró a la casa —Bueno, no importa, no voy a regañarte, al contrario —se acercó a su hija y palmeo un par de veces su hombro —...te has ganado una felicitación...los ví en el jardín —se inclinó hacia su hija y le susurro al oído —... Buen trabajo —no había esperado que Helga llegara a hacer bien las cosas pero en pocos días había convencido al señor Shortman e incluso había logrado más cercanía de la que Hilda tuvo con él.
—Buenas noches —dijo Helga cortante, no estaba de humor para lidiar con ella, pero cuando pasó al lado de su madre, esta la detuvo, tomándola con fuerza por la muñeca.
—¿Por qué esa actitud? —habló Miriam entre dientes —Te estoy felicitando —Helga mantuvo su silencio y su actitud —No me hagas enojar ahora que estoy feliz de que te comportes como la mujerzuela que sabía que eras.
Helga podría haberse defendido de ese insulto, pero no lo hizo, no tenía energías ya. De un tirón se soltó y se marchó sin decir más.
—¿Así que eso fue lo que pasó? Ayer mi pobre Hilda llegó tan cansada que no le pedí explicaciones, solo la dejé ir a descansar.
Su futuro yerno acababa de contarle los pormenores del día anterior, ¿quién iba a decir que Helga resultaría tan útil?, por lo que veía la muchacha había encontrado la manera de encandilar al señor Shortman mucho mejor de lo que lo había hecho Hilda.
—Si, fue muy agotador para ella, es muy frágil y supongo que nunca antes estuvo en una situación similar.
—Así es, su padre y yo nos hemos preocupado tanto por mantenerla protegida de la crudeza del mundo y de repente haber tenido que presenciar lo ocurrido ayer... —negó con la cabeza —Lamento mucho lo que le pasó a esa pobre mujer —no lamentaba nada, una campesina menos no era una gran pérdida, aun así, fingió limpiar una inexistente lágrima.
—La han sepultado al amanecer... —dijo cabizbajo —Al menos ya descansa en paz —levantó la vista y se encontró con su prometida, de pie en la entrada del salón.
Miriam también se percató de la presencia de su hija y casi sonríe, en definitiva, era muy buena; presentarse ante ellos con ese aspecto pálido y cansado que le daba un toque de fragilidad, eso sin duda la haría ganar puntos ante el señor Shortman.
—Los dejo solos para que puedan hablar, con permiso.
—¿Por qué no me dijo sobre el funeral?... Hubiera deseado estar presente.
—No era conveniente que fuera —se acercó a ella y acarició su mejilla.
Helga se alejó bruscamente de él, dejándolo atónito.
—¡¿Quién es usted para decidir lo que es conveniente o no para mí?! —estaba agotada y no se sentía de humor para prestarse al jueguito del galante caballero protegiendo a la frágil doncella.
—Yo no quise decidir por usted, es solo que sé lo mucho que le ha afectado todo lo que pasó y...
—¡Sí claro! —usó un tono de sarcasmo y enojo.
Arnold suspiró.
—Está demasiado alterada.
—¡¿Ahora resulta que sabe cómo me encuentro?!
—Así es...
Antes de que Helga pudiera objetarle, él puso su dedo índice sobre sus labios, aunque inmediatamente lo retiró, pero lo hizo de una manera lenta y suave que provocó en ella un agradable cosquilleo, que la hizo quedarse callada como él quería.
—...No solo está pálida —añadió él —, sus ojos están hinchados y enrojecidos, y además tiene ojeras... No se necesita ser un genio para darse cuenta de que no ha dormido y que se ha pasado la noche llorando.
Helga desvió la vista, no tenía idea de que su aspecto fuera tan lamentable. Instintivamente llevó su mano hacia el rostro.
—Yo la sigo viendo encantadora...
—No me importa cómo me vea usted.
—Vaya, en verdad está molesta conmigo, ¿cierto? —Helga no contestó y Arnold tomó una actitud de derrota —... No era así cómo deseaba que fuera nuestra despedida...
—¿Despedida? ¿Se va? ¿A dónde?
—Como le prometí debo encargarme de Lucy y sus hermanos. Al parecer tienen una pariente que tal vez pueda encargarse de ellos y después iré de regreso a la ciudad, debo encargarme de los negocios, no es justo que siga dejándole todo a mi socio —sonrió con desgano.
—Bien, si tiene que irse, váyase. Por mi está bien.
—¿Va a extrañarme? —Arnold casi se golpea después de preguntar eso, seguramente iba a enojarla más, pero lo hizo sin querer, así que la miró en espera de la respuesta.
—¿Usted qué cree? —lo miró furibunda y el río, fue una risa baja y grave, que a Helga extrañamente le agrado mucho y la hizo desviar la mirada.
—Ya veo, me hubiera gustado que su respuesta fuera otra —sin poder evitarlo la beso en la mejilla, rozando la comisura de sus labios y se marchó de inmediato, sin esperar a ver su reacción.
FIN CAPÍTULO 4
Otro capítulo editado ^^ Les agradezco de corazón su apoyo y no se preocupen, sigo aquí, trabajando en mejorar este fic (o al menos tratando ^^U) y no pienso abandonarlo, tampoco la historia de 'Perdición' está abandonada, solo que voy más lento y tardaré en actualizar ;)
Espero disfruten de su lectura y nos vemos el próximo capítulo.
