CAPÍTULO 1

Arnold caminaba con ella del brazo, pero no la miraba, así que ignoraba las reacciones plasmadas en su bello rostro; más bien estaba al pendiente de vigilar lo que ocurría a su alrededor, esa era parte de su naturaleza, ser meticuloso en lo que hacía y pretendía que los demás hicieran lo mismo, justo como en ese momento lo hacía la gente que estaba trabajando allí.

—¿No sería mejor que compraras una casa nueva...? —dijo ella.

Arnold volteo a mirarla y sonrió al ver su expresión, ella tenía el ceño ligeramente fruncido y los labios un poco torcidos.

—Cariño, las casas antiguas tienen una belleza muy especial porque tienen vida, historia... ¡Esta casa podría tener su propia leyenda! —le dijo aquello con total emoción, pero el disgusto dibujado en el rostro de ella no se borró —No está tan mal, cielo —continuó con su intento de animarla —¡Mira! Tiene una estructura sólida —la soltó y caminó hacia las escaleras que daban a la segunda planta, esquivando varios obstáculos en el suelo —, unas cuantas reparaciones y... —puso un pie en el primer escalón y este crujió y se venció con facilidad, y él rio de manera nerviosa—no te preocupes, las reparaciones están avanzando muy rápido y la casa estará lista antes de que te des cuenta.

—Eso espero.

—Te prometo que así será, Cecile.


3 años después…

Arnold bajó del carruaje y rápidamente recorrió la distancia que había hasta la casa.

—Bienvenido a casa, señor.

Lo recibió el mayordomo en la entrada.

—Gracias ¿Se han encargado de todo?

—Si, señor. Todo está preparado... Puedo preguntar, ¿cuándo llegarán los restos, señor?

—No llegarán, todo será meramente simbólico.

Si la noticia sorprendió al hombre, este no lo demostró.

—Entendido, señor. El servicio religioso será mañana antes del mediodía.

Arnold asintió en silencio y continuó su camino.

Dentro de poco el sol se pondría, pero aún estaba bien iluminado el interior de la casa. Fue una de las cosas que en un principio le gustó de allí, que estaba diseñada para que la luz gobernara en el lugar y había estado seguro de que a Cecile también le gustaría eso. Como también había estado seguro de que su matrimonio duraría para siempre, que envejecería al lado de su esposa, no podía haber estado más equivocado.

Sintió un fuerte dolor en su interior.

La muerte de Cecile había puesto fin a todos esos planes...

FIN CAPÍTULO 1