CAPÍTULO 2

2 años después…

Helga levantó la vista de su libro cuando la puerta de su habitación se abrió abruptamente.

—¡Señorita!

Miró con el ceño fruncido a la joven que se acercaba con rapidez hasta el pequeño escritorio frente al que estaba, era Maggie una de las mucamas.

—¿Qué pasa?

La joven comenzó a soltar palabras que parecían no tener sentido, al menos para Helga parecían más como un cacareo y todo empeoraba debido a su hablar entrecortado, sin duda producto de haber corrido hasta allí.

—Maggie, por favor, si vas a decir algo, que sea con calma.

—Es que…fui afuera a decirle al señor Carrington que mejor cambiara los rosales blancos de lugar…porque la señora Smith dijo que donde están…el sol no les da lo suficiente y…ya sabe, a la señora…a su mamá, a ella le gustan mucho y…

—¿Maggie? ¿Es sobre flores lo que vienes a decirme?

—No, verá, estaba en eso cuando llegó Juliana y dijo que Bertha dejó caer un frasco de conservas…y la señora se enteró...

Helga se levantó tan rápidamente que casi tira la silla.

—¡Debiste empezar por allí! ¿Dónde están?

—En la cocina…

—¡Busca a Jonathan, dile lo que pasa! —gritó Helga antes de salir corriendo de su habitación, iba a necesitar ayuda para controlar a su madre.

Cuando entró a la cocina, se encontró con su madre tironeando del brazo a la pobre y pálida Bertha, gritándole todo lo que le iba a pasar por ser tan torpe, mientras levantaba una fusta, lista para asestarle un golpe, y al otro extremo un grupo de mujeres estaban arrinconadas, viendo con miedo lo que pasaba.

—¡Basta madre! —Helga se metió entre ellas como pudo y sujetó de ambas manos a su madre, evitando que la joven cocinera recibiera un golpe y permitiéndole huir, uniéndose a las demás mujeres.

—¡Quítate! —Miriam trató de soltarse, pero Helga se mantuvo firme.

—¡Mamá, por favor!...

—¡No me llames mamá! ¡Tú no eres mi hija! ¡Y no lo repetiré otra vez! ¡Quítate! —logró soltar la mano en donde llevaba la fusta y la dejó caer con fuerza sobre su hija. Se escucharon los gritos de las mujeres que no se atrevían a intervenir, mientras la señora de la casa descargaba su furia, golpeando varias veces más a la joven.

Helga sentía el dolor y la sensación quemante de cada golpe que su madre le daba y en su mente solo podía rogar que se detuviera pronto, pero le pareció que pasó una eternidad hasta que la ayuda llegó y todo terminó.


—Adelante —dijo Helga, desde su pequeño escritorio, en respuesta a quien había tocado a su puerta.

—¿Cómo estás? —preguntó Bob apenas puso un pie en la habitación —La señora Smith me dijo lo que pasó.

—Estoy bien —se puso de pie —. Bienvenido, ¿qué tal tu viaje?

—Bien —la respuesta de su hija no lo había convencido, sobre todo al ver en su mejilla un parche de curación.

—No es nada —se apresuró a decir ella cuando notó la manera en que su padre miraba su rostro.

—¿Hubo más aparte de eso?

—Nada serio.

Bob suspiró pesadamente, Helga siempre trataba de minimizar todo.

—No debí ir de viaje —se lamentó él —. No lo volveré a hacer.

—Pero papá…

—No voy a dejarte sola con ella nuevamente. Sus ataques van en aumento y empeoran considerablemente cuando me voy.

Helga no pudo negar eso. Si bien el carácter de su madre siempre había sido especial, a raíz del matrimonio de Olga, vivir con ella se había vuelto casi una pesadilla.

Aunque al principio Miriam Pataki se mostró feliz por la unión de su amada hija mayor, Olga y su sobrino favorito, Doug; al poco tiempo eso cambió. Después de que Doug decidiera llevarse a Olga a vivir en la gran ciudad, Miriam no pudo con la separación y comenzó a sufrir ataques de ira, cada vez con mayor frecuencia y más intensos, sobre todo cuando Bob salía por algún viaje de negocios, esta vez incluso había desconocido a su hija menor.

—Tu no deberías de estar encerrada aquí… —declaró Bob, yendo hacia la cama y sentándose pesadamente en ella —cuidando de tu madre, deberías de estar asistiendo a bailes, conociendo muchachos, eligiendo al chico ideal para casarte…

Helga camino hasta él y puso su mano sobre su hombro.

—No me gustan los bailes…

—No es que te gusten o no —tomó su mano y le sonrió con tristeza —, es que deberías de estar allí, debería de haber estado allí desde hace 3 años al menos. A estas alturas ya deberías tener tu propia familia, ser como cualquier joven de tu edad…pero en vez de eso, estás encargándote de lo que solo yo debería de hacer.

La gran pena que vio reflejada en los ojos de su padre le dolió mucho y sonrió para tranquilizarlo.

—Tal vez lo que mamá necesita es tener a Olga aquí, nuevamente. Voy a escribirle, seguro que regresa y cuando venga, ya verás que pronto todo estará bien nuevamente, no te preocupes ¿Si, papá?

—Si, tienes razón, cuando Olga regrese todo estará bien…


3 años después…

Helga dobló con cuidado uno de los vestidos de su madre y lo guardó en el baúl, junto a los otros. Hacía unas horas le habían dado sepultura y Helga aún se sentía como flotando, como si eso no estuviera pasando.

Echó un vistazo por la habitación de su madre, el lugar que se había convertido en su segunda habitación, a veces con noches enteras en vela, días completos leyendo o hablando con su madre, aun y cuando esta estuviera tan sedada que posiblemente no la escuchaba.

Miró el baúl con los vestidos dentro y pensó con tristeza que habían pasado tanto tiempo guardados en el armario, mientras su madre permanecía en cama, con camisón, tan medicada que muy pocas veces se ponía en pie y ahora definitivamente nadie los usaría más.

—Hermanita…

Levantó la mirada y vio hacia la puerta, por donde estaba asomándose su hermana, con los ojos hinchados y la cara demacrada.

—¿Sí?

—Estoy muy agotada y quiero descansar, pero nuestra habitación no está lista, ¿puedes venir a solucionar eso?

—Si, allá voy, Olga —cerró el baúl y salió de la habitación y caminó por el pasillo seguida de su hermana mayor —¿Falta mucho? —preguntó a Maggie al entrar en la habitación destinada a su hermana y su marido.

—No señorita, ya casi terminamos.

—Olga, ¿por qué fuiste a molestar a nuestra hermanita? No era necesario —dijo Doug caminando hacia ellas y pasando un brazo por los hombros de Helga, haciéndola caminar a la par de él.

—Vamos, hermanita. Debes descansar, ya nos encargaremos nosotros de todo lo demás.

—De acuerdo —salió de allí, con Doug aun pegado a su lado y a medio camino de su habitación ella se detuvo —. Gracias por acompañarme, Doug, pero aquí está bien, voy a ver a papá.

—Muy bien. Hasta más tarde, hermanita.

Fue hasta el despacho de su padre y llamó a la puerta.

—Adelante.

—Deberías estar descansando, papá.

—Lo mismo digo —contestó Bob desde su escritorio, en donde se encontraba revisando unos documentos. A pesar de que su esposa acababa de fallecer no podía dejar el trabajo de lado, en los últimos 3 años había descuidado mucho su negocio, había perdido gran parte de su dinero y ahora debía ponerse manos a la obra —¿Cómo está tu hermana?

—Mal, agotada.

—Tal vez no lo estaría tanto si no hubiera llorado como lo hizo durante todo el funeral. Y no lo hubiera hecho si tal vez hubiera acudido a alguno de nuestros llamados y hubiera venido a ver a tu madre cómo se lo suplicamos.

Helga pensaba lo mismo, pero prefirió callar, no tenía caso echarle más leña al fuego.

—Ya olvidémonos de eso papá. Olvidémonos de todo.

—En eso he estado pensando y precisamente para dejar todo atrás, he resuelto que vayamos a la ciudad, la temporada de bailes ya comenzó y quiero que esta vez participes en ella.

—Pero papá…el luto…mamá acaba de morir y…

—Hija, hemos vivido desde hace años como si estuviéramos de luto, tú principalmente. Acabas de cumplir 24 años y debes salir de aquí, conocer gente, formar tu propia familia. Por eso es que no me importa lo que diga la gente, ellos no saben lo que hemos pasado, ni cuánto te mereces dejar todo esto atrás. Así que está decidido. Ahora ve a descansar, lo necesitas.

—Tú también.

—Sí y eso es lo que voy a hacer cuando termine con esto. Descansa.

Ya en su habitación, Helga se recostó en su cama y cerró los ojos, aunque sabía que no iba a dormir, estaba tan cansada, pero el sueño no venía a ella.

«Debes formar tu propia familia»

No quiso contradecir a su padre en aquel momento, pero lo que menos deseaba Helga era formar una familia...tener hijos. No después de lo que descubrió aquella vez.

...

Habían tenido que llamar al médico porque su madre se había lastimado en uno más de sus ataques de ira, había roto un jarrón en un intento por lastimar a una de las muchachas y había acabado por lastimarse a sí misma. Ahora la herida ya había sido atendida y su madre dormía profundamente, después de haber bebido la medicina que el doctor dijo que le dieran.

Helga iba a reunirse con su padre y el doctor para preguntar por algunas indicaciones, pero se detuvo ante la puerta al escuchar el tono angustiado con el que su padre hablaba.

—¿Entonces?... ¿No hay nada que hacer, Thomas?

—Bob, no soy experto en esto, te lo he dicho varias veces, pero he consultado en libros y con algunos colegas, claro sin decirles de quien se trataba, y todos coinciden en lo mismo…lo único que podemos hacer es medicarla para tratar de mantenerla calmada…

—Pero eso significa tenerla todo el día dormida.

—Si, lo sé, pero de otra manera seguirá dañándose o dañando a alguien más y no quiero sonar pesimista, pero…esto solo va a empeorar.

—Por Dios…

—Bob…hay otra cosa… ¿Sabes si hay alguien en la familia de tu esposa que…bueno, que haya tenido o tenga problemas parecidos a los de ella?

—No…si…no bueno…

—Dímelo, Bob. Necesito saber.

—Una tía de ella, no la conocí y prácticamente no hablaban de ella, pero un día mi suegro, en paz descanse, bebió de más y me contó acerca de ella. Dijo que era una joven desequilibrada, a veces eufórica, a veces triste en extremo, con ciertos arranques de hacer cosas descabelladas…

—¿Llegó a ponerse como tu esposa?

—No lo sé, lo único que sé es que murió joven, se ahogó en un lago… ¿Pero por qué preguntas?

—Hay otra cosa en la que mis colegas están de acuerdo…esto…esto podría ser de familia…

—¿De familia? Entonces Olga…

—O Helga…podrían más adelante…

—No, eso no. Ellas están bien.

—Bob, es pronto para saber eso... Además, si ellas no muestran problemas, tal vez sus hijos…

—¡No! No va a pasar.

—Pero Bob…

—Todo va a estar bien, mis hijas tendrán sus familias y serán felices. Solo dices tonterías.

—Espero sinceramente que tengas razón, Bob… Bueno tengo que irme.

—Thomas...Gracias y ya lo sabes, ¿no?

—Si, lo sé, seré discreto. Nadie sabrá nada de esto.

...

Su padre nunca supo que ella escuchó esa conversación, logró escabullirse antes de que abrieran la puerta, pero el caso era que ella sabía la verdad. Por más que su padre se negara a aceptarlo, por ella corría sangre mala y no iba a permitir que nadie sufriera por estar atada a ella, ni llevará su misma maldición en las venas.

Jamás se casaría, ni tendría hijos. Jamás...

FIN CAPÍTULO 2

¿Qué les está pareciendo la historia? Espero que les esté gustando ^^ Y bueno, para los que recuerdan 'POR AMOR', estoy trabajando en ella para corregirla y mejorarla (eso espero) y la estaré re subiendo próximamente.

Gracias por leer y hasta el próximo capítulo.