—¡Atención!— La voz de Ryo se hizo presente de manera imponente en el lugar— El Bey del Norte, Taichi Yagami y su hermana, la señorita Hikari están aquí.

Yamato dirigió su mirada hacia la puerta principal y divisó a los hermanos quienes ingresaron a la sala del trono e hicieron una reverencia.

—Su majestad.— Musitó Taichi.

Yamato ante esto se levantó de su trono y se acercó a ellos— Taichi, al fin llegas.

—Lamento la tardanza, tuvimos un pequeños percance en el camino.

—No te disculpes, lo importante es que llegaste, te estaba esperando. No nos vemos desde que terminó la guerra por el trono.

—Si su majestad.— Respondió Taichi— ¿Cuatro meses apróximadamente?

Yamato asintió— Si.

—Agradezco mucho que me haya invitado a participar en el primer consejo de guerra.

—No me agradezcas, es lo que te mereces luego de todo lo que vivimos.— Si él estaba en ese trono era gracias a Taichi, su amigo—Veo que vienes con tu hermana.— Dirigó su mirada hacia la castaña.

—Si, la sultana madre la invitó.

—Si, ella me comentó de la invitación que le hizo.

Hikari volvió a hacer otra reverencia—Es un gusto volver a verle su majestad.

—Para nosotros es un gusto estar aquí.— Respondió el castaño— Estamos muy agradecidos por su invitación, mi sultán.

—Tomenlo como un inicio de nuestra alianza.— Contestó Yamato— Espero que las relaciones e influencias de la familia Yagami continue figente.

—No es necesario que lo diga su majestad, todos nuestros ejercitos y nuestra economía estarán a sus servicios.

Eso era un buen inicio.


—N-no.— Balbuceo Sora— Esto no es posible.— Musitó— Taichi está aquí.

Miyako asintió— Si.— Respondió— Y la sultana madre solicita su presencia, ya que con él viene la señorita Hikari.

No, eso no, ella no estaba lista para ver al Yagami a los ojos. Claro que no.

La última vez que se habían visto no quedaron en buenos términos, en realidad desde que ella se había convertido en la consorte principal de Yamato, jamás habían logrado hablar bien o quedar en buena, el dolor que tenía el Yagami en su corazon no se lo permitía.

—Lo siento Miyako, pero no puedo.

—¿Por qué no?— Preguntó la kalfa.

—Tú sabes la razón.— Respondió la pelirroja.

Miyako hizo una mueca— No me diga que sigue teniendo sentimientos por él.

—¿Sentimientos?— Cuestionó Sora— ¿E? N-no, claro que no.— No sabía si definirlos de esa manera o tal si, lo que no sabía era si decir sentimientos amorosos o de culpable.

—Entonces ¿es culpa?

La pelirroja hizo una mueca— No lo sé Miyako.— Respondió, habían muchas cosas que pensar o decir, exactamente no sabía como describirlas— Pienso y siento muchas cosas diferentes con respecto a Taichi, la historia que nosotros tuvimos fue muy profunda, pero terminó mal, porque él no quiso aceptar mi decisión.

—No era para menos, él la amaba.

—Si, pero él sabía que esto era lo mejor para mí.— Habló Sora— Ser una sultana y posiblemente la próxima sultana madre es algo muy importante.

—Lo sé, pero eso no quita que sea difícil.— Musitó Miyako— Además, a eso se le suma que si usted hubiese escogido a Taichi también hubiese tenido buena vida, él era hijo del gran visir y con los años ha ganado mucho poder.

Si, pero en ese minuto ella necesitaba demostrarle al infiel y traidor de su padre que su madre y ella podían salir hacia adelante, Yamato ya era el príncipe heredero, sin embargo Taichi era un simple Bey, quién recién había recibido el título de jenízaro.

—Bueno, ya soy consorte de Yamato, tengo un hijo, soy sultana, no puedo regresar el tiempo.— Respondió Sora.

—Lo bueno es que Taichi apoyó al sultán en la guerra contra sus hermanos.— Musitó Miyako— Sin importar lo que ocurrió entre ustedes.

—Taichi siempre valoró su amistad con Yamato.— Musitó Sora— Y sabía que Yamato lo respetaba, inclusive más que a sus propios hermanos.

—Algo bueno, ya que todos saben que la única razón por la cuál Yamato ascendió al trono fue el apoyo de Taichi.— Habló la kalfa— Después de todo, el antiguo gran visir , el mismo padre de Taichi, apoyaba al príncipe Kiyoshima, por su lealtad a la sultana Rumiko.

Lamentablemente todo se resumía en poder e influencias. Si no lograbas tener personas a tu favor, llegar al trono era imposible.

Desde ahora debía ir tomando nota, ya que si quería que Kiriha ascendiera al trono y ella ser sultana madre tenía que ganar poder económico, social y político.

Aunque por el momento no era tan necesario, después de todo Kiriha era hijo único y si llegaba a tener un hermano, sería uno completo, no medio, ya que no dejaría que otra mujer se acercase a Yamato.


—Es un gusto verte querida.— Musitó Natsuko tomando las manos de la castaña.

—Lo mismo digo madre sultana.— Respondió la hermana de Taichi.

—Han pasado muchos años desde la última vez que nos vimos ¡Mirate! Ya eres toda una señorita.— Comentó la oji-azul— Cada día te pareces más a tu madre.

Hikari sonrió— Y usted se ve tan hermosa como siempre.

La mujer también sonrió— Supongo que tu hermano ya te comentó sobre mi invitación para que te quedes en el palacio mientras él tiene su consejo de guerra y luego la campaña.

—Si, ya me comentó.— Respondió la castaña— Y estoy muy agradecida por su invitación, tanto así que le traje un presente.

Fue así como uno de sus servidores se posó frente a la sultana y abrió una caja de tercipelo azul dejando ver un hermoso collar de zafiro azul.

—Espero que le guste.— Musitó Hikari.

Natsuko alzó las cejas sorprendida— Hikari, no era necesario.

—Claro que sí, de alguna forma debo agradecerle, para mi es un gran honor que me permita estar aquí.

—El honor es para nosotros, contar con la presencia de una dama tan refinada como tú es algo agradable.— Contestó Natsuko— Sobretodo cuando trata de la hija de una vieja amiga como lo fue tu madre.

—De igual forma espero que lo reciba, lo escogí especialmente para usted.— Habló Hikari.

La sultana madre sonrió y asintió— Está bien.— Comentó antes de tomar la caja— Espero que estés cómoda y a gusto en tu estadía aquí. Escogí dos kalfas para que estén a tus servicios y mandé a preparar una habitación grande del harem para que te sientas como en casa.— Dirigió su mirada hacia su servicio— Gennai, por favor, guía a la señorita Hikari a sus apocentos.

—Como usted ordene mi sultana.— El hombre hizo una reverencia.

Natsuko dirigió una mirada hacia la joven— Ya es tarde, será bueno que vayas a descansar.

Hikari asintió— Me retiraré entonces.— Hizo una reverencia— Permiso.

Fue así como la castaña dirigió su mirada hacia Gennai y ambos salieron del lugar, seguidos de unos sirvientes que llevaban sus cosas.

Natsuko sonrió, sin embargo esto cambió al ver llegar a la kalfa de la sultana Sora, sin ella.

—Sultana.— La castaña hizo una reverencia.

—Miyako.— Pronunció su nombre— ¿Dónde estabas? ¿Y Sora? Pensé que la traerías.

—Eso quise hacer, pero me comentó que no se sentía bien para venir a recibir a los hermanos Yagami.— Respondió la nombrada.

—¿No se siente bien?— Cuestionó Natsuko— ¿Qué tiene?

—Ella se siente bien, simplemente tuvo un pequeño percance.— Contestó Miyako— Sin importancia, pero le consumió los minutos y se tardó mucho en venir, pido disculpas por ella.

La mujer hizo una mueca— Sora sabe que sus obligaciones son estar siempre en las recepciones reales.

—Lo sé, pero fue algo imprevisto.

—Está bien, solo por hoy lo dejaré pasar.— Solo por esta vez se lo perdonaría, después de todo Sora siempre había demostrado ser una sultana de Élite y estaba al pendiente de todo— Dile que espero que no se repita, es una sultana y sobretodo ahora que es la consorte principal del sultán es importante que esté al pendiente de todo.

Miyako asintió— Se lo diré, tenga eso por seguro.


—Es bueno ver que llegaste rápido a la capital.— Yamato le habló a Taichi.

—Viaje apenas recibí su carta.— Respondió el castaño.

—¿No hubo problema para viajar?

—No.— Contestó Taichi— Debido al ataque mis hombre ya estaban en sus respectivas posiciones, así que solo debí dejar unas cuantas indicaciones y todo quedó bien.

—¿Cómo están las cosas en la frontera?— Preguntó el oji-azul.

—Más tranquilas, el ataque fue un problema que logramos controlar.— Respondió el Yagami—Sin embargo es necesario tratar este tema en el consejo de guerra, creo que Joe está logrando hacer muchas cosas con sus tropas en egipto.

—Era de esperarse.— Musitó el rubio— Pero bueno, ya tendremos tiempo para hablar de eso, el consejo de guerra comienza en cuatro días.

—Si, lo sé y ahora que lo mencionas, me sorprendió que me enviaras a buscar antes que a los demás líderes y pashas.— Habló Taichi— ¿A qué se debe eso?

—A un anuncio importante que voy a dar.— Respondió Yamato.

—¿A si?— Preguntó el castaño.

El rubio asintió.

—¿Y de qué trata?

—Ya lo escucharás.— Contestó el rubio— Es muy pronto para dar el anuncio, recién llegaste, mañana hablaremos de eso, ahora es tarde, sin embargo quiero que te pongas al día con todo lo que ha ocurrido en la capital desde mi llegada.

—Está bien mi sultán.— Respondió Taichi.


Mimi ingresó al harem totalmente adolorida, en verdad había sido agotador trapear el suelo de todo ese lugar, era inmenso y para variar, nadie la ayudaba.

—¡Vaya! Hasta que al fin terminó de trapear, Mimi Hatun.— La kalfa Juri apareció ante sus ojos.

¿Hatun?

Mimi alzó una ceja sorprendida y luego recordó la razón de ese nombramiento, Hatun era sinónimo de señorita y para las esclavas era su "apellido" Después de todo, su apellido Tachikawa no estaba registrado en esa zona.

—Se demoró bastante.

—Claro que me iba a demorar, este lugar es gigante.— Respondió Mimi molesta.

—Es lo que se merece por ser tan rebelde.— Contestó Juri— Espero que luego de esto su comportamiento cambie.

Tan joven se veía esa kalfa, Mimi juraría que tendría casi su edad, sin embargo ese caracter la convertía en una mujer mayor y malumorada.

—Usted es una esclava y debe aceptarlo.

—¡Olvidelo!— Gritó la castaña lanzando con todas sus fuerzas la cubeta al suelo— ¡No quiero hacer más aseo! Puede que ustedes crean que soy su esclava, pero no lo soy, yo soy una mujer libre.

—¡Insolente!— Juri alzó las voz molesta y la tomó del hombro— ¡Acepta de una buena vez tu nueva realidad!— La tomó bruscamente por el mentón— ¡Eres una esclava ahora! En los dominios Otomanos no eres libre y eso no cambiará aunque grites.

Mimi apretó los dientes molesta, odiaba que la tratasen así, ella era una persona, no una cosa o animal, ella podía escoger su futuro y ella escogía ser libre— ¡Sueltame!— Gritó y con brusquedad se soltó de su agarré para luego retroceder con rápidez, sin embargo no se dió cuenta que detrás suyo iba pasando una chica con la cuál chocó de una manera abrupta provocando que ambas cayeran.

¡Lo que faltaba!

Pensó Mimi adolorida.

Al alzar la mirada se percató de que había chocado con una joven, castaña de ojos cobrizos, quién vestía con muchas joyas y de manera elegante.

Al instante supo que era alguien importante por su vestimenta.

—Señorita Hikari.— Exclamó Gennai y se acercó a ella para ayudar a levantarse— ¿Está bien?

—¿E? S-si.— Respondió la castaña.

Mimi se intentó incoporar sobre sí y levantarse, sin embargo antes de colocarse en pie Juri Kalfa la tomó fuertemente del brazo— ¡Mira lo que provocaste con tu mal comportamiento niña!— Gritó molesta— ¡Votaste a la señorita Hikari!

—Y-yo no quise...

—Pero lo hiciste.— Respondió esta vez Gennai— ¡Pudiste haberla lastimado!— Regañó a la oji-miel.

Mimi simplemente bajó la mirada, en verdad odiaba que le gritasen— L-lo siento.

—¡Comienza a controlar tus impulsos!— Regañó Juri.

Hikari hizo una mueca ante esto, era evidente que la joven no estaba muy feliz por lo que había hecho y que estaba sufriendo por los regaños que le estaban dando— ¿E? Gennai Aga, Juri Kalfa no es necesario que le regañen.

Los nombrados voltearon hacia ellos sorprendidos.

—Es evidente que fue un accidente.

—Disculpe señorita Hikari, pero usted pudo haber sufrido alguna lesión por esto.

—Pero no la sufrí, estoy bien.— Respondió Hikari—No es necesario que regañen a esta joven.

Gennai y Juri intercambiaron miradas sorprendidos, Mimi no pudo evitar sentirse aliviada ante esto.

—Al menos debería disculparse.— Habló el Aga y volteo hacia la oji-miel.

Mimi hizo una mueca, generalmente con las personas de ese lugar no pediría disculpas, pero en este caso en particular debía admitir que esa chica no era culpable, si no que ella la había pasado a llevar— S-si, disculpe señorita.

—No te preocupes.— Respondió Hikari.

Mimi sonrió ante esto.

Gennai hizo una mueca, no sabía porque le parecía extraño, la hermana de Taichi siempre había sido una joven amable y bondadosa tanto con los esclavos como con todos en general.

—¡Por cierto! Me alegra mucho verte, Juri Kalfa.— Hikari esta vez se dirigió hacia la castaña.

—Señorita Hikari, continuemos con su recorrido hasta sus apocentos.— Gennai le habló.

La Yagami asintió.

—Esperamos que le guste su habitación, me encargué de que la adornaran con sus velas aromáticas favoritas y las colchas de lana que usted ama.— Esta vez habló Juri.

Hikari sonrió— Tan atenta como siempre Juri.— Musitó— Si tú lo acomodaste entonces me gustará.

Juri también sonrió.

—Permiso.— Fue lo último que dijo Hikari antes de continuar caminando.


~Horas más tarde~


Sora, Yamato y Kiriha protagonizaban un cuadro perfecto de una hermosa familia feliz cenando en los apocentos del sultán.

—Este fue un día agotador.— Musitó Yamato.

—¿Mucho trabajo su majestad?— Preguntó la pelirroja.

—Bastante.— Respondió el sultán antes de darle un sorbo a su bebida— El bey de la zona Norte, nuestro amigo, Taichi Yagami llegó al palacio.

Sora no pudo evitar ponerse nerviosa ante esto— S-si...—Balbuceo— Si sé, la madre sultana me lo había comentado.

—Me sorprendió no verte en la recepción.— Comentó Yamato— Pensé que irías, después de todo, Taichi y tú han sido amigos hace años ¿no?

Sora bajó la mirada ante esto.

Si, lo habían sido, pero eso había cambiado cuando la sultana Natsuko la había escogido como concubina para su hijo mayor. Después de todo, amistad no era la única forma de descrinbir su relación, ellos habían sido algo más.

—¿Quién es Taichi?— Preguntó Kiriha.

—¿Acaso no lo recuerdas?— Cuestionó Yamato.

—La última vez que lo vieron fue antes de la última batalla con tu hermano Kiyoshima.— Respondió Sora— Kiriha era un bebé.

Lo había olvidado por completo. Era sorprendente como los años pasaban tan rápido.

Se mordió el labio inferior.

Era más sorprendente o mejor dicho, más horrible recordar todo lo que había transcurrido en ellos. Como en un lapso corto de tiempo había pérdido a su padre y había acabado con la vida de sus seis hermanos.

—¿Quién es Taichi?— Preguntó el pequeño rubio.

—Es un aliado a tu padre.— Respondió Sora, evitando responder "amigo" porque sentía que ella no lo podía definir así.

—Me ayudó a ser sultán.— Contestó Yamato.

—¿Te ayudó a ser sultán?— El niño preguntó sorprendido— ¿Cómo?

—Con fuerza y valor.— Respondióel rubio— Él tiene muchas influencias y dinero, financió muchos armamentos.

—¿Influencias?— Preguntó Kiriha— ¿Qué significa influencia?

Y fue en ese minuto que Yamato fue consciente que su hijo era muy pequeño para utilizar palabras tan refinadas.

—Influencia significa que puede hacer cambiar de opinión a cualquier persona y puede darle órdenes que ellos cumplirán.— Respondió el sultán.

—¡Wow!— Exclamó el pequeño—¿Y tú padre? ¿Tienes influencias?

—Claro.— Contestó Yamato— Todo sultán tiene influencias, pero más grandes, ya que todo el imperio me obedece.

—¡Genial!— Musitó Kiriha— ¿Cuando yo sea sultán también tendré influencias?

Sora sonrió— Pues claro mi niño.— Acarició su mejilla— Serás un sultán influyente y poderoso, todos te obedecerán.

—¡Si! ¡Yo quiero eso!— Gritó el pequeño rubio— Quiero ser como mi padre.

Una sonrisa no tardó en aparecer en los labios de Yamato ante esto, su hijo lo había alagado de manera sincera e inconsciente.

—Eso espero hijo.— Respondió Yamato.

—Para eso debes estudiar mucho y entrenar.— Aconsejó Sora.

—¡No me gusta estudiar!— Exclamó el niño— Pero si amo entrenar, oy entrené mucho con el tío Takeru ¿y sabes? Ahora que estoy contigo padre, me gustaría entrenar.

—Claro que podrás, pero otro día hijo, ahora no.— Respondió Sora— Ya es tarde y debes ir a dormir.— Acarició su mejilla— Además, ya has practicado mucho hoy.

Kiriha hizo una mueca— Pe-pero, yo...

—Hazle caso a tu madre hijo.— Esta vez habló Yamato.

El pequeño simplemente rodó los ojos y suspiró— Está bien padre.—Fue así como el pequeño se acercó a su madre— Buenas noches, sultana.

—Buenas noches mi bebé.— Respondió Sora.

Luego el pequeño se dirigió a su padre para hacer una reverencia— Buenas noches su majestad.

—Duerme bien hijo.— Yamato depositó una mano en su cabeza.

Fue así como el niño caminó hacia Miyako, quién hizo una reverencia— Sus majestades, me retiro.

Sora asintió.

Fue así como la kalfa salió de la mano con el niño dejando a Yamato y Sora solos en la habitación principal.

Yamato ante esto dirigió su mirada a Sora—Kiriha cada vez es un niño más fuerte e inteligente.

Sora sonrió— Se parece a su padre.

El rubio sonrió de lado, muchos le decían que su hijo se parecía a él y no lo iba a negar, tanto físicamente como psicológicamente y en expresiones era similares.

—Su majestad, quiero agradecerle por las horas que paso con nosotros.— Musitó la pelirroja.

—No debes agradecerme.— Respondió Yamato— Kiriha es mi hijo, somos familia, merecen que les dedique parte de mi tiempo, considerando los últimos acontecimientos en los cuales me mantuve lejos de ustedes.

—Eso no es culpa suya su majestad.— Contestó Sora— La situación lo ameritó.— Recordó— Lo bueno es que ahora todo acabó y usted sigue con nosotros.— Musitó antes de depositar su mano izquierda sobre la mano derecha del rubio— Era un infierno pensar en la mínima posibilidad que used y mi hijo muriesen a causa de la batalla por el trono.

Yamato hizo una mueca, a él también le había causado mucho miedo pensar en aquella posibilidad— Si gané esta batalla fue simplemente por nuestro hijo, Sora, porque si de mi hubiera dependido no me hubiera atrevido a luchar.— Comentó— Porque sé que es costumbre, pero no me siento a gusto pensar en que tuve que matar a mis hermanos y a tres de mis sobrinos por el trono.

—Usted hizo simplemente lo que debía hacer.— Respondió la pelirroja. Si, sonaba cruel, pero era la verdad. Quizás al principio no lo había entendido, pero luego de ver como las amenazas iban en contra a su hijo a causa del trono, no pudo evitar cambiar su caracter para proteger a Kiriha.

—Si, lo sé, pero...—Yamato suspiró— Maté a mis hermanos.

—Medios hermanos.

—Como sea, Sora, tú sabes que me crié con ellos.— Respondió el rubio— Tal vez teníamos diferentes madres, pero eran mi sangre y en vez de protegerlos, como a Takeru, solo...—El oji-azul se detuvo y tragó saliva— Sólo los terminé matando.— Suspiró— Y no sólo a ellos, si no que a sus hijos también.

La pelirroja hizo una mueca, tristemente era verdad aquel detalle, Yamato siempre había intentado cuidar a sus hermanos, pero como ella lo había dicho, él había hecho lo que tenía que hacer.

—Mi sultán, sé que esto es difícil, pero si sus antepasados pudieron hacerlo, usted también ¿no?

Yamato se mordió el labio inferior, siempre intentaba pensar en aquel detalle, pero en verdad le era difícil— Eso espero, pero es difícil.— Musitó— El cargo de consciencia es horrible.

Tenía muchos recuerdos con ellos, en los jardines de ese palacio, dentro de ese palacio, en el harem, en batallas, entrenamientos y muchos lugares más.

—¿Es por esa razón que Takeru sigue con vida?— Preguntó Sora.

—¿Cómo?

La pelirroja tragó saliva—Di-digo, por esa razón, ya sabe...—Musitó— El cargo de consciencia.

Yamato hizo una mueca ante esto— Lo de Takeru es diferente Sora.— Respondió— Él a diferencia de los demás nunca pensó en subir al trono, era muy pequeño cuando esta batalla comenzó.

—Si, lo es, pero la ley va para todos ¿no?— Comentó la pelirroja— Después de todo Takeru está creciendo y en algún momento puede reclamar el trono.

Si, era consciente de eso, pero era diferente su situación.

—Si, puede reclamarlo, pero en este caso es muy diferente la situación.— Habló Yamato— No es por el cargo de consciencia con respecto a lo que hice con los demás, si no que es por el cariño que le tengo, tú sabes que él siempre fue el más cercano a mi.— Suspiró— Además, no sería capaz de provocarle tan grande daño a mi madre al perder a su hijo.

Sora hizo una mueca, entendía la situación, sin duda, después de todo para Takeru siempre habría una cariño especial al ser hijo de una misma madre. Sin embargo, pensar en que él pudiese reclamar el trono le causaba miedo, no quería que su hijo corriera de nuevo riesgo.

—Comprendo, pero ¿qué crees que opinen los miembros del consejo ante esto?— Preguntó Sora— El fratricidio es una de las leyes que ellos respetan.

—Bueno, eso es tema mío.— Respondió Yamato— Puede que me apoyen, puede que no, pero nada hará que cambie de idea.

—¿Y si por eso dejan de darte su apoyo?

Yamato se mordió el labio inferior, la verdad era que odiaba pensar en esa idea, ya que contar con el apoyo de ellos era muy importante, después de todo muchos de esos hombres que participaban en el consejo podían mover grandes masas en el imperio.

—No me adelantaré a las cosas.— Respondió el rubio— Recién subí al trono, ya tendré tiempo para asegurar la sobrevivencia de mi hermano.

Sora simplemente cruzaba los dedos y rogaba al cielo que las cosas salieran bien, no soportaba pensar en que todo lo que Yamato había conseguido hasta ahora se derrumbara por una decisión contraria a las reglas del imperio.


—Es un gusto tenerla en el palacio, señorita Hikari.— Juri le comentó a la castaña— Después de tantos años sin verla, la extrañabamos.

La hermana de Taichi sonrió mientras cepillaba su cabello— Para mí es un gusto estar aquí.

—Usted cada día está más bella y parecida a su madre.

—Juri.— Volteo hacia ella— No es necesario que me hables de "usted" Somos amigas, nos conocemos hace años, además tenemos casi la misma edad, hablame de "tú"

—Claro que debo hablarle de usted, es una dama distinguida de la alta sociedad.— Habló Juri— Hija del antiguo gran visir.

—Puede que lo haya sido, pero eso no quita que seamos amigas.— Respondió Hikari— Además, si fuera por eso, yo debería hablarte de "usted" eres la kalfa principal de la madre sultana, en el harem eres respetada, incluso por los agas.

Juri sonrió— Eso se lo debo a tu madre.— Respondió— Gracias a que ella me ayudó a sobresalir en este harem.

—Mi madre.— Musitó Hikari y no pudo evitar sentirse nostálgica.

—Lamento mucho en verdad lo que ocurrió con ella.— Comentó Juri— Fue una pena.

—Si, lo fue.— Habló la castaña— Pero no tienes que lamentarte, todos hicimos lo que pudimos y tú estuviste con ella hasta el final, sirviendole en todo hasta el último día y eso es algo que jamás olvidaremos.

—Fue lo menos que pude hacer.— Musitó Juri— Tu madre me salvó de la pobreza, luego de que mi padre me abandonó, debía de alguna forma compensarle todo lo que hizo.

Hikari sonrió, en verdad admiraba a su madre por lo buena mujer que había sido tanto en ambiente social y familiar, siempre rogaba al cielo ser como ella.

—Y cuentame ¿Te gustó la habitación que preparamos para ti?

—Claro.— Respondió la hermana de Taichi— Me encantó.— Observó al rededor— Toda la decoración, adornos y el aroma de las velas es agradable, me gusta mucho, me recuerda a mi hogar.

—Si, recordé que su habitación tiene velas con aroma a rosa y por eso quise colocar lo mismo aquí.— Musitó Juri— Para que se sienta como en casa, ya que estará bastante tiempo aquí.

—Si.— Musitó Hikari— La sultana madre fue muy amorosa en invitarme a estar con ella el tiempo que dure el consejo de guerra y la campaña.

—Ella te tiene mucho cariño.— Comentó la kalfa— Porque eres hija de Yuuko, su amiga y porque...—Suspiró— Bueno, ahora más que nunca Takeru, su hijo necesitará el apoyo de una gran amiga como tú.

—Takeru.— Hikari musitó el nombre de su gran amigo.

—¿Sabes? Él anhelaba volver a verte.— Habló Juri, para nadie era desconocido la amistad que ambos tenían hace años— Te extrañaba mucho. Dime ¿ya lo viste?

—Si, si lo vi.— Respondió la Yagami— Me encontré con él en la entrada, sin querer chocamos el uno contra el otro.

—¿Enserio?— Preguntó Juri.

Hikari asintió— No hablamos mucho, pero está muy cambiado, más alto, su voz más ronca, incluso diría que está más rubio.— Rió levemente.

Juri también rió— ¿Y no te pareció más guapo?

—¿E?— Hikari no pudo evitar ruborizarse al instante por este comentario— ¿A-a qué se debe ese comentario?

—No sé.— Comentó Juri— Solo es un comentario, cuando éramos niñas a ti te parecía guapo ¿no? Ahora que es más grande ¿no te parece guapo?

Hikari se mordió el labio inferior ante esto, cuando eran niñas, Takeru lo consideraba guapísimo porque le gustaba -aunque nunca se había declarado- siempre estuvo enamorada de él, pero eso fue antes, todo ahora había cambiado, ellos hace años no se veían y tal vez, ahora las cosas ueran diferentes. Aunque...

Tampoco iba a negar que se veía bastante bien.

—Bueno, Takeru siempre lo ha sido y ahora lo sigue siendo.— Comentó Hikari— De seguro tienen muchas mujeres en el harem que muere por él y que están a sus servicios ¿no?

—Mmm...pues si, tiene algunas chicas en el harem que gustan de él, pero por más que quieran, ninguna ha logrado a estar a sus servicios en el plan de concubina.— Comentó Juri.

—¿No?— Preguntó Hikari.

—No.— Respondió la kalfa.

—¿Por qué?— Cuestionó la Yagami.

—Porque para tener un harem debes ser gobernador de provincia, cosa que él no es.— Contestó Juri— Y además, porque todavía no tiene su propio harem, todas las chicas que están en el palacio son del príncipe Yamato.

—Si, conozco las reglas del harem, pero yo pensé que las cosas para él serían diferente, después de todo él no tuvo provincia porque Hiroaki murió antes, pero él ya podía ser gobernador de una desde que cumplió trece años.

—Si, las cosas se dieron diferentes para él, pero aún así Yamato no le ha dado provincia, pero estoy segura que pronto se la dará, la sultana Natsuko quiere que Takeru viva una vida normal como todo principe Otomano.

—Me alegra escuchar eso.— Habló Hikari— No me gustaría que él corriera con la misma suerte que corrieron sus hermanos.

—Créeme, la sultana madre tampoco quiere eso.— Musitó Juri— Siempre que puede habla con su hijo, el sultán para mantener seguro a Takeru, después de todo él no merece ser otra víctima de aquella guerra por el trono, como lo fueron los otros príncipes.

"Los otros príncipes"

Hikari suspiró, siempre le había aterrado la idea de pensar que Takeru muriera, pero también no lograba entender como aceptaban esa regla en aquel imperio. Si, su padre le había explicado que era la ley otomana y que debía respetarse como lo habían hecho miles de sultanes anteriormente, sin embargo eso no quitaba que odiase esa regla.

"Ningún principe merecía morir por un trono"

Mucho menos un príncipe tan bueno como lo era su amigo, Takeru.


Mimi movió su cabeza de un lado para otro, completamente atormentada mientras gotas y gotas de sudor corrían por su rostro.

~Sueño~

Mimi pasó su mirada por la pareja que estaba en la ceremonia de matrimonio.

Sonrió.

Ella siempre había soñado que su boda fuera así, con muchos adornos al rededor y con muchas personas al rededor, conocidos, amigos y familiares.

Mimi dirigió su mirada hacia su prometido rubio, Michael, quién se encontraba a su lado. Este al sentir su mirada también volteo hacia ella y sonrió.

—En unos pocos días tú y yo estaremos en una capilla similar a esta celebrando nuestro matrimonio.— Michael le habló a la castaña— Y ese será el inicio de nuestra familia, porque tendremos muchos hijos.

Mimi sonrió ante esto.

—¡Sh!— Satoe Tachikawa, madre de la oji-miel regañó levemente— ¡Respeto por favor! El momento de su matrimonio ya llegara, ahora estamos en una misa que deben respetar.

Mimi simplemente rodó los ojos y volvió su atención a la persona que hablaba.

—El matrimonio es lo más importante en la vida y es por eso que hoy estamos aquí celebrando a nuestros novios que han decidido unir sus vidas para siempre y...

—¡Alto!— Un hombre ingresó apresuradamente al lugar— ¡Los Otomanos vienen!

¿Qué?

El alboroto y conmoción fue máxima por parte de las personas que estaban ahí, pero no sirvió de mucho la advertencia, ya que a los escasos minutos las puertas se abrieron de par en par y en el lugar ingresasó una gran tropa compuesta por muchos hombres armados.

—Mimi, ven conmigo.— Michael la tomó de la cintura y caminó entre la multitud con ella en dirección a la puerta lateral, sin embargo antes de poder llegar un hombre la tomó por la cintura y otros dos tomaron jalaron de su novio.

—¡Michael!— Gritó la castaña sosteniendo firmemente su mano.

—¡Mimi!— El rubio intentó mantener su agarre, pero no fue posible, ya que los hombres eran más fuertes y lograron separarlos.

—¡Michael!

—¡Mimi!— Fue lo último que escuchó de su boca, ya que luego él se perdió entre la multitud.

La oji-miel observó a su alrededor buscando a su familia, a lo lejos vió a su padre.

—¡Papá!

—¡Mimi!— Keisuke Tachikawa tuvo intenciones de correr hacia ella, pero antes de llegar unos hombres lo agarraron por el brazo— ¡Sueltenme!— Gritó.

—¡Padre!

Keisuke forcejeo y luego de muchos intentos se logró soltar de los hombres, sin embargo no alcanzó a dar muchos pasos porque una espalda atravesó su vientre.

—¡No!— El grito de la oji-miel fue desgarrador ante esto— ¡Padre!

Esto no podía ser verdad, claro que no.

Su padre llevó una mano a su estómago y se dejó caer en suelo.

—¡Keisuke! ¡No!— El grito de Satoe se escuchó en el lugar.

—¡Mamá!— Mimi gritó desesperada intentando soltarse del agarre de aquel hombre que jalaba de ella— ¡Mamá!

—¡Hija!— Satoe volteo hacia ella— ¡Hija!— Se acercó a ella— ¡Hija!

Mimi intentó safarce del Otomano que la sostenía, sin embargo no fue posible, ya que otro hombre llegó y la levantó del suelo para tomarla sobre el hombro.

—¡No! ¡Mamá! ¡Mamá!— Gritó Mimi antes de comenzar a golpear con sus manos al hombre que la sostenía— ¡Sueltame! ¡Sueltame!

—¡Callate!— Gritó el hombre.

Mimi alzó su mirada hacia Satoe Tachikawa— ¡Mamá!

—¡Hija!— Satoe corrió en su dirección, sin embargo antes de llegar hacia ella dos hombros se atravesaron en su camino y la tomaron por los hombros— ¡Sueltenme!

—Mamá.

—Hija.— Gritó Satoe mientras luchaba por soltarse, sin embargo no fue posible.

—Mamá.— Continuo gritando Mimi mientras era arrastrada por esos hombres— Mamá...

~Fin del sueño~

—¡Mamá!— La castaña se incorporó sobre su cama completamente abrumada, su corazón latía a mil, su respiración estaba agitada. Sentía pánico y angustia, dolor, soledad.

—Mimi.— Airú también se incoporó sobre su cama y se acercó a la oji-miel— ¿Qué te ocurrió?

La castaña simplemente intentó recuperar el aliento que había pérdido por ese último grito.

—¿Tuviste una pesadilla?— Preguntó la rubia.

Mimi simplemente tragó saliva— S-si...—Intentó responder— Tu-tuve una pesadilla, mejor dicho un...—Llevó una mano a su frente— Un recuerdo.

—¿Recuerdo?— Cuestionó Airu—¿Qué recuerdo?

—D-de...de mis padres...y mi tierra.— Respondió Mimi con dificultad— De mi secuestro.

—¿Tú secuestro?— Preguntó la chica de ojos rosados.

—¡Nada de recuerdo o pesadilla!— Una chica que se encontraba en la sección de señoritas experimentadas del harem se incorporó sobre su cama y prendió una vela.

—¡Ese grito nos despertó a todas!— Otra chica hizo lo mismo— Está bien que grites en el día, pero ya es segunda noche que despiertas gritando. No nos dejas descansar.

—Dis-disculpen, pero no puedo evitarlo.— Respondió Mimi llevando sus manos a su cabeza— El secuestro me atormenta.

—¡Deja de ser tan exagerada con tu secuestro!— Habló una tercera.

—¡Gran parte de las que estamos aquí hemos vivido lo mismo y nos tuvimos que adaptar!— Habló una cuarta.

—Puede que eso hayan hecho ustedes, pero yo no.— Mimi hizo una mueca ante esto— No quiero hacer eso.

—Nosotras tampoco quisimos adaptarnos.— Respondió la tercera chica— Todas sufrimos cuando fuimos arrebatadas de nuestras familias. Pero no nos quedó opción y ya deberías asimilarlo, porque si no lo haces simplemente lograrás mortificarte más de lo que ya estás.

Mimi se mordió el labio inferior, no quería hacer eso, se sentía terrible, quería acabar con todo esto, pero la muestra de que eso era imposible eran esas jovenes, que al igual que ella (o en su mayoría, a excepción de Airú y algunas kalfas) habían sido secuestradas de la misma forma. Pocas en ese lugar eran Otomanas, todas eran extranjeras que se encontraban en ese lugar solas.

—Lo mejor será que de una vez, reacciones.

—Y con ello que dejes de molestar a altas hroas de la noche.— Fue lo último que dijo la primera chica antes de apagar la vela con un soplido.

Mimi hizo una mueca y volteo hacia Airu.

—Ellas tienen razón Mimi, creo que lo mejor será que te adaptes de una vez por todas y que olvides tu pasado, porque si no lo haces sufrirás más y dudo que quieras seguir sufriendo ¿no?

Pues no, no quería seguir sufriendo pero era dificil, no podía olvidar su pasado, su familia, su vida.

Esto jamás sería parte de ella, ni ella sería parte de este lugar.


Nuestra pobre Mimi sufre, sufre y simplemente sufre, ya veremos si logra encontrar la felicidad.

(Enserio estoy super emocionada por continuar esta historia jsjs Tengo muchas cosas planeadas Sorato vs Mimato, será interesante, este capítulo era más largo pero lo dividí en dos)

+Respuesta a comentarios:

TheBigParadox: Holi jiji Si está basado en la novela "El Sultán" y está combinado con "La sultana Kosem" Al principio quería que solo fuera de la primera novela, pero quiero que el Mimato se dé de una manera suave y lenta, explicar porque Yamato se enamorará de ella, algo como fue Ahmed con Kosem, pero apasionado como Hurrem y Suleiman Jijiji Me alegra saber que conoces de la novela y conocemos a nuestras empoderadas sultanas jiji Ya veremos que camino seguirá Mimi Hurrem o Kosem. Bueno, ya tenemos una fan Mimato jiji Ojalá sigas leyendo y comentando. Te mando un abrazo a la distancia.

mimato bombon kou: Jsjsjs me alegra saber que te está escuchando, la verdad es que es una temática bastante diferente a la trilogía, en una época muy diferente, ojalá sea de tu gusto todo lo que ocurrirá jsjsjsj Si, tienes razón Sora arderá en celos cuando Yamato y Mii se acerquen, ya veremos como será esta guerra y quién tirará la primera piedra jajaja Mimi ha hablado con el hombre que dice odiar, sin duda alguna su reacción será fenomenal Jjsjsj Ojalá sigas leyendo y comentando. Te mando un abrazo a la distancia.

+Títulos:

(Al final de todos los capítulos haré esto: Les explicaré los títulos otomanos)

Hatun significa Señorita (Ej: Mimi Hatun) Así se le llamaban a aquellas mujeres que esclavas o libres que no tenían ningún vínculo con la realeza.

Kalfa significa servidora (Ej: Juri Kalfa) Este título lo tenían mujeres que servían a las sultanas en el harem o al propio sultán, pero a diferencia de las concubinas era un relación simplemente de servicios domésticos, estas mujeres luego de unos años de servicios dejaban de ser esclavas y se convertían en mujeres libres o algunas eran mujeres otomanas que se ofrecían a servir (generalmente nobles) Las kalfa no tenían hijos dentro del harem, pero si le podían arreglar matrimonios e irse del palacio luego de tener varios años de servicio.