Yamato abrió sus ojos y lo primero que vió a la pelirroja madre su hijo quién se encontraba descansando a su lado.

Sora al ver que su amado despertaba sonrió— Buenos días, mi sultán.

—Buenos días.— Respondió el rubio.

La pelirroja se acercó a él y depositó un beso en sus labios— ¿Cómo durmió?

—Muy bien.— Contestó Yamato antes de incoporarse sobre la cama— La noche estuvo agradable.

—Sin duda.— Respondió la pelirroja con una sonrisa en el rostro— Ojalá se repita, hace mucho no estábamos juntos.

Si, hace bastante no estaban juntos en ese plan, pero se debía a que estaba ocupado en sus labores y obligaciones. Eso no quitaba que quisiera estar con ella, pero no tenía tiempo para mujeres.

El rubio se levantó de la cama y se dispuso a acomodar su ropa— ¿Le pediste a los agas que trajeran el desayuno?

—Si, ya lo hice.— Respondió Sora— Supuse que apenas abriera los ojos quedría comer.— Musitó antes de levantarse mientras terminaba de acomodar su vestido— También le ordené a las kalfas que le trajeron su bata dorada.

El rubio volteo hacia un sofá junto a ellos y efectivamente ahí estaba su bata dorada.

—Que bien, la utilizaré luego, ya que antes debo ir a entrenar.

—Bueno, pero después puede utilizarla.

—Claro, tengo una reunión importante, me servirá para verme elegante.— Respondió Yamato mientras terminaba de acomodar su camisa y luego caminar en dirección a una pequeña mesa en donde se encontraba su sello real.

Sora al hacer esto no pudo evitar dirigir su mirada hacia ahí y algo llamó su atención, mejor dicho un anillo con una gran esmeralda en el centro con bordes plateados. Alzó una ceja y se acercó a la mesa para tomarlo— Es hermoso este anillo.

Yamato ante esto alzó una ceja y se acercó hacia ella para tomarlo— Aún no está terminado.

—Pero así está bien, es precioso.— Respondió Sora— ¿Es para mi?

Yamato asintió levemente.

—Que bien, me gusta.— La pelirroja estiró su mano.

—Dije que no está terminado todavía.— Musitó Yamato— Le faltan retoques, quiero que sea perfecto, digno de una sultana.

—Comprendo.— Musitó Sora y la emoción no pudo evitar llenar su interior, ese anillo era hermoso. Perfecta muestra de amor, ansio por tenerlo en mi mano.

El rubio sonrió de lado y bajó su mirada hacia el anillo, generalmente le gustaba hacer joyas por diversión, cuando estaba agotado, sin embargo la inspiración para esa joya no había llegado por la pelirroja.


Natsuko le dió un sorbo a su té de manzanilla y luego tomó un panecillo para darle un mordisco.

Observó a su alrededor, a través de su balcón se veía todo el harem.

Sin embargo su vista no se centró mucho ahí, ya que unos pasos llamaron su atención.

—¿Madre?

Natsuko volteo encontrandose con Takeru y sonrió—Hijo, buenos días.

—Lo mismo digo.— Respondio el rubio— Me sorprendió que me llamase a desayunar con usted, pensé que los Miércoles desayunabas en los apocentos reales con mi hermano.

—Si, esa es la costumbre.— Respondió Natsuko— Pero pasó la noche con la sultana Sora, entonces por lógica desayunará con ella.

—Comprendo.— Contestó el oji-azul antes de tomar asiento junto a su madre.

—Dime ¿cómo dormiste?— Preguntó la mujer.

—Más o menos.— Respondió Takeru mientras acomodaba una servilleta.

—Por las ojeras que tienes diría que apenas dormiste.— Musitó Natsuko.

—¿Ojeras?— Preguntó el rubio sorprendido.

Natsuko asintió y tomó el rostro de su hijo por el mentón— De cerca se notan, de lejos no tanto.— Habló.

Takeru hizo una mueca, apenas había dormido anoche, en realidad, desde que su padre había muerto -y su vida peligraba- no lograba conciliar el sueño con facilidad. Noche tras noche a su mente venían sueños, mejor dicho pesadillas, con verdugos trayendo sogas para ahorcar su cuello.

—Mejor hableme de usted madre ¿cómo durmió?

—Bastante bien.— Respondió Natsuko— Antes de ir a dormir tomé un agradable masaje que relajo mis nervios y me permitió dormir.— Comentó— ¿Sabes? Deberías pedir que te hagan uno antes de dormir, así estarías más relajado y no se te haría difícil conciliar el sueño.

Un masaje sonaba bien. Sin embargo dudaba que eso le permitiera dormir plácidamente, lo que ocurría con él no era un estrés físico, si no que psicológico al pensar que en cualquier minuto entrarían verdugos a su habitación para acabar con su vida.

—Mi sultana.— La voz de Juri se hizo presente en el lugar.

Natsuko alzó su mirada— ¿Si?

—La señorita Hikari está aquí, necesita hablar con usted.

—Dile que entre.— Respondió la mujer de ojos azules.

Juri asintió.

Fue así como a los pocos minutos la castaña apareció en el balcón.

A los pocos minutos la castaña llegó al balcón, quién no pudo evitar sorprenderse al ver al rubio, sin embargo esto no quitó que fuera cortés.

—Buenos días.— Respondió la castaña e hizo una reverencia y luego se dirigió al joven— Príncipe.

—Buenos días Hikari.— Contestó Takeru.

La castaña volteo hacia la mujer— Madre sultana.

—Buenos días.— Natsuko sonrió— Es un gusto verte, Hikari ¿cómo dormiste esta noche?

—Muy bien madre sultana, los apocentos que ordenó que prepararan para mi son bastante comodos.

—¿Y la atención?— Preguntó el rubio.

—Agradable.— Respondió Hikari.

—Me alegra escuchar eso.— Contestó Takeru.

La castaña sonrió.

—Cuentame ¿qué ocurre? ¿por qué quieres hablar conmigo?— Preguntó Natsuko.

—Es sobre el harem.— Musitó Hikari— Juri me comentó que estaban buscando personal que ayude en algunas clases de escritura para las damas del harem ¿es verdad?

—Si.— Respondió Natsuko— Es verdad.

—Bueno, luego de hablar con mi hermano y considerando el tiempo en que estaré aquí quiero ofrecerle mis servicios.— Habló la castaña.

—¿Tus servicios?— Preguntó la mujer sorprendida.

—Si, para hacer clases de escritura o lenguaje, la verdad es que no sé much de hacer clases, pero si puedo ayudar y compartir mis conocimientos con los demás me sentiré muy bien.— Contestó Hikari— Al menos así podré pagarle y agradecerle por mi estadía aquí.

—No es necesario que me pagues.— Respondió la sultana madre— Para nosotros es un gusto tenerte aquí.

—Si, pero quiero sentirme util, madre sultana.

—Comprendo.— Musitó Natsuko orgullosa. Que esa chica quisiera constribuir en la enseñanza de doncellas para el sultán y que quisiera ayudar en el harem hablaba muy bien de ella.

—Madre, si me permites opinar creo que es buena idea que Hikari ayude, sin embargo creo que no debería encargarse solo de las damas.— Habló Takeru— Lo mejor sería que ayudara en las clases de Kiriha.

—¿En las clases de Kiriha?— Preguntó la mujer.

Takeru asintió— Hikari es una dama de alta sociedad, ha sido criada prácticamente como una princesa, sabe todo de etiqueta y modales, leyes reales, ella podría ayudar perfectamente en la crianza de nuestro príncipe.— Comentó— Y pues, a Hikari se le dan super bien los niños, estoy seguro que Kiriha la amaría.

Natsuko alzó las cejas sorprendidas, no lo había pensado, pero ahora que Takeru lo decía debía admitir que eran muy ciertas sus palabras, Hikari era una mujer de clase alta, sabía mucho de la familia real y de leyes, podría ayudar en gran medida al príncipe.

—Me gusta la idea.— Musitó la madre sultana— Tendría que hablarlo con Yamato, ya saben que todo lo que tiene que ver con la educación de Kiriha debe pasar primero por él, pero conciendo como es mi hijo, estoy seguro que aceptará.— Si algo identificaba a Yamato era el respeto por la familia Yagami.

—Sultana madre...— La presencia de Juri nuevamente irrumpió en el lugar— Disculpe por molestarla nuevamente, pero el tesorero imperial pide su presencia en la sala principal.— Habló la kalfa— Dijo que es de suma importancia que hable con él.

—Si, ya me había enviado una carta de solicitud para hablar.— Respondió Natsuko antes de levantarse de su lugar— Permiso, hijo, Hikari, me tengo que retirar.

—Está bien madre, vaya tranquila.— Respondió Takeru antes de levantarse y hacer una reverencia.

—Hikari, luego continuamos hablando.

La castaña asintió—Si sultana.— Contesto para luego hacer una reverencia.

—Nos vemos luego.— Musitó Natsuko antes de caminar hacia la salida— Vamos Juri.

—Si sultana.— Fue lo único que dijo Juri antes de hacer una reverencia frente a Takeru para luego salir del lugar tras Natsuko.

Fue así como los adolescentes quedaron solos.

—Yo también me tengo que ir, príncipe.— Habló Hikari.

—¿Irte?— Cuestionó el rubio— Hey, no. No te vayas, quedate desayunando conmigo.— Musitó Takeru— No quiero estar solo.

—Su majestad, no creo que sea lo más apropiado.— Comentó la castaña.

—¿Por qué no?

—Porque usted es un príncipe y yo su servidora.

—No eres una simple servidora.— Habló Takeru, a diferencia de todas las mujeres que estaban en ese harem, Hikari era una mujer libre e hija del antiguo jefe de los jenízaros, prácticamente era un noble.

—Pero usted es un miembro de la familia real.

El rubio hizo una mueca— Bueno, eso no quita que tengamos un desayuno agradable entre amigos ¿no?— Habló el oji-azul antes de levantarse y extender su mano hacia la castaña.

Hikari observó atentamente su mano y sonrió de lado— Está bien.— Respondió antes de tomar su mano para luego ambos acomodarse al rededor de la pequeña mesa.


Mientras tanto Mimi observaba atentamente hacia el balcón en donde se encontraban los dos adolescentes.

—Creo que el príncipe tiene compañía.— Musitó Airú.

—¿Quién es ella?— Mimi no pudo evitar preguntar.

—¿Cómo no sabes?— Preguntó la rubia.

—Recuerda que no soy de estas tierras.— Contestó la castaña.

—Si, pero ayer cuando chocaste con ella ¿no te dijeron?— Respondió Airú.

Mimi negó.

La rubia suspiró, en verdad esa chica necesitaba comenzar a concentrarse más, si seguía así no dudaría mucho en aquel lugar— Ella es Hikari Yagami, hija un antiguo Jefe de los Jenízaros, quién luego se convirtió en gran visir.

—¿Los Jenízaros?— Preguntó Mimi— ¿Qué son los jenízaros?

—Son soldados de infantería con alto nivel de entrenamiento. Entre sus muchas misiones se destacaba la de ser los encargados de la custodia y salvaguarda del sultán.— Respondió la rubia.

—Entiendo.— Respondió la castaña— Entonces ¿su padre es el comandante en jefe?

—Era.— Contestó Airú— Murió hace un tiempo, al igual que su madre, Yuuko, quién era hija de un antiguo gran visir.

—¿Gran visir?— Preguntó la castaña— ¿Qué es eso?

—¿En verdad no sabes?— Cuestionó la rubia— ¿Acaso donde vivías no existe información sobre nosotros?

Mimi negó— Mi pueblo era pobre y estaba muy lejos de aquí.

—Bueno si quieres saber más deberías dejar de faltar a las clases.— Comentó la rubia.

Mimi hizo una mueca ante esto, los días anteriores había faltado porque estaba más preocupada en escapar de ese lugar, ya que eso era lo primordial en su vida, no quería continuar en ese lugar, claro que no.

Volvió su mirada hacia los dos adolescentes, posó su mirada en la castaña, su ropa era elegante y hermosa, sus joyas evidentemente costosas, todo en ella era lujoso, sin embargo lo que más resaltaba en aquella chica era su rostro, destilaba una belleza increíble.

—Es bastante bella aquella joven.

Airú asintió— Si, lo es.— Respondió— A lo largo de todo el reino es reconocida por su incomparable belleza.

No era para menos, las facciones de su rostro eran delicadas, sus ojos eran de un color no exactamente marrones claros, su cabello era claro y bien cuidado, se veía bastante bien, no necesitaba de las joyas para ser elegante.

—Señoritas.— Una voz las llamó y tanto Airú como Mimi al voltear se encontraron con la señorita Juri.

—¿Si?— Preguntó la rubia.

—Necesito que una de ustedes se encargue de cuidar al principe Kiriha.— Habló Juri Kalfa— La sultana Sora tiene su sesión de masaje y baño.

Mimi y Airú intercambiaron miradas.

—Tú.— Juri señaló a la castaña.

—¿Yo?— Preguntó Mimi.

—¿Quién más?— Cuestionó la kalfa y la tomó del brazo— En vez de utilizar energía para escaparte del palacio, utiliza esa energía en jugar con nuestro príncipe.

—Pero...

—Nada de peros.— Respondió Juri— Si no vas a servir de entretención para nuestro sultán, al menos comienza a formarte como una kalfa.

Mimi hizo una mueca, nunca había tenido problemas con jugar con los niños de su aldea, pero era un príncipe ¿y si hacia algo mal?


—Los años han pasado en gran medida, me alegra mucho ver que te has convertido en un príncipe bondadoso, alegre y respetado por su pueblo.— Musitó Hikari— A lo largo de todo el imperio se conocen tus obras y aportes a los jenízaros.

—Lo mismo digo, a lo largo de todo el imperio se habla de tu iniciativa para continuar con las ayudas a los pobres.— Musitó el rubio— Y también, a lo largo de todo el reino se habla de tu belleza Hikari.— Musitó Takeru.

—Solo son comentarios, no tienen sentido.— Musitó la castaña un tanto avergonzada.

—Claro que lo tiene.— Respondió el rubio— Eres hermosa.

La castaña sonrió ante esto y no pudo evitar ruborizarse— Gra-gracias.— Bajó la mirada.

Takeru simplemente sonrió. No quería hacerla sentir incómoda, ni quería sonar meloso ante sus comentarios, pero debía admitirlo, la fama que Hikari se había ganado a lo largo de los años era cierta, su belleza era deslumbrarte.

—¿Es verdad lo que se me comenta?— Preguntó Hikari— ¿Participarás en el consejo de guerra?

El rubio asintió—Si, Yamato me permitió participar.— Respondió— Será mi primer consejo de guerra.

—Genial, debes estar feliz ¿no? Siempre quisiste participar en uno.— Hikari recordó aquellas conversaciones en la cuál aquel chico manifestaba su interés por aquellos consejos.

—Si, la verdad es que estoy emocionado.— Contestó el oji-azul— Aunque...

—¿Aunque?— Preguntó la castaña.

El rubio hizo una mueca y bajó la mirada, tenía muchas cosas en su cabeza, muchos pensamientos con respecto a esa situación— Será un tanto extraño.

—¿Extraño?— Hikari alzó una ceja.

—Se supone que en los consejos de guerra participan los visires, jefe, ayudantes del sultán e hijos.— Musitó Takeru— No hermanos.

La Yagami hizo una mueca ante esto, ya se imaginaba la razón de aquel comentario. Todo lo que estaba ocurriendo con Yamato y Takeru era algo completamente nuevo, nunca se había visto que algún sultán perdonase la vida de uno de sus hermanos, generalmente era todo lo contrario. Una muestra de eso era el antiguo sultán, Hiroaki, quién no dudó en asesionar a sus doce hermanos y tres mujeres embarazadas al ascender al trono.

—Es algo nuevo.— Comentó Hikari— Pero estoy segura que todo saldrá bien.

—Me gustaría pensar aquello, pero...—Takeru suspiró— Tú sabes como son los pashas, líderes y todos en general, siempre respetando las tradiciones y leyes ante todo, el fratricidio para ellos siempre fue algo esencial.

—Fue esencial porque ningún sultán se atrevió a cambiar aquella tradición.— Musitó la castaña— Eso no quita que ahora todo sea diferente.

—Puede que lo sea, pero no en su totalidad.— Habló el rubio— Porque no es justo.

—¿Justo?— Preguntó Hikari— ¿Por qué no sería justo?

—Por todos los príncipes que murieron antes que mi por aquella ley.— Respondió Takeru— Entre ellos mis...—Se detuvo unos segundos y suspiró— Mis seis hermanos.

El recuerdo de los principes: Thomas, Kouji, Koichi, Ryouma, Kiriha y Kiyoshima vino a su mente.

Se mordió el labio inferior ante esto, la verdad era que cada una de sus muertes había sido muy triste, tal vez ella nunca fue cercana a ellos, sin embargo conocía que Takeru a todos los quería, después de todo podían tener diferentes madres, pero eran hermanos. Y con el menor todos siempre fueron amables, jamás le dieron la espalda, al contrario, fueron un apoyo para él, hecho que cambió cuando...

El sultán Hiroaki comenzó la lucha por el trono al matar a su hijo mayor, Thomas.

Desde entonces las cosas se volvieron oscuras y tensas entre los siete hermanos que quedaron, ya que ninguno pondría su vida en riesgo, a esto se le sumaba que las influencias de sus respectivas madres, quienes se odiaban entre sí.

—No fue justo lo que pasó.— Habló el rubio— Con ellos, mucho menos que yo continue con vida.

—Takeru, eso no fue tu culpa.

—No, pero, no podría vivir pensando en que yo si fui perdonado y ellos no.— Respondió Takeru.

Pensar en todos ellos era un dolor constante, llegaba a tener pesadillas en las cuales veía a sus hermanos con una soga en el cuello, rogando a gritos ser perdonados.

Hikari notó como el rostro de Takeru se ensombrecía y no pudo evitar sentirse fatal, ella solo tenía a Taichi, pero si lo perdiera sin duda alguna sufriría por aquello, después de todo la familia era lo más importante en la vida.

Fue así como rápidamente (Sin importar los protocolos) depositó su mano derecha sobre la de Takeru, acto que sorprendió a este.

—Tk, yo sé que tú lo querías y lamentas su muerte, pero lamentablemente no puedes cambiar ese pasado y no vale la pena que te culpes, ya que no fue tu culpa, tú no ordenaste su ejecución, tú nisiquiera fuiste participe de lo que pasó, no debes mortificarte.— Habló Hikari— Mucho menos culparte, esto no fue algo tuyo y yo sé que tus hermanos al morir eran conscientes de aquello, después de todo, para ellos tú también eras importante, así como lo eres ahora para el sultán.

—Yamato...— Takeru repitió su nombre y suspiró—¿Sabes? Él tiene un gran trabajo por delante y pensar en que mi existencia le puede dar problemas como sultán, no me hace sentir bien, al contrario, me hace sentir una carga.

—Para el sultán tú jamás has sido una carga, al contrario, él te quiere mucho y todos lo sabemos.— Respondió Hikari— Eres su hermano, comparten la misma madre, por sus venas corre la misma sangre, él jamás pensaría que eres una carga y lo sabes, él no sólo te quiere, si no que te ama, siempre te lo ha demostrado ¿no?

En eso tenía razón, su hermano siempre se había caracterizado por ser una persona muy cerrada a sus emociones, generalmente no demostraba lo que sentía al exterior. Con sus seis hermanos siempre había sido distante. Sin embargo, con él era todo diferente, siempre había demostrado que era una de sus principales prioridades, más que un hermano, un amigo.

—La muestra que eres importante para él está en que ahora tú estás aquí ¿no?

—Si, creo que sí.— Respondió Takeru.

—¿Entonces?—Habló Hikari.

El rubio sonrió ante esto, quizás sus miedos eran en vano, debía estar tranquilo y confiar en su hermano, a pesar de que el panorama se viera mal por el entorno.


Mimi observó a su al rededor, la kalfa Juri la había llevado hasta los apocentos de la sultana Sora, madre del príncipe Kiriha. La habitación era bastante lujosa y gigante, no sabía si definirla concretamente como habitación o como un apartamento, tenía dos secciones, una parecía un comedor y la otra tenía una gran cama, las cortinas eran de una tela bastante fina, al igual que las mantas de la cama, habían candelabros de oro y velas aromáticas en todo el lugar.

—¿Cuando llegará el príncipe?— Preguntó la oji-miel— Llevamos mucho aquí y nada.

Juri rodó los ojos— No seas impaciente.— Regañó.

Mimi hizo una mueca, lo único que quería era escapar de ahí, no tenía tiempo para estar cuidando a niños.

No pasaron más de cinco minutos cuando un grito se escuchó de afuera— ¡Atención! Su majestad el príncipe Kiriha.— Fue así como la puerta principal se abrió y en el lugar ingresó un pequeño de cabello rubio, ojos azules, que vestía ropas elegantes, demasiado para su edad.

—¡E!— Gritó el niño corriendo.

—¡Mi príncipe, no corra!— Al lugar ingresó una joven de cabello lila, ojos ámbar, vestía de una forma elegante, similar a Juri, no llevaba coronas, si no que un velo sujetado con unos adornos dorados y un vestido largo del mismo color.

Fue así como Kiriha se detuvo y la mujer lo tomó por los hombros.

—Miyako.— Juri saludó.

—Juri, me alegra verte.— Respondió la chica.

—Veo que nuestro pequeño principe te tiene un poco exhausta.— Comentó la castaña.

La peli-lila asintió— Bastante.— Musitó.

Juri bajó su mirada hacia el pequeño e hizo una reverencia— Buenos días mi príncipe.

—Buenos días Juri Kalfa.— Saludó el pequeño, sin embargo no pudo evitar notar la presencia de la oji-miel, quién no había dicho palabra.

—¡Hey! ¿Quién eres tú?— Preguntó el pequeño— Jamás te había visto aquí.

Mimi tuvo que morderse el labio inferior ante tanta ternura, ese niño tenía una mirada azulada muy inocente y brillosa.

—Ella es su nueva dama de compañía, jugará con usted mi príncipe.— Respondió Juri.

El pequeño observó atentamente a la oji-miel— ¿Cómo te llamas?

—¿E?— Balbuceo Mimi sin saber si responder o no.

Juri movió su brazo— Responde niña.

La chica de vucles hizo una mueca y se arrodilló frente al chico para quedar a su altura— Mi nombre es Mimi.— Contestó.

—¿Mimi?— Preguntó el pequeño de ojos azules.

La chica asintió.

—Que extraño nombre.— Comentó el niño y luego alzó su mano para acariciar el rostro de la chica— Eres bonita.

La castaña sonrió ante esto— Gracias.

Sin duda alguna ese niño era una hermosura ese niño, sus ojos azules eran como el cielo nocturno estrellado, su cabello rubio era de oro y su piel era delicada, evidentemente no se parecía en nada a su madre.

—Ven, juega conmigo.— El rubio tomó de su mano y la jaló.

La oji-miel sonrió ante esto, sin duda alguna jugaría con él, era un angelito.


*Jamás olvidemos que hubieron ángeles que se convirtieron en demonios, así también la persona más inocente y buena puede convertirse en una amenaza*


—Me alegra ver que están agregando nuevo personal.— Miyako le comentó a Juri— Necesitamos más kalfas para servir a la familia real.

—Bueno, eso todavía no está decidido.— Habló la castaña— Esta chica todavía no ha escogido si ser kalfa o concubina, llegó hace muy poco.

—Considerando lo celosa que es mi señora deberías aconsejarle que sea kalfa.— Comentó la peli-lila mientras observaba a la joven jugar con el niño muy ajenos a su conversación.

Juri hizo una mueca— No me digas que continúa con esa mentalidad de ser la única mujer del sultán.

—Lamentablemente sí.— Contestó la kalfa de Sora— He intentado hablar con ella, pero se niega a aceptarlo.

—A la Valide Sultan no le gustará saber eso.— Musitó Juri— Ojalá no hayan problemas, sobretodo ahora, la sultana Natsuko está buscando más herederos para el sultán Yamato, tiene preparadas muchas fiestas.

—Ya me lo imaginaba.— Comentó Miyako— Espero que esto no traiga problemas.

Si algo caracterizaba a la consorte principal de Yamato, eran sus celos, llevaban al rededor de cuatro años juntos y le había ahuyentado más de una concubina, cosa que la sultana madre no aceptaba del todo, quizás amaba a la sultana pelirroja como su hija, pero eso no quitaba que el Sultán necesitara tener más de un solo descendiente y la sultana Sora no era la candidata más apropiada -lamentablemente- después del nacimiento de Kiriha no demoró en volver a quedar embarazada, sin embargo lo perdió por causas naturales y lamentablemente llevaba más de tres años sin poder gestar otra vida en su vientre.

—Lo mismo digo.— Respondió la castaña.

—Y hablando de mi sultana, debo ir a preparar su baño con velas aromáticas y rosas.— Habló Miyako.

—Y yo de la sultana madre.— Comentó Juri para luego dirigirse a la joven con el príncipe— Mimi cuando llegue la sultana Sora podrás retirarte.

Mimi hizo una mueca, en verdad no quería estar ahí, pero no iba a negar que ese niño era demasiado tierno como para dejarlo solo, además este parecía estar feliz con su compañía.


—¿Me estás diciendo que aquel soldado que lograron capturar luego del ataque aseguró ser un aliado de Joe Kido?— Preguntó Yamato.

Taichi asintió— Si.— Respondió eso aseguró.

—¡Rayos!— Exclamó el rubio.

—Como lo suponiamos.— Musitó Taichi— Joe Kido fortaleció sus defensas, apesar de que fue exiliado a egipto logró imponerser con su dinero e influencias de sus familiares.

Yamato apretó los dientes, sin duda alguna había sido pésima idea la de su madre al enviarlo a Egipto, lo que debió hacer era ejecutarlo, después de todo lo que tenía ese chico era astucia y eso significaba que fuera como fuera lograría tener aliados, además aún tenía dinero que podía utilizar a su favor.

—El consejo de guerra sin duda nos ayudará a lidiar con esta situación, junto a mis hombres hemos pensado algunas tácticas, y de es seguro que los demás pashas y el gran visir, tendrán algunas ideas para contraerrestar esto.— Musitó Taichi.

Eso esperaba.

No estaba dispuesto a ceder ni siquiera un milimetro de tierra, al contrario, quería expandir sus dominios al máximo. Mucho más ahora que había ascendido al trono, necesitaba demostrarle a todos en el reino que era digno de la corona.

Sin embargo, antes debía organizar otros asuntos.

—Bueno, eso lo veremos en el consejo, ahora necesito hablarte de un tema importante.— Habló el rubio.

Taichi alzó una ceja sorprendido.

—Ayer me preguntaste porque te había citado antes.

—Si.— El castaño asintió, ya eso había hecho, ya que le había extrañado esa situación.

—Es porque necesito hablar contigo, mejor dicho quiero hacerte saber que tomé una decisión importante con respecto a ti.

Yamato mantuvo silencio por unos minutos, no tenía dudas de lo que haría a continuación, pero si era consciente de que esto debía tomar seriedad, mucho más que un puesto, lo que le iba proponer a su amigo era un compromiso con el imperio.

Taichi era la mejor opción, primeramente porque su poder político y económico había crecido en gran medida los últimos años y de manera independiente, tal vez su padre fue un gran visir, pero Taichi había logrado crecer debido a sus propios méritos. Su padre, Susumo Yagami dedició mantenerse al margen en la guerra por el trono junto a sus hombres, sin embargo Taichi decidió apoyar a Yamato y con eso logró mucho más políticamente y al heredar su fortuna aumento económicamente.

Taichi simplemente esperó ansioso y curioso por saber a que se refería su amigo, evidentemente era serio, después de todo Yamato ya no era un simple príncipe, si no que un sultán y todo lo que dijese causaría un impacto.

—Para ti no es desconocido el hecho que cuando un príncipe asciende al trono y se convierte en sultán, este puede hacer todo un cambio en su personal de confianza ¿no?— Yamato finalmente rompió el silencio.

Taichi asintió.

—Si bien es cierto que yo estoy de acuerdo con algunas organizaciones y puestos que mi padre dejó estipulado antes de morir, hay algunas cosas que he decidido cambiar.— Habló el rubio— Sobretodo luego de la guerra por el trono.— Habían hombres que demostraron no ser leales y por esto mismo necesitaba tomar cartas en el asunto— No puedo omitir que fuiste uno de mis mejores y más grande aliado en esta guerra.

—Simplemente cumplí con mi deber.— Respondió Taichi, luego de Thomas, la corona era de Yamato, él era el segundo heredero de la corona.

—Si, pero fuiste más que un aliado, fuiste la clave principal para mi ascensión.— Continuó el rubio—Lo prometido es deuda, siempre dije que si me ayudabas te recompensaría.— Habló Yamato— Y sé que lo hiciste debido a nuestra amistad, pero para mi no es suficiente esto, lo que tú hiciste en apoyarme fue algo que demostró tu lealtad hacia mi y ahora más que nunca necesito que esa lealtad cotinue conmigo.— Comentó— Es por eso que luego de mucho pensarlo he decidido nombrarte mi guarda espalda personal, el guardia imperial.

¿Qué?

Taichi alzó una ceja.

¿Guardia imperial?

—Ya sabes, que luego de mi en este imperio viene el gran visir, luego el tesorero imperial y el cuarto más importante es mi guardia imperial.— Habló Yamato— Me gustaría que este último lugar lo ocuparas tú.

Sabía que su mejor amigo, merecía un alto puesto en el imperio, en lo posible el puesto de gran visir (Que había correspondido a su padre) Sin embargo él sabía que su amigo no lo aceptaría fácilmente, Taichi era un chico que le gustaba empezar desde cero y no por acomodamiento al ser el hijo de alguien influyente. Si no que al contrario, el Yagami siempre había rechazado toda ayuda de su padre para ascender en la sociedad. Todo lo que tenía hasta ahora era por mérito propio.

Además, en el puesto de gran visir estaba Masami Izumi, un hombre que le era leal y que era bastante anciano, en cualquier minuto podía morir cuando ese tiempo llegara el Yagami ascendería, mientras tanto podría aprender más del imperio él si se mantenía siendo su guardaespalda.

—¿Y que me dices?

—Así como tu padre fue gran visir de mi padre, y tu abuelo también del mío, espero que tú seas mi gran visir para seguir con nuestras costumbres.— Habló Yamato— ¿Te parece?

Taichi simplemente observó el sello que su padre una vez había portado, heredado por su abuelo y que ahora estaba siendo ofrecido hacia él.


Sora cerró sus ojos completamente relajada ante el masaje que le estaba dando su criada en la cien, mientras se relajaba en la gran bañera.

—Hoy amaneció muy radiante.— Musitó Miyako— Por su sonrisa diría que tuvo una excelente noche junto al sultán.

Sora abrió levemente sus ojos— Pues claro.— Respondió— Estuve con el padre mi hijo, el dueño de mi corazón, el sultán del mundo entero, Yamato. Hace mucho no estábamos así, lo extrañaba.

—Si, lo sé, usted muchas veces anheló porque volviera a usted y finalizara aquella guerra.— Comentó la kalfa.

—¿Sabes? Ahora que tenemos más tiempo para nosotros espero tener más su atención.— Musitó la pelirroja— Quiero continuar con mis planes y darle más príncipes a mi sultán.

—¿Más hijos?— Preguntó Miyako sorprendida.

Sora asintió.

La chica de cabello lila no pudo evitar hacer una mueca ante esto— Disculpe que lo diga mi sultana, pero pensé que se había resignado a la idea de tener solo a Kiriha ¿no? Luego de haber pérdido ese embarazo, ya sabe...

La pelirroja se mordió el labio inferior ante esto, no quería recordar aquel momento tan desagradable en su vida— Eso fue hace mucho.— Musitó— En ese tiempo no tuve más que aceptarlo, ya que Yamato no podía estar pendiente de mi y de sobrevivir.

Estaban con la soga al cuello, Hiroaki estaba enfermo y los hermanos de Yamato amenazaban por tomar el trono.

—Sin embargo ahora todo es diferente.— Habló Sora— Los jueves volveran a ser míos y volveré a quedar embarazada.

—Ojalá así sea.— Rogó Miyako.


La puerta de los apocentos de Natsuko se abrió y al lugar ingresó su Aga de confianza, Gennai, quién al estar frente a ella hizo una reverencia.

—Mi sultana.— Musitó— ¿Solicitó mi presencia?

—Si Gennai.— Respondió la mujer— Solicité tu presencia, porque necesito hablar contigo de un tema importante.

El hombre alzó una ceja sorprendido— Dígame ¿de qué se trata?

—Trata sobre el harem.— Contestó Natsuko— Como jefe tu estás a cargo de todas las mujeres al servicio de mi hijo.

Gennai no pudo evitar sentirse preocupado ante esto— ¿Ocurre algo con el harem mi sultana? ¿Hay algo que no le gusta? ¿Hubieron problemas? No me diga que la presencia de esa niña rebelde nos traerá proble...

—¡Hey! No.— Lo interrumpió la madre sultana— No debes preocuparte, no es nada malo.— Respondió— No estás en problemas.

Gennai suspiró aliviado ante esto, no quería tener problemas, mucho menos ahora que recién había comenzado el reinado del sultán Yamato— Entonces ¿Qué es?— no pudo evitar preguntar con curiosidad.

—Es sobre la organización.— Musitó Natsuko— Y los servicios a mi hijo.— Habló— Ya sabes, él ahora es el sultán y necesito estar al pendiente de todo lo que ocurre. Bueno, en realidad como he estado hasta ahora.

Gennai asintió.

—Como todo sultán mi hijo necesita tener las mejores atenciones.

—Claro mi sultana, me he encargado que todos lo sirvan como corresponde.— Respondió Gennai— Con buenas comidas, masajes, buen comportamiento...

—Si, has hecho un buen trabajo.— Comentó Natsuko— Pero no me refiero a ese tipo de atención. Si no que a las atenciones con respecto a las damas de compañía.

¿Damas de compañía?

Pensó Gennai. Esa era la forma más elegante de decir: Concubina.

—Como te habrás dado cuenta, Yamato ya tiene un hijo, pero por el bien de su reino y nuestra dinastía es importante que tenga más herederos.— Habló la oji-azul— Sobretodo ahora que es joven.

—Pues claro mi sultana, la ley le pide que tenga más de un heredero en caso de emergencias.— Comentó Gennai.

—Si y además, quiero que mi hijo tenga mucha entretención, ya sabes, quiero que sea bien atendido en todos los sentidos.— Musitó Natsuko— Por esto mismo quiero que prepares a señoritas del harem para que vayan a sus apocentos, en lo posible mujeres hermosas y jovenes, en plena edad de gestar una vida en su vientre.

Aquella orden no le sorprendió al hombre, era de esperarse que la madre sultana se preocupara de su hijo, después de todo debía ser similar a cualquier otro sultán de su dinastía y era su obligación darle multiples descendientes al imperio. Sin embargo, ya todos coonocían el temperamento de la madre del príncipe Kiriha, Sora, quién a lo largo de años se había encargado de espantar a una que otra concubina.

—Comprendo mi sultana.— Comentó Gennai— Pero, déjeme decirle que a la sultana Sora no le gustará esto.

Natsuko hizo una mueca ante esto, ella comprendía los sentimientos de esa mujer por su hijo y la valoraba bastante como "nuera" después de todo, a diferencia de las otras mujeres ella era la que más valor tenía hablando de poder económico y político, tenía algunas influencias al ser prima de un importante gobernador de la provincia de Hungría. Mas, eso no quitaba que tuviera que respetar las reglas del palacio, Yamato era sultán y debía tener más descendientes, que Sora hasta el momento no había podido darle y que necesitaban.

—No importa.— Respondió la Valide— Lo siento mucho por ella, de verdad, pero mi hijo es un sultán en todos los sentidos y necesito que tenga más herederos.

—Está bien.— Contestó el hombre de ojos azules— Comenzaré entonces a escoger jovenes que le gusten.

—Espero que en ese grupo esté aquella chica.— Musitó la mujer.

—¿Cuál?

—La que ha traido problemas.— Respondió la madre del sultán— Aquella que viene de Venecia.

—¿A Mimi?— Preguntó Gennai.

—Si.— Contestó la mujer— Creo que así se llama.— Su hijo la había encontrado linda, de seguro si era llevada a sus apocentos cambiaría de parecer y cedería ante los encantos de su hijo— Quiero que ella esté entre las nuevas mujeres para mi hijo.

—Comprendo, pero ¿está segura que quiere que esa chica rebelde esté a sus servicios?

—Segura.— Respondió Natsuko—Mi hijo necesita mujeres hermosas para seguir prosperando nuestra dinastía con herederos y ella es una chica muy bella, así que no hay razones para no hacerlo.

—Está bien, seguiré sus ordenes madre sultana.— Respondió el hombre de ojos azules.


+Dato: Antiguamente se creía que las noches de los Jueves eran "benditas" y las mujeres tenían una alta posibilidad de quedar embarazadas, y dar a luz un niño (Más que niña)

Respuesta a comentarios:

mimato bombon kou: Jsjsjs muchas gracias, sin duda, está pasando terrible, esta maldad que le hicieron es horrible, ya veremos si logra salir de aquel agujero en el que está. Sobretodo cuando sepa que Yamato es la persona que dice odiar. Ya veremos como será el momento jsjsjsj Aquí tenemos otra Mimato jiji ya veremos si vence al Sorato. Sin duda, Hikari es una ternura, ya veremos como su amor se desarrollará con Takeru jiji Ojalá sigas leyendo y comentando. Te mando un abrazo a la distancia.

Bey significa caballero. Como dice su significa este título obtenían caballero de bajo rango, después de pashas, o también lo obtenían hijos de pashas (Ej: Taichi Bey o Ryo Bey) Taichi fue Bey antes de Pashá.

Pashá significa señor (Ej: Taichi Pashá) Generalmente de alto rango, tener este título significa ser un hombre de gran poder y riquezas. Ahora que Taichi será el guardia imperial sube de rango y es un Pashá.

Valide Sultan significa Madre Sultana o Reina Madre (Ej: Valide Natsuko Sultan) Este título solo lo obtenía la madre del sultán.