NA: Quiero mencionar que cuando nombré a los hermanos de Yamato: Thomas, Kouji, Koichi, etc. Es algo que verán en la historia. El imperio Otomano se distinguía por vivir repitiendo nombres, así será aquí, los hijos de Yamato o cualquiera pueden tener nonbres repetidos.

También, Mimi mencionó que ella sabía que el sultán (antiguo) tenía 6 hijos. En realidad, Hiroaki tuvo 7 hijos (hombres) pero él mandó a matar a Thomas, así que por mucho tiempo solo tuvo 6 y por eso la mayoría de estranjeros solo han escuchado hablar de seis.


Mimi observó atentamente al niño rubio quién se encontraba frente a ella jugando.

—El sultán se para en frente de todos y da la orden para que sus tropas ataquen ¡Y!...—El niño alzó su pequeño muñeco de madera para golpearlo contra otro— ¡Destruye a sus enemigos!

Mimi alzó una ceja sorprendida ante esto— Eso es algo malo, que no debería hacer un niño tan lindo como tú.— Musitó.

—No es malo para un sultán, ahora soy un niño, pero cuando sea grande yo seré sultán.

—¿A si?— Preguntó la castaña.

El pequeño asintió— Tendré mi palacio, muchos caballos e iré a la guerra como mi padre.

Mimi alzó una ceja ¿ir a la guerra? ¿Eso era algo bueno?

—¿No te da miedo?

—¿Miedo?

—Las espadas, lanzas o ser herido.

—Claro que no.— Respondió el rubio— Un sultán debe ser valiente, no puede tener miedo.

Mimi hizo una mueca, ella jamás había estado en una guerra, pero si había presenciado la masacre de su pueblo a punta de armas, golpes y muertes, algo que en verdad era horrible. Era una pena que ese niño creciese con la mentalidad de que eso era bueno.

—¿Sabes? Tu forma de hablar se escucha diferente.— Habló el pequeño rubio.

Mimi hizo una mueca, no era para menos, la forma de hablar de los Otomanos era diferente a la suya, apenas llevaba cuatro semanas como esclava, primero había sido llevada al palacio de Krimea y ahí había aprendido a hablar algunas palabras. Gracias al cielo siempre le había gustado aprender hablar idiomas extranjeros, ya que en la isla que ella vivían algunos comerciantes y siempre se le había hecho fácil. Sin embargo, su acento italiano todavía no desaparecía por completo -sin mencionar que habían palabras Otomanas que todavía no lograba entender-

—Bueno, eso se debe a que no soy de aquí.— Respondió la castaña— Vengo de otro lugar.

—¿Otra lugar?— Preguntó el pequeño— ¿De dónde?

—¿De Venecia?

—¿Venecia?—Kiriha alzó una ceja— ¿Dónde queda eso?

—En Italia.— Respondió Mimi.

—¿Dónde queda eso?— Nuevamente preguntó el rubio.

La castaña simplemente sonrió conmovida, era de esperarse que ese niño no supiera, era muy pequeño.

—Queda navegando por el mar, muy, muy, muy lejos de aquí.— Contestó la castaña.

—¡Yo quiero conocer ese lugar!— Exclamó el rubio— Cuando sea sultán iré para allá.

No, ojalá no.

Pensó Mimi.

Luego de todo lo que había ocurrido rogaba al cielo que ninguna tropa Otomana llegara hasta allá, no quería que otras niñas sufrieran su mismo destino. Aunque, viendo la cara de ángel de ese niño, dudaba que él hiciera algo malo.

—¡Atención!— El grito de un Aga llamó su atención y la puerta de la habitación se abrió— La sultana Sora está aquí.

Mimi ante esto se puso rápidamente de pie y bajó la cabeza en señal de reverencia.

—¡Madre!— Kiriha gritó al ver a la pelirroja ingresar en los apocentos y corrió hacia ella.

—Mi pequeño.— Musitó Sora y abrazó a su pequeño. Sin embargo, para ella no pasó desapercibida la presencia de la joven castaña—¿Quién eres tú?

Mimi alzó levemente la mirada, sin saber si responder a o no.

—Ella es una sirviente que Miyako Kalfa trajo para jugar.— Respondió el pequeño rubio.

—Ya me lo imaginaba, esa fue una orden mía.— Habló Sora— Pero pensé que traería a Momoe o alguna kalfa conocida.

—Disculpe, sultana, pero Juri Kalfa me envió.— Respondió la castaña y nuevamente bajó la cabeza.

—Si, Juri la trajó.—Habló el pequeño— Su nombre es Mimi.

—¿Mimi?— Cuestionó la pelirroja sorprendida.

La castaña asintió.

—¡Vaya! Que nombre tan inusual.— Musitó Sora, evidentemente era extranjera, ya que nunca había escuchado ese nombre en Crimea— ¿Eres nueva?

Mimi asintió.

—¿De donde vienes?— Preguntó Sora.

—De Venecia.— Respondió la castaña.

—¿Y cómo llegaste hasta aquí?— No pudo evitar preguntar, generalmente le gustaba conocer a los servidores del palacio.

Mimi hizo una mueca, por unos minutos había tenido ganas de no hablar de aquello, sin embargo luego se dio cuenta que estaba frente a una sultana ¿no? Debía ser "cortés" al menos por el momento, tal vez si lograba su simpatía tendría una oportunidad de escapar— Fui capturada por tropas Otomanas y me vendieron como esclava.

Sora no pudo evitar hacer una mueca ante esto, debió imaginarlo, todos los que llegaban a ese palacio como servidores generalmente eran arrancados de sus familias y vendidos como esclavos al imperio.

—Lo lamento.— Musitó— No debí preguntar, yo debí haber imaginado que algo así había ocurrido. Generalmente nuestras tropas traen esclavos de otros lados para nuestro servicio, sobretodo mujeres venecianas, aquí hay muchas de esas tierras.

Mimi hizo una mueca, ya había escuchado a otras mujeres hablar de eso en el Harem, al parecer eran pocas las que eran traídas ahí por buena voluntad.

Sora caminó hacia ella— Muchas gracias por jugar con mi hijo, pero ahora que regresé puedes retirarte.

Mimi asintió e hizo una reverencia— Como usted diga, sultana.— Volteo hacia el pequeño— Fue un gusto jugar con usted príncipe.

—Fue muy divertido.— Habló Kiriha— Deberímos repetirlo.

La castaña sonrió— Me encantaría.

—¿Ella puede venir otro día a jugar conmigo, mami?— El rubio le preguntó a la pelirroja.

Sora sonrió— Pues claro.— Respondió y alzó su mirada hacia la castaña— Un día de estos le diré a Juri que te envie otra vez aquí para que entretengas a mi hijo ¿si?

—¡Si! Yo quiero jugar de nuevo con ella.— Exclamó el rubio.

Mimi simplemente sonrió, sin duda era una ternura ese pequeño— Pues claro, estaré encantada.— Respondió antes de dar una última reverencia para luego caminar en dirección a la salida.


—¿Y qué dices?— Yamato le preguntó a su amigo.

Taichi se quedó en silencio ante la propuesta, tenía muchas cosas que pensar. Ese puesto que el sultán le estaba proponiendo era honorable, ser el guardia imperial (básicamente el guarda espalda personal del Sultán) era sinónimo de respeto y autoridad en el mismo palacio, ya que se convertía en su hogar.

Sin embargo, ese puesto también significaba dejar algunas cosas de lados, al vivir en aquel lugar debía dejar sus tierras, lo que podía implicar un riesgo, él tenía muchas tierras, dinero e influencias debido al puesto alto rango que poseía en los jenízaros, dejarlo podría significar perder algo de aquello que con tanto esfuerzo había logrado ganar. Además ser guardia imperial también significaba dejar su familia atrás, cosa que no quería en lo absoluto, para él lo primordial era estar con Hikari.

—Mi sultán.— Hizo una reverencia— Para mí es un honor que me ofrezca este puesto.— Habló— Pero, usted sabe en la posición que me encuentro, tengo influencias en los jenízaros, he comenzado a participar brevemente en el consejo, tierras y lo más importante, familia.

A Yamato no le sorprendió esto, ya esperaba que su amigo se preocupase por aquello— Lo sé y créeme, esto no afectará tus tierras, pondré mi sello real en las escrituras que señalan que te pertenecen.— Respondió— Además, tus influencias no se verán perjudicadas, ni en los jenízaros, ya que continuaran bajo tu servicio, aunque no seas el comandante líder a cargo.— Respondió— Ni en el consejo, sé que comúnmente el guardia imperial no participa como un miembro activo, pero en tu caso será diferente, tu ya comenzaste a participar y luego de los últimos acontecimientos no confió en nadie más que tú para que participe en él.

—Me alegra escuchar eso, pero más allá que mi poder político o económico, lo más importante para mi es mi familia, en este caso mi hermana es la única familia que tengo.— Contestó el castaño— Usted siempre ha sabido que para mí, Hikari es una persona fundamental en mi vida, y pues, luego de la muerte de nuestros lo es aún más, no quiero dejarla sola.

—Lo sé, Taichi.— Habló el rubio— Y no debes preocuparte. Puedes trasladarte con ella hasta Estambul. Ella podrá vivir aquí en el palacio junto a ti.

El castaño alzó una ceja— ¿En el palacio?— Preguntó sorprendido.

—Si, así te puede acompañar, vivirá en el harem.— Respondió Yamato.

—¿En el harem?— Taichi alzó una ceja.

—Si.— Contestó el rubio— Pero a diferencia de las concubinas o kalfas, ella tendrá su lugar correspondiente, después de todo es hija de Yuuko Yagami, hija del antiguo Khan de Crimea, mi madre ya intercedió por ella y tiene todo arreglado. Ahora solo falta que tú respondas ¿Aceptas?

Bueno, si le proponía esas opción entonces.

—Si, sultán, acepto con honor.


Mimi observó atentamente la sopa de nueces que tenía enfrente, hizo una mueca, en su isla jamás había probado una sopa de ese tipo, se veía bastante mal. Sin embargo...

Llevó su manos a su estómago. En verdad tenía hambre. Fue así como, tomó el cubierto junto a ella y le dió una probada a la sopa.

La saboreo levemente y...

¡Vaya! Tenía buen sabor.

—Este fue un día verdaderamente agotador.— Musitó Airu.

—¿Así?— Preguntó Mimi— ¿Estuvieron intensas las clases?

—Bastante.— Musitó la rubia.

—Vete acostumbrando.— Una chica pelirroja de ojos azules, quién se encontraba frente a ellas en un sofá.

Mimi y Airu intercambiaron miradas, a diferencia de ellas, aquella chica pelirroja no vestía su mismo uniforme, si no que llevaba una diadema dorada en su cabeza y un elegante vestido azul real. Por su vestuario, era evidente que llevaba más tiempo ahí.

—Las clases de modales son bastante agotadoras, porque ay muchas normas para mantener compostura.

—¿E? Disculpa.— Habló Mimi— ¿Quién eres tú?

La pelirroja caminó hacia ellas y tomó asiento junto a ellas— Mi nombre es Mizuki ¿y el de ustedes?

—Airu.— Respondió rubia.

—Mimi.— Contestó la castaña.

—Mucho gusto.— Musitó la pelirroja— ¿Ustedes son integrantes de la nueva entrega?

Nueva entrega

Mimi hizo una mueca—Di nuovo parlando di noi come una cosa

La pelirroja alzó una ceja— Sai parlare italiano?

Mimi alzó una ceja sorprendida— ¿E? ¿Tú como sabes?

—Porque yo fui traída de Venecia.

—¿Qué?— Preguntó la castaña— Y-yo también.

—¡Wow! Debí imaginarlo.— Musitó la oji-azul— Tu acento es parecido al mío.

Mimi hizo una mueca, no pudo evitar sentirse mal, era una pena que tantas mujeres de su tierra fueran apresadas.

—La sultana Sora ya me había comentado que habían más Venecianas aquí.— Musitó la castaña.

—¿Conociste a la sultana Sora frente a frente?— Preguntó Mizuki.

Mimi asintió— Si.— Respondió— La madre del príncipe ¿no?

—Si, ella es.— Contestó— ¿Qué te pareció? ¿Cómo te trató?

—Pues...—Buscó la palabra— Bien, me trató muy bien, parece ser muy amable.

—¿Amable?— Preguntó la pelirroja, eso le sorprendía, pocas mujeres de ese harem consideraban a esa mujer amable.

—Si.

—¡Vaya! Yo pensé que no te agradaría.— Musitó la pelirroja— Sobretodo a ti, ya que has gritado miles de maldiciones contra las personas de este palacio.

Mimi hizo una mueca, al parecer no había pasado desapercibido su mal caracter— Bueno, ella fue bastante agradable conmigo, no me dijo nada malo, incluso me preguntó de donde venía y fue agradable.

Mizuki hizo una mueca, ella había tenido la oportunidad de conocerla y lamentablemente, no podía decir lo mismo ¡Un minuto!— ¿Eres kalfa?

—¿E?— Mimi alzó una ceja— No.

—Pero ¿piensas serlo?

—¿A qué se debe tu pregunta?— Preguntó la castaña.

—Pues, a que si fueras concubina no hubiese sido tan buena contigo.

—¿Por qué dices eso?

—Porque con las concubinas no es muy...— Mizuki no pudo continuar hablando, ya que una persona que ingresó al lugar, llamó la atención de todas, interrumpiendo sin querer a la pelirroja.

—Provecho señoritas.— Musitó una joven de cabello castaño, ojos avellana, quién tenía unas marcas en el rostro.

Mimi alzó una ceja y observó atentamente a la joven, no por las marcas que tenía en el rostro, si no que por alguna extraña razón, aquella persona tenía un leve parecido con la kalfa de la sultana Sora, Miyako.

—¿Ven a esa mujer?— Preguntó la pelirroja.

Mimi y Airú observaron a la joven.

—¿Quién es ella?— Cuestionó la oji-miel curiosa.

—Una de las tantas víctimas de este harem.— Respondió Mizuki.

—¿Cómo?— Preguntaron tanto la rubia como la castaña.

—¿Qué quieres decir con eso?— Mimi no pudo evitar preguntar, en verdad no entendía.

—Lo que dije, es una de las tantas mujeres que ha sufrido por estar aquí.— Contestó la pelirroja— Su nombre es Momoe y también es una esclava, pero lleva más años aquí, fue traída de Crimea, ahora es Kalfa, pero un tiempo fue concubina del sultán, en sus tiempos de príncipe.— Relató— Se cuenta que era una de las concubinas principales, logró encantar al sultán, quedó embarazada, pero lamentablemente perdió al bebé cuando tenía unos meses de embarazo. Sin embargo, el sultán le dió mucho y dinero para que pudiera comprar a su hermana menor quién también había sido vendida como esclava, era notorio que el sultán tuvo preferencias por ella, sin embargo eso no les gustó a las demás mujeres del harem.—Hizo una mueca— Una noche, Momoe se fue a acostar y no se dió cuenta que habían colocado veneno en su almoada que al hacer contacto con su piel quemó toda su mejilla.

Mimi hizo una mueca, esa historia no le estaba gustando.

—Lo peor de todo fue que, extrañamente los médicos tardaron en llegar y no pudieron tratar sus heridas a tiempo lo que provocó que quedase con esas marcas para toda su vida.— Continuo hablando Mizuki—Algunos dijeron que fue la culpa de Jun, su mejor amiga, quién estaba obsesionada con el sultán.— Habló— Sin embargo...—Se acercó a la dos chicas y susurró— A mí, nadie me quita de la cabeza que fue la sultana Sora.

—¿Cómo?— Preguntaron Mimi y Airú a la vez, sorprendidas.

—Lo que escucharon.

La oji-miel hizo una mueca— ¿Por qué dices eso?

—Porque ella es super celosa y malhumorada cuando trata del sultán.— Respondió Mizuki— Por eso, me sorprendió que me dijeras que fuera amable, esa mujer es temible, sobretodo cuando tratan de futuras concubinas.

—Yo no seré concubina.— Habló Mimi.

—Eso lamentablemente no lo decides tú, querida.— Musitó la pelirroja.


—¿La sultana Natsuko quiere que preparemos a esa chica, busca problemas?— Preguntó Juri sorprendida.

Gennai asintió.

—Debe ser una broma.

—Pues no.— Respondió el hombre— No lo es, ella lo ordenó.

—Pero, esa niña es una fiera, no dejará que la preparemos para el sultán.

—Ahora no, porque es nueva, pero dentro de unos días no tendrá más que acostumbrarse y resignarse a su nueva realidad.— Contestó Gennai.

Juri hizo una mueca— Eso espero.— Musitó— Pero, insisto, es muy luego prepararla ¿por qué no simplemente usamos concubinas que ya tienen experiencia dentro del harem?

—A ellas también las usaremos, pero la sultana Natsuko quiere novedades para su hijo.— Musitó el hombre— Todas ya son conocidas para él de su época como príncipe, lo que él necesita ahora como sultán son mujeres nuevas.

—Está bien.— Musitó la castaña rendida— Comprendo, desde hoy mismo escogeré a las jóvenes más hermosas de la última entrega, entre ellas a esa señorita.

—También, quiero que prepares a una concubina para esta noche.— Habló Gennai.

—¿Concubina?— Preguntó la castaña— ¿No sería mejor preparar a la sultana Sora?— Para nadie era desconocido que aquella pelirroja era bastante celosa, sobretodo cuando se trataba de concubinas para Yamato. Si la preparaban a ella, se ahorrarían muchos problemas.

—No, la sultana madre ordenó preparar una cena especial para la sultana Sora, el príncipe y para ella.— Respondió el hombre— Quiere darles la bienvenida, ya sabes, por todas las cosas que han ocurrido, la sultana no a pedido recibir a su nieto como corresponde, además siente que ha perdido tiempo con él.— Habló— Además, ya sabes que esto de los apocentos reales debe ser rotativo, los jueves son de la sultana Sora, así que hoy le tocará a otra mujer. La sultana Natsuko quiere aogtar todas sus posibilidades para tener más nietos, ya sabes como son las costumbres.

—Comprendo.— Contestó Juri, sin embargo no podía evitar sentir miedo, no quería que interferir en otra discusión en aquel lugar, en verdad era estresante cuando tenía que escoger a una concubina, todas se colocaban a discutir.


—¿El sultán te ofreció convertirte en su guardia imperial?— Musitó Hikari totalmente sorprendida ante la reciente noticia que su hermano le había dado.

Taichi asintió— Si, el sultán Yamato me ofreció ese puesto.

—¡Vaya!— Exclamó Hikari sorprendida— Que honor.

Ese era uno de los puestos más altos de todo el imperio, literalmente el cuarto hombre más importante. Su hermano lo merecía, sin duda, él fue el primero en apoyar a Yamato cuando comenzó la guerra por el trono.

—Lo sé.— Respondió Taichi.

¡Un minuto!

Hikari cayó en ese momento.

¿Guardia imperial?

Eso significaba que tendría que estar la mayoría de su tiempo junto al sultán como guardaespalda, consejero y una de las mayores cabezas del imperio, en especial del gran castillo en Estambul, el horgar del sultán.

—Es un gran puesto, pero...—La castaña tragó saliva— Eso significa que tendrás que venir a vivir a Estambul, para ser más precisa al palacio ¿no?

Taichi hizo una mueca.

—Tendrás que dejar casa y...— Hikari suspiró— Venir para acá.

—Si, así es.— Respondió el chico.

¡Rayos! Esto pasó de ser una alegría a una preocupación y miedo para la castaña, ya que ellos vivían en Manisa, ahí se encontraban sus tierras, dominios, herencias. No quería queddarse sola, su hermano podía irse solo al palacio, pero eso significaría vivir sola, cosa que no quería, ellos eran la única familia que tenían.

—¿Y-y...—No pudo evitar tartamudear— ¿L-lo harás?

—Pues...—Taichi suspiró— Cuando Yamato me lo ofreció, lo pensé con detención, por unos segundos quise negarme, pero luego me retracté y acepté.— Contestó— Tu sabes que este puesto es muy importante y es mi gran oportunidad para ascender en la sociedad.

—Claro, hermano, no digo lo contrario, pero ¿eso significa que...—No, no quería pregunta. Para ella era una pesadilla pensar en la más mínima posibilidad de que su hermano se fuera de su lado— ¿Significa qué te vendrás?

—No me voy a venir.— Respondió el joven— ¡Nos! Vendremos a vivir aquí.

Hikari alzó una ceja— ¿Nos?

Taichi asintió—¿Acaso crees que te iba a dejar sola?

—¿Qué?— Hikari alzó la mirada sorprendida.

—Eres lo más importante para mí, jamás pensaría en hacer algo como eso.— Habló el Yagami y tomó el rostro de su hermana entre sus manos— No te dejaré sola.

—Pero, tú tienes que venir a vivir aquí y yo...

—Te vendrás conmigo.

—¿Cómo?— Preguntó la castaña.

—Lo que escuchaste.— Respondió Taichi— El sultán me dió la autorización, te vendrás a vivir conmigo.

¡Wow! Eso no lo esperaba.

—Pero, hermano ¿qué dirán los demás? No será bien visto que viva en el harem.

—¿Y eso qué?— Cuestionó el Yagami— Tú no serás trataba como las kalfas, ni concubinas. Tú serás trataba como una noble. Después de todo, nuestra madre era hija del khan de Crimea. Eres una noble.

Algunas veces olvidaba ese detalle, pero eso no quitaba que fuera extraño, vivir en palacio era algo nuevo. Jamás había vivido lejos de Manisa, sin embargo ahora no tenía razones para estar allá. Su vida era junto a su hermano, donde fuera que estuviese.


Gennai observó atentamente a la joven frente a él, era castaña de ojos grises, bastante joven, piel pálida. Sonrió— Ella sí.— Le habló a Juri.

La kalfa asintió y señaló a otro grupo de señoritas frente a ellas— Ve para allá.

La joven simplemente obedeció.

Gennai continuo examinando, ahora a una joven de cabello rubio y ojos cafés.

Mimi simplemente dirigió su mirada hacia Airu— ¿Qué están haciendo?

—No lo sé.— Respondió su amiga.

—Tú no.— El hombre pasó a una chica pelinegra junto a ellas.

Mizuki, la joven pelirroja, simplemente observó esto, ya sabía que venía a continuación.

—Tú tampoco.— Gennai pasó de la pelinegra y llegó frente a Mimi. La observó de pies a cabeza, la sultana madre pidió prepararla, no la iba a culpar, tenía buen físico, ojos llamativos, su cabello claro, su piel también. Al sultán le gustaría— Tú, ve para allá.— Señaló al grupo escogido.

—¿Por qué?

—No preguntes la razón y solo ve.— Respondió el hombre molesto.

Mimi hizo una mueca y obedeció.

Gennai pasó a su amiga rubia de ojos rosa, la observó de pies a cabeza, tenía el cabello bastante brilloso, sus ojos tenían un color particular y tenía rasgos elegantes— Tú también con ellas.

Airú obedeció.

Fue así como Gennai terminó con su labor y volteo hacia el grupo de mujeres selectas— Ustedes desde hoy tendrán clases intensivas, ya que tendrán que aprender muchas cosas para la fiesta de Luna nueva que es unos pocos días.

¿Luna nueva?

El señor Gennai volteo hacia otras dos señoritas—¡Y ustedes dos!— Ambas vestían similar a Mizuki, con joyas, diademas y vestidos finos— Serán mis asistentes durante esta clase, necesito de su experiencia para que le enseñen.

Las chicas intercambiaron miradas y se acercaron al Aga.

—Vamos chicas.— Ordenó Gennai antes de comenzar a caminar hasta la puerta del fondo.

Fue así como todas las chicas siguieron al hombre.

—Será interesante ver como las niñas nuevas aprenden a bailar con los regaños de Gennai.— Murmuró una de las concubinas del harem.

Juri frunció el ceño ante esto, al ver como las demás jovenes murmuraban entre ellas— ¡Hey!— Chocó sus palmas— Señoritas, continuen en sus actividades correspondientes.— Regañó y fue así como todas volvieron a sus quehaceres.

La castaña sonrió, era agradable cuando las personas le obedecían en ese lugar. Ser la kalfa principal de la sultana madre le había traído privilegios, los cuales jamás había pedido, ya que nunca fue ambiciosa. Simplemente aceptó su destino como esclava y luego como kalfa al ser traida a ese lugar gracias a Yuuko Yagami.

Aunque, debía admitir que habían situaciones que la agotaban, la que haría a cotinuación era una.

Escoger a una sola concubina sin que las demás discutan.

Pasó su mirada por el lugar, habían muchas mujeres, algunas eran kalfas -como ella- así que, no servían a Yamato de esa forma. Luego estaban las concubinas, algunas eran simples, otras eran favoritas -Aquellas que lograron atraer la mirada del Sultán- y por último estaba la consorte principal, en este caso Sora, pero ella no estaba en ese lugar, gracias al cielo, ya que de todas las personas celosas. La sultana, madre de Kiriha era cosa seria, por eso, era tan valorada por Natsuko -Si, de todas las concubinas de Yamato, Sora era su "nuera" favorita- , por su fuerte caracter y decisión, sin embargo la sultana Madre era consciente de que su hijo debía tener más descendencia y seguir las tradiciones -Ella más que nadie lo sabía, porque ella misma había tenido cuatro rivales, quienes ahoran estaban en el palacio de Lágrimas-

Suspiró.

Era increíble como las eras cambiaban, hasta hace unos años en estos mismos pasillos Natsuko se estaba matando a golpes con la madre del príncipe Thomas, hermano mayor de Yamato y Takeru. Y como se insultaba con las demás concubinas del sultán Hiroaki.

Cruzó los dedos, en verdad esperaba que en esta ocasión las cosas fueran diferentes. Sin embargo, lo veía difícil.

Nuevamente suspiró y se centró en encontrar a la joven perfecta.

Había una rubia, una pelinegra y...Posó su mirada en una pelirroja de ojos azules.

Fue así como se acercó a ella—Mizuki.— Juri le habló a la pelirroja.

—¿Si?— Preguntó la nombrada.

—Ve a prepararte.— Le ordenó— Pasarás la noche con el sultán.

La pelirroja alzó las cejas sorprendida— ¿Enserio?

Juri asintió— Si.

—¿Y la sultana Sora, sabe de esto?

La castaña negó— No, no sabe.— Respondió— Pero esta es una orden de la sultana madre.

Ya se lo imaginaba.

—Así que, ve a prepararte.— Continuó Juri— Y si, por algún motivo te encuentras con la sultana Sora, solo ignora los problemas.

La pelirroja asintió.

—Juri Kalfa ¡Eso no es justo!— Gritó una chica rubia.

—¿Por qué ella?— Preguntó una pelinegra.

—Porque...—La castaña tuvo intenciones de responder, sin embargo loevitó— ¡Porque sí! No me pregunten, yo tomo las desiciones aquí, ahora vuelvan a sus quehaceres.


—Pongan atención señoritas.— Gennai llamó la atención de todas las jovenes— A partir de hoy comenzará un arduo entrenamiento para ustedes.

Airú y Mimi intercambiaron miradas.

—Tendrán clases de baile.— Habló Gennai— Y tendrán sesiones de baño y masaje para tratar su piel.

Eso sonaba bastante bien.

Sin embargo, no le daba buena espiena.

—Ya que, muy pronto tendrán que cumplir con sus labores.

¿Labores?

¿A qué labores se refería? ¿Otro castigo de limpiar el suelo?

—Abran sus cajas.— Musitó el hombre.

Mimi observó atentamente la caja y la abrió, en ella habían diversas joyas y dos vestidos, bastante lujosos. Los tomó y los observó, eran de dos piezas, con una delicada tela trasparente.

—¿Hay que utilizar estas ropas?— Preguntó la castaña sorprendida.

—Si.— Respondió el hombre— ¿Hay algún problema?

Mimi hizo una mueca, tenía sentimientos encontrados, aquellas prendas eran un tanto descubiertas, en sus tierras la mandarían a hoguera si vistiera algo así, pero eso no quitaba que fueran hermosas o lujosas, tenían muchas joyas de oro y plata ¡Y le habían dado prendas verdes y rosas! Amaba esos dos colores.

—Ignorela señor Gennai.— Contestó la rubia.

El hombre asintió— Bueno señoritas, estas serán sus vestimentas, sin embargo no las utilizaran hasta que completen su entrenamiento.— Habló antes de caminar frente a ellas.

Completar.

Mimi se mordió el labio inferior, le pedían mucho, apenas había aprendido a ahcer reverencia ¿Cómo iba a completar algo que ni siquiera empezaba? Y para variar, algo que no quería hacer.

Suspiró.

Lo mejor sería no hacer más escándalos, no quería que la castigaran otra vez, le dolía la espalda y las manos tanto trapear.

—Bueno señoritas, todos estos accesorios serán inaugurados prontamente, ya que serán presentadas al sultán.

¿Qué?

Pensó Mimi alarmada.

—Y para eso, deben saber bailar.

No, no y no.

—Olvídelo.— La castaña exclamó molesta— Yo no seré presentada a ese tirano.

—¿Ese qué?— Preguntó el hombre molesto y se acercó a ella para tomarla del brazo— ¡Insolente! ¿Cómo se te ocurre insultar así a su majestad?— Gritó molesto.

Mimi cerró los ojos, el grito que Gennai le había mandado en verdad había sido fuerte y aturdidor.

—¡Debes tener respeto por las autoridades de este lugar!

La castaña abrió los ojos— ¿Respeto? Ellos no respetaron mi libertad.

—Claro que no, porque eres una esclava, a estas tierras llegaste como una y debes aceptarlo.— Respondió Gennai— Así como debes aceptar que tu boca debe permanecer callada y que debes tener respeto por su alteza. Y en general, todos aquí, porque todos son mayores que tú, tu eres una simple esclava.

"Simple esclava"

Mimi tragó saliva, en verdad odiaba escuchar eso. Ella nació libre, vivió una vida libre, no era justo que le hiciesen esto.

—Puedo respetar, pero no quiero ser presentada ante el sultán.

—Usted no decide eso, señorita.— Respondió Gennai.

Mimi tragó saliva, no quería afrentar esto— Por favor, lo digo en verdad, no quiero.

—No me importa lo que quiera, usted simplemente debe obedecer señorita.— Contestó el hombre— Ya que si no lo hace tendré que castigarla nuevamente.— Habló—Dígame ¿quiere ser castigada de nuevo?

No, no, claro que no, luego de haber trapeado todo ese lugar, no quería ser castigada de nuevo.

—Debería enviarla al calabozo.— Una joven x entre las chicas del harem que observaba la clase habló— Para que le haga compañía a las ratas.

¿Qué?

—No lo había pensado.— Musitó Gennai.

Mimi tragó saliva—Di-dijo ¿Ra-ratas?— Preguntó la castaña.

El hombre asintió—Si.— Respondió— En ese lugar viven aquellos animales, con los criminales y rebeldes que no hacen caso. Dígame ¿usted quiere hacerle compañía?

¡No! Las ratas eran animales que le daban miedo y mucho asco.

—No, no quiero, por favor no.

—Muy bien.— Respondió Gennai— Entonces, coloque atención.

Mimi suspiró resignada, no quería ser presentada al sultán, sin embargo, se resignaría a esta clase, ya que no quería ser castigada de nuevo.

—Deben mover suavemente la cintura.


La mirada de Takeru no pudo evitar clavarse en cierta joven castaña quién recorría el jardín principal del harem. Su presencia no pasó desapercibida para ella, cuando lo vió alzó su mano y lo saludó.

Fue así como el rubio sonrió e hizo lo mismo.

—¡Hey! Príncipe Takeru.— Ken lo llamó— ¡Concentrate!

—¿Q-qué?— El oji-azul movió levemente la cabeza y volteo hacia él— ¿Qué sucedió?

—¿Qué no es obvio?— Preguntó el pelinegro— No me está prestando atención.

—Disculpa, pero estaba saludando a Hikari.

—Si me di cuenta, le estaba prestando más atención a ella que a nuestro entrenamiento.— Respondió Ken.

—Lo siento, pero innevitable.— Aquella castaña era conocida en todo el imperio por la belleza que emanaba y no era mentirosa, sus facciones eran delicadas, sus brillaban como el Sol y sus cabello era tan suave como la lana—Hikari es hermosa.

Ken alzó una ceja ante el comentario del príncipe y volteo levemente su mirada hacia la joven. Si, era bastante bella, no lo iba a negar, pero Takeru se veía demasiado embobado por ella...

Más que hace años.

—No me extraña que pienses eso.— Musitó el pelinegro— Cuando eramos niños usted moría por ella, príncipe.— Sonrió— No me extrañaría que le ocurriera lo mismo ahora, después de todo, siempre manifestaste tu interés por volverla a ver.

Takaeru sonrió— No te negaré que cuando era niño si sentía algo fuerte por ella, pero era algo de niños.— Habló— Pero, recién nos volvimos a ver, ambos hemos cambiado, ahora somos más grandes y las cosas no son iguales a lo que eran.

Antes hubiera dado todo por estar con ella, sin embargo ahora estaba a un paso de la muerte.

—Cuando menciona que las cosas han cambiado ¿se refiere a lo que siente a su situación?

El rubio se mordió el labio inferior— ¿Es demasiado evidente que estoy preocupado por lo que ocurrirá conmigo?

—No, pero...— Ken sacó de su bolsillo una daga, la cual Takeru reconoció al instante— Las kalfas encontraron esto en tu habitación.

¡Rayos!

Pensó el rubio.

—No quiero ser entrometido, pero veo que aún la conserva bajo tu almohada.

Takeru hizo una mueca y rápidamente la tomó para guardarla—Es innevitable guardarla.— Habló— En cual minuto pueden venir los verdugos, debo defenderme.

—Príncipe.— Ken suspiró— Entiendo lo que siente, pero debe estar tranquilo, nuestro sultán quiere resguardar su vida. Jamás le haría daño.

Eso quería pensar, pero era imposible. Yamato no tuvo piedad con sus tres sobrinos, quienes apenas tenían seis, cinco y cuatro años de vida ¿Por qué la tendría con él? Esos niños no eran una amenaza apenas sabían de la vida, sin embargo el podía hacer más (No quería hacerlo) pero no quedaba de otra.

—Las cosas no son como antes, tú mismo lo has dicho y eso implica también la relación con mi hermano.— Habló Takeru— Todos sabemos las reglas de un sultán.

Yamato no era un príncipe, no podía velar por su familia, ahora debía velar por el imperio y todos estaban claros en eso.


—Mi sultana, las mujeres que usted pidió ya están siendo preparadas.—Habló Juri.

—Muy bien.— Musitó la sultana madre— Necesito que estén presentables para el banquete de la Luna nueva, como son nuestras creencias, la Luna nueva trae mayor fertilidad.

La kalfa asintió—Disculpe mi entromisión, pero ¿está segura en preparar a esa niña rebelde?

—¿Por qué preguntas?

—Porque a pesar de que lleva poco tiempo aquí ha creado un alboroto, no creo que a Yamato le agrade.— Respondió Juri.

—Actúa así porque todavía no se resigna a su nueva realidad, pero ya se acostumbrará a ella.—Contestó la Valide—Enviarlas con el sultán es la mejor forma de hacer que se dobloguen las mujeres rebeldes.— Musitó Natsuko— Además, lo hago solo con el mismo fin por el que envío a las demás concubinas.— Habló— Porque quiero que le un descendiente a Yamato, quiero tener otro nieto de mi dinastía.

—¿Y por qué continúa con la sultana Sora? Usted misma dijo que ella era la mujer perfecta para estar junto a su hijo.— Habló Juri.

—Y lo sigue siendo.— Respondió Natsuko— Es una mujer poderosa e influyente, lo ayudó a ascender al trono, tiene todo para acompañar a mi hijo ¿y sabes lo que más me agrada de ella? Que obedece mis órdenes. Sin embargo, ya te he dado las razones por las cuales ella no es opción en este caso.

Si, ella lo sabía. En realidad todo ese harem sabía la razón, ya que fue uno de los principales problemas al momento de subir Yamato al trono.

Tenía solamente ¡un! heredero, a diferencia de Şehzade Sultan Kouji, quién tenía tres, lo que le daba más seguridad al consejo, ya que aseguraba la dinastía.

—Lamentablemente Sora se ha demorado bastante en darle otro descendiente, yo no puedo esperar.— Habló la oji-azul— Eso no quiere decir que no la considere, pero simplemente soy justa. Además...— Sonrió— Es mejor si la próxima madre de mi nieto es una mujer esclava y débil, será más fácil quitarla de mi camino si no me obedece.

Juri tragó saliva, esa expresión era un tanto alarmante, todos conocían lo cruel que podía llegar a ser la sultana Natsuko cuando trataba de conservar su dinastía y poder.

—Su alteza.— Gennai ingresó al lugar e hizo una reverencia.

—¿Si?

—El nuevo guardia imperial, Taichi Yagami está en la puerta, viene a hablar con usted.

—¿Guardia imperial?— Preguntó Natsuko y sonrió— ¿Es oficial? ¿Taichi aceptó?

Gennai asintió— Si, aceptó ser el guardia imperial.

—Esa es una buena noticia.— Musitó la oji-azul— Deja que entre.


Miyako, Kiriha y Sora caminaron por uno de los tantos pasillos del palacio en dirección a los apocentos de la madre sultana.

—¿Por qué la sultana madre nos habrá llamado?

—No sé, mi sultana.— Respondió la kalfa.

Ojalá fuera algo bueno.

Pensó Sora y luego observó a su alrededor.

La riqueza de ese lugar era admirable y codiciable, para ella siempre fue interesante el palacio de Estambul, sin embargo nunca pudo disfrutarlo, ya que Yamato tenía su propio palacio en Manisa, así que vivían ahí. De vez en cuando venían, por celebridades o temas políticos, pero jamás pudo disfrutar de absoluta alegría en ese lugar, ya que Natsuko generalmente discutía con las madres de los otros príncipes y ella debía apoyarla, o también ocurría que de vez en cuando se enfrentaba con las concubinas de los medios hermanos de Yamato. Pero sobretodo con la consorte del príncipe Kouji, Haruna Hatun (Antiguamente sultana, ahora kadin) quién había logrado darle tres sultanas y tres hijos varones -tres principes- a la dinastía Otomana. Algo que lamentablemente la sacaba de quicio, después de todo, en el consejo consideraban mejor opción a un príncipe con multiples herederos y Yamato solo tenía a Kiriha.

Suspiró.

Era agradable saber que esos días habían finalizado. Ahora nada la detendría para llegar a su meta.

Ser la mujer más poderosa de ese imperio.

Sonrió al pensar en la idea.

Sin embargo, su sonrisa se eliminó al instante al divisar a cierta chica de llamativas marcas en su rostro.

No, esto no podía ser verdad. ¿Ella era Momoe?

—Miyako ¿ella es?

—Mi hermana.— La kalfa la interrumpió.

La pelirroja observó atentamente a la joven frente a ella, hizo una mueca, esas marcas en su rostro eran desagradables.

—Mi sultana, me alegra verla.— Musitó.

—Momoe.— Pronunció su nombre, sin embargo para ella no era un total agrado ver a aquella mujer, la ex concubina favorita de Yamato, quién casi le dió un hijo, ya que, quedó embarazada, pero no pasó el primer trimestre del embarazo.

La verdad era que, no quería verla, pero si esperaba que esto fuera así, aunque no debía, como ex concubina, ella debía vivir en el palacio viejo. Pero, Miyako, había insistido para que se quedara como kalfa y aunque eso no correspondía, ella la había ayudado.

—Igual me alegra verlo a usted mi príncipe.— La mujer le habló al pequeño.

—Hola Momoe.— Respondió Kiriha.

Luego dirigió su mirada hacia la pelilila.

—Hermana.

—Hermana.

Ambas se abrazaron.

—Me alegra mucho verte, Momoe.

—Lo mismo digo Miyako.

Era evidente la alegría en sus rostros.

Sin embargo, Sora no evitaba tener sentimientos encontrados.


—Esa clase estuvo agotadora.— Musitó Airu.

—¿Agotadora?— Preguntó Mimi hasta el momento esa clase de baile fue lo más tranquilo que hizo en mucho tiempo— No me siento agotada.

—Yo sí.— Comentó la rubia— ¿Cómo tú no?

—Bueno, he hecho cosas más intensas que esta.— Comentó la Tachikawa.

En su tierra para sobrevivir tenía que ayudar a su madre a hacer muchas cosas, que desagradaba, pero que debía hacer por obligación.

Esta clase de biale en comparación a lo que antes hacía, fue un regalo. Lo más sorprendente fue que nunca pensó que le pudiese agradar, porque sí, eso ocurrió la clase le agrado.

Más de lo esperado.

Movió levemente la cabeza intentando alejar esa idea. En verdad le estaba haciendo mal estar ahí.

Necesitaba tomar un poco de aire.

Fue así como se levantó de su lugar y caminó en dirección a la salida.

—¡Hey! ¿Donde vas?

—A caminar.— Respondió Mimi.

—¿Caminar?— Preguntó la rubia.

—¿Quieres venir?

—No, claro que no.— Contestó la rubia— ¡Estoy muerta!

—Bueno, descansa, yo iré a dar unas vueltas, quiero tomar aire.— Fue lo último que dijo Mimi antes de salir del harem.

Hizo una mueca y observó a su alrededor, ese lugar era grande, sin duda, demoraría mucho en encontrar una salida o mínimamente conocer un tercio de ese palacio.

Fue así como comenzó a caminar por uno de los tantos pasillos de aquel lugar, llegó a una escalera y la subió sin exactamente donde iba. Al llegar arriba se detuvo al ver una gran pintura, mejor dicho un retrato de dos personas. El primero era un hombre rubio de ojos verdes junto a una mujer castaña de ojos ámbar. Hizo una mueca. Seguramente eran personas importantes, después de todo, era un gran cuadro.

Alzó una ceja. Abajo habían unas letras, bajó su mirada hacia ellas, sin embargo no pudo decifrar exactamente lo que decía ¡Pero! Otras letras al costado si las comprendió ¡Era escritura italiana!

Sultán Rupert y sultana Lariet

Pintura obsequiada por el Conde Velois de Italia

¡Wow! Alzó su mirada ¿Sultán y sultana? Pero lo más fascinante era que se lo regaló el famoso Conde de Velois, de seguro era de tiempos memorables, ya que ese personaje conocido en su país falleció hace más de veinte años.

Al lado suyo había otro cuadro, de un hombre castaño acompañado de seis niños, cuatro niñas y un bebé. Eran pinturas (lógicamente no estaba todo claro) sin embargo, algo llamó su atención, había un niño rubio de ojos azules, parecido a Kiriha.

A continuación, había otra gran pintura, otra y otra, literalmente era un pasillo de retratos.

Sin embargo, al final del pasillo -luego de acabar con los cuadros- había una puerta grande, semi abierta que llamó la atención de Mimi.

Por curiosidad (E intéres, rogando al cielo que fuera una salida) Mimi se acercó a ella.

¿Qué había dentro?

Se mordió el labio inferior.

Nada perdía con averiguar, después de todo podía ser una salida para escapar de ese castillo, o también podía ser un lugar prohibido, si la encontraban, le darían orden de muerte, algo que anhelaba.

Empujó la puerta e ingresó en ella cerrandola detrás de ella.

Observó a su al rededor.

¿Qué era ese lugar?

—¿Qué haces aquí?— Una voz llamó su atención y la castaña no pudo evitar saltar ante la impresión.

Cuando volteo se encontró con cierto rubio de ojos azules.

¿Él otra vez?


Taichi ingresó en la antesala de los apocentos de la madre sultana e hizo una reverencia.

—Mi sultana.

Natsuko sonrió— Taichi Bey.— Pronunció su nombre— O debería decir, Taichi Pashá, guardia imperial.

El chico alzó la mirada y sonrió.

—Me alegra saber que oficialmente eres uno de los hombres más importante del imperio.— Musitó Natsuko.

—Esto no hubiera sido posible sin usted, mi sultana.— Respondió Taichi— Si Yamato me ofreció este puesto fue gracias a usted y la alianza que hicimos cuando comenzó la guerra por el trono.

—No te iba a decepcionar Taichi, dije que si escogías apoyarnos a mis hijos y a mi serías recompesado.

—Estoy muy agradecido, pero debo mencionar que jamás busqué algo a cambio, mi lealtad siempre iría hacia mi amigo y hacia usted.— Habló el castaño— Y en honor a la palabra de mi madre, quién siempre estuvo de su lado.

Natsuko sonrió, se levantó de su asiento y se acercó al Yagami— Yuuko siempre fue mi amiga, sabía que contaría con el apoyo de su hijo.

—Agradezco también que me permita venir a vivir a palacio con mi hermana.— Habló Taichi— Usted siempre conoció nuestra situación y si el sultán me ofreció venir a vivir con ella es porque usted pensó en la idea.

Si, ella pensó en la idea.

—¿Cómo no iba a hacerlo?— Preguntó Natsuko— Hikari también es hija de Yuuko, descendiente de un Khan de Crimea, es noble, merece vivir entre nosotros.

Sobretodo considerando la nueva postura que tenía ante la sociedad por su padre, madre, hermano y sus obras sociales, Hikari a pesar de ser joven estaba adquiriendo fama como su predecesora y eso era bueno, mejor dicho ¡Excelente! Ahora más que nunca necesitaba a una joven con esas características.

Si quería cuidar a su hijo Takeru, no podía dejar que estuviera con cualquier concubina del harem, o una extranjera. Lo que su hijo necesitaba era una mujer poderosa, bella y con sangre noble. Tal vez, su hijo menor nunca ascendería al trono, pero debía conservar su estatus frente a todos.

(Claro, esto nadie lo sabía, era un plan que ella tenía guardado bajo llave)

—Dis-disculpa yo simplemente estaba...


—¿Escapando?— Preguntó el rubio.

Mimi hizo una mueca— Pues no.—Respondió, para sorpresa de Yamato— No estaba escapando, simplemente me distraje e ingresé acá.— Observó—Me dijiste que regresara al harem y eso hice, aunque no te mentiré que me dan ganas de escapar.— Habló— Ese hombre de ojos azules, de nombre Gennai ordena muchas cosas, no me gusta, así que apenas puedo me alejo de él.

Yamato cerró su libro y suspiró, no esperaba volver a encontrarse con ella, sin embargo le estaba quedando más que claro que su idea de escapar era seria. Jamás había visto que una joven se librara tan fácilmente de Gennai.

—Primero te escapas, luego te castigan, ahora te escapas nuevamente, dime ¿quieres que te castiguen nuevamente?

Mimi suspiró, la verdad es que no quería tener que trapear de nuevo el suelo—No, no quiero.

—Entonces ¿por qué escapas?

—Ya te dije que no estaba escapando, simplemente salí a deambular por ahí.— Habló la castaña— Me dió curiosidad conocer este lugar.— Mimi observó a su alrededor— ¿En donde estamos?

—Es una biblioteca.— Respondió el rubio— Secreta.— Supuestamente.

La castaña alzó una ceja y detuvo su mirada en la mesa, donde estaba estirado un gran lienzo— ¡Wow!— Se acercó a él para tomarlo— Que hermoso.— Musitó.

Yamato alzó una ceja y observó aquello—Eso es un...

—Carta geográfica.— Respondió Mimi.

El rubio alzó una ceja sorprendio— ¿Carta geográfica?

—Es así como le decimos en mi isla a esto.— Contestó la castaña.

—¿A sí?— Preguntó Yamato sorprendido— Nosotros lo conocemos como lienzo.

Mimi dirigió su mirada hacia él— Si.— Respondió— Escuché que el mercader que me vendió a Crimea lo nombraba así.

¿El mercader que la vendió a Crimea?

¿Ella había pasado por ese lugar antes de llegar al imperio?

—En mi hogar era extraño encontrar uno en buen estado.— Comentó Mimi— Los pocos que habían eran traidos por uno que otro comerciante que venían a mi isla.

—¿Isla?— Preguntó el rubio— ¿Vivías en una isla?

La castaña asintió— Si, la isla cefalonia.

El rubio hizo una memoria, ya había escuchado de ese lugar una vez— ¿En el mar Jónico?

—Exacto.— Respondió Mimi observando el lienzo e hizo una mueca— No sabría decirte en donde está.— No entendía esas letras.

Yamato buscó en el lienzo y señaló una pequeña isla—Está aquí.

La oji-miel alzó sus cejas sorprendida.

—En ese lugar no solo hay Venecianos, una vez escuché que también hay griegos.

—No te equivocas.— Respondió Mimi— Hay de los dos, venecianos y griegos.

—¿Tú que eres Veneciana o griega?— Preguntó el rubio, simplemente por curiosidad.

—Soy Veneciana.— Contestó la oji-miel— Sin embargo, el padre de mi madre era Griego, así que también tengo sangre griega, aunque no es tan importante, ya que no hay mucha diferencia entre un Veneciano o un griego en mi isla todos se relacionan por igual.—Comentó— A excepción de aquellos que tienen dinero, claro.

—¿Dinero?— Preguntó Yamato— Pensé que en esa isla reinaba el comercio.

Su padre había tenido muchas veces intenciones de atacar esa isla por esa razón.

—Si hay comercio, pero son muy pocos los privilegiados.— Musitó Mimi— La mayoría de los que viven en esa isla somos pobres, trabajabamos en los campos para aquellos que tenían mayores recursos, pero no era suficiente. Además, hace un tiempo vivimos una sequía que provocó que todo disminuyera en la isla.

—¿Trajabamos en los campos?— Yamato repitió esa palabra— ¿Tú también?

La castaña asintió— Si.— Respondió— Había que ganar dinero ¿Aquí las mujeres no hacen eso?

—No.— Contestó el rubio, generalmente las mujeres tanto de alto como de bajos recursos se mantenían en sus casas, sin hcaer un trabajo en el exterior— Ese trabajo es solo para los hombres.

—Allá en mi isla era la única forma de sobrevivir.— Contestó Mimi.

Eso explicaba porque las manos de aquella chica no estaban como las demás chicas de harem.

—¿Y aún así quieres regresar?— Preguntó el rubio— ¿Sabías que la vida aquí en palacio es más fácil?— Musitó— Si te quedaras aquí en el palacio no tendrías que trabajar de esa forma para sobrevivir.

—¿A raíz de qué?— Cuestionó la chica— ¿De acostarme con ese tirano?

—¿Tirano?— Yamato preguntó.

—El sultán.

No quería admitirlo, pero en verdad era una ofensa, él no era un tirano.

—¿Por qué dices que es un tirano?— Preguntó el rubio— No lo conoces.

—No necesito conocerlo.— Musitó Mimi— Con el simple hecho de que me hayan traido por su causa lo convierte en uno.

—Eso no es su culpa.— Habló Yamato.

—Claro que sí, fueron sus tropas las que invadieron mi tierra y me capturaron.— Respondió la oji-miel— Además, no es la única razón, me han contado muchas cosas de él. Cosas que me han hecho temer.

—¿Así?— Preguntó el rubio— ¿Cuáles?

—Mató a sus hermanos.— Respondió Mimi— Imagínate ¡A sus propios hermanos!

Yamato hizo una mueca.

¿Por qué siempre ese tema se lo debían refregar en la cara?

Él jamás quiso hacer aquello, pero no tuvo opción. Para proteger a su familia tuvo que acabar con sus medios hermanos y con sus sobrinos.

Tragó saliva.

En verdad odiaba recordar aquello.

—El sultán no tuvo opción.— Habló el rubio—Es la ley, lamentablemente.— Apoyó sus manos en la mesa— Si él no los mataba, ellos lo matarían a él y nunca podría...—Se detuvo ante esto y bajó la mirada.

—¿Y nunca podría?— Preguntó Mimi— ¿Ascender al trono?

—No.— Respondió el rubio y suspiró— Proteger a sus seres queridos, a su madre, a su hermano y a su hijo. Porque en esa guerra, eran sus hermanos con sus familias o él.

—¿A su hijo?— Preguntó Mimi— ¿Por qué a su hijo? ¿Qué tienen que ver sus hermanos con su hijo?

—¿Acaso no lo sabes?

Mimi negó— No ¿Qué tiene que ver?

—Todo.— Contestó el oji-azul— Lamentablemente cuando muere un príncipe muere toda su descendencia.

—¿Qué?— Cuestionó la castaña sorprendida.

—Lo que escuchaste.

—Pero ¿Por qué?

—Es la ley Otomana, lamentablemente y si...—Yamato suspiró— Él moría, su hijo también y lógicamente no iba a querer eso, Kiriha apenas tiene cuatro años.

Mimi hizo una mueca ante esto— No sabía eso...—Musitó y literalmente su mente se llenó de imaginaciones horribles al pensar que aquel pequeño que había conocido fuera víctima de esa pelea.

—El sultán sabe que no es justo, sabía que sus hermanos no merecían morir, y créeme él no quería hacer aquello, pero...—Yamato bajó la mirada y suspiró— Si él no lo hacía, sus hermanos no iban a tener piedad, así que no tuvo opción. Porque bien, él podía haber perdonado a sus hermanos, pero ellos igual querían el trono y muchas veces amenazaron con acabar con todo por adquirirlo, incluido su hijo.

—Yo desconocía esa información.— Comentó nuevamente la oji-miel.

—Bueno ahora lo sabes.— Respondió el rubio— Y tienes razón, no es agradable, pero no pudo hacer más.

Cada día se recriminaría más y más, pero Kiriha lo valía, era su hijo. Y también, quería que su madre estuviera bien. Si uno de sus hermanos ascendía, otra sultana madre hubiera ascendido al trono y probablemente hubiera matado a Natsuko.

—Si piensas en escapar debido a que es un tirano, bueno, es un tirano porque no tuvo opción.— Habló Yamato.

—Comprendo...—Musitó la castaña— Pero no quita que quiera escapar.

—¿No?— Preguntó el rubio.

—Pudo haber tenido sus razones.— Respondió Mimi—Su hijo, su madre, incluso ese hermano que dejo vivo, pero jamás aceptaría que me utilizaran como un objeto, menos para él.

—¿Por qué?— Preguntó Yamato.

—Porque me trajeron para servirle a él, de no ser así hubiera continuado feliz en tierra.— Mimi bajó la mirada— Quizás trabajando, pero hubiera estado con las personas que amo. Al igual que él tengo...—Se detuvo y bajó la mirada— Mejor dicho, tuve una familia, porque...—Tragó saliva— Ya no están.

—¿Lo dices por qué te alejaron de ella?

—Ojalá fuera solo por eso.— Mimi suspiró—Pero si no tengo familia.— Musitó sin más— O mejor dicho, si no tengo a mi familia completa viva es por...— Bajó la mirada triste— Culpa de los Otomanos.

¿De los Otomanos?

Yamato la observó confundido.

—¿Por qué por su culpa?

—Porque...—Suspiró—Cuando fui capturada a mi padre lo...— Se detuvo al recordar aquel momento tan horrible en su vida— Por intentar salvarme aquella tropa que me capturó lo asesinó.— Tragó saliva y unas lágrimas brotaron de sus ojos— Lo atravesaron con una espada.

Yamato hizo una mueca, por unos minutos quiso pensar que eso no sería algo que harían sus tropas, pero lamentablemente aquellos mercaderes de esclavos solían ser peores que los jenízaros o soldados de guerra.

—Y ni siquiera pude despedirme de él, ya que lo dejaron tirado en medio de la multitud sin poder acercarme.— La angustia en su voz era palpable.

El rubio se mordió el labio inferior, jamás había sido bueno para interiorizar con la gente, ni para comprender sus sentimientos, sin embargo la forma de hablar de aquella chica provocó un nudo en su garganta—¿Y-y...—Balbuceo— ¿Y tu madre?

—No sé.— Respondió Mimi— Al igual que mi padre, me apartaron de mi madre, sin poder despedirme, sin embargo no sé que ocurrió con ella.— Habló— Espero que no haya corrido con la misma suerte que mi padre, no lo soportaría.— En el fondo de su alma quería guardar la esperanza de que aún continuaba allá.

—¿Es por ella que quieres escapar?

Mimi alzó la mirada— Pu-pues...—Intentó contestar— S-si, es por ella.

—¿Y si en verdad está muerta?— Preguntó Yamato— ¿Por qué regresar?

—¡No digas eso!— Exclamó la castaña.

Yamato hizo una mueca— No es por ser pesimista, pero tú misma dijiste que no sabías que había ocurrido con ella.— Respondió— ¿Qué ocurre si en verdad murió?

—Pues...— Pensar en aquella posibilidad provocaba un gran nudo en su estómago, como si alguien la golpease. Suspiró, había una gran probabilidad de que a ella igual la hubiesen matado, sin embargo nada quitaba su idea de querer escapar. Ella aún tenía familiares allá y a un ser muy amado con quién quería reencontrarse— Aunque haya muerto quiero regresar a mi tierra.— Habló Mimi.

El rubio observó atentamente a la chica, en verdad no sabía que decirle en esos momentos, podía decir que era imposible, pero era obvio que ya tenía mucho sufrimiento al saber que su padre había muerto a causa de las tropas que la habían capturado.

Mejor dicho, sus propias tropas.

Finalmente, todas las personas otomanas estaban bajo su comando como sultán.

—No quiero estar aquí, quiero irme a mi tierra, tengo seres queridos allá, por favor, ayúdame a escapar, te lo pido.— Rogó la castaña así como los otros días— Si lo hicieras me harías sentir muy feliz.

—Pe-pero ¿eres consciente de que en este lugar podrías estar mucho mejor?

—Quizás al tener comida y riqueza, pero eso jamás llenará mi dolor.— Los ojos de la chica reflejaban una angustia y tristeza que...

Yamato tragó saliva, en verdad se sentía culpable.

—Por favor, te lo ruego.— Mimi tomó su mano— ¡Ayudame!

Yamato se mordió el labio inferior ante aquella mirada suplicante y a la vez tan...

Inocente.

Esos ojos miel en verdad eran bellos.

—En verdad lo siento, señorita, pero no puedo ayudarte.— Habló el oji-azul.


Miyako, Sora y el pequeño Kiriha llegaron a las afueras de los apocentos de la madre sultana.

—Miyako, no me habías comentado que tu hermana se trasladaría al palacio.— Habló la pelirroja.

—Lo siento mi sultana, entre tantas cosas se me olvidó, pero fue una orden de la sultana madre, ya que, quiere que le sirva a la señorita Hikari.— Habló Miyako— Espero que no le moleste.

—¿Molestarme?— Preguntó la pelirroja— No, no claro que no.— En cierto modo sí, pero no tanto como antes— Al contrario, espero que sea muy bien bienvenida.— Sonrió, en cierta medida era agradable tener a esa chica cerca, después de todo, era bueno tener a sus amigos cerca, pero más a sus enemigos (O a los que un día consideró así)

Los tres se detuvieron al llegar a la puerta principal de los apocentos de la Valide.

—Agas, díganle a la madre sultana que su nieto y nuera están aquí.— Miyako les habló a los guardias que se encontraban a su lado.

Sin embargo, no fue necesario que alguno se moviera, ya que la puerta se abrió por dentro. Ante los ojos de las dos mujeres y el niño apareció cierto hombre de la edad de Yamato, castaño de ojos cafés y piel bronceada, a quién Sora reconoció al instante.

Taichi paró en seco al ver a las tres personas ante él y literalmente ambos rogaron los mismo.

¡Tragame tierra!

—¿Taichi Bey?— La pelirroja pronunció su nombre.


+Aclaración: Airú fue vendida como esclava, porque es del reino de Crimea, un reino Otomano que logró "independizarse" En pocas palabras, conocen las costumbres Otomanas, pero no están bajo sus dominios, pero sí son amigos. Por esto mismo, Airú conoce las costumbres del imperio Otomano, pero no es Otomana, ya que se tenía prohibido que una mujer Otomana fuera esclavizada. Miyako, Juri y Sora también son del reino de Crimea, sin embargo Sora se fue a vivir muy joven al imperio Otomano por el puesto que alcanzó su padre junto al Sultán, debido a aquello ella es libre e influyente, el hecho de que no fuera otomana de sangre le permitió entrar en el Harem de Yamato.

También, hubieron pocos sultanes que se involucraron con mujeres Otomanas, pero eso conllevó un compromiso mayor como lo fue el matrimonio, sin embargo no estamos en ese punto de la historia.

Haré una breve aclaración:

Sultán básicamente es equivalente a rey, emperador, faraón, cualquier cabeza de dinastía.

Y en este caso en particular todos los familiares que se vínculaban al sultán llevaban la palabra "Sultan" (Turco: sin tilde) en sus nombres, como un título real o apellido (Ej: Valide Natsuko Sultan, Şehzade Sultan Kouji)

Sultana en turco se dice Sultan (Sin el tílde, ya que es como un apellido) En español decimos: Sultana Sora, pero si se escribiera en turco sería Sora Sultan. Este título lo obtenían mujeres que daban a luz a un varón (hijo del sultán) y también las princesas, hijas del sultán.

Şehzade Sultan significa príncipe (Ej: Şehzade Sultan Kiriha ) Este título lo obtienen los hijos del sultán.

+Respuesta a comentarios:

mimato bombon kou: Jjsjsjs se viene pronto, en esta historia intentaré que el tiempo pase rápido jiji Sin duda será emocionante Jijiji yo igual me imagino su cara y su tristeza, ya veremos si reacciona como fiera o logra doblegarse ante una noche de pasión Jsjsjsj Sora en esa historia será una villana, sin duda, pero en parte la entiendo, era típico de esa época, porque una mujer desplazaba a otra. Ya veremos que seguirá ocurriendo. Ojalá sigas leyendo y comentando. Te mando un abrazo a la distancia.

mariacredenza02: Jsjsjsj me alegra que te guste, aquí tenemos más, se viene lo bueno pronto, siempre los primeros capítulos son de introducción Jjsjsjs Si, no se inspiró en Sora, ya veremos en quién se inspiró jiji y en manos de quién caerá pronto, porque será una muestra importante de aprecio. Si, nuestro Takeru tiene pésimas noches, pero es razonable, incluso Yamato vivió esas noches luego de que Hiroaki enviara a matar a su hijo mayor, Thomas. Sin duda alguna Hikari será su luz en toda esta tiniebla jsjsjsj Si, Kiriha es un amor, super tierno, un bebé todavía, inocente jsjsjs si a Yamato eso le agradaría, porque Kiriha es su prioridad, pero ya veremos si ocurre o no. Sobre Natsuko, debo mencionar que ella considera a Sora una excelente y perfecta nuera, el único tema son los hijos, ya que ese fue uno de los problemas para ascender al trono (Más adelante explicaré eso) Pero sí, Sora no ha logrado darle otro heredero por una razón que más adelante todos conocerán jsjsjsj Ahora morirá de infarto e incomodidad por Taichi. Ojalá sigas leyendo y comentando. Te mando un abrazo a la distancia.

~También, debo mencionar que haré un crossover con una novela-manga que me tiene enamorada. Los abuelos de Yamato serán, Lupert y Lariet de "Su majestad, no me mate otra vez" Subiré fotos a Instagram dentro de poco~