Arnold sintió la luz del sol en su rostro y aunque estuvo renuente por un par de minutos, terminó por abrir los ojos, pero los cerró de inmediato y con lentitud se incorporó hasta quedar sentado.

La cabeza le pesaba y punzaba de vez en cuando.

Ya no debería hacer eso, se decía mientras frotaba sus cienes.

Sumergirse en la bruma que el alcohol traía le parecía atractivo cada cierto tiempo, sobre todo cuando estaba completamente solo, y terminaba cayendo en la tentación.

Pero ya no más...

Esa última noche de escape trajo consigo el fantasma de una mujer viva y no muerta, como solía ser, y lo peor no fue eso, sino cómo terminó esa reunión espectral.

Abrió los ojos, mantenerlos cerrados parecía facilitar la evocación de aquel momento.

Junto a las botellas y el guardapelo abierto había un portavelas con la vela consumida, él no había dejado eso allí. Las velas que él dejó encendidas estaban sobre la chimenea, estaba seguro de eso.

Movió la mano buscando apoyo en el sillón para levantarse y volteó tan rápido la cabeza para ver lo que tocaba que una punzada de dolor lo golpeó, pero no detuvo sus pensamientos, reconocía la prenda, era su saco, pero uno que hacía algún tiempo que no veía, desde que se lo prestó a ella...

Lo tomó y su sentido del olfato reconoció de inmediato la esencia del perfume de flores de ella, mezclado con el aroma de su loción.

Y lo supo...

Helga estuvo allí...

No había sido una ilusión...


Helga abrió los ojos.

No tenía idea de a qué hora se había quedado dormida, pero debió haber sido hasta que el cansancio la venció finalmente, antes de eso no pudo dejar de pensar en lo ocurrido.

Lanzó un pequeño quejido y se cubrió con las mantas.

Arnold la había besado y, lo que era peor, ella le había correspondido. Se descubrió y con la punta de los dedos tocó sus labios, recordar lo ocurrido la hacía sonrojar.

No se supone que un primer beso deba ser así, o al menos eso decían en todas aquellas novelas románticas que había leído. El primer beso debería ser suave, tierno, tímido y el suyo no tuvo nada de eso, no hubo ningún titubeo e incluso podría decirse que hubo un poco de rudeza involucrada, pero en honor a la verdad, eso no le molesto; tampoco lo hizo rastro del licor que él estuvo bebiendo.

Suspiró.

Aunque muy posiblemente aquel no era su primer beso, recordó el ataque del que fue víctima por parte de Briston. No estaba segura de que ese hombre lo hubiera hecho, pero prefería pensar que no y que Arnold le había dado su primer y único beso porque algo así no volvería a repetirse ni con él, ni con nadie. Ella no podía permitirse vivir olvidando la maldición que corría por sus venas...por eso lo mejor era alejarse de Arnold, porque ya no podía negar la realidad...

Se había enamorado de él.

Con pesadez se levantó y se alistó para bajar. Ya era tarde pero no le preocupaba que su hermana la reprendiera, después de todo Olga había ido a una de sus reuniones y lo más probable es que ella también acabara de bajar o, incluso, que aun siguiera dormida.

Sus pasos eran lentos, como si no quisiera avanzar, pero no se detenían. Había tomado la decisión de ir de inmediato a ver a Arnold para agradecerle por ayudarla y decirle que no debían verse más.

Tal vez no era necesario hacerlo, pero quería verlo una última vez.

Al bajar las escaleras se topó con la inesperada presencia de un sonriente Doug.

—¡Hermanita! —la abrazó efusivamente —¡Cuántas ganas tenía de verte! No sabes cuánto te extrañé...

A Helga le pareció que aquello último lo dijo de una manera un tanto extraña, pero decidió ignorarlo.

Doug la soltó, pero como solía hacerlo, le pasó el brazo por los hombros haciéndola caminar a su lado.

—Vamos, te acompaño a desayunar mientras me platicas cómo ha ido todo ¿Qué puedes decirme de Shortman?— dijo él en voz baja —¿Cumplió con lo que le encargué? ¿Cuidó bien de ti?

—Sí.

—Me alegra, pero seguramente te alegrará más a ti ya no tener que volver a verlo.

—¿Qué quieres decir, Doug?

—Pues que ya estoy de regreso y ya no necesitamos más de sus «servicios», yo puedo encargarme de todo. Así que, en un rato más iré a decirle que ya no vuelva a acercarse a ti —terminó su declaración con una enorme sonrisa, pero Helga no pudo imitar su gesto.

Ya no podría verlo una última vez, pensó con tristeza. Aunque... Eso era lo mejor, ¿cierto?


—Es bueno, ¿no? Que ya no tenga que ocuparse más de mi hermanita a partir de ahora.

—Así es —de nueva cuenta, Arnold tenía enfrente al cuñado de Helga —, es todo un alivio.

Doug sonrió y se puso de pie.

—Le agradezco lo que ha hecho por ella y si alguna vez necesita un favor, ya sabe donde encontrarme —Doug camino hasta la puerta del despacho y se detuvo antes de salir para añadir —. A partir de ahora manténgase lejos de Helga, ahora ya me tiene a mi para encargarme de ella.

Salió sin pronunciar una despedida, ni dejar que Arnold le dijera que su advertencia no era necesaria.

Después de lo ocurrido aquella noche, él ya había tomado la decisión de no verla más.

En su mente era aún todo confusión y no estaba seguro de todo lo que pasó, pero con lo que podía recordar bastaba y además estaba el hecho más importante y que ya no podía negar... Estaba enamorado de Helga...


Volver a su rutina no le costó trabajo a Arnold, pero eso no quería decir que no hubiera sido difícil.

La extrañaba.

Se había acostumbrado a su presencia que llenaba aquella casona, aun cuando la mayor parte del tiempo no la veía, escuchar su voz, su risa, saber que estaba allí le bastaba.

Pero aquello había quedado atrás y él había vuelto a concentrarse en sus negocios y en la monótona rutina que tenía antes de que Helga irrumpiera en su vida.

—¿Me estás escuchando, Shortman?

—¿Qué?

—No, ya puedo ver que no... En verdad es frustrante, estoy aquí poniéndote al corriente de todo lo que pasa y tu pareces perdido en tu propio mundo.

—Lo siento, Harrington. Estaba pensando en un negocio —se disculpó Arnold con su invitado y socio de negocios.

—Espero que sea al menos uno bueno.

—En realidad es uno que decidí no llevar a cabo.

—¡Hombre, qué mal! Pero siempre vendrán oportunidades mejores.

Cómo la que había decidido renunciar, lo dudaba Arnold, pero estaba haciendo lo correcto. Él tenía un pasado muy turbio sobre sus hombros y además Helga no quería estar atada a nadie y aunque él podría esforzarse en cambiar eso, sabía de sobra como terminaría todo, tenía más que claro que la historia de Cecile podría volverse a repetir y esta vez no iba a permitirlo.

—Pero, bueno, como te decía —prosiguió Harrington —. El viejo Bristol está de vuelta, aunque aún no sé qué fue lo que lo hizo marcharse tan intempestivamente... —hizo un gesto —Algún día lo averiguaré ¡Oye! Tal vez puedas hacer con él algún negocio que compense el que se te fue de las manos.

Bristol estaba de regreso y sólo había una persona en la que Arnold podía pensar en ese momento...

Helga.

Con ese sujeto cerca, ella no estaba segura.


Podía estar actuando impulsivamente, pero en cuanto vio a Bristol entre los invitados, Arnold supo que había hecho lo correcto al conseguir una invitación a esa fiesta y asistir. No le importaban las miradas sobre él o los cuchicheos a su paso.

Ahora estaba cerca de la entrada, esperando la llegada de Helga y no era el único.

Miró a Bristol a la distancia. Lo vigilaría toda la noche de ser necesario, pero a Helga no se iba a acercar.

Helga estaba en ese lugar porque tenía que hacerlo, pero últimamente su vida transcurría en la monotonía y la falta de gusto por hacer las cosas. Pero su falta de emoción quedó desplazada por el miedo en cuanto vio una cara conocida.

Se paralizó.

Hasta que un toque cálido en su mano atrajo su atención. Miró primero hacia un costado y vio unos dedos enredarse entre los suyos. Los reconoció.

—Arnold —dijo apenas y lo miró a los ojos.

—Señor Shortman, que sorpresa verlo aquí —Doug inmediatamente se puso entre ellos —. Pensé que todo había quedado claro, pero veo que tengo que hablar un poco más con usted... —lo tomó del brazo, haciéndole soltar a Helga y lo empujó un poco con la intención de alejarlo, pero Arnold no se movió ni un ápice —Ahora.

—No te separes de tu hermana —le dijo Arnold a Helga y ella por respuesta asintió.

—Así que no lo entendió, ¿verdad Shortman? —empezó a hablar Doug en cuanto estuvieron en un lugar privado —¡Aléjate de mi hermanita! ¡Ya te dije que me tiene a mi para encargarme de ella, para cuidarla!

—Entonces hazlo. No pierdas más el tiempo conmigo, regresa con ella y asegúrate de mantener lejos a Bristol.

—¿Bristol? ¿Qué tiene que ver él en esto?


Helga miraba fijamente hacia donde Arnold y su cuñado se habían ido, y no tardó mucho en ver reaparecer a Doug, pero solo. Caminaba hacia ellas con paso rápido y una expresión en el rostro que Helga no podía comprender.

—Vámonos —dijo él entre dientes en cuanto llegó junto a ellas.

—Pero acabamos de llegar —protestó Olga.

—He dicho que nos vamos —tomó del brazo a Helga y comenzó a caminar sin siquiera cerciorarse si Olga iba o no tras ellos.

Todo el camino de regreso a la casa se hizo en silencio, pero la tensión se sentía suspendida en el aire y todo siguió igual incluso cuando llegaron y avanzaron hasta sus habitaciones directamente.

—Buenas noches, hermanita —dijo Doug cuando estuvieron frente a la puerta de la recamara de Helga.

—¿Doug...?

—No te preocupes y descansa —le dio un beso en la frente, dejando a Helga desconcertada, y luego tomó del brazo a Olga para dirigirse a su propia habitación.

—¿Vas a decirme qué es lo que pasa? —habló Olga en cuanto la puerta de su habitación se cerró y por respuesta se vio empujada hacia una pared y con una mano rodeando su cuello con la suficiente fuerza para impedirle hablar o respirar libremente.

—¿Quieres explicarme cómo fue que Bristol tuvo acceso a Helga?

Olga trató de responder, pero sólo salió un extraño ruido ahogado de su garganta.

—¿Tuviste algo que ver? —volvió a preguntar Doug mientras la presionaba más contra el muro y cerraba más el agarre sobre la delicada garganta.

Ella sólo pudo asentir, mientras luchaba por respirar, pero cada vez le costaba más porque él se lo impedía con más fuerza y justo cuando sentía que caía en la inconsciencia, Doug la soltó. Cayó de rodilla y en medio de un ataque de tos, tomaba el aire que podía.

—Nadie puede tocar uno solo de sus cabellos. Nadie la merece ¿¡Entiendes?! —ella asintió, aunque no estuvo segura de que él viera ese gesto —Helga es mía, soy él único que está a su altura. Así que a partir de ahora te asegurarás de que nadie más se le acerque y mucho menos la toque con sus sucias manos como lo hizo Bristol, ¿de acuerdo?

—Sí, Doug —consiguió decir ella.

Había tenido ganas de matarla en el momento en que Shortman le dijo lo que aquel canalla se atrevió hacerle a su hermanita, porque estuvo seguro de que Olga había participado de aquello de alguna manera y si se contuvo en hacerla pagar, fue porque era la hermana de Helga y ella podría ponerse triste si algo le pasaba a Olga, pero Bristol... A ese viejo nada lo iba a salvar, tenía que pagar por sus acciones y ya se encargaría él de que así fuera...


Dos días después…

—Señor...

—¿Qué pasa Gorge?

George entró al despacho y caminó hasta el escritorio para entregarle una nota, Arnold la leyó de inmediato y frunció el ceño.

—¿Ocurre algo malo, señor?

—No. Es solo que se ha cancelado mi cita de hoy —lo cual era extraño porque el socio que vería ese día era demasiado cumplido.

—Si me permite decir algo... —Arnold asintió —Tal vez esto tenga que ver algo con lo ocurrido esta mañana. Encontraron un cuerpo y dicen que fue un asesinato y que la victima es un hombre muy conocido, se trata del señor Bristol.


—Rose... —A Helga le sorprendía ver a la mujer escabulléndose por su jardín. La mujer volteó alrededor para asegurarse de que no había nadie cerca y se acercó a ella. No tenía su sonrisa característica y la joven sólo pudo pensar en una cosa —¿Arnold está bien?

—Sí, no se preocupe, solamente vine a traerle esto —deslizó algo entre sus dedos, de forma muy disimulada y rápida, y de la misma manera se despidió, podía haber alguien cerca y nadie debía verla.

Helga guardó rápidamente entre sus ropas lo que acababa de recibir y se fue directo a su habitación.

Se tomó unos instantes para ver el elegante sello con las iniciales de Arnold, antes de romperlo para abrir el sobre.

«Te espero en el lugar de siempre»

Sólo esa frase estaba escrita en la nota, pero fue suficiente para despertar un sin fin de emociones en ella.

Dejó la nota sobre su mesilla de noche, se levantó de la cama y comenzó a caminar de un lado a otro.

Debía hacer lo correcto y eso era acallar el fuerte grito interno que le decía que quería verlo, que lo hiciera al menos una última vez y lo que tenía que hacer era hacerle caso al débil susurro de su sensatez que aún existía y que le aconsejaba mantenerse alejada.

Sí, eso último era lo debía hacer. Definitivamente no acudiría a su llamado.


No quiso ir en su caballo esta vez, para evitar que fueran a sospechar a dónde se dirigía, bueno, al menos que su hermana lo hiciera porque Doug había salido muy temprano de casa, incluso antes de que ella bajara al desayuno.

La falta de su montura provocó que tardara mucho más en llegar al punto de encuentro, tal vez él ni siquiera estaba ya allí, pensaba Helga mientras empezaba a subir la cuesta, que era el último tramo que debía recorrer antes de llegar al lugar de la cita, pero en cuanto llegó a la parte alta se dio cuenta de su error. Él estaba allí, de pie y mirando en su dirección, esperándola.

Helga se detuvo en el mismo instante en que lo vio, de no haberlo hecho hubiera corrido a sus brazos ¡Lo extrañaba tanto! Bajó la vista y escuchó los pasos lentos de él yendo hacia ella, acompañados por el fuerte golpeteo de los latidos de su propio corazón. Cuando sus zapatos quedaron a la vista, Helga levantó la cabeza y se encontró con unos ojos verdes, viéndola fijamente.

—Gracias por venir —dijo Arnold y ofreció su mano para ayudarla a subir el último tramo, pero ella rechazó el ofrecimiento y caminó por su cuenta hasta el lugar donde solía sentarse.

Arnold la siguió y se sentó en la misma zona, pero alejado de ella.

—Perdona por hacerte venir — volvió a hablar él —, pero quería hablarte sobre esto, aunque, a estas alturas tal vez ya lo hayas escuchado... —de repente se sentía tan estúpido, ¿qué se ganaba con hacerla ir hasta allí para decirle algo que cualquiera pudo haberle dicho? «Verla...» le dijo una vocecilla. La miró rápidamente de reojo y se mordió la lengua para no decirle lo linda que estaba; aun con esa ropa oscura y recatada, y ese elaborado peinado que mantenía preso su lindo cabello. Carraspeó un poco, apartando sus pensamientos y continuando con lo que se había propuesto —¿Has escuchado las últimas noticias sobre lo ocurrido en el pueblo? —Helga negó y Arnold tomó una honda respiración —Encontraron el cuerpo de Bristol, dicen que fue víctima de un asalto...


Si por él fuera no estaría allí, pero Doug era parte del círculo social en el que Bristol se movía, así que fue llamado para ayudar en esta situación tan terrible.

Honestamente no le afectaba lo ocurrido, así que se mantenía al margen, en una orilla de la habitación con la cabeza gacha, escuchando a los que iban y venían con sus lamentaciones y teorías.

Un asalto, habían dicho y era la posible causa que resonaba con más fuerza entre los presentes, pero todo era una especulación. Ninguno de ellos estuvo presente cuando él lo interceptó por esa calle vacía.

Sabía bien que al salir de la taberna acostumbraba regresar a su casa a pie, sin importar la distancia y lo esperó. Nadie más vio su expresión de asombro al verlo aparecer de repente, porque a pesar de estar afectado por el alcohol lo reconoció. Tampoco hubo testigos que precensiaran su risa burlona cuando él le reclamó lo que le había hecho a su hermanita y de como Bristol minimizó lo ocurrido, diciendo que no había pasado nada gracias a la intervención de Shortman, pero que si le daba unos minutos a solas con ella, igual que lo hacía con Olga, podía terminar su trabajo.

No hubo nadie alrededor y Doug lamentaba eso, porque nadie pudo ver el terror en su cara cuando sacó el arma y le apuntó con ella, y nadie lo escuchó suplicar por su asquerosa vida. Y no sabía si alguien escucho el sonido del disparo que fue certero y mortal, pero eso no le preocupaba, lo importante era que a en esos momentos Bristol ya debía estar en el infierno, dando cuentas de sus actos, tal vez al lado de todas esas mujerzuelas que también había mandado al mismo destino, durante aquel viaje de negocios que hizo recientemente.

Sonrió levemente.

Si un pobre infeliz había actuado como carroñero y le había arrancado las pocas o muchas cosas de valor que llevara encima el cuerpo inerte de ese miserable, por él estaba bien ¡Qué le aprovechara! Bristol ya no iba a necesitar nada de eso.


—A pesar de lo que me hizo...yo...no le deseaba algo así —dijo Helga, estaba pálida e impactada por la noticia.

—Lo sé... No quiero que esto te afecte —tomó su mano, pero Helga la retiró de inmediato.

—Tengo que irme —anunció y se levantó.

Arnold también lo hizo.

—¡Rose te echa de menos! —Helga que había empezado a caminar, se detuvo al escucharlo —Podría venir a la casa de vez en cuando...

—No creo que sea buena idea... Arnold... Adiós.

Ella apuró el paso y él aunque quiso detenerla no lo hizo. Debía dejarla marchar.

—Adiós...Helga...


Helga no tuvo ganas de regresar de inmediato a casa, así que vagó por los alrededores hasta que se hizo tarde y la amenaza de una tormenta se hizo presente.

Prácticamente arrastraba sus pasos al dirigirse a su habitación.

¿Por qué el destino jugaba de esa manera con ella? ¿Por qué lo puso a él en su camino, cuando ella no podía ofrecerle nada más que desdichas en el futuro? ¡Ojalá esa sangre maldita que circulaba por sus venas no existiera y pudiera gritar a los cuatro vientos su amor por Arnold! Pero no tenía más remedio que callar sus sentimientos y ahogarse en el dolor de una existencia sin él.

Abrió la puerta de su cuarto y se encontró con su hermana y su expresión le hizo saber que estaba en problemas, aunque no tenía idea de porqué.

—¿Qué pasa Olga? — preguntó con cansancio en su voz.

—¿Qué significa esto? —al hacer la pregunta le mostró a Helga el mensaje de Arnold y el sobre en que venía —«AS» Es de él, ¿cierto? Es de Arnold Shortman, de ese asesino.

—¡No lo llames así! —Helga de pronto recobró fuerzas y le arrebató a su hermana los papeles —Arnold no es ningún asesino.

Hubo un instante de silencio y Olga fue la primera en volver a hablar.

—No lo puedo creer... No te bastó con revolcarte con ese hombre... Te has enamorado de él...

Si no podía gritárcelo al mundo, al menos podía gritárcelo a Olga.

—¡Sí! ¡Así es ¡Lo amo! ¡Amo a Arnold!

Olga no entendía lo que Doug veía en su hermana menor, pero la quería para él y ahora ella salía con esto. Teniendo a Doug a su alcance se conformaba con ese pobre miserable, que además de todo era un criminal... Sólo había una explicación.

—Estás loca...

—¡No me llames así!

—Es que no hay otra explicación para lo que haces. No cabe duda que eres igual a ella, a nuestra madre.

—¡Callate, Olga! —gritó Helga y se cubrió los oídos, negándose a escuchar las duras palabras de su hermana, pero ya era tarde, retumbaban en su mente con fuerza

—¡No me voy a callar! ¡Has heredado su locura...! ¡Estás loca igual que ella!

—¡Basta!

Helga buscó la puerta y salió a toda prisa, no solo de la habitación. quería alejarse de su hermana y sus duras palabras, así que, salió de la casa.

No supo y no le importaba, fuera a donde fuera no podía escapar de su realidad ¡Ojalá pudiera hacerlo! Lo deseaba con toda su alma, pero al mismo tiempo las palabras de Olga y la imagen de su madre durante sus últimos días de vida, postrada en cama; le dejaban en claro cuál era su futuro.

Ella siguió caminando sin siquiera saber por dónde iba y pronto la noche llegó, el frío aumentó y de repente la fuerte lluvia empezó a caer.

Por fin Helga se detuvo e instantes después, a través de la cortina que la tupida lluvia formaba, comenzó a ver una luz acercándose a ella.

—¡Señorita!...

CONTINUARÁ...


El próximo capítulo será decisivo en la historia...bueno eso creo ^^; al menos habrá un cambio en la relación entre Helga y Arnold ❤ Así que los espero en la próxima actualización y muchas gracias por leer esta historia y por todo su apoyo ^^