Disclaimer: No soy Bryan Singer (estaría demasiado ocupado con promocionar Superman para escribir fics, no?), ni David Shore (I wish!) ni el largo etcétera de personas en FOX con potestad para reclamar siquiera una pequeña parte de House, MD como propio. Xniff…
Spoilers: Primera-Segunda temporada, hasta El Niño de Papá, pero básicamente centrado en los sucesos de Tres Historias y Humpty Dumpty.
Pairing: House/Cuddy (Huddy)
Rating: K+
N/A: Y pese a todo pronóstico...la gente me lee xDDD Muchas gracias a los maravillosos foreros del House Fans Foro (Dra. Franklin, Housean, ReWilson, Sidleriana) por el acogedor recibimiento que me han dado a mí (una absoluta recién llegada :)) y a TSB, y por sus serios y constructivos reviews. Hacía tiempo (mucho) que no me emocionaba tanto con escribir y, bueno, esto tiene el plus de dificultad de ser fanfic (oh, el terror del OOC). Pero han animado a seguir adelante. Así que... creo que les debo el update antes de tiempo, sobre todo teniendo en cuenta que tendré la historia en stand-by (y los updates :( ) al menos hasta la próxima semana. Culpen a mi profesora de Fisiología...que en lugar de regalarnos un aprobado general por lo bien que nos portamos nos tortura con examenes (MEH)...
II : Of sweet beginnings and bitter endings…
(Summer Sunshine, The Corrs
El doctor James Wilson se apoyaba, alicaído, en una pose carente de toda elegancia y completamente impropia de él sobre la mesita de la sala de descanso. Apenas hacía unas horas que había empezado su turno, pero seguramente disfrutar de un buen descanso en el estartalado sofá de una casa ajena, aunque fuera la de tu mejor amigo, era poco menos que una misión imposible. Ni el mero hecho de haberle persuadido para fugarse y poder ver el season finale de Urgencias había logrado sacarlo de su miseria.
Unos bollitos (¿por qué parecían cada vez más sacados del jardín de infancia?) decidieron pasar justo en ese momento por delante de la puerta entreabierta. Se detuvieron y echaron un largo vistazo en dirección al ensimismado Wilson. Intercambiaron cuchicheos ininteligibles (probablemente porque ni siquiera sabían vocalizar adecuadamente) y luego prorrumpieron en un coro de risitas nerviosas, escandalosamente agudas. Entonces, su paciencia disolviéndose, bajó las piernas de la mesa y se volvió hacia ellas, enarcando una ceja.
- "Shoo, fuera. Es mío. Ni se os ocurra tocarlo… odio tener que compartir.", gruñó, espantándolas con la mano con la autoridad y petulancia de un emperador de la antigua Roma.
Entre espantadas y humilladas de que el terrible Doctor House las hubiera pillado in fraganti, las residentes y estudiantes en prácticas huyeron en desbandada. No obstante, su fino oído llegó a captar los duros insultos proferidos contra su persona por aquellas boquitas de piñón. Chasqueó la lengua.
- "¿Por qué haces eso?".
- "Vaya, si sigues vivo, no regodeándote en tu desgraciada vida conyugal, o falta de ella, mejor dicho".
- "Sabes que ese tipo de excursiones son la única alegría en la vida cotidiana del cuerpo estudiantil femenino…bueno…del cuerpo estudiantil en general."
- "Aguafiestas", musitó, haciendo un mohín de fastidio, como el de un niño a quien sus padres descubren planeando una travesura. "Sólo preservo tu integridad física ahora que vuelves a ser el soltero de oro, pero, por favor, no me lo agradezcas tan efusivamente".
- "Esa actitud no hace nada por tu reputación, y lo sabes. Además, nos estás creando fama de Batman y Robin, y algún día tú querrás también sentar la cabeza. Y, macho, vaya si lo vas a tener difícil…".
- "En ese caso, me pido a Clooney, que lo tiene más fácil", dijo House, señalando a la pantalla de televisión, donde el hombre en cuestión besaba apasionadamente a una enfermera (¿Cleo¿Caroline? Pfff, daba igual…la cuestión es que estaba como un queso) dentro de un cuarto para el material. Romántico.
Nah. Realmente si le hubieran dado a escoger a cualquier tío el reencarnarse en cualquier otro hombre… todos, de haberle conocido, hubieran pujado en la particular subasta de Dios por el cuerpo y mente de James Wilson, el chico maravilla. No se lo reprochaba . No es que se las diera de dando, de George Glooney, de truhán y rey del ligoteo. Más bien ocurría al contrario. Era un galón por naturaleza, no por voluntad. Conocía a sus padres de vista, de alguno de los congresos de oncología en que Wilson se apuntaba como ponente, pues solían acudir a ellos con bastante frecuencia, como los devotos parroquianos a la iglesia de su barrio (perdón, sinagoga).
Era un chico bien, anatómicamente bien dotado (no hacía falta ser mujer, gay o médico para darse cuenta si uno tiene ojos fisiológicamente funcionales). Era inteligente y trabajador, amable y generoso, y sabía manejar con gracia las cartas que le habían tocado durante el reparto de Dios y la evolución. El muy canalla tenía ese don de gentes, ese encanto que hacía a toda fémina a menos de cinco kilómetros caer irremediablemente rendida a sus pies. Era capaz, en su infinita afabilidad, hasta de trabar amistad con el más ruin de los misántropos. Bueno, él en realidad no odiaba a la humanidad. Le resultaba fascinante e insulsa al mismo tiempo, y, curiosamente, había escogido un modo de ganarse la vida poco compatible con dedicarse a ignorar al resto de los congéneres de su especie.
La cuestión es que probablemente ahí radicaba el problema de James. Esa bendición constituida por un abanico de bellísimas cualidades era al mismo tiempo su maldición.
Mientras la coja pelirroja lidiaba con un desfibrilador en una mano y se sostenía hábilmente con una muleta en la otra, la bombilla en su cabeza arrojó luz sobre el asunto. Por fin…ya estaba tardando.
Se levantó de la butaca de golpe, haciendo que Wilson se sobresaltara (o reaccionara por segunda vez en todo el día).
- "Jimbo…", anunció con voz solemne.
- "House, sabes que no me hace demasiada gracia que me llames así…".
- "Lo sé, por eso lo hago", soltó con descaro y luciendo una sonrisa maquiavélica en los labios. "En fin, resulta que se me ha ocurrido una idea. Ya que estás libre como el viento a partir de ahora…".
Wilson se estremeció y la mueca de incomodidad agrió sus atractivas facciones.
- "¿Qué estás tramando?", preguntó con un tono pausado y ojos entrecerrados.
- "…como ya no tienes toque de queda, ni casa ni mujer a la que regresar a una cierta hora¿qué te parece si aprovechamos la mañana del sábado, que libramos los dos, para echarnos unos hoyos en el campo de golf?", alzó una ceja sugerentemente al pronunciar la palabra "hoyo".
Wilson puso los ojos en blanco. ¿No estaría hablando en serio?
- "House, sabes que somos horribles jugando al golf¿por qué deberíamos someternos a semejante tortura?."
- "Vamos, hombre, meter una bola en un hoyo no será tan difícil después de unos cuantos intentos. Que uno se saque partido de una aburrida mañana de sábado sabadote y se regale la vista no es delito, James, y superar esto tampoco." Apoyó la mano sobre el hombro de su amigo y le dio un leve apretón de solidaridad.
El otro médico aflojó la tensión que cargaba en los hombros y suspiró sonoramente.
- "Piensa en el paisaje, ese edén sin serpientes ni manzanas pecaminosas, con césped húmedo y verde, esas niñas con pantaloncitos ajustados y graciosas boinas de cuddie…". Silencio. Extrañado, Wilson levantó la cabeza. Observó con inquietud el cambio que se produjo en la expresión corporal de House, quien pasó a ostentar una sonrisa al más puro estilo del gato de Cheshire, capaz de haber hecho enorgullecerse al mismísimo Lewis Carroll.
Entonces cayó en la cuenta.
- "Oh, no…", se llevó las manos a la cara. "Si vas a hacer lo que creo que estás pensando en hacer, no me gusta ni un pelo. Me niego…".
- "¿Qué hay de malo? Es un bombón, tú mismo lo has dicho miles de veces. Y estoy convencido de que se pondrá como unas pascuas de contenta cuando le ofrezcamos sacarla a pasear".
Era cierto. Lisa Cuddy era todo lo que cualquier hombre heterosexual, cuerdo y en edad de procrear hubiera deseado. Quitando quizás esa enervante obsesión con el orden. Ponía el grito en el cielo cada vez que "alguien" movía de sitio "SU" taza o "SU" tapper-ware. Se sonrió mentalmente: nunca averiguaría que era él quien se beneficiaba de su deliciosa reserva de café colombiano. Y es que¿para qué demonios iba a tomarse la molestia de preparar un termo y traérselo de casa si doña Maruja traía suficiente para toda la plantilla? ). Si incluso llevaba al trabajo cubiertos metidos en bolsas de plástico precintadas. Incomprensible. Además de esas manías, era una sabelotodo insufrible (aunque quizás eso se alimentaban en Michigan, se autocensuró) y competitiva, y se gastaba unos aires de superioridad y autocontrol que la convertían en una diana aún más apetecible de su inquina. Para colmo, era una lameculos bastante eficiente, pero allí casi todos entraban en ese saco de algún u otro modo. Después de todo, las niñas bonitas ni pagan dinero ni estudian medicina. Primer axioma de las ciencias médico-quirúrgicas. Y, aun así… a pesar de ser una snob, hasta él reconocía que era una snob que estaba como un tren de alta velocidad; también le había demostrado que sus conexiones neurológicas estaban casi (y sólo casi) a la altura de las suyas propias. Eso era divertido, porque el pimpollo no se amilanaba ante sus insinuaciones, sino que se las devolvía y al día siguiente aparecía luciendo con orgullo aún más feminista si cabe un escote de vértigo. Aquella sería una oportunidad valiosísima desde el punto de vista puramente científico para estudiar más de cerca de las gemelas y medir hasta dónde alcanzaba el aguante de la tenaz doctora Cuddy. Resultaría entretenido ver cuánto dolía su mordedura y, bueno, igual espabilaba al pobre Tristón…Cruzó los dedos para que, sin bata y de paisano, conservara esa chispa que la caracterizaba.
- "Piénsatelo, James. Es posible incluso que pueda convencerla para que se traiga a alguna amiga", añadió, guiñándole un ojo pícaramente.
La idea de ir en parejitas le parecía tan cursi que se le revolvió el estómago. O quizás era efecto de los panchitos caducados que había cenado aquella noche. De cualquier manera, con casi total seguridad, ella no aceptaría su…proposición de salir sola, a pesar de que estaría allí SuperWilson para rescatarla de sus garras. Sería como meterse en la boca del lobo por propia voluntad. O eso hubiera pensado cualquier otro cristiano que le conociera del hospital. Con Wilson en una cita privada probablemente se hubiera apuntado a ir al fin del mundo, pero si entraba él en la ecuación, se pensaría las cosas dos, tres y hasta quince veces antes de firmar el contrato. Se estiró poco caballerosamente y se metió el fonendoscopio en el bolsillo del pantalón del pijama. Si iba a costarle tanto esfuerzo persuadirla, más le valía comenzar cuanto antes o se les pasaría el arroz a todos.
Antes de que Wilson pudiera detenerlo, salió de la salita. Podía escuchar la quejicosa llamada de su amigo y colega, sus mustias súplicas y los lamentos con los que se autoproclamaba el "mayor gilipollas de la historia".
No tardó demasiado en localizarla. Repasaba, con una mueca de…¿concentración¿exasperación¿de póker? el tablón de incidencias. Las gafas de lectura le resbalaban por el puente de la nariz. Adorable. Pero las rosas tienen espinas, se recordó antes de acercarse más.
No le dio tiempo de hablar.
- "¿No es demasiado pronto para empezar a trabajar, House? Creía que Urgencias no terminaba hasta las diez y media…".
No se le escapó la nota de censura.
- "Están en anuncios", explicó escuetamente. "Ya sabes, tiempo para cambiarle el agua al canario…".
- "O el suero al paciente deshidratado…", apostilló ella, cortante como un bisturí, aún sin volverse para mirarle a la cara.
Touché.
- "En la vida hay tiempo para todo".
- "No si el paciente se muere antes".
Esta vez no pudo reprimirse y soltó un falso aullido de decepción.
-"Auch. Eres una borde…".
- "Exclusivamente para ti, House", le dedicó una sonrisa de oreja a oreja, que de melosa, a él se le antojaba retorcida.
"Bruja", musitó, entre pucheros, por lo bajo.
Ella levantó una ceja elegantemente y puso los brazos en jarras, como retándole a que continuara con aquel comportamiento infantil.
Sin embargo, tan repentinamente como se había presentado, él la tomó por el brazo y la arrastró hasta el rincón más abandonado del pasillo, donde se acumulaba el polvo y alguien había decidido robar la planta decorativa para su despacho particular. Ni siquiera le dio tiempo para reaccionar.
- "Escucha. Sé que no soy santo de tu devoción, y quiero que sepas que esto sólo lo hago por el bien del pequeño Jim…".
- "¿Wilson?".
- "¿Qué otro Jim conoces por aquí al que conozca yo también?", preguntó él con el mismo descaro con que lo hubiera hecho ante una monja de clausura.
Ella frunció el ceño.
- "Te escucho. Pero a ver en qué lío me vas a meter. Me reservo el derecho a negarme a hacer lo que me pidas".
La mueca de exasperada resignación, con bizqueo incluido, por la expresión divertida de ella, debió de ser digna de Jerry Lewis. Se felicitó mentalmente por la maniobra para hacer méritos por la Causa.
- "Estoy tratando de animarle para que salga un poco, que le dé el aire. Lleva un mes largo bastante mustio desde lo del divorcio y…".
- "¿En serio estás tan preocupado por él", el tono de sincera inquietud en su voz le pilló desprevenido.
- "Sí, bueno…Estaba realmente enamorado de Laura", dijo como única explicación. Ella pareció reflexionar sobre sus palabras. Suspiró. No pretendía sonar como la madre gallina defendiendo a sus polluelos, por Dios.
- "¿Y tú crees que donde quiera que estés pensando en que quedemos, mi presencia allí me convertirá en el alma de la fiesta?".
House se encogió de hombros.
- "No hay manera de saberlo. Y tampoco es que tenga demasiados conocidos dispuestos a pasar más tiempo del necesario de nuestra…bueno, de MI compañía. Tú por lo menos no huyes de mí como de la peste. Y el chico lo necesita. La distracción, digo. Y mejor cuatro que dos¿no?".
- "¿Cuatro? La última vez que lo constaté no me habían internado en psiquiatría por trastorno bipolar de la personalidad?". La desconfianza y la duda habían salido de nuevo a la luz.
- "Cuatro: James, tú, tu amiga y yo", explicó, contando uno a uno con los dedos de una mano, mostrándoselos con la presteza de un niño pequeño al que le preguntan la edad.
Cuddy ahogó un gemido. "¿Y qué te hace suponer que voy a pedirle o a poder convencer, si a eso vamos, a nadie que yo conozca para que pase una mañana infernal, aguantando tus bromas sin gusto?".
- "Sin gusto pero te gustan, reconócelo". Sonrió abierta y misteriosamente al ver cómo se encendían sus mejillas, no supo bien si de vergüenza o de enojo. Ella se vio obligada a ceder bajo el peso de su mirada azul, y bajó la cabeza, sellando su sentencia.
- "Está bien", suspiró. "Invitaré a alguien a venir, pero ya no dependerá de mí el que lo haga¿de acuerdo?", precisó con cautela.
El médico asintió y aplaudió emocionado por su irresistible método de convicción. Hubiera hecho mejor y más por el mundo dedicándose a la teletienda o al espionaje.
- "Genial. Recuérdale a tu amiga que se lleve bikini; el sitio tiene una piscina espectacular. Aunque igual preferís hacer top-less como nosotros…", hizo una pausa en que los ojos le hicieron chiribitas con la mera imagen mental. Para salvar su propio pellejo de la mirada fulminante de Cuddy, suprimió el escalofrío de anticipación. "Bikinis. Sábado a las once y media. Club Meadows".
Ella abrió los ojos como platos. "¿Al campo de golf?".
- "Exacto. Y no os preocupéis por nada, sólo de los bikinis. Que nosotros nos ocupamos de llevar las bolas", intentó remediar la deliberadamente mala elección de palabras. "Y si no tenéis palos pues…ya los alquilaremos allí".
- "No…no creo que haga falta. Iremos preparadas", aseguró con voz firme, ignorando el machismo de su comentario anterior. Como consternada, se alejó por el pasillo, rumbo al patio interno del hospital. Extrajo su teléfono móvil de la bata y buscó en la lista de contactos. A ver cómo diablos le explicaba ahora a Stacy que había modificaciones de última hora en los planes del reencuentro que llevaban tantos meses programando. Sólo rezó a todos los Cielos porque Wilson apreciara lo que iba a hacer y que se ocupara de darle un cursillo acelerado de buenos modales y etiqueta a House.
EDIT: Con el fin de solventar cualquier posible confusión que haya podido causar el no haber especificado deliberadamente el contexto temporalen este chappie (gracias a mis revieweadores por sus útiles comentarios al respecto), lanzo un aviso: lo quehan leídoes un flashback en todaregla. O más que un flashback (no hay un personaje que esté "recordando" per se), un relato dehechos pasados, pre-infarto ypre-Stacy. Sobre 1998-1999 aproximadamente.Sé que es de lo más cutre aclarar esto de este modo, pero mi intención como autora era dejar que ustedes mismos dilucidaran que se trataba de un "flashback" por una serie de detalles que fui colocando estratégicamente en el relato. Quizás me obstiné tanto en evitarindicar explícitamente el día/mes/año en que se desarrolla la acción y eso causó más problemas que un efecto de estilo. Pero en absoluto pretendí volverles locos ;)
